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    Porque la comida es tan cara y aumentar el salario no es la solución.

    Federos
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    Mensaje por Federos Vie Feb 13, 2015 11:58 pm


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    Para un turista mexicano en los Estados Unidos existe un lugar cuya visita es obligatoria, un lugar más importante que el Golden Gate, la Estatua de la Libertad o la Casa Blanca: me refiero a un supermercado.

    Recorrer un supermercado en los Estados Unidos constituye una experiencia al mismo tiempo avasalladora y deprimente. Mientras que en los refrigeradores de un Wal-Mart en México puedes encontrar apenas dos tipos de leche fresca, en cualquier supermercado de Estados Unidos puedes conseguir unas diez variedades; además del tradicional jugo de naranja también puedes encontrar de toronja y de zanahoria, así como infinitas combinaciones que incluyen moras, fresas, piña, mango e incluso plátano. El pasillo de cereales es increíble también, pues hay unas doscientas variedades, y en la sección de lácteos hay como treinta quesos para untar, todos con un aderezo distinto. Es algo que te llena de exultación porque, como bien apuntó el Dr. Johnson, todo placer radica en la variedad.

    Pero el éxtasis no viene sin un costo, y no me refiero al simple hecho de pagar por lo que compras, sino a darte cuenta de que el precio de la comida en un supermercado estadounidense es prácticamente el mismo que en un supermercado mexicano. El pan que suelo comprar en mi Wal-Mart local cuesta allá prácticamente lo mismo (aquí es dos o tres pesos más barato), y lo mismo ocurre con prácticamente todos los demás productos. Teniendo en cuenta que el salario mínimo en Estados Unidos equivale aproximadamente a 90 pesos POR HORA, mientras que en México es de sólo 65 pesos AL DÍA, la realidad es que la comida en los Estados Unidos no sólo es increíblemente variada, sino que también es increíblemente barata.

    ¿Por qué los mexicanos ganamos mucho menos que nuestros vecinos y tenemos que pagar por nuestra comida casi la misma cantidad que ellos? La respuesta es bastante sencilla y no tiene nada qué ver con el "imperialismo yankee" que hace las delicias de los fanáticos de la "izquierda" y del socialismo. Todo obedece a simples hechos económicos.

    Aunque el gobierno se ha encargado sistemáticamente de mantener a los mexicanos sumidos en la ignorancia económica (¿alguna vez se han preguntado por qué la materia de Economía no se incluye en los programas de instrucción básica?), creo que todos estamos más o menos familiarizados con lo que técnicamente se denomina Ley de la Oferta y la Demanda. Dicha ley nos dice, entre otras cosas, que siempre que existe demanda de un bien cualquiera, su precio tenderá a ser más alto si disminuye la cantidad disponible del mismo, y tenderá a ser más bajo si aumenta la oferta. Por ejemplo: desde hace varios meses los productores de huevo en México han tenido que hacer frente a una epidemia de gripe aviar en sus granjas, lo que ha ocasionado que disminuya la cantidad disponible del producto y que los precios se hayan disparado. Si la cantidad de huevo disponible volviera a los niveles anteriores (o, mejor todavía, si aumentara) entonces bajarían los precios.

    En los Estados Unidos la comida es muy barata debido a que la producen en enormes cantidades y la distribuyen de manera eficiente. La agricultura en los Estados Unidos está a cargo de un número relativamente pequeño de personas (los productores y sus familias equivalen al 2.2% de la población total), y estas personas poseen amplias extensiones de tierra en donde plantan semillas mejoradas y cuentan con recursos como fertilizantes de nueva generación y descomunales máquinas cosechadoras. La producción es tan grande que no sólo alcanza para satisfacer la demanda interna del país, sino que además permite exportar un enorme excedente a otros países (alrededor del 31% del total). Entre los países que importan sus productos está, ya lo adivinaron, nuestro querido México.

    Si una nación industrializada es capaz de producir alimentos y productos con gran eficiencia y a una escala tan colosal como los Estados Unidos, la enorme oferta de productos hace que estos tengan que venderse más baratos, lo que a su vez ocasiona que el poder adquisitivo sea mayor y que la gente pueda comprar más con su dinero. En sentido estricto no es que la comida valga menos en los Estados Unidos, sino que su dinero, el dólar, vale más.

    El poder adquisitivo del peso mexicano es menor comparado con el del dólar simplemente porque la producción en México es inferior a la de Estados Unidos. La comida en México sería más barata si nuestro país fuera autosuficiente en términos alimentarios (o si produjera manufacturas valiosas con las cuales pagar las importaciones de comida, como sucede en Japón). Pero México no es autosuficiente en ese ámbito debido a varias razones.

