NOUS SOMMES CHARLIE
POR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE BLASFEMIA
CONTRA LOS FANÁTICOS RELIGIOSOS
CONTRA LOS GOBIERNOS HIPÓCRITAS QUE SON CHARLIE UN DÍA Y REPRIMEN, CENSURAN Y MACHACAN EL RESTO DEL AÑO
El 7 de enero pasado, dos encapuchados armados irrumpieron en los locales de la revista satírica francesa “Charlie Hebdo”. A sangre fría, apuntando a la cabeza, mataron a casi todos los que encontraron en la reunión de la redacción: los caricaturistas Charb (director de la revista), Cabu, Wolinski, Tignous, el economista Bernard Maris y varios trabajadores que incluían al corrector, de religión musulmana, y al policía encargado de ser el guardaespaldas de Charb.
Casi simultáneamente, otro encapuchado mataba a sangre fría a Mrabet, policía francés de religión musulmana. En total, 12 víctimas mortales.
Los asesinos huyen y cogen rehenes. Los dos hermanos Saïd y Chérif Kouachi, autores de la matanza en “Charlie”, se encierran en una imprenta. Amedy Coulibaly, que mató al policía, se encierra en un supermercado judío. Finalmente son abatidos por la policía.
No hay ninguna duda sobre el motivo del atentado. Los tres perpetradores han resultado haber estado en contacto con Al Qaeda de la Península Arábiga (AQBA), con base en Yemen. Así, finalmente, la condena de muerte que Al Qaeda había emitido contra Charb y los demás en 2013 ha sido ejecutada. Los caricaturistas han sido asesinados por haberse atrevido a representar al profeta Mahoma, es más, por haberse burlado sin piedad del fundamentalismo islámico. Se trata por lo tanto de un acto horrendo ejecutado por enemigos jurados de la libertad, portavoces de la más negra reacción clerical. Se trata de un zarpazo de la barbarie más profunda contra el espíritu librepensador que, precisamente, fue uno de los grandes regalos de Francia al mundo. Por eso no es de extrañar que en horas hubiera una verdadera avalancha de solidaridad desde todos los rincones del país con los vilmente asesinados. Y que las concentraciones y manifestaciones espontáneas se sucedieran.
En la era de Internet no resulta extraño que la solidaridad y las manifestaciones espontáneas cubrieran el planeta el mismo día. Una consigna que un diseñador sacó en Tweeter se hizo viral en segundos y se convirtió en el lema de la movilización global: “Je suis Charlie” (“yo soy Charlie”).
Una repugnante mascarada: la recuperación institucional del “je suis Charlie”.
Todo lo que es honrado y progresista en Francia y en el mundo (que como veremos más abajo, no incluye a gran parte de lo que se autodenomina “izquierda”, especialmente los que se autotitulan “antiimperialistas”), fuertemente sacudido por el horror, pero no horrorizados sino indignados, expresó su solidaridad con las víctimas y su odio y desprecio a los verdugos, exponentes del fundamentalismo islámico, una de las corrientes políticas más reaccionarias del planeta.
Pero, de forma absolutamente hipócrita, la consigna “Je suis Charlie” de pronto apareció enarbolada por gente que no son Charlie ni por asomo. El presidente Hollande convocó una manifestación de “Unidad Republicana” para el domingo 11 de enero. Esa manifestación en París (y las que se celebraron simultáneamente en toda la geografía francesa) tenía que escenificar la unidad del pueblo en torno a la defensa de la libertad de expresión, atacada por los liberticidas. Pero en realidad de lo que se trataba era de colocar al conjunto del pueblo detrás del gobierno burgués, el que mediante la ley Matron pretence aplicar el mayor ataque contra la clase trabajadora y el pueblo francés desde la Segunda Guerra Mundial.
