“Debemos involucrar a la mujer más activamente en los problemas de la sociedad”
Publicado en el volumen VI de las Obras Escogidas de Enver Hoxha, en inglés - traducido y publicado por Tiempos Rojos en marzo de 2014
“Para lograr la total emancipación de la mujer y su igualdad real y efectiva con el hombre, es necesario que la economía nacional sea socializada y que la mujer participe en el trabajo general de producción.” - Lenin, Las tareas del movimiento obrero femenino (1919)
De una conversación en la reunión diaria con los secretarios del CC del PTA
21 de enero de 1983
El Partido debe siempre llevar a cabo una intensa actividad ideológico-política y social en todas partes, especialmente en las remotas zonas montañosas, en donde todavía existen remanentes patriarcales, que se expresan en diversas formas tales como el espíritu de clan, el apego a la propiedad privada, el sentimiento de parentesco y la preservación de la familia patriarcal, etc. Por lo que los camaradas del Partido de estos distritos deben observar con mucho cuidado estos problemas, porque se encuentran entre las principales causas del atraso del campo, también, en el ámbito económico. Digo esto porque la mayoría de los hombres de estas regiones trabajan en las empresas económicas o las minas de sus distritos, mientras que la principal fuerza de trabajo en las cooperativas está compuesta por mujeres. Y para que las cooperativas avancen, las mujeres deben afirmar su personalidad en todas partes, en el trabajo, en la sociedad y en la familia.
En primer lugar, las mujeres deben ser conscientes de su valor social y de su capacidad productiva y de liderazgo en la economía, porque así su autoridad se fortalecerá y reforzará. De esta manera serán capaces de unir su fuerza económica con la de sus maridos y no permanecer más bajo sus «cadenas». Es cierto que si el marido trabaja en la mina él avanza un poco, pero de todos modos todavía retendrá conceptos y remanentes patriarcales que manifestará, de una manera u otra, en las relaciones familiares. Estos remanentes son retenidos en mayor medida por aquellos que trabajan en la cooperativa.
En algunas cooperativas agrícolas, generalmente, existe un espíritu de conservadurismo acerca de la sustitución de la fuerza de trabajo con la maquinaria agrícola. Este conservadurismo será arrancado si las mujeres, que son la principal fuerza de trabajo, alzan su voz con más resolución e insisten en emplear las cultivadoras, que facilitarían enormemente su trabajo. En esta dirección, también en las remotas zonas montañosas todavía debe realizarse más trabajo para elevar a las mujeres a un nivel en el que ellas puedan hablar valientemente, exigir vigorosamente la introducción del nuevo progreso en la vida y en la producción y puedan decidir sobre ésta. Sin embargo, si las mujeres todavía no han comprendido que el empleo de estos medios es para su beneficio, esto habla también de las deficiencias en la labor política del Partido en ese distrito. La producción también tiene su política específica. Y para que el progreso sea introducido en la producción debe realizarse un buen trabajo informativo. Este es uno de los aspectos del asunto.
El otro aspecto se relaciona a que la condición social de nuestro pueblo y el nivel de su conocimiento técnico deben ser considerados, porque esta es la única manera posible de realizar un trabajo fructuoso y conseguir un desarrollo técnico y político, moral y cultural integral de los trabajadores, en otras palabras, en todos sus trabajos complejos el Partido debe mirar cuidadosamente los problemas en su interconexión. Cualquier problema estatal debería ser abordado por una sabia política del Partido, y no de una manera preconcebida, sino en conformidad con la situación, con el terreno en el que se lleva a cabo su trabajo político. El tratamiento de las mujeres y los niños en las montañas y en las zonas llanas plantea problemas que se diferencian enormemente. Los que habitan las tierras bajas están más avanzados en este sentido. ¿Por qué ha ocurrido esto? Porque la gente allí ha aplicado de una mejor manera la línea del Partido para el desarrollo de la economía cooperativista, y, consiguientemente, ha producido mayores ingresos, que han utilizado de una manera correcta para mejorar su bienestar.
Por eso en los distritos del norte, en los cuales se manifiestan estas debilidades, el trabajo político debería diferenciarse. Para este fin, el Partido en estos distritos debe manejar la política de cuadros con la mayor seriedad.
