La teoría del Estado y el poder en Antonio Gramsci
texto de Albert Noguera Fernández
tomado del blog Marx desde cero en agosto de 2014
en el foro en tres mensajes
texto en el que se tratan cuestiones relativas al poder, la hegemonía, el consenso y la dominación. El trabajo de Albert Noguera Fernández, aparecen todos estos conceptos relacionados, vinculados. Así, la cuestión de la hegemonía es una cuestión cultural que se da en el seno de un bloque histórico; la cultura la transmiten los intelectuales y así, uno tras otro aparecen interrelacionados los conceptos elaborados por Gramsci para tratar de teorizar las cuestiones relativas al Estado y el poder.
1. Introducción
Uno de los principales aportes teóricos de Gramsci fue, como veremos a continuación, la caracterización de la dominación en las sociedades modernas, no sólo como un fenómeno económico, sino también y, sobretodo, como un fenómeno subjetivo o cultural, señalando, precisamente, aquel elemento de su teoría, que mantiene mayor actualidad: su interpretación de la cultura como dimensión esencial de estructuración y desarrollo de la dominación en las sociedades estatales modernas.
Sobre el concepto de cultura se ha escrito desde muchas disciplinas, la ciencia política, la psicología social (ej. Kuper 1999; Ratner 2000; Morris y Fu 2000).
Ahora bien, partiendo de la antropología, podemos definir la cultura como un sistema vivo generado por agentes colectivos socialmente definidos que en unas precisas coordenadas socio-históricas y físicas, dan lugar a producciones materiales, simbólicas e ideacionales de todo tipo, a la vez que son constituidos por ellas.
Dichas producciones generan el sentido de mismisidad (identidad) de las distintas colectividades humanas. Y esa, permite a los agentes sentirse provenientes y reproductores de sí mismos, herederos, transmisores y actores de una determinada manera de identificar el mundo y de modificarlo 1. Permite, en consecuencia, aquello que Bourdieu y Wacquant denominaron “reflexibilidad” 2, capacidad de los agentes sociales de pensar su acción y las propias estructuras en que ella se enmarca, capacidad de comprensión de su realidad, y por tanto, capacidad para incidir en ella de forma intencional cuando se produce la amenaza de sustitución de su coherencia interna, tanto cultural como identitaria, por nuevas formas de organización socio-política más acorde a los intereses de sectores dominantes (dicotomía dominación/liberación).
Lo que Gramsci retoma es el valor de los hechos culturales como conformadores del hombre en la creación de su propia historia. De acuerdo con todo esto, la tesis que se defiende en este trabajo es que ante el proceso “esencialización” del concepto de cultura que, en nuestras sociedades, se ha producido con la mundialización (la cultura se ha convertido en una esencia fija o muerta, desconectada de los procesos económicos y socio-políticos, a la que, independientemente de su vida diaria, los ciudadanos se adaptan o amoldan determinados días al año para sentirse más mexicanos, españoles o japoneses -folklore-) y, en consecuencia, ante el proceso de desactivación del concepto de cultura como válido para entender (y actuar frente a) la globalización capitalista como un proceso de subordinación de las diversas culturas ante la cultura de la fracción social dominante (dominación), la recuperación del legado teórico y de la concepción ampliada de cultura de Antonio Gramsci se presenta, en la actualidad, como un factor imprescindible para los sujetos subalternos (individuos y pueblos) a la hora de construir los términos y estructuración de la liberación (comprensión-acción). La dominación es un fenómeno cultural y sólo comprendiendo el concepto de cultura en toda su amplitud, sus mecanismos de funcionamiento y su fenomenología, se puede llegar a entender los procesos de dominación.
Nos detendremos en los próximos puntos, en el análisis que Gramsci hizo del Estado y del poder o hegemonía, en el tratamiento de los cuales el autor hace constantemente referencia a la cultura como dimensión básica para la creación de situaciones de consenso o subversión.
2.El Estado en la modernidad: poder y autoridad
Existen dos elementos absolutamente necesarios para la existencia y reproducción de un Estado: el poder y la autoridad.
