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    MODA, MITO E IDEOLOGIA DE LA PSICOLOGIA COGNITIVA"

    tenkokukutiw
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    MODA, MITO E IDEOLOGIA DE LA PSICOLOGIA COGNITIVA"  Empty MODA, MITO E IDEOLOGIA DE LA PSICOLOGIA COGNITIVA"

    Mensaje por tenkokukutiw Sáb Jul 19, 2014 5:02 pm

    La ciencias no son perfectas es algo se reconor cer poner escrutinio estas rama de la psicologias estado siendo piedras zapato ciencias sociales, eso no es malo esta bien. detalle tambien procuparse refinarse si misma no reducirse un modelo teóricos .

    EN los últimos años se asiste a una avalancha de psicología cognitiva. Gran cantidad de producciones psicológicas llevan la etiqueta cognitiva, así como sus productores. Datos clásicos se releen cognitivamente y los psicólogos bautizados en otros dominios se reconvierten. Incluso, quienes nunca vieron clara la innovación cognitiva también asienten y terminan convencidos. Todo parece ser (necesariamente) cognitivo. Quizá, la etiqueta "cognitivo/a" invada la psicología en la misma proporción que en las líneas anteriores.

    Una cuestión central en este panorama es la decadencia del conductismo. Se asume que la insuficiencia y el consiguiente fracaso conductivista liberaron nuevos aires para una psicología más cabal y adecuada a la condición humana. Esta innovación se puede concretar en tres puntos (entre otros), generalmente aceptados, a saber.

    1. El cambio del paradigma conductista por el cognitivismo.

    2. (Por tanto) un estudio más profundo y auténticamente humano, en relación a la superficialidad, cajanegrismo y mecanismo conductistas, lo que se relaciona con.

    3. La recuperación del sujeto activo, en contraposición con el sujeto pasivo conductista.

    Pues bien, se va a sostener que este planteamiento está equivocado y que mantener la posición cognitiva en los términos con que convencionalmente se presenta es una ingenuidad, con "toques" de moda, mito e ideología. El escrito siguiente desarrolla estos puntos, que se han de entender como un conjunto de reflexiones colaterales que han surgido al hilo de trabajos más amplios y técnicos, donde se encuentran parte de las argumentaciones y referencias que se echarán de menos aquí.

    1. La moda cognitiva.

    EL término "paradigma" es utilizado frecuentemente en Psicología, quizá porque presenta con (una aparente) claridad aspectos del desarrollo y constitución de las ciencias en realidad más complejos (y más bien oscuros). Un (ab) uso muy llamativo, tiene que ver con las presentaciones del panorama de la psicología actual, con particular referencia a la situación del conductismo y el cognitivismo. En este contexto, se da por establecido que la situación es de "cambio paradigmático", que vendría a sustituir al conductista. Así, Arnau (1982); Delclaux, Ruiz Vargas y Zaccagnini (1983); García-Albea (1984), Vega (1984); Zaccagnini, Delclaux y Ruiz Vargas (1983), por citar sólo algunos autores españoles beligerantes en este tema. Dichos investigadores ofrecen diversos modos de entender el procesamiento de información como el paradigma alternativo ("emergente", "de choque", de "operación de recambio" o de "revolución copemicana"), respecto del conductismo.

    El error de apelar al concepto de paradigma es que sus usuarios no precisan en cuál de los veintitantos sentidos lo utilizan (cif. Masterman, 1970). Bueno, lo que se quiere decir 5s que se acude al término "paradigma" de una manera ingenua, sin reparar que el propio Kuhn, ateniéndose a las criticas de Masterman (1970) y Shapere (1964), ha reconvertido el concepto de "Matrices disciplinaras", con cuatro elementos: modelos, valores, generalizaciones simbólicas y ejemplares, siendo este último el componente epistemológicamente más importante y el significado originario de "paradigma" (cif. Kuhn, 1969 y 1970).

    En este mismo sentido, Masterman (1970) agrupa en tres concepciones los veintiún usos de "paradigma", a saber, paradigmas metafísicos, paradigmas sociológicos y paradigmas artefactos o construcciones. Los "ejemplares" de Kuhn corresponderían a los "artefactos" de Masterman, refiriéndose ambos a la construcción científica misma, o sea, el ejemplar científico en cuanto "solución de un problema concreto", presentado como el artefacto experimental, es decir, lo que realmente hacen los científicos en cuento tales (en sentido "artefactual").

