HACIA RUTAS SALVAJES (Into the wild - Sean Penn, 2007 -): Sobre la discordia y el malestar del ser.
Hacia rutas salvajes (2007) es una de las siempre interesantes incursiones que el actor Sean Penn ha hecho en el mundo de la dirección cinematográfica. Basada en el notable libro del alpinista y escritor Jon Krakauer, la película, del mismo título que el libro, nos narra la historia del joven Christopher McCandless, alias "Alexander Supertramp", quien a sus veinticuatro años fue hallado muerto en 1992 en un antiguo autobús abandonado a modo de refugio en las desoladas tierras de Alaska. La narración de la tragedia y las primeras investigaciones realizadas por Krakauer y publicadas en la revista Outside en el mismo año suscitaron un gran interés por la historia y aventura de este joven y derivaron posteriormente en 1996 en la publicacion del libro Into de Wild (Hacia rutas salvajes) con una investigación mucho más profunda y elaborada. La película es una muy buena adaptación del libro y de su espíritu, si bien hay algunos detalles inmportantes que se hallan en el libro y que la película no puede recoger en toda su extensión. La película cuenta con la reconocida interpretación de Cristopher por parte de Emile Hirsch, acompañado por William Hurt (Walt McCandless), Marcia Gay Harden (Billie McCandless) y Jena Malone (Carine McCandless) entre otros.
Sean Penn y Emile Hirsch
I. EL ARGUMENTO DE LA PELÍCULA.
Cristopher es un joven norteamericano de veintidos años que tras graduarse en sus estudios decide abandonar a su familia (que ya hasta su muerte no tuvieron más noticias de él) y su estilo de vida para embarcarse en un largo recorrido por tierras norteamericanas (California, Oregón, Dakota del sur, etc) en las cuales fue tomando figura el impulso de vivir una temporada sólo en la Naturaleza, eligiendo para ello las complicadas tierras de Alaska, en una zona conocida como la Senda de la Estampida. Al llegar a estas tierras encontró un autobus abandonado a modo de refugio (el autobús mágico) del que hizo su morada. La realización de este proyecto le costó la vida al complicarse su salida, debido al deshielo, por la crecida del río Teklanika que le cortó el paso. La Naturaleza que debía albergarle fue, poco a poco, mostrando también su faz más hostil hasta fallecer por inanición por lo que parece que fue la intoxicación debida a la ingestión de alguna planta, fruto o semilla tóxica. La película se divide en cinco fases que hacen referencia a su evolución a esos dos años de vida nómada por las tierras norteamericanas: mi propio nacimiento, adolescencia, adultez, y sabiduría
Arriba Cristopher McCandless, abajo su intérprete: Emile Hirsch.
La historia de Cristopher nos ofrece un marco de reflexión que nos permite contemplar su peripecia desde distintas perspectivas y puntos de vista. Más allá del marco psicológico que, obviamente, tendrá su lugar, la historia nos ofrece otro marco de reflexión que se enmarca dentro del conflicto entre Civilización y Naturaleza y el alejamiento progresivo que para el ser humano implica la una de la otra. Antes de clasificar, como así se ha clasificado por muchos, la historia de Cristopher como una tontería sin sentido o una locura de un joven arrogante enfrascado en una loca y peligrosa aventura, de la misma manera que ha despertado la admiración por las motivaciones que parecía tener. Creo que más allá de deplorar o exaltar su vivencia, es justo concederle el ejercicio de la reflexión. La exaltación del mundo de la Naturaleza por encima de la Civilización aparece en muchas ocasiones como una compensación de la locura que nuestro mundo civilizado también imprime al ser humano. Las reflexiones de filósofos como Rousseau o Thoreau, o escritores como Tolstoi o Jack London (frecuentados, con la excepción de Rousseau, por el joven Cristopher) ya se han desplazado por esta tensión existente con la que el hombre vive dicho conflicto. Que evidentemente el proyecto de vivir en la naturaleza salvaje de las tierras de Alaska tuvo las funciones de un "ritual iniciático" para Cristopher lo dejan claro sus propias palabras:
Hace dos años que camina por el mundo. Sin teléfono, sin piscina, sin mascotas, sin cigarrillos. La máxima libertad, un extremista, un viajero esteta cuyo hogar es la carretera. Escapó de Atlanta, jamás regresará. La causa: "no hay nada como el oeste". Y ahora, después de vagar dos años por el mundo, emprende su mayor y última aventura. La batalla decisiva para destruir su falso yo interior y culminar victoriosamente su revolución espiritual. Diez días y diez noches subiendo a trenes de carga lo han llevado al magnífico e indómito Norte. Huye del veneno de la civilización y camina sólo por el monte para perderse en una tierra salvaje. (Alexander Supertramp, 1992) [1]
Hacia rutas salvajes se corresponde al típo de película que Jordi Batlló y Xavier Pérez clasifican como "en busca del tesoro" y de ciertas road movies que definen como:
Un viaje donde curiosamente no existe encargo (al contrario, es el viajero quien quiere escapar del hogar donde insisten para que se quede) ni tampoco un objetivo final definido. En estos films de frontera parece importar únicamente la parte central: el viaje accidentado, los aliados en el camino, la necesidad de movimiento; como si detenerse equivaliera a morir. Héroes que saben que la felicidad es un bien escaso, y que si existe sólo puede encontrarse en el nomadismo, en la huida sin fin. Una disposición argumental y anímica, una metáfora del espacio que es capital en la conciencia moderna. [2]
Sin embargo, y para empezar nuestro comentario, me gustaría comenzar por hacernos una pregunta. ¿Porqué esa decisión de cortar todo tipo de comunicación con su familia? Empezaremos por esta vertiente netamente psicológica para, poco a poco, introducirnos en la ruta que llevará nuestra reflexión.
El autobús que sirvió de refugio a Cristopher McCandless en su estancia en Alaska
II. RELACIONES FAMILIARES.
Es evidente que la película, y aun más el libro de Krakauer, ponen de relieve las dificultades de la relación de Cristopher con sus padres. Sólo la relación con su hermana Carine era intensa, y a pesar de ello incluso con ella cortó todo tipo de comunicación durantes estos dos años y cuatro meses. En distintos momentos de la película se pone de relieve esa dificultad que deja entrever los efectos de un padre exigente y autoritario (Walt McCandless es un ingeniero catalogado de un genio en su campo que trabajó para la NASA y que luego, con su mujer, fundó una empresa exitosa sobre su misma especialidad) y de unas relaciones dificultuosas e incluso violentas entre sus padres, en especial, desde la fundación de la empresa que ambos constituyeron, y que les llevaron a un abandono de las relaciones con sus hijos. Veamos las siguientes palabras:
Tanto el padre como el hijo eran intransigentes y excitables. Dada la necesidad de controlar de Walt y el caracter exageradamente independiente de Chris, el enfrentamiento fue inevitable. Mientras estudió, Chris se sometió a la autoridad paterna hasta extremos sorprendentes, pero lo hizo a costa de acumular un resentimiento cada vez mayor. Fué obsesionándose por lo que percibía defectos morales de su padre, la hipocresía del estilo de vida de su familia, la tiranía de su amor con condiciones. Al final se rebeló, y lo hizo con la desmesura que le caracterizaba. [3]
William Hurt y Marcia Gay Harden en los papeles de Walt y Billie McCandless
Sin embargo, hay un hecho que se relata en el libro y que en la película no se cita y que afectó especialmente a Chris y que parece ser que fue determinante. Krakauer lo relata, además, poniendolo en relación al propio ejemplo con su propio padre, evidenciando así ciertos parecidos en los comportamientos de ambos. A través del contacto con diversos familiares Chris se enteró de una dolorosa historia envuelta en la relación de Walt con Billie y con la que fue su primera esposa, Marcia. La historia descrita por Krakauer es la siguiente:
La separación entre Walt y su primera esposa, Marcia, no había sido facil. Mucho tiempo después de haberse enamorado de Billie y de que esta diera a luz a chris, Walt seguía viéndose con Marcia en secreto, dividiendo su tiempo entre dos casas y dos familias. Para mantener el engaño, contó mentiras que al final se descubrieron y dieron pie a nuevas mentiras para justificar las mentiras anteriores. Dos años después de que Chris naciera, Walt tuvo otro hijo con Marcia, Quin McCandless. Cuanbo la doble vida de Walt fue descubierta, la revelación hirió a todas las partes implicadas, que sufrieron terriblemente. [4]
El descubrimiento de toda esta historia paterna llevó a Chris a desarrollar un fuerte resentimiento hacia su padre, a quien empezó a juzgar como un hipócrita que había predicado unas cosas y actuado otras bien distintas. Es decir, que al resentimiento que parecía consumir a Chris por la dureza y al autoritarismo paterno se le añadió el resentimiento de lo que Chris consideró la traición relacionada con la falsedad del padre. Krakauer hace un diagnóstico más que probable:
Tras descubrir las circunstancias del divorcio de Walt, tuvieron que pasar dos años para que el odio de Chris empezase a aflorar, pero al final ocurrió lo inevitable. No estaba dispuesto a perdonar los errores de juventud de su padre y aun menos sus intentos de ocultarlos. Más adelante dijo a Carine y a otrosque el engaño urdido por Walt y Billie había convertido "toda su infancia en una ficción". Sin embargo, nunca se enfrentó con sus padres para plantearles lo que sabía, ni en aquel momento ni más tarde. En lugar de ello, eligi´´o mantener en secreto una información que le hacía daño y expresar su rabia de modo indirecto, a través de un silencio hosco. [5]
Sean Penn con Jon Krakauer
III. EL CARACTER OBSESIVO: ENTRE EL SOMETIMIENTO Y EL SADISMO.
La reacción de Chris de condena a su familia a ese "silencio hosco" cabe reflexionarla desde una estructura obsesiva. Observamos en ella algunas de sus características. Surge una pregunta inevitable tras leer el comentario de Krakauer: ¿A quién se dirige ese "silencio hosco"? Vamos a centrar nuestro comentario en dos aspectos fundamentales del caracter obsesivo.
