Enver Hoxha a Mao Zedong: El recibimiento de Nixon en Pekín es un error de principios y también táctico
publicado en marzo de 2013 en el blog Crítica Marxista-Leninista
en el Foro se publica en dos mensajes
Cuando Enver Hoxha y el PTA dirigieron esta carta a Mao Zedong y el PCCh, en agosto de 1971, la aproximación entre China y Estados Unidos había pasado por varias fases desde que se reiniciaron los contactos entre ambos gobiernos, en diciembre de 1969. Los dirigentes chinos informaron de estas conversaciones, a sus camaradas albaneses, una semana después de que Kissinger, el secretario de Estado norteamericano, estuviera de visita en Beijing, y mientras se hacían las preparaciones para la visita de Nixon, que finalmente se realizó en febrero de 1972. Los albaneses, como lo deja ver Enver Hoxha, se enteraron que los camaradas chinos llevaban cerca de dos años en contacto con los gobernantes imperialistas norteamericanos.
En diciembre de 1969, chinos y norteamericanos tuvieron la primera reunión a nivel de embajadores. Dado que no tenían relaciones diplomáticas, las primeras reuniones las realizaron los embajadores de ambos países acreditados en Polonia.
Sin embargo, para llegar a este punto inicial, sucedieron previamente hechos importantes, unilaterales, mediante el cual ambos países dieron señales de que estaban dispuestos a conversar sobre unas posibles relaciones. En enero de 1969 sucedió algo inédito: los principales medios de expresión del PCCh –Honqi (Bandera Roja) y Renmin Ribao (Diario del Pueblo) publicaron el discurso de Nixon inaugurando su presidencia. Es cierto que estuvo acompañado por un artículo editorial que contenía una crítica usual al imperialismo norteamericano, pero no dejaba de ser un hecho de importancia en el camino al restablecimiento de relaciones entre ambos países. ¿Qué decía el discurso del ahora presidente Nixon? Decía que Estados Unidos estaba dispuesto a desarrollar relaciones con todos los países del mundo. El artículo editorial comentando el discurso de Nixon fue publicado en Pekíng Informa nº 5 de 1969 (link al final del texto), pero esta vez sin reproducir el discurso del presidente norteamericano.
En marzo de 1969, unidades militares soviéticas y chinas protagonizaron dos serios enfrentamientos armados, que los puso al borde de la guerra. La gravedad de la situación era tal que es bastante verosímil lo que cuenta Kissinger en sus memorias: que en agosto de 1969, un representante soviético le hizo una consulta informal sobre cuál sería la reacción norteamericana si la Unión Soviética atacaba establecimientos nucleares chinos. El conflicto sino-soviético se apaciguó después del encuentro entre Kosygin y Zhou Enlai en Beijing en setiembre de 1969.
Mientras tanto, Estados Unidos trataba de hacer llegar –usando como intermediarios al presidente de Pakistán y Nicolae Ceaucescu– el mensaje de que era necesario terminar con el aislamiento de China. Sólo en la primera semana de diciembre de 1969, los norteamericanos pueden transmitir directamente a diplomáticos chinos en el exterior, su deseo de establecer contactos entre los dos países. La propuesta fue aceptada inmediatamente, y la primera reunión informal a nivel de embajadores se realizó el 11 de diciembre de 1969 en Varsovia. Luego el 8 de enero de 1970 se volvieron a reunir informalmente, para luego iniciar conversaciones formales el 20 de enero de 1970.
Las conversaciones se interrumpieron y postergaron debido a una situación internacional desfavorable para sostenerlas, principalmente por la agudización de los conflictos en Indochina, en los que Estados Unidos estaba directamente involucrado mientras que China apoyaba a Vietnam, Laos y Camboya (donde Sihanouk había sido depuesto, exiliándose en China y estableciendo ahí un gobierno de resistencia). En un mitin contra la agresión norteamericana, en mayo de 1970, Mao se pronuncia contra el imperialismo norteamericano. Según cuenta Kissinger, Nixon y su equipo evaluaron que el discurso de Mao que en lo esencial era blando, no hacía amenazas, no se comprometía, no era duro con Nixon y evitaba tomar posición en relación con problemas bilaterales espinosos. Estados Unidos siguió insistiendo con retomar las conversaciones con China, que a su vez no las rompía sino que postergaba su respuesta. Pero, en julio de 1970, ocurrió algo que puede considerarse como parte de la forma china de comunicarse: China liberó a un ciudadano norteamericano, condenado en 1958 por espionaje.
En agosto de 1970, los dirigentes chinos están inmersos en problemas internos: el conflicto entre las fracciones de Mao y Lin Biao se hace formalmente patente en la conferencia de Lushan (el II Pleno del IX Comité Central), donde los linpiaoístas son obligados a retroceder.
Mientras tanto la insistencia de los gobernantes norteamericanos sobre retomar contacto iba creciendo, sin encontrar respuesta. El 1 de octubre de 1970, el Día de la Liberación, ocurre otro hecho inédito en la política china: en las celebraciones en la Plaza Tiananmen, las masas chinas pudieron ver que en el sitio de honor, se encontraba Mao Zedong acompañado del periodista norteamericano Edgar Snow. La fotografía de ambos fue publicada al día siguiente en la primera página de los principales periódicos chinos. Un “demonio extranjero” occidental –según la cultura tradicional china– era honrado de forma inusitada por el máximo líder del país. Kissinger dice en sus memorias que ellos, los gobernantes norteamericanos, no comprendieron el mensaje, y que los chinos habían sobreestimado la sutileza norteamericana. Por su parte, China no había concedido visa a Snow para ingresar al país, desde el inicio de la Revolución Cultural, hasta que fue sorprendido por la invitación de oficio del gobierno chino. En Pekín Informa nº 41 de 1970 (link al final del texto), publicación para el exterior, sin embargo, el nombre de Edgar Snow está escondido en un mar de letras, difícilmente ubicable. Como se puede observar, se mantiene el tono militante y combativo contra el imperialismo y el socialimperialismo, característico de la Revolución Cultural.
