Desde un punto de vista global, es evidente que hay un problema demográfico en el sentido de que, por ejemplo, la generación de nacidas en 1980 somos muchas y muchos de nosotros hijos únicos, hijos únicos que nos veremos en un futuro próximo al cuidado de nuestros padres ancianos, quizás extremadamente dependientes. Habrá que reflexionar como sociedad cómo pensamos cuidarnos unos a otros y si las razones del liberalismo individualista que se esgrimen para no tener hijos serán válidas a la hora de elegir no cuidar a nuestros ancianos. ¿Podremos elegir? ¿Pediremos que el Estado los cuide? ¿Con qué impuestos? ¿Pensamos importar personas cuidadoras que tengan que abandonar sus propios ancianos para cuidar los nuestros? ¿Pensamos pagarnos nuestros propios cuidados en el mercado libre? ¿Crearemos robots de los cuidados? Hay quien puede pensar que es egoísta pensar en los hijos como futuros cuidadores. De hecho lo es y muy poca gente piensa en los niños de esta forma, pero más egoísta es pensar que los hijos de los otros son los que deben cuidarte a ti cuando estés enfermo y anciano, ya sea con su trabajo directo o vía expropiación en forma de impuestos. Una sociedad libre debería basarse en el amor y el apoyo mutuo, autogestionarse, sin recurrir a la explotación de otros seres humanos o a la dominación. Creo que la postura antimaternalista que reclama Badinter y Gimeno debe responder a la cuestión del reparto de los cuidados entre toda la sociedad, hombres y mujeres, sin explotadores ni dominados.
Es más, añado un tema a debatir a la agenda del discurso antimaternal (como veis creo que el desarrollo de ese discurso puede ser hasta positivo, lo que es un pequeño punto de unión y conexión con la autora). ¿No tener hijos biológicos o adoptados propios nos exime de cuidar y amar a los niños? ¿Respetar y cuidar a los niños no es un deber de toda la sociedad? Yo creo que sí. Los niños son responsabilidad de sus padres y madres y su familia, pero necesitan de toda la sociedad para criarse.
Hoy en día los niños son una especie en extinción, con lo cual la postura antimaternalista no tiene nada de qué preocuparse, ha ganado por goleada la batalla de la propaganda antiniños, no la numérica, ya que todavía sólo el 13% de las mujeres no tienen hijos. Pero, volvemos a lo de antes… ¿El antimaternalismo pretende convencer a las mujeres de que no tengan hijos o simplemente exige respeto por las propias decisiones? Esta última postura es totalmente respetable y también constituye un posible nexo de unión entre las madres por elección y las no madres por elección (por elección de verdad, sin autoengaños o problemas de infertilidad no elegidos).
"No se trata aquí de opinar si la maternidad es buena o mala, sino simplemente de llamar la atención sobre el hecho de que estamos ante una institución tan inscrita en nuestra organización social y en nuestra subjetividad que no admite ni un sólo discurso contrario, aun cuando fuera minoritario. No puede ser que de una experiencia humana con esa capacidad tan poderosa para cambiar la vida de cualquier mujer no existan apenas discursos negativos, aunque sólo sea porque la pluralidad de puntos de vista es lo esperable siempre ante cualquier asunto complejo. Y sin embargo, aquí no hay diferentes puntos de vista o los puntos de vista negativos no se hacen visibles. Lo cierto es que no existe ninguna otra institución social que goce de ese mismo índice de aceptación y ausencia de crítica; y esto tiene que dar que pensar. Es cierto que cuando hablamos del derecho al aborto o de los derechos reproductivos, estamos asumiendo que esto incluye el derecho a no tener ningún hijo, pero se trata de algo que queda implícito, que se supone, pero no es un derecho que se explicite y mucho menos que se visibilice culturalmente no sólo en pie de igualdad, sino siquiera con algún rasgo positivo, como discurso alternativo a los discursos maternales hegemónicos."
Llegamos a uno de los párrafos más llenos de ideología y propaganda del artículo de Beatriz Gimeno. ¿La maternidad está inscrita en nuestra organización social? Bueno, tan inscrita que no conocemos quién fue la primera madre humana de la historia… ¿Molesta? Bueno, la historia humana es así, ¡qué le vamos a hacer! El futuro y la tecnología quizás cambien las cosas y el 100% de los seres humanos se gesten y nazcan en un laboratorio. ¿Estará más contento el discurso “antimaternalista”? ¿"No admite ni un solo discurso contrario"? No me voy a repetir, el feminismo está plagado de textos antimaternales, es más, ha calado tanto que se considera que la “salud reproductiva” es evitar ser madre, como si la maternidad fuera una enfermedad. Los argumentos de Beatriz Gimeno en este párrafo son puro victimismo ideológico.
No tenemos que irnos tan lejos como a Simone de Beauvoir en el feminismo para encontrar discursos antimaternales. Marcela Lagarde, antropóloga feminista e integrante del Grupo Asesor Internacional de Sociedad Civil en la ONU dice cosas tan bonitas como esta:
“Los poderes del cuidado, conceptualizados en conjunto como maternazgo, por estar asociados a la maternidad, no sirven a las mujeres para su desarrollo individual y moderno y tampoco pueden ser trasladados del ámbito familiar y doméstico al ámbito del poder político institucional”. Pg. 2 de
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Si nos vamos al Fondo de Población de la ONU vemos el despotismo ilustrado en su vertiente más recalcitrante y unidireccional, primero hablando de la planificación familiar como un derecho (lo que nadie niega, al menos yo), pero después quitándose la careta: solamente es un derecho si va orientado a reducir el número de hijos. Como nieta de una mujer que tuvo 6 hijos deseados, no deja de indignarme:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] “Se agregaron millones de mujeres a las facultadas para tener menor cantidad de hijos y comenzar a tenerlos en etapas posteriores de sus vidas, de modo de disponer de oportunidades para completar su educación, obtener mayores ingresos y escapar a la trampa de la pobreza”.Pg. 4
Toda una declaración ideológica, vital y existencial por parte de la ONU, la única posible para el poder.
