La rebelión de Baltimore: lo que ocurre con un sueño aplazado
Por el Partido por el Socialismo y la Liberación, traducción al castellano de Héctor Bermejo Martín
Si los jóvenes de Ferguson no se hubieran rebelado, el nombre de Mike Brown hubiera sido olvidado. La ciudad todavía tendría al mismo alcalde y al mismo jefe de policía. La policía todavía vería bien arrestar y multar a los negros por todo lo imaginable, incluyendo “la forma de caminar”, “tener la yerba del patio demasiado alta“, e incluso sangrar en los uniformes de la policía durante una caída. No habría habido ninguna investigación del Departamento de Justicia, o comisiones presidenciales. Si los jóvenes de Ferguson no se hubieran rebelado, la ciudad sería otro punto más en el mapa para la mayor parte del país; sencillamente otra empobrecida y olvidada comunidad negra.
Ahora todo el mundo conoce Ferguson. Las personas que se levantaron declaran su origen con orgullo. Y ahora todo el mundo conoce Baltimore y recordará el nombre de Freddie Gray.
“Están destruyendo sus propios barrios”, gritan los presentadores de noticias. Sí, y Nat Turner destruyó “su propia” plantación [1]. No nos sorprendería que alguno de sus socios también saqueara los armarios.
¿No fue Baltimore destruida antes de lo que ocurrió ayer?, ¿quién rompió sus barrios?, ¿quién dividió la columna vertebral de la ciudad? ¿qué alumno de noveno grado de las escuelas secundarias Forest Park o Fredrick Douglass tapió 47.000 propiedades vacías de la ciudad?, ¿fueron los Bloods o los Crips quienes eliminaron o externalizaron 100.000 empleos en la manufactura?, ¿qué adolescentes permiten que las calles y los servicios de la ciudad se erosionen? ¿fue el chico con el pañuelo rojo o negro quien cortó los programas sociales para después de las clases?, ¿quién inició recientemente demandas por las palizas brutales de Jerriel Lyles, Venus verde y Starr Brown?, y, ¿quién hirió el cuello de Freddie Gray?
Tome 5 minutos a pie a través de cualquiera de los barrios olvidados donde ayer tuvieron lugar los enfrentamientos. La sociedad le está diciendo a estos jóvenes desde todos los ángulos, “no nos importáis en absoluto”, y ahora están devolviendo el gesto con una peineta. Ellos sienten que no tienen nada que perder.
Esa es la verdad esencial que los comentarios racistas y las lecturas liberales están dejando fuera.
La primera regla de la lucha aprendida por cada trabajador en huelga y cada activista contra la brutalidad policial es que no se puede confiar en los grandes medios de comunicación para contar la historia real y dar una perspectiva popular. En el relato de la violencia del sábado cerca de Camden Yards queda fuera el hecho de que miles habían marchado poderosamente y sin incidentes hasta que entraron en contacto con grupos de racistas blancos borrachos que les provocaron y les asaltaron. Fotografías de manifestantes blancos que asistieron en ayuda de sus compañeros negros fueron retratadas como lo opuesto, como si hubiera un “disturbio racial” iniciado por negros agresivos. Una mujer blanca fotografiada que supuestamente estaba sufriendo un robo, estaba en realidad tirando del bolso de un hombre negro, según los testigos.
Luego vino la mentira acerca de los Bloods, los Crips y la Black Guerrilla Family, cuando se afirmó que habían firmado una tregua para matar de forma conjunta policías. De hecho, su tregua tenía como objetivo la unidad de jóvenes negros de la ciudad en un momento crítico de la lucha. Estas organizaciones han estado en las calles junto con la Nación del Islam y otros grupos de la comunidad, tratando de minimizar el saqueo y reorientar la militancia de los jóvenes en términos justos.
Esa militancia tiene que ser entendida y aceptada. No va a desaparecer. Los jóvenes de las calles están cansados de oír que deben trabajar dentro del mismo sistema que les embrutece, el mismo sistema que permite que los policías asesinos caminen a sus anchas. Y aunque muchas tácticas han mostrado la unidad y el poder del pueblo —desde perfomances hasta marchas masivas—, estas no han cambiado sustancialmente las condiciones sobre el terreno, ni detenido la epidemia del terror policial. Incluso con un alcalde, un fiscal general y un presidente negros, no ha habido justicia. El presidente Obama llamó “matones” que necesitan “ser tratados como criminales” a quienes estaban en las calles. Así que cuando los políticos y falsos líderes comunitarios dicen que “esta violencia no logra nada”, muchos jóvenes se preguntan con razón, “¿y que ha logrado vuestro camino?”