El 18 de diciembre de 1970, Mao le concedió una entrevista a Snow donde manifiesta que está dispuesto a recibir al presidente Nixon en Beijing, ya sea como presidente o como turista. Snow recibió la instrucción de no publicar esa entrevista hasta abril de 1971. La revista Life la difundió en su edición del 30 de abril de 1971. Mientras tanto en diciembre de 1970 y enero de 1971, a través de los intermediarios paquistaníes y rumanos, el gobierno chino transmite al gobierno norteamericano que está dispuesto a recibir a un representante directo para resolver el problema de Taiwán.
La invitación del débil equipo de ping-pong para visitar China y confraternizar con el equipo chino, con la publicidad masiva que se dio a este hecho relacionado con el deporte más popular en el país, es decir, la “diplomacia del ping-pong”, jugó el papel de distender la percepción del ciudadano chino promedio con respecto a los norteamericanos. Como respuesta, en abril de 1971, el gobierno norteamericano, de manera unilateral, levantó el embargo contra China, establecido desde la liberación en 1949. El 21 de abril, los dirigentes chinos envían un mensaje al gobierno norteamericano señalando que retiraban la resolución del problema de Taiwán como requisito para las conversaciones al más alto nivel y que estaban interesados en recibir a un representante del presidente Nixon. Los norteamericanos respondieron el 10 de mayo indicando que aceptaban las conversaciones al más alto nivel y que enviarían, después del 15 de junio, al secretario de Estado Kissinger a preparar todo lo relacionado con el futuro viaje del presidente Nixon.
El 20 de mayo, Kissinger transmite al gobierno chino que en las conversaciones EEUU-URSS para limitar el armamento estratégico, Estados Unidos no suscribirá nada que vaya contra los intereses de China. Asimismo, le hace llegar una copia del tratado. El 25 de mayo de 1971, se reunió el Buró Político del PCCh para tratar el tema de las conversaciones con Estados Unidos. Zhou Enlai expone la evaluación que hacen de la posición internacional de Estados Unidos, según la cual este imperialismo está en declinación, con las características que el PTA en su carta reconoce haber recibido como información del PCCh. El 29 de mayo, China comunica que Kissinger será bienvenido a Beijing para conversaciones preliminares. La importancia estratégica de un restablecimiento de relaciones entre EEUU y China la destaca el propio Nixon en sus memorias, cuando dice que la respuesta china es la más importante comunicación que ha recibido un presidente norteamericano desde la Segunda Guerra Mundial (Roosevelt-Stalin).
Kissinger visitó en secreto China y estuvo en Beijing desde el 9 al 11 de julio de 1971, donde sostuvo seis reuniones con altos dirigentes chinos preparando la agenda y la fecha para la visita del presidente Nixon. El 15 de julio, China y Estados Unidos anunciaron públicamente que Nixon visitaría antes de mayo de 1972.
Anticipándose a la reacción de los camaradas y amigos, la dirección china envió a Zhou Enlai a Vietnam, el 13 de julio, para informarles de las conversaciones con los norteamericanos. El 14, viajó a Corea del Norte con la misma tarea. De regreso en Beijing, se reunió con Sihanouk de Camboya. Y el 17 de julio, se reunió con el embajador albanés en China para informarle la posición china en las conversaciones con EEUU. Enver Hoxha y el PTA, en carta a Mao Zedong y el PCCh, manifiestan su desacuerdo con la visita de Nixon y con la visión china con respecto al imperialismo norteamericano, como un imperialismo en retirada, que ya no quiere luchar directamente sino a través de títeres.
El recibimiento de Nixon en Pekín no es correcto, nosotros no lo apoyamos
Carta dirigida al CC del PC de China - 6 de agosto de 1971
Al Comité Central del Partido Comunista de China,
al camarada Mao Tse-tung
Pekín
Queridos camaradas:
La dirección de nuestro Partido les agradece la información que el camarada Chou En-lai nos envió a través de nuestro embajador en Pekín en relación con la futura visita de Nixon a China.
El camarada Xhorxhi Robo, que vino expresamente a Tirana, nos informó ampliamente sobre la conversación que mantuvo con el camarada Chou En-lai, sobre la valoración de la dirección china acerca de la futura visita de Nixon a China, sobre la situación internacional y la interna de los Estados Unidos de América, sobre las cuestiones planteadas en el encuentro entre el camarada Chou En-lai y Kissinger y la actitud de la parte china hacia ellas.
Nuestro embajador nos hizo saber que, según la comunicación de Uds., hace más de dos años que Nixon ha solicitado visitar China y que se han realizado encuentros a diferentes niveles para organizar esta visita. Las conversaciones con Nixon son calificadas por ustedes como desarrollo escalonado de las anteriores conversaciones chino-norteamericanas de Varsovia. El embajador nos transmitió su valoración de que durante los últimos años la situación en los EE.UU. ha cambiado mucho, que éstos se encuentran en vísperas de la tempestad revolucionaria y los norteamericanos se hallan en una difícil situación, no pueden proseguir la guerra, quieren relajar la tensa situación, retirar las tropas y las bases militares de los países extranjeros para no luchar ellos mismos, para no originar nuevos focos de guerra y para no ayudar a los títeres más que con dinero y armas, para que sólo luchen asiáticos contra asiáticos. Nuestro embajador nos transmitió su opinión de que la visita de Nixon a China sirve a la línea de la diplomacia del pueblo y está en función de ella, que los encuentros con la capa alta de los EE.UU. favorecen los vínculos con el pueblo y estimulan transformaciones en el pueblo norteamericano, que las conversaciones con Nixon, tengan o no éxito, beneficiarán a China y no le reportarán ningún mal.