    Pues bien, los cognitivistas utilizan el "paradigma" en la versión indiscriminado y ya reparada de 1962, y cuando refieren las revisiones, por ejemplo, Vega (1984, p. 25) se quedan con el significado de "matrices disciplinaras", que aparte de no ser el central, no tiene más significado que el metafísico y el sociológico. De todos modos, "matrices disciplinaras", aún sigue siendo una concepto impreciso y ambiguo (Suppe, 1978). Por otra parte, de acuerdo con Quintanilla (1976, p. 95) "no hay criterio alguno para juzgar cambios de paradigma", con lo que difícilmente se puede saber si se ha producido o se está produciendo uno (aunque hay autores que aseguran que lo han visto o lo están viendo).

    De cualquier manera, si nos atenemos al valor metafísico u ontológico, es decir, a los "modelos" o "analogías" y "valores", nos encontramos un panorama poblado de "ciencias cognitivas" distintas, en el que se plantea, incluso, la posibilidad de convivencia (cif. Mayor, 1980, Mandler, 1984). Una situación muy alejada del empleo que le dan a "paradigma cognitivo", donde tiene mucho interés preguntar ¿cuál es el emergente?, ¿Cuál "choca" más y contra qué? y ¿cuál es más revolucionario? (en vez de darlo por hecho).

    Y no sólo "muy alejada", sino que se ofrece, curiosamente, como la contraparte de "paradigma", que se podría utilizar como ejemplo (opcional entre el psicoanálisis y la parapsicología) de lo que no es ciencia, una de las razones por las que entiende Bunge (1982, p. 65) que el procesamiento de información (¡a su vez una psicología cognitiva!) es una pseudociencia. En efecto, Newell, hace más de diez años (1973), ya identificó 59 fenómenos básicos en las investigaciones cognitivas y 24 cuestiones planteadas en términos de opuestos, de tal manera que nunca quedan resueltas, sino cada vez más confusas, donde cada investigador formula su propia versión y el "progreso" científico únicamente afecta al "curriculum" de autor.

    Por su parte, apreciaciones recientes encuentran que el "cognitivismo" (todavía) no ofrece un enfoque nuevo de los problemas, ni presenta un campo propio y unitario, tanto en fa concepción teórica y filosófica, como en las categorías psicológicas que investiga y en los métodos de que se sirve.

    Así, una visión de cien años de psicología observa que el cognitivismo "desde una perspectiva conceptual" no ha avanzado desde Aristóteles (Leahey, 1980, p. 546, de ed. española), algo que también destaca Rorty (1979, p. 235 de la ed. española), cuando dice que los cognitivistas están haciendo empíricamente "lo que Locke y Kant hicieron con lucubraciones". De acuerdo con Gergen (1984), el movimiento cognitivo ha resucitado la vieja disputa filosófica entre empiristas y racionalistas, en el que los conceptos y problemas vuelven a pasar sin progresos, como una cinta de Moebius. De manera que el "giro copernicano" que atribuye Vega (1984, p. 25) al "nuevo paradigma" del procesamiento de información quizá se refiere al retorno a la época de Copérnico. Del mismo modo que el título "Psicologia cognitiva: ¿un nuevo paradigma con una vieja metodología?" (Delclaux, Ruiz Vargas y Zaccagnini, 1983), quedaría más apropiado si fuera "Psicología cognitiva: ¿un viejo paradigma con una nueva metodología?".

    Pero, en fin, todavía en relación a los métodos, tampoco hay novedades. En general, derivan de otros campos (cif. Delclaux, 1982; Vega, 1984, p. 41-56), de suerte que, aún siendo nuevos, no son propios, con la consiguiente dispersión y pluralidad metodológica (cif. Eysenck, 1984). Lo que lleva a una situación en que ni siquiera hay acuerdo en el significado de "cognición" (Bindra, 1984, descifra cinco usos diferentes) y donde es problemática la cohabitación de las diversas "ciencias cognitivas" existentes, a no ser que se atengan a la constitución doméstica que les otorga Mandler (1984) a través de una casa con habitaciones para cada "ciencia".