Como los jóvenes llegaron a sentir su poder colectivo, han ido primero a por los blancos más fáciles, las tiendas al por menor en sus propios barrios. Por supuesto, la policía y los políticos estaban encima de ellos perfectamente dispuestos a permitir que esto sucediera.
Cuando la autoridad del Estado parece derrumbarse, la gente busca cosas que siempre le han sido negadas o no puede permitirse con normalidad. Para muchos en Baltimore, esto incluye artículos básicos para el hogar, alimentos, artículos de limpieza o pañales, que es lo único que uno podía ver siendo aprehendido de los establecimientos.
Pero el fenómeno de la destrucción de la propiedad y el saqueo es común a todas las rebeliones y revoluciones de la historia. Los hijos americanos de la Revolución de la Libetad, a quienes nos enseñan a admirar y a quienes el Tea Party dice seguir, saquearon las bodegas de sus enemigos, rompieron sus ventanas y los arrastraron fuera de sus hogares para humillarlos en las calles. Por supuesto, esto no fue la conducta de los rebeldes más serios y dedicados, pero nadie enseña que tales excesos y orgías de ebriedad invalidan la Revolución Americana. Ese acontecimiento se entiende por sus profundas causas sociales.
De hecho, la acción y la violencia revolucionaria se mantiene como algo justo en el tiempo que pasó, hace más de 200 años, ¡y fue dirigida por ricos y esclavistas hombres blancos!
El Partido por el Socialismo y la Liberación se une a aquellos que luchan en las calles de Baltimore y que creen que lo mejor para dirigir la rebelión es un despliegue hacia el poder real: el Ayuntamiento, el puerto interior, los barrios donde los lujuriosos y los banqueros de Wall Street dirigen la desindustrialización de la ciudad… Esta rebelión debe extenderse a las ciudades y pueblos de todo el país, entre todos los pobres y oprimidos. Tiene que ser apoyada por la gente de conciencia de todos los ámbitos de la vida, que entiendan que este país está listo para el cambio, listo para la Revolución.
Todo ello requiere más organización y coordinación. Requiere revolucionarios dedicados que resistan junto a los jóvenes valientes y rebeldes, en lugar de condenarles.
Fuente original: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Fuente en Kaos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[1] (Nota del traductor) Nat Turner fue un esclavo negro que se rebeló contra sus amos en 1831, siendo uno de los primeros ejemplos de resistencia antes de la Guerra de Secesión.
Por el Partido por el Socialismo y la Liberación, traducción al castellano de Héctor Bermejo Martín
Si los jóvenes de Ferguson no se hubieran rebelado, el nombre de Mike Brown hubiera sido olvidado. La ciudad todavía tendría al mismo alcalde y al mismo jefe de policía. La policía todavía vería bien arrestar y multar a los negros por todo lo imaginable, incluyendo “la forma de caminar”, “tener la yerba del patio demasiado alta“, e incluso sangrar en los uniformes de la policía durante una caída. No habría habido ninguna investigación del Departamento de Justicia, o comisiones presidenciales. Si los jóvenes de Ferguson no se hubieran rebelado, la ciudad sería otro punto más en el mapa para la mayor parte del país; sencillamente otra empobrecida y olvidada comunidad negra.
Ahora todo el mundo conoce Ferguson. Las personas que se levantaron declaran su origen con orgullo. Y ahora todo el mundo conoce Baltimore y recordará el nombre de Freddie Gray.
“Están destruyendo sus propios barrios”, gritan los presentadores de noticias. Sí, y Nat Turner destruyó “su propia” plantación [1]. No nos sorprendería que alguno de sus socios también saqueara los armarios.
¿No fue Baltimore destruida antes de lo que ocurrió ayer?, ¿quién rompió sus barrios?, ¿quién dividió la columna vertebral de la ciudad? ¿qué alumno de noveno grado de las escuelas secundarias Forest Park o Fredrick Douglass tapió 47.000 propiedades vacías de la ciudad?, ¿fueron los Bloods o los Crips quienes eliminaron o externalizaron 100.000 empleos en la manufactura?, ¿qué adolescentes permiten que las calles y los servicios de la ciudad se erosionen? ¿fue el chico con el pañuelo rojo o negro quien cortó los programas sociales para después de las clases?, ¿quién inició recientemente demandas por las palizas brutales de Jerriel Lyles, Venus verde y Starr Brown?, y, ¿quién hirió el cuello de Freddie Gray?
Tome 5 minutos a pie a través de cualquiera de los barrios olvidados donde ayer tuvieron lugar los enfrentamientos. La sociedad le está diciendo a estos jóvenes desde todos los ángulos, “no nos importáis en absoluto”, y ahora están devolviendo el gesto con una peineta. Ellos sienten que no tienen nada que perder.