La dirección de nuestro Partido estudió con la mayor seriedad el importante problema que Uds. nos plantearon… Estamos de acuerdo en que se trata de una cuestión importante, porque, como la definen ustedes, la visita de Nixon a Pekín forma parte de su gran plan estratégico.
Creemos que entenderán la tardanza de nuestra respuesta. Ello es debido a que su decisión fue inesperada y sin que hubiéramos tenido ninguna consulta previa entre nosotros sobre esta cuestión, cosa que nos hubiese dado la posibilidad de manifestar y debatir las opiniones que, pensamos, podrían ser útiles, ya que las consultas previas entre los amigos estrechos, los combatientes decididos contra el imperialismo y el revisionismo, son siempre útiles y beneficiosas y, particularmente, pensamos nosotros, cuando se dan pasos de gran efecto y resonancia internacional.
Nuestras opiniones y juicios sobre este problema, de gran importancia para el presente y el futuro de la lucha contra el imperialismo norteamericano, los basamos en la gran teoría y en la gran estrategia marxista-leninistas… Esta estrategia que hace invencibles a los partidos marxista-leninistas consiste en la lucha de principios, resuelta y sin compromisos en dos frentes, tanto contra el imperialismo con el norteamericano al frente, como contra el revisionismo moderno con el soviético a la cabeza, en la lucha contra todos los reaccionarios, en el apoyo a la revolución y a la lucha de liberación nacional de los pueblos, por el triunfo del socialismo y del comunismo. Esta estrategia nuestra prevé estrechas alianzas con los pueblos que luchan, con los revolucionarios de todo el mundo en un frente común contra el imperialismo y el socialimperialismo y jamás alianzas con el socialimperialismo soviético pretendidamente contra el imperialismo norteamericano, jamás alianzas con el imperialismo norteamericano pretendidamente contra el socialimperialismo soviético. La piedra de toque que nos separa a nosotros, los marxista-leninistas, de los diversos antimarxistas es la lucha de clases encarnizada, sin compromisos, diente por diente y hasta el fin, en los dos frentes al mismo tiempo, contra el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético.
Durante nuestra gran lucha nuestros dos partidos han utilizado y utilizarán diversas tácticas, pero éstas han servido y deben servir siempre a esa estrategia… Está claro que tanto el imperialismo norteamericano como el socialimperialismo soviético temen a esta gran estrategia y tiemblan ante ella, intentan destruirla, por eso nuestros partidos la aplicarán y defenderán con audacia en cualquier circunstancia y situación.
En esta favorable situación revolucionaria... la China popular, Albania socialista, los pueblos y los Estados progresistas del mundo deben hacer oír su palabra, imponer su voluntad para desbaratar los diabólicos planes, belicistas y esclavizadores de las grandes potencias imperialistas, norteamericana, soviética, etc.
Es comprensible, y para nosotros siempre ha estado claro, que por el bien de los pueblos y de la revolución, la gran China de Mao Tse-tung sostenga conversaciones y establezca relaciones diplomáticas con diversos Estados del mundo, incluso con los Estados Unidos de América.
Considerando al Partido Comunista de China como el partido hermano y compañero de armas más próximo, no le hemos ocultado nunca ni lo hacemos ahora, nuestros puntos de vista. Por eso también acerca del gran problema que nos han planteado les hacemos saber que consideramos como no correcta, no deseable, su decisión de recibir a Nixon en Pekín, decisión que no aprobamos ni apoyamos. Nuestra opinión es asimismo que la anunciada visita [1] de Nixon a China no será entendida ni aprobada por los pueblos, por los revolucionarios y los comunistas de los diversos países.
El imperialismo norteamericano es el enemigo número uno de los pueblos. Los Estados Unidos de América encabezados por el presidente Nixon se encuentran hoy en medio de un gran enfrentamiento con todos los pueblos, particularmente con el pueblo vietnamita, contra el que desde hace 12 años desarrollan una brutal y bárbara agresión sin precedentes en la historia. Los pueblos del mundo llevan a cabo hoy una lucha a vida o muerte, con las armas en la mano y por todos los medios, para desbaratar los planes de opresión y esclavización del mayor enemigo de la humanidad, el imperialismo norteamericano. Este alto interés de los pueblos y de su lucha debe permanecer en los cimientos de la política de nuestros dos partidos y gobiernos. Este interés debe estar siempre presente en toda su actividad, particularmente cuando se trata de las relaciones con los Estados Unidos de América y los revisionistas soviéticos.
Se comprende fácilmente el deseo de Nixon, que durante tan largo tiempo habría querido visitar China, ya que este deseo coincide con la doble táctica del imperialismo norteamericano de agitar al mismo tiempo las armas y el ramo de olivo, coincide con sus fines de enmascarar su catadura imperialista, engañar a los pueblos y domar a China.
La historia del Movimiento Comunista conoce numerosos ejemplos de conversaciones a diversos niveles con los adversarios. No se pueden hacer paralelismos históricos, ya que tales conversaciones se habían llevado a cabo en condiciones, momentos y sobre cuestiones diferentes. Pero nuestros grandes maestros han indicado que las conversaciones deben llevarse a cabo cuando realmente son indispensables, cuando sirven a la causa de la revolución y del socialismo, que se debe tener claramente en cuenta los fines agresivos del adversario y valorar de manera correcta la situación y al propio adversario.
Las conversaciones que ustedes sostendrán con Nixon serían aceptables para la opinión progresista mundial en determinadas condiciones, en caso de que reportaran con seguridad beneficios a la lucha antiimperialista, a la revolución en general y a China en particular.
