Documento para el debate
Tomado del Blog Bitácora Marxista Leninista
«A todo esto, ¿cómo se organiza el Partido del Trabajo de Corea? ¡Por supuesto ellos dicen que bajo el centralismo democrático! Ahora, ¿qué peculiaridades tiene este «centralismo democrático»? Veamos:
¿Cómo podríamos resumir qué es el centralismo democrático como método organizativo en un partido comunista para el lector novel? De tal forma:
«El principio esencial sobre el que se edifica un partido revolucionario, un partido marxista-leninista, es el del centralismo democrático. Centralismo democrático significa: 1) Todos los órganos dirigentes del partido se eligen democráticamente de abajo arriba y no son nombrados o cooptados. 2) Los órganos dirigentes tienen la obligación de rendir cuentas periódicamente de su actividad ante los miembros que los han elegido y de crear todas las posibilidades para que no se obstaculice la participación de estos miembros en los debates y en la adopción de las decisiones. 3) El centralismo exige necesariamente una disciplina férrea, pero consciente, de manera que la minoría se someta a la mayoría. La disciplina férrea implica necesariamente la discusión, la confrontación de opiniones. 4) Las decisiones de los órganos superiores del partido son obligatorias para los órganos inferiores». (Enver Hoxha; Informe presentado ante la Conferencia de activistas del partido de Tirana sobre los análisis y las conclusiones del XIº Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Albania, 1948)
Pero los revisionistas, y en general, todos los movimientos pseudomarxistas, han negado el centralismo democrático, apostando por: 1) métodos organizativos socialdemócratas, anarquistas, en fin liberales; ó 2) alabando el centralismo democrático y actuando en su nombre para usurparlo y distorsionarlo para finalmente reemplazarlo por el centralismo burocrático.
En el caso del revisionismo coreano, copia la segunda variante que hemos comentado, la conocida sobre todo por el revisionismo soviético, que es la de hablar en nombre del respeto y aceptación del centralismo democrático para aplicar en la práctica el centralismo burocrático que convierte al partido en un régimen guerrillero, sin democracia interna; veamos:
«Los revisionistas modernos que están en el poder, encabezados por los revisionistas soviéticos, hablan mucho acerca de la democracia dentro del partido y se jactan de que aplican los principios leninistas sobre el partido. Pero esto está lejos de la verdad. En esos partidos, el centralismo democrático se ha transformado en el centralismo burocrático. Los miembros del partido que se oponen a su línea y la política antiproletaria son sometidos a represalias, el destierro y la cárcel. La línea de los partidos revisionistas no es el fruto de la participación de la masa de los miembros del partido y las clases trabajadoras, sino el trabajo de las camarillas gobernantes. La disciplina del partido se ha convertido en una disciplina mecánica y la masa de los miembros del partido se someten a las decisiones de la dirección desde el miedo». (Petro Ciruna y Pandi Tase; La degeneración organizativa de los partidos revisionistas y sus consecuencias, 1978)
De una forma u otra, todos los partidos revisionistas, usan una de las dos versiones contrarias al centralismo democrático, a veces combinando sus dos antítesis. Es sabido que muchos partidos por ejemplo usan métodos de descentralización en el partido, que no somete a los órganos superiores o inferiores a ninguna supervisión ni crítica, y a la vez usan métodos de expulsión a quién ejerza su derecho de crítica sobre la dirigencia, por lo general pues, estos síntomas de degeneración de una variante u otra suelen estar interconectados y suelen ser visibles en los partidos revisionistas. El fin de estas formas de organización no marxista es legitimar a la dirigencia. El revisionismo chino por citar un ejemplo, es un partido que según en qué época, Mao Zedong y Chou En-lai utilizaban una táctica u otra; o bien permitían y se unían bajo una «unidad socialdemócratas» con miembros y facciones del partido que eran conocidos por su derechismo o izquierdismo –la existencia de estas facciones y líneas dentro del partido ya dice mucho de su organización no marxista-leninista– si es que les convenía en esa ocasión para aprobar su propia línea o por estar en inferioridad momentánea, o bien sacaban el «bastón de