Por poder entendemos la capacidad o la fuerza de hacer alguna cosa. El poder es en el “nosotros” -en un individuo, un Estado, etc.- en relación con el “vosotros”, sobre los que ejercemos nuestro poder. Poder equivaldría pues, a coerción.
Por autoridad entendemos, tal y como define Max Weber en Economía y Sociedad (1922), aquello que, al contrario del poder, me es dado, reconocido, conferido por otros. A alguien se le confiere autoridad porque inspira respeto y confianza. Podríamos entonces traducir la autoridad como persuasión. 3
Consecuentemente, estos se conforman como los dos elementos necesarios para la salud del Estado. No obstante, la articulación de esta fórmula coerción-persuasión se ha expresado de manera distinta a lo largo de la historia.
No es hasta la modernidad que podemos identificar el segundo de los elementos, el elemento consensual, como una categoría asociada al Estado. El análisis teórico del Estado pre-moderno redujo éste a la noción de poder, en este período, la creación de autoridad estatal, la formulación de preceptos y reglas de conducta actuantes como prácticas de subjetivización que generaban las actitudes de cohesión voluntaria del individuo entorno al Estado, era una tarea que corresponde no al Estado sino a la religión. Desde el origen de la primera forma de Estado conocida en occidente, la primera gran monarquía medieval aparecida en la segunda mitad del siglo XII hasta terminado el proceso de revoluciones burguesas, la religión es el factor moralizador de la vida social. Ésta es el principal instrumento de control social. El Estado se identifica sólo a una simple estructura jurídico-política que es complementada, o a la que se le solapa, la acción de sujeción de la religión, garantizándole la eficacia de su dominio y la integración del hombre a su estructura.
Con la explosión revolucionaria mediante la cual la burguesía logró apoderarse de las riendas del poder e instaurar el Estado burgués moderno, se inicia un proceso socio-histórico de secularización o laicización del Estado. Cada vez menos, los individuos interpretan la vida personal y colectiva en base a cosmovisiones religiosas. Desde una perspectiva histórica, la modernidad supone que por primera vez, las explicaciones y legitimaciones religiosas del mundo pierden su plausibilidad para gran parte de la población y, en consecuencia, la legitimidad de lo político deja de pasar por lo trascendente o religioso. Por lo tanto, el nuevo reto que esta situación plantea al Estado moderno, es la necesidad para su supervivencia, como dice M. Calvo en La teoría de las pasiones y el dominio del hombre. Genealogía de la hermenéutica moderna del control social (1989), de “reconstruir los mecanismos de control social de la religión sin la religión” 4.
La función de la religión como mecanismo de control social, deben ser desarrolladas ahora, por un entramado nuevo de las formas del poder en el que se conjuguen, los contenidos de una ética social secularizada y las formas y prácticas de subjetivización, que hagan posible conectar los adentros psicológicos del hombre con los imperativos del orden social 5. El Estado burgués debe superar su interpretación histórica como mero conjunto de instrumentos de coerción, para pasar a interpretarse a si mismo, también como sistema de instrumentos de producción de liderazgo intelectual y de consenso. Debe pues, expandirse molecularmente, redimensionar su morfología de manera que le permita incorporar junto al elemento Estado-fuerza, una función educadora o de socialización.
Asistimos a una ampliación en la concepción del Estado, los aparatos ideológicos pasan a formar parte, como establecerán Nikos Poulantzas en Fascismo y Dictadura (1970) o Louis Althusser en Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado (1970), de los aparatos de Estado. En su nueva significación integral éste abarcará:
1) el elemento de reconocimiento o de legitimidad, que se da cuando los individuos reconocen un orden como legítimo. Este elemento representará en la modernidad, el elemento interno de caracterización del concepto Estado; y,
2) el elemento coacción, que actúan en el nivel de las “garantías” de la legitimidad y de la eficacia del orden estatal. La coactividad aparece ya no como elemento constitutivo, sino como una característica exterior del orden válido;
Tal complementariedad entre las condiciones externas del poder y las formas de subjetivización del mismo, son resumidas en la definición de Estado hecha por D. Grissoni y R. Magiori en su obra Leer a Gramsci (trad. 1974), partiendo como no, de la obra de Gramsci. 6
Los grandes aportes del autor italiano a la teoría marxista de la época que, hundida en el economicismo dogmático se mostraba totalmente incapaz de entender el Estado en toda su complejidad, giran, como es sabido, entorno a la dictadura de clase y su contenido de “hegemonía”, es decir, en el sentido del “consenso” con el que llega a contar la clase en el poder. Mediante sus escritos, Gramsci planteó un conjunto de ideas inéditas para la teoría del Estado y el poder, marxista y no marxista, existente hasta entonces y que, revolucionaron este campo de estudio. Ideas que prefiguran muchas de las que, varios decenios después de la redacción de Los Cuadernos, serían presentadas -como resultado independiente de sus propias reflexiones- por Michel Foucault 7. Detengámonos por ahora en la teoría de Gramsci.