Una condición sine qua non para el desarrollo de conversaciones con los norteamericanos a tan alto nivel es la de que se fuese a ellas por lo menos en igualdad de condiciones, lo cual quiere decir que los EE.UU. reconociesen previamente al Gobierno de la República Popular China como el único gobierno legítimo que representa al pueblo chino y levantasen los obstáculos para la admisión de China en la ONU, retirasen sus tropas de Taiwán; apartasen la VII flota de las costas chinas; cesaran la agresión en las fronteras de China. Esto representaría una grave derrota para la política norteamericana. Después, pensamos nosotros, se podría ir gradualmente más lejos para la solución de los grandes problemas internacionales.
En estas condiciones podrán darse pasos para el desarrollo de conversaciones sin que fuera necesario, pensamos nosotros, pasar inmediatamente de un nivel muy bajo al encuentro de las más altas personalidades de los dos Estados, de China y de los Estados Unidos de América, sólo porque Nixon haya manifestado en numerosas ocasiones su deseo de un encuentro así. Este encuentro, en nuestra opinión, no puede ser considerado como un simple desarrollo escalonado de las conversaciones, sino como un escalonamiento complejo y preñado de consecuencias. Porque resulta difícil comprender cómo se pueden escalonar de este modo las conversaciones y salir al encuentro del deseo del presidente norteamericano en unos momentos en que los Estados Unidos descargaban sobre Viet Nam aquella enorme cantidad de bombas, ampliaban la agresión en Camboya y Laos, cuando la guerra y los ataques norteamericanos se sucedían brutalmente uno tras otro contra los pueblos de Indochina, cuando la República Popular China, Albania, el heroico pueblo de Viet Nam del Norte y del Sur y todos los pueblos revolucionarios se mantenían como una roca de granito, combatían y desenmascaraban la política agresiva del gobierno Nixon, este enemigo de todos los pueblos del mundo. Esto, según nuestra opinión, en estas condiciones, es erróneo, tanto en el plano de los principios, como tácticamente.
Creemos que no se puede afirmar que tanto si resultan un éxito como si fracasan, las conversaciones con Nixon redundarán igualmente en favor de China y no ocasionarán ningún daño. Al contrario, independientemente de los resultados de las conversaciones, el solo hecho de recibir en China a Nixon, conocido como anticomunista feroz, como agresor y asesino de los pueblos, como representante de la más negra reacción norteamericana, representa muchas desventajas y traerá consigo bastantes consecuencias negativas al movimiento revolucionario y a nuestra causa.
La visita de Nixon a China y las conversaciones con él, no pueden sino crear en la gente sencilla, en los pueblos, en los revolucionarios, ilusiones dañinas respecto al imperialismo norteamericano, a su estrategia y su política. Ejercerá una influencia negativa en la resistencia, y en la lucha del propio pueblo norteamericano contra la política y los actos agresivos del gobierno de Nixon, quien aprovechará la ocasión para ser reelegido como presidente. La visita de Nixon a China debilitará la oleada de indignación contra el imperialismo norteamericano en todo el mundo. Así, pensamos nosotros, se le da al imperialismo norteamericano la posibilidad de obtener un período de tranquilidad relativa, que intentará aprovechar para consolidar sus posiciones, para acumular fuerzas y prepararse para nuevas aventuras militares.
Puede imaginarse qué pensarán los obreros italianos que se enfrentaron con la policía y manifestaron su odio contra la última visita de Nixon a Italia, los trabajadores japoneses que no permitieron a Eisenhower ni pisar su tierra, los pueblos de América Latina que protestan, y se levantan contra los Rockefeller y todos los demás emisarios del gobierno de Washington. Tan sólo los titistas yugoslavos y los revisionistas rumanos recibieron con flores al presidente Nixon en sus capitales.
Las conversaciones con Nixon dan armas a los revisionistas para devaluar toda la lucha y la gran polémica que ha llevado a cabo el Partido Comunista de China por el desenmascaramiento de los renegados soviéticos como aliados y colaboradores del imperialismo norteamericano, les dan armas para poner el signo de igualdad entre la actitud de China frente al imperialismo norteamericano y la línea traidora y de colaboración que siguen hacia él los revisionistas soviéticos. Esto crea a los revisionistas jruschovistas la posibilidad de agitar aún más su bandera de falso antiimperialismo, intensificar la demagogia y los fraudes para atraerse a las fuerzas antiimperialistas. Los revisionistas soviéticos han empezado ya a explotar la visita de Nixon a China para atizar los sentimientos nacionalistas y chovinistas bajo el pretexto de que se está creando una alianza chino-americana dirigida contra la Unión Soviética. Con todo ello pretenden reforzar las posiciones de las camarillas revisionistas en el poder y debilitar las posiciones revolucionarias de China.
La visita de Nixon a China alentará también la corriente centrista y ofrece argumentos a sus adeptos para probar la «justeza» de su línea oportunista. Los togliattistas italianos y los rumanos declaran abiertamente que ahora se abren nuevas perspectivas, entre otras cosas para el restablecimiento de la unidad en el movimiento comunista, que por este camino se pueden solucionar también las divergencias entre China y la Unión Soviética. Se trata de deseos de revisionistas y oportunistas curtidos que aprovechan la ocasión para presentar las divergencias entre el Partido Comunista de China y la dirección revisionista de la Unión Soviética, no como profundas divergencias ideológicas en torno a cuestiones cardinales y de principio, como son en realidad, sino como desacuerdos en el plano simplemente estatal, que pueden solucionarse por medio de encuentros y conversaciones directas entre las altas personalidades estatales.