La inmensa mayoría de los 3,7 millones de franceses y francesas que se manifestaron el día 11, como puede comprobarse fácilmente viendo sus consignas, banderas, pancartas, leyendo entrevistas, etc, no lo hicieron por “islamofobia”, por “odio al inmigrante”, por fervor patriótico, colonialista ni imperialista. Lo hicieron por sincero amor y apego a los valores de la laicidad y la libertad de expresión, valores democráticos que son el legado más preciado de la revolución burguesa en su punto más alto. Pero se equivocaban al estar allí.
Porque los que encabezaban la manifestación eran lo opuesto a los manifestantes. Hollande y Valls defienden la libertad de expresión... abanderando recortes a las libertades. La calaña de la panda que les rodeaba convertía al discurso en una broma macabra. Se supone que era una manifestación por la libertad de expresión, pero allí estaba Lavrov, ministro de Putin. Se supone que se defendía el derecho a la sátira contra la religión pero estaba el ministro de asuntos exteriores egipcio. Se supone que se defendía que no se confunda a los terroristas con el Islam, que no se acuse a los inmigrantes en su conjunto, pero ahí estaba Rajoy, el responsable máximo de la matanza en el Tarajal en Ceuta hace un año. Se supone que se defendía la amistad entre los pueblos pero ahí estaba Netanyahu. Y así podríamos seguir. Como dice el número especial de “Charlie Hebdo”: “Una familia de payasos diezmada, aparecen otros diez” (bajo una viñeta con Hollande, Sarkozy y otros 8 políticastros franceses). La propia redacción de “Charlie” ha manifestado que no pudieron más que reirse cuando las campanas de la catedral de Notre-Dame repicaron por ellos.
No, los gobernantes imperialistas, los del ajuste y los recortes, los que aprueban medida tras medida contra los inmigrantes, los que empalman una aventura guerrera con otra, no son “Charlie”. Nos solidarizamos con el llamamiento de la mayor parte de las organizaciones francesas a la izquierda del PCF a no acudir a la manifestación del 11, una manifestación diseñada para facilitar los ataques a las masas. La “unión republicana” es una “unión sacreé” (“unión sagrada”) como la original, que ligó a las organizaciones obreras, partido socialista y sindicalistas “revolucionarios” a la burguesía en el apoyo a la “patria” durante la Iª Guerra Mundial. De la misma forma, la “unión republicana” es la unión de la clase trabajadora al carro de la burguesía en crisis terminal.
“Nous sommes Charlie”
El hecho de que la plana mayor imperialista intente adueñarse del lema no lo desvirtúa. Afirmar “Je suis Charlie” es un deber para todo demócrata, no digamos socialista-comunista. Sin embargo no ha sido unánime.
En primer lugar, ahí está la ultraderecha. Mientras su hija pedía que la dejen acudir a la mani de París (en las demás ciudades el FN (Frente Nacional) ha asistido), Jean Marie Le Pen, expresidente del FN que está jubilado pero no retirado de la política, salió inmediatamente a decir que él no es Charlie, porque esa revista es “anarcotroskista” y no merece respeto. No hace falta deternerse más en su opinión, salvo para señalar la palabra elegida por el icono de la extrema derecha francesa y europea para definir aquello a lo que desprecia. De todos modos, al final, el FN ha adoptado el lema con un pequeño cambio: “Je suis Charlie... Martel” (el caballero franco que detuvo la entrada de los musulmanes en Francia en el siglo VIII).
Ni hace falta tampoco detenernos aquí en los sectores islámicos, fundametnalistas y no tanto, que en todo el mundo musulmán están apoyando explícitamente o implícitamente los atentados. No, claro, ellos no son Charlie.
No, aquí nos interesa detenernos en el sector que ha “condenado” el atentado pero aclarando que no por ello se solidariza con “Charlie Hebdo”, que “no son Charlie” porque esa revista era “racista” (y también “imperialista”, etc).
