Aunque el artículo sea viejo, considero que es de gran interés para conocer a fondo cómo son de corruptos y tiranos los grandes burgueses financieros.
Marc David Rich, the intouchable rich man
x Jesús Prieto- Cádiz Rebelde
No sé si conocen ustedes a Marc David Rich, un empresario judío que consiguió nacionalizarse español en 1.982 por obra y gracia del entonces ministro de Justicia de UCD, Pío Cabanillas Gallas, progenitor del también ex ministro -éste, peculiar vocero del Gobierno del Partido Popular hasta la última crisis- Pío Cabanillas Alonso. Mr. Rich tiene un apellido a la medida de su patrimonio. Es, sin duda, un hombre rico. Un auténtico rich man. Sin embargo, como suele suceder en la inmensa mayoría de estos casos, sus muchas posesiones no suponen necesariamente que Mr. Rich sea un hombre ejemplar. Ni muchísimo menos. Vean, si no, quiénes son sus amigos, socios y cómplices y, sobre todo, la procedencia de sus bienes.
Porque Marc Rich, según ha publicado recientemente la revista de investigación y de denuncia social Kale Gorria, es un delincuente de guantes inmaculados que esconden unas manos contaminadas hasta la náusea. Sin ir más lejos, hace veinte años ocupaba el sexto lugar en el escalafón de los criminales más buscados por el FBI. De su expediente, cabe destacar que está acusado por la Fiscalía de Nueva York de más de medio centenar de delitos financieros, habiendo sido considerado culpable de evadir cerca de 50 millones de dólares en impuestos, lo que, además de situarle el primero en la lista mundial de defraudadores fiscales, le habría supuesto, de haber sido detenido, una condena superior a los tres siglos de reclusión.
Pero Mr. Rich no es Al Capone. Scarface era, a su lado, un pobre y patético hampón de poca monta, sin verdaderos amigos influyentes y sin el dominio de unas tecnologías aún por descubrir. Todo lo contrario que este hábil pirata financiero que parece gozar de absoluta impunidad y que maneja y domina las vidas y haciendas de importantes políticos y empresarios gracias al complicado entramado que ha urdido a lo largo de los años y, fundamentalmente, a su proverbial carencia de escrúpulos.
Bautizado como Goldfinger por la élite política latinoamericana, ha salido bien parado de todos y cada uno de los muchos delitos que ha cometido. No en balde sus tentáculos alcanzan los centros neurálgicos del verdadero poder planetario. Así, ha estado involucrado en el cobro de lucrativas comisiones ilegales -lo que le supuso la apertura de múltiples diligencias judiciales por la Corte de Justicia londinense de Strand-, en el blanqueo de cantidades astronómicas de dinero, en varios episodios de extorsión en distintos lugares del orbe, en el tráfico de armamento con destino a países africanos con conflictos e, incluso, a la antigua Yugoslavia, donde aprovisionó a Milosevic -cuyos asesores políticos y financieros trabajaron para Rich y la CIA- y abrió fundaciones en Bosnia, Eslovenia, Croacia y Serbia. Con ellas se dedicó a comprar periodistas y consiguió neutralizar a aquellos que osaron oponerse a sus planes. Sus éxitos en esta nueva línea de negocios le abrieron las puertas para colaborar con uno de los reyes mundiales del comercio ilegal de material bélico, el protegido del Mossad israelí Shaul Eisenber, uno de los hombres más peligrosos del planeta. Inmerso ya en la infinita espiral de relaciones poco o nada recomendables, el también judío George Soros, considerado el más importante financiero y asesor de compañías transnacionales, reclamó sus servicios como "colaborador".
No hay escenario geográfico susceptible de ser esquilmado que escape a la voracidad de este facineroso; tampoco, claro, la vieja y deprimida Rusia. En ella, alentó y financió la corrupción política a discreción, hasta que sus tejemanejes fueron detectados por un juzgado de Nueva York, que impuso fuertes sanciones a unas cuantas de sus sociedades mercantiles que servían de tapadera para sus turbios asuntos. No obstante, tuvo tiempo de camelar a Raissa Gorbachova y después a Boris Yeltsin, promoviendo recortes de ayudas públicas hasta lograr que las industrias rusas acumularan importantes deudas. Fue el momento que esperaba para comprarlas a bajo precio.