La visita del presidente americano a China no puede sino suscitar interrogantes, incluso malentendidos entre la gente sencilla, en la que pueden surgir dudas acerca de si China está cambiando de actitud frente al imperialismo norteamericano y está entrando en el juego de las superpotencias.
publicado en marzo de 2013 en el blog Crítica Marxista-Leninista
en el Foro se publica en dos mensajes
Cuando Enver Hoxha y el PTA dirigieron esta carta a Mao Zedong y el PCCh, en agosto de 1971, la aproximación entre China y Estados Unidos había pasado por varias fases desde que se reiniciaron los contactos entre ambos gobiernos, en diciembre de 1969. Los dirigentes chinos informaron de estas conversaciones, a sus camaradas albaneses, una semana después de que Kissinger, el secretario de Estado norteamericano, estuviera de visita en Beijing, y mientras se hacían las preparaciones para la visita de Nixon, que finalmente se realizó en febrero de 1972. Los albaneses, como lo deja ver Enver Hoxha, se enteraron que los camaradas chinos llevaban cerca de dos años en contacto con los gobernantes imperialistas norteamericanos.
En diciembre de 1969, chinos y norteamericanos tuvieron la primera reunión a nivel de embajadores. Dado que no tenían relaciones diplomáticas, las primeras reuniones las realizaron los embajadores de ambos países acreditados en Polonia.
Sin embargo, para llegar a este punto inicial, sucedieron previamente hechos importantes, unilaterales, mediante el cual ambos países dieron señales de que estaban dispuestos a conversar sobre unas posibles relaciones. En enero de 1969 sucedió algo inédito: los principales medios de expresión del PCCh –Honqi (Bandera Roja) y Renmin Ribao (Diario del Pueblo) publicaron el discurso de Nixon inaugurando su presidencia. Es cierto que estuvo acompañado por un artículo editorial que contenía una crítica usual al imperialismo norteamericano, pero no dejaba de ser un hecho de importancia en el camino al restablecimiento de relaciones entre ambos países. ¿Qué decía el discurso del ahora presidente Nixon? Decía que Estados Unidos estaba dispuesto a desarrollar relaciones con todos los países del mundo. El artículo editorial comentando el discurso de Nixon fue publicado en Pekíng Informa nº 5 de 1969 (link al final del texto), pero esta vez sin reproducir el discurso del presidente norteamericano.
En marzo de 1969, unidades militares soviéticas y chinas protagonizaron dos serios enfrentamientos armados, que los puso al borde de la guerra. La gravedad de la situación era tal que es bastante verosímil lo que cuenta Kissinger en sus memorias: que en agosto de 1969, un representante soviético le hizo una consulta informal sobre cuál sería la reacción norteamericana si la Unión Soviética atacaba establecimientos nucleares chinos. El conflicto sino-soviético se apaciguó después del encuentro entre Kosygin y Zhou Enlai en Beijing en setiembre de 1969.
Mientras tanto, Estados Unidos trataba de hacer llegar –usando como intermediarios al presidente de Pakistán y Nicolae Ceaucescu– el mensaje de que era necesario terminar con el aislamiento de China. Sólo en la primera semana de diciembre de 1969, los norteamericanos pueden transmitir directamente a diplomáticos chinos en el exterior, su deseo de establecer contactos entre los dos países. La propuesta fue aceptada inmediatamente, y la primera reunión informal a nivel de embajadores se realizó el 11 de diciembre de 1969 en Varsovia. Luego el 8 de enero de 1970 se volvieron a reunir informalmente, para luego iniciar conversaciones formales el 20 de enero de 1970.
Las conversaciones se interrumpieron y postergaron debido a una situación internacional desfavorable para sostenerlas, principalmente por la agudización de los conflictos en Indochina, en los que Estados Unidos estaba directamente involucrado mientras que China apoyaba a Vietnam, Laos y Camboya (donde Sihanouk había sido depuesto, exiliándose en China y estableciendo ahí un gobierno de resistencia). En un mitin contra la agresión norteamericana, en mayo de 1970, Mao se pronuncia contra el imperialismo norteamericano. Según cuenta Kissinger, Nixon y su equipo evaluaron que el discurso de Mao que en lo esencial era blando, no hacía amenazas, no se comprometía, no era duro con Nixon y evitaba tomar posición en relación con problemas bilaterales espinosos. Estados Unidos siguió insistiendo con retomar las conversaciones con China, que a su vez no las rompía sino que postergaba su respuesta. Pero, en julio de 1970, ocurrió algo que puede considerarse como parte de la forma china de comunicarse: China liberó a un ciudadano norteamericano, condenado en 1958 por espionaje.
En agosto de 1970, los dirigentes chinos están inmersos en problemas internos: el conflicto entre las fracciones de Mao y Lin Biao se hace formalmente patente en la conferencia de Lushan (el II Pleno del IX Comité Central), donde los linpiaoístas son obligados a retroceder.
Mientras tanto la insistencia de los gobernantes norteamericanos sobre retomar contacto iba creciendo, sin encontrar respuesta. El 1 de octubre de 1970, el Día de la Liberación, ocurre otro hecho inédito en la política china: en las celebraciones en la Plaza Tiananmen, las masas chinas pudieron ver que en el sitio de honor, se encontraba Mao Zedong acompañado del periodista norteamericano Edgar Snow. La fotografía de ambos fue publicada al día siguiente en la primera página de los principales periódicos chinos. Un “demonio extranjero” occidental –según la cultura tradicional china– era honrado de forma inusitada por el máximo líder del país. Kissinger dice en sus memorias que ellos, los gobernantes norteamericanos, no comprendieron el mensaje, y que los chinos habían sobreestimado la sutileza norteamericana. Por su parte, China no había concedido visa a Snow para ingresar al país, desde el inicio de la Revolución Cultural, hasta que fue sorprendido por la invitación de oficio del gobierno chino. En Pekín Informa nº 41 de 1970 (link al final del texto), publicación para el exterior, sin embargo, el nombre de Edgar Snow está escondido en un mar de letras, difícilmente ubicable. Como se puede observar, se mantiene el tono militante y combativo contra el imperialismo y el socialimperialismo, característico de la Revolución Cultural.
