El extremismo terrorista no es solo propiedad de ciertas organizaciones arabes.
Los palestinos en los libros escolares de Israel (Receta para la deshumanización de un pueblo)
Nurit Peled-Elhanan, hija de un prominente general israelí y madre de una víctima de un atentado suicida, ha sido durante mucho tiempo, junto a su hermano Miko, una de las voces críticas más valientes que desde Israel denuncian sus crímenes hacia el pueblo palestino. Nurit Peled es la autoria del libro "Palestina en los libros de texto en Israel: ideología y propaganda en la educación", que nos habla de la historia sesgada y el racismo anti-árabe de los libros de texto israelíes. A continuación reproducimos algunos extractos de su magnífico discurso en Tel Aviv con motivo del 45 aniversario de la guerra de 1967.
Los palestinos en los libros escolares de Israel (Receta para la deshumanización de un pueblo)
Nurit Peled-Elhanan, hija de un prominente general israelí y madre de una víctima de un atentado suicida, ha sido durante mucho tiempo, junto a su hermano Miko, una de las voces críticas más valientes que desde Israel denuncian sus crímenes hacia el pueblo palestino. Nurit Peled es la autoria del libro "Palestina en los libros de texto en Israel: ideología y propaganda en la educación", que nos habla de la historia sesgada y el racismo anti-árabe de los libros de texto israelíes. A continuación reproducimos algunos extractos de su magnífico discurso en Tel Aviv con motivo del 45 aniversario de la guerra de 1967.
Nurit Peled: "Israel es un gueto, una sociedad alienada"
Dedico mis palabras esta noche a tres personas en huelga de hambre... tres prisioneros que siguen vivos porque "cuando la libertad se apodera del alma de una persona, ni siquiera los dioses pueden tocarla" (Jean-Paul Sartre). Este Dios no es el del poder sionista ni el del ángel de la muerte israelí. Miles de personas, presas como ellos, entre los que se encuentra una veintena de miembros del Parlamento así como el Presidente del Parlamento, el Dr. Aziz Dweik, se encuentran detenidas desde hace años sin justicia ni juicio, en condiciones humillantes, sin visitas ni esperanza. Son los luchadores y luchadoras por la libertad de este país que nos recuerdan una y otra vez que todos vivimos bajo la ocupación, y que sólo su liberación restaurará nuestra libertad.
Los ciudadanos árabes de Israel han estado viviendo bajo la ocupación desde hace casi sesenta y cinco años, y los ciudadanos judíos de Israel están viviendo bajo un estado de sitio que se han impuesto a sí mismos. Todos estamos sujetos a un régimen colonialista que incluye la apropiación de tierras y recursos hídricos, limpieza étnica, destrucción del paisaje y destrucción del espíritu humano.
Así, desde su creación, Israel, como todos los regímenes opresivos, ha perpetuado una sociedad y una cultura alienadas, arrancadas de cuajo, apartadas sus habitantes, de sus aromas y sus sabores. Hasta los árboles y las flores de nuestros jardines están alienados, son extranjeros, y no nos pertenecen. Esta alienación es la muestra diaria de una decisión fundacional trascendental: desde su primer día de existencia Israel optó por una bandera que simboliza el apartheid y el racismo, y descartó otras opciones que representaban la libertad y la fraternidad como garantes de la democracia.