¿Quienes son estos que “no son Charlie”? En Europa son el stalinismo más roñoso pero también la crecida ola de conspiranoicos. En los Estados Unidos, a estos dos sectores se une, curiosamente, todo un conjunto de blogs, revistas, profesores, etc, “liberales” (en EEUU esta palabra designa una ideología que en Europa se consideraría socialdemócrata). El más llamativo ha sido David Brooks, famoso columnista de “The New York Times”, periódico que se ha negado a reproducir las portadas del escándalo. ¿Qué tienen en común todos estos sectores? Una visión “campista” del mundo.
El “campismo” consiste en ver el mundo como un enfrentamiento entre países, entre potencias. Los países, los movimientos, los partidos se clasifican en “imperialistas” y los antiimperialistas. No existen clases sociales ni intereses de clase, existen “pueblos” definidos homogéneamente, tanto desde el punto de vista étnico como cultural-religioso.
Así, esta gente razona de la siguiente manera. En Francia la población musulmana es mayoritariamente pobre y está muy discriminada y reprimida. Por lo tanto si alguien se burla de la religión musulmana está burlándose de los pobres, haciendo un servicio a la burguesía imperialista y a los racistas.
Más abajo veremos qué es lo que realmente dice “Charlie Hebdo”. Este razonamiento es inadmisible. La “población musulmana” es en realidad la población de origen árabe (minoritariamente también de otros orígenes). “Pobre” significa que mayoritariamente pertenece a la clase trabajadora (¡no toda!). La salida a su situación de discriminación y desigualdad no es otra que la incorporación con el resto de la clase trabajadora en la lucha conjunta no sólo contra tal discriminación y desigualdad sino contra toda explotación y opresión. Esta lucha tiene como premisa y condición un salto en la conciencia, que por cierto han dado sectores de la población de origen árabe en Francia mucho mayores de lo que parece según los media: el salto de considerarse parte de la clase trabajadora y no de la Umma (comunidad islámica). De la misma manera que la constitución del proletariado francés autóctono en clase, constituyendo sus sindicatos y sus partidos fue paralela a una ruptura en masa con la religión católica.
Al mismo tiempo, los sectores religiosos, no sólo los fundamentalistas, pretenden canalizar mediante la religión el resentimiento que sufre esta población ante su situación. Pretende que la vean como producto de un enfrentamiento entre el “occidente cristiano” y el “Islam”. De ese modo trabajan por la “reislamización” del colectivo, es decir, por solidificar los prejuicios oscurantistas, machistas, anticomunistas. Entonces, los hipócritas que posan como “defensores de los musulmanes” en realidad son los verdaderos racistas. Unos librepensadores ellos, sin embargo no consideran a los árabes y otros pueblos asiáticos y africanos como capaces de superar sus prejuicios religiosos. Se convierten así en cómplices de los sectores clericales que pretenden atar a esta comunidad a la religión. Esto es verdad por parte de los “antiimperialistas” que siguen la regla “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Y también es verdad por parte de los socialdemócratas y liberales “multiculturales” que hablan de la convivencia entre “culturas distintas” y homogéneas, cayendo en el comunalismo al definir a los árabes como “comunidad musulmana”.
En esta batalla que está en marcha en todos los países de mayoría musulmana y en las comunidades de inmigrantes de ese origen, estos “antiimperialistas”, liberales y conspiranoicos se colocan del lado del oscurantismo.
Ante el atentado, rebuznar sobre Palestina, Afganistán o cualquier otra cosa parecida no es más que justificar y dar cobertura “de izquierda” a los asesinatos y sus perpetradores. El atentado a “Charlie Hebdo” no es un acto de guerra antiimperialista sino una monstruosidad fascista como la bomba que la Triple A puso en España a la revista “El Papus” en 1977. ¡Es una vergüenza para la izquierda que prácticamente nadie haga este paralelismo!
¿”Charlie Hebdo”, una revista racista, xenófoba?
Naturalmente no nos hacemos responsables del conjunto de la línea de una revista que ni siquiera podemos leer regularmente. El origen de “Charlie” está en el mayo del 68. Su predecesora, “Hara Kiri” (1960-70) fue cerrada dos veces, por escándalo público y por burlarse de la muerte de De Gaulle. “Charlie Hebdo” se publicó de 1970 a 1981. La revista resurgió en 1992 con el mismo espíritu irreverente.
