Casadas, Monjas, Rameras y Brujas
libro histórico de Manuel Álvarez Fernández
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Hasta hace bien poco, los relatos de historia marginaban por completo a la mujer, como si ese pasado fuera obra exclusiva de los hombres, salvo en aquellos contados casos en que el protagonismo de la mujer era tan notorio que no podía dejarse de lado: tal era el de Isabel la Católica, tal el de Santa Teresa, tal el de la princesa de Éboli. Pero por lo demás, la mujer quedaba en la sombra, como si no hubiera existido. Manuel Fernández Álvarez saca ahora a la mujer española del Renacimiento de ese olvido. Ha querido verla en su vivir cotidiano, en los distintos papeles que le había tocado asumir, lo mismo los más honorables, como el de esposa o el de monja, como en aquellos otros más oscuros y dudosos, bordeando el desprecio social, cuando no al margen de la ley. Así van desfilando en la obra aquellas otras pobres mujeres marginadas, ya por la pobreza, ya por la raza, ya por su profesión: madres solteras, criadas, esclavas, conversas, moriscas y gitanas, e incluso las rameras y, por supuesto, las malditas, las más temidas y aborrecidas: las mismas brujas.
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Hasta hace bien poco, los relatos de historia marginaban por completo a la mujer, como si ese pasado fuera obra exclusiva de los hombres, salvo en aquellos contados casos en que el protagonismo de la mujer era tan notorio que no podía dejarse de lado: tal era el de Isabel la Católica, tal el de Santa Teresa, tal el de la princesa de Éboli. Pero por lo demás, la mujer quedaba en la sombra, como si no hubiera existido. Manuel Fernández Álvarez saca ahora a la mujer española del Renacimiento de ese olvido. Ha querido verla en su vivir cotidiano, en los distintos papeles que le había tocado asumir, lo mismo los más honorables, como el de esposa o el de monja, como en aquellos otros más oscuros y dudosos, bordeando el desprecio social, cuando no al margen de la ley. Así van desfilando en la obra aquellas otras pobres mujeres marginadas, ya por la pobreza, ya por la raza, ya por su profesión: madres solteras, criadas, esclavas, conversas, moriscas y gitanas, e incluso las rameras y, por supuesto, las malditas, las más temidas y aborrecidas: las mismas brujas.