3. La obra de Gramsci. Dificultades para leerla
Existen varias razones que hacen de la obra de Gramsci una obra de difícil lectura. Algunas de éstas son:
- Gramsci había sido fundador del PCI y durante la dictadura de Mussolini, era uno de sus máximos dirigentes, hecho que lo llevó a la cárcel. Es en condiciones de encarcelamiento (1926-1937) y, por tanto, de censura -a Gramsci le entregaban un cuaderno, cuando lo terminaba se lo revisaban y de pasar la censura le entregaban otro para que continuara-, que escribe la mayor parte de su obra, Los cuadernos de la cárcel. Por este motivo, tiene que usar códigos en su escritura, utilizando términos que encubrieran el tratamiento de temas que pudieran provocar se le retirara el privilegio de poder escribir, para referirse a Marx y Engels habla “del uno y del otro”, para hacerlo de Lenin dice “Ilici”, para decir filosofía marxista dice “filosofía de la praxis”, etc.;
- El carácter desordenado, fragmentado y en ocasiones inconcluso de sus escritos. Gramsci escribía sobre un tema, de repente lo hacía sobre otro para volver después al primero y así sucesivamente, llegando a encontrar incluso fragmentos que se contradicen abiertamente;
- La dificultad para encontrar su obra. Después de la muerte de Gramsci, su cuñada consiguió llevarse los originales a la Unión Soviética, donde tuvieron que esperar hasta el final de la II Guerra Mundial para poder pensarse en su publicación. En 1948 por primera vez, el PCI publica unos volúmenes agrupando la obra de Gramsci por temáticas, ésta no obstante, no sigue el orden cronológico que le dio el autor. Más tarde en 1975 se publicó la famosa Edición crítica que son los cuadernos publicados tal y como los escribió el autor. La publicación a otros idiomas de esta obra también ha tenido una historia complicada, hasta mediados de los 80 no se dispuso de una traducción no ya completa, sino confiable, de los cuadernos de cárcel en alemán. En español, empiezan a aparecer a finales de los 50 en Argentina algunos textos traducidos, pero no es hasta el año 2000, que la editorial Era, de México, ha consiguió completar la edición integra y crítica de los Cuadernos; y,
- La bibliografía pasiva. Durante muchos años Gramsci ha sido silenciado por el propio marxismo dogmático oficial o soviético. La instrumentalización que a lo largo de su historia, ha hecho el PCI y otros intelectuales de la obra de Gramsci, para justificar públicamente su apuesta por la moderación y el reformismo (eurocomunismo, “el compromiso histórico”, etc.) 8, llevó al rechazo de Gramsci por parte del resto de los Partidos Comunistas y a la eliminación de este en los estudios sobre marxismo. En la República Democrática Alemana, en la década del 80, se incluyó el estudio de Gramsci para los estudiantes de la carrera de filosofía en algunas universidades, pero en ninguno de los países del campo socialista europeo se utilizó su obra en la enseñanza de la filosofía marxista a los estudiantes de otras carreras. En Cuba, durante la década de 1960 en las selecciones de lecturas para los estudiantes publicadas por el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana se incluyeron fragmentos de El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce y Gramsci estaba incluido en la enseñanza de la filosofía en todas las carreras universitarias, a partir de 1971 pero, con la apropiación de toda la esfera académica y de la enseñanza cubana por parte del marxismo dogmático, este desaparece de los programas y no es recuperado hasta finales de los 80. 9
—fin del mensaje nº 1—
texto de Albert Noguera Fernández
tomado del blog Marx desde cero en agosto de 2014
en el foro en tres mensajes
texto en el que se tratan cuestiones relativas al poder, la hegemonía, el consenso y la dominación. El trabajo de Albert Noguera Fernández, aparecen todos estos conceptos relacionados, vinculados. Así, la cuestión de la hegemonía es una cuestión cultural que se da en el seno de un bloque histórico; la cultura la transmiten los intelectuales y así, uno tras otro aparecen interrelacionados los conceptos elaborados por Gramsci para tratar de teorizar las cuestiones relativas al Estado y el poder.