- La rivalidad con el padre.
Lacan ya nos indicó que una característica del obsesivo es la rivalidad con el padre, de la misma manera que también nos indica que en el punto máximo de entrega y sometimiento al otro, es el momento donde el sujeto se eclipsa y surge el sadismo. Durante largo tiempo Chris se sometió a la autoridad paterna de manera total, pero justo en ese extremo de sometimiento, es donde también se incuba el resentimiento. De él surgió el Chris que sin mediar palabra, a través del silencio impuesto por su ausencia, abandono su familia hasta el día de su muerte. ¿A quién se dirige ese "silencio hosco"? Es un silencio creado para la mirada del padre. Un silencio transformado en acusación y venganza. Un silencio a una injusticia, a la vez que a una falsedad que lleva a Chris a postularse como ejemplo de lo que no fue su padre: la honestidad y la verdad, a la vez que en implacable vengador (surge el sadismo). Chris se erige en un claro ejemplo de una característica de los obsesivos:
Muchos obsesivos luchan por la "única verdad", el "unico camino verdadero", "la mujer correcta" y demás, y sus ideales son tan elevados que resultan irrealizables y ningún esfuerzo humanamente posible parece lo suficientemente grande para constituir un genuino paso en dirección al ideal; por lo tanto no hacen nada. [6]
Pero el caso de Chris no es el de "no hacer nada". La maniobra de Chris es su elaboración como el opuesto del padre y hace de la honestidad y de la verdad, ante lo que considera la hipocresía de sus principios y su falsedad, su divisa. Y aun algo más, hace de la Naturaleza el lugar en la que se halla la verdad del hombre. Lector de Thoreau cita en la película las siguientes palabras (que se hallaron subrayadas en el libro Walden. La vida en los bosques que se encontró en el autobús donde falleció) que parecen un resumen de su decisión y de su rebelión:
Dadme la verdad antes que el amor, el dinero y la fama. Me senté a una mesa en la que había buena comida y vino en abundancia y un excelente servicio, pero no había ni sinceridad ni verdad; y me marché con hambre de aquel banquete inhóspito. La hospitalidad era glacial como los hielos. [7]
Dadme la verdad antes que el amor, el dinero y la fama.
En realidad el silencio de Chris hacia su padre y, por extensión a toda su familia le abandonó a una estrecha relación que Chris estableció con su propio superyó. Yo tengo la sensación que el final de Chris en tierras de Alaska, su muerte en sus desolados territorios, no es más que la consecuencia de su fidelidad a su propio imperativo superyoico en una fiel imagen de la demanda insaciable que éste representa.
- No ceder al deseo del Otro.
Es en la relación con la Naturaleza y el nomadismo, el no atarse a ninguna relación, donde Chris encontró su manera de no ceder al deseo del Otro. Eso, y el ideal con el que invistió su estancia en Alaska y que debía ser su batalla decisiva para destruir su falso yo interior y culminar victoriosamente su revolución espiritual. Expresión ésta que, en si misma, ya suena sospechosamente a imperativo superyoico. A pesar de la fuerte impresión que la personalidad de Chris dejó en todos aquellos que conoció (su determinación y su vitalismo, su honestidad) a lo largo de sus viajes (como va recogiendo la película en sus encuentros con Rainey y Jan Burres, Wayne Westenberg, Ron franz, Tracy Tatro), y el fuerte apreció que suscitó en muchos de ellos siempre siguió su camino en solitario. Chris siempre mostraba esta oscilación entre una fuerte necesidad de relacionarse para luego desaparecer en la soledad de su camino, de su viaje. Nunca se quedaba demasiado tiempo, como si buscara que la implicación emocional no le apartara de la búsqueda de su verdad. Pero esa búsqueda en realidad le libraba de entrar en su vertiente agresiva, la misma agresividad y sadismo con la que "castigó" a su familia con el silencio absoluto, o en lacaniano:
Lacan plantea que el fantasma del obsesivo es un fantasma sádico. El obsesivo que se presenta tan oblativo, dispuesto a satisfacer las demandas, cercano, simpático, solidario, encubre bajo ese amor al Otro su fantasma sádico inconsciente. Y para seguir desconociéndolo ese fantasma sádico de destrucción, el sujeto va a hacer todos esos montajes. [8]
Es importante observar que el ideal con el que Alaska queda investido (destrucción del falso yo interior, revolución espiritual) se relaciona con esa tendencia del obsesivo a alienar su deseo con imágenes e ideales. Y siguiendo ese hilo, en realidad observamos en Chris que se elabora como el ideal - el yo ideal - de un superyó que le exige honestidad, verdad y justicia a la vez que le exige el imperativo de gozar (¡¡goza!!). Un imperativo que parece decir por un lado: ¡No seas como tu padre! Y que, a la vez, le dice: ¡¡Goza!! - Vimos eso claramente en el comentario a la película Aflicción (Paul Schrader, 1997) -. Eso le convierte en un ferviente creyente de sus introyecciones. Un imperativo que le lleva a tener que ser extremadamente fiel a sus creencias hasta asumirlas como verdades incuestionables y en la que dicha verdad se sostiene sobre la congruencia entre su enunciado y la acción con las que van acompañadas (a diferencia de su padre). Al mismo tiempo las introyecciones que fundamentan este imperativo implica la represión de aquel que le obliga a gozar y que, como dice Lacan, se convierte en el auténtico fantasma del obsesivo. Vimos antes que el punto máximo de entrega y sometimiento al otro, es el momento donde el sujeto se eclipsa y surge el sadismo. La oscilación de Chris entre su necesidad de relacionarse y sus desapariciones tienen que ver con eso... El regreso al viaje, al camino le aleja de ese punto de transición donde el sometimiento se transforma an sadismo como ocurrió en la relación su padre y su familia. Por otro lado. y desde esta perspectiva, podemos también considerar su relación con la Naturaleza como un desplazamiento (que no sublimación) de sus impulsos reprimidos...
El encuentro con la Naturaleza Indómita de Alaska
En el ejemplar encontrado en el autobús de Walden. La vida en el bosque (Thoreau), se encontró subrayado:
La castidad es el florecimiento del hombre; y lo que llamamos Genio, Heroísmo, Santidad y otras cosas parecidas son los frutos que genera.[9]
Dentro de esta dinámica cabe concebir también su relación con Tracy Tatro (Kristen Stewart, la protagonista de la saga Crepúsculo), la joven adolescente que se enamora de Chris y que en una escena la hace bien explícito su deseo sexual por él. Chris curiosamente se mantiene en una relativa distancia de ella manteniéndola como una amiga. Como todas las relaciones que mantiene, todas ellas siempre son mantenidas a una cierta distancia, a pesar de la profundidad que puedan alcanzar, hasta que finalmente se va, las separa... Ninguno de los muchos testimonios de aquellos que conocieron a Chris habla de que le viera intimando con alguna joven. Probablemente el sexo fue también una intimidad de la que se mantuvo alejado como demuestran sus subrayados y notas acerca de libros como el citado de Thoreau (que hizo de la castidad un valor) o La sonata Kreutzer de León Tolstoi donde también se abordan las virtudes de la castidad. Dice Krakauer al respecto:
parece como si McCandless hubiera sido movido por una especie de sed que suplantaba el deseo sexual. En cierto modo, esta sed era demasiado fuerte para que el contacto humano la saciase. Puede que McCandless se sintiera tentado por las pasiones que le ofrecían las mujeres, pero tales pasiones palidecían en comparación con la perspectiva de un encuentro tempestuoso con la naturaleza, con el cosmos mismo, que era lo que le arrastraba hacia Alaska. [10]
Chris con Tracy
He querido poner de relieve esta relación de Chris con Tracy porque nos invita a seguir y reflexionar con el objetivo del siguiente punto.