“Según estadísticas recientes, actualmente hay en los países en desarrollo 867 millones de mujeres en edad de procrear que necesitan anticonceptivos modernos; de ese total, 645 millones tienen acceso a ellos, pero la abrumadora cantidad de 222 millones siguen careciendo de acceso. Esto es inexcusable.” Pg. 4
¿Responde a una demanda de las mujeres del mundo que de forma autogestionada piden a gritos a la ONU y a Bill y Melinda Gates anticonceptivos “modernos”. No, se impone “desde arriba”. ¿Y los hombres dónde quedan en todo esto? ¿No son ellos corresponsables en la fertilidad? Para la ONU parece ser que no. ¿Se proporcionan otro tipo de formas de controlar la fertilidad, que no sean hormonales, como el autoconocimiento del ciclo menstrual y la lactancia materna como método anticonceptivo? No, solo los “modernos”, es decir, los invasivos contra el cuerpo de la mujer. Los métodos anticonceptivos y la información debe ser accesibles para tomar decisiones libres e informadas, pero no de forma selectiva, ocultando los no “modernos”. Tengo que decir que al menos UNICEF si habla del método MELA, la anticoncepción vía lactancia materna.
Las bosquimanas Kung!, como nos cuenta Jared Diamond, tienen un hijo cada cuatro años sin tomar la píldora. Hay otras posibilidades, totalmente compatibles con los preservativos, pero como son realizadas por las mujeres de forma autónoma sin necesidad de instituciones del poder ni el gran capital no son ni mencionadas. Nuestro mundo es muy diferente al de las bosquimanas, simplemente lo cito para que ampliemos nuestra mente.
“Porque la cuestión es: ¿Se puede verdaderamente elegir algo cuando una de las dos opciones es prácticamente un tabú social, científico, político, etc.? Lo cierto es que las mujeres hacen sus elecciones acerca de la maternidad en un contexto coercitivo acerca no sólo de no tener hijos sino especialmente de tener acceso a las ventajas o a la felicidad que puede proporcionar no tenerlos, así como a la ignorancia de los problemas, las desventajas o la infelicidad que puede proporcionar tenerlos. Cualquier posición, política o personal, contraria al discurso maternalista recibe una sanción social, económica o psicológica brutal. Es en este sentido de falta de alternativas en el que el discurso promaternal es totalitario.”
Después de analizar el discurso unidireccional antinatalista de la ONU queda hasta ridículo hablar de discurso promaternal, más allá del comentario desafortunado familiar o social que opina sobre si tienes hijos, si no los tienes, si se ha quedado con hambre tu bebé o si tu leche no le alimenta. No niego que estos comentarios no solicitados estén fuera de lugar y que haya que tener herramientas para afrontarlos y evitar una intromisión en nuestras vidas no solicitada, pero no se puede negar que a nivel institucional el pensamiento único antimaternal es mayoritario, lo que no quiere decir que cambien las tornas, como tantas veces ha ocurrido en la historia y el discurso promaternalista se vuelva dominante y sea igualmente criticable. De hecho, hay tendencias que apuntan a que el poder tiene que reestructurarse y mutar una vez más para existir y el patriarcado, en lugar de disfrazarse “de mujer angurrienta de poder”, como decía aquel lema de Mujeres Creando, pueda disfrazarse de madre porteadora y empoderada al estilo de Licia Ronzulli, la diputada italiana del partido de Berlusconi que lleva a su hija a algunos plenos del Parlamento Europeo.
Aquí va una breve lista:
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]-http://www.fucsia.co/belleza-y-salud/bienestar-emocional/articulo/mujeres-hijos-felices/41188#.UwIzbrQhV8E
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Sobre el tabú científico me pierdo, quizás Beatriz Gimeno podría decirnos cuál debieran ser los resultados de los artículos científicos según si se ajustan a una cosmovisión u otra. Es sabido en el mundo médico que no ser una madre joven y no amamantar aumenta el riesgo de cáncer de mama y otro tipo de cánceres que se ven influenciados por la larga exposición a los estrógenos. ¿Alguna mujer de 20-25 años conoce esta información? Muy pocas y sin embargo no es un secreto, más bien, es un verdadero tabú social porque se considera políticamente incorrecto. Olvidamos que la realidad es la que es, aunque no nos guste. Es más, asumiendo la realidad podemos buscar soluciones y opciones. Como las monjas por su nuliparidad tienen más riesgo de cáncer se está debatiendo en algunas revistas científicas la posibilidad de que tomen la píldora anticonceptiva, es decir, engañar al cuerpo para que piense que se está embarazada e intentar reducir el riesgo de la "plaga maldita". ¿A nadie le extraña que en un país en el que mueren 6.000 mujeres al año por cáncer de mama no se conozca la relación entre nuliparidad y no amamantamiento con el aumento de este tipo de enfermedad, donde las causas genéticas o hereditarias son minoritarias? ¿Los organismos internacionales que informan sobre planificación familiar tienen en cuenta todo esto y son conscientes de que están promoviendo el aumento del cáncer de mama al promover que se tengan pocos hijos y de forma muy tardía? ¿Y desde el feminismo hay alguien que evite que esta información vital no se convierta en un tabú? Más información sobre este tema en el siguiente artículo:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Sobre el tabú político también podemos decir mucho. Desde la política institucional se habla mucho de maternidad, no maternidad, conciliación, igualdad, pero en la práctica las medidas son antinatalistas ya que se promueve la precariedad laboral, existencial y ética, el principal obstáculo para que las personas desarrollen la vida. Sobre el resto de instituciones supranacionales creo que ya he hablado bastante, las políticas estatales se deben a ellas y hacen lo que les mandan “los de más arriba”. Sí se puede decir que la maternidad no tiene ningún apoyo ni empresarial ni estatal más allá de la reducción de jornada o la excedencia, que muchas mujeres no pueden tomarse aunque quisieran. Una cosa son las leyes y otra la realidad. Hay un “apoyo” económico de 100 euros al mes (lo correcto sería decir una menor retención de impuestos, una deducción) a las madres (al menos en Madrid), pero no a todas, solamente se “premia” a las que trabajan, no a las madres y padres que se toman una excedencia por cuidado de hijos.