Todos nosotros estamos controlados por las leyes racistas de este lugar, y nos situamos voluntariamente en guetos. El gueto sionista ha aprendido a no ver y no oír nada más allá de las paredes que lo rodean: las murallas reales de hormigón y los muros imaginarios hechos de obediencia, de odio y de un miedo terrible. No nos atrevemos a protestar contra las leyes racistas, no nos atrevemos a desafiar los signos racistas, no nos atrevemos a defender a los niños torturados, no nos atrevemos a romper los muros de Gaza, y no nos atrevemos a ir a Hebrón y Deheisheh, a Jenin y Ramallah para situarnos junto a nuestros vecinos. Esa es la gran victoria de la Ocupación. Con la excusa de la Ocupación, elegimos una y otra vez doblegarnos bajo el dominio de criminales de todo tipo, criminales de guerra, patanes e ignorantes. Así nos castigamos a nosotros mismos a través de nuestra impotencia y mediante la destrucción de nuestro espíritu. Año tras año acompañamos a nuestros hijos a las puertas de las escuelas para que aprendan de un sistema educativo que quema los libros sobre historia y ciudadanía, mientras autoriza otros que incitan al asesinato de niños. Les abandonamos en el lugar en el que les someten a un lavado de cerebro y les llenan de mentiras acerca de una Guerra de Liberación que ganamos, sobre el Día de Jerusalén que conmemora nuestras conquistas, o el desfile de Samaria, que es “nuestra”; dejamos que los lleven a Hebrón, la ciudad de los patriarcas y de David, que ni está vivo ni en buena forma. Los profesores de ese sistema ni se inmutan cuando se les pide que envenenen las mentes de sus alumnos con historias mentirosas acerca de nuestros derechos históricos sobre las tierras de nuestros vecinos, calificando de heroica victoria lo que en realidad fue una limpieza étnica, inspirada y planificada por instituciones racistas. Todo el sistema educativo israelí está dedicado a preparar a los niños para ser obedientes soldados de la Fuerza de Ocupación de Israel.
Inclinamos la cabeza cuando la organización terrorista más institucionalizada del mundo nos arranca a nuestros hijos para enseñarles cómo clasificar a la gente, cómo clasificar a los niños, cómo clasificar a los bebés, cómo clasificar el dolor y cómo clasificar a los muertos. Todo ello, con el fin de endurecer sus corazones y embotar sus sentidos de tal forma que puedan abusar, destruir y matar con la conciencia limpia. La ocupación tiene tal magnitud que incluso cuando aniquilamos a seres humanos seguimos poniéndole etiquetas, sin comprender que todos nosotros, los muertos y los vivos, somos víctimas de esta Ocupación corrupta.
Sentimos el dolor de los padres de un soldado judío cautivo y no permitimos que nos afecte el dolor de los padres de miles de niños palestinos secuestrados; unos padres que no están autorizados a visitar a sus hijos encarcelados durante años porque el precio de la visita es la colaboración con el opresor. Ignoramos el sufrimiento de los niños de Gaza que viven cercados por la muerte, víctimas de la desnutrición y la falta de atención médica, sin electricidad, sin derecho a la educación, sin medios de vida, sin oportunidades y sin esperanza.
¡Ay de nosotras porque los criminales de la ocupación de hoy son nuestros hijos! ¡ay de nosotros porque hemos sucumbido al racismo y hemos permitido que los criminales del apartheid ocupen nuestro espíritu y nos separen de todo lo que es humano, de todo eso es justo, de la paz y la tranquilidad, la buena vecindad, el amor de la humanidad, la misericordia y la compasión, con el fin de lograr sus objetivos básicos! Los espíritus de los presos en huelga de hambre en sus angostas celdas respiran libertad. Nuestro espíritu está despareciendo y sigue oprimido.
Estamos viviendo en un gueto sin patria ni ciudad, hablamos una lengua que no es la local, un gueto que sólo puede abrirse a través de carreteras desviadas que se desvían de todo aquello que está realmente vivo.
Ha llegado el momento en el que debemos unirnos a nuestros vecinos en todo Oriente Medio, y lanzar con ellos gritos de una verdadera rebelión que abra las fronteras y rompa las barreras, que derribe las puertas de las cárceles, que devuelva los olivos y los viñedos a sus dueños, que devuelva a los niños de Palestina a sus fronteras y su territorio y que trate de recuperar lo perdido y pisoteado bajo las botas los matones. Sólo entonces, si los verdaderos hijos de este país nos autorizan a aprender a vivir en él, también nosotros podremos ser capaces de liberarnos de la ocupación y de liberarnos del miedo. En palabras de Begin Menachem: "La esencia de la libertad es la libertad frente al miedo, porque el miedo no por estar oculto es mejor gobernante".
http://www.michelcollon.info/Nurit-Peled-Israel-es-un-gueto-una.html?lang=es