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    Feminismo y maternidad

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    feminismo - Feminismo y maternidad Empty Feminismo y maternidad

    Mensaje por nunca Sáb Jun 27, 2015 2:47 pm

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    [size=32]PERLAS DE LA FEMINAZI DE PODEMOS BEATRIZ GIMENO[/size]
    MAY 11
    Publicado por CienciayEspiritu
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    “Un mundo lésbico es la solución”
    Aquí unas cuantas perlas de su escrito Una aproximación política al lesbianismo:
    “La heterosexualidad obligatoria es una herramienta del patriarcado para poner a las mujeres en una posición subordinada respecto a los hombres”
    “La heterosexualidad no es la manera natural de vivir la sexualidad, sino que es una herramienta política y social con una función muy concreta que las feministas denunciaron hace décadas: subordinar las mujeres a los hombres; un régimen regulador de la sexualidad que tiene como finalidad contribuir a distribuir el poder de manera desigual entre mujeres y hombres construyendo así una categoría de opresores, los hombres, y una de oprimidas, las mujeres”
    “La condición masculina significa la pertenencia al género que detenta todo el poder”
    “La heterosexualidad es la herramienta principal del patriarcado”
    “Olvidar que en la mayor parte de los periodos históricos las mujeres, si hubieran podido elegir, hubieran escogido no mantener relaciones sexuales con los hombres , no vivir con ellos, no relacionarse con ellos, es olvidar algo fundamental en la historia de las mujeres (y de los hombres)”
    “Es la heterosexualidad la que, verdaderamente, se clava en las vidas y en los cuerpos de las mujeres. Situarse en el espacio físico del lesbianismo puede resultar liberador en tanto que se asume una posición de outsider respecto de la heterosexualidad, en tanto que el cuerpo se siente más libre y respira, en tanto que una puede observar(se) desde fuera, y hacerse más consciente de los mecanismos de opresión que operan sobre nosotras.”
    “La heterosexualidad no sólo se enseña, sino que además, se hacen ímprobos esfuerzos para que la mayoría de las mujeres sientan que no tienen otra opción; la heterosexualidad está fuertemente inducida, y de ahí los múltiples mecanismos destinados a sustentarla, a enseñarla, a favorecerla, a castigar la disidencia, a presionar a las mujeres para que se hagan heterosexuales en definitiva: mecanismos psicológicos, sociales, económicos, políticos. Si la heterosexualidad fuese natural, o siquiera beneficiosa para las mujeres, no necesitaría de los enormemente complejos mecanismos que se emplean para mantenerlas dentro de ella.”
    “El feminismo lucha con denuedo para limitar los daños que la heterosexualidad provoca en las mujeres”
    “Se sabe que cualquier mujer puede ser lesbiana”
    “No hay una construcción ideológica rígida de la feminidad; no es necesaria, el único requisito de la feminidad es que ésta este supeditada en cada momento histórico a los deseos masculinos”
    “De ahí que dicha frase se pueda proferir como amenaza: voy a hacer que te sientas una mujer de verdad, es decir, voy a violarte”
    “Son muchas las lesbianas que afirman haber escogido serlo o bien por razones políticas o, si bien no conciencian esa elección, dicen haber llegado a la conclusión de que como lesbianas son más felices, ya que encuentran que las relaciones entre mujeres están dotadas de cualidades que no encuentran en los hombres”
    “Muchas otras sienten que elegir una vida lesbiana es elegir una vida que se aleje de la que han llevado sus madres”
    “El feminismo combate para que las mujeres no pierdan sus energías intelectuales y/o afectivas con los hombres”
    “Muchas mujeres tendrían mucho que ganar si existiera una ecuación que pusiera en pie de igualdad homo y heterosexualidad o que incluso fomentara la no heterosexualidad. Se nos enseña como limitar los problemas de salud física y mental, económicos, políticos y personales, pero nada se nos dice de que estos problemas también podrían ser combatidos viviendo un estilo de vida lesbiano”
    “La violencia machista sólo la ejercen los hombres contra las mujeres porque los hombres son los únicos que en esta sociedad se pueden encontrar en la posición masculina […] Sólo un hombre puede sentir que tiene la legitimidad simbólica, cultural, histórica que le da el patriarcado para matar a su mujer. […] Cuando un hombre mata a una mujer por machismo, es un asesinato por odio a las mujeres, que es lo que es el machismo simplificando mucho. Al revés es un asesinato pero no existe el “odio a los hombres” como tipo penal aunque ahora los neomachistas quieran crear este tipo o borrar el que reconoce el odio misógino. No lo van a conseguir, ninguna legislación en el mundo reconoce tal cosa y, al contrario, muchas ya reconocen el odio misógino como un tipo específico de violencia. La violencia de género es una violencia agravada por el delito de odio misógino.”

    PROPAGANDO LA GUERRA DE SEXOS A TOPE!!!
    Beatriz Gimeno defiende a las marionetas NWO de las Femen…
    Femen, ¿por qué nadie está con ellas? | pikara magazine
    Igualmente La señora Gimeno está a favor de “visibilizar”…lo que le interesa.
    Lo que no le interesa aboga por “invisibilizarlo”. ¡¡Coherencia total!!:
    ¿Tenemos que ser las activistas lesbianas las que visibilicemos la violencia que se pueda dar –esporádicamente- en las parejas formadas por mujeres? Yo creo que no y, por eso, que no cuenten conmigo para dar pábulo a estas cuestiones.
    Cada cierto tiempo el asunto de la violencia en las parejas de lesbianas se discute o bien en los medios generalistas o bien también –y especialmente- en el ámbito del propio activismo lesbiano. Tengo que reconocer que a veces ese tipo de estudios o de discusiones me sacan de quicio hasta el punto de que yo misma tengo que preguntarme por qué me gusta tan poco que se discuta de eso o se dé visibilidad a la violencia que existe en algunas parejas de lesbianas. Creo que hay dos razones de que el tema me guste tan poco. La primera y más importante tiene que ver con el uso que el neomachismo pretende hacer de cualquier tipo de violencia intrafamiliar para deslegitimar y desdibujar la lucha contra la violencia de género como un tipo de violencia sistémica particular y anclada en el patriarcado. Si todo es violencia y, sobre todo, si todo es el mismo tipo de violencia, entonces no hay razones para establecer medidas concretas de lucha contra la violencia machista. Naturalmente que esa es la manera tradicional de negar e invisibilizar que la violencia machista es diferente a cualquier otra porque se produce en un contexto de desigualdad de poder estructural (desigualdad real y simbólica) en el que los hombres creen tener derechos de propiedad sobre “sus” mujeres”.
    Violencia que no es de género | Beatriz Gimeno
    Observen que esta señora EN EL MISMO PÁRRAFO critica una “invisibilización” (la de la “violencia de género) y confiesa que le saca de quicio que se “visibilize” la violencia intra lésbica
    La Sra. Gimeno deseando que exista un Poder Rosa y “discriminación positiva” (o sea, DISCRIMINACIÓN) pro “Gay”:
    “15. EL poder rosa es más real de lo que pensamos?
    Si fuera tan real como la gente piensa ya habríamos conseguido lo que queremos. El poder rosa es un mito homófobo. Ojala fuera real. Todos los grupos tienen derecho a tener un grupo de presión. Por lo que vemos, nuestra capacidad de presión no es muy grande. Espero que el poder rosa sea cada vez más poder.

    16. ¿Practican los gays la discriminación positiva?

