Saludos
marxismo_futuro,
En primer lugar, discúlpeme la demora en contestar, no pude hasta hoy retomar estas vías telemáticas.
En efecto, estoy de acuerdo con la primera parte de su mensaje en la que expone la
bancarrota histórica del marxismo durante el pasado ciclo revolucionario. Obvio es que dicho
déficit ideológico·político circunscrito a dicha etapa no significa, por imperativo categórico (como la propaganda pretende hacer creer con la huera pero eficaz afirmación de ´´la derrota del comunismo´´), que el marxismo haya sido derrotado
ad eternum; ejemplo de ello es el horizonte revolucionario que, con sus propias armas revolucionarias, se vislumbra en la actualidad por medio de la
línea de reconstitución —cuyos objetivos son palpables, pues, desde hace diez años hasta ahora ha conseguido acometer todas las propuestas enmarcadas en su Plan Político; su correcto desarrollo permite el avance revolucionario, ¡algo que olvidó hace mucho el armazón revisionista!—.
Una vez más, planteado lo anterior, nos remitimos a la cuestión del
¿qué hacer?, ¿cuáles son las tareas revolucionarias en un
interregno político en el que el marxismo no es hegemónico? Pues bien, como acertadamente apunta usted, la laguna del marxismo abre paso a que sea sobrevolada por los buitres que picotean aquí y allá intentado salvar las migajas para proclamarse dueños del territorio. Estos buitres, no son sino el revisionismo y el resto de paradigmas que intentan explicar el mundo y, con dicha explicación, ganarse la atención del proletariado —véanse los fundamentalismos religiosos (…) y, en definitiva, todas aquellas corrientes no-marxistas—. Menciona, con gran acierto, el caso de la
Oposición Obrera, pues bien, en el Estado Español tenemos nuestras propias particularidades, refiriéndome con esto a que no podemos trasladar contradicciones o fenómenos pasados a nuestra realidad inmediata (no digo que usted lo haga pero nuestros grandes revisionistas suelen llenarse la boca con estas piruetas expositivas). El Estado Español, como decía, tiene su fauna particular, buitres como el
anarquismo que desde la Guerra Civil y el posterior transcurrir de la historia han visto reforzadas sus posiciones; añadiendo a este último el firme paso del ya nombrado
revisionismo —muy interesante de estudiar, por cierto, para ver su evolución y la manifestación que ha tomado, con diferentes formas que oscilan entre la izquierda y la derecha, entre el total sometimiento, en un primer momento, a las veintiún condiciones de la Komintern, las posteriores directrices de Dimitrov en su VII Congreso Mundial de la Internacional Comunista y la formación de organizaciones maoístas como ORT o PTE—.
Creo que coincidirá conmigo en lo anterior, cualquier radiografía histórica del Estado Español apunta en este sentido. Si bien, me gustaría recalar en cierto aspecto que menciona y en lo que disiento; creo que, a consideración revolucionaria, es un error hablar de
marxismo-leninismo como si de la única piedra angular revolucionaria se tratase, como una
ideología incólume. El propio Lenin decía lo siguiente:
V.I. Lenin - ´´Nuestro Programa´´ escribió:Nosotros no consideramos, en absoluto, la teoría de Marx como algo acabado e intangible; estamos convencidos, por el contrario, de que esta teoría, no ha hecho sino colocar las piedras angulares de la ciencia que los socialistas deben impulsar en todos los sentidos, siempre que no quieran quedar rezagados en la vida.
Esto demuestra que no podemos tomar el
marxismo-leninismo como algo terminado sino que siempre evoluciona dialécticamente. Comprendido esto, creo más correcto hablar de
marxismo revolucionario; además del proceso revolucionario soviético, tenemos otras experiencias revolucionarias como China, donde la ideología comunista avanzó cualitativamente constituyendo nuevos y grandes aportes —Guerra Popular, Revolución Cultural, Lucha de dos líneas (…)— que sirvieron para el progreso revolucionario mundial (aquí nos referimos a la experiencia peruana, por ejemplo; que llegó a lidiar, incluso, con el balance de la experiencia china), por tanto, no solo debemos poner la vista en tal o cuál clásico sino en todos y cada uno de los procesos revolucionarios que hayan aportado algo a la revolución para aprehenderlo, esto es, sintetizar teóricamente toda la práctica pasada para, una vez hecho esto, elevar ambas: teoría y práctica (praxis revolucionaria). Digo esto pues parece que, con su exposición, solo la estructura soviética tuvo un peso histórico revertido en el aparato ideológico·político (sin embargo dice repetidamente que hemos de analizar todas las experiencias revolucionarias pero nunca nombrando los avances del maoísmo).