1. Introducción
Uno de los principales aportes teóricos de Gramsci fue, como veremos a continuación, la caracterización de la dominación en las sociedades modernas, no sólo como un fenómeno económico, sino también y, sobretodo, como un fenómeno subjetivo o cultural, señalando, precisamente, aquel elemento de su teoría, que mantiene mayor actualidad: su interpretación de la cultura como dimensión esencial de estructuración y desarrollo de la dominación en las sociedades estatales modernas.
Sobre el concepto de cultura se ha escrito desde muchas disciplinas, la ciencia política, la psicología social (ej. Kuper 1999; Ratner 2000; Morris y Fu 2000).
Ahora bien, partiendo de la antropología, podemos definir la cultura como un sistema vivo generado por agentes colectivos socialmente definidos que en unas precisas coordenadas socio-históricas y físicas, dan lugar a producciones materiales, simbólicas e ideacionales de todo tipo, a la vez que son constituidos por ellas.
Dichas producciones generan el sentido de mismisidad (identidad) de las distintas colectividades humanas. Y esa, permite a los agentes sentirse provenientes y reproductores de sí mismos, herederos, transmisores y actores de una determinada manera de identificar el mundo y de modificarlo 1. Permite, en consecuencia, aquello que Bourdieu y Wacquant denominaron “reflexibilidad” 2, capacidad de los agentes sociales de pensar su acción y las propias estructuras en que ella se enmarca, capacidad de comprensión de su realidad, y por tanto, capacidad para incidir en ella de forma intencional cuando se produce la amenaza de sustitución de su coherencia interna, tanto cultural como identitaria, por nuevas formas de organización socio-política más acorde a los intereses de sectores dominantes (dicotomía dominación/liberación).
Lo que Gramsci retoma es el valor de los hechos culturales como conformadores del hombre en la creación de su propia historia. De acuerdo con todo esto, la tesis que se defiende en este trabajo es que ante el proceso “esencialización” del concepto de cultura que, en nuestras sociedades, se ha producido con la mundialización (la cultura se ha convertido en una esencia fija o muerta, desconectada de los procesos económicos y socio-políticos, a la que, independientemente de su vida diaria, los ciudadanos se adaptan o amoldan determinados días al año para sentirse más mexicanos, españoles o japoneses -folklore-) y, en consecuencia, ante el proceso de desactivación del concepto de cultura como válido para entender (y actuar frente a) la globalización capitalista como un proceso de subordinación de las diversas culturas ante la cultura de la fracción social dominante (dominación), la recuperación del legado teórico y de la concepción ampliada de cultura de Antonio Gramsci se presenta, en la actualidad, como un factor imprescindible para los sujetos subalternos (individuos y pueblos) a la hora de construir los términos y estructuración de la liberación (comprensión-acción). La dominación es un fenómeno cultural y sólo comprendiendo el concepto de cultura en toda su amplitud, sus mecanismos de funcionamiento y su fenomenología, se puede llegar a entender los procesos de dominación.
Nos detendremos en los próximos puntos, en el análisis que Gramsci hizo del Estado y del poder o hegemonía, en el tratamiento de los cuales el autor hace constantemente referencia a la cultura como dimensión básica para la creación de situaciones de consenso o subversión.
2.El Estado en la modernidad: poder y autoridad
Existen dos elementos absolutamente necesarios para la existencia y reproducción de un Estado: el poder y la autoridad.
Por poder entendemos la capacidad o la fuerza de hacer alguna cosa. El poder es en el “nosotros” -en un individuo, un Estado, etc.- en relación con el “vosotros”, sobre los que ejercemos nuestro poder. Poder equivaldría pues, a coerción.