Esa es la verdad esencial que los comentarios racistas y las lecturas liberales están dejando fuera.
La primera regla de la lucha aprendida por cada trabajador en huelga y cada activista contra la brutalidad policial es que no se puede confiar en los grandes medios de comunicación para contar la historia real y dar una perspectiva popular. En el relato de la violencia del sábado cerca de Camden Yards queda fuera el hecho de que miles habían marchado poderosamente y sin incidentes hasta que entraron en contacto con grupos de racistas blancos borrachos que les provocaron y les asaltaron. Fotografías de manifestantes blancos que asistieron en ayuda de sus compañeros negros fueron retratadas como lo opuesto, como si hubiera un “disturbio racial” iniciado por negros agresivos. Una mujer blanca fotografiada que supuestamente estaba sufriendo un robo, estaba en realidad tirando del bolso de un hombre negro, según los testigos.
Luego vino la mentira acerca de los Bloods, los Crips y la Black Guerrilla Family, cuando se afirmó que habían firmado una tregua para matar de forma conjunta policías. De hecho, su tregua tenía como objetivo la unidad de jóvenes negros de la ciudad en un momento crítico de la lucha. Estas organizaciones han estado en las calles junto con la Nación del Islam y otros grupos de la comunidad, tratando de minimizar el saqueo y reorientar la militancia de los jóvenes en términos justos.
Esa militancia tiene que ser entendida y aceptada. No va a desaparecer. Los jóvenes de las calles están cansados de oír que deben trabajar dentro del mismo sistema que les embrutece, el mismo sistema que permite que los policías asesinos caminen a sus anchas. Y aunque muchas tácticas han mostrado la unidad y el poder del pueblo —desde perfomances hasta marchas masivas—, estas no han cambiado sustancialmente las condiciones sobre el terreno, ni detenido la epidemia del terror policial. Incluso con un alcalde, un fiscal general y un presidente negros, no ha habido justicia. El presidente Obama llamó “matones” que necesitan “ser tratados como criminales” a quienes estaban en las calles. Así que cuando los políticos y falsos líderes comunitarios dicen que “esta violencia no logra nada”, muchos jóvenes se preguntan con razón, “¿y que ha logrado vuestro camino?”
Como los jóvenes llegaron a sentir su poder colectivo, han ido primero a por los blancos más fáciles, las tiendas al por menor en sus propios barrios. Por supuesto, la policía y los políticos estaban encima de ellos perfectamente dispuestos a permitir que esto sucediera.
Cuando la autoridad del Estado parece derrumbarse, la gente busca cosas que siempre le han sido negadas o no puede permitirse con normalidad. Para muchos en Baltimore, esto incluye artículos básicos para el hogar, alimentos, artículos de limpieza o pañales, que es lo único que uno podía ver siendo aprehendido de los establecimientos.
Pero el fenómeno de la destrucción de la propiedad y el saqueo es común a todas las rebeliones y revoluciones de la historia. Los hijos americanos de la Revolución de la Libetad, a quienes nos enseñan a admirar y a quienes el Tea Party dice seguir, saquearon las bodegas de sus enemigos, rompieron sus ventanas y los arrastraron fuera de sus hogares para humillarlos en las calles. Por supuesto, esto no fue la conducta de los rebeldes más serios y dedicados, pero nadie enseña que tales excesos y orgías de ebriedad invalidan la Revolución Americana. Ese acontecimiento se entiende por sus profundas causas sociales.
De hecho, la acción y la violencia revolucionaria se mantiene como algo justo en el tiempo que pasó, hace más de 200 años, ¡y fue dirigida por ricos y esclavistas hombres blancos!
El Partido por el Socialismo y la Liberación se une a aquellos que luchan en las calles de Baltimore y que creen que lo mejor para dirigir la rebelión es un despliegue hacia el poder real: el Ayuntamiento, el puerto interior, los barrios donde los lujuriosos y los banqueros de Wall Street dirigen la desindustrialización de la ciudad… Esta rebelión debe extenderse a las ciudades y pueblos de todo el país, entre todos los pobres y oprimidos. Tiene que ser apoyada por la gente de conciencia de todos los ámbitos de la vida, que entiendan que este país está listo para el cambio, listo para la Revolución.
Todo ello requiere más organización y coordinación. Requiere revolucionarios dedicados que resistan junto a los jóvenes valientes y rebeldes, en lugar de condenarles.
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[1] (Nota del traductor) Nat Turner fue un esclavo negro que se rebeló contra sus amos en 1831, siendo uno de los primeros ejemplos de resistencia antes de la Guerra de Secesión.