Las mujeres toman sus decisiones en un contexto coercitivo. ¡Por fin estamos de acuerdo! Aunque sea por razones opuestas... ya que las mujeres son adoctrinadas, como los hombres, a tenerlos más allá de los 30 años (ser una madre de 18-20 años sí que es un tabú social hoy en día, una locura o una irresponsabilidad) al igual que son adoctrinadas a valorar la vida asalariada o profesional o formativa por encima de la personal. Normal, no se puede tolerar que la energía vital de las personas vaya dirigida hacia algo más que no sean los cuidados de la empresa, a la que amamantamos durante muchos años en la lactancia más prolongada de la historia.
Esto es muy interesante, al abordar la coerción de las mujeres en la toma de decisiones se dividen las opciones entre problemas/ventajas o la felicidad/infelicidad que pueden proporcionar tener hijos o no tenerlos. Es un debate que está mal planteado ya que las grandes experiencias humanas, que se pueden vivir con hijos o sin ellos, van más allá de hacer una tabla de costes-beneficios en la búsqueda de la felicidad. El ser humano también se mueve por necesidad de trascendencia.
¿Se puede ser feliz sin tener hijos? ¿Tiene ventajas no tener hijos? ¡Claro! ¿Las mujeres no lo saben? ¿Es que acaso nacemos madres? Todas las mujeres sabemos lo que es la vida sin tener hijos porque, incluso las madres, hemos vivido muchísimos años de nuestra vida sin tenerlos. Nacemos sin hijos, por tanto, la no paternidad y la no maternidad es una experiencia conocida para todo ser humano y, si volvemos al caso español, al menos hasta la treintena y más allá muchas tenemos tiempo de saber a fondo lo que es no tener hijos.
Sobre los problemas, desventajas o infelicidad que puede proporcionar ser madre estoy totalmente de acuerdo. También tener un amigo, una pareja, una vida sexual o una familia o, simplemente, estar vivo implica problemas, desventajas e infelicidad en muchos casos y momentos. Ser madre es una experiencia humana y como tal es compleja y contradictoria, llena de claroscuros. También lo es no ser madre. Es decir, ser feliz o infeliz es indiferente a ser madre o no serlo, es algo que va más allá del hecho reproductivo. Lo que no quiere decir que ser madre nos pueda hacer sentir las mujeres más felices del mundo en algunos momentos, en otros los más infelices, y en medio una existencia incluso anodina, sin grandes altibajos. Exactamente igual que la mujer que no es madre.
¿Es que acaso alguien niega que la experiencia de ser madre (y la vida misma) implica tanto placer como sufrimiento? Manifestarse contrario a experiencias humanas como la maternidad o la lactancia es de por sí ridículo (no lo es no querer vivirlas en la propia vida, lo que es respetable), pero lo que es intolerable es que se manipule con falsas dicotomías.
Beatriz Gimeno afirma que cualquier posición política y personal contraria a la maternidad recibe una sanción brutal en lo social, económico y psicológico. ¿Cuál es esa sanción en este país en el siglo XXI? En lo social, no ser madre no tiene penalización alguna más allá de los comentarios de personas a las que se puede parar los pies para evitar intromisiones en la vida privada. Si no se es madre se puede estar en todas partes y ámbitos y en todos los horarios, más allá de los límites establecidos por lo laboral. En lo económico, no veo la sanción en ninguna parte. Es más, no hay ningún apoyo económico a las madres en general, solamente hay una deducción para las madres trabajadoras de 100 euros mensuales. Además, si se es madre, se corre el riesgo adicional de que no te renueven y si estás embarazada, de que te echen del trabajo y demás. En lo psicológico tampoco veo la penalización si una mujer lo ha elegido con toda la información y libertad. Si la veo si ella quiere ser madre y no puede serlo por condicionamientos externos o de fertilidad. Ahí sí hay un gran dolor, una gran frustración y un gran duelo. Sería de agradecer que la autora concretara estas sanciones brutales que yo no he sido capaz de encontrar. Esto en cuanto a no querer ser madre en lo personal.