    Parece ser que lo más común a las psicologías cognitivas y lo más "revolucionario" es el vocabulario nuevo que introducen (cif. Vega, 1984, p. 32), de manera que se cubren bajo el paraguas de la terminología. Una metáfora más adecuada que la del sombrero (Mandler, 1984, p. 305), ya que sugiere que se pueden tapar varias cabezas (en Oviedo hay un paraguas que cubre toda una plaza), en vez de una sola, lo que sería indicativo de unidad paradigmático, e insinúa el mal tiempo que se acerca para el "cognitivismo", dado el atasco y colapsamiento teórico y su insignificancia práctica. Dentro de un contexto en que el "conductismo" sigue funcionando y dando vitalidad epistemológica a la psicología (especialmente, a través de la concepción de la conducta de la teoría de campo, Pérez Álvarez, 1985, y Ribes y López, 1985).

    En cuanto al significado sociológico (disciplinar), quizá el más probable de los usos cognitivistas, ya que no reparan en los otros más rigurosos, originarios y pertinentes (aunque creen que se refieren a ellos), se tiene que la producción conductista (el paradigma "obsoleto" y "decadente") no está en decadencia. Por el contrario, el panorama es cada vez más amplio (Pelechano, 1978) y los análisis bibliométricos muestran buena salud científica (Carpintero y Peiró, 198 l). En el ámbito aplicado de la salud, promueve el área de mayor innovación y de desarrollo más sobresaliente, como es la medicina conductual (cif. Fernández Trespalacios, 1984), y contribuye significativamente en la constitución y expansión de los modelos comunitarios (Bayés, 1983 y Costa, 1984) y, en fin, los psicólogos conductistas se extienden cada vez más (J. Behav. Ther. & Exp. Psychiat., 1982-1983; ver, también, O'Leary, 1984).

    Una "solución cognitiva" en estos reparos conceptuales seria entender que el planteamiento les es ajeno a sus presupuestos, puesto que la psicología cognitiva "rechaza el condicionamiento" (cif. Delclaux, 1982, p. 29). Como si un científico pudiera permitirse el lujo de rechazar hechos, datos o construcciones que no les gustan y/o no encajan en su teoría. Otra cosa es que trabaje en otros problemas. Desde el punto de vista de los datos se puede decir que "peor para la teoría". Sinceramente, esto es falta de serie ad científica.

    Otra solución es hacer una nueva lectura (cognitiva) de los datos básicos (Seoane, 1981, p. 20-22). Pero, igualmente, se puede hacer una vieja lectura (conductista) de los nuevos datos (cognitivos), (cif. Eysenck, 1979, Millenson, 1967, Skinner, 1977; también, Pérez Alvarez, 1985b), lo que en definitiva habrá que remitir al tribunal de la "parsimonia", de la "validez incrementar" y de la relevancia social.

    Por consiguiente, un diagnóstico más adecuado del "estado del arte" cognitivo es el de moda, con lo que ello tiene de estadístico y de frívolo.

    De otra parte, resulta curioso constatar que autores conductistas de primera fila, también se sirvan del concepto de paradigma para presentar la teoría de la conducta como siendo, precisamente, el paradigma que se establece en psicología (por ejemplo, Staats, 1975 y 1981 y Yates, 1975). Lo que puede ser visto en conexión con la versatilidad del concepto y con que no está nada clara la "emergencia cognitivista".

    Sin embargo, de igual modo puede ser visto que los conductistas lo utilizan con más propiedad. Con referencia particular a Skinner, se tiene que su programa de investigación se basa en un sólo modelo, da soluciones a problemas concretos e implica una respuesta totalmente nueva a muchos planteamientos teóricos y problemas sociales, lo que significaría que el conductismo radical sería, casualmente, el cambio revolucionario "paradigmático" (en el ámbito ontogénico), en la línea de la revolución darwinista en el nivel filogenético, (cif. Bayés, 1980, Catania, 1978, Ghiselin, 1969, p. 237, Skinner, 1981). (Para completar la conexión, los cognitivistas actuales corresponderían a los vitalistas).

    En cualquier caso, valoraciones más adecuadas del "cambio de paradigmas" revelan que la "emergencia del cognitivismo" es una complementación y, desde luego, "no sustitución" (Caparrés, 1980, p. 226-245). Igualmente, Leahey (1980) encuentra más bien cambios conceptuales que "rupturas paradigmáticas", con la observación de que alguna psicología cognitiva se hace conductista.