IV. LA FALLA DE LA METÁFORA PATERNA Y EL EXCESO DE GOCE: la gran comunión.
Dice Thoreau:
La mayoría de los hombres viven una vida de tranquila desesperación. Lo que llamamos resignación no es más que una confirmación de lo que llamamos desesperación. De la ciudad desesperada pasamos al campo desesperado, y tenemos que consolarnos con la magnificiencia de los visones y ratas almizcleras. Hasta detrás de los llamados juegos y diversiones de la humanidad se encuentra una desesperación estereotípica, aunque inconsciente. No hay diversión en ellos, porque esta viene sólo después del trabajo. Pero no hacer cosas desesperadas es una característica de la sabiduría. [11]
H. D. Thoreau
Esa desesperación a la que Thoreau hace referencia nos recuerda los conceptos de discordia primordial en Lacan o de malestar (de la cultura) en Freud. La discordia primordial de Lacan haría referencia al sentimiento de incompletitud que el ser humano percibe en sí mismo y en su existencia, mientras que el malestar de Freud se refiere más al conflicto que la civilización le plantea al ser humano y que es vivido y sentido como un malestar resultado de la represión que se le impone a sus impulsos o pulsiones y a sus instintos. Thoreau ejemplifica este malestar cuando al hablar de la diversión de ciertos juegos del hombre civilizado la pone en duda "porque esta viene sólo después del trabajo". Algo que se observa en filósofos y poetas como Thoreau (también en Rousseau o Ralph Waldo Emerson, y en grado distinto en Walt Withman) en relación al hombre y la Naturaleza es el intento que se plantea de la vuelta a los orígenes, la reintegración a una "madre" Naturaleza en la que el malestar y especialmente la discordia desaparece en una visión fundamentalmente "buena" de ella. Veamos un ejemplo en el siguiente fragmento de Walden:
Hace una tarde deliciosa, en la que el cuerpo es un único sentido y y se llena de placer por cada uno de sus poros. Voy y vengo en la Naturaleza con una extraña libertad , como parte de ella misma. Mientras camino po la orilla pedregosa de la laguna, en mangas de camisa, a pesar de que el día es frío, nublado y ventoso, no veo nada particular que atraiga mi atención: me siento inusualmente cercano a todos los elementos. Las ranas toro trompetean para anunciar la noche y el viento ondulante me trae la nota del chotacabras desde la orilla. La afinidad que siento con las palpitantes hojas de los alisos y de los álamos casi me corta la respiración, pero al igual que la del lago, mi serenidad se riza sin llegar a perturbarse. Estas pequeñas olas, levantadas por el viento de la tarde, están tan lejos de la tormenta como la tersa superficie reflectora. Aunque ya oscurece, el viento sopla y ruge aún en los bosques, las olas siguen chocando y algunas criaturas acallan al resto con sus cantos. [12]
Hallamos declaraciones parecidas en Rousseau:
Rousseau
Iba con paso tranquilo en busca de un lugar salvaje en el bosque, un paraje abandonado donde nada que mostrara la mano del hombre pudiera anunciarme la servidumbre y la dominación, un refugio donde pudiese creer que era el primero en entrar y donde ningún tercero inoportuno viniese a interponerse entre la Naturaleza y yo. Una nueva magnificiencia parecía desplegarse ante mis ojos [...] Luego, mi espíritu se perdió en esta inmensidad [...] Creo que, de haber desvelado todos los misterios de la Naturaleza, no me habría sentido en un estado tan delicioso como aquel éxtasis aturdidor [...], que en la agitación de mi arrebato me hacía exclamar de tanto en tanto: "¡Oh gran Ser! ¡Oh gran Ser!", sin poder decir ni pensar nada más. [13]
Algo que observamos como una similaridad en Chris McCandless, Thoreau o Rousseau en la cuestión que nos trae, es la importancia de la soledad "donde ningún tercero inoportuno viniese a interponerse entre la Naturaleza y yo". Dice Thoreau:
Creo que es saludable estar solo la mayor parte del tiempo. La compañía, incluso la mejor, se hace pronto cansina y nociva. Me encanta estar solo. No he encontrado un compañero que me acompañe mejor que la soledad. Normalmente estamos más sólo cuando nos reunimos con los demás que cuando permanecemos en casa. [14]
Rousseau también menciona la palabra "refugio". Es significativa, como lectura desde un punto de vista del caracter obsesivo, la referencia del refugio a esa ausencia del tercero que no es más que la ausencia del "Otro" como algo que nos permite zafar la demanda y nos lleva a abandonarnos al goce de lo que Safranski denomina "la gran comunión" y que se corresponde con la idea del "sentimiento oceánico" que Freud tomó de Rostand en el "Malestar de la cultura". Esos sentimientos se caracterizan por la rotura de límites, por los sentimientos de fusión y autosatisfacción... e incluso por la eliminación de cualquier tipo de consciencia reflexiva para ser hecho puro (Rousseau y algunos místicos describen con claridad dicho estado).
Hacia rutas salvajes: la gran comunión.
Cuando indiqué que la relación de Chris con la Naturaleza y el nomadismo parecían un desplazamiento de sus impulsos reprimidos me refería aquí al goce, goce entendido como una experiencia de fusión con el todo que cabe entender como fusión con lo materno, un retorno a la gran comunión, al sentimiento oceánico, una vez más el retorno a lo materno de Withman tras "los portales de la muerte". Goce prohibido y a la vez exigido por el superyó implacable del obsesivo.
Para que esto suceda nos encontramos ante otra característica del obsesivo y que tiene que ver con un fallo en el papel de la metáfora paterna, fundamental en el complejo edípico, y entendida esta como la ley del intercambio que dicta la separación de las generaciones y que podríamos formular de una manera gráfica como: Hijo, no desearás a tu madre. Madre, no retendrás a tu hijo. Y con el tiempo, cuando crezcas, ya como hombre tu desearás a otra mujer. Algo falla en el papel del padre en el obsesivo en su papel de interdictor del deseo del hijo y de la madre. Es como si en esta falla se invirtiera el enunciado de la ley y se dejara al hijo a merced de la madre y que lo que se prohibiera, como consecuencia de ello, fueran las otras mujeres. Por eso el obsesivo niega su deseo, porque éste queda atrapado en lo materno, le pertenece a ello. Eso abandonaría al obsesivo a ese exceso de goce que le habita y sólo el mecanismo de desplazamiento de ese impulso incestuoso a la relación con la Naturaleza - en los casos que citamos - evita la relación que dicho goce tiene con la ley del superyó y el conflicto que establece con las otras normas interdictoras que éste implica. Su coste, en el caso de Chris: el aislamiento, la necesidad de soledad y el nomadismo geográfico y relacional.
El autobús mágico en la nieve...
V. MÁS ALLÁ DE LA PSICOLOGÍA: EL CONFLICTO CIVILIZACIÓN-NATURALEZA.
No obstante, y ya más allá de lo psicológico, Chris McCandless plantea un problema que está en el núcleo de la civilización y de su patología. La vida del hombre somo sujeto social y cultural a través de la historia nos muestra un hombre progresivamente más y más desarraigado de la Naturaleza y más sometido a las "leyes de la civilización" cuanto más esta se desarrolla, leyes que progresivamente se han ido construyendo sobre y en detrimento de la Naturaleza y de nuestra propia pertenencia a ella. Somos civilización y naturaleza, pero el drama de la civilización, y esencialmente de la civilización occidental es que como un virus infeccioso o un cáncer se construye arrogante destruyendo aquello de lo que finalmente hemos surgido, de la Naturaleza. Thoreau dice:
El naturalista Darwin dice, refiriéndose a los habitantes de la Tierra del Fuego, que mientras su cuadrilla de "hombres bien vestidos estaba sentada cerca del fuego, sin sentir demasiado calor, aquellos salvajes desnudos, situados algo más lejos, le causaron sorpresa, pues estaban sudando la gota gorda". También nos han dicho que los nativosv de Australia anda desnudos sin sufrir por ello, mientras los europeos tiemblan de frío bajo sus ropas. ¿No sería posible combinar la robustez de estos salvajes con la condición intelectual del hombre civilizado? [16]
Y más adelante insiste:
Mientras volvía a casa a través de los bosques con mi sarta de pescado, arrastrando mi caña y siendo ya noche cerrada, vislumbré una marmota que cruzó furtivamente el sendero y sentí una extraña sacudida de placer indómito y la poderosa tentación de cazarla y devorarla cruda, no porque tuviera hambre en aquel entonces, sino por aprehender la vida salvaje que representaba [...] Los lugares más salvajes me resultaban inexplicablemente familiares. Encontraba en mí mismo, y aun encuentro, un instinto dirigido hacia una vida más superior o, como suele decirse, espiritual, común a la mayoría de los hombres, y otro hacia un estado primitivo y salvaje; y siento el mismo respeto por ambos. Amo lo salvaje tanto como el bien. El aspecto salvaje y aventurero inherente a la pesca resulta muy recomendable para mí. A veces me gusta plantar los dos pies en la vida y pasar el día como un animal. Quizá deba a esta ocupación y a la caza, practicadas desde mi juventud, mi intimidad con la Naturaleza. [17]
El verdadero Chris McCandless en tierras de Alaska.
Thoreau siente la necesidad de unir ese polo del mundo de lo espiritual y lo elevado, de lo intelectual con el del mundo de lo instintivo y salvaje. Algo que Jung, muchos años después, ya definió en su hipótesis del inconsciente colectivo y sobre la naturaleza de los arquetipos. El viejo conflicto entre Apolo y Dionisos que en el hombre actual, y llevados ambos a sus extremos, enloquecen peligrosamente cuando se erigen como negadores uno del otro. Thoreau ya intuye que ambos se necesitan, que uno no es la negación del otro. Dice también algo que Jung diría tiempo después:
Toda nuestra vida es de una moral sorprendente. Entre la virtud y el vicio jamás hay un instante de tregua. La única inversión que nunca quiebra es la bondad.[17]
Fijaros que Thoreau situa la bondad fuera de la moral. Lo bueno está más allá del bien y del mal (parafraseando a Nietzsche) que define una moral, cualquier moral. Dice Thoreau en otra parte:
No sea demasiado moral. Sería como hacer trampas con uno mismo. Sitúese por encima de los principios morales. No sea simplemente bueno, sea bueno por algo. Todas las fábulas tienen su moraleja, pero a los inocentes lo que les gusta es escuchar la historia [...]