mando» y reprimían a otros miembros o facciones revisionistas o revolucionarias que se atrevieran a juzgar su línea si en ese justo momento se veían amenazados o veían que podían deshacerse de ellos sin peligro de perder el poder en el intento. En el caso del revisionismo coreano, se adaptaron más bien al modelo de partido del revisionismo soviético o el revisionismo yugoslavo, nos referimos de nuevo a partidos en donde la táctica «bastón de mando» y reprimir cualquier manifestación contraria a la dirección de miembros revisionistas o miembros revolucionarios era lo común y primaba más que el «regateo» entre miembros y facciones del partido para lograr una «unidad» formal que mantuviera la línea oficial presente, como podría ser más común en el revisionismo chino o el revisionismo eurocomunista:
«En estos partidos se habla profusamente del centralismo democrático, pero éste ha dejado de ser leninista; se habla de crítica y autocrítica «bolcheviques», pero ya no son bolcheviques; se habla de disciplina de partido, pero ya no es una disciplina leninista, sino fascista; se habla de moral proletaria, pero la moral es burguesa, antiproletaria, antimarxista; se habla de libre expresión de opiniones en el seno del parido respecto a cualquier problema o persona, pero la libre expresión de opiniones, ateniéndose al espíritu de partido, al espíritu proletario, conduce a la cárcel o a los campos de concentración; y así sucesivamente con todas las normas verdaderamente leninistas del partido. Así pues, las normas oficiales, independientemente de las máscaras, son antileninistas, burguesas, reaccionarias, fascistas. Semejante desviación de las normas leninistas, que constituyen la fuerza del partido en tanto que férrea organización de vanguardia del proletariado, para adoptar normas revisionistas, es el peor de los males para un partido marxista-leninista, es un terrible instrumento para la degeneración del partido, para su desintegración, para su total abandono del histórico papel de transformar la sociedad». (Enver Hoxha; La clase obrera de los países revisionistas debe lanzarse al campo de batalla para restablecer la dictadura del proletariado, 24 de marzo de 1968)
Otra de las características de los partidos revisionistas donde la democracia interna es inexistente es la poca regularidad con que sus órganos se reúnen para rendir cuentas de su trabajo. Algo más común en los partidos de corte liberal como decíamos al inicio. No hay que ignorar ni los métodos de brutal represión como los de los brezhnevistas o titoistas, pero tampoco los métodos que dejan al partido y sus normas en un estado cadáver y no permiten a la militancia ejercer sus derechos como militante y garantizar la propia integridad revolucionaria del partido. En estos métodos se aseguran que la camarilla gobernante no tenga que rendir cuentas regularmente ante los órganos del partido y sus miembros. En el revisionismo chino era bastante normal que hubiera largos periodos entre convocatoria del Comité Central o los Congresos del partido:
«Es un hecho que el último congreso del Partido Comunista de China se celebró hace 10 años y el nuevo plan quinquenal está pasando sin ser analizado por un congreso. Esto es anormal, irregular, una violación de los estatutos y por lo que podemos juzgar desde el exterior no han existido razones objetivas que impidieran su celebración. Eso no es algo simplemente organizativo, sino en primer lugar de principios: la dirección máxima del partido, ni toma decisiones ni se le rinden cuentas, es decir no se le consulta. ¿Por qué? Eso no podemos saberlo, pero podemos afirmar que se trata de una violación muy seria y de aquí pueden derivarse muchas cosas peligrosas. Bien el congreso, ¿pero el pleno del Comité Central? ¡Cuatro años sin reunirse! ¿Cómo es posible? Los hechos son los hechos. Se ha hecho caso omiso de las principales instancias del partido. ¿Cómo han sido juzgadas las cosas, con unanimidad o no? ¿Correcta o incorrectamente? Eso no podemos decirlo, nada podemos decir porque no sabemos, pero sí afirmamos que eso es irregular, ilegal, inadmisible, condenable y acarrea graves y peligrosas consecuencias para el partido y el país. En ningún partido marxista-leninista se puede encontrar semejante práctica. ¿Qué ha movido a los camaradas chinos a violar los reglamentos más elementales y más vitales para el partido? Podemos imaginar muchas cosas». (Enver Hoxha; Algunas opiniones previas sobre la «revolución cultural proletaria» china, 14 de octubre de 1966)