    Así mismo, usos más rigurosos del concepto de paradigma, como observa Fuentes Ortega (1983, p. 204) pueden servir a planteamientos distintos de los anteriores, más interesantes y relevantes para la psicología. Destaca este autor el sentido que le ha dado Veá (1983) al reconsiderar que el cognitivismo y el conductismo comparten un mismo tipo de explicación funcional, que definiría el campo específico de la psicología, frente a otras explicaciones, propias de las ciencias neurofisiológicas. De este modo, el uso del paradigma adquirirla potencia epistemológica, al permitir la confrontación de ciencias dadas culturalmente como distintas (las biológicas y las psicológicas) y ver conjugados los quehaceres de los psicólogos cognitivos y conductistas, ya que sus ejercicios ("artefactos" o "ejemplares" experimentales y profesionales) pueden tener más en común que las figuraciones que se tienen de ellos. Es decir, más parecidos en lo que hacen que en lo que dicen, dentro de la pauta que imprimió el conductismo a toda la psicología que quiere ser científica de establecer la conducta patente de un sujeto en una situación como el campo propio de la psicología (ver Yela, 1980, en relación con 1974, p. 93-95). Lo que está de acuerdo con el hecho de que ningún psicólogo cognitivo en sus experimentos se ha librado (de momento) de los estímulos y las respuestas.

    Así, pues, el uso que hacen los cognitivistas de "paradigma" es ingenuo, por cuanto resulta extremadamente peligroso para sus propias tesis, ya que ni el significado filosófico ni el sociológico avalan lo que pretenden ilustrar con él. Por el contrario, repliegan el entusiasmo cognitivo) emergente hacia una consideración involucionista. El uso epistemológico (el originario y más riguroso) reofrece el trabajo cognitivo en la línea establecida por el "conductismo".

    Dado, entonces que el cognitivismo no presenta ni siquiera la condición de "paradigma sociológicos a todo lo más, lo que ocurre es gran producción dispersa con la única unidad de la etiqueta; es por eso que su estatuto más riguroso es el de moda.

    2. El mito cognitivo.

    La psicología cognitiva estudia la mente humana y los mecanismos mentales subyacentes a la conducta, Es decir, en relación al conductismo, ha profundizado en la mente y explica la conducta desde la función interna, en vez de atenerse a su condición mecanicista, (cif. Delclaux, 1982, García-Albea, 1984, Vega, 1984). Abrir la interioridad para una explicación de la conducta supone proponer una serie de constructos subyacentes y disponer de una "geografía de lo mental".

    A parte el grave problema ontológico de entender cómo un ente espiritual causa un evento físico y el teórico de contribuir con parsimonia y validez incrementar en relación a explicaciones alternativas, la dificultad más visible está en la inflación de mecanismos mentales propuestos. Donde la dificultad consiste en que se invocan procesos que tienen que ser explicados por otros procesos, los cuales, a su vez, requieren otros procesos, para, finalmente, comprobarlos con la conducta de que se partió. Es decir, se explica la conducta por algo que tiene que ser explicado por la conducta. Parece ser que siguen el principio "ignotum per ignotius". Por ejemplo, el caso de los "demonios cognitivos" de Lindsay y Norman, de los cuales se requiere, a su vez, conocer sus procesos. Este problema de la recurrencia infinita se debe a que se hipotetizan (inventan, hipostasian, se importan o "humunculizan") categorías que no han sido construidas en el campo psicológico y, por tanto, que requieren niveles explicativos diferentes, (a pesar de la autosuficiencia y "nivel propio" que les suponen sus usuarios). Pero la verdad es que sus autores elaboran cada vez teorías más profundas (o más altas), lo que viene a confirmar la inadecuación de los procesamientos anteriores, (en un "modo operandi" similar al de los psicoanalistas cuando inventaban conceptos sobre la marcha para ajustar los resultados).