"El discurso promaternal es totalitario”, afirma la autora. Y esta es una cuestión que sí habría que analizar en profundidad. Llama la atención, en primer lugar, que la maternidad sea una categoría en la que una persona tenga que manifestarse como “anti” o “pro”, es decir, es un campo de batalla. Pero declararse “anti” o “pro” para una decisión de la propia vida es cuanto menos extraño. Si podemos declararnos “anti” o “pro” sobre lo que se quiere hacer propaganda. Yo, lo admito, creo que la maternidad no es para todas las mujeres ni todas tienen que elegirla, pero dejo claro que para tomar decisiones hace falta toda la información, no solo una parte. Ahora bien, la maternidad tiene cosas muy positivas que no puedo dejar de reivindicar en el contexto actual. Por supuesto, estas características no vienen dadas de forma automática o natural. Hay que trabajarlas y currárselas día a día, porque la maternidad es una relación real, concreta y diversa. Además de que no quita nada y sigues siendo tan mujer como antes la maternidad y LA PATERNIDAD aquí y ahora: te fuerzan en cierta medida a abandonar una parte de nuestro gran ego para amar y cuidar a otra persona vulnerable y dependiente, ofrece posibilidades de crecimiento y superación personal y familiar, pone las bases para desarrollar la capacidad de amar y ser amado, te impulsa a ser más fuerte y esforzarte por ser mejor persona, permite la vivencia de momentos de unión estrecha con otro ser humano desde sus primeros momentos de vida.
Hay momentos duros y difíciles, unos son propios de la maternidad y otros (en mi opinión, la mayoría) son creados por el entorno antimaternidad, antipaternidad, antiniños y antiamor en el que vivimos. Sin embargo, esos momentos duros, tanto si se tienen hijos como si no, tienen una parte positiva: si los afrontamos saldremos fortalecidos y habremos crecido como persona.
"El único discurso negativo sobre la maternidad que se permite es el de la mala madre, la madre perversa, la que no quiere a sus hijos/as, la que los maltrata. Y el discurso sobre la mala madre no sirve sino para potenciar y prescribir un tipo de maternidad, precisamente la contraria, la que ejerce la buena madre. Porque la mala madre es la peor imagen que cualquier cultura reserva para algunas mujeres, las peores; nadie quiere ocupar ese lugar. Una puede asumir desde el feminismo, e incluso defender transgresoramente, que es una mala esposa, mala compañera, mala hija, mala amante, mala trabajadora, mala mujer, mala en general (Las mujeres buenas van al cielo, pero las malas van a todas partes), pero… ¿mala madre? Que la idea nos resulte tan personalmente devastadora es síntoma de lo absolutamente férreo que es el control sobre la maternidad y, por ende, sobre las mujeres. Ser mala madre es casi lo peor que una mujer puede ser".
Aquí es cuando yo me planto y me planteo: ¿Vivimos en el mismo mundo? La gente normalmente quiere ser buena persona, buena amiga, buena compañera, buena madre y buen padre, buen hermano, etcétera... En general, salvo excepciones, nos esforzamos por convivir y tratar bien a la gente, sobre todo a la que queremos. ¿Es transgresor el mal? Allá cada uno... Querer ser mala madre es algo sorprendente, más cuando ser madre es una elección y tu hijo o hija no ha pedido venir a este mundo. Si no querías ni siquiera intentar hacerlo bien, según tu conciencia ética, ¿para qué querías ser madre?
Otra cosa es criticar un modelo de crianza, yo lo hago, profundamente represor con las madres y padres que es el de la fe ciega en los expertos y las teorías como si fueran religiones. Yo reivindico la ética y los valores de la crianza sin etiquetas, las buenas intenciones sin teorías pretenciosas y la empatía. Es cierto que las mujeres que descubrimos en la maternidad un manantial de experiencias profundas y transformadoras tendemos a exaltar los momentos buenos y minimizar los malos. Por ejemplo, a lo mejor colgamos una foto armoniosa y bella de nuestro hijo mamando pero no colgamos la foto de las 5 de la mañana, el bebé en su noveno despertar, tú fastidiada por no poder dormir tranquila, etcétera. Pero querer dormir y descansar no es ser mala madre, es una sensación que no hay que reprimir. Tampoco sentirse sola o frustrada en la crianza es ser una mala madre. Lo que tenemos que hacer es señalar lo que no está bien e intentar solucionarlo ayudándonos unos a otros. Lo que no se puede hacer es haber demonizado la familia extensa y el mundo rural o no industrializado en el que criar era mucho más sencillo, para después decir que la maternidad tiene muchos aspectos negativos que hay que sacar a relucir. Bien, vamos a sacarlos, a ver cuáles son propios de la maternidad y cuáles son propios del contexto histórico y vital en el que nos encontramos. Ese sí sería un debate interesante y estimulante.
"No ser madre es una elección personal al alcance de muy pocas mujeres en el mundo y se sigue llevando con discreción, casi en soledad, y sobre la que siguen recayendo sanciones sociales. La no-madre se pasará la vida contestando a preguntas que dan por hecho que lo normal es elegir ser madre. Pero aun cuando ese margen de elección sea muy estrecho, hay otra cuestión aún más prohibida: la de ser madre y arrepentirse. Existen múltiples barreras psicológicas y sociales para poder expresar algo como eso, para poder expresárselo incluso a una misma. La madre que lo es y se arrepiente de esa elección jamás lo confesará. Reconocerse arrepentida de la maternidad es lo mismo que reconocer que no se quiere a los hijos, o que no se les quiere lo bastante y ahí, de nuevo se entra en la categoría de mala madre. Y sin embargo, la maternidad es una experiencia tan determinante en la vida de cualquier mujer que, por supuesto, cabe la posibilidad de arrepentirse o de pensar que de haber conocido lo que verdaderamente significaba ser madre, se hubiera escogido no serlo. Y esto puede pensarse aún incluso queriendo a los propios hijos, o queriéndoles mucho, no es contradictorio."