Tomemos el problema de la admisión al Partido. El criterio para la admisión, por supuesto, se debe aplicar sobre la base de un profundo conocimiento de la situación socioeconómica del distrito, de las opiniones que allí imperan, etc. Quizá éstos puedan ser diferentes para distritos diferentes, para zonas diferentes, pero lo principal en lo que el Partido debe insistir es que sólo los más avanzados deben ser admitidos al Partido y esta cuestión no debería dejarse a la espontaneidad, sino que siempre debe ser resuelta correctamente. Si en un distrito esta cuestión no ha sido hasta el momento tratada de esta manera, esto significa que el Partido allí no ha estado a la cabeza en este trabajo. El particular conforma el general, y esto les permite comparar un distrito con otro para hacer que todos ellos avancen en la misma dirección.
En general, los distritos han avanzado en su desarrollo económico. Existe un progreso general, pero también existe el progreso parcial; algunos distritos están más avanzados que otros. Y luego, también existen zonas que todavía no se encuentran al corriente del desarrollo de todo el distrito. De manera que existen matices que el Partido debe recoger y estudiar, porque sólo así se puede dirigir, aconsejar, aprobar o desaprobar las decisiones tomadas por las organizaciones de base. Esto permite al aparato del comité del partido ejercer un control efectivo sobre la realización de las tareas previstas en varias regiones del distrito.
Se ha dicho aquí que una brigada de la cooperativa agrícola de Maqellara tuvo altos rendimientos en el maíz, porque el jefe de brigada, además de sus capacidades de liderazgo y organizativas, aprendía constantemente de la experiencia avanzada. En este caso no sólo debemos alegrarnos de que este jefe de brigada tuvo altos rendimientos en el maíz, sino también sacar conclusiones apropiadas sobre cómo produjo tanto, mientras que los demás produjeron menos. Este hecho constituye un objetivo para la organización del Partido de esa región.
Me parece que los cuadros del Partido y los trabajadores deben ser educados a seguir el desarrollo del país simultáneamente en sus aspectos políticos, ideológicos, morales y sociales, a fin de reforzar el sentimiento de colectivo y el socialismo y las nuevas normas morales y políticas de nuestra sociedad. Esto creará posibilidades para que se lleven a cabo estudios no sólo por equipos, sino también enseñando a todas las organizaciones de base del Partido a vigilar y detectar aquellos elementos morales, políticos, o patriarcales que inhiben el desarrollo económico.
Si conocemos la situación en un distrito, región o cooperativa, etc., a fondo y trabajamos seriamente para mejorarla, obrando no sólo de una manera individual sino también de una manera organizada, por medio de informes, por medio de reuniones serias y no de palabrería, poniendo el dedo en la herida y hablando con franqueza, entonces seguramente obtendremos resultados. Esto significaría trabajo vivo del Partido para la educación política, ideológica y moral de nuestro pueblo, y sólo entonces veremos cómo se eleva su conciencia, y cómo el ejemplo de la vanguardia de los comunistas será completamente evidente.
La realización del plan requiere que todo el pueblo, indiscriminadamente, sean o no miembros del partido, se eleve al nivel político requerido por el tiempo y por los problemas que surgen, de modo que comprendan la importancia de los nuevos métodos de trabajo, de la tecnología avanzada en la producción, etc., etc. Sólo así podremos alcanzar un progreso perceptible en el logro de las tareas económicas. Si el secretario del comité del partido de un distrito se queda en su escritorio todo el día y desde allí exige información sobre los resultados conseguidos por una u otra brigada, sobre la realización del plan de éste o aquél sector, no estará en una posición para realizar el trabajo del Partido. Esto se debe considerar. En mi opinión, la duplicación de los deberes del presidente del comité ejecutivo por el secretario del partido del distrito crea la impresión de que éste hace algo, mientras que en la realidad está participando en un trabajo que le pertenece a otra persona. Se supone que el secretario participa en otros trabajos y actividades importantes, sin los cuales el plan es irrealizable. Las cultivadoras no podrán ponerse a trabajar si no somos capaces de realizar un trabajo constante para convencer políticamente a las mujeres de su utilidad, si las mujeres no son alentadas y motivadas por el Partido para ser conscientes de sus capacidades en el pensamiento, en el trabajo y la gestión, tanto en la casa como fuera de ella. Este es el trabajo del Partido. Cuando estaba en Puka hace unos años, me sorprendí del progreso que las mujeres habían realizado. Entramos en la sala en la que debíamos cenar, y me quedé sumamente impresionado por la manera viva en que las mujeres y las muchachas entraron para reunirse y conversar conmigo. Y ellas realmente hablaron mejor que los hombres, no estaban inhibidas en absoluto.