Es un hecho indiscutible que el hombre puede ser bueno o puede ser malo; su vida pueder ser verdadera o puede ser falsa; y puede representar para él la verguenza o la gloria. El hombre bueno se esculpe a sí mismo; el malo se destruye a sí mismo. [18]
Éste concepto de bondad que se halla por encima de las "morales" se ejemplifica en Thoreau en esa unión de lo espiritual e intelectual con lo instintivo y salvaje como vimos en la nota 17 y que se corresponde un tanto con las ideas de Aristóteles expuestas en la "Ética a Nicómano", cuando el filósofo griego discrimina que la felicidad surge del equilibrio entre lo que él llama las virtudes éticas (propias de la relación del hombre con la Naturaleza y su propia naturaleza animal) y las virtudes dianoéticas (relacionadas con el intelecto y el alma humana). De Aristóteles y Thoreau podemos inferir que no hay felicidad en nuestro alejamiento de la Naturaleza, y que cuando arrogantemente pasamos por encima de ella, incita y desarrolla los elementos destructivos de la Civilización a la que podemos ver regida por la racionalización de la pulsión de muerte, como ya desarrollamos en la entrada "Cuando el destino nos alcance: de psicópatas y zombies. El nucleo patológico del capitalismo" - ver en concreto nota 8 -. Compárese lo que en este artículo dijimos con las palabras de Leonardo Boff:
Leonardo Boff
La ética va más allá de la moral. Por ella expresamos el comportamiento justo y la manera correcta de relacionarse el ser humano, en consecuencia con su dinámica propia e intrínseca de la naturaleza de cada cosa. Lo decisivo en la ética no es lo que queremos que sea o lo que conseguimos imponer mediante el poder (ahí se crean las diferentes morales), sino lo que la realidad misma dice y exige de cada uno de los que se ponen a su escucha y en sintonía con ella.
La ética de la sociedad hoy dominante es utilitaria y antropocéntrica. El ser humano estima que todo se ordena a él. Se considera señor y patron de la naturaleza, que está ahí para satisfacer sus necesidades y realizar sus deseos. Como ya se observó anteriormente, tal postura básica lleva a la violencia y a la dominación de los demás y la naturaleza. Niega la subjetividad de los pueblos, la justicia a las clases y el valor intrínseco de los demás seres de la naturaleza. No percibe que los derechos sólo se aplican al ser humano y a los pueblos, sino también a los otros seres de la creación. Hay un derecho humano y social como hay un derecho ecológico y cósmico. No tenemos derecho a destruir lo que nosotros mismos no hemos creado. [19]
La rebelión de Chris, más allá de lo psíquico estructural nos pone de relieve la locura implícita en nuestra civilización: desarraigada de la Naturaleza nos acerca más al zombi que al vivo. Entre leyes y deberes, expectativas que ni tan sólo tenemos tiempo de digerir y que ni siquiera sabemos si son nuestras ingresamos sin darnos cuenta en una especie de Matrix que simplemente nos transforma en piezas de una maquinaria al servicio de los poderes que nos dicen lo que está bien y lo que está mal, poderes religiosos, poderes políticos, económicos y los mass media... La rebelión de Chris contra su padre y su familia es también una rebelión contra la locura civilizada que nos dice que debemos querer, lo qué debemos desear, por qué debemos ilusionarnos, que tenemos que pensar... Sigo con Thoreau (como podríamos seguir con Rousseau, Walt Withman, Jung, Eric Fromm, Herbert Marcuse o Leonardo Boff):
Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome sólo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir nada que no fuera la vida, pues vivir es algo muy valioso, ni tampoco practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir intensamente y extraer el meolllo de la vida, vivir de manera tan dura y espartana como para apartar todo lo que no fuera vida, surcar una divisoria y llevar la vida hacia un rincón y reducirla a elementos básicos y, si resultaba mezquina, obtener entonces toda su genuina mezquindad y hacerla pública al mundo, y si fuera sublime, saberlo por experiencia y poder dar cuenta de ello en mi próxima excursión. Porque me parece que la mayoría de los hombres se halla en una extraña incertidumbre acerca de si la vida es cosa del diablo o de Dios, y han deducido algo apresuradamente que el fin principal del hombre aquí es “gloria a Dios y gozar de Él eternamente. [20]
Se podrá estar de acuerdo o no con las ideas de Thoreau pero, en todo caso, rezuman un sano vitalismo y un experiencialismo recomendable a todos contra esa desesperación y resignación que residen en la civilización cuando esta pretende imponerse por encima de la Naturaleza, y lo que es peor, cuando nos quiere imponer un estilo de vida basado en la pobreza del ser... cuando nos reclama ser sujetos pasivos ante su demanda. Chris, con todas sus cosas, con las críticas recibidas por su temeridad y el dolor infringido a sus padres, transmitía esto a quienes le conocieron, sus innegables ganas de vivir más allá de las estrechas miras a la que nos conmina nuestra Matrix civilizada gestionada por auténticos robots religioso-político-economico-comunicativos. Como una gran metáfora de nuestros tiempos Matrix nos ayuda a reflexionar sobre esa civilización que en nombre de un bienestar construido finalmente sobre un sinfín de inutilidades al servicio del consumo y una falsa libertad sostenida en el tener hace que de repente algunos despierten al "desierto de lo real" que no es más que el desierto del ser, en su pobreza y esclavitud, con la que vivimos alejados de nuestra esencia que se enraíza también en la Naturaleza. Nuestra civilización, más allá de las cuestiones psíquicas estructurales es altamente neurotizadora. Su estilo de vida genera enfermedad psíquica. Eso creo que lo compartimos muchos profesionales. Vivimos más pero... ¿cómo vivimos ese tiempo de más? ¿cómo inmersos en un civilización de la imagen, de la competitividad desleal, del engaño, de las falsas necesidades y de los deseos vanales, de los placeres compulsivos, de la inmediatez y el resultadismo, de la manipulación y la desigualdad disimulada y la injusticia legalizada?
Guerrero Mursi con su Kalhasnikov
Y ya para finalizar una anécdota. Hace poco tiempo estuve visitando el sur de Etiopía. Visité algunas de las tribus que viven en las sabanas ya fronterizas con Kenia. Asistí con pena - y desgraciadamente como un farangi, como partícipe turista occidental - al impacto que la vanguardia de la civilización empieza a ejercer sobre esos hombres y mujeres que aun viven inmersos en la Naturaleza - y que al ser Naturaleza no necesitan reflexionarla, simplemente son con ella -, en los que su cultura aun forma parte de ella, cuidadosamente, no elevándose por encima y enfrentándola en su misterio y crudeza con agradecimiento, respeto y temor. Sin embargo, ejemplos de los primeros efectos de la llegada de la "civilización": Kalashnikov en lugar de lanzas (producto del tráfico de armas en la frontera Keniata), aparición del alcoholismo en algunas de ellas producto del ya incipiente desarraigo sobre sus formas naturales de vida y sobre los intentos de desplazarles de sus lugares (resultado de la aplastante colonización económica China), el triste y avaricioso efecto de la aparición del dinero en su mundo cuando no hace mucho aun comercializaban con trueque...
VI. UNA REFLEXIÓN FINAL.
Chris eligió la pastilla roja para dejar la Civilización, pero a su vez tomó otra azul que idealizó el "desierto de lo real" a través de la Naturaleza. Buscó refugio en ella, pero como bien se dice en el libro de Krakauer: "Desde hace mucho tiempo, Alaska ejerce una atracción magnética sobre los soñadores e inadaptados que creen que los enormes espacios inmaculados de la Última frontera llenarán el vacío de su existencia. Sin embargo, la Naturaleza es un lugar despiadado, al que le traen sin cuidado las esperanzas y anhelos de los viajeros". Sin embargo, alguna cosa hace pensar que ese encuentro final con "lo real" de Chris probablemente le habían dado un contrapunto de claridad en su búsqueda... Compensó su necesidad de refugio y soledad en la Naturaleza con la necesidad también de compartir. El último libro que tuvo oportunidad de leer fue Doctor Zivago (Boris Pasternak). Al lado de un pasaje del libro Chris anotó: "LA FELICIDAD SÓLO ES REAL CUANDO ES COMPARTIDA". El pasaje en cuestión dice lo siguiente: "Y así resultó que sólo una vida similar a la vida de aquellos que nos rodean, fusionándose con ella en armonía, es una vida genuina y que una felicidad no compartida no es felicidad". Y, no obstante, Chris nos dejó algunas reflexiones que a todos nos convendría quizá hacer de tanto en tanto. En una carta a Ron Franz, quién estableció con Chris una fuerte conexión antes de partir hacia Alaska, Chris dice:
Te equivocas si piensas que la dicha procede sólo o en su mayor parte de las relaciones humanas. Dios la ha puesto por doquier. Se encuentra en todas y cada una de las cosas que podemos experimentar. Sólo tenemos que ser valientes y empezar a vivir al margen de las convenciones.