Ser madre y no serlo es una decisión que tiene dos dimensiones: personal e histórica o cultural, como lo queramos llamar. Las nacidas en 1910-1920 no fueron madres en un 20%, es decir, en un número mucho mayor que el actual (13%). Sin embargo, las que lo eran lo eran con muchos más hijos que ahora. ¿Lo decidieron? ¿Debemos pensar que al ser mayor el porcentaje las mujeres eran más libres a principios del siglo XX que ahora para poder desarrollarse como mujeres sin hijos? ¿Influyó la Guerra Civil? ¿Influyeron los códigos legales familiares de la época? Todo eso y más. Reducirlo a una decisión personal es manipular.
Es cierto que gran parte de las mujeres del mundo no pueden elegir ni con quién se casan ni cuándo ni cuántos hijos tendrán. En nuestro país a día de hoy esto no es así. Ni se lleva con discreción, ni en soledad ni recaen sanciones sociales. Sí recaen sanciones sociales para las madres que no pueden estar en todos los lugares en los que sí les gustaría estar, con o sin sus bebés. Claro, se nos quiere reducidos a los lugares específicos “para madres” o “para niños”. Molestamos en una hemeroteca, en un concierto, en una ponencia o en un avión. Se nos expulsa de eso que algunas personas llaman “vida”, para después decir que la maternidad es horrible.
"Porque, además, ¿es obligatorio querer a los hijos? ¿Hay una medida de amor mínimo obligatorio? La maternidad exige que se les quiera siempre por encima de todo: por encima de una misma sobre todo; el amor maternal se supone siempre y en todo caso incondicional, esa es una de sus principales características. En realidad, eso es lo que define la maternidad. Sin embargo, el amor del padre se supone mucho menos incondicional; de hecho, no existe el amor paternal como categoría. Los padres suelen querer a sus hijos, sí, pero sin que este amor esté categorizado como absoluto, como extremadamente generoso o incondicional. Más bien parece que cada padre quiere a sus hijos/as como puede o como quiere. El amor maternal, en cambio, no admite matices"
El amor nunca podrá ser obligatorio ni prohibido porque se crea en el cuerpo (para mí mente y cuerpo están unidos) de las personas. La única forma que tiene el poder de intervenir es manipulando los pensamientos con la propaganda y el adoctrinamiento machacón. Y la única defensa posible es la libertad de expresión, de conciencia, la reflexión y el debate.
No es la maternidad ni la paternidad la que exige que se quiera a un bebé o a un hijo por encima de todo, es la propia ética del amor hacia un ser valioso que acaba de llegar al mundo o, al menos, conoce el mundo menos que tú. Posiblemente no tengamos nunca que vernos en la situación de dar la vida por ellos, pero ¿acaso en una situación de riesgo no lo haríamos?
La visión de la maternidad de Beatriz Gimeno sigue teniendo como modelo el adoctrinamiento franquista. Pero los tiempos han cambiado y los adoctrinamientos y manipulaciones son ahora de otro tipo. No se puede ser feminista y seguir teniendo como único modelo de mujer y madre al ama de casa franquista o su modelo estadounidense de los años 50.
Voy a hablar ahora desde lo personal, de madre a madre. Mi hijo tiene 22 meses y yo le he puesto por encima de todo, incluso de mí misma en muchas ocasiones, porque su bienestar y salud son prioritarias. Le amo, ¡qué le voy a hacer! ¡Qué mala suerte! Pero soy consciente que las necesidades básicas de un recién nacido no son las mismas que las de un bebé de 20 meses, que comprende muchísimo lo que le dices y tiene que entender, en la medida de sus posibilidades reales, que el mundo no está a su servicio, que él tiene que participar en él y ocupar su lugar.
Como sé que es un tema que te apasiona, voy a hablar de lactancia. Dentro de poco voy a iniciar el destete porque así lo he decidido y considero que tiene que ser así por muchas razones personales (obviamente es mi opción, no tiene que ser la de las demás, que amamantarán el tiempo que quieran). Yo considero que la interrupción del sueño nocturna ha sido una de las peores cosas de la maternidad concreta que he experimentado. Pero, aún así, no le he dejado llorando hasta por la mañana, le he amamantado y nos hemos buscado la vida para que fuera lo más llevadero posible. Pero otra cosa es ahora, ahora sí le digo que no cuando no me apetece, porque ya no es una necesidad vital básica sino una relación emocional que involucra a dos personas. Ahora mi hijo tiene que aprender que la experiencia corporal de mamar es de dos, no solo de él mismo, que mamá tiene un cuerpo y tiene que aprender a respetarlo cuando dice “no”. ¿Acaso no es esto educación sexual? Por eso, si en ese caso se enfada o llora, lo siento, le consuelo de otra forma pero no le puedo evitar el duelo. No soy una vaca ni una yegua, que para destetar a sus crías les dan patadas o coces. Soy humana, tengo cerebro y puedo pensar en alternativas menos dolorosas. Además, soy capaz de ver el gran lado positivo y de aprendizaje que tiene el destete, para él y para mí.