En su labor los trabajadores del Partido deben examinar todas aquellas medidas y logros que han impulsado hacia adelante a nuestro país, como es, por ejemplo, la emancipación de la mujer, para ver los grandes cambios que se han realizado en la época del Partido, la evolución de las costumbres, etc., para ponerse en una posición en la que se pueda reforzar su propaganda ideológica-política y el trabajo organizativo, y realizarlos de una mejor manera. El Partido inició su labor para la emancipación de la mujer en la época de la guerra de Liberación nacional. En ese momento se puso el acento en el papel decisivo de las mujeres, tanto en la lucha por la liberación del país como, más tarde, en la edificación de la sociedad socialista. Desde ese entonces se ha dado un gran paso adelante en su emancipación y ha ocurrido una gran evolución o, mejor dicho, una revolución en la vida y la actividad de la mujer en nuestro país. Ahora la situación y el significado de la emancipación no son lo que eran hace muchos años. Las mujeres albanesas, en general, se encuentran emancipadas. Amplios sectores de mujeres están en relaciones de trabajo, sobre todo en las ciudades. Ahora ya no se puede hablar con ellas en los mismos términos que a las mujeres de las montañas, aunque éstas hayan avanzado también. Sin embargo, las habitantes de las ciudades están más avanzadas, porque su participación a gran escala en la producción, en varios sectores de la economía del país, ha desarrollado más su personalidad. Viven sus vidas de una manera independiente, aman a sus compañeros de vida, los escuchan y respetan, pero con la autoridad y personalidad que han creado en la sociedad, en la familia y en todas partes, saben cómo decir a sus maridos que ellas también deben ser respetadas y tenidas en cuenta.
La emancipación en las ciudades ha alcanzado un nivel más alto, por tanto, aquí el trabajo del Partido entre la mujer apunta a otros objetivos, se pretende ayudar a elevar su personalidad a un más alto nivel. Al trabajar cada vez mejor, las mujeres serán capaces de expresar sus opiniones con mayor libertad, individualmente o, cuando la ocasión se presente, colectivamente, y sostenerlas con más fuerza, sobre todo en el campo. La emancipación de la mujer no se ha alcanzado en el mismo grado para todos los poblados o para todos los distritos. Cada distrito tiene sus particularidades propias. En el distrito de Dibra, por ejemplo, la labor del Partido para la emancipación de la mujer debería seguir realizándose más persistentemente que en algunos otros distritos, porque el espíritu de clan y el sentimiento de la superioridad del hombre existen allí de una manera latente dentro de la familia. Lo que a primera vista puede parecer un logro en el campo de la emancipación, puede ser sólo una ilusión. El campesino es perspicaz, trata de no exponerse a los ataques de la opinión pública y mantener su autoridad sobre la mujer. Dice a su esposa, por supuesto, no en público: «Fuera de la casa actuaré como el resto, pero en casa haré que te comportes».
Ejercen una influencia negativa aquellos que todavía no han comprendido correctamente la importancia ideológica y política de la fuerza y el papel femenino. De manera que, en este sentido, el Partido debe llevar su influencia para respaldar y reforzar su trabajo político con las masas. Algún progreso se ha hecho ya en la correcta comprensión de este problema, pero resta mucho trabajo por hacer. Es cierto que ahora las mujeres se dedican a la producción, pero también trabajaron antes. No debemos olvidar que, en general, las campesinas han trabajado en todos los tiempos, aunque lo hicieron como esclavas. Ahora, después de toda esta revolución, en la emancipación de la mujer hemos alcanzado una situación tal en la que las mujeres se sienten igual al hombre en el trabajo y en la sociedad. Sin embargo, en el hogar todavía existe la sumisión a la autoridad del hombre en la forma de respeto hacia él. De todos modos, hay que entender correctamente que el respeto no significa que la mujer no debe decirle a su marido lo que piensa y no significa tampoco que ella debe estar subordinada a él. Ella debe respetar a su marido por sus opiniones correctas, pero también debería tener el coraje para decirle dónde sus opiniones no son correctas.