    En este sentido, se puede ver la "arquitectura de la cognición" de Anderson (1983). Se compone de tres tipos de representaciones (proposicional, de imágenes espaciales y categorías), contenidas en tres estructuras (memorias de trabajo, declarativas y de producción), con cinco procesos operando sobre ellas (codificación, almacenamiento, recuperación, comparación y ejecución), quizá un "aparato psíquico" tan complejo como el freudiano. Fodor (1983) también va añadiendo módulos cada vez más profundos. García-Albea (1983) invoca la "competencia", que es ya llegar a los "universales lingüísticos", por otra parte, un buen ejemplo de concepto extracientífico. Flylyshyn (1984) entiende la cognición como un programa computacional, en sentido literal, al igual que García-Albea (1984). Pero, también, las analogías del ordenado más débiles requieren gran cantidad de estructuras, procesos y representaciones (Vega, 1984).

    En la base de estos planteamientos está el mal entendido de la "mente", quizá una confusión que puede filiarse en los mitos de Platón. Platón ha utilizado los mitos como una forma de conocimiento, de modo que es irrelevante su existencia real. Por ejemplo, para referir formas de estado se sirvió del mito de la Atlántida, donde su descripción geográfica no es pertinente. En concreto, el mito que confunde la psicología cognitiva es el de la Caverna, que se refiere al conocimiento del mundo que se tiene por las sombras que proyecta en sus paredes. Es decir, a las representaciones. La ingenuidad está en que el cognitivista se embarca hacia la Atlántida para describir y explorar lo que en realidad es una forma de hablar, (cif. Bélanger, 1978, p. 17), del mismo modo que Freud se despistó con Platón cuando tomó el mito del cochero que controla un caballo obediente y otro vicioso como una analogía literal de la mente y, entonces, se dedicó a describir el yo, el super yo y el ello.

    Según esto, no tiene sentido explorar la caverna. De intentarlo, se necesitan una y otra vez niveles de procesamiento más y más altos (o profundos), con un alejamiento que pierde de vista la realidad de fuera, que es en definitiva lo que se trata de aclarar. Es decir, el cognitivismo al rescatar la mente pierde la conducta y la situaci3n en que ésta ocurre.

    Un planteamiento de este tipo trae dos consecuencias. Una, retornar a los mentalismos y metafísica del pasado. Por ejemplo, reproducir con la analogía del ordenador (fuerte o débil) los problemas habidos con la mente. Volver a empezar en Descartes. Es el ejemplo de Fodor (1983), que ha ido, todavía, más atrás, hasta las facultades del alma de los escolásticos, (una "nueva" psicología filosófica medieval); de igual modo la "arquitectura de la cognición". (Ver la crítica de Kantor, 1978).

    Otra, encontrarse con el cerebro. De manera que el sistema nervioso fundamente (valide, dé consistencia o avale) los procesos que no se sostienen por sí mismos. Lo que no es nada reprochable, simplemente que dejaría de ser psicología. Es decir, se liquidaría la psicología en otro campo (quizá sin quererlo). As! por ejemplo, Fodor (1 983) y su vinculación con la organología, o los "demonios" y su sustitución por "analizadores nerviosos", por ejemplo. (Ver la crítica de Bueno, 1984).

    En conclusión, los riesgos gnoseológicos de describir la mente están en salirse por la Edad Media o de caer en el cerebro. Riesgos también profesionales, ya que el psicólogo se tendría que reconvertir en filósofo o en neurólogo, (Pérez Álvarez, 1984).

    En otras palabras, lo que han hecho los cognitivistas es abrir la "caja negra" del conductista. Lo que han encontrado es otra caja negra, que al abrirla contiene otra caja negra y así. De manera que lo que hay ahora no es una caja negra, sino una serie de cajas transparentes con una caja negra. De otro modo, al cognitivista le sucede lo mismo que a quien mate la gallina para ver como se hacen los huevos. Es decir, que pierde la mente y la conducta.

    La gran virtud del enfoque de Skinner está, precisamente, en mantener la "caja negra". La mente se sustituye por el sujeto y éste se entiende como un todo que interactúa con el medio. La interacción sujeto-ambiente se define por los comportamientos en sentido funcional, interconductual, y a las cogniciones se les da un estatuto objetivo, de origen social, que soluciona el dualismo en la distinción público-privado, (Pérez Álvarez, 1985b). Desde esta consideración el sujeto (o, la conducta) no tienen nada de mecanicista, por cuanto se entienden en un campo interconductual que es una unidad irreductible a sus partes. De acuerdo con Skinner, "no es el psicólogo conductista, sino el cognoscitivo, con su modelo de mente como una computadora, quien representa al hombre como una máquina", (Skinner, 1974, p. 106 de la ed. española).