Y respecto a las afirmaciones que lanzas tan alegremente sobre el amor paternal actual te diré que el amor de un padre o de la pareja de la madre biológica (del sexo que sea) no es ni mayor ni menor en lo cuantitativo, es diferente porque la relación se establece desde puntos diferentes. Por supuesto, esto no impide que haya parejas que quieran vivirlo de manera simétrica y madre y padre sean seres indiferenciados para el bebé. ¿Es esto posible? No lo sé.
En cualquier caso, todos, madres y padres tenemos una idea de cómo queremos criar a nuestros hijos y, después, en la realidad, hacemos lo que buenamente podemos. Lo único que nos puede liberar es seguir la conciencia, conectarnos con nuestros bebés, escuchar a los demás si queremos, leer libros si así lo decidimos, pero escuchar y leer de forma crítica filtrar, pensar, y ver lo que realmente es válido y lo que no, lo que nos ayuda y lo que no nos hace crecer.
"Y podemos incluso ir más allá: puede no quererse a los propios hijos y no ser un monstruo. Los hijos se tienen en la completa ignorancia; nadie sabe cómo será cuando lleguen e invadan la vida para siempre, aun cuando todo esté lleno de imágenes positivas, casi celestiales, del estado maternal. Y aun así, la desilusión, o el encontrarse con sentimientos que no son los esperados no es tan infrecuente como se podría suponer: las depresiones que sufren las madres en mayor medida que otras mujeres y que los hombres pueden entenderse como un síntoma de algo inexpresado e inexpresable. Es conocido que, en contra de lo que el mito de la maternidad expande, hay muchas madres que necesitan tiempo para querer a sus bebés y para adecuarse a una nueva vida para la que nadie nos ha preparado. Por otras razones es perfectamente posible que una se separe emocionalmente de sus hijos/as cuando estos se hacen adultos. A los hijos no se les quiere por instinto, tal cosa no existe. A los hijos se les suele querer, sí, pero a veces no tan rápido como nos dicen; a veces no tanto como se nos supone; a veces también el amor cambia y se debilita con el tiempo y, finalmente, a veces, aun queriéndoles mucho, es posible pensar en que la vida hubiera sido mejor si hubiéramos tomado la decisión de no tenerlos; si alguien nos hubiera explicado de verdad lo que significan, si hubiésemos tenido acceso a una pluralidad de discursos y no a uno sólo. Y todos estos sentimientos, perfectamente humanos y tan normales como los opuestos, no convierten a estas mujeres en malas personas, ni en subhumanas. Pero no encontraremos ningún discurso, ningún personaje, ninguna historia, que ofrezca no ya imágenes positivas, sino siquiera neutras de ninguna mujer así."
Una persona que no quiere a sus propios hijos no es que sea un monstruo es que no debe criarlos porque todos necesitamos crecer con alguien que nos ame, lo que no quiere decir que sea una persona perfecta o "ideal". Lo mismo se debería decir de una profesora de educación infantil a la que no le gustan los niños. ¡Hay más opciones! Las personas necesitamos amar y ser amadas, si uno es consciente de que no puede amar a un niño que viene al mundo, es mejor que lo entregue a alguien que sí lo amará. ¡Ojo! Otra cosa es no sentir el famoso vínculo inmediato al nacer o en los comienzos de la relación. El amor, además de verse influenciado por hormonas o la parte más química, se construye, hay que trabajarlo, no siempre viene dado. Pero, claro, la autora no deja claro si está hablando de no querer a un hijo de 10 años o a un recién nacido, jugando a la ambivalencia de los términos. Por otro lado, ¿cuántos casos de depresión maternal postparto no son debidos al contexto social e histórico en el que vivimos? No hablar de esto también es manipular. ¡Lo sorprendente es que no haya todavía más depresiones postparto dada la falta de apoyos en la que nos encontramos madres y padres al iniciar nuestra nueva vida! Como dice Carolina del Olmo, "¿Dónde está mi tribu?".
“Es perfectamente posible que una se separe emocionalmente de sus hijos/as cuando estos se hacen adultos”. Pues, claro, ¡qué tendrá que ver esto con todo lo que se ha dicho antes de la antimaternidad! También claro que es posible que te pelees con tu hijo, que te reconcilies. Pero, ¿es que acaso la relación humana madre-hijo, padre-hijo es diferente a otras relaciones? ¿Hay alguna relación humana que sea perfecta o celestial? Y si es así, habrá que demostrarlo, quizás hay alguna encuesta de población en la que la gente responda que la relación madre-hijo es lineal y amorosa en todo momento, sin conflicto alguno. Creo que no. Todas las relaciones humanas tienen altibajos, desencuentros, momentos buenos, malos y simplemente, corrientes y molientes.
Hay bastantes madres “imperfectas”, es decir, simplemente normales y corrientes en películas y libros, pero no esperemos muchos matices en la cultura hegemónica comercial o subvencionada. Por supuesto, son personajes estereotipados, como los de las series Aida o Roxanne. Respecto a la madre que se arrepiente de serlo hay un ejemplo en el cine paradigmático: el personaje de Julianne Moore de“Las Horas” que abandona a sus dos hijos para “elegir la vida” y terminar encontrando un trabajo en Canadá. ¿No podía haber elegido la vida manteniendo un contacto mínimo con sus hijos o, al menos, afrontando la situación de cara en lugar de huir sin mediar palabra? ¿Por qué siempre esa falsa dicotomía entre ser madre y tener "una vida"?