Por lo tanto, no debemos atascarnos con viejas fórmulas y con conceptos del trabajo en la emancipación de la mujer. Para cada problema debemos encontrar nuevas soluciones y formas más avanzadas del trabajo ideológico y político, en conformidad con las circunstancias más avanzadas que hemos alcanzado en la solución de esta cuestión. En las zonas montañosas, ahora también tenemos que lidiar con un conjunto de relaciones sociales que se encuentra muy lejos, no sólo de los tiempos del Canon de Lekë Dukagjini, sino también de 1939, y hasta de los tiempos más recientes. Esto es verdad, la vida también ha avanzado allí. Pero la pregunta es cómo debería entenderse la emancipación. Por lo tanto, aquí debemos reforzar el trabajo del Partido.
La emancipación significa un alto nivel político, ideológico, moral y social, cuyo logro requiere un inteligente trabajo del Partido en conformidad con el nivel de conciencia que la mujer ha alcanzado. Teniendo en cuenta el nivel de conciencia de nuestra mujer hoy en día, ya no podemos hacerles frente con clichés; nuestro enfoque debe ser realista, basado en el grado de desarrollo alcanzado por ese grupo de mujeres con el que pretendemos trabajar. Lo importante es hacer que las mujeres estén más activas a la hora de enfrentarse con los problemas que surgen ante nuestra sociedad, hacerlas más capaces de sopesar con sus propias cabezas los pros y los contras de las acciones que ellas toman sobre un problema que se encuentra frente a ellas y la sociedad.
Me parece que así es cómo debemos entender la cuestión de la emancipación de la mujer. Han pasado los tiempos en los que la lucha por la emancipación de la mujer significaba, en primer lugar, el trabajo que se tuvo que hacer con las mujeres para convencerlas de abandonar el velo o erradicar los prejuicios religiosos, etc. Por supuesto, ahora también, la lucha contra los remanentes religiosos y las costumbres retrogradas no debe ser pasada por alto, sin embargo lo principal en este sentido es la elevación política e ideológica de toda el pueblo, no sólo de los que habitan las montañas, no sólo de los campesinos, sino también de los ciudadanos y los comunistas, lo que llevará a la creación de conceptos correctos sobre la sociedad, sobre los diversos sectores de la juventud, sobre las relaciones entre los muchachos y las muchachas, marido y mujer, y sobre todos los demás problemas.
Publicado en el volumen VI de las Obras Escogidas de Enver Hoxha, en inglés - traducido y publicado por Tiempos Rojos en marzo de 2014
“Para lograr la total emancipación de la mujer y su igualdad real y efectiva con el hombre, es necesario que la economía nacional sea socializada y que la mujer participe en el trabajo general de producción.” - Lenin, Las tareas del movimiento obrero femenino (1919)
De una conversación en la reunión diaria con los secretarios del CC del PTA
21 de enero de 1983
El Partido debe siempre llevar a cabo una intensa actividad ideológico-política y social en todas partes, especialmente en las remotas zonas montañosas, en donde todavía existen remanentes patriarcales, que se expresan en diversas formas tales como el espíritu de clan, el apego a la propiedad privada, el sentimiento de parentesco y la preservación de la familia patriarcal, etc. Por lo que los camaradas del Partido de estos distritos deben observar con mucho cuidado estos problemas, porque se encuentran entre las principales causas del atraso del campo, también, en el ámbito económico. Digo esto porque la mayoría de los hombres de estas regiones trabajan en las empresas económicas o las minas de sus distritos, mientras que la principal fuerza de trabajo en las cooperativas está compuesta por mujeres. Y para que las cooperativas avancen, las mujeres deben afirmar su personalidad en todas partes, en el trabajo, en la sociedad y en la familia.
En primer lugar, las mujeres deben ser conscientes de su valor social y de su capacidad productiva y de liderazgo en la economía, porque así su autoridad se fortalecerá y reforzará. De esta manera serán capaces de unir su fuerza económica con la de sus maridos y no permanecer más bajo sus «cadenas». Es cierto que si el marido trabaja en la mina él avanza un poco, pero de todos modos todavía retendrá conceptos y remanentes patriarcales que manifestará, de una manera u otra, en las relaciones familiares. Estos remanentes son retenidos en mayor medida por aquellos que trabajan en la cooperativa.