    La definición de la psicología en términos de campo es una tarea empírica compleja que requiere la descripción filogenética y física del organismo y del estímulo, el establecimiento de sus relaciones funcionales, que incluya todos los factores situacionales y el proceso histórico, dentro de una consideración multideterminista de la conducta (Kantor, 1982, Pérez Álvarez, 1985a). Claramente una tarea científica más compleja y difícil (a parte de interesante y útil) que el ensayo escolástico de reflexionar sobre las "facultades de la mente". Es de decir aquí que reflexiones recientes sobre el panorama cognitivo han advertido la necesidad de adoptar el concepto de "actividad humana" para recoger más cabalmente el funcionamiento psicológico sin perder de vista la transacción ambiental, aunque, de todos modos, se reconoce la ambigüedad de la noción de actividad humana (Mayor, 1985, p. 15).

    Desde esta perspectiva, la supuesta profundidad del cognitivismo no tiene más fundamento que el mito actual de la "apertura pública de la interioridad del cuerpo humano... un rasgo general de la publicidad de los productos de tocador" (Barthes, 1970, p. 86 de la 4ª ed. española). De manera que el cognitivista engancha los mitos clásicos con los modernos.

    3. La ideología cognitiva.

    Las múltiples versiones cognitivas asumen una noción de sujeto psicológico activo en contraposición con el sujeto pasivo del conductismo (cif. Delclaux, 1982, p. 35).

    El reparo que se hace a esta formulación tiene tres momentos, que confluirán en la conclusión de que tal concepción es una falacia y, quizá, una "falsa conciencia".

    1º.- De entrada, es incorrecto decir que el conductismo radical concibe y presenta un sujeto pasivo. Justamente la noción de operante refiere "operaciones" que un organismo realiza en un ambiente determinado. El sujeto actúa en su entorno, es decir, manipula en sentido efectivo las condiciones que le afectan.

    Un aspecto que está llevado en el propio significado de conducta "operante" o "instrumental", y que puede entenderse, incluso, en sentido fuerte cuando se habla del individuo que autocontrola su conducta a pesar de las determinaciones ambientales y/o en contra de las restricciones impuestas (cif. Skinner, 1953, cap. XV).

    A lo más, si se admitiera como pertinente este planteamiento activo-pasivo, se trataría de una cuestión de "depende", pues en situaciones indefinidas (si existieran) el sujeto tendría más iniciativa, por ejemplo, ante una mancha de tinta presentada en una cartulina, que en otras estrictamente pautadas, por ejemplo, ante un semáforo, (cif. Mischel, 1976, p. 428 de la ed. española). (Ver White, 1976 y Baer, 1976).

    2º.- De todos modos, el caso es que la discusión de si el sujeto es activo o pasivo es absolutamente irrelevante para el conductismo radical (Bijou, 1984). En efecto, la consideración que se da a la conducta (que, naturalmente, es del sujeto) como operación que interviene en el entorno, el cual, a su vez, modula y selecciona la conducta, presenta al sujeto como un componente de la interacción organismo-ambiente, donde carece de sentido preguntarse por un "sujeto activo" (solipsista), independiente de las condiciones presentes y pasadas. El sujeto se reofrece, entonces, como una construcción histórica (biográfica) que está socialmente insertado, de acuerdo con la concepción de Vygotski (cif. Riviére, 1984, p. 24).

    Esta formulación presenta al conductismo radical en la perspectiva teórica de la psicología interconductual de J.R. Kantor, (Morris, 1982). Este análisis entiende que la psicología tiene su escala propia en el interconducta, donde el sujeto es un componente del "campo psicológico", impensable al margen de las situaciones sociales y de las interacciones pasadas (Kantor y Smith, 1976, Kantor, 1982). Por el contrario, un sujeto "activo" y "suelto" sólo se puede concebir en abstracto como lo hace la "filosofía de la acción", que presenta una figura humana universal y libremente flotante, (cif. Boden, Bolton, Harré, Hosper, Fodor, Ricoer ... ). El análisis filosófico y teórico de este planteamiento se encuentra en Pérez Álvarez (1985a). En esta misma línea están los trabajos de Fuentes Ortega (1984, 1985) y Ribes y López (1985); puede verse, también, en este contexto Bélanger, 1978. Una formulación, por otra parte, tradicional, que arranca de los escritos de 1920 de Kantor y Vygotski, pasa por Lewin y Brunswik, tiene que ver con el interaccionismo en personalidad, y en relación particular a Skinner tiene su enunciado más claro en Verbal Behaviour (1957); (Ver también Buss, 1979).