Comenzó a enriquecerse en los años 80 negociando con petróleo en países embargados como Iraq, Libia, Irán, Nigeria y Sudáfrica. Hoy, ya en la cima, es el más grande productor mundial de metales para aleación (aluminio, zinc, plomo y cobre) -explota el monopolio de varios minerales en Perú, Chile, Brasil y Venezuela-, además de ser también el mayor evasor de impuestos del orbe. Pero sus intereses están tan diversificados que, por ejemplo, comparte accionariado con los Rochild y los Mitterrand en la empresa Alfa Jet, pertenece al consejo de administración de la legendaria productora cinematográfica 20th Century Fox y figura como asociado de Lord Carrington -el magnate de los medios de comunicación que fuera secretario general de la OTAN antes que Solana- en el grupo de empresas Kissinger Associates, perteneciente al entorno familiar del que fuera secretario de Estado de los EE.UU., Henry Kissinger.
Sus incursiones en la alta política han tenido importantes efectos inmediatos, recompensables, claro, en el futuro, y han ido desde cambiar la historia de Nigeria financiando el golpe de Estado de los militares y políticos corruptos a las órdenes de Sani Abacha, hasta contribuir con la nada despreciable cantidad de 600.000 dólares al Partido Demócrata de los EE.UU. para apoyar la campaña electoral del actual presidente George Bush Jr., pasando por inversiones aparentemente menores, pero muy rentables a medio plazo, como las cantidades con las que ayudó al Gobierno de Sudáfrica o las asignaciones periódicas a Fuji Mori que gozaban del visto bueno de la CIA. Respecto a sus relaciones con Bushijo, hay que tener en cuenta que nada menos que el hoy asesor de Seguridad Nacional del Gobierno de los EE.UU. -Lewis Libby, uno de los cerebros de la inminente agresión a Iraq-, trabaja para Rich como abogado particular, mientras que el secretario del Tesoro, Paul O'Neill, estuvo asociado con él. Otro de sus abogados de más confianza, Jack Quin, que fuera consejero legal de Bill Clinton hasta 1.997, fue también, curiosamente, el máximo responsable del equipo del ex vicepresidente Al Gore, el candidato rival de George Bush que quedaría a las puertas de la Casa Blanca. Rich apostaba a todos los caballos a la vez.
La tela de araña va atrapando a todos, comprando silencios o canjeándolos por favores no menos valiosos. Por eso, no es extraño que, hace solamente dos años, en el mes de enero de 2.001, el todavía presidente Bill Clinton le indultara, atendiendo una petición internacional de personas muy influyentes, a través de un decreto que contemplaba, además, la amnistía de su propio hermano, Roger Clinton, condenado por narcotraficante.
Sus simpatías con el sionismo, añadidas a sus relaciones con el Mossad, le llevaron a financiar también la última campaña electoral del genocida Ariel Sharon. Pero sus conexiones con los servicios secretos del Estado de Israel, no son sus únicas actividades como espía. En más de una ocasión se ha presentado como representante de la CIA, sin hacer ascos al aparato de Inteligencia del Reino Unido en los tiempos de Margaret Thatcher con la que siempre ha mantenido una buena relación, tan buena que la Dama de Hierro le premió convirtiéndole en uno de los principales beneficiarios de la política de privatizaciones que su gobierno desarrolló en la década de los 80. Pero hay más. Hay tanto que hasta la prolífica imaginación de John Le Carré quedaría desbordada ante la realidad de este siniestro personaje. Porque, por si faltaba algún ingrediente, Marc David Rich colaboró también con el BCCI, una de las principales pantallas financieras, controlada conjuntamente por el MI 6 británico y la CIA, de la que salió el dinero para cubrir los gastos de muchas intervenciones de la "Contra", el ejército de mercenarios que combatió permanentemente al Frente Sandinista de Liberación Nacional desde el mismo momento del triunfo de la revolución en Nicaragua.
Decía más arriba que Bill Clinton indultó a Marc Rich, pero, ¿saben ustedes quiénes promovieron la petición de gracia? Lean algunos de los nombres y cargos: el premio Nobel de la Paz, Simón Peres; el primer ministro de Israel, Ehud Barak; el alcalde de Zurich; el alcalde de Jerusalén, y un largo etcétera. Pero, también intercedieron fervientemente ante el presidente de los EE.UU. algunas personalidades españolas. ¿Adivinan de quiénes se trata? Sigan leyendo: el vicepresidente de la CEOE, Fernando Fernández Tapias; el premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela y.... ¡Sí! ...el Jefe del Estado español en persona, Juan Carlos de Borbón y Borbón.
Aunque no acaban aquí las conexiones de Rich con la cúpula del Estado español. Pero vamos por partes. Fernando Fernández Tapias tiene negocios de aluminio en Brasil comunes con Goldfinger. Por otro lado, ya hemos dicho que Marc Rich traficó con petróleo embargado en Nigeria; lo curioso es que era el monarca Juan Carlos I, el que ejercía de intermediario entre los productores embargados y el propio Estado español. Valga como dato que el borbón contactó con los responsables nigerianos para pedirles el rescate de un naviero español que resultó apresado cuando traficaba con crudo en aquel país. La conexión de Rich con La Zarzuela se amplía y ramifica a través de su asociación comercial con Luis Gómez-Acebo, casado con Pilar de Borbón, hermana mayor de Juan Carlos y, por lo tanto, cuñado del monarca. Goldfinger aún dio un nuevo golpe de efecto y creó la Fundación Rich, presidida hasta su muerte por el flamante marqués de Iría-Flavia, es decir, el aspirante a delator franquista, Camilo José Cela, y en la que colaboraron activamente la mismísima reina Sofía y su hermana Irene de Grecia.
El culebrón continúa con la implicación de pesos algo menos pesados, como los ex ministros Romay Beccaria y Celia Villalobos -casada con el maquiavélico Pedro Arriola, asesor personal de José María Aznar- que también figuran como colaboradores de la Fundación Rich. Otro socio de este bien relacionado hombre de negocios es Isaac Querub, miembro del Consejo de Administración de Asturiana de Zinc, presidida por Francisco Sitges, íntimo amigo de Juan Carlos I. Marc Rich cuenta, por supuesto, con muchos más apoyos; por ejemplo, el del empresario catalán Ramón Fiter, el testaferro de Javier de la Rosa, cerebro del sonado asunto KIO y asesor del monarca, aunque hoy se encuentra caído en desgracia a raíz del amago de chantaje al rey en un último intento de eludir la prisión.
Dicen que Dios los cría y ellos se juntan. Quizás por eso Marc David Rich, a mediados de la década de los 80, se hizo más que amigo de Javier Corcuera y de Enrique Múgica, por entonces titulares respectivamente de las carteras ministeriales de Interior y de Justicia, siendo presidente del Gobierno Felipe González. Por aquellas fechas, el FBI se quejó de que autoridades españolas del máximo nivel obstaculizaron sistemáticamente, consiguiendo impedirlas, las pretensiones de los federales de los EE.UU. de detener y extraditar a Goldfinger.
El rosario de contactos de este personaje es interminable. Así, entre sus colaboradores se encuentran Petra Mateos y León Benelbas, que ostentaran cargos de la máxima responsabilidad en el Ministerio de Economía y Hacienda, y, además, es socio del fundador de la CEOE, el millonario judío Max Mazín.
En fin, nos hallamos ante un hombre con poder suficiente para provocar un aumento del 20 % en el precio del oro en Europa, como hizo en el año 1.993; para monopolizar el sistema cambiario europeo a través de su control del Banco Citicorp, el más importante de los EE.UU.; o para, también en los 90, reunir más de 10.000 millones de dólares y desestabilizar varias monedas europeas -entre ellas la lira italiana, la libra esterlina y el marco alemán- en su exclusivo beneficio.
Sus negocios en el Estado español, además de los ya mencionados, pasan por algunas "chapuzas" un tanto sorprendentes. Por ejemplo, estuvo implicado junto a Mario Conde en el affaire Banesto y fue socio de un condenado en la misma operación de estafa bancaria, el contrabandista Jaques Hachuel -propietario, además, de la empresa H. Seguridad, utilizada frecuentemente por el Mossad-, con el que se vio involucrado también en el fraude del IVA que tuvo lugar en 1.990. Otros "negocios" dieron menos que hablar. Así, discretamente, manejó el 2% del Banco Hispano Americano y ayudó a Bankinter a asaltar el mercado de la alimentación a finales de la década de los 80. Estuvo asociado a Caja Madrid, trató en vano de hacerse con Catalana de Gas y adquirió -esta vez con éxito- la cadena de hoteles Tryp, vendiéndola posteriormente al grupo Sol Meliá por 60.000 millones de pesetas.
Podríamos seguir indefinidamente narrándoles la vida y milagros de este hombre sin escrúpulos. Me conformaré, sin embargo, con contarles la penúltima: Marc David Rich es -no podía ser otro-, a través de la compañía Alfa Group, el dueño del fuel oil que viajaba a bordo del Prestige, junto a una importante carga no declarada de armas con destino a Arabia Saudí. Es, pues, el propietario del chapapote asesino. Pero no se extrañen, aún hay cosas peores. Siguiendo su viejo método de aprovecharse de los países embargados, Marc Rich maneja un contrato multimillonario de intercambio de crudo por alimentos con Iraq, el país amenazado, precisamente, por los amigos del propio Rich. Y, para terminar por el momento, un último dato vomitivo: Alfa Group y Marc David Rich, pueden llegar a cobrar el seguro al 110 % del crudo del Prestige en este mes que comienza. Mientras, las ayudas prometidas por el Partido Popular no compensarán siquiera el 5 % de las pérdidas. Por favor, que nadie me vuelva a hablar de terrorismo.
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