En algunas cooperativas agrícolas, generalmente, existe un espíritu de conservadurismo acerca de la sustitución de la fuerza de trabajo con la maquinaria agrícola. Este conservadurismo será arrancado si las mujeres, que son la principal fuerza de trabajo, alzan su voz con más resolución e insisten en emplear las cultivadoras, que facilitarían enormemente su trabajo. En esta dirección, también en las remotas zonas montañosas todavía debe realizarse más trabajo para elevar a las mujeres a un nivel en el que ellas puedan hablar valientemente, exigir vigorosamente la introducción del nuevo progreso en la vida y en la producción y puedan decidir sobre ésta. Sin embargo, si las mujeres todavía no han comprendido que el empleo de estos medios es para su beneficio, esto habla también de las deficiencias en la labor política del Partido en ese distrito. La producción también tiene su política específica. Y para que el progreso sea introducido en la producción debe realizarse un buen trabajo informativo. Este es uno de los aspectos del asunto.
El otro aspecto se relaciona a que la condición social de nuestro pueblo y el nivel de su conocimiento técnico deben ser considerados, porque esta es la única manera posible de realizar un trabajo fructuoso y conseguir un desarrollo técnico y político, moral y cultural integral de los trabajadores, en otras palabras, en todos sus trabajos complejos el Partido debe mirar cuidadosamente los problemas en su interconexión. Cualquier problema estatal debería ser abordado por una sabia política del Partido, y no de una manera preconcebida, sino en conformidad con la situación, con el terreno en el que se lleva a cabo su trabajo político. El tratamiento de las mujeres y los niños en las montañas y en las zonas llanas plantea problemas que se diferencian enormemente. Los que habitan las tierras bajas están más avanzados en este sentido. ¿Por qué ha ocurrido esto? Porque la gente allí ha aplicado de una mejor manera la línea del Partido para el desarrollo de la economía cooperativista, y, consiguientemente, ha producido mayores ingresos, que han utilizado de una manera correcta para mejorar su bienestar.
Por eso en los distritos del norte, en los cuales se manifiestan estas debilidades, el trabajo político debería diferenciarse. Para este fin, el Partido en estos distritos debe manejar la política de cuadros con la mayor seriedad.
Tomemos el problema de la admisión al Partido. El criterio para la admisión, por supuesto, se debe aplicar sobre la base de un profundo conocimiento de la situación socioeconómica del distrito, de las opiniones que allí imperan, etc. Quizá éstos puedan ser diferentes para distritos diferentes, para zonas diferentes, pero lo principal en lo que el Partido debe insistir es que sólo los más avanzados deben ser admitidos al Partido y esta cuestión no debería dejarse a la espontaneidad, sino que siempre debe ser resuelta correctamente. Si en un distrito esta cuestión no ha sido hasta el momento tratada de esta manera, esto significa que el Partido allí no ha estado a la cabeza en este trabajo. El particular conforma el general, y esto les permite comparar un distrito con otro para hacer que todos ellos avancen en la misma dirección.
En general, los distritos han avanzado en su desarrollo económico. Existe un progreso general, pero también existe el progreso parcial; algunos distritos están más avanzados que otros. Y luego, también existen zonas que todavía no se encuentran al corriente del desarrollo de todo el distrito. De manera que existen matices que el Partido debe recoger y estudiar, porque sólo así se puede dirigir, aconsejar, aprobar o desaprobar las decisiones tomadas por las organizaciones de base. Esto permite al aparato del comité del partido ejercer un control efectivo sobre la realización de las tareas previstas en varias regiones del distrito.
Se ha dicho aquí que una brigada de la cooperativa agrícola de Maqellara tuvo altos rendimientos en el maíz, porque el jefe de brigada, además de sus capacidades de liderazgo y organizativas, aprendía constantemente de la experiencia avanzada. En este caso no sólo debemos alegrarnos de que este jefe de brigada tuvo altos rendimientos en el maíz, sino también sacar conclusiones apropiadas sobre cómo produjo tanto, mientras que los demás produjeron menos. Este hecho constituye un objetivo para la organización del Partido de esa región.
Me parece que los cuadros del Partido y los trabajadores deben ser educados a seguir el desarrollo del país simultáneamente en sus aspectos políticos, ideológicos, morales y sociales, a fin de reforzar el sentimiento de colectivo y el socialismo y las nuevas normas morales y políticas de nuestra sociedad. Esto creará posibilidades para que se lleven a cabo estudios no sólo por equipos, sino también enseñando a todas las organizaciones de base del Partido a vigilar y detectar aquellos elementos morales, políticos, o patriarcales que inhiben el desarrollo económico.