Lo que quiero decir es que no necesitas tener a alguien contigo para traer una nueva luz en tu vida. Está ahí afuera, sencillamente, esperando que la agarres, y todo lo que tienes que hacer es el gesto de alcanzarla. Tú único enemigo eres tú mismo y esa terquedad que te impide cambiar las circunstancias que vives. [21]
Ron Franz (que es un pseudónimo) contaba en aquellos momentos con 81 años y tomó las palabras de Chris para dejar su terquedad y cambiar radicalmente su vida
Hacia rutas salvajes (2007) es una de las siempre interesantes incursiones que el actor Sean Penn ha hecho en el mundo de la dirección cinematográfica. Basada en el notable libro del alpinista y escritor Jon Krakauer, la película, del mismo título que el libro, nos narra la historia del joven Christopher McCandless, alias "Alexander Supertramp", quien a sus veinticuatro años fue hallado muerto en 1992 en un antiguo autobús abandonado a modo de refugio en las desoladas tierras de Alaska. La narración de la tragedia y las primeras investigaciones realizadas por Krakauer y publicadas en la revista Outside en el mismo año suscitaron un gran interés por la historia y aventura de este joven y derivaron posteriormente en 1996 en la publicacion del libro Into de Wild (Hacia rutas salvajes) con una investigación mucho más profunda y elaborada. La película es una muy buena adaptación del libro y de su espíritu, si bien hay algunos detalles inmportantes que se hallan en el libro y que la película no puede recoger en toda su extensión. La película cuenta con la reconocida interpretación de Cristopher por parte de Emile Hirsch, acompañado por William Hurt (Walt McCandless), Marcia Gay Harden (Billie McCandless) y Jena Malone (Carine McCandless) entre otros.
Sean Penn y Emile Hirsch
I. EL ARGUMENTO DE LA PELÍCULA.
Cristopher es un joven norteamericano de veintidos años que tras graduarse en sus estudios decide abandonar a su familia (que ya hasta su muerte no tuvieron más noticias de él) y su estilo de vida para embarcarse en un largo recorrido por tierras norteamericanas (California, Oregón, Dakota del sur, etc) en las cuales fue tomando figura el impulso de vivir una temporada sólo en la Naturaleza, eligiendo para ello las complicadas tierras de Alaska, en una zona conocida como la Senda de la Estampida. Al llegar a estas tierras encontró un autobus abandonado a modo de refugio (el autobús mágico) del que hizo su morada. La realización de este proyecto le costó la vida al complicarse su salida, debido al deshielo, por la crecida del río Teklanika que le cortó el paso. La Naturaleza que debía albergarle fue, poco a poco, mostrando también su faz más hostil hasta fallecer por inanición por lo que parece que fue la intoxicación debida a la ingestión de alguna planta, fruto o semilla tóxica. La película se divide en cinco fases que hacen referencia a su evolución a esos dos años de vida nómada por las tierras norteamericanas: mi propio nacimiento, adolescencia, adultez, y sabiduría
Arriba Cristopher McCandless, abajo su intérprete: Emile Hirsch.
La historia de Cristopher nos ofrece un marco de reflexión que nos permite contemplar su peripecia desde distintas perspectivas y puntos de vista. Más allá del marco psicológico que, obviamente, tendrá su lugar, la historia nos ofrece otro marco de reflexión que se enmarca dentro del conflicto entre Civilización y Naturaleza y el alejamiento progresivo que para el ser humano implica la una de la otra. Antes de clasificar, como así se ha clasificado por muchos, la historia de Cristopher como una tontería sin sentido o una locura de un joven arrogante enfrascado en una loca y peligrosa aventura, de la misma manera que ha despertado la admiración por las motivaciones que parecía tener. Creo que más allá de deplorar o exaltar su vivencia, es justo concederle el ejercicio de la reflexión. La exaltación del mundo de la Naturaleza por encima de la Civilización aparece en muchas ocasiones como una compensación de la locura que nuestro mundo civilizado también imprime al ser humano. Las reflexiones de filósofos como Rousseau o Thoreau, o escritores como Tolstoi o Jack London (frecuentados, con la excepción de Rousseau, por el joven Cristopher) ya se han desplazado por esta tensión existente con la que el hombre vive dicho conflicto. Que evidentemente el proyecto de vivir en la naturaleza salvaje de las tierras de Alaska tuvo las funciones de un "ritual iniciático" para Cristopher lo dejan claro sus propias palabras:
Hace dos años que camina por el mundo. Sin teléfono, sin piscina, sin mascotas, sin cigarrillos. La máxima libertad, un extremista, un viajero esteta cuyo hogar es la carretera. Escapó de Atlanta, jamás regresará. La causa: "no hay nada como el oeste". Y ahora, después de vagar dos años por el mundo, emprende su mayor y última aventura. La batalla decisiva para destruir su falso yo interior y culminar victoriosamente su revolución espiritual. Diez días y diez noches subiendo a trenes de carga lo han llevado al magnífico e indómito Norte. Huye del veneno de la civilización y camina sólo por el monte para perderse en una tierra salvaje. (Alexander Supertramp, 1992) [1]
Hacia rutas salvajes se corresponde al típo de película que Jordi Batlló y Xavier Pérez clasifican como "en busca del tesoro" y de ciertas road movies que definen como:
Un viaje donde curiosamente no existe encargo (al contrario, es el viajero quien quiere escapar del hogar donde insisten para que se quede) ni tampoco un objetivo final definido. En estos films de frontera parece importar únicamente la parte central: el viaje accidentado, los aliados en el camino, la necesidad de movimiento; como si detenerse equivaliera a morir. Héroes que saben que la felicidad es un bien escaso, y que si existe sólo puede encontrarse en el nomadismo, en la huida sin fin. Una disposición argumental y anímica, una metáfora del espacio que es capital en la conciencia moderna. [2]
Sin embargo, y para empezar nuestro comentario, me gustaría comenzar por hacernos una pregunta. ¿Porqué esa decisión de cortar todo tipo de comunicación con su familia? Empezaremos por esta vertiente netamente psicológica para, poco a poco, introducirnos en la ruta que llevará nuestra reflexión.
El autobús que sirvió de refugio a Cristopher McCandless en su estancia en Alaska
II. RELACIONES FAMILIARES.
Es evidente que la película, y aun más el libro de Krakauer, ponen de relieve las dificultades de la relación de Cristopher con sus padres. Sólo la relación con su hermana Carine era intensa, y a pesar de ello incluso con ella cortó todo tipo de comunicación durantes estos dos años y cuatro meses. En distintos momentos de la película se pone de relieve esa dificultad que deja entrever los efectos de un padre exigente y autoritario (Walt McCandless es un ingeniero catalogado de un genio en su campo que trabajó para la NASA y que luego, con su mujer, fundó una empresa exitosa sobre su misma especialidad) y de unas relaciones dificultuosas e incluso violentas entre sus padres, en especial, desde la fundación de la empresa que ambos constituyeron, y que les llevaron a un abandono de las relaciones con sus hijos. Veamos las siguientes palabras:
Tanto el padre como el hijo eran intransigentes y excitables. Dada la necesidad de controlar de Walt y el caracter exageradamente independiente de Chris, el enfrentamiento fue inevitable. Mientras estudió, Chris se sometió a la autoridad paterna hasta extremos sorprendentes, pero lo hizo a costa de acumular un resentimiento cada vez mayor. Fué obsesionándose por lo que percibía defectos morales de su padre, la hipocresía del estilo de vida de su familia, la tiranía de su amor con condiciones. Al final se rebeló, y lo hizo con la desmesura que le caracterizaba. [3]
William Hurt y Marcia Gay Harden en los papeles de Walt y Billie McCandless
Sin embargo, hay un hecho que se relata en el libro y que en la película no se cita y que afectó especialmente a Chris y que parece ser que fue determinante. Krakauer lo relata, además, poniendolo en relación al propio ejemplo con su propio padre, evidenciando así ciertos parecidos en los comportamientos de ambos. A través del contacto con diversos familiares Chris se enteró de una dolorosa historia envuelta en la relación de Walt con Billie y con la que fue su primera esposa, Marcia. La historia descrita por Krakauer es la siguiente:
La separación entre Walt y su primera esposa, Marcia, no había sido facil. Mucho tiempo después de haberse enamorado de Billie y de que esta diera a luz a chris, Walt seguía viéndose con Marcia en secreto, dividiendo su tiempo entre dos casas y dos familias. Para mantener el engaño, contó mentiras que al final se descubrieron y dieron pie a nuevas mentiras para justificar las mentiras anteriores. Dos años después de que Chris naciera, Walt tuvo otro hijo con Marcia, Quin McCandless. Cuanbo la doble vida de Walt fue descubierta, la revelación hirió a todas las partes implicadas, que sufrieron terriblemente. [4]
El descubrimiento de toda esta historia paterna llevó a Chris a desarrollar un fuerte resentimiento hacia su padre, a quien empezó a juzgar como un hipócrita que había predicado unas cosas y actuado otras bien distintas. Es decir, que al resentimiento que parecía consumir a Chris por la dureza y al autoritarismo paterno se le añadió el resentimiento de lo que Chris consideró la traición relacionada con la falsedad del padre. Krakauer hace un diagnóstico más que probable:
Tras descubrir las circunstancias del divorcio de Walt, tuvieron que pasar dos años para que el odio de Chris empezase a aflorar, pero al final ocurrió lo inevitable. No estaba dispuesto a perdonar los errores de juventud de su padre y aun menos sus intentos de ocultarlos. Más adelante dijo a Carine y a otrosque el engaño urdido por Walt y Billie había convertido "toda su infancia en una ficción". Sin embargo, nunca se enfrentó con sus padres para plantearles lo que sabía, ni en aquel momento ni más tarde. En lugar de ello, eligi´´o mantener en secreto una información que le hacía daño y expresar su rabia de modo indirecto, a través de un silencio hosco. [5]
Sean Penn con Jon Krakauer
III. EL CARACTER OBSESIVO: ENTRE EL SOMETIMIENTO Y EL SADISMO.
La reacción de Chris de condena a su familia a ese "silencio hosco" cabe reflexionarla desde una estructura obsesiva. Observamos en ella algunas de sus características. Surge una pregunta inevitable tras leer el comentario de Krakauer: ¿A quién se dirige ese "silencio hosco"? Vamos a centrar nuestro comentario en dos aspectos fundamentales del caracter obsesivo.
