¡Tiene toda la razón el camarada chapaev!, en esta "entrevista a Valentin Falin",el historiador ruso describe el contexto geoestratégico a principios de 1945 y la malevolencia de los supuestos "aliados"
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Recordemos que la reunión de Yalta terminó el 11 de febrero. En la mañana del día siguiente, 12 de febrero, los mandatarios americano y británico se fueron a casa. En Crimea se acordó que la aviación de las tres potencias se atendría en sus operaciones a ciertas zonas delimitadas, pero ya en la noche del 12 al 13 de febrero los bombarderos de los aliados occidentales arrasaron la ciudad de Dresden y más tarde las fábricas más importantes en Eslovaquia y en la futura zona de ocupación soviética en Alemania, para que los rusos no pudieran quedarse con las instalaciones productivas.
En 1941 Stalin sugirió que la aviación británica y americana bombardease los campos petroleros de Ploesti, usando para ello los aeródromos de Crimea, pero nadie quiso hacerlo en aquel entonces. Los ataques aéreos fueron realizados solamente en 1944, cuando las tropas soviéticas se habían acercado a ese centro petrolero que venía suministrando el combustible a Alemania desde principios de la guerra.
V.L.: ¿Y Dresden? ¿Por qué estorbaba a los aliados?
V.F.: Uno de los principales objetivos del ataque aéreo contra Dresden eran los puentes del Elba. El planteamiento de Churchill, compartido por los americanos, era retener al Ejército Rojo en el Este, a la mayor distancia posible.
V.L.: ¿Quiere decir que la destrucción de la ciudad fue una especie de efecto colateral?
V.F.: Son los llamados costes de la guerra. Aunque también había otro motivo. En el briefing pre-vuelo se les había dicho a los pilotos británicos que demostrasen a los Soviets todas las capacidades de la aviación de bombardeo aliada, cosa que hicieron en varias ocasiones. En abril de 1945 lanzaron bombas contra Potsdam. Destruyeron Oranienburgo.
Supuestamente por una equivocación de los pilotos que en teoría habían apuntado contra la sede de la Lüftwaffe en Zossen, según nos explicaron más tarde. Era una de esas incontables declaraciones para despistarnos. El bombardeo de Oranienburgo, donde se encontraban laboratorios alemanes que trabajaban con el uranio, se llevó a cabo por una orden de Marshall y Leahy, para que las instalaciones, personal, equipos y materiales no cayeran en nuestras manos. Todo quedó pulverizado.
Cuando centramos hoy la mirada en los acontecimientos de aquella época tenaz y nos esforzamos por analizar, dentro del sistema de coordenadas vigente entonces, por qué la dirección soviética aceptó un sacrificio tan grande en la recta final de la guerra, tenemos que preguntarnos si había o no un margen de maniobra. Aparte de las tareas inmediatas de la campaña bélica era necesario solucionar las charadas políticas y estratégicas a largo plazo, en particular, oponer diques ante los planes aventureros de Churchill.