Si conocemos la situación en un distrito, región o cooperativa, etc., a fondo y trabajamos seriamente para mejorarla, obrando no sólo de una manera individual sino también de una manera organizada, por medio de informes, por medio de reuniones serias y no de palabrería, poniendo el dedo en la herida y hablando con franqueza, entonces seguramente obtendremos resultados. Esto significaría trabajo vivo del Partido para la educación política, ideológica y moral de nuestro pueblo, y sólo entonces veremos cómo se eleva su conciencia, y cómo el ejemplo de la vanguardia de los comunistas será completamente evidente.
La realización del plan requiere que todo el pueblo, indiscriminadamente, sean o no miembros del partido, se eleve al nivel político requerido por el tiempo y por los problemas que surgen, de modo que comprendan la importancia de los nuevos métodos de trabajo, de la tecnología avanzada en la producción, etc., etc. Sólo así podremos alcanzar un progreso perceptible en el logro de las tareas económicas. Si el secretario del comité del partido de un distrito se queda en su escritorio todo el día y desde allí exige información sobre los resultados conseguidos por una u otra brigada, sobre la realización del plan de éste o aquél sector, no estará en una posición para realizar el trabajo del Partido. Esto se debe considerar. En mi opinión, la duplicación de los deberes del presidente del comité ejecutivo por el secretario del partido del distrito crea la impresión de que éste hace algo, mientras que en la realidad está participando en un trabajo que le pertenece a otra persona. Se supone que el secretario participa en otros trabajos y actividades importantes, sin los cuales el plan es irrealizable. Las cultivadoras no podrán ponerse a trabajar si no somos capaces de realizar un trabajo constante para convencer políticamente a las mujeres de su utilidad, si las mujeres no son alentadas y motivadas por el Partido para ser conscientes de sus capacidades en el pensamiento, en el trabajo y la gestión, tanto en la casa como fuera de ella. Este es el trabajo del Partido. Cuando estaba en Puka hace unos años, me sorprendí del progreso que las mujeres habían realizado. Entramos en la sala en la que debíamos cenar, y me quedé sumamente impresionado por la manera viva en que las mujeres y las muchachas entraron para reunirse y conversar conmigo. Y ellas realmente hablaron mejor que los hombres, no estaban inhibidas en absoluto.
En su labor los trabajadores del Partido deben examinar todas aquellas medidas y logros que han impulsado hacia adelante a nuestro país, como es, por ejemplo, la emancipación de la mujer, para ver los grandes cambios que se han realizado en la época del Partido, la evolución de las costumbres, etc., para ponerse en una posición en la que se pueda reforzar su propaganda ideológica-política y el trabajo organizativo, y realizarlos de una mejor manera. El Partido inició su labor para la emancipación de la mujer en la época de la guerra de Liberación nacional. En ese momento se puso el acento en el papel decisivo de las mujeres, tanto en la lucha por la liberación del país como, más tarde, en la edificación de la sociedad socialista. Desde ese entonces se ha dado un gran paso adelante en su emancipación y ha ocurrido una gran evolución o, mejor dicho, una revolución en la vida y la actividad de la mujer en nuestro país. Ahora la situación y el significado de la emancipación no son lo que eran hace muchos años. Las mujeres albanesas, en general, se encuentran emancipadas. Amplios sectores de mujeres están en relaciones de trabajo, sobre todo en las ciudades. Ahora ya no se puede hablar con ellas en los mismos términos que a las mujeres de las montañas, aunque éstas hayan avanzado también. Sin embargo, las habitantes de las ciudades están más avanzadas, porque su participación a gran escala en la producción, en varios sectores de la economía del país, ha desarrollado más su personalidad. Viven sus vidas de una manera independiente, aman a sus compañeros de vida, los escuchan y respetan, pero con la autoridad y personalidad que han creado en la sociedad, en la familia y en todas partes, saben cómo decir a sus maridos que ellas también deben ser respetadas y tenidas en cuenta.