    3º.- Lo más curioso del asunto es, no obstante, que la actividad del sujeto cognitivo es una falacia, por cuanto que se da en "circuito cerrado". Lo que remite a la concepción ideológica de propugnar la acción humana sobre figuraciones del mundo.

    La actividad cognitiva, en la versión más extendida, es eso, actividad cognitiva, es decir, procesamiento de información. Donde la actividad consiste en seleccionar, almacenar, "representar", recuperar, elaborar y utilizar información proveniente del mundo, el cual se "contempla" en una representación personal (por ejemplo, modelo de mundo) y no como una estructura objetiva que afecta de manera directa y que se puede cambiar de modo efectivo ("manipulativo", conductual). La clave está en que para los cognitivistas no existe un mundo real de hechos objetivos, sino "representaciones" del mismo, que el sujeto adopta . "como si" fuesen reales, lo que está en la línea de las epistemologias que usan (Kuhn, Feyaranbend, Vaibingen), resultando tantos mundos como individuos.

    Por consiguiente, el sujeto actúa sobre representaciones del mundo y no sobre el mundo real. En este sentido, el enfoque cognitivista es igual, por ejemplo, al planteamiento que hacen los obispos de los problemas sociales, cuando invitan a que los trabajadores reflexionen, como si los problemas, dependieran de las "reflexiones", y no de los cambios estructurales, que afectan (más) directamente y de modo efectivo a los hábitos y posibilidades de vida de muchas personas, que a "sus modelos de mundo", (una referencia que tiene un sentido muy preciso, de acuerdo con Kantor, 1978, al ver que el cognitivismo regresa al modelo de mundo de San Agustín).

    En definitiva, pues, la actividad que defienden los cognitivistas se da dentro de la mente, en cuanto que ordenador o caja que contiene el mundo, de manera que no se trata de una acción humana efectiva sobre la realidad, sino de un modo engañoso de hablar. Lo que está en conexión con la ingenuidad de entender que es el sujeto el que actúa sobre el mundo (incluso sobre ese mundo representado) y de ignorar las influencias del mundo real sobre el sujeto, lo que remite a la falsa conciencia de sentirse con "libertad y dignidad". (Véase Sampson, 1981, para la discusión detallada de esta concepción ideológica).

    De todos modos, no se está diciendo que los "ejemplares" experimentales de los cognitivistas no impliquen acciones efectivas sobre el entorno, que ignoren las condiciones ambientales y, en definitiva, que desconsideren la interacción. Lo que se está discutiendo son las figuraciones y predicaciones que hacen del "reino cognitivo". (Del mismo modo que el clero en la práctica se vale de "poderes fácticos de este mundo", quizá con la diferencia de que lo que hacen los cognitivistas es más interesante que lo que dicen, mientras que lo que dice el clero, a todo más, es mejor que lo que hace).

    Lo que hacen realmente los psicólogos cognitivos en sus laboratorios e intervenciones profesionales es psicología. No se discute esto, entre otras razones, por la sencilla de que se entiende que es psicología lo que hacen los psicólogos (en cuanto tales). Un aspecto que conviene sobresacar, para decir que en la realidad (todos) los psicólogos se parecen más de lo que ellos mismos estarían dispuestos a admitir, de modo que las pugnas entre escuelas y movimientos se habrían de reentender más como una discusión filosófica, que como realizaciones psicológicas distintas. En cualquier caso, tampoco se cree que, aun estando de acuerdo en esto (lo que ya es mucho pedir), se "unifique" el campo psicológico, (cif. Koch, 1981). Pero, por lo menos, se derivarían discusiones más interesantes, que podrían reobrar sobre el mismo trabajo y así tal vez, roturar un campo propio (en vez de confundirse y perderse en otros terrenos) y proponer soluciones duras a problemas duros (en vez de ofrecer una "ciencia blanda" para necesidades sociales duras).