Es cierto que durante el período 2004-9 la revista fue dirigida por el humorista Philippe Val, un personaje bastante lamentable. Exizquierdoso del mayo del 68, desde el 11S se obsesionó con el peligro islamista y se convirtió en un sionista defensor de Sarkozy. Llegó a despedir a Siné, uno de los fundadores de la revista por un supuesto chiste antisemita. Los tribunales dieron la razón a Siné, que acabó montando otra revista de humor. Al final Val abandonó “Charlie” para dirigir una radio pública. Desde entonces, hasta su asesinato, Charb asumió la dirección. La revista se izquierdizó, pero no cambió su orientación atea, antirreligiosa en general y crítica feroz con el fundamentalismo islámico. Por ejemplo, Charb reivindicó la decisión de Val en 2006 de republicar las caricaturas de Mahoma que publicó el diario danés de derechas “Jyllands-Posten”, lo que causó no sólo protestas islamistas callejeras sino que el presidente derechista de Francia Chirac criticase a la revista.
El retrato que “Charlie” ha ido tejiendo del fundamentalismo islámico como corriente bárbara, asesina y brutal ha sido rechazado por esa izquieda autodenominada “antiimperialista”. Es esa izquierda que ve “algo bueno” en el fundamentalismo porque truena contra EEUU, Israel, etc. Son los que justifican vergonzantemente el atentado diciendo que ha sido causado por el “monstruo de Frankenstein” del imperialismo y que Francia ha financiado a los yijadistas en Siria o Libia, etc, pero olvidan que cuando los mismos yijadistas tiraron las torres gemelas o mataban a multitud de soldados americanos en Irak ellos los consideraban “antiimperialistas”.
Insistimos, los que acusan a “Charlie Hebdo” de “racista” lo hacen porque identifican “árabe” con “musulmán”. Porque los chistes de “Charlie” son invariablemente contra la religión y contra el fundamentalismo, no contra los árabes como tales. Cuando sacaron en portada (dibujo del asesinado Cabu) a Mahoma desesperado diciendo “Es terrible ser amado por gilipollas”, ¿dónde está ahí el racismo? Y cuando sacaron una parodia de la película “Intocable” con un musulmán en silla de ruedas empujada por un judío ortodoxo, ambos diciendo “no se nos puede tocar”, ¿No es una magnífica burla contra estos apóstoles de lo “políticamente correcto”? Porque cada vez que se critica a estas dos religiones bárbaras, el Islam y el judaísmo, se alza el grito “racismo”. Pero lo que se está criticando es a la religión, no a la supuesta raza árabe, judía o lo que sea.
¿Pero qué hay de la famosa portada del 19 de julio de 2013, “El Corán es una mierda, no para las balas”... Hay gente que dice que es “racista” porque se ve a un árabe musulmán muriendo a tiros disparados por una dictadura apoyada por EEUU y Francia y encima se rien de él. Este comentario dice más sobre el que lo hace que sobre la portada. No se ve un “árabe musulmán” (el que le dispara también es árabe y musulmán) sino un partidario de los “Hermanos Musulmanes” que pretendían instaurar una dictadura teocrática en Egipto, pero fueron derrocados por unos militares “laicos” (pero también creyentes, esa portada está prohibida en Egipto). Entonces la portada se burla de los fascistas ametrallados por militares golpistas. No es un chiste contra pobres creyentes musulmanes, es un chiste análogo a uno que se burlase de los SA ametrallados por las SS en la noche de los cuchillos largos en 1934. O de carlistas a los que les disparan franquistas en Begoña en 1942 y descubren que los escapularios no les protegen de las balas. “Pero los militares están apoyados por EEUU y Francia, es un chiste proimperialista”... Ah, ahora resulta que el gobierno de Morsi y los Hermanos Musulmanes era antiimperialista, vaya, vaya. La crítica como racista a esta portada desnuda a los que la hacen: son vergonzantes defensores del fundamentalismo islámico por la vía de atribuirle inexistentes virtudes “antiimperialistas”.