La emancipación en las ciudades ha alcanzado un nivel más alto, por tanto, aquí el trabajo del Partido entre la mujer apunta a otros objetivos, se pretende ayudar a elevar su personalidad a un más alto nivel. Al trabajar cada vez mejor, las mujeres serán capaces de expresar sus opiniones con mayor libertad, individualmente o, cuando la ocasión se presente, colectivamente, y sostenerlas con más fuerza, sobre todo en el campo. La emancipación de la mujer no se ha alcanzado en el mismo grado para todos los poblados o para todos los distritos. Cada distrito tiene sus particularidades propias. En el distrito de Dibra, por ejemplo, la labor del Partido para la emancipación de la mujer debería seguir realizándose más persistentemente que en algunos otros distritos, porque el espíritu de clan y el sentimiento de la superioridad del hombre existen allí de una manera latente dentro de la familia. Lo que a primera vista puede parecer un logro en el campo de la emancipación, puede ser sólo una ilusión. El campesino es perspicaz, trata de no exponerse a los ataques de la opinión pública y mantener su autoridad sobre la mujer. Dice a su esposa, por supuesto, no en público: «Fuera de la casa actuaré como el resto, pero en casa haré que te comportes».
Ejercen una influencia negativa aquellos que todavía no han comprendido correctamente la importancia ideológica y política de la fuerza y el papel femenino. De manera que, en este sentido, el Partido debe llevar su influencia para respaldar y reforzar su trabajo político con las masas. Algún progreso se ha hecho ya en la correcta comprensión de este problema, pero resta mucho trabajo por hacer. Es cierto que ahora las mujeres se dedican a la producción, pero también trabajaron antes. No debemos olvidar que, en general, las campesinas han trabajado en todos los tiempos, aunque lo hicieron como esclavas. Ahora, después de toda esta revolución, en la emancipación de la mujer hemos alcanzado una situación tal en la que las mujeres se sienten igual al hombre en el trabajo y en la sociedad. Sin embargo, en el hogar todavía existe la sumisión a la autoridad del hombre en la forma de respeto hacia él. De todos modos, hay que entender correctamente que el respeto no significa que la mujer no debe decirle a su marido lo que piensa y no significa tampoco que ella debe estar subordinada a él. Ella debe respetar a su marido por sus opiniones correctas, pero también debería tener el coraje para decirle dónde sus opiniones no son correctas.
Por lo tanto, no debemos atascarnos con viejas fórmulas y con conceptos del trabajo en la emancipación de la mujer. Para cada problema debemos encontrar nuevas soluciones y formas más avanzadas del trabajo ideológico y político, en conformidad con las circunstancias más avanzadas que hemos alcanzado en la solución de esta cuestión. En las zonas montañosas, ahora también tenemos que lidiar con un conjunto de relaciones sociales que se encuentra muy lejos, no sólo de los tiempos del Canon de Lekë Dukagjini, sino también de 1939, y hasta de los tiempos más recientes. Esto es verdad, la vida también ha avanzado allí. Pero la pregunta es cómo debería entenderse la emancipación. Por lo tanto, aquí debemos reforzar el trabajo del Partido.
La emancipación significa un alto nivel político, ideológico, moral y social, cuyo logro requiere un inteligente trabajo del Partido en conformidad con el nivel de conciencia que la mujer ha alcanzado. Teniendo en cuenta el nivel de conciencia de nuestra mujer hoy en día, ya no podemos hacerles frente con clichés; nuestro enfoque debe ser realista, basado en el grado de desarrollo alcanzado por ese grupo de mujeres con el que pretendemos trabajar. Lo importante es hacer que las mujeres estén más activas a la hora de enfrentarse con los problemas que surgen ante nuestra sociedad, hacerlas más capaces de sopesar con sus propias cabezas los pros y los contras de las acciones que ellas toman sobre un problema que se encuentra frente a ellas y la sociedad.
Me parece que así es cómo debemos entender la cuestión de la emancipación de la mujer. Han pasado los tiempos en los que la lucha por la emancipación de la mujer significaba, en primer lugar, el trabajo que se tuvo que hacer con las mujeres para convencerlas de abandonar el velo o erradicar los prejuicios religiosos, etc. Por supuesto, ahora también, la lucha contra los remanentes religiosos y las costumbres retrogradas no debe ser pasada por alto, sin embargo lo principal en este sentido es la elevación política e ideológica de toda el pueblo, no sólo de los que habitan las montañas, no sólo de los campesinos, sino también de los ciudadanos y los comunistas, lo que llevará a la creación de conceptos correctos sobre la sociedad, sobre los diversos sectores de la juventud, sobre las relaciones entre los muchachos y las muchachas, marido y mujer, y sobre todos los demás problemas.