El Partido del Trabajo de Corea entre sus deficiencias también es conocido por seguir estas irregularidades internas:
«El Partido del Trabajo de Corea es la fuerza principal en la República Popular Democrática de Corea como reconoce la actual constitución. (...) Su órgano supremo es el Congreso Nacional del Partido, que se supone que se realiza cada cinco años, pero que en realidad se ha reunido seis veces desde 1948. El VIº Congreso del Partido del Trabajo de Corea de 1980, fue el primero desde hacía 10 años, y –sin dar explicaciones creíbles– ningún otro congreso se ha celebrado desde entonces. Uno puede preguntarse cómo puede funcionar el centralismo democrático en un partido que no ha convocado su órgano de decisión más alto desde hace 19 años». (Norberto Steinmay; ¡Larga vida a la reunificación e independencia coreana! ¡Abajo el revisionismo coreano!, 1999)
Llegados a este punto, sobra explicar que este centralismo burocrático, ha sido y sigue siendo en muchos partidos revisionistas, el método organizativo del partido, bien en torno a una camarilla de dirigentes, o bien como en el caso coreano en torno a un sólo individuo, y que no está fuera de duda que no tiene nada de parecido al genuino centralismo democrático de los partidos marxista-leninistas. Algunos camaradas nóveles, que no estén familiarizados con el término burócratas, o que lo estén pero desde la concepción burguesa o pequeño burguesa, se preguntaran: ¿por qué se le añade el calificativo de burócrata al revisionismo coreano? Muy sencillo, veamos una definición de burócrata, que le cuadra a Kim Il Sung y su régimen de partido:
«El burócrata es cobarde, porque su concepción del mundo es idealista, mística, individualista. De aquí se derivan todos los males, como la megalomanía, el servilismo, la mentira, el fraude, etc., todo ello con el objetivo de conservar una posición individual conquistada, de ser promovido a un puesto, de obtener beneficios ilícitos, de hacer toda clase de artimañas. Naturalmente, un bagaje semejante no puede resistir la mirada penetrante de las masas, la lucha de las masas, el ímpetu revolucionario de las masas. Precisamente por este motivo el burócrata hará lo imposible por eludir toda norma revolucionaria, se esforzará por hacer ineficaces las leyes y las ordenanzas revolucionarias, por contrariar a las masas, por sembrar el descontento entre ellas y, por último, por hacerlas indiferentes. Intentará convertir el aparato del Estado en un arma cerrada y administrativo-represiva, transformarlo en una administración que esté al servicio del burocratismo, para intimidar y oprimir a las masas, en lugar de estar al servicio del pueblo y de combatir al burocratismo». (Enver Hoxha; La revolucionarización ininterrumpida del partido y el poder; Discurso pronunciado en la reunión conjunta de las organizaciones de base del partido de la Mina de carbón de Kërraba, de la Planta «Enver», de la Cooperativa agrícola «Wilhelm Pieck», de la unidad militar N° 5009 y de la Universidad de Tirana, 6 de febrero de 1967)
Vayamos viendo otras peculiaridades del centralismo burocrático de Corea del Norte:
«Al encarnar correctamente el principio del centralismo democrático en la construcción del partido y de su actividad, el camarada Kim Il Sung estableció firmemente el sistema monolítico de liderazgo y disciplina revolucionaria y voluntaria dentro del partido. Para nuestro partido el principio del centralismo democrático es su principio de organización, en el que la democracia se pone en pleno juego sobre la base de establecer firmemente la disciplina centralizada. El centralismo es la disciplina y el orden revolucionario según el cual todo el grupo actúa como uno bajo la dirección única del líder». (Kim Jong Il; El Partido del Trabajo de Corea es el partido del gran Camarada y Líder Kim Il Sung, 2 de octubre de 1995)
Viendo cómo funciona internamente el Partido del Trabajo de Corea, no nos ha sorprendido que Kim Il Sung fuera sucedido por Kim Jong Il, y que éste a su vez lo fuera por el nieto del primero, Kim Jong-un. Si observamos la primera sucesión, es decir la de Kim Jong Il, que sustituiría Kim Il Sung, veremos cómo las explicaciones lejos de ser contundentes se basan en pseudo argumentos donde se explota el sentimentalismo de las masas trabajadoras:
«La política de afecto y confianza, la de virtud, de nuestro partido constituye el principal factor que determina la superioridad e invencibilidad de nuestro socialismo. Gracias a esta política, implantada por el partido y el Líder, nuestro pueblo disfruta de una existencia de alto valor y digna bajo el régimen socialista a nuestro estilo, centrado en las masas populares, haciendo brillar su valiosa vida socio-política. Toda la sociedad forma una grande y armoniosa familia, cuyos miembros, felices y conscientes del valor de vivir, mutuamente confían, se aman y se ayudan». (Kim Jong Il; El socialismo es una ciencia, 1994)
En consecuencia, apoyándose en la propaganda revisionista del partido y en la mentalidad religiosa de la gente –confucionismo, budismo y chondoismo– que el mismo partido apoya, se crea la idea de que el líder es el «padre» y el partido la «madre» de la sociedad –añadiéndole como vimos ya, el toque reaccionario patriarcal de que el padre está un escalafón por encima de la madre en cuando a mando–, creando con ello el concepto de que luchar contra el Líder sería como levantarle la mano a un padre. Los revisionistas coreanos reconocen que han utilizado la religión y la filosofía local, razón por la que no la erradican:
«Respecto al respeto a la figura del Líder, no difiere de la que los españoles puedan tener a la familia Real ya que su imagen debe ser respetada. En países asiáticos la figura de muchos dirigentes es también inviolable. La diferencia reside en que por cultura y tradición, en un país como Corea de fuerte influencia confucionista la figura de Padre y Líder van unidas». (Alejandro Cao de Benos; Respuesta a Jon Sistiaga, 2013)
¿Y qué pasaría ante la siguiente hipótesis: sería aceptable el argumento coreano si por un momento aceptáramos los rasgos religiosos, culturales más reaccionarios de Corea del Norte y consideráramos que es aceptable que el «Líder», o dicho de otra forma más sencilla, el máximo dirigente del partido fuera algo así como el «Padre» dentro del partido? Si hablamos de una organización marxista-leninista, la argumentación de estos sofistas serían igual de invalida e igual de antimarxista, en un partido marxista-leninista, no tratamos los problemas ni las relaciones como si fuera una familia o un grupo de amigos. ¿Qué crítica y autocrítica puede existir en el «partido Juche» que ve y estructura al partido como una familia –encima machista–? Veamos a Pedro Checa hablando sobre la importancia de la existencia de un trabajo colectivo y la peligrosidad de la familiaridad en el partido para entender mejor la crítica al revisionismo coreano:
«La falta de un trabajo colectivo arrastra consigo –además de la imposibilidad de una acertada dirección–, la familiaridad, las amistades personales en los órganos de dirección, la creación de los grupos de amigos a través del trabajo, por la amistad y por la lucha, por mil factores muy ligados entre sí. Y en estas condiciones, es raro, difícil que se produzca una crítica y una autocrítica bolchevique, ya que se antepone a la necesidad de realizar ésta, para fortalecer y desarrollar el partido, el temor a que la enemistad se produzca, lo que de hecho impide la ejecución de la crítica en el partido. Esto no quiere decir que el partido esté en contra de la amistad y de las buenas relaciones personales entre todos sus militantes y entre los camaradas de dirección, sino que en el aspecto político, cuando se trata de discutir los problemas fundamentales del partido, hay que colocar siempre los intereses de éste, que son los de todas las masas, por encima de todas otras cuestiones. También es preciso que la amistad personal no se traduzca nunca en una mengua de la autoridad política de aquellos camaradas que ocupan cargos responsables en las direcciones del partido. La falta de un trabajo colectivo y la familiaridad de los órganos de dirección, impiden que ésta sea eficaz y trae, como consecuencia, peligros enormes, tales como el caciquismo, la burocratización e incluso el caudillismo, al subirse el humo a la cabeza. Hay que imponer a rajatabla en el partido el método de trabajo colectivo, especialmente en los órganos dirigentes». (Pedro Checa; Tareas de organización y trabajo práctico del partido: Informe en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España, 3 de noviembre de 1937) (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «pensamiento Juche», 2015)