Cuando hace alusión a la terminología, valga la redundancia, no considero que de términos se trate, el uso de
«refundar» o
«reconstituir», en última instancia, adquiere un matiz tautológico, sendos conceptos hacen alusión a algo que no está presente y que ha de volver a edificarse. Precisamente lo que apunta, usted, en aquel párrafo, es algo que ya mencionábamos pretéritamente; extraer lo más elevado del marxismo-leninismo para su
aprehensión pero como le decía,
¡no solo Lenin y la experiencia soviética, han contribuido al desarrollo de la ideología revolucionaria! Creer esto de tal modo sería traicionar el
materialismo dialéctico, la
reconstitución ideológica no pretende ser una nueva formulación teórica disfrazada de marxismo revolucionario —como intentaron, en cierto modo, abanderar los posmodernistas Adorno y Horkheimer— sino la herramienta,
ahora sí, revolucionaria que devuelva a la ideología comunista su posición de vanguardia, su hegemonía.
Efectivamente, estamos en una situación concreta posterior a una sucesión de gloriosas revoluciones proletarias —a la cual se ha llegado por la propia dialéctica— pero esto no dejar de ser un nuevo estadio histórico en el que se desenvuelve la contradicción, usted mismo se contradice a lo largo de su exposición, me explicaré. Como dice, Lenin hablaba de «
desarrollar el marxismo según la situación material correspondiente» ¿Acaso nuestra realidad se desenvuelve de igual manera que lo hacía en 1917? ¿Son las condiciones materiales actuales, las mismas que caracterizaron los añejos y diferentes procesos revolucionarios? El propio Lenin dijo que la Revolución rusa es
irrepetible, y con gran acierto lo dijo puesto que, como veíamos antes, el Estado Español, así como todos y cada uno de los países, tiene sus propias particularidades. Esto nos remite a otro de los conceptos que parecen chirriarle, hablamos aquí del
«ciclo».
Antes de nada, es menester explicar que dicho concepto no es algo nuevo, los propios historiadores marxistas y clásicos revolucionarios hablan de aquellos
«ciclos revolucionarios», más concretamente como la expresión comprendida en el marco de la historia moderna y contemporánea para hacer referencia a la sucesión dialéctica de los diversos procesos revolucionarios. Una vez comprendido esto, vemos que no es una concepción mecanicista donde cada nueva experiencia aparece yuxtapuesta a la anterior sino que, al igual que la materia, la revolución se desarrolla cíclicamente, en espiral, donde cada experiencia sienta las bases para el desarrollo de la siguiente en un estadio superior —esto es así, por ejemplo, con la Revolución Rusa y la posterior Revolución China, donde las condiciones entre el primer y el segundo lugar son distintas, lo que fomenta la creación de nuevos marcos revolucionarios de actuación para cumplimentar los objetivos (siendo la Revolución China la portadora, como ya apuntaba antes, de nuevos y superiores conceptos)—. Todo esto, no es ajeno al marxismo sino que, al contrario de lo que pronuncia, casa a la perfección con la dialéctica, siendo los ciclos aquellos estadios temporales, con un contenido ideológico·político concreto, donde las sociedades evolucionan acorde con el materialismo histórico —particularmente, el
«Ciclo de Octubre» es el único ciclo hasta ahora dado y que comprende la totalidad del mundo—.
Por ello, al contrario de su concepción, camarada, desde la posición que aquí le expongo, somos los primeros en darnos cuenta que de ninguna manera podemos analizar por separado el actual desarrollo del capitalismo en su fase imperialista —así como la actualidad política del Estado Español— y aquellos casos particulares del pasado ciclo, pues la realidad inminente hoy es el resultado de aquellos días. El sarcasmo aparece cuando se tacha a la
línea de reconstitución de entender de forma mecanicista o abstracta estas cuestiones, ¡siendo los revisionistas los primeros en intentar trasladar los métodos de actuación en una realidad que para nada se corresponde con aquella donde sí fueron eficaces! ¿Quién traiciona, entonces, el materialismo? Creo que la respuesta es más que evidente.