El 18 de diciembre de 1970, Mao le concedió una entrevista a Snow donde manifiesta que está dispuesto a recibir al presidente Nixon en Beijing, ya sea como presidente o como turista. Snow recibió la instrucción de no publicar esa entrevista hasta abril de 1971. La revista Life la difundió en su edición del 30 de abril de 1971. Mientras tanto en diciembre de 1970 y enero de 1971, a través de los intermediarios paquistaníes y rumanos, el gobierno chino transmite al gobierno norteamericano que está dispuesto a recibir a un representante directo para resolver el problema de Taiwán.
La invitación del débil equipo de ping-pong para visitar China y confraternizar con el equipo chino, con la publicidad masiva que se dio a este hecho relacionado con el deporte más popular en el país, es decir, la “diplomacia del ping-pong”, jugó el papel de distender la percepción del ciudadano chino promedio con respecto a los norteamericanos. Como respuesta, en abril de 1971, el gobierno norteamericano, de manera unilateral, levantó el embargo contra China, establecido desde la liberación en 1949. El 21 de abril, los dirigentes chinos envían un mensaje al gobierno norteamericano señalando que retiraban la resolución del problema de Taiwán como requisito para las conversaciones al más alto nivel y que estaban interesados en recibir a un representante del presidente Nixon. Los norteamericanos respondieron el 10 de mayo indicando que aceptaban las conversaciones al más alto nivel y que enviarían, después del 15 de junio, al secretario de Estado Kissinger a preparar todo lo relacionado con el futuro viaje del presidente Nixon.
El 20 de mayo, Kissinger transmite al gobierno chino que en las conversaciones EEUU-URSS para limitar el armamento estratégico, Estados Unidos no suscribirá nada que vaya contra los intereses de China. Asimismo, le hace llegar una copia del tratado. El 25 de mayo de 1971, se reunió el Buró Político del PCCh para tratar el tema de las conversaciones con Estados Unidos. Zhou Enlai expone la evaluación que hacen de la posición internacional de Estados Unidos, según la cual este imperialismo está en declinación, con las características que el PTA en su carta reconoce haber recibido como información del PCCh. El 29 de mayo, China comunica que Kissinger será bienvenido a Beijing para conversaciones preliminares. La importancia estratégica de un restablecimiento de relaciones entre EEUU y China la destaca el propio Nixon en sus memorias, cuando dice que la respuesta china es la más importante comunicación que ha recibido un presidente norteamericano desde la Segunda Guerra Mundial (Roosevelt-Stalin).
Kissinger visitó en secreto China y estuvo en Beijing desde el 9 al 11 de julio de 1971, donde sostuvo seis reuniones con altos dirigentes chinos preparando la agenda y la fecha para la visita del presidente Nixon. El 15 de julio, China y Estados Unidos anunciaron públicamente que Nixon visitaría antes de mayo de 1972.
Anticipándose a la reacción de los camaradas y amigos, la dirección china envió a Zhou Enlai a Vietnam, el 13 de julio, para informarles de las conversaciones con los norteamericanos. El 14, viajó a Corea del Norte con la misma tarea. De regreso en Beijing, se reunió con Sihanouk de Camboya. Y el 17 de julio, se reunió con el embajador albanés en China para informarle la posición china en las conversaciones con EEUU. Enver Hoxha y el PTA, en carta a Mao Zedong y el PCCh, manifiestan su desacuerdo con la visita de Nixon y con la visión china con respecto al imperialismo norteamericano, como un imperialismo en retirada, que ya no quiere luchar directamente sino a través de títeres.
El recibimiento de Nixon en Pekín no es correcto, nosotros no lo apoyamos
Carta dirigida al CC del PC de China - 6 de agosto de 1971
Al Comité Central del Partido Comunista de China,
al camarada Mao Tse-tung
Pekín
Queridos camaradas:
La dirección de nuestro Partido les agradece la información que el camarada Chou En-lai nos envió a través de nuestro embajador en Pekín en relación con la futura visita de Nixon a China.
El camarada Xhorxhi Robo, que vino expresamente a Tirana, nos informó ampliamente sobre la conversación que mantuvo con el camarada Chou En-lai, sobre la valoración de la dirección china acerca de la futura visita de Nixon a China, sobre la situación internacional y la interna de los Estados Unidos de América, sobre las cuestiones planteadas en el encuentro entre el camarada Chou En-lai y Kissinger y la actitud de la parte china hacia ellas.
Nuestro embajador nos hizo saber que, según la comunicación de Uds., hace más de dos años que Nixon ha solicitado visitar China y que se han realizado encuentros a diferentes niveles para organizar esta visita. Las conversaciones con Nixon son calificadas por ustedes como desarrollo escalonado de las anteriores conversaciones chino-norteamericanas de Varsovia. El embajador nos transmitió su valoración de que durante los últimos años la situación en los EE.UU. ha cambiado mucho, que éstos se encuentran en vísperas de la tempestad revolucionaria y los norteamericanos se hallan en una difícil situación, no pueden proseguir la guerra, quieren relajar la tensa situación, retirar las tropas y las bases militares de los países extranjeros para no luchar ellos mismos, para no originar nuevos focos de guerra y para no ayudar a los títeres más que con dinero y armas, para que sólo luchen asiáticos contra asiáticos. Nuestro embajador nos transmitió su opinión de que la visita de Nixon a China sirve a la línea de la diplomacia del pueblo y está en función de ella, que los encuentros con la capa alta de los EE.UU. favorecen los vínculos con el pueblo y estimulan transformaciones en el pueblo norteamericano, que las conversaciones con Nixon, tengan o no éxito, beneficiarán a China y no le reportarán ningún mal.