    Espero que sí. Estoy por cualquier medida que ayude a los grupos discriminados a sacudirse esa discriminación. Los discapacitados ya tienen leyes de discriminación positiva en todo el mundo occidental y nadie ha dicho nada. Las mujeres están empezando a tenerlo, cualquier grupo discriminado puede beneficiarse de la discriminación positiva“.
    elmundo.es | encuentro digital con Beatriz Gimeno
    Observen que los “LGTBI” no están en contra de la “discriminación” si esta les favorece.
    Relean por favor esta frase autocontradictoria porque es para enmarcar:
    “cualquier grupo discriminado puede beneficiarse de la discriminación”
    Por cierto, según la señora Gimeno la PROMISCUIDAD forma parte de la “identidad Gay”:
    18. ¿Por qué esa necesidad de los homosexuales de reproducir los patrones de comportamiento heterosexuales (tener hijos, rol en la pareja)? ¿No debería ser la homosexualidad una forma de sexualidad completamente distinta con sus propios códigos?
    Pues en parte lo es. En todo caso hay de todo. Pero sí que tiene sus propios códigos de comportamiento como por ejemplo la aceptación universal de la promiscuidad aunque se tenga pareja. La fidelidad no es un valor en la comunidad gay.
    A mí me asombra como esta señora se da a sí misma el derecho para hablar representando a millones de personas homosexuales que ella no conoce y a decir que para ellos “la fidelidad no es un valor”.


    Comprad vaselina chicos, las feminazis van muy en serio

    ENTRE SUS OBJETIVOS FEMINAZIS ESTÁ EN DAR POR EL CULO LITERALMENTE A LOS HOMBRES!!!
    Me gustaría contribuir a problematizar la siguiente cuestión: dado el profundo simbolismo asociado al poder y a la masculinidad que tiene en la cultura patriarcal la penetración (a las mujeres), ¿qué podría cambiar, que importancia cultural tendría una redistribución igualitaria de todas las prácticas, de todos los placeres, de todos los roles sexuales, incluida la penetración anal de mujeres a hombres?
    Por el culo, políticas anales | Beatriz Gimeno
    100% MALTHUSIANA!!!:
    Construyendo un discurso antimaternal
    El feminismo tiende a ignorar la naturaleza compulsiva de la maternidad, a quitar importancia a su papel en la comprensión de la discriminación estructural e ideológica de las mujeres y a mantener como tabú cualquier discurso contrario.
    El otro día, en la penumbra de una reunión nocturna, hablando de esas cosas que no suelen mencionarse a plena luz del día, varias amigas terminamos hablando con franqueza absoluta de la maternidad. Y tras la charla, fuimos varias también las que acabamos coincidiendo en que al feminismo le queda mucho por decir acerca de la maternidad, aun cuando se pudiera pensar que ya lo ha dicho todo; al fin y al cabo, la maternidad es uno de sus temas de siempre. Pudimos constatar que, a pesar de que la maternidad ha sido estudiada, analizada y cuestionada, y que la reivindicación de los derechos reproductivos es una constante dentro del feminismo, no hay propiamente dentro de éste un discurso claramente antimaternal.
    Aunque la maternidad aparentemente haya cambiado mucho de aspecto, tenemos derecho a preguntarnos si este cambio ha sido algo más que un simple modernizarse para seguir siendo, en el fondo, un discurso prescriptivo que pretende seguir manteniendo plenamente operativo el eterno binomio mujer-madre, aunque ahora se trate de una mujer moderna y una madre también moderna. El feminismo, en mi opinión, tiende a ignorar la naturaleza compulsiva de la maternidad y a quitar importancia a su papel en la comprensión de la discriminación estructural e ideológica de las mujeres. El tabú que se cierne sobre cualquier discurso antimaternal dentro del feminismo no hace sino evidenciar el carácter conflictivo de una cuestión que no sólo afecta a la configuración de la identidad de las mujeres sino al mantenimiento mismo del orden social en su conjunto.
    No puede ser que de una experiencia humana con esa capacidad tan poderosa para cambiar la vida de cualquier mujer no existan apenas discursos negativos, aunque sólo sea por pluralidad
    Durante la mayor parte de su historia moderna, el principal objetivo del feminismo ha sido por una parte defender una condición maternal compatible con la vida (en el sentido más literal), o bien, en los países ricos, defender una organización maternal que permita ser madre sin dejar de ser igual. Y siendo estas dos preocupaciones lógicas y justas, eso no quiere decir que se deban sofocar otras posibilidades de pensar la maternidad. En general, salvo excepciones, son pocas las voces que han formulado discursos contrarios a una cuestión que, simplemente, se asume como lo normal, natural, inevitable, incuestionable, etc. Casi todas las posiciones feministas acerca de la maternidad parten, en todo caso, de la posición que da por hecho y no cuestiona, ni política ni vitalmente, que la mayoría de las mujeres del planeta quieren ser madres y que, en todo caso, ser madre es algo bueno.

    No se trata aquí de opinar si la maternidad es buena o mala, sino simplemente de llamar la atención sobre el hecho de que estamos ante una institución tan inscrita en nuestra organización social y en nuestra subjetividad que no admite ni un sólo discurso contrario, aun cuando fuera minoritario. No puede ser que de una experiencia humana con esa capacidad tan poderosa para cambiar la vida de cualquier mujer no existan apenas discursos negativos, aunque sólo sea porque la pluralidad de puntos de vista es lo esperable siempre ante cualquier asunto complejo. Y sin embargo, aquí no hay diferentes puntos de vista o los puntos de vista negativos no se hacen visibles. Lo cierto es que no existe ninguna otra institución social que goce de ese mismo índice de aceptación y ausencia de crítica; y esto tiene que dar que pensar. Es cierto que cuando hablamos del derecho al aborto o de los derechos reproductivos, estamos asumiendo que esto incluye el derecho a no tener ningún hijo, pero se trata de algo que queda implícito, que se supone, pero no es un derecho que se explicite y mucho menos que se visibilice culturalmente no sólo en pie de igualdad, sino siquiera con algún rasgo positivo, como discurso alternativo a los discursos maternales hegemónicos.
    Porque la cuestión es: ¿Se puede verdaderamente elegir algo cuando una de las dos opciones es prácticamente un tabú social, científico, político, etc.? Lo cierto es que las mujeres hacen sus elecciones acerca de la maternidad en un contexto coercitivo acerca no sólo de no tener hijos sino especialmente de tener acceso a las ventajas o a la felicidad que puede proporcionar no tenerlos, así como a la ignorancia de los problemas, las desventajas o la infelicidad que puede proporcionar tenerlos. Cualquier posición, política o personal, contraria al discurso maternalista recibe una sanción social, económica o psicológica brutal. Es en este sentido de falta de alternativas en el que el discurso promaternal es totalitario.
    No ser madre es una elección personal al alcance de muy pocas mujeres en el mundo y se sigue llevando con discreción y sanciones sociales. Hay otra cuestión aún más prohibida: la de ser madre y arrepentirse
    El único discurso negativo sobre la maternidad que se permite es el de la mala madre, la madre perversa, la que no quiere a sus hijos/as, la que los maltrata. Y el discurso sobre la mala madre no sirve sino para potenciar y prescribir un tipo de maternidad, precisamente la contraria, la que ejerce la buena madre. Porque la mala madre es la peor imagen que cualquier cultura reserva para algunas mujeres, las peores; nadie quiere ocupar ese lugar. Una puede asumir desde el feminismo, e incluso defender transgresoramente, que es una mala esposa, mala compañera, mala hija, mala amante, mala trabajadora, mala mujer, mala en general (Las mujeres buenas van al cielo, pero las malas van a todas partes), pero… ¿mala madre? Que la idea nos resulte tan personalmente devastadora es síntoma de lo absolutamente férreo que es el control sobre la maternidad y, por ende, sobre las mujeres. Ser mala madre es casi lo peor que una mujer puede ser.

