Siete días de Gracia
novela histórica de Carla Gracia sobre la Revuelta de las Quintas de 1870 - en formato epub
Narra los hechos que tuvieron lugar los primeros días de abril de 1870 en la Vila de Gracia de Barcelona, en contra de las levas ordenadas por el General Prim. Muchos la han olvidado. Otros la han llamado revuelta. Pero fue una guerra. La guerra de los siete días. Sin descanso. Sin paz. Sin compasión. La Revuelta de las Quintas del 1870 fue una de las tantas guerras que ha soportado un pueblo para rebelarse por leyes que únicamente protegen los intereses de unos pocos mientras truncan la vida de muchos. El alzamiento tuvo lugar en varias ciudades de España como Málaga, Béjar o Salamanca. En Cataluña fue más largo y sangriento. La vila de Gracia, que años después pasaría a integrarse en el municipio de Barcelona, cruelmente asediada por los cañones y las tropas que disparaban desde la calle Provenza y el Paseo de Gracia de Barcelona, fue el principal bastión de la resistencia popular. Cuenta la leyenda que una mujer sin apellidos ni pasado fue la voz del pueblo y que, en el momento más cruel del conflicto, se puso a tocar las campanas de la torre del reloj, frente al Ayuntamiento de Gracia, para mantener viva la lucha, y ya no cesó.
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El día 18 de septiembre de 1868 se iniciaba en Cádiz un pronunciamiento protagonizado por la flota naval allí amarrada, sublevada por el almirante Juan Bautista Topete, y desde donde se dirigió un llamamiento a la insurrección contra Isabel II. Distintas ciudades españolas se adhirieron a la sublevación y tras la batalla de Alcolea del 28 de septiembre, en donde son derrotadas las tropas leales a Isabel II, la reina marcha al exilio. En un primer momento el poder fue asumido por las Juntas que se habían formado en las diferentes ciudades, muchas de ellas elegidas por procedimientos democráticos y en las que predominaban ciudadanos progresistas. Sus manifiestos recogían las reivindicaciones propias de las clases populares urbanas, entre ellas y de manera relevante, la abolición del reclutamiento de soldados mediante las quintas***. El 8 de octubre se nombra el Gobierno Provisional del general Serrano (con Prim en la sombra) y una de las primeras decisiones que tomó fue la disolución de las Juntas. La insurección cubana de ese mismo año es el argumento manejado por el Gobierno (y por Prim en particular) para no hacer desaparecer el sistema de leva mediante quintas. Se llama a filas a más de 25.000 hombres.
En Abril de 1870 la campana de la torre del reloj de la Plaza de Oriente (actual Plaza de la Villa de Gracia) comienza a sonar para alertar a los vecinos de que las tropas vienen a por los mozos dado que se mantiene el sistema de quintas. Desde el Paseo de Gracia el ejercito bombardea con la intención de tirar abajo la campana y así evitar el peligro de levantamiento popular que tal llamada representa. Tan solo logran agrietarla. Durante varios días, con el resquebrajado repiqueteo de la campana como música de fondo, la gente del pueblo se dedica a levantar barricadas en las calles mientras el ejército bombardea a un enemigo invisible. El Capitán General de Cataluña cree que el sistema de fortificación lo está desarrollando un ingeniero inglés y que un ejército de al menos 2000 carlistas se apresta a la batalla en el interior del pueblo. Es por ello que la toma de la Villa de Gracia se coordina, el día 8, desde cuatro puntos distintos. El asalto a las barricadas, prácticamente vacías, resulta más fácil de lo esperado ya que apenas son unos sesenta mozos mal armados los que defienden el lugar. Pero los soldados, irritados por los días transcurridos y los tiros que de forma aleatoria y desorganizada les lanzan desde ventanas y tejados, se dedican a saquear las casas y a detener a 200 personas que acaban en los calabozos militares durante unos días. La escaramuza se salda con 27 muertos.