Por autoridad entendemos, tal y como define Max Weber en Economía y Sociedad (1922), aquello que, al contrario del poder, me es dado, reconocido, conferido por otros. A alguien se le confiere autoridad porque inspira respeto y confianza. Podríamos entonces traducir la autoridad como persuasión. 3
Consecuentemente, estos se conforman como los dos elementos necesarios para la salud del Estado. No obstante, la articulación de esta fórmula coerción-persuasión se ha expresado de manera distinta a lo largo de la historia.
No es hasta la modernidad que podemos identificar el segundo de los elementos, el elemento consensual, como una categoría asociada al Estado. El análisis teórico del Estado pre-moderno redujo éste a la noción de poder, en este período, la creación de autoridad estatal, la formulación de preceptos y reglas de conducta actuantes como prácticas de subjetivización que generaban las actitudes de cohesión voluntaria del individuo entorno al Estado, era una tarea que corresponde no al Estado sino a la religión. Desde el origen de la primera forma de Estado conocida en occidente, la primera gran monarquía medieval aparecida en la segunda mitad del siglo XII hasta terminado el proceso de revoluciones burguesas, la religión es el factor moralizador de la vida social. Ésta es el principal instrumento de control social. El Estado se identifica sólo a una simple estructura jurídico-política que es complementada, o a la que se le solapa, la acción de sujeción de la religión, garantizándole la eficacia de su dominio y la integración del hombre a su estructura.
Con la explosión revolucionaria mediante la cual la burguesía logró apoderarse de las riendas del poder e instaurar el Estado burgués moderno, se inicia un proceso socio-histórico de secularización o laicización del Estado. Cada vez menos, los individuos interpretan la vida personal y colectiva en base a cosmovisiones religiosas. Desde una perspectiva histórica, la modernidad supone que por primera vez, las explicaciones y legitimaciones religiosas del mundo pierden su plausibilidad para gran parte de la población y, en consecuencia, la legitimidad de lo político deja de pasar por lo trascendente o religioso. Por lo tanto, el nuevo reto que esta situación plantea al Estado moderno, es la necesidad para su supervivencia, como dice M. Calvo en La teoría de las pasiones y el dominio del hombre. Genealogía de la hermenéutica moderna del control social (1989), de “reconstruir los mecanismos de control social de la religión sin la religión” 4.
La función de la religión como mecanismo de control social, deben ser desarrolladas ahora, por un entramado nuevo de las formas del poder en el que se conjuguen, los contenidos de una ética social secularizada y las formas y prácticas de subjetivización, que hagan posible conectar los adentros psicológicos del hombre con los imperativos del orden social 5. El Estado burgués debe superar su interpretación histórica como mero conjunto de instrumentos de coerción, para pasar a interpretarse a si mismo, también como sistema de instrumentos de producción de liderazgo intelectual y de consenso. Debe pues, expandirse molecularmente, redimensionar su morfología de manera que le permita incorporar junto al elemento Estado-fuerza, una función educadora o de socialización.
Asistimos a una ampliación en la concepción del Estado, los aparatos ideológicos pasan a formar parte, como establecerán Nikos Poulantzas en Fascismo y Dictadura (1970) o Louis Althusser en Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado (1970), de los aparatos de Estado. En su nueva significación integral éste abarcará:
1) el elemento de reconocimiento o de legitimidad, que se da cuando los individuos reconocen un orden como legítimo. Este elemento representará en la modernidad, el elemento interno de caracterización del concepto Estado; y,
2) el elemento coacción, que actúan en el nivel de las “garantías” de la legitimidad y de la eficacia del orden estatal. La coactividad aparece ya no como elemento constitutivo, sino como una característica exterior del orden válido;
Tal complementariedad entre las condiciones externas del poder y las formas de subjetivización del mismo, son resumidas en la definición de Estado hecha por D. Grissoni y R. Magiori en su obra Leer a Gramsci (trad. 1974), partiendo como no, de la obra de Gramsci. 6
Los grandes aportes del autor italiano a la teoría marxista de la época que, hundida en el economicismo dogmático se mostraba totalmente incapaz de entender el Estado en toda su complejidad, giran, como es sabido, entorno a la dictadura de clase y su contenido de “hegemonía”, es decir, en el sentido del “consenso” con el que llega a contar la clase en el poder. Mediante sus escritos, Gramsci planteó un conjunto de ideas inéditas para la teoría del Estado y el poder, marxista y no marxista, existente hasta entonces y que, revolucionaron este campo de estudio. Ideas que prefiguran muchas de las que, varios decenios después de la redacción de Los Cuadernos, serían presentadas -como resultado independiente de sus propias reflexiones- por Michel Foucault 7. Detengámonos por ahora en la teoría de Gramsci.