    No ser madre es una elección personal al alcance de muy pocas mujeres en el mundo y se sigue llevando con discreción, casi en soledad, y sobre la que siguen recayendo sanciones sociales. La no-madre se pasará la vida contestando a preguntas que dan por hecho que lo normal es elegir ser madre. Pero aun cuando ese margen de elección sea muy estrecho, hay otra cuestión aún más prohibida: la de ser madre y arrepentirse. Existen múltiples barreras psicológicas y sociales para poder expresar algo como eso, para poder expresárselo incluso a una misma. La madre que lo es y se arrepiente de esa elección jamás lo confesará. Reconocerse arrepentida de la maternidad es lo mismo que reconocer que no se quiere a los hijos, o que no se les quiere lo bastante y ahí, de nuevo se entra en la categoría de mala madre. Y sin embargo, la maternidad es una experiencia tan determinante en la vida de cualquier mujer que, por supuesto, cabe la posibilidad de arrepentirse o de pensar que de haber conocido lo que verdaderamente significaba ser madre, se hubiera escogido no serlo. Y esto puede pensarse aún incluso queriendo a los propios hijos, o queriéndoles mucho, no es contradictorio.
    El amor maternal se supone siempre y en todo caso incondicional; el amor paternal ni existe como categoría
    Porque, además, ¿es obligatorio querer a los hijos? ¿Hay una medida de amor mínimo obligatorio? La maternidad exige que se les quiera siempre por encima de todo: por encima de una misma sobre todo; el amor maternal se supone siempre y en todo caso incondicional, esa es una de sus principales características. En realidad, eso es lo que define la maternidad. Sin embargo, el amor del padre se supone mucho menos incondicional; de hecho, no existe el amor paternal como categoría. Los padres suelen querer a sus hijos, sí, pero sin que este amor esté categorizado como absoluto, como extremadamente generoso o incondicional. Más bien parece que cada padre quiere a sus hijos/as como puede o como quiere. El amor maternal, en cambio, no admite matices.

    Y podemos incluso ir más allá: puede no quererse a los propios hijos y no ser un monstruo. Los hijos se tienen en la completa ignorancia; nadie sabe cómo será cuando lleguen e invadan la vida para siempre, aun cuando todo esté lleno de imágenes positivas, casi celestiales, del estado maternal. Y aun así, la desilusión, o el encontrarse con sentimientos que no son los esperados no es tan infrecuente como se podría suponer: las depresiones que sufren las madres en mayor medida que otras mujeres y que los hombres pueden entenderse como un síntoma de algo inexpresado e inexpresable. Es conocido que, en contra de lo que el mito de la maternidad expande, hay muchas madres que necesitan tiempo para querer a sus bebés y para adecuarse a una nueva vida para la que nadie nos ha preparado. Por otras razones es perfectamente posible que una se separe emocionalmente de sus hijos/as cuando estos se hacen adultos. A los hijos no se les quiere por instinto, tal cosa no existe. A los hijos se les suele querer, sí, pero a veces no tan rápido como nos dicen; a veces no tanto como se nos supone; a veces también el amor cambia y se debilita con el tiempo y, finalmente, a veces, aun queriéndoles mucho, es posible pensar en que la vida hubiera sido mejor si hubiéramos tomado la decisión de no tenerlos; si alguien nos hubiera explicado de verdad lo que significan, si hubiésemos tenido acceso a una pluralidad de discursos y no a uno sólo. Y todos estos sentimientos, perfectamente humanos y tan normales como los opuestos, no convierten a estas mujeres en malas personas, ni en subhumanas. Pero no encontraremos ningún discurso, ningún personaje, ninguna historia, que ofrezca no ya imágenes positivas, sino siquiera neutras de ninguna mujer así.
    Por el contrario, ya sabemos que existen múltiples discursos y condicionamientos que conducen a ensalzar la maternidad y sabemos que esos discursos promaternales se dan desde todos los espacios ideológicos, no sólo desde los espacios conservadores. Además de los discursos promaternales propios del sexismo, lo cierto es que periódicamente y desde espacios ideológicos feministas aparecen discursos promaternales que ofrecen, supuestamente, nuevas visiones de la maternidad que terminan siendo la de siempre: visiones místicas y voluntaristas en las que se pretende despojar a la maternidad de sus antiguos significados simplemente porque se desea. De hecho, es posible que el discurso mayoritario en este momento dentro del feminismo sea el de una neomaternidad romantizada que en realidad no ha existido nunca antes, pero que se presenta como una recuperación de lo antiguo y de lo más natural. Muchas feministas descubren ahora el placer de la maternidad y lo hacen como si fuese algo novedoso, como si no lleváramos cientos de miles de años siendo madres. Todo se vende con el frescor y el aroma de lo nuevo: el parto natural, la lactancia y los placeres de la maternidad intensiva reaparecen en todos los ambientes y lo hacen con la fuerza de la conversión. Además, se presentan nuevas situaciones como las maternidades lesbianas o las maternidades mediante técnicas de inseminación como actos de rebelión contra el patriarcado, dejando a un lado lo que tienen de empeño consumista de adscripción capitalista, además de confirmar más que disentir, del rol maternal tradicional.
    Cualquier discurso oculto tiene algo que merece la pena llevar a la luz; en este caso entender por qué no se (re)presenta la no maternidad como una alternativa igual de enriquecedora que la otra. Por eso creo que debemos reflexionar más sobre una institución maternal inscrita ahora en el consumo de masas y en el esencialismo naturalista; debemos reclamar, como poco, un espacio de reflexión sobre la antimaternidad. Y más aún porque nos encontramos en un momento en el que el discurso dominante se está reforzando al redefinir la maternidad a través de discursos que parecen menos patriarcales pero que no ponen en cuestión lo fundamental: que el hecho de que la mujer pueda tener hijos no explica ni justifica que quiera tenerlos; ni tampoco que tenerlos sea bueno, mejor o siquiera apetecible“.
    Anímate, repudia a tus hijos (esta vez ya nacidos) y sé una malísima madre, está de moda!!! Las malas madres se reivindican | El País Semanal | EL PAÍS/ Las malas madres alzan la voz | S Moda EL PAÍS



    Última edición por nunca el Sáb Jun 27, 2015 7:19 pm, editado 2 veces
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    feminismo - Feminismo y maternidad Empty Re: Feminismo y maternidad

    Mensaje por nunca Sáb Jun 27, 2015 3:54 pm

    Primera parte del artículo.
    Un análisis del artículo de Beatriz Gimeno "Construyendo un discurso antimaternal"

    “Todo poder encarna la maldición y la tiranía”, “…por encima de todo, estaba enamorada de la revolución”. Louise Michel (1839-1905)

    Introducción

    Finalmente he realizado este análisis porque no me quedé contenta con mi forma de abordar el artículo de Beatriz Gimeno, creo que fue impulsiva, a trompicones y con una visión fragmentada. Creo que esa no debería ser la forma de abordar estas cuestiones. En ese sentido, creo que caí en la trampa de la provocación que proponía el título del artículo para las mujeres que reivindicamos lo valioso de la maternidad real, no la mística ni la idealizada, sino la concreta y diversa. Por esta razón, creo que necesitaba realizar este análisis pausado, reflexivo y a cámara lenta.

    La elección de ser madre o de no serlo tiene una dimensión personal y otra social o cultural influenciada por el entorno. Reducirlo simplonamente a un problema de voluntades, búsqueda de placeres o evitación de sinsabores es limitar la cuestión, ya que los seres humanos somos bastante más complejos y actualmente vivimos tiempos de precariedad económica pero sobre todo precariedad existencial.  

    Allá vamos...
    “El feminismo tiende a ignorar la naturaleza compulsiva de la maternidad, a quitar importancia a su papel en la comprensión de la discriminación estructural e ideológica de las mujeres y a mantener como tabú cualquier discurso contrario.”
    Es imposible analizar un texto sin conocer el contexto concreto al que se está refiriendo. Obviamente, no es lo mismo ser madre en Afganistán que en España, no es lo mismo ser madre en el Santo Domingo que conoció Bartolomé de las Casas que en la clase alta de la Francia urbana de principios del siglo XX. Tampoco se puede hablar de feminismo, por tanto, en un sentido amplio cuando se refiere a su visión de la maternidad. Pero a pesar de las “dificultades” intentaremos desentrañar lo que plantea Beatriz Gimeno en su artículo.

    La afirmación que encabeza el artículo es falsa en sus múltiples dimensiones. En primer lugar, la maternidad no es esencialmente de naturaleza compulsiva en el ser humano, es decir, no es obligatoria (recordemos el significado de “compeler”: Obligar a alguien, con fuerza o por autoridad, a que haga lo que no quiere) ya que, como sabemos, la maternidad es un fenómeno humano plural y variado, que muestra particularidades diversas en cada mujer, cada sociedad, cultura, clase social y momento histórico.

    Como la autora utiliza el presente vamos a pensar que habla de la actualidad en nuestro país. ¿Es en España obligatorio ser madre? ¿Hay mujeres hoy en día obligadas a ser madres a la fuerza? ¿Hay alguna autoridad que nos fuerce a las mujeres a ser madres? La respuesta es negativa, es más, no para de crecer el porcentaje de mujeres que no tienen hijos (el 13% de las nacidas en 1965 no han sido madres y el 25% de las nacidas en la generación de 1970 se estima que no serán madres). Estos son los datos, pero es complicado saber qué parte de la infecundidad es elegida conscientemente, cuál es debida a problemas de fertilidad o a un retraso de la maternidad que termina como infecundidad no elegida. En cualquier caso, estaré dispuesta a modificar cualquier argumento de este análisis si alguien me demuestra lo contrario. De momento, es la autora la que debe demostrar que ser madre es obligatorio en España.

    Vayamos a la siguiente cuestión. ¿El feminismo ha quitado importancia a la supuesta relación que implica Gimeno entre maternidad y discriminación? ¿Lo mantiene como un tabú? La respuesta es que el feminismo no solo no ha quitado importancia a esta relación sino que ha sido y es una cuestión básica de su discurso desde al menos Simone de Beauvoir. ¿Qué dice esta autora? Para ser un tabú habla bastante claro de las “servidumbres” de la maternidad:

    "(...) engendrar, amamantar no son actividades, son funciones naturales; no suponen ningún proyecto; por esta razón, no sirven a la mujer para una afirmación altiva de su existencia; sufre pasivamente su destino biológico. Los trabajos domésticos a los que se consagra, porque son los únicos que puede conciliar con las cargas de la maternidad, la encierran en la repetición y la inmanencia; se reproducen día tras día de forma idéntica que se perpetúa de siglo en siglo; no producen nada nuevo". ("Historia", I).

    Vemos frases como "no suponen ningún proyecto", "no sirven", "las cargas de la maternidad", "sufre pasivamente", "no producen nada nuevo". En la maternidad todo es negativo, pasivo y doloroso. Ningún tabú, queda todo muy claro.

    Pero, claro, como habla en presente podemos presuponer que Beatriz Gimeno está hablando de un feminismo que tiende a ignorar todo lo que se supone que no debería ignorar sobre la maternidad. ¿El feminismo maternalista?
    “El otro día, en la penumbra de una reunión nocturna, hablando de esas cosas que no suelen mencionarse a plena luz del día, varias amigas terminamos hablando con franqueza absoluta de la maternidad. Y tras la charla, fuimos varias también las que acabamos coincidiendo en que al feminismo le queda mucho por decir acerca de la maternidad, aun cuando se pudiera pensar que ya lo ha dicho todo; al fin y al cabo, la maternidad es uno de sus temas de siempre. Pudimos constatar que, a pesar de que la maternidad ha sido estudiada, analizada y cuestionada, y que la reivindicación de los derechos reproductivos es una constante dentro del feminismo, no hay propiamente dentro de éste un discurso claramente antimaternal.”
    En este párrafo se apuntan temas interesantes. Estoy de acuerdo en que la maternidad ha sido uno de los temas recurrentes del feminismo, aunque en mi opinión de forma errada y distorsionada. En cuanto a la reivindicación de los derechos reproductivos del feminismo estos siempre han sido unidireccionales, es decir, siempre se han entendido únicamente desde el punto de vista de la anticoncepción para evitar ser madre. Nunca se ha tenido en cuenta que los derechos reproductivos también incluyen la reivindicación del derecho a tener el número de hijos que se quiera tener, realidad que hoy no se cumple dada la diferencia entre hijos deseados y efectivamente nacidos. Y lo que nunca se ha planteado es que la salud sexual incluye también el fin de una sociedad que mata el deseo y el amor, que destruye nuestros cerebros y cuerpos e impide que logremos vincularnos a otros seres humanos.

    En mi opinión, y el de muchas otras personas, dentro y fuera del feminismo, las mujeres debemos tener tanto derecho a ser madres como derecho a no serlo. Esto incluye información y acceso a los medios anticonceptivos (tanto sintéticos como de autoconocimiento de la fertilidad) y la legalización del aborto, pero también otros muchos aspectos que quedan fuera de esta visión reduccionista y simplona de la reproducción, como la libertad de conciencia, el fin del adoctrinamiento o al menos autodotarnos de herramientas para desnudarlo, comprenderlo y señalarlo. También incluye la reflexión y el debate más allá del visceralismo y el discurso pasional. Las mujeres tenemos la capacidad de pensar y dialogar sobre todos los temas de la condición humana sin tener que convertirnos en exaltadas de un debate de tele-basura. Sería muy interesante convocar un debate público y plural sobre estos temas bajo algunas premisas básicas de cordialidad, aunque después pasemos a la batalla de las ideas. Estoy segura que algún acuerdo de mínimos podemos encontrar. Solamente se puede saber poniendo todas las cartas sobre la mesa.

    Esta unidireccionalidad en el debate implantado a partir de los años sesenta sobre “derechos reproductivos” en el que se toma la parte por el todo (el todo sería el derecho a ser madre y no serlo, la parte sería solamente identificar de facto derechos con “derecho a no ser madre”) también se dio en otros temas como el de la sexualidad limitada al placer. El erotismo desborda la idea del placer y está íntimamente relacionado con otros muchos temas: desde la reproducción (engendrar, parir y amamantar es parte de la sexualidad femenina) a la unión, vinculación y desvinculación con otros seres humanos en el plano más íntimo, los ámbitos comunicativos, éticos, políticos, sociales, afectivos y muchísimo más.

    Esa unidireccionalidad en la visión de la reproducción femenina sigue manteniéndose en los discursos despóticos sobre planificación familiar de agentes tan diversos como el FMI, el Banco Mundial y el USAID. No en vano se sigue sin tomar en consideración las necesidades reales de las mujeres, que llegan a su grado más autoritario y extremo en criminales como Fujimori y sus esterilizaciones masivas. La imposición de un modelo único de planificación familiar de “arriba hacia abajo”, aún sin ser tan agresivo y autoritario como una esterilización forzosa, también es algo despótico y criticable. Ya el informe NSSM 200 elaborado por Henry Kissinger señalaba el camino correcto para los intereses de EEUU: conseguir la fecundidad de reemplazo de 2 hijos por mujer en todo el mundo, sobre todo en determinados países.

    Por supuesto, en los programas financiados por las instituciones del poder el autoconocimiento de la fertilidad es un método considerado marginal al lado de los métodos hormonales o más invasivos. Peor aún, para el gran público son métodos poco seguros o "naturales" y, además, ¡la Iglesia los admite con lo cual deben ser malísimos! Pensamientos tan simplistas obvian que a principios de siglo fueron también algunos anarquistas los que utilizaron y divulgaron en sus revistas métodos naturales de planificación familiar (en la Revista Estudios, por ejemplo), como el Método Ogino, poco seguro comparado con el Sintotérmico.

    Respecto a que dentro del feminismo no hay un discurso claramente antimaternal no hay más que volver al párrafo que he copiado de Simone de Beauvoir para ver que es sumamente antimaternalista. Me atrevería a decir que también es sumamente machista porque rezuma asco hacia las madres, a la par que un profundo desconocimiento de la diversidad del hecho maternal. Hago un inciso para incluir un texto de Bartolomé de las Casas que creo que no debió de ser leído por Simone de Beauvoir:

    “Historia de las Indias (1517): "No tenían orden ni ley en los matrimonios; tomaban ellos cuantas querían y ellas también, y dejábanse cuando les placía, sin que a ninguno se haga injuria ni la reciba del otro. No eran celosos ellos ni ellas, sino todos vivían a su placer, sin recibir enojo del otro. Multiplicábanse mucho, y las mujeres preñadas no por eso dejan de trabajar; cuando paren tienen muy chicos y cuasi insensibles dolores. Si hoy paren, mañana se levantan tan sin pena, como si no parieran; en pariendo, vanse luego al río a lavar y luego se hallan limpias y sanas. Si se enojan de sus maridos, fácilmente con ciertas hierbas o zumos abortan, echando muertas las criaturas; y aunque andan desnudas todo el cuerpo, lo que es vergonzoso de tal manera lo tienen cubierto con hojas o con tela o con cierto trapillo de algodón, que no se parece. Y los hombres y las mujeres no se mueven más porque todo lo secreto y vergonzoso se vea o ande descubierto, que nosotros nos movemos viendo los rostros o manos de los hombres. Son limpísimos en todos sus cuerpos ellos y ellas, por lavarse muchas veces."


    No incluyo este fragmento porque me parezca que ese sea el tipo de sociedad ideal a la que debemos llegar ni porque crea que esto realmente ocurría así como lo cuenta. Es muy probable que su visión estuviera distorsionada por el desconocimiento y haya poco parecido con la realidad de lo que hoy conocemos como Santo Domingo. Pero algo habría también de cierto. ¿Dónde quedan aquí las servidumbres de la maternidad? ¿Es la maternidad o el parto algo esencialmente negativo para la mujer en esta sociedad? ¿O es el contexto el que lo determina?

    Es, por tanto, falso que no haya dentro del feminismo un discurso claramente antimaternal. ¡Casi todo el feminismo es antimaternal! Hay muy pocas autoras dentro de la historia del feminismo que respeten la maternidad o la valoren en su justa medida. ¿Podemos nombrarlas? Yo no las conozco, pero reconozco que tengo muchas lagunas en este tema. Solamente conozco a Yvonne Knibiehler y su visión me parece interesantísima, sobre todo en lo que se refiere a temas de fecundidad y anticoncepción. Seguro que alguien puede hablarnos de alguna más y así aprender de forma colectiva. Sí existe el otro extremo, el de la exaltación polarizada, que surge como reacción a lo horrible que se había pintado la maternidad para la mujer.
    “Aunque la maternidad aparentemente haya cambiado mucho de aspecto, tenemos derecho a preguntarnos si este cambio ha sido algo más que un simple modernizarse para seguir siendo, en el fondo, un discurso prescriptivo que pretende seguir manteniendo plenamente operativo el eterno binomio mujer-madre, aunque ahora se trate de una mujer moderna y una madre también moderna. El feminismo, en mi opinión, tiende a ignorar la naturaleza compulsiva de la maternidad y a quitar importancia a su papel en la comprensión de la discriminación estructural e ideológica de las mujeres. El tabú que se cierne sobre cualquier discurso antimaternal dentro del feminismo no hace sino evidenciar el carácter conflictivo de una cuestión que no sólo afecta a la configuración de la identidad de las mujeres sino al mantenimiento mismo del orden social en su conjunto.”
    La maternidad efectivamente ha cambiado mucho de aspecto antes del franquismo y de la industrialización y después. En la actualidad muestra características también diferentes. ¿Sigue siendo la maternidad “modernizada” un discurso determinista que mantiene operativo el binomio mujer-madre? Para empezar los binomios los crea alguien. Las mujeres que somos madres también somos mujeres: madres y mujeres, mujeres y madres. Somos “una”, no estamos fragmentadas aunque la realidad y los discursos se empeñen en rompernos en pedazos. Somos muchas otras cosas a la vez. Crear contradicciones donde no las hay es algo cultural e histórico, aunque esas contradicciones sean reales, existan y haya que reflexionar sobre ellas. Pero siempre hay que tener claro que las cosas fueron diferentes en otros tiempos y, por tanto, podrán cambiar en el futuro, lo que nos brinda herramientas para recuperar lo recuperable, desechar lo desechable y crear también algo completamente nuevo que se aproxime al mundo que soñamos.

    ¿Existe un tabú dentro del feminismo actual que silencia el discurso antimaternal? No, por lo menos en la revista Pikara Magazine abundan los artículos que no contemplan la mera idea de que la maternidad no robe nada a las mujeres ni las esclavice ni las fuerce a elegir entre ser madre y no serlo. La maternidad es siempre un extraño campo de batalla contra el patriarcado, con sus estrategias, armas y correspondientes contraofensivas:

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    Si vamos a lo concreto y observamos las reivindicaciones, panfletos o lemas del pasado 8 de marzo (el del 2014 todavía no ha ocurrido) y Beatriz Gimeno está en lo cierto deberíamos ver muchos temas maternales o quizás maternalistas. Esto es lo que encontramos en el Manifiesto de la Comisión 8 de marzo (2013):

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    ¿Alguien ve alguna referencia al maternalismo? ¿Alguna proclama favorable o simplemente que valore algún aspecto de la maternidad? Si hacemos Control-F para buscar alguna palabra que comience por “mater” nos topamos con una única referencia:

    “El incuestionable derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, afectos, sexualidad, y maternidades, siendo obligación del Estado garantizar el acceso libre, seguro y gratuito al aborto eliminando cualquier restricción legislativa. Instamos la salida inmediata del aborto del código penal excepto cuando se practique en contra de la voluntad de la mujer.”

    ¿El único derecho referente a la maternidad es el aborto legal? ¿La libertad no era para no ser madre y para serlo, en un contexto en el que muchas personas desean dos hijos en promedio pero cuya tasa efectiva y real es de 1,3 hijos por mujer? ¿Es este el feminismo maternalista que según Beatriz Gimeno es mayoritario dentro del feminismo? Pero intento buscar alguna otra referencia que quizás hable de conciliación o cómo influye la precariedad en la maternidad y tampoco la encuentro. Si me encuentro, sin embargo, con que el 8 de marzo ya no es el día de la mujer trabajadora sino de “las mujeres” en general, también de las burguesas, aristócratas, miembros de las fuerzas armadas, presidentas de multinacionales y demás. También me encuentro una crítica al heteropatriarcado capitalista pero ninguna al patriarcado establecido por el poder de papá-Estado, que es al que se solicita dinero y protección, al que no se pone en su lugar como institución de dominación de las elites que es.

    A favor del movimiento feminista madrileño es importante señalar que el manifiesto del 8 de febrero sí incluía la siguiente frase, lo que es un gran avance: “El derecho a decidir supone el reconocimiento de las mujeres como sujetos moralmente autónomos para decidir sobre nuestras vidas, nuestros cuerpos y sobre la maternidad (decidir ser madres o no serlo).” Sin embargo, falta todavía una gran crítica a los modos de adoctrinamiento institucional sobre estos temas. No solamente habría que expulsar los rosarios de nuestros ovarios, también habría que expulsar al Banco Mundial y al FMI, a los diferentes estados del mundo, al Club de Roma, a todas las elites de poder económico, político y religioso y, por qué no, al feminismo estatal o capitalista y cualquier forma de despotismo ilustrado en la forma de "todo por las mujeres pero sin las mujeres".
    "Durante la mayor parte de su historia moderna, el principal objetivo del feminismo ha sido por una parte defender una condición maternal compatible con la vida (en el sentido más literal), o bien, en los países ricos, defender una organización maternal que permita ser madre sin dejar de ser igual. Y siendo estas dos preocupaciones lógicas y justas, eso no quiere decir que se deban sofocar otras posibilidades de pensar la maternidad. En general, salvo excepciones, son pocas las voces que han formulado discursos contrarios a una cuestión que, simplemente, se asume como lo normal, natural, inevitable, incuestionable, etc. Casi todas las posiciones feministas acerca de la maternidad parten, en todo caso, de la posición que da por hecho y no cuestiona, ni política ni vitalmente, que la mayoría de las mujeres del planeta quieren ser madres y que, en todo caso, ser madre es algo bueno".
    Volvemos a lo mismo. La maternidad se supone que es algo incompatible con la vida de forma natural, por eso hay que hacerla compatible con la vida. ¡La maternidad no es vivir! ¿Entonces la madres estamos muertas en vida? ¿Somos zombies? La relación entre maternidad y vida es compleja. La maternidad es creación de vida y para crear vida hay que estar vivo. Es más, si hay un ser humano vivo en el planeta es porque alguien lo engendró y parió. Todavía no se crean seres humanos de forma integral en laboratorios pero, no se preocupen ustedes, que todo se andará y tiempo al tiempo.

    Si nos acercamos al sentido más literal del término, el defender las condiciones para que las mujeres no muramos en los partos me parece un objetivo a apoyar, venga de donde venga, aunque habría que demostrar que ese fue el principal objetivo del feminismo y no el del derecho al voto o a la “no reproducción”. De nuevo, me disculpo y reconozco mi ignorancia histórica y como no sé nada de este tema ni conozco a las autoras feministas preocupadas por la mortalidad materna en el embarazo y parto en la historia, me callo para no hablar de lo que desconozco.

    Respecto a “ser madre sin dejar de ser igual” sería de agradecer que se desarrollara más esta idea. Convertirse en madre es una transición de un estado a otro. ¿Cómo se puede cambiar y a la vez permanecer igual? ¿Dónde queda la evolución personal vital que sufre toda persona a lo largo de su vida? ¿Pretendemos que una niña no cambie nada en su madurez y en su vejez? ¿Por qué tanto miedo al cambio? Los cambios pueden ser positivos, negativos o, ni positivos ni negativos, simplemente diferentes. ¿Se puede ser la misma persona después de tener un hijo, sea este biológico o no, siendo hombre o mujer? Yo creo que no, tener y criar un hijo es una experiencia que cambia las circunstancias por dentro y por fuera. Pretender ser “igual” que antes es una postura ideológica, respetable para quien la quiera. ¿Se puede pretender dormir igual que antes con un recién nacido que se despierta cada tres horas? Evidentemente si obviamos al elemento “bebé” todo puede seguir igual, pero hay un nuevo sujeto en acción, un nuevo ser en este mundo. No deja de ser curioso que cuando sale un artículo afirmando que una mujer atractiva dejará de ser la más deseada por estar embarazada (artículo sobre Pilar Rubio) se lo critique por ser un texto machista, pero cuando se habla de permitir que nuestra vida no cambie con la maternidad, cuando se habla ya no de cambios físicos sino en nuestra forma de pensar, de actuar y de vivir, se diga que ese es uno de los objetivos del feminismo.

    Cuando habla de "excepciones" entiendo que se habla por ejemplo de la filósofa francesa, feminista, madre y accionista multimillonaria de Publicis Elisabeth Badinter. Muchas de las cuestiones que plantea Gimeno son un calco de las que plantea esta autora en el libro “La mujer y la madre”.

    Respecto a la cuestión de que existan o no discursos contrarios a la condición maternal entramos de lleno en el mundo del surrealismo. ¿Se puede ser contrario a una experiencia humana de los seres vivos como es el reproducirse? Recordamos aquello de los seres vivos son aquellos que nacen, crecen, se reproducen y mueren. El ser humano no puede elegir no nacer, no crecer ni morir, pero sí puede elegir no reproducirse porque tiene intelecto, raciocinio, cultura y sobre todo libre albedrío. Es totalmente legítimo elegir no ser madre para una misma, ejerciendo la capacidad de tomar decisiones informadas y libres. Ser antimaternal es otra cosa, es declararse contrario a la idea de maternidad en general, a la maternidad de las otras mujeres, tal y como se usa el “anti” en palabras como “antipatriarcal”, “anticapitalismo” o “antifeminismo”. Por eso creo que este artículo juega a la manipulación de los términos y su autora, cual trilera de la palabra, pretende provocar indignación de forma sensacionalista para después mostrarse sorprendida por los efectos de la provocación. Si se trata de establecer una guerra contra la maternidad declarémosla claramente y no juguemos al equívoco entre la libertad individual y la propaganda antimaternal para convencer a otras mujeres de que no sean madres.

    ¿Las posiciones feministas no cuestionan si la mayoría de las mujeres quieren ser madres? El feminismo, históricamente, ha partido del hecho de que las mujeres no quieren ser madres, que paren como conejas porque no tienen ningún control sobre su cuerpo o sus deseos. Esto es rotundamente falso de forma genérica. Hay que ver caso por caso. De hecho, que una mujer tenga 6 o 10 hijos no quiere decir necesariamente que no los quiera tener y que los busque. Sin embargo, el feminismo, y en concreto cuando se habla de derechos reproductivos o planificación familiar, piensa desde Simone de Beauvoir hasta ahora, que es un sujeto meramente pasivo, como hemos visto en el texto reproducido.

    En el caso concreto español no hay un estudio, que al menos yo conozca, que desglose los deseos de maternidad de las mujeres. El único estudio reciente que conozco es el de Gosta Esping Andersen y su equipo en el que se concluye que la mayor parte de las parejas desean dos hijos (curioso deseo, por cierto, después de leer el informe NS 200 de Henry Kissinger) y sin embargo se quedan en uno por motivos básicamente de precariedad social y vital. Es cierto, que los datos no están desglosados por sexo, pero es cierto que en una pareja deciden dos personas de forma consensuada y tienen que llegar a acuerdos. Quizás otros estudios revelen otros datos pero los que disponemos son los siguientes sobre el número de mujeres que no tuvieron hijos:

    Nacidas en 1965 - 13% de las mujeres no tuvieron hijos al final de su ciclo reproductivo
    Nacidas en 1940 - 9% de las mujeres no tuvieron hijos al final de su ciclo reproductivo
    Nacidas en 1910-20 - 20% de las generaciones de mujeres no tuvieron hijos al final de su ciclo reproductivo.

    La tendencia, según otro estudio de Anna Cabré es que el 25% de las mujeres nacidas en 1994 nunca tendrá hijos. Son estimaciones, ya que estas mujeres no han terminado su ciclo, pero se está afirmando que las mujeres “sin hijos” serán una de cada cuatro. ¿Pretende el discurso antimaternalista llegar a la paridad del 50% entre no madres y madres? ¿En caso afirmativo cómo se pretende adoctrinar a las mujeres para que dejen de desear ser madres? Es de suma importancia que se conteste a estas preguntas. En cualquier caso, tampoco hace falta adocrinar mucho en determinadas franjas de edad, ya que, según esta encuesta de una clínica especializada en reproducción asistida, “sólo un 48,5 por ciento de las españolas entre 30 y 45 años desea tener hijos”. ¿Las razones filosóficas de estas personas? “Las principales razones esgrimidas por los que no se plantean tener hijos en el momento de la encuesta son las dificultades económicas (39,7%) y la desconfianza en el futuro (30,3%).”. Beatriz Gimeno y Elisabeth Badinter, no sé si dentro del feminismo actual tiene cabida vuestro discurso antimaternalista, pero tiene mucho futuro entre los y las causantes de esta situación existencial en la que nos encontramos. Hay mucho que reflexionar y debatir.

    Para completar esta información no puedo dejar de añadir un fragmento del blog de Prado Esteban que muestra otros estudios que llegan a conclusiones similares:

    "En “Mujer e Igualdad de Trato. Análisis de la maternidad en la Unión Europea” de María  Teresa López López que se basa en los datos facilitados por el  INE (Instituto Nacional de Estadística) y Eurostat  (Oficina Europea de Estadística) se revela que, para Europa, hasta un 51% de las mujeres que trabajan no tienen hijos y una de las principales razones aludidas es la falta de conciliación laboral y familiar, jornadas laborales prolongadas, rígidas y con falta de sensibilidad por parte de la industria, estas son algunas de las razones de más peso para no querer (o no poder) ser madres. En el caso del Estado español el 49% de las mujeres que trabajan las no tienen hijos, un 27% tiene un sólo hijo, un 20% dos y sólo un 4% tiene tres o más” y concluye el estudio que el 85% de las trabajadoras querrían tener más hijos, es decir que el 85% de las mujeres que trabajan no tienen los hijos que desean. Me pregunto quién defiende la libertad de estas mujeres, no los grupos subvencionados e institucionales que se arrogan la representación de la libertad femenina pero tampoco aquellos que se declaran pro-vida y pro-maternidad que se limitan a hacer gorgoritos pero que nunca, nunca, denuncian a la gran empresa y el Estado como principales acosadores de la mujer embarazada."

    ¿Ser madres es algo bueno? Ser madres es un hecho, nos guste o no. Las madres existen y han existido a lo largo de toda la historia de la humanidad. La humanidad existe porque han existido madres y padres. Como mínimo es una experiencia que se merece una justa valoración y respeto, al igual que la paternidad, siempre olvidada y marginada. ¿Es necesario pasarse a la alabanza, la mística y la exaltación? Bueno, eso es algo subjetivo y hasta criticable, porque como experiencia humana y personal que es, es contradictoria, ambivalente y llena de claroscuros. Supongo que también puede ser lineal y obvia para muchas otras mujeres del mundo y quizás, para personas de otras culturas o épocas, este debate puede resultar incluso incomprensible, por no compartir el mismo contexto.

    ¿Ser madre es algo bueno aquí y ahora? Bueno, no se pueden hacer generalizaciones porque nunca podrá ser algo bueno para una mujer que odia la maternidad o que, simplemente, no quiere ser madre de forma rotunda. También está el caso de las madres que pegan o abusan de sus hijos que, aunque situación extrema, existe, nos guste o no. Por tanto, ser madre no es algo bueno de forma esencial o por sí mismo.

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    feminismo - Feminismo y maternidad Empty Re: Feminismo y maternidad

    Mensaje por nunca Sáb Jun 27, 2015 3:59 pm

    Desde un punto de vista global, es evidente que hay un problema demográfico en el sentido de que, por ejemplo, la generación de nacidas en 1980 somos muchas y muchos de nosotros hijos únicos, hijos únicos que nos veremos en un futuro próximo al cuidado de nuestros padres ancianos, quizás extremadamente dependientes. Habrá que reflexionar como sociedad cómo pensamos cuidarnos unos a otros y si las razones del liberalismo individualista que se esgrimen para no tener hijos serán válidas a la hora de elegir no cuidar a nuestros ancianos. ¿Podremos elegir? ¿Pediremos que el Estado los cuide? ¿Con qué impuestos? ¿Pensamos importar personas cuidadoras que tengan que abandonar sus propios ancianos para cuidar los nuestros? ¿Pensamos pagarnos nuestros propios cuidados en el mercado libre? ¿Crearemos robots de los cuidados? Hay quien puede pensar que es egoísta pensar en los hijos como futuros cuidadores. De hecho lo es y muy poca gente piensa en los niños de esta forma, pero más egoísta es pensar que los hijos de los otros son los que deben cuidarte a ti cuando estés enfermo y anciano, ya sea con su trabajo directo o vía expropiación en forma de impuestos. Una sociedad libre debería basarse en el amor y el apoyo mutuo, autogestionarse, sin recurrir a la explotación de otros seres humanos o a la dominación. Creo que la postura antimaternalista que reclama Badinter y Gimeno debe responder a la cuestión del reparto de los cuidados entre toda la sociedad, hombres y mujeres, sin explotadores ni dominados.

    Es más, añado un tema a debatir a la agenda del discurso antimaternal (como veis creo que el desarrollo de ese discurso puede ser hasta positivo, lo que es un pequeño punto de unión y conexión con la autora). ¿No tener hijos biológicos o adoptados propios nos exime de cuidar y amar a los niños? ¿Respetar y cuidar a los niños no es un deber de toda la sociedad? Yo creo que sí. Los niños son responsabilidad de sus padres y madres y su familia, pero necesitan de toda la sociedad para criarse.

    Hoy en día los niños son una especie en extinción, con lo cual la postura antimaternalista no tiene nada de qué preocuparse, ha ganado por goleada la batalla de la propaganda antiniños, no la numérica, ya que todavía sólo el 13% de las mujeres no tienen hijos. Pero, volvemos a lo de antes… ¿El antimaternalismo pretende convencer a las mujeres de que no tengan hijos o simplemente exige respeto por las propias decisiones? Esta última postura es totalmente respetable y también constituye un posible nexo de unión entre las madres por elección y las no madres por elección (por elección de verdad, sin autoengaños o problemas de infertilidad no elegidos).
    "No se trata aquí de opinar si la maternidad es buena o mala, sino simplemente de llamar la atención sobre el hecho de que estamos ante una institución tan inscrita en nuestra organización social y en nuestra subjetividad que no admite ni un sólo discurso contrario, aun cuando fuera minoritario. No puede ser que de una experiencia humana con esa capacidad tan poderosa para cambiar la vida de cualquier mujer no existan apenas discursos negativos, aunque sólo sea porque la pluralidad de puntos de vista es lo esperable siempre ante cualquier asunto complejo. Y sin embargo, aquí no hay diferentes puntos de vista o los puntos de vista negativos no se hacen visibles. Lo cierto es que no existe ninguna otra institución social que goce de ese mismo índice de aceptación y ausencia de crítica; y esto tiene que dar que pensar. Es cierto que cuando hablamos del derecho al aborto o de los derechos reproductivos, estamos asumiendo que esto incluye el derecho a no tener ningún hijo, pero se trata de algo que queda implícito, que se supone, pero no es un derecho que se explicite y mucho menos que se visibilice culturalmente no sólo en pie de igualdad, sino siquiera con algún rasgo positivo, como discurso alternativo a los discursos maternales hegemónicos."
    Llegamos a uno de los párrafos más llenos de ideología y propaganda del artículo de Beatriz Gimeno. ¿La maternidad está inscrita en nuestra organización social? Bueno, tan inscrita que no conocemos quién fue la primera madre humana de la historia… ¿Molesta? Bueno, la historia humana es así, ¡qué le vamos a hacer! El futuro y la tecnología quizás cambien las cosas y el 100% de los seres humanos se gesten y nazcan en un laboratorio. ¿Estará más contento el discurso “antimaternalista”? ¿"No admite ni un solo discurso contrario"? No me voy a repetir, el feminismo está plagado de textos antimaternales, es más, ha calado tanto que se considera que la “salud reproductiva” es evitar ser madre, como si la maternidad fuera una enfermedad. Los argumentos de Beatriz Gimeno en este párrafo son puro victimismo ideológico.

    No tenemos que irnos tan lejos como a Simone de Beauvoir en el feminismo para encontrar discursos antimaternales. Marcela Lagarde, antropóloga feminista e integrante del Grupo Asesor Internacional de Sociedad Civil en la ONU dice cosas tan bonitas como esta:

    “Los poderes del cuidado, conceptualizados en conjunto como maternazgo, por estar asociados a la maternidad, no sirven a las mujeres para su desarrollo individual y moderno y tampoco pueden ser trasladados del ámbito familiar y doméstico al ámbito del poder político institucional”. Pg. 2 de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    Si nos vamos al Fondo de Población de la ONU vemos el despotismo ilustrado en su vertiente más recalcitrante y unidireccional, primero hablando de la planificación familiar como un derecho (lo que nadie niega, al menos yo), pero después quitándose la careta: solamente es un derecho si va orientado a reducir el número de hijos. Como nieta de una mujer que tuvo 6 hijos deseados, no deja de indignarme:

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    “Se agregaron millones de mujeres a las facultadas para tener menor cantidad de hijos y comenzar a tenerlos en etapas posteriores de sus vidas, de modo de disponer de oportunidades para completar su educación, obtener mayores ingresos y escapar a la trampa de la pobreza”.Pg. 4

    Toda una declaración ideológica, vital y existencial por parte de la ONU, la única posible para el poder.

    “Según estadísticas recientes, actualmente hay en los países en desarrollo 867 millones de mujeres en edad de procrear que necesitan anticonceptivos modernos; de ese total, 645 millones tienen acceso a ellos, pero la abrumadora cantidad de 222 millones siguen careciendo de acceso. Esto es inexcusable.” Pg. 4

    ¿Responde a una demanda de las mujeres del mundo que de forma autogestionada piden a gritos a la ONU y a Bill y Melinda Gates anticonceptivos “modernos”. No, se impone “desde arriba”. ¿Y los hombres dónde quedan en todo esto? ¿No son ellos corresponsables en la fertilidad? Para la ONU parece ser que no. ¿Se proporcionan otro tipo de formas de controlar la fertilidad, que no sean hormonales, como el autoconocimiento del ciclo menstrual y la lactancia materna como método anticonceptivo? No, solo los “modernos”, es decir, los invasivos contra el cuerpo de la mujer. Los métodos anticonceptivos y la información debe ser accesibles para tomar decisiones libres e informadas, pero no de forma selectiva, ocultando los no “modernos”. Tengo que decir que al menos UNICEF si habla del método MELA, la anticoncepción vía lactancia materna.

    Las bosquimanas Kung!, como nos cuenta Jared Diamond, tienen un hijo cada cuatro años sin tomar la píldora. Hay otras posibilidades, totalmente compatibles con los preservativos, pero como son realizadas por las mujeres de forma autónoma sin necesidad de instituciones del poder ni el gran capital no son ni mencionadas. Nuestro mundo es muy diferente al de las bosquimanas, simplemente lo cito para que ampliemos nuestra mente.

    “Porque la cuestión es: ¿Se puede verdaderamente elegir algo cuando una de las dos opciones es prácticamente un tabú social, científico, político, etc.? Lo cierto es que las mujeres hacen sus elecciones acerca de la maternidad en un contexto coercitivo acerca no sólo de no tener hijos sino especialmente de tener acceso a las ventajas o a la felicidad que puede proporcionar no tenerlos, así como a la ignorancia de los problemas, las desventajas o la infelicidad que puede proporcionar tenerlos. Cualquier posición, política o personal, contraria al discurso maternalista recibe una sanción social, económica o psicológica brutal. Es en este sentido de falta de alternativas en el que el discurso promaternal es totalitario.”

    Después de analizar el discurso unidireccional antinatalista de la ONU queda hasta ridículo hablar de discurso promaternal, más allá del comentario desafortunado familiar o social que opina sobre si tienes hijos, si no los tienes, si se ha quedado con hambre tu bebé o si tu leche no le alimenta. No niego que estos comentarios no solicitados estén fuera de lugar y que haya que tener herramientas para afrontarlos y evitar una intromisión en nuestras vidas no solicitada, pero no se puede negar que a nivel institucional el pensamiento único antimaternal es mayoritario, lo que no quiere decir que cambien las tornas, como tantas veces ha ocurrido en la historia y el discurso promaternalista se vuelva dominante y sea igualmente criticable. De hecho, hay tendencias que apuntan a que el poder tiene que reestructurarse y mutar una vez más para existir y el patriarcado, en lugar de disfrazarse “de mujer angurrienta de poder”, como decía aquel lema de Mujeres Creando, pueda disfrazarse de madre porteadora y empoderada al estilo de Licia Ronzulli, la diputada italiana del partido de Berlusconi que lleva a su hija a algunos plenos del Parlamento Europeo.

    Aquí va una breve lista:

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    -http://www.fucsia.co/belleza-y-salud/bienestar-emocional/articulo/mujeres-hijos-felices/41188#.UwIzbrQhV8E
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    Sobre el tabú científico me pierdo, quizás Beatriz Gimeno podría decirnos cuál debieran ser los resultados de los artículos científicos según si se ajustan a una cosmovisión u otra. Es sabido en el mundo médico que no ser una madre joven y no amamantar aumenta el riesgo de cáncer de mama y otro tipo de cánceres que se ven influenciados por la larga exposición a los estrógenos. ¿Alguna mujer de 20-25 años conoce esta información? Muy pocas y sin embargo no es un secreto, más bien, es un verdadero tabú social porque se considera políticamente incorrecto. Olvidamos que la realidad es la que es, aunque no nos guste. Es más, asumiendo la realidad podemos buscar soluciones y opciones. Como las monjas por su nuliparidad tienen más riesgo de cáncer se está debatiendo en algunas revistas científicas la posibilidad de que tomen la píldora anticonceptiva, es decir, engañar al cuerpo para que piense que se está embarazada e intentar reducir el riesgo de la "plaga maldita". ¿A nadie le extraña que en un país en el que mueren 6.000 mujeres al año por cáncer de mama no se conozca la relación entre nuliparidad y no amamantamiento con el aumento de este tipo de enfermedad, donde las causas genéticas o hereditarias son minoritarias? ¿Los organismos internacionales que informan sobre planificación familiar tienen en cuenta todo esto y son conscientes de que están promoviendo el aumento del cáncer de mama al promover que se tengan pocos hijos y de forma muy tardía