    En definitiva, pues, los cognitivistas plantean un problema sin sentido y lo revisten de ideología, al predicar la actividad del sujeto sobre el mundo (por cierto, una concepción ptoloméica, donde la revolución copernicana está en Skinner). Una manifestación típica de falsa conciencia que encubre las influencias precisas y directas de las estructuras sociales. La presentación de la "acción" desde el sujeto deriva de un análisis incompleto e idealista del comportamiento, en base a ver la conducta en una secuencia limitada a la emisión de ésta, que ingenuamente se piensa que salió de dentro, lo que ya se conoce en psicología como el "fundamental attribution error" (Nisbett y Ross, 1980, p. 122-127).

    Replanteamiento.

    Se van a retomar los tres puntos que organizan estas reflexiones en unas notas finales.

    a) La utilización originaria y rigurosa del concepto de paradigma presentar la psicología actual en un panorama gnoscológicamente más interesante, crítico y. útil que el usual. Especialmente se vería que los ejemplares de los psicólogos tienen más en común que sus figuraciones. Eventualmente, dejaría de llevarse la discusión entre "conductistas" y "cognitivistas", (a favor de la "Psicología Experimental"). De todos modos, la teoría paradigma de Kuhn no es la opción mejor, y creo que seria otra la filosofía más adecuada, por ejemplo, la desarrollada por Bueno (1978) y Kantor (1981), (cif. Pérez Alvarez, 1985a para el uso en psicología de estas filosofías de la ciencia).

    b) Donde realmente tienen que medirse la "profundidad" de la psicología está en la interacción del sujeto-ambiente, una tarea de investigación supercompleja, en la que son necesarios todos los "ejemplares", dentro de los cuales, las aportaciones de Skinner son unos de ellos y las referidas al "sujeto cognitivo" otros. Por tanto, se mantiene que el sujeto es una categoría propia del campo psicológico y su estudio científico, en consecuencia, es definitorio de ciencia psicológica. Ahora bien,

    c) el sujeto, al ser una categoría del campo psicológico, ni más ni menos relevante que la situación estimular, su estudio por parte de una psicología científica es posible si es un término objetivo y lo es si ha sido construido socialmente. De manera que la "psicología cognitiva" puede ser científica en base al tratamiento materialista del sujeto que le da el conductismo (Pérez Álvarez, 1985b; ver, también, en este sentido, Seoane, 1985).


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    Mensaje por Evta Dom Jul 20, 2014 1:05 am

    Ante la hegemonía que han tomado ciertas corrientes en la psicología, siempre es interesante recordar la psicología histórico-cultural del soviético Vygotski.

    Le dejo un artículo que, a modo de introducción a los estudios del psicólogo soviético, sirve para fomentar el conocimiento y el debate. A pesar de alguna limitación propagandística por parte del autor de la extensa recensión en lo referido a los datos bibliográficos de Vygotski, se hace interesante contemplar la psicología desde el marxismo.

    Psicología Histórico-Cultural (Recensión para la introducción a su estudio)
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    Mensaje por ajuan Dom Jul 20, 2014 7:11 am

    Camarada, cambia el titulo a letras minusculas.

    Saludos!
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    Mensaje por tenkokukutiw Dom Jul 27, 2014 7:20 pm

    Evta escribió:
    Ante la hegemonía que han tomado ciertas corrientes en la psicología, siempre es interesante recordar la psicología histórico-cultural del soviético Vygotski.

    Le dejo un artículo que, a modo de introducción a los estudios del psicólogo soviético, sirve para fomentar el conocimiento y el debate. A pesar de alguna limitación propagandística por parte del autor de la extensa recensión en lo referido a los datos bibliográficos de Vygotski, se hace interesante contemplar la psicología desde el marxismo.

    Psicología Histórico-Cultural (Recensión para la introducción a su estudio)

    le daré un vistaso, me gustas ciencias sociales y psycologias serias interesantes ver puedo aprender.

    ajuan escribió:Camarada, cambia el titulo a letras minusculas.

    Saludos!
    En si, lo harías con gusto supieras editar temas solo permite pos eso.

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