    Primero que nada, nuestro país no es el cuerno de la abundancia que nos han hecho creer en las lavanderías de cerebros que se conocen como "escuelas públicas": México está a la misma altura que el desierto del Sahara, y se estima que sólo un 21% de su superficie total es cultivable (y sólo se cultiva realmente un 14%). La tierra cultivable en Estados Unidos suma aproximadamente un 17.5 %, que no parece tan distante del porcentaje mexicano excepto cuando consideramos que la población de aquel país es casi el triple de la del nuestro. ¿Qué diablos está pasando aquí?

    Sucede que, para no perder la costumbre, el gobierno mexicano se ha encargado de echarlo todo a perder. En 1934 el general Lázaro Cárdenas lanzó una reforma agraria inspirada en el modelo soviético y se dedicó a expropiar un montón de tierra y a distribuirla entre los campesinos pobres, creando unidades que supuestamente serían autosustentables y que se denominaron "ejidos". Así, el campo mexicano fue fragmentado en pequeñas parcelas, las cuales, ciertamente, mejoraron la situación de los campesinos que las recibieron, pero a la larga nos condenaron a todos a la dependencia alimentaria. ¿Por qué? Porque no se puede esperar cosechas abundantes de un campo fragmentado. Si tienes 100 hectáreas repartidas entre diez campesinos, la producción será mucho menos abundante y eficiente que si toda esa tierra estuviera en manos de una sola persona con el capital y los recursos para explotarla extensivamente. Y si aunamos el hecho de que los ejidos están dirigidos por un burócrata (el "comisario ejidal"), que se encarga de mediar con el gobierno, ahí tenemos la receta perfecta para el desastre. Después del cuatrienio de Lázaro Cárdenas se dio marcha atrás a la reforma agraria en ciertas regiones (estados del norte del país, así como la región de los Altos de Jalisco, principalmente), que en la actualidad son nuestras únicas áreas agrícolas medianamente exitosas. El campo mexicano emplea alrededor del 23% de la fuerza laboral TOTAL del país y genera menos del 5% de la producción.

    Los mexicanos son pobres no porque sus salarios sean bajos o porque exista una alianza perversa entre el Gobierno y los empresarios para mantenerlos así: lo que sucede es que nuestro dinero vale menos porque la oferta de comida y de bienes de consumo en general es inferior a la que existe en los países más industrializados. Muchos activistas ingenuos y muchos políticos maliciosos e ignorantes proponen para resolver el problema incrementar el salario mínimo con el supuesto fin de aumentar el poder adquisitivo de la gente. Pero tal medida no sería más que un golpe publicitario para hacernos creer que el gobierno se preocupa por nosotros cuando en realidad son sus políticas las que han causado el problema de origen. Cuando se incrementa el salario mínimo por decreto sólo ocurren dos cosas: 1) se fomenta la inflación porque los empleadores tienen que compensar de alguna forma la carga salarial extra o 2) se crea desempleo porque los empresarios encuentran más conveniente prescindir de personas cuyo trabajo no es esencial o, simplemente, porque ya les resulta más barato sustituirlas con máquinas (estas dos cosas han ocurrido recientemente en Venezuela, que es el ejemplo perfecto de como NO mejorar la situación económica de la gente).

    En el caso concreto de los alimentos, la solución sería permitir que las tierras sean concentradas y explotadas masivamente por la iniciativa privada, exactamente como ocurre en los economías capitalistas más avanzadas. La única forma de incrementar el poder adquisitivo de la gente es incrementar la productividad, no mandar que suban los salarios por decreto o que se aumenten los impuestos para regalar dinero a los pobres.

    Sé que inmediatamente van a saltar voces a querer crucificarme al grito de "¡Maldito insensible, qué van a hacer los campesinos si se quedan sin sus tierras! ¡Eres un cachorro del imperio!", etcétera, etcétera. Bueno, debo admitir que no sé qué harían los campesinos si vendieran sus tierras a personas con la capacidad de explotarlas extensivamente. Se me ocurre que si son personas mayores el dinero que recibieran podrían invertirlo para recibir una pensión, o tal vez, si son personas jóvenes, podrían irse a un lugar donde pudieran vivir como asalariados, sea en fábricas o en el sector de servicios, lo que seguramente les convendría más que seguir cultivando sus tierras con una yunta y viajar periódicamente a la Ciudad de México a pedir una limosna al gobierno a cambio de votos en la siguiente elección. Ni yo ni nadie puede decir con exactitud qué pasaría con ellos.

    Lo único que sí puedo asegurar es que de continuar las cosas como hasta ahora los campesinos seguirán siendo igual de pobres y nosotros continuaremos importando comida y pagándola más cara. Eso es lo único que va a pasar.

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