Toda esta repugnante palabrería sobre que “Charlie Hebdo” era “racista” o “islamófobo” revela su falsedad viendo los dibujos del asesinado Cabu que expresan la línea de la revista:
Es importante entender lo que implican estas portadas en Francia. Si fueran portadas de “El Jueves” en España, serían un chiste inocuo. Aquí hay muchos católicos integristas, algún fundamentalista islámico y apenas un puñado de judíos. Sin embargo, en Francia el católico gritón existe, es el país de Lourdes, del cisma de Lefebvre, el país donde los católicos integristas han hecho manifestaciones de masas contra el matrimonio gay. Los fundamentalistas islámicos vaya si existen, con encuestas que hablan de un apoyo al Estado Islámico (ISIS) mayoritario en la comunidad musulmana. Pero también, lo que es poco conocido, Francia es uno de los centros mundiales del fundamentalismo religioso judío, llamado hasidismo (lubabich). La izquierda española suele confundir la religión judía con el movimiento político reaccionario proimperialista llamado sionismo. No, aquí hablamos de fundamentalistas religiosos judíos, que rechazan el estado “laico” de Israel y lo quieren sustituir por una “Judea” teocrática. En Francia se dedican a montar escuelas donde fanatizan a los niños haciéndoles creer en la literalidad del Antiguo Testamento.
Así que estas portadas y chistes no son brindis al sol, son verdaderamente un combate valiente contra los tres fanatismos que están en auge en Francia y en el mundo. No se puede llamar “marxista”, “revolucionario”, “socialista”, “comunista” quien no simplemente “condena” el atentado si no se solidariza con los caídos.
Cui Prodest? ¿A quien beneficia el atentado?
A estas alturas ya resulta claro que el atentado le ha venido como agua de mayo a la extrema derecha europea. La lucha contra el inmigrante musulmán se ha convertido en su bandera más popular. Y este atentado no puede más que reforzar este prejuicio; los distintos grupos de la extrema derecha y el fascismo en toda Europa se agrupan tras el “os lo dijimos”. Incluso están ensayando una coordinación a nivel europeo, Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente).
Pero los gobiernos imperialistas también salen reforzados. Más allá de la cuestión táctica de si se van a unir o no a la “coalición” para bombardear al ISIS, pues los intereses de cada imperialismo no tienen porqué coincidir, lo que está claro es que estos atentados preparan a la población a apoyar nuevas aventuras bélicas (o a sostener las viejas: la invasión de Afganistán, por ejemplo). También a apoyar nuevos ataques a las libertades públicas como limitaciones a la libertad de movimiento, censura y espionaje en Internet, más poderes para la policía, etc. La “unión sagrada” que produce el atentado es agua de mayo para el imperialismo. ¿De qué otro modo podríamos ver a los sindicatos, a los trabajadores, a toda la población detrás de los gobiernos del ajuste y el machaque, como en la manifestación del día 11 en París? ¿Precisamente cuando hace poco que la policía francesa mató a un estudiante provocando una conmoción en el país?
Pero los conspiranoicos que usan estos hechos para pergreñar teorías sobre “falsas banderas” olvidan que en cualquier caso el atentado también es útil para el fundamentalismo islámico. Porque la intención de éste no es derrocar a los gobiernos imperialistas en tierra infiel. Ni, claro está, parar a la extrema derecha cristiana en Europa. Lo que ellos intentan es ganar para su causa al conjunto de los inmigrantes en Europa procedentes de países musulmanes. De lo que se trata es de que dirijan la fustración que les produce estar en el fondo de la escala social, de sufrir el paro y los recortes más agudamente que la población autóctona mientras son objeto de múltiples discriminaciones, no contra la burguesía ni el capitalismo, sino contra los “cristianos”. Que no construyan una identidad como parte de la clase trabajadora del país donde viven sino como parte de la “Umma” que está siendo “atacada”. No es necesario que todos se vengan a luchar al desierto, con que tengan simpatía a la lucha, hagan aportaciones, faciliten que sus hijos, novios, familiares, etc puedan unirse a la Yijad, ya les va bien.