Tomado del Blog Bitácora Marxista Leninista
«A todo esto, ¿cómo se organiza el Partido del Trabajo de Corea? ¡Por supuesto ellos dicen que bajo el centralismo democrático! Ahora, ¿qué peculiaridades tiene este «centralismo democrático»? Veamos:
¿Cómo podríamos resumir qué es el centralismo democrático como método organizativo en un partido comunista para el lector novel? De tal forma:
«El principio esencial sobre el que se edifica un partido revolucionario, un partido marxista-leninista, es el del centralismo democrático. Centralismo democrático significa: 1) Todos los órganos dirigentes del partido se eligen democráticamente de abajo arriba y no son nombrados o cooptados. 2) Los órganos dirigentes tienen la obligación de rendir cuentas periódicamente de su actividad ante los miembros que los han elegido y de crear todas las posibilidades para que no se obstaculice la participación de estos miembros en los debates y en la adopción de las decisiones. 3) El centralismo exige necesariamente una disciplina férrea, pero consciente, de manera que la minoría se someta a la mayoría. La disciplina férrea implica necesariamente la discusión, la confrontación de opiniones. 4) Las decisiones de los órganos superiores del partido son obligatorias para los órganos inferiores». (Enver Hoxha; Informe presentado ante la Conferencia de activistas del partido de Tirana sobre los análisis y las conclusiones del XIº Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Albania, 1948)
Pero los revisionistas, y en general, todos los movimientos pseudomarxistas, han negado el centralismo democrático, apostando por: 1) métodos organizativos socialdemócratas, anarquistas, en fin liberales; ó 2) alabando el centralismo democrático y actuando en su nombre para usurparlo y distorsionarlo para finalmente reemplazarlo por el centralismo burocrático.
En el caso del revisionismo coreano, copia la segunda variante que hemos comentado, la conocida sobre todo por el revisionismo soviético, que es la de hablar en nombre del respeto y aceptación del centralismo democrático para aplicar en la práctica el centralismo burocrático que convierte al partido en un régimen guerrillero, sin democracia interna; veamos:
«Los revisionistas modernos que están en el poder, encabezados por los revisionistas soviéticos, hablan mucho acerca de la democracia dentro del partido y se jactan de que aplican los principios leninistas sobre el partido. Pero esto está lejos de la verdad. En esos partidos, el centralismo democrático se ha transformado en el centralismo burocrático. Los miembros del partido que se oponen a su línea y la política antiproletaria son sometidos a represalias, el destierro y la cárcel. La línea de los partidos revisionistas no es el fruto de la participación de la masa de los miembros del partido y las clases trabajadoras, sino el trabajo de las camarillas gobernantes. La disciplina del partido se ha convertido en una disciplina mecánica y la masa de los miembros del partido se someten a las decisiones de la dirección desde el miedo». (Petro Ciruna y Pandi Tase; La degeneración organizativa de los partidos revisionistas y sus consecuencias, 1978)
De una forma u otra, todos los partidos revisionistas, usan una de las dos versiones contrarias al centralismo democrático, a veces combinando sus dos antítesis. Es sabido que muchos partidos por ejemplo usan métodos de descentralización en el partido, que no somete a los órganos superiores o inferiores a ninguna supervisión ni crítica, y a la vez usan métodos de expulsión a quién ejerza su derecho de crítica sobre la dirigencia, por lo general pues, estos síntomas de degeneración de una variante u otra suelen estar interconectados y suelen ser visibles en los partidos revisionistas. El fin de estas formas de organización no marxista es legitimar a la dirigencia. El revisionismo chino por citar un ejemplo, es un partido que según en qué época, Mao Zedong y Chou En-lai utilizaban una táctica u otra; o bien permitían y se unían bajo una «unidad socialdemócratas» con miembros y facciones del partido que eran conocidos por su derechismo o izquierdismo –la existencia de estas facciones y líneas dentro del partido ya dice mucho de su organización no marxista-leninista– si es que les convenía en esa ocasión para aprobar su propia línea o por estar en inferioridad momentánea, o bien sacaban el «bastón de mando» y