Me parece que yerra al considerar que lo que hacemos desde la
línea de reconstitución es analizar
ciclos de experiencias prácticas ¿Acaso no son estas experiencias prácticas, el resultado de una teoría? De ser así, ¿no deberíamos ver por qué aquellas mostraron limitaciones para poder construir un estadio cualitativo superior que contenga lo revolucionario y suprima lo reaccionario? Precisamente, no somos nosotros sino el revisionismo quien entiende que todo está bajo un mismo techo, como algo eterno cortado por el mismo patrón para, posteriormente, intentar reproducirlo en una realidad inconexa con el verdadero terreno que pisamos. Por tanto, lo excesivamente pomposo y dogmático es todo aquello y no la línea revolucionaria que comprende las tareas actuales; comprendemos que de ningún modo la etapa imperialista del capitalismo ha caducado, aquí reside lo más enjundioso del
balance del Ciclo de Octubre. Esto se refiere a que, dado el fin de la sucesión empírica práctica, hemos de poner al marxismo a la altura de las circunstancias históricas, no por un nuevo estadio sino precisamente por aquella sucesión finiquitada, en torno a la que aplicar la
lucha de dos líneas. Para continuar dialécticamente con el proceso revolucionario, hemos de comprender que las premisas para lograr la revolución no son un
a priori —traer exógenamente una teoría inconexa a la realidad material— sino que se desarrollan de modo parejo a la actuación de proletariado revolucionario. (Le dejo aquí este documento del MAI, sí acude al apartado de Sobre el Balance del Ciclo de Octubre tendrá una visión más amplia de lo que aquí hablamos)
Pasando a la última cuestión de esta misiva, el
tema militar, decir que he de estar de acuerdo con usted. No sé sí su reflexión parte de algo que yo haya dicho pero, si así fuese, estaría equivocado al concluir en aquello. Pues bien, el planteamiento que desde la
línea de reconstitución se hace no llama a que deba de atraerse al proletariado con un alzamiento en armas por parte de tal o cual avanzadilla, de lo contrario estaríamos incurriendo en errores como los del GRAPO o el IRA, por ejemplo, y de todo ello somos plenamente conscientes. Ante la imposibilidad de contemplar las mismas condiciones que en la Revolución de Octubre, mediante una insurrección armada —algo que celestialmente espera el revisionismo; que caiga del cielo una insurrección para encabezarla (¡sin ni siquiera Partido Comunista, sin táctica revolucionaria!)— planteamos algo que nos legó la pasada experiencia revolucionaria china, el planteamiento de la
Guerra Popular. Un error es pensar que habría de reproducirse igual que en China en su momento pero, ¡ojo!, recordemos que nosotros, los revolucionarios, sabemos que las condiciones son distintas. Estamos lo suficientemente lúcidos como para saber que la
Guerra Popular consiste en el poder de las masas armadas, formadas y dirigidas conscientemente. Al mismo tiempo somos conscientes de que una vez reconstituido el Partido Comunista no se pasa inmediatamente a
abrir fuego, se reconstituye con el objetivo inmediato de propiciar la
Guerra Popular pero antes de
abrir fuego hemos de cargar las armas y, esto es, dedicar un tiempo de preparación. La primera etapa de aquella sería la conocida como
defensiva estratégica pero por no alargarme más en mi respuesta, que ya de por sí es muy extensa, le dejo un enlace a este documento del MAI que explica la Guerra Popular . De cualquier manera, si clama certeramente el principio de «
ante las armas burguesas, armas proletarias» ¿No cree, camarada, que aquí pasaría lo mismo que en los ejemplos que menta? Pongámonos en situación, ¿acaso, ante la creación del poder proletario y su avance, no respondería la burguesía con las FFAA? Considere la respuesta, a mi juicio es evidente. La
Guerra Popular da la solución a aquella situación en la que siendo una minoría, estando todavía desprovistos de la mayoría social, la burguesía nos ataca.
Sin más,
¡Reciba un saludo revolucionario!