- La rivalidad con el padre.
Lacan ya nos indicó que una característica del obsesivo es la rivalidad con el padre, de la misma manera que también nos indica que en el punto máximo de entrega y sometimiento al otro, es el momento donde el sujeto se eclipsa y surge el sadismo. Durante largo tiempo Chris se sometió a la autoridad paterna de manera total, pero justo en ese extremo de sometimiento, es donde también se incuba el resentimiento. De él surgió el Chris que sin mediar palabra, a través del silencio impuesto por su ausencia, abandono su familia hasta el día de su muerte. ¿A quién se dirige ese "silencio hosco"? Es un silencio creado para la mirada del padre. Un silencio transformado en acusación y venganza. Un silencio a una injusticia, a la vez que a una falsedad que lleva a Chris a postularse como ejemplo de lo que no fue su padre: la honestidad y la verdad, a la vez que en implacable vengador (surge el sadismo). Chris se erige en un claro ejemplo de una característica de los obsesivos:
Muchos obsesivos luchan por la "única verdad", el "unico camino verdadero", "la mujer correcta" y demás, y sus ideales son tan elevados que resultan irrealizables y ningún esfuerzo humanamente posible parece lo suficientemente grande para constituir un genuino paso en dirección al ideal; por lo tanto no hacen nada. [6]
Pero el caso de Chris no es el de "no hacer nada". La maniobra de Chris es su elaboración como el opuesto del padre y hace de la honestidad y de la verdad, ante lo que considera la hipocresía de sus principios y su falsedad, su divisa. Y aun algo más, hace de la Naturaleza el lugar en la que se halla la verdad del hombre. Lector de Thoreau cita en la película las siguientes palabras (que se hallaron subrayadas en el libro Walden. La vida en los bosques que se encontró en el autobús donde falleció) que parecen un resumen de su decisión y de su rebelión:
Dadme la verdad antes que el amor, el dinero y la fama. Me senté a una mesa en la que había buena comida y vino en abundancia y un excelente servicio, pero no había ni sinceridad ni verdad; y me marché con hambre de aquel banquete inhóspito. La hospitalidad era glacial como los hielos. [7]
Dadme la verdad antes que el amor, el dinero y la fama.
En realidad el silencio de Chris hacia su padre y, por extensión a toda su familia le abandonó a una estrecha relación que Chris estableció con su propio superyó. Yo tengo la sensación que el final de Chris en tierras de Alaska, su muerte en sus desolados territorios, no es más que la consecuencia de su fidelidad a su propio imperativo superyoico en una fiel imagen de la demanda insaciable que éste representa.
- No ceder al deseo del Otro.
Es en la relación con la Naturaleza y el nomadismo, el no atarse a ninguna relación, donde Chris encontró su manera de no ceder al deseo del Otro. Eso, y el ideal con el que invistió su estancia en Alaska y que debía ser su batalla decisiva para destruir su falso yo interior y culminar victoriosamente su revolución espiritual. Expresión ésta que, en si misma, ya suena sospechosamente a imperativo superyoico. A pesar de la fuerte impresión que la personalidad de Chris dejó en todos aquellos que conoció (su determinación y su vitalismo, su honestidad) a lo largo de sus viajes (como va recogiendo la película en sus encuentros con Rainey y Jan Burres, Wayne Westenberg, Ron franz, Tracy Tatro), y el fuerte apreció que suscitó en muchos de ellos siempre siguió su camino en solitario. Chris siempre mostraba esta oscilación entre una fuerte necesidad de relacionarse para luego desaparecer en la soledad de su camino, de su viaje. Nunca se quedaba demasiado tiempo, como si buscara que la implicación emocional no le apartara de la búsqueda de su verdad. Pero esa búsqueda en realidad le libraba de entrar en su vertiente agresiva, la misma agresividad y sadismo con la que "castigó" a su familia con el silencio absoluto, o en lacaniano:
Lacan plantea que el fantasma del obsesivo es un fantasma sádico. El obsesivo que se presenta tan oblativo, dispuesto a satisfacer las demandas, cercano, simpático, solidario, encubre bajo ese amor al Otro su fantasma sádico inconsciente. Y para seguir desconociéndolo ese fantasma sádico de destrucción, el sujeto va a hacer todos esos montajes. [8]
Es importante observar que el ideal con el que Alaska queda investido (destrucción del falso yo interior, revolución espiritual) se relaciona con esa tendencia del obsesivo a alienar su deseo con imágenes e ideales. Y siguiendo ese hilo, en realidad observamos en Chris que se elabora como el ideal - el yo ideal - de un superyó que le exige honestidad, verdad y justicia a la vez que le exige el imperativo de gozar (¡¡goza!!). Un imperativo que parece decir por un lado: ¡No seas como tu padre! Y que, a la vez, le dice: ¡¡Goza!! - Vimos eso claramente en el comentario a la película Aflicción (Paul Schrader, 1997) -. Eso le convierte en un ferviente creyente de sus introyecciones. Un imperativo que le lleva a tener que ser extremadamente fiel a sus creencias hasta asumirlas como verdades incuestionables y en la que dicha verdad se sostiene sobre la congruencia entre su enunciado y la acción con las que van acompañadas (a diferencia de su padre). Al mismo tiempo las introyecciones que fundamentan este imperativo implica la represión de aquel que le obliga a gozar y que, como dice Lacan, se convierte en el auténtico fantasma del obsesivo. Vimos antes que el punto máximo de entrega y sometimiento al otro, es el momento donde el sujeto se eclipsa y surge el sadismo. La oscilación de Chris entre su necesidad de relacionarse y sus desapariciones tienen que ver con eso... El regreso al viaje, al camino le aleja de ese punto de transición donde el sometimiento se transforma an sadismo como ocurrió en la relación su padre y su familia. Por otro lado. y desde esta perspectiva, podemos también considerar su relación con la Naturaleza como un desplazamiento (que no sublimación) de sus impulsos reprimidos...
El encuentro con la Naturaleza Indómita de Alaska
En el ejemplar encontrado en el autobús de Walden. La vida en el bosque (Thoreau), se encontró subrayado:
La castidad es el florecimiento del hombre; y lo que llamamos Genio, Heroísmo, Santidad y otras cosas parecidas son los frutos que genera.[9]
Dentro de esta dinámica cabe concebir también su relación con Tracy Tatro (Kristen Stewart, la protagonista de la saga Crepúsculo), la joven adolescente que se enamora de Chris y que en una escena la hace bien explícito su deseo sexual por él. Chris curiosamente se mantiene en una relativa distancia de ella manteniéndola como una amiga. Como todas las relaciones que mantiene, todas ellas siempre son mantenidas a una cierta distancia, a pesar de la profundidad que puedan alcanzar, hasta que finalmente se va, las separa... Ninguno de los muchos testimonios de aquellos que conocieron a Chris habla de que le viera intimando con alguna joven. Probablemente el sexo fue también una intimidad de la que se mantuvo alejado como demuestran sus subrayados y notas acerca de libros como el citado de Thoreau (que hizo de la castidad un valor) o La sonata Kreutzer de León Tolstoi donde también se abordan las virtudes de la castidad. Dice Krakauer al respecto:
parece como si McCandless hubiera sido movido por una especie de sed que suplantaba el deseo sexual. En cierto modo, esta sed era demasiado fuerte para que el contacto humano la saciase. Puede que McCandless se sintiera tentado por las pasiones que le ofrecían las mujeres, pero tales pasiones palidecían en comparación con la perspectiva de un encuentro tempestuoso con la naturaleza, con el cosmos mismo, que era lo que le arrastraba hacia Alaska. [10]
Chris con Tracy
He querido poner de relieve esta relación de Chris con Tracy porque nos invita a seguir y reflexionar con el objetivo del siguiente punto.