Por eso, más allá de los pin, los lemas y las cabeceras de manifestaciones, los gobiernos imperialistas, la extrema derecha europea en la cresta de la ola y el fundamentalismo islámico, todos salen beneficiados del atentado. Por eso insistimos, no se trata de una condena general de la “violencia”, los comunistas debemos denunciar este atentado como profundamente reaccionario.
¡“Nous sommes Charlie”! ¡A luchar contra los enemigos de la libertad: Al Qaeda y el Estado Islámico, ciertamente, pero también contra los gobiernos imperialistas, la Unión Europea y la OTAN!
En conclusión:
*como somos “Charlie”, a defender la libertad de expresión, pero especialmente la libertad de blasfemar, de criticar a la religión (a TODAS las religiones, fuentes inagotables de alienación, atraso y opresión). Tenemos que defenderla contra la horda siniestra del fundamentalismo islámico, pero también contra las otras hordas religiosas, cristianas católicas o no, y demás. Tenemos que defender las libertades contra estos fanáticos pero también contra los gobiernos que nos amenazan con más controles “por nuestro bien”. Tenemos que defender las libertades con nuestros propios métodos, los métodos de la movilización obrera, sin confiar en el estado burgués, su gobierno su policía y sus jueces, que pueden de vez en cuando propinar fuertes golpes a los islamistas -porque son de una religión distinta a la suya, -“la única verdadera”- pero con los que comparten en el fondo más de lo que creen.
*Combatiremos cualquier intento de extender la sospecha de “terroristas” al conjunto de la población de origen árabe o de otros países de mayoría islámica. No aceptamos la identificación entre islam y fundamentalismo ni la noción de “culpabilidad compartida”. Pero tampoco aceptamos la noción bienpensante y “multicultural” de que el Islam no tiene nada que ver con el fundamentalismo islámico. Es su base y premisa necesaria. Defendemos la consigna democrática de la libertad religiosa sin por ello cejar en nuestra lucha comunista encaminada a liberarnos de la religión.
*Llamamos a la lucha contra el Estado Islámico (ISIS). Pero la lucha contra el ISIS no la pueden emprender las potencias imperialistas. No han sido capaces de ponerse de acuerdo para una acción militar conjunta. Han realizado bombardeos inefectivos militarmente pero que han matado a muchos civiles. Es que la contradicción entre los imperialistas y el ISIS es puramente coyuntural.
El ISIS amenaza al gobierno semicolonial que la invasión norteamericana ha colocado en Irak. Pero de todos modos los EEUU no están muy contentos con un gobierno colocado y financiado por ellos, tras una costosísma guerra e invasión, sólo para ver que ha acabado siendo más fiel a Irán que al amo que le dio de comer. Además, las tropas del ISIS que en Irak atacan al gobierno pronorteamericano son las mismas que en Siria atacan al gobierno antinorteamericano. El centro de todas las contradicciones es Kobanê, la ciudad sirio-kurda asediada por el ISIS. La ciudad liberada de la dictadura de Assad en Siria por la izquierda kurda, defendida por milicias populares, por mujeres armadas, por kurdos y por árabes revolucionarios solidarios, pero que resiste sola, que está siendo machacada por el ISIS ante la total indiferencia de los mismos imperialistas que hacen sonar por todos lados los tambores de guerra.
Como dijo Charb el 22/X/2014, “Los kurdos nos defienden a todos. Yo soy kurdo, pienso kurdo, hablo kurdo, canto kurdo, lloro kurdo. Los kurdos asediados en Siria no son kurdos, son la humanidad que resiste a las tinieblas”. ¡Solidaridad con la resistencia revolucionaria en Kobanê!
Grupo de Comunistas Internacionalistas GCI, 20 enero 2015