"Por el contrario, ya sabemos que existen múltiples discursos y condicionamientos que conducen a ensalzar la maternidad y sabemos que esos discursos promaternales se dan desde todos los espacios ideológicos, no sólo desde los espacios conservadores. Además de los discursos promaternales propios del sexismo, lo cierto es que periódicamente y desde espacios ideológicos feministas aparecen discursos promaternales que ofrecen, supuestamente, nuevas visiones de la maternidad que terminan siendo la de siempre: visiones místicas y voluntaristas en las que se pretende despojar a la maternidad de sus antiguos significados simplemente porque se desea. De hecho, es posible que el discurso mayoritario en este momento dentro del feminismo sea el de una neomaternidad romantizada que en realidad no ha existido nunca antes, pero que se presenta como una recuperación de lo antiguo y de lo más natural. Muchas feministas descubren ahora el placer de la maternidad y lo hacen como si fuese algo novedoso, como si no lleváramos cientos de miles de años siendo madres. Todo se vende con el frescor y el aroma de lo nuevo: el parto natural, la lactancia y los placeres de la maternidad intensiva reaparecen en todos los ambientes y lo hacen con la fuerza de la conversión. Además, se presentan nuevas situaciones como las maternidades lesbianas o las maternidades mediante técnicas de inseminación como actos de rebelión contra el patriarcado, dejando a un lado lo que tienen de empeño consumista de adscripción capitalista, además de confirmar más que disentir, del rol maternal tradicional".
Este es el único párrafo de todo el artículo con el que puedo estar de acuerdo, aunque con matizaciones. La razón por la que se cae en el misticismo de la maternidad es precisamente porque como después de tantos años se nos ha dicho que la maternidad era un horror, que acabaría con nuestra independencia, con nuestra vida, que un embarazo era lo peor que te podía ocurrir con 20 años, que dejarías de estudiar, que tu carrera profesional ser iría al carajo... Después de tanto lavado cerebro antimaternal las mujeres llegan a la maternidad y viven experiencias de todo tipo, pero muchas encuentran cosas inesperadas, sensaciones potentes, maravillosas. Y entonces nos pasamos al otro extremo, a exaltar solo la parte bellísima de la maternidad, que la tiene (sobre todo estoy hablando de los primeros años, los únicos que conozco) y es hasta difícil de explicar y plasmar en un texto. Pero lo cierto es que es como el amor en pareja o la amistad, es una experiencia contradictoria, tiene momentos buenos, místicos, de pesadilla y terror, cansados, cómicos... ¿Acaso la vida no es así?
Si a eso le añadimos que los niños son una especie en extinción, una rareza, que estamos desconectados de nuestro cuerpo, que no hemos visto parir ni a animales ni a humanos, que ni padres ni madres sabemos muy bien qué hacer con nuestro hijo cuando nace, que estamos solos y confundidos, que opina el experto tal, el otro cual, la vecina, la suegra, la feminista X, que no tenemos familia extensa que nos eche una mano, que no tenemos vecinos con los que compartir crianzas, que vivimos en ciudades inhóspitas y solitarias... Pues se forma un buen cóctel. Se ha problematizado la crianza, como se problematiza la sexualidad, la maternidad, la menopausia o la menstruación.
Yo abogo por la ética maternal y paternal en lugar de hablar de “instintos” automáticos, aunque no niego el componente químico y hormonal ni del amor ni del sexo ni de la crianza, que existir existe aunque en determinados contextos se haya pasado por encima de ellos, ya sea por desconexión con uno mismo o por una ética en la que se pone por encima unos valores sobre otros. Abogo por la conciencia, por lo que hay que hacer aunque a una no le apetezca, por disfrutar de los placeres de la maternidad pero también aprender y asumir sus claroscuros sin autoengaños. Abogo por acabar con la represión que infunden las etiquetas de la crianza y que evitan que entre el aire fresco. Y sobre todo abogo por leer de aquí y de allá, escuchar esto y lo otro, pero cribar, filtrar, reflexionar. Lo malo no es que haya expertos o gente que escribe libros, lo malo es que la gente cree dioses y tenga tan poco espíritu crítico. Yo reivindico la maternidad, pero también reivindico la no maternidad elegida de forma libre e informada. Sobre todo animo a las mujeres a conectarse consigo mismas y que vayan más allá de esto me da placer, esto no me da placer. Una persona que solamente se guía por eso está perdida y debilitada, será una víctima de sí misma. ¡La vida es algo más profundo y trascendental! ¿Cuántas veces no tenemos que luchar por algo, por ejemplo, un conflicto laboral en el que sabemos que vamos a sufrir mucho, pero que no podemos evitar afrontar porque es lo que tenemos que hacer? Nos lo dicta nuestra conciencia y la búsqueda de la verdad o la consecución de un mundo mejor, no nos guiamos solamente por la búsqueda del hedonismo.
Por tanto, estoy de acuerdo con Beatriz Gimeno en su crítica a los feminismos y “crianzas” que solamente cuentan lo precioso y bello de la maternidad (¡que lo tiene, ojo!), pero discrepo totalmente en su enfoque y conclusiones: las decisiones en la vida no se deberían tomar como si de un documento Excel se tratara con el “debe” y el “haber” de nivel de satisfacciones o sinsabores personales, somos seres sociales mucho más complejos, aunque hay gente que preferiría convertirnos en ratoncitos de laboratorio que solo actúan para conseguir el premio. Ese es un tipo de persona ideal para este sistema de dominación.