***En España se llamaba quintos a los jóvenes que al cumplir la mayoría de edad se iban a hacer el servicio militar obligatorio. El nombre proviene de la contribución de sangre u obligación de servicio militar que Juan II de Castilla (1406-1454) impuso durante su reinado, según la cual uno de cada cinco varones debía servir en el ejército, disposición que Felipe V retomó en 1705.
novela histórica de Carla Gracia sobre la Revuelta de las Quintas de 1870 - en formato epub
Narra los hechos que tuvieron lugar los primeros días de abril de 1870 en la Vila de Gracia de Barcelona, en contra de las levas ordenadas por el General Prim. Muchos la han olvidado. Otros la han llamado revuelta. Pero fue una guerra. La guerra de los siete días. Sin descanso. Sin paz. Sin compasión. La Revuelta de las Quintas del 1870 fue una de las tantas guerras que ha soportado un pueblo para rebelarse por leyes que únicamente protegen los intereses de unos pocos mientras truncan la vida de muchos. El alzamiento tuvo lugar en varias ciudades de España como Málaga, Béjar o Salamanca. En Cataluña fue más largo y sangriento. La vila de Gracia, que años después pasaría a integrarse en el municipio de Barcelona, cruelmente asediada por los cañones y las tropas que disparaban desde la calle Provenza y el Paseo de Gracia de Barcelona, fue el principal bastión de la resistencia popular. Cuenta la leyenda que una mujer sin apellidos ni pasado fue la voz del pueblo y que, en el momento más cruel del conflicto, se puso a tocar las campanas de la torre del reloj, frente al Ayuntamiento de Gracia, para mantener viva la lucha, y ya no cesó.
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El día 18 de septiembre de 1868 se iniciaba en Cádiz un pronunciamiento protagonizado por la flota naval allí amarrada, sublevada por el almirante Juan Bautista Topete, y desde donde se dirigió un llamamiento a la insurrección contra Isabel II. Distintas ciudades españolas se adhirieron a la sublevación y tras la batalla de Alcolea del 28 de septiembre, en donde son derrotadas las tropas leales a Isabel II, la reina marcha al exilio. En un primer momento el poder fue asumido por las Juntas que se habían formado en las diferentes ciudades, muchas de ellas elegidas por procedimientos democráticos y en las que predominaban ciudadanos progresistas. Sus manifiestos recogían las reivindicaciones propias de las clases populares urbanas, entre ellas y de manera relevante, la abolición del reclutamiento de soldados mediante las quintas***. El 8 de octubre se nombra el Gobierno Provisional del general Serrano (con Prim en la sombra) y una de las primeras decisiones que tomó fue la disolución de las Juntas. La insurección cubana de ese mismo año es el argumento manejado por el Gobierno (y por Prim en particular) para no hacer desaparecer el sistema de leva mediante quintas. Se llama a filas a más de 25.000 hombres.
En Abril de 1870 la campana de la torre del reloj de la Plaza de Oriente (actual Plaza de la Villa de Gracia) comienza a sonar para alertar a los vecinos de que las tropas vienen a por los mozos dado que se mantiene el sistema de quintas. Desde el Paseo de Gracia el ejercito bombardea con la intención de tirar abajo la campana y así evitar el peligro de levantamiento popular que tal llamada representa. Tan solo logran agrietarla. Durante varios días, con el resquebrajado repiqueteo de la campana como música de fondo, la gente del pueblo se dedica a levantar barricadas en las calles mientras el ejército bombardea a un enemigo invisible. El Capitán General de Cataluña cree que el sistema de fortificación lo está desarrollando un ingeniero inglés y que un ejército de al menos 2000 carlistas se apresta a la batalla en el interior del pueblo. Es por ello que la toma de la Villa de Gracia se coordina, el día 8, desde cuatro puntos distintos. El asalto a las barricadas, prácticamente vacías, resulta más fácil de lo esperado ya que apenas son unos sesenta mozos mal armados los que defienden el lugar. Pero los soldados, irritados por los días transcurridos y los tiros que de forma aleatoria y desorganizada les lanzan desde ventanas y tejados, se dedican a saquear las casas y a detener a 200 personas que acaban en los calabozos militares durante unos días. La escaramuza se salda con 27 muertos.
***En España se llamaba quintos a los jóvenes que al cumplir la mayoría de edad se iban a hacer el servicio militar obligatorio. El nombre proviene de la contribución de sangre u obligación de servicio militar que Juan II de Castilla (1406-1454) impuso durante su reinado, según la cual uno de cada cinco varones debía servir en el ejército, disposición que Felipe V retomó en 1705.