Muerte en el Funeral
Ianina Harari
En El Aromo n° 83: "Frágil, solitario y final"
Nisman había amenazado con provocar una crisis política de magnitud. Lo hizo, aunque no por las razones que tenía planeadas. Su muerte encendió la crisis política, que se mantuvo latente durante todo 2014 al calor de la crisis económica. Esta crisis no es más que la expresión de la ruptura del kirchnerismo con su clase, que venía alistando el funeral del bonapartismo.
El escándalo que provocó la muerte, de todas formas, fue menor que el que hubiera desencadenado su denuncia. Ante la conmoción que generó la noticia, Cristina se apuró a afirmar que había sido un suicidio, apoyada en el argumento de que el fiscal “no tenía nada”. Sin embargo, esa hipótesis no tenía asidero, por lo que rápidamente se desdijo. En efecto, si fuera cierto que la denuncia no compromete a la Presidente, ¿por qué no se dan a conocer las escuchas? La misma pregunta le cabe a la oposición, que bien podría acceder a la totalidad de los audios: ¿no presionan por hacer públicas las escuchas porque no quieren potenciar la crisis o porque pueden implicarla también a ella?
El problema de fondo es que el caso Nisman y su denuncia están imbricados en una trama mayor que alcanza al conjunto del elenco político y pone en evidencia sus compromisos internacionales. Todo el accionar del fiscal, desde que fue nombrado por Néstor Kirchner, estuvo encaminado a encauzar el caso AMIA de la forma más conveniente para el gobierno, en función de sus compromisos con Estados Unidos. No hay que olvidar que reportaba directamente a la embajada de Estados Unidos. La presentación de su denuncia coincidía con la discusión en el Congreso norteamericano sobre las sanciones a Irán, asunto que enfrentó a Obama con congresistas de su partido que estaban prestos a votarlas junto a los republicanos. En qué medida esto resulta una coincidencia o no, debiera levantar sospechas. Lo cierto es que a sabiendas de que el fiscal trabajaba codo a codo con la embajada yanqui, ni el gobierno ni la oposición osaron denunciarlo por tal comportamiento, que podría ser caratulado como delito. Es que el encubrimiento del caso AMIA y de todos los implicados, tanto en la conexión local como en la internacional, es un asunto de Estado. Ni el kirchnerismo ni la oposición están interesados en que se conozcan los verdaderos culpables. Frente a ello, es necesaria la apertura de todos los archivos del caso y la constitución de una comisión investigadora independiente conformada por diputados obreros y organizaciones de luchadores por los derechos humanos independientes de la burguesía[/justify]
SEGUIR LEYENDO
Ianina Harari
En El Aromo n° 83: "Frágil, solitario y final"
Nisman había amenazado con provocar una crisis política de magnitud. Lo hizo, aunque no por las razones que tenía planeadas. Su muerte encendió la crisis política, que se mantuvo latente durante todo 2014 al calor de la crisis económica. Esta crisis no es más que la expresión de la ruptura del kirchnerismo con su clase, que venía alistando el funeral del bonapartismo.
El escándalo que provocó la muerte, de todas formas, fue menor que el que hubiera desencadenado su denuncia. Ante la conmoción que generó la noticia, Cristina se apuró a afirmar que había sido un suicidio, apoyada en el argumento de que el fiscal “no tenía nada”. Sin embargo, esa hipótesis no tenía asidero, por lo que rápidamente se desdijo. En efecto, si fuera cierto que la denuncia no compromete a la Presidente, ¿por qué no se dan a conocer las escuchas? La misma pregunta le cabe a la oposición, que bien podría acceder a la totalidad de los audios: ¿no presionan por hacer públicas las escuchas porque no quieren potenciar la crisis o porque pueden implicarla también a ella?
El problema de fondo es que el caso Nisman y su denuncia están imbricados en una trama mayor que alcanza al conjunto del elenco político y pone en evidencia sus compromisos internacionales. Todo el accionar del fiscal, desde que fue nombrado por Néstor Kirchner, estuvo encaminado a encauzar el caso AMIA de la forma más conveniente para el gobierno, en función de sus compromisos con Estados Unidos. No hay que olvidar que reportaba directamente a la embajada de Estados Unidos. La presentación de su denuncia coincidía con la discusión en el Congreso norteamericano sobre las sanciones a Irán, asunto que enfrentó a Obama con congresistas de su partido que estaban prestos a votarlas junto a los republicanos. En qué medida esto resulta una coincidencia o no, debiera levantar sospechas. Lo cierto es que a sabiendas de que el fiscal trabajaba codo a codo con la embajada yanqui, ni el gobierno ni la oposición osaron denunciarlo por tal comportamiento, que podría ser caratulado como delito. Es que el encubrimiento del caso AMIA y de todos los implicados, tanto en la conexión local como en la internacional, es un asunto de Estado. Ni el kirchnerismo ni la oposición están interesados en que se conozcan los verdaderos culpables. Frente a ello, es necesaria la apertura de todos los archivos del caso y la constitución de una comisión investigadora independiente conformada por diputados obreros y organizaciones de luchadores por los derechos humanos independientes de la burguesía[/justify]
SEGUIR LEYENDO