La dirección de nuestro Partido estudió con la mayor seriedad el importante problema que Uds. nos plantearon… Estamos de acuerdo en que se trata de una cuestión importante, porque, como la definen ustedes, la visita de Nixon a Pekín forma parte de su gran plan estratégico.
Creemos que entenderán la tardanza de nuestra respuesta. Ello es debido a que su decisión fue inesperada y sin que hubiéramos tenido ninguna consulta previa entre nosotros sobre esta cuestión, cosa que nos hubiese dado la posibilidad de manifestar y debatir las opiniones que, pensamos, podrían ser útiles, ya que las consultas previas entre los amigos estrechos, los combatientes decididos contra el imperialismo y el revisionismo, son siempre útiles y beneficiosas y, particularmente, pensamos nosotros, cuando se dan pasos de gran efecto y resonancia internacional.
Nuestras opiniones y juicios sobre este problema, de gran importancia para el presente y el futuro de la lucha contra el imperialismo norteamericano, los basamos en la gran teoría y en la gran estrategia marxista-leninistas… Esta estrategia que hace invencibles a los partidos marxista-leninistas consiste en la lucha de principios, resuelta y sin compromisos en dos frentes, tanto contra el imperialismo con el norteamericano al frente, como contra el revisionismo moderno con el soviético a la cabeza, en la lucha contra todos los reaccionarios, en el apoyo a la revolución y a la lucha de liberación nacional de los pueblos, por el triunfo del socialismo y del comunismo. Esta estrategia nuestra prevé estrechas alianzas con los pueblos que luchan, con los revolucionarios de todo el mundo en un frente común contra el imperialismo y el socialimperialismo y jamás alianzas con el socialimperialismo soviético pretendidamente contra el imperialismo norteamericano, jamás alianzas con el imperialismo norteamericano pretendidamente contra el socialimperialismo soviético. La piedra de toque que nos separa a nosotros, los marxista-leninistas, de los diversos antimarxistas es la lucha de clases encarnizada, sin compromisos, diente por diente y hasta el fin, en los dos frentes al mismo tiempo, contra el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético.
Durante nuestra gran lucha nuestros dos partidos han utilizado y utilizarán diversas tácticas, pero éstas han servido y deben servir siempre a esa estrategia… Está claro que tanto el imperialismo norteamericano como el socialimperialismo soviético temen a esta gran estrategia y tiemblan ante ella, intentan destruirla, por eso nuestros partidos la aplicarán y defenderán con audacia en cualquier circunstancia y situación.
En esta favorable situación revolucionaria... la China popular, Albania socialista, los pueblos y los Estados progresistas del mundo deben hacer oír su palabra, imponer su voluntad para desbaratar los diabólicos planes, belicistas y esclavizadores de las grandes potencias imperialistas, norteamericana, soviética, etc.
Es comprensible, y para nosotros siempre ha estado claro, que por el bien de los pueblos y de la revolución, la gran China de Mao Tse-tung sostenga conversaciones y establezca relaciones diplomáticas con diversos Estados del mundo, incluso con los Estados Unidos de América.
Considerando al Partido Comunista de China como el partido hermano y compañero de armas más próximo, no le hemos ocultado nunca ni lo hacemos ahora, nuestros puntos de vista. Por eso también acerca del gran problema que nos han planteado les hacemos saber que consideramos como no correcta, no deseable, su decisión de recibir a Nixon en Pekín, decisión que no aprobamos ni apoyamos. Nuestra opinión es asimismo que la anunciada visita [1] de Nixon a China no será entendida ni aprobada por los pueblos, por los revolucionarios y los comunistas de los diversos países.
El imperialismo norteamericano es el enemigo número uno de los pueblos. Los Estados Unidos de América encabezados por el presidente Nixon se encuentran hoy en medio de un gran enfrentamiento con todos los pueblos, particularmente con el pueblo vietnamita, contra el que desde hace 12 años desarrollan una brutal y bárbara agresión sin precedentes en la historia. Los pueblos del mundo llevan a cabo hoy una lucha a vida o muerte, con las armas en la mano y por todos los medios, para desbaratar los planes de opresión y esclavización del mayor enemigo de la humanidad, el imperialismo norteamericano. Este alto interés de los pueblos y de su lucha debe permanecer en los cimientos de la política de nuestros dos partidos y gobiernos. Este interés debe estar siempre presente en toda su actividad, particularmente cuando se trata de las relaciones con los Estados Unidos de América y los revisionistas soviéticos.
Se comprende fácilmente el deseo de Nixon, que durante tan largo tiempo habría querido visitar China, ya que este deseo coincide con la doble táctica del imperialismo norteamericano de agitar al mismo tiempo las armas y el ramo de olivo, coincide con sus fines de enmascarar su catadura imperialista, engañar a los pueblos y domar a China.
La historia del Movimiento Comunista conoce numerosos ejemplos de conversaciones a diversos niveles con los adversarios. No se pueden hacer paralelismos históricos, ya que tales conversaciones se habían llevado a cabo en condiciones, momentos y sobre cuestiones diferentes. Pero nuestros grandes maestros han indicado que las conversaciones deben llevarse a cabo cuando realmente son indispensables, cuando sirven a la causa de la revolución y del socialismo, que se debe tener claramente en cuenta los fines agresivos del adversario y valorar de manera correcta la situación y al propio adversario.
Las conversaciones que ustedes sostendrán con Nixon serían aceptables para la opinión progresista mundial en determinadas condiciones, en caso de que reportaran con seguridad beneficios a la lucha antiimperialista, a la revolución en general y a China en particular.