reprimían a otros miembros o facciones revisionistas o revolucionarias que se atrevieran a juzgar su línea si en ese justo momento se veían amenazados o veían que podían deshacerse de ellos sin peligro de perder el poder en el intento. En el caso del revisionismo coreano, se adaptaron más bien al modelo de partido del revisionismo soviético o el revisionismo yugoslavo, nos referimos de nuevo a partidos en donde la táctica «bastón de mando» y reprimir cualquier manifestación contraria a la dirección de miembros revisionistas o miembros revolucionarios era lo común y primaba más que el «regateo» entre miembros y facciones del partido para lograr una «unidad» formal que mantuviera la línea oficial presente, como podría ser más común en el revisionismo chino o el revisionismo eurocomunista:
«En estos partidos se habla profusamente del centralismo democrático, pero éste ha dejado de ser leninista; se habla de crítica y autocrítica «bolcheviques», pero ya no son bolcheviques; se habla de disciplina de partido, pero ya no es una disciplina leninista, sino fascista; se habla de moral proletaria, pero la moral es burguesa, antiproletaria, antimarxista; se habla de libre expresión de opiniones en el seno del parido respecto a cualquier problema o persona, pero la libre expresión de opiniones, ateniéndose al espíritu de partido, al espíritu proletario, conduce a la cárcel o a los campos de concentración; y así sucesivamente con todas las normas verdaderamente leninistas del partido. Así pues, las normas oficiales, independientemente de las máscaras, son antileninistas, burguesas, reaccionarias, fascistas. Semejante desviación de las normas leninistas, que constituyen la fuerza del partido en tanto que férrea organización de vanguardia del proletariado, para adoptar normas revisionistas, es el peor de los males para un partido marxista-leninista, es un terrible instrumento para la degeneración del partido, para su desintegración, para su total abandono del histórico papel de transformar la sociedad». (Enver Hoxha; La clase obrera de los países revisionistas debe lanzarse al campo de batalla para restablecer la dictadura del proletariado, 24 de marzo de 1968)
Otra de las características de los partidos revisionistas donde la democracia interna es inexistente es la poca regularidad con que sus órganos se reúnen para rendir cuentas de su trabajo. Algo más común en los partidos de corte liberal como decíamos al inicio. No hay que ignorar ni los métodos de brutal represión como los de los brezhnevistas o titoistas, pero tampoco los métodos que dejan al partido y sus normas en un estado cadáver y no permiten a la militancia ejercer sus derechos como militante y garantizar la propia integridad revolucionaria del partido. En estos métodos se aseguran que la camarilla gobernante no tenga que rendir cuentas regularmente ante los órganos del partido y sus miembros. En el revisionismo chino era bastante normal que hubiera largos periodos entre convocatoria del Comité Central o los Congresos del partido:
«Es un hecho que el último congreso del Partido Comunista de China se celebró hace 10 años y el nuevo plan quinquenal está pasando sin ser analizado por un congreso. Esto es anormal, irregular, una violación de los estatutos y por lo que podemos juzgar desde el exterior no han existido razones objetivas que impidieran su celebración. Eso no es algo simplemente organizativo, sino en primer lugar de principios: la dirección máxima del partido, ni toma decisiones ni se le rinden cuentas, es decir no se le consulta. ¿Por qué? Eso no podemos saberlo, pero podemos afirmar que se trata de una violación muy seria y de aquí pueden derivarse muchas cosas peligrosas. Bien el congreso, ¿pero el pleno del Comité Central? ¡Cuatro años sin reunirse! ¿Cómo es posible? Los hechos son los hechos. Se ha hecho caso omiso de las principales instancias del partido. ¿Cómo han sido juzgadas las cosas, con unanimidad o no? ¿Correcta o incorrectamente? Eso no podemos decirlo, nada podemos decir porque no sabemos, pero sí afirmamos que eso es irregular, ilegal, inadmisible, condenable y acarrea graves y peligrosas consecuencias para el partido y el país. En ningún partido marxista-leninista se puede encontrar semejante práctica. ¿Qué ha movido a los camaradas chinos a violar los reglamentos más elementales y más vitales para el partido? Podemos imaginar muchas cosas». (Enver Hoxha; Algunas opiniones previas sobre la «revolución cultural proletaria» china, 14 de octubre de 1966)