"Cualquier discurso oculto tiene algo que merece la pena llevar a la luz; en este caso entender por qué no se (re)presenta la no maternidad como una alternativa igual de enriquecedora que la otra. Por eso creo que debemos reflexionar más sobre una institución maternal inscrita ahora en el consumo de masas y en el esencialismo naturalista; debemos reclamar, como poco, un espacio de reflexión sobre la antimaternidad. Y más aún porque nos encontramos en un momento en el que el discurso dominante se está reforzando al redefinir la maternidad a través de discursos que parecen menos patriarcales pero que no ponen en cuestión lo fundamental: que el hecho de que la mujer pueda tener hijos no explica ni justifica que quiera tenerlos; ni tampoco que tenerlos sea bueno, mejor o siquiera apetecible".
¿Por qué no se representa la no maternidad como una alternativa enriquecedora? No sé si la autora está aquí proponiendo una mística de la no maternidad o una campaña de propaganda. En ese caso tengo que informarla que la revista Time ya se le adelantó con esta portada: “The Childfree Life” donde una parejita toma el sol y disfruta de la vida sin ataduras ni hijos, claro.
Totalmente de acuerdo, hay que reflexionar sobre la maternidad y la no maternidad, sobre por qué se promocionan determinados modelos u otros desde los medios de comunicación, la biopolítica o el feminismo.
Estoy también de acuerdo en que el discurso dominante está redefiniendo la maternidad a través de discursos que parecen menos patriarcales pero... (aquí ya me separo de la autora) que no ponen en cuestión la pirámide de poder jerárquica del sistema. Y aquí señalo de nuevo otra portada de la revista Time, medio adoctrinador donde los haya: “Are you mom enough?”
Yo tengo algunas líneas para futuros debates, que humildemente creo que son de mayor calado que el que plantea Beatriz, aunque me parece totalmente respetable y loable que se invite a la reflexión sobre cualquier otro tema. ¡Eso ya es algo en los tiempos que vivimos de “antireflexión”!
Elisabeth Badinter, principal inspiración de la autora para este artículo, plantea las cuestiones que Beatriz Gimeno expone aquí. La filósofa francesa apunta más o menos la siguiente cuestión que de todo el libro me pareció la única hipótesis rescatable e interesante (el resto es ideología y propaganda antimaternal de la alta burguesía de "toda la vida") aunque con muchas matizaciones: ¿no será que las francesas, como son “peores” madres (según su libro esta categoría comprendería no amamantar y no intentar ser una madre "perfecta") tienen más hijos y el discurso naturalista, a fuerza de mostrar una maternidad idealizada, echa para atrás a las mujeres a la hora de lanzarse a la maternidad? ¿Pueden etiquetas como las de la crianza "naturalista" convertirse en anticonceptivos sociales? Ahí lo dejo para que lo pensemos entre todos.Yo creo que habría mucho que replicar a Elisabeth Badinter, pero eso lo dejo para otro post.
Y sigo yo preguntándome cosas... ¿Podría ser que la biopolítica antinatalista estuviera creando un modelo de crianza difícil de compatibilizar con el sistema capitalista-estatal actual, con el mundo asalariado y sus horarios, para desestructurar aún más al sujeto? Porque una sociedad industrializada moderna necesita de horarios fijos y cantidades exactas, necesita crianzas industrializadas... ¿Son las dos portadas de Time dos caras de una misma moneda? ¿O quizás simplemente la portada de “¿Eres suficientemente madre?” era una reacción ante una crianza que se les puede ir de las manos al tener un potencial peligroso de generosidad, esfuerzo y vinculación entre seres humanos, una crianza que pone por encima del trabajo asalariado las relaciones personales?... Uff... es realmente complejo, pero el sistema es hábil en transformarse para salir reforzado. ¿Será el próximo patriarcado un matriarcado? ¿Será la próxima presidenta de la Reserva Federal una mujer poderosa, amamantadora y porteadora fuertemente vinculada a su hijo pero sin empatía hacia el resto de seres humanos? Ahí lo dejo para la reflexión futura. Vayamos más allá de lo superficial cuando analicemos la realidad.
Sobre la frase final del artículo se puede decir mucho. Poder es una cosa y querer es otra, eso está claro para todo en la vida. El hecho de que la mujer pueda hacerse feminista no explica ni justifica que quiera ser feminista. Tampoco que ser feminista sea algo bueno, mejor o siquiera apetecible. Podéis sustituir la palabra "madre", por lo que queráis para entender mejor ese párrafo, pero ser madre y ser padre es algo positivo para crear un mundo mejor, a no ser que pertenezcas al Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria.
No creo que nadie que apoye la maternidad se plantee que todas las mujeres deberían ser madres. Que lo sean las que quieran, eso sí, sin ocultar información porque la nuliparidad, la maternidad tardía y no amamantar tienen riesgos para la salud, como bien saben las monjas.
er madre o padre es una decisión personal con una fuerte dimensión social. Nos guste o no, somos seres sociales, aunque cada vez lo seamos menos gracias a este sistema de aislamiento. El hecho de que se promuevan políticas antinatalistas tiene causas políticas y efectos sociales, el hecho de que se promuevan políticas pronatalistas también. Siempre hay que identificar los intereses del poder en cada momento para reflexionar sobre las propias decisiones. ¿Son verdaderamente libres? ¿Lo que deseo, lo ha deseado alguien para mí?