Una condición sine qua non para el desarrollo de conversaciones con los norteamericanos a tan alto nivel es la de que se fuese a ellas por lo menos en igualdad de condiciones, lo cual quiere decir que los EE.UU. reconociesen previamente al Gobierno de la República Popular China como el único gobierno legítimo que representa al pueblo chino y levantasen los obstáculos para la admisión de China en la ONU, retirasen sus tropas de Taiwán; apartasen la VII flota de las costas chinas; cesaran la agresión en las fronteras de China. Esto representaría una grave derrota para la política norteamericana. Después, pensamos nosotros, se podría ir gradualmente más lejos para la solución de los grandes problemas internacionales.
En estas condiciones podrán darse pasos para el desarrollo de conversaciones sin que fuera necesario, pensamos nosotros, pasar inmediatamente de un nivel muy bajo al encuentro de las más altas personalidades de los dos Estados, de China y de los Estados Unidos de América, sólo porque Nixon haya manifestado en numerosas ocasiones su deseo de un encuentro así. Este encuentro, en nuestra opinión, no puede ser considerado como un simple desarrollo escalonado de las conversaciones, sino como un escalonamiento complejo y preñado de consecuencias. Porque resulta difícil comprender cómo se pueden escalonar de este modo las conversaciones y salir al encuentro del deseo del presidente norteamericano en unos momentos en que los Estados Unidos descargaban sobre Viet Nam aquella enorme cantidad de bombas, ampliaban la agresión en Camboya y Laos, cuando la guerra y los ataques norteamericanos se sucedían brutalmente uno tras otro contra los pueblos de Indochina, cuando la República Popular China, Albania, el heroico pueblo de Viet Nam del Norte y del Sur y todos los pueblos revolucionarios se mantenían como una roca de granito, combatían y desenmascaraban la política agresiva del gobierno Nixon, este enemigo de todos los pueblos del mundo. Esto, según nuestra opinión, en estas condiciones, es erróneo, tanto en el plano de los principios, como tácticamente.
Creemos que no se puede afirmar que tanto si resultan un éxito como si fracasan, las conversaciones con Nixon redundarán igualmente en favor de China y no ocasionarán ningún daño. Al contrario, independientemente de los resultados de las conversaciones, el solo hecho de recibir en China a Nixon, conocido como anticomunista feroz, como agresor y asesino de los pueblos, como representante de la más negra reacción norteamericana, representa muchas desventajas y traerá consigo bastantes consecuencias negativas al movimiento revolucionario y a nuestra causa.
La visita de Nixon a China y las conversaciones con él, no pueden sino crear en la gente sencilla, en los pueblos, en los revolucionarios, ilusiones dañinas respecto al imperialismo norteamericano, a su estrategia y su política. Ejercerá una influencia negativa en la resistencia, y en la lucha del propio pueblo norteamericano contra la política y los actos agresivos del gobierno de Nixon, quien aprovechará la ocasión para ser reelegido como presidente. La visita de Nixon a China debilitará la oleada de indignación contra el imperialismo norteamericano en todo el mundo. Así, pensamos nosotros, se le da al imperialismo norteamericano la posibilidad de obtener un período de tranquilidad relativa, que intentará aprovechar para consolidar sus posiciones, para acumular fuerzas y prepararse para nuevas aventuras militares.
Puede imaginarse qué pensarán los obreros italianos que se enfrentaron con la policía y manifestaron su odio contra la última visita de Nixon a Italia, los trabajadores japoneses que no permitieron a Eisenhower ni pisar su tierra, los pueblos de América Latina que protestan, y se levantan contra los Rockefeller y todos los demás emisarios del gobierno de Washington. Tan sólo los titistas yugoslavos y los revisionistas rumanos recibieron con flores al presidente Nixon en sus capitales.
Las conversaciones con Nixon dan armas a los revisionistas para devaluar toda la lucha y la gran polémica que ha llevado a cabo el Partido Comunista de China por el desenmascaramiento de los renegados soviéticos como aliados y colaboradores del imperialismo norteamericano, les dan armas para poner el signo de igualdad entre la actitud de China frente al imperialismo norteamericano y la línea traidora y de colaboración que siguen hacia él los revisionistas soviéticos. Esto crea a los revisionistas jruschovistas la posibilidad de agitar aún más su bandera de falso antiimperialismo, intensificar la demagogia y los fraudes para atraerse a las fuerzas antiimperialistas. Los revisionistas soviéticos han empezado ya a explotar la visita de Nixon a China para atizar los sentimientos nacionalistas y chovinistas bajo el pretexto de que se está creando una alianza chino-americana dirigida contra la Unión Soviética. Con todo ello pretenden reforzar las posiciones de las camarillas revisionistas en el poder y debilitar las posiciones revolucionarias de China.
La visita de Nixon a China alentará también la corriente centrista y ofrece argumentos a sus adeptos para probar la «justeza» de su línea oportunista. Los togliattistas italianos y los rumanos declaran abiertamente que ahora se abren nuevas perspectivas, entre otras cosas para el restablecimiento de la unidad en el movimiento comunista, que por este camino se pueden solucionar también las divergencias entre China y la Unión Soviética. Se trata de deseos de revisionistas y oportunistas curtidos que aprovechan la ocasión para presentar las divergencias entre el Partido Comunista de China y la dirección revisionista de la Unión Soviética, no como profundas divergencias ideológicas en torno a cuestiones cardinales y de principio, como son en realidad, sino como desacuerdos en el plano simplemente estatal, que pueden solucionarse por medio de encuentros y conversaciones directas entre las altas personalidades estatales.
La visita del presidente americano a China no puede sino suscitar interrogantes, incluso malentendidos entre la gente sencilla, en la que pueden surgir dudas acerca de si China está cambiando de actitud frente al imperialismo norteamericano y está entrando en el juego de las superpotencias.
---fin del mensaje nº 1---
Última edición por pedrocasca el Vie Mar 29, 2013 9:18 pm, editado 4 veces