3. La obra de Gramsci. Dificultades para leerla
Existen varias razones que hacen de la obra de Gramsci una obra de difícil lectura. Algunas de éstas son:
- Gramsci había sido fundador del PCI y durante la dictadura de Mussolini, era uno de sus máximos dirigentes, hecho que lo llevó a la cárcel. Es en condiciones de encarcelamiento (1926-1937) y, por tanto, de censura -a Gramsci le entregaban un cuaderno, cuando lo terminaba se lo revisaban y de pasar la censura le entregaban otro para que continuara-, que escribe la mayor parte de su obra, Los cuadernos de la cárcel. Por este motivo, tiene que usar códigos en su escritura, utilizando términos que encubrieran el tratamiento de temas que pudieran provocar se le retirara el privilegio de poder escribir, para referirse a Marx y Engels habla “del uno y del otro”, para hacerlo de Lenin dice “Ilici”, para decir filosofía marxista dice “filosofía de la praxis”, etc.;
- El carácter desordenado, fragmentado y en ocasiones inconcluso de sus escritos. Gramsci escribía sobre un tema, de repente lo hacía sobre otro para volver después al primero y así sucesivamente, llegando a encontrar incluso fragmentos que se contradicen abiertamente;
- La dificultad para encontrar su obra. Después de la muerte de Gramsci, su cuñada consiguió llevarse los originales a la Unión Soviética, donde tuvieron que esperar hasta el final de la II Guerra Mundial para poder pensarse en su publicación. En 1948 por primera vez, el PCI publica unos volúmenes agrupando la obra de Gramsci por temáticas, ésta no obstante, no sigue el orden cronológico que le dio el autor. Más tarde en 1975 se publicó la famosa Edición crítica que son los cuadernos publicados tal y como los escribió el autor. La publicación a otros idiomas de esta obra también ha tenido una historia complicada, hasta mediados de los 80 no se dispuso de una traducción no ya completa, sino confiable, de los cuadernos de cárcel en alemán. En español, empiezan a aparecer a finales de los 50 en Argentina algunos textos traducidos, pero no es hasta el año 2000, que la editorial Era, de México, ha consiguió completar la edición integra y crítica de los Cuadernos; y,
- La bibliografía pasiva. Durante muchos años Gramsci ha sido silenciado por el propio marxismo dogmático oficial o soviético. La instrumentalización que a lo largo de su historia, ha hecho el PCI y otros intelectuales de la obra de Gramsci, para justificar públicamente su apuesta por la moderación y el reformismo (eurocomunismo, “el compromiso histórico”, etc.) 8, llevó al rechazo de Gramsci por parte del resto de los Partidos Comunistas y a la eliminación de este en los estudios sobre marxismo. En la República Democrática Alemana, en la década del 80, se incluyó el estudio de Gramsci para los estudiantes de la carrera de filosofía en algunas universidades, pero en ninguno de los países del campo socialista europeo se utilizó su obra en la enseñanza de la filosofía marxista a los estudiantes de otras carreras. En Cuba, durante la década de 1960 en las selecciones de lecturas para los estudiantes publicadas por el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana se incluyeron fragmentos de El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce y Gramsci estaba incluido en la enseñanza de la filosofía en todas las carreras universitarias, a partir de 1971 pero, con la apropiación de toda la esfera académica y de la enseñanza cubana por parte del marxismo dogmático, este desaparece de los programas y no es recuperado hasta finales de los 80. 9
—fin del mensaje nº 1—
Última edición por Chus Ditas el Jue Ago 14, 2014 8:38 pm, editado 1 vez