El Partido del Trabajo de Corea entre sus deficiencias también es conocido por seguir estas irregularidades internas:
«El Partido del Trabajo de Corea es la fuerza principal en la República Popular Democrática de Corea como reconoce la actual constitución. (...) Su órgano supremo es el Congreso Nacional del Partido, que se supone que se realiza cada cinco años, pero que en realidad se ha reunido seis veces desde 1948. El VIº Congreso del Partido del Trabajo de Corea de 1980, fue el primero desde hacía 10 años, y –sin dar explicaciones creíbles– ningún otro congreso se ha celebrado desde entonces. Uno puede preguntarse cómo puede funcionar el centralismo democrático en un partido que no ha convocado su órgano de decisión más alto desde hace 19 años». (Norberto Steinmay; ¡Larga vida a la reunificación e independencia coreana! ¡Abajo el revisionismo coreano!, 1999)
Llegados a este punto, sobra explicar que este centralismo burocrático, ha sido y sigue siendo en muchos partidos revisionistas, el método organizativo del partido, bien en torno a una camarilla de dirigentes, o bien como en el caso coreano en torno a un sólo individuo, y que no está fuera de duda que no tiene nada de parecido al genuino centralismo democrático de los partidos marxista-leninistas. Algunos camaradas nóveles, que no estén familiarizados con el término burócratas, o que lo estén pero desde la concepción burguesa o pequeño burguesa, se preguntaran: ¿por qué se le añade el calificativo de burócrata al revisionismo coreano? Muy sencillo, veamos una definición de burócrata, que le cuadra a Kim Il Sung y su régimen de partido:
«El burócrata es cobarde, porque su concepción del mundo es idealista, mística, individualista. De aquí se derivan todos los males, como la megalomanía, el servilismo, la mentira, el fraude, etc., todo ello con el objetivo de conservar una posición individual conquistada, de ser promovido a un puesto, de obtener beneficios ilícitos, de hacer toda clase de artimañas. Naturalmente, un bagaje semejante no puede resistir la mirada penetrante de las masas, la lucha de las masas, el ímpetu revolucionario de las masas. Precisamente por este motivo el burócrata hará lo imposible por eludir toda norma revolucionaria, se esforzará por hacer ineficaces las leyes y las ordenanzas revolucionarias, por contrariar a las masas, por sembrar el descontento entre ellas y, por último, por hacerlas indiferentes. Intentará convertir el aparato del Estado en un arma cerrada y administrativo-represiva, transformarlo en una administración que esté al servicio del burocratismo, para intimidar y oprimir a las masas, en lugar de estar al servicio del pueblo y de combatir al burocratismo». (Enver Hoxha; La revolucionarización ininterrumpida del partido y el poder; Discurso pronunciado en la reunión conjunta de las organizaciones de base del partido de la Mina de carbón de Kërraba, de la Planta «Enver», de la Cooperativa agrícola «Wilhelm Pieck», de la unidad militar N° 5009 y de la Universidad de Tirana, 6 de febrero de 1967)
Vayamos viendo otras peculiaridades del centralismo burocrático de Corea del Norte:
«Al encarnar correctamente el principio del centralismo democrático en la construcción del partido y de su actividad, el camarada Kim Il Sung estableció firmemente el sistema monolítico de liderazgo y disciplina revolucionaria y voluntaria dentro del partido. Para nuestro partido el principio del centralismo democrático es su principio de organización, en el que la democracia se pone en pleno juego sobre la base de establecer firmemente la disciplina centralizada. El centralismo es la disciplina y el orden revolucionario según el cual todo el grupo actúa como uno bajo la dirección única del líder». (Kim Jong Il; El Partido del Trabajo de Corea es el partido del gran Camarada y Líder Kim Il Sung, 2 de octubre de 1995)
Viendo cómo funciona internamente el Partido del Trabajo de Corea, no nos ha sorprendido que Kim Il Sung fuera sucedido por Kim Jong Il, y que éste a su vez lo fuera por el nieto del primero, Kim Jong-un. Si observamos la primera sucesión, es decir la de Kim Jong Il, que sustituiría Kim Il Sung, veremos cómo las explicaciones lejos de ser contundentes se basan en pseudo argumentos donde se explota el sentimentalismo de las masas trabajadoras:
«La política de afecto y confianza, la de virtud, de nuestro partido constituye el principal factor que determina la superioridad e invencibilidad de nuestro socialismo. Gracias a esta política, implantada por el partido y el Líder, nuestro pueblo disfruta de una existencia de alto valor y digna bajo el régimen socialista a nuestro estilo, centrado en las masas populares, haciendo brillar su valiosa vida socio-política. Toda la sociedad forma una grande y armoniosa familia, cuyos miembros, felices y conscientes del valor de vivir, mutuamente confían, se aman y se ayudan». (Kim Jong Il; El socialismo es una ciencia, 1994)
En consecuencia, apoyándose en la propaganda revisionista del partido y en la mentalidad religiosa de la gente –confucionismo, budismo y chondoismo– que el mismo partido apoya, se crea la idea de que el líder es el «padre» y el partido la «madre» de la sociedad –añadiéndole como vimos ya, el toque reaccionario patriarcal de que el padre está un escalafón por encima de la madre en cuando a mando–, creando con ello el concepto de que luchar contra el Líder sería como levantarle la mano a un padre. Los revisionistas coreanos reconocen que han utilizado la religión y la filosofía local, razón por la que no la erradican:
«Respecto al respeto a la figura del Líder, no difiere de la que los españoles puedan tener a la familia Real ya que su imagen debe ser respetada. En países asiáticos la figura de muchos dirigentes es también inviolable. La diferencia reside en que por cultura y tradición, en un país como Corea de fuerte influencia confucionista la figura de Padre y Líder van unidas». (Alejandro Cao de Benos; Respuesta a Jon Sistiaga, 2013)
¿Y qué pasaría ante la siguiente hipótesis: sería aceptable el argumento coreano si por un momento aceptáramos los rasgos religiosos, culturales más reaccionarios de Corea del Norte y consideráramos que es aceptable que el «Líder», o dicho de otra forma más sencilla, el máximo dirigente del partido fuera algo así como el «Padre» dentro del partido? Si hablamos de una organización marxista-leninista, la argumentación de estos sofistas serían igual de invalida e igual de antimarxista, en un partido marxista-leninista, no tratamos los problemas ni las relaciones como si fuera una familia o un grupo de amigos. ¿Qué crítica y autocrítica puede existir en el «partido Juche» que ve y estructura al partido como una familia –encima machista–? Veamos a Pedro Checa hablando sobre la importancia de la existencia de un trabajo colectivo y la peligrosidad de la familiaridad en el partido para entender mejor la crítica al revisionismo coreano:
«La falta de un trabajo colectivo arrastra consigo –además de la imposibilidad de una acertada dirección–, la familiaridad, las amistades personales en los órganos de dirección, la creación de los grupos de amigos a través del trabajo, por la amistad y por la lucha, por mil factores muy ligados entre sí. Y en estas condiciones, es raro, difícil que se produzca una crítica y una autocrítica bolchevique, ya que se antepone a la necesidad de realizar ésta, para fortalecer y desarrollar el partido, el temor a que la enemistad se produzca, lo que de hecho impide la ejecución de la crítica en el partido. Esto no quiere decir que el partido esté en contra de la amistad y de las buenas relaciones personales entre todos sus militantes y entre los camaradas de dirección, sino que en el aspecto político, cuando se trata de discutir los problemas fundamentales del partido, hay que colocar siempre los intereses de éste, que son los de todas las masas, por encima de todas otras cuestiones. También es preciso que la amistad personal no se traduzca nunca en una mengua de la autoridad política de aquellos camaradas que ocupan cargos responsables en las direcciones del partido. La falta de un trabajo colectivo y la familiaridad de los órganos de dirección, impiden que ésta sea eficaz y trae, como consecuencia, peligros enormes, tales como el caciquismo, la burocratización e incluso el caudillismo, al subirse el humo a la cabeza. Hay que imponer a rajatabla en el partido el método de trabajo colectivo, especialmente en los órganos dirigentes». (Pedro Checa; Tareas de organización y trabajo práctico del partido: Informe en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España, 3 de noviembre de 1937) (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «pensamiento Juche», 2015)