IV. LA FALLA DE LA METÁFORA PATERNA Y EL EXCESO DE GOCE: la gran comunión.
Dice Thoreau:
La mayoría de los hombres viven una vida de tranquila desesperación. Lo que llamamos resignación no es más que una confirmación de lo que llamamos desesperación. De la ciudad desesperada pasamos al campo desesperado, y tenemos que consolarnos con la magnificiencia de los visones y ratas almizcleras. Hasta detrás de los llamados juegos y diversiones de la humanidad se encuentra una desesperación estereotípica, aunque inconsciente. No hay diversión en ellos, porque esta viene sólo después del trabajo. Pero no hacer cosas desesperadas es una característica de la sabiduría. [11]
H. D. Thoreau
Esa desesperación a la que Thoreau hace referencia nos recuerda los conceptos de discordia primordial en Lacan o de malestar (de la cultura) en Freud. La discordia primordial de Lacan haría referencia al sentimiento de incompletitud que el ser humano percibe en sí mismo y en su existencia, mientras que el malestar de Freud se refiere más al conflicto que la civilización le plantea al ser humano y que es vivido y sentido como un malestar resultado de la represión que se le impone a sus impulsos o pulsiones y a sus instintos. Thoreau ejemplifica este malestar cuando al hablar de la diversión de ciertos juegos del hombre civilizado la pone en duda "porque esta viene sólo después del trabajo". Algo que se observa en filósofos y poetas como Thoreau (también en Rousseau o Ralph Waldo Emerson, y en grado distinto en Walt Withman) en relación al hombre y la Naturaleza es el intento que se plantea de la vuelta a los orígenes, la reintegración a una "madre" Naturaleza en la que el malestar y especialmente la discordia desaparece en una visión fundamentalmente "buena" de ella. Veamos un ejemplo en el siguiente fragmento de Walden:
Hace una tarde deliciosa, en la que el cuerpo es un único sentido y y se llena de placer por cada uno de sus poros. Voy y vengo en la Naturaleza con una extraña libertad , como parte de ella misma. Mientras camino po la orilla pedregosa de la laguna, en mangas de camisa, a pesar de que el día es frío, nublado y ventoso, no veo nada particular que atraiga mi atención: me siento inusualmente cercano a todos los elementos. Las ranas toro trompetean para anunciar la noche y el viento ondulante me trae la nota del chotacabras desde la orilla. La afinidad que siento con las palpitantes hojas de los alisos y de los álamos casi me corta la respiración, pero al igual que la del lago, mi serenidad se riza sin llegar a perturbarse. Estas pequeñas olas, levantadas por el viento de la tarde, están tan lejos de la tormenta como la tersa superficie reflectora. Aunque ya oscurece, el viento sopla y ruge aún en los bosques, las olas siguen chocando y algunas criaturas acallan al resto con sus cantos. [12]
Hallamos declaraciones parecidas en Rousseau:
Rousseau
Iba con paso tranquilo en busca de un lugar salvaje en el bosque, un paraje abandonado donde nada que mostrara la mano del hombre pudiera anunciarme la servidumbre y la dominación, un refugio donde pudiese creer que era el primero en entrar y donde ningún tercero inoportuno viniese a interponerse entre la Naturaleza y yo. Una nueva magnificiencia parecía desplegarse ante mis ojos [...] Luego, mi espíritu se perdió en esta inmensidad [...] Creo que, de haber desvelado todos los misterios de la Naturaleza, no me habría sentido en un estado tan delicioso como aquel éxtasis aturdidor [...], que en la agitación de mi arrebato me hacía exclamar de tanto en tanto: "¡Oh gran Ser! ¡Oh gran Ser!", sin poder decir ni pensar nada más. [13]
Algo que observamos como una similaridad en Chris McCandless, Thoreau o Rousseau en la cuestión que nos trae, es la importancia de la soledad "donde ningún tercero inoportuno viniese a interponerse entre la Naturaleza y yo". Dice Thoreau:
Creo que es saludable estar solo la mayor parte del tiempo. La compañía, incluso la mejor, se hace pronto cansina y nociva. Me encanta estar solo. No he encontrado un compañero que me acompañe mejor que la soledad. Normalmente estamos más sólo cuando nos reunimos con los demás que cuando permanecemos en casa. [14]
Rousseau también menciona la palabra "refugio". Es significativa, como lectura desde un punto de vista del caracter obsesivo, la referencia del refugio a esa ausencia del tercero que no es más que la ausencia del "Otro" como algo que nos permite zafar la demanda y nos lleva a abandonarnos al goce de lo que Safranski denomina "la gran comunión" y que se corresponde con la idea del "sentimiento oceánico" que Freud tomó de Rostand en el "Malestar de la cultura". Esos sentimientos se caracterizan por la rotura de límites, por los sentimientos de fusión y autosatisfacción... e incluso por la eliminación de cualquier tipo de consciencia reflexiva para ser hecho puro (Rousseau y algunos místicos describen con claridad dicho estado).
Hacia rutas salvajes: la gran comunión.
Cuando indiqué que la relación de Chris con la Naturaleza y el nomadismo parecían un desplazamiento de sus impulsos reprimidos me refería aquí al goce, goce entendido como una experiencia de fusión con el todo que cabe entender como fusión con lo materno, un retorno a la gran comunión, al sentimiento oceánico, una vez más el retorno a lo materno de Withman tras "los portales de la muerte". Goce prohibido y a la vez exigido por el superyó implacable del obsesivo.
Para que esto suceda nos encontramos ante otra característica del obsesivo y que tiene que ver con un fallo en el papel de la metáfora paterna, fundamental en el complejo edípico, y entendida esta como la ley del intercambio que dicta la separación de las generaciones y que podríamos formular de una manera gráfica como: Hijo, no desearás a tu madre. Madre, no retendrás a tu hijo. Y con el tiempo, cuando crezcas, ya como hombre tu desearás a otra mujer. Algo falla en el papel del padre en el obsesivo en su papel de interdictor del deseo del hijo y de la madre. Es como si en esta falla se invirtiera el enunciado de la ley y se dejara al hijo a merced de la madre y que lo que se prohibiera, como consecuencia de ello, fueran las otras mujeres. Por eso el obsesivo niega su deseo, porque éste queda atrapado en lo materno, le pertenece a ello. Eso abandonaría al obsesivo a ese exceso de goce que le habita y sólo el mecanismo de desplazamiento de ese impulso incestuoso a la relación con la Naturaleza - en los casos que citamos - evita la relación que dicho goce tiene con la ley del superyó y el conflicto que establece con las otras normas interdictoras que éste implica. Su coste, en el caso de Chris: el aislamiento, la necesidad de soledad y el nomadismo geográfico y relacional.
El autobús mágico en la nieve...
V. MÁS ALLÁ DE LA PSICOLOGÍA: EL CONFLICTO CIVILIZACIÓN-NATURALEZA.
No obstante, y ya más allá de lo psicológico, Chris McCandless plantea un problema que está en el núcleo de la civilización y de su patología. La vida del hombre somo sujeto social y cultural a través de la historia nos muestra un hombre progresivamente más y más desarraigado de la Naturaleza y más sometido a las "leyes de la civilización" cuanto más esta se desarrolla, leyes que progresivamente se han ido construyendo sobre y en detrimento de la Naturaleza y de nuestra propia pertenencia a ella. Somos civilización y naturaleza, pero el drama de la civilización, y esencialmente de la civilización occidental es que como un virus infeccioso o un cáncer se construye arrogante destruyendo aquello de lo que finalmente hemos surgido, de la Naturaleza. Thoreau dice:
El naturalista Darwin dice, refiriéndose a los habitantes de la Tierra del Fuego, que mientras su cuadrilla de "hombres bien vestidos estaba sentada cerca del fuego, sin sentir demasiado calor, aquellos salvajes desnudos, situados algo más lejos, le causaron sorpresa, pues estaban sudando la gota gorda". También nos han dicho que los nativosv de Australia anda desnudos sin sufrir por ello, mientras los europeos tiemblan de frío bajo sus ropas. ¿No sería posible combinar la robustez de estos salvajes con la condición intelectual del hombre civilizado? [16]
Y más adelante insiste:
Mientras volvía a casa a través de los bosques con mi sarta de pescado, arrastrando mi caña y siendo ya noche cerrada, vislumbré una marmota que cruzó furtivamente el sendero y sentí una extraña sacudida de placer indómito y la poderosa tentación de cazarla y devorarla cruda, no porque tuviera hambre en aquel entonces, sino por aprehender la vida salvaje que representaba [...] Los lugares más salvajes me resultaban inexplicablemente familiares. Encontraba en mí mismo, y aun encuentro, un instinto dirigido hacia una vida más superior o, como suele decirse, espiritual, común a la mayoría de los hombres, y otro hacia un estado primitivo y salvaje; y siento el mismo respeto por ambos. Amo lo salvaje tanto como el bien. El aspecto salvaje y aventurero inherente a la pesca resulta muy recomendable para mí. A veces me gusta plantar los dos pies en la vida y pasar el día como un animal. Quizá deba a esta ocupación y a la caza, practicadas desde mi juventud, mi intimidad con la Naturaleza. [17]
El verdadero Chris McCandless en tierras de Alaska.
Thoreau siente la necesidad de unir ese polo del mundo de lo espiritual y lo elevado, de lo intelectual con el del mundo de lo instintivo y salvaje. Algo que Jung, muchos años después, ya definió en su hipótesis del inconsciente colectivo y sobre la naturaleza de los arquetipos. El viejo conflicto entre Apolo y Dionisos que en el hombre actual, y llevados ambos a sus extremos, enloquecen peligrosamente cuando se erigen como negadores uno del otro. Thoreau ya intuye que ambos se necesitan, que uno no es la negación del otro. Dice también algo que Jung diría tiempo después:
Toda nuestra vida es de una moral sorprendente. Entre la virtud y el vicio jamás hay un instante de tregua. La única inversión que nunca quiebra es la bondad.[17]
Fijaros que Thoreau situa la bondad fuera de la moral. Lo bueno está más allá del bien y del mal (parafraseando a Nietzsche) que define una moral, cualquier moral. Dice Thoreau en otra parte:
No sea demasiado moral. Sería como hacer trampas con uno mismo. Sitúese por encima de los principios morales. No sea simplemente bueno, sea bueno por algo. Todas las fábulas tienen su moraleja, pero a los inocentes lo que les gusta es escuchar la historia [...]
Es un hecho indiscutible que el hombre puede ser bueno o puede ser malo; su vida pueder ser verdadera o puede ser falsa; y puede representar para él la verguenza o la gloria. El hombre bueno se esculpe a sí mismo; el malo se destruye a sí mismo. [18]
Éste concepto de bondad que se halla por encima de las "morales" se ejemplifica en Thoreau en esa unión de lo espiritual e intelectual con lo instintivo y salvaje como vimos en la nota 17 y que se corresponde un tanto con las ideas de Aristóteles expuestas en la "Ética a Nicómano", cuando el filósofo griego discrimina que la felicidad surge del equilibrio entre lo que él llama las virtudes éticas (propias de la relación del hombre con la Naturaleza y su propia naturaleza animal) y las virtudes dianoéticas (relacionadas con el intelecto y el alma humana). De Aristóteles y Thoreau podemos inferir que no hay felicidad en nuestro alejamiento de la Naturaleza, y que cuando arrogantemente pasamos por encima de ella, incita y desarrolla los elementos destructivos de la Civilización a la que podemos ver regida por la racionalización de la pulsión de muerte, como ya desarrollamos en la entrada "Cuando el destino nos alcance: de psicópatas y zombies. El nucleo patológico del capitalismo" - ver en concreto nota 8 -. Compárese lo que en este artículo dijimos con las palabras de Leonardo Boff:
Leonardo Boff
La ética va más allá de la moral. Por ella expresamos el comportamiento justo y la manera correcta de relacionarse el ser humano, en consecuencia con su dinámica propia e intrínseca de la naturaleza de cada cosa. Lo decisivo en la ética no es lo que queremos que sea o lo que conseguimos imponer mediante el poder (ahí se crean las diferentes morales), sino lo que la realidad misma dice y exige de cada uno de los que se ponen a su escucha y en sintonía con ella.
La ética de la sociedad hoy dominante es utilitaria y antropocéntrica. El ser humano estima que todo se ordena a él. Se considera señor y patron de la naturaleza, que está ahí para satisfacer sus necesidades y realizar sus deseos. Como ya se observó anteriormente, tal postura básica lleva a la violencia y a la dominación de los demás y la naturaleza. Niega la subjetividad de los pueblos, la justicia a las clases y el valor intrínseco de los demás seres de la naturaleza. No percibe que los derechos sólo se aplican al ser humano y a los pueblos, sino también a los otros seres de la creación. Hay un derecho humano y social como hay un derecho ecológico y cósmico. No tenemos derecho a destruir lo que nosotros mismos no hemos creado. [19]
La rebelión de Chris, más allá de lo psíquico estructural nos pone de relieve la locura implícita en nuestra civilización: desarraigada de la Naturaleza nos acerca más al zombi que al vivo. Entre leyes y deberes, expectativas que ni tan sólo tenemos tiempo de digerir y que ni siquiera sabemos si son nuestras ingresamos sin darnos cuenta en una especie de Matrix que simplemente nos transforma en piezas de una maquinaria al servicio de los poderes que nos dicen lo que está bien y lo que está mal, poderes religiosos, poderes políticos, económicos y los mass media... La rebelión de Chris contra su padre y su familia es también una rebelión contra la locura civilizada que nos dice que debemos querer, lo qué debemos desear, por qué debemos ilusionarnos, que tenemos que pensar... Sigo con Thoreau (como podríamos seguir con Rousseau, Walt Withman, Jung, Eric Fromm, Herbert Marcuse o Leonardo Boff):
Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome sólo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir nada que no fuera la vida, pues vivir es algo muy valioso, ni tampoco practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir intensamente y extraer el meolllo de la vida, vivir de manera tan dura y espartana como para apartar todo lo que no fuera vida, surcar una divisoria y llevar la vida hacia un rincón y reducirla a elementos básicos y, si resultaba mezquina, obtener entonces toda su genuina mezquindad y hacerla pública al mundo, y si fuera sublime, saberlo por experiencia y poder dar cuenta de ello en mi próxima excursión. Porque me parece que la mayoría de los hombres se halla en una extraña incertidumbre acerca de si la vida es cosa del diablo o de Dios, y han deducido algo apresuradamente que el fin principal del hombre aquí es “gloria a Dios y gozar de Él eternamente. [20]
Se podrá estar de acuerdo o no con las ideas de Thoreau pero, en todo caso, rezuman un sano vitalismo y un experiencialismo recomendable a todos contra esa desesperación y resignación que residen en la civilización cuando esta pretende imponerse por encima de la Naturaleza, y lo que es peor, cuando nos quiere imponer un estilo de vida basado en la pobreza del ser... cuando nos reclama ser sujetos pasivos ante su demanda. Chris, con todas sus cosas, con las críticas recibidas por su temeridad y el dolor infringido a sus padres, transmitía esto a quienes le conocieron, sus innegables ganas de vivir más allá de las estrechas miras a la que nos conmina nuestra Matrix civilizada gestionada por auténticos robots religioso-político-economico-comunicativos. Como una gran metáfora de nuestros tiempos Matrix nos ayuda a reflexionar sobre esa civilización que en nombre de un bienestar construido finalmente sobre un sinfín de inutilidades al servicio del consumo y una falsa libertad sostenida en el tener hace que de repente algunos despierten al "desierto de lo real" que no es más que el desierto del ser, en su pobreza y esclavitud, con la que vivimos alejados de nuestra esencia que se enraíza también en la Naturaleza. Nuestra civilización, más allá de las cuestiones psíquicas estructurales es altamente neurotizadora. Su estilo de vida genera enfermedad psíquica. Eso creo que lo compartimos muchos profesionales. Vivimos más pero... ¿cómo vivimos ese tiempo de más? ¿cómo inmersos en un civilización de la imagen, de la competitividad desleal, del engaño, de las falsas necesidades y de los deseos vanales, de los placeres compulsivos, de la inmediatez y el resultadismo, de la manipulación y la desigualdad disimulada y la injusticia legalizada?
Guerrero Mursi con su Kalhasnikov
Y ya para finalizar una anécdota. Hace poco tiempo estuve visitando el sur de Etiopía. Visité algunas de las tribus que viven en las sabanas ya fronterizas con Kenia. Asistí con pena - y desgraciadamente como un farangi, como partícipe turista occidental - al impacto que la vanguardia de la civilización empieza a ejercer sobre esos hombres y mujeres que aun viven inmersos en la Naturaleza - y que al ser Naturaleza no necesitan reflexionarla, simplemente son con ella -, en los que su cultura aun forma parte de ella, cuidadosamente, no elevándose por encima y enfrentándola en su misterio y crudeza con agradecimiento, respeto y temor. Sin embargo, ejemplos de los primeros efectos de la llegada de la "civilización": Kalashnikov en lugar de lanzas (producto del tráfico de armas en la frontera Keniata), aparición del alcoholismo en algunas de ellas producto del ya incipiente desarraigo sobre sus formas naturales de vida y sobre los intentos de desplazarles de sus lugares (resultado de la aplastante colonización económica China), el triste y avaricioso efecto de la aparición del dinero en su mundo cuando no hace mucho aun comercializaban con trueque...
VI. UNA REFLEXIÓN FINAL.
Chris eligió la pastilla roja para dejar la Civilización, pero a su vez tomó otra azul que idealizó el "desierto de lo real" a través de la Naturaleza. Buscó refugio en ella, pero como bien se dice en el libro de Krakauer: "Desde hace mucho tiempo, Alaska ejerce una atracción magnética sobre los soñadores e inadaptados que creen que los enormes espacios inmaculados de la Última frontera llenarán el vacío de su existencia. Sin embargo, la Naturaleza es un lugar despiadado, al que le traen sin cuidado las esperanzas y anhelos de los viajeros". Sin embargo, alguna cosa hace pensar que ese encuentro final con "lo real" de Chris probablemente le habían dado un contrapunto de claridad en su búsqueda... Compensó su necesidad de refugio y soledad en la Naturaleza con la necesidad también de compartir. El último libro que tuvo oportunidad de leer fue Doctor Zivago (Boris Pasternak). Al lado de un pasaje del libro Chris anotó: "LA FELICIDAD SÓLO ES REAL CUANDO ES COMPARTIDA". El pasaje en cuestión dice lo siguiente: "Y así resultó que sólo una vida similar a la vida de aquellos que nos rodean, fusionándose con ella en armonía, es una vida genuina y que una felicidad no compartida no es felicidad". Y, no obstante, Chris nos dejó algunas reflexiones que a todos nos convendría quizá hacer de tanto en tanto. En una carta a Ron Franz, quién estableció con Chris una fuerte conexión antes de partir hacia Alaska, Chris dice:
Te equivocas si piensas que la dicha procede sólo o en su mayor parte de las relaciones humanas. Dios la ha puesto por doquier. Se encuentra en todas y cada una de las cosas que podemos experimentar. Sólo tenemos que ser valientes y empezar a vivir al margen de las convenciones.
Lo que quiero decir es que no necesitas tener a alguien contigo para traer una nueva luz en tu vida. Está ahí afuera, sencillamente, esperando que la agarres, y todo lo que tienes que hacer es el gesto de alcanzarla. Tú único enemigo eres tú mismo y esa terquedad que te impide cambiar las circunstancias que vives. [21]
Ron Franz (que es un pseudónimo) contaba en aquellos momentos con 81 años y tomó las palabras de Chris para dejar su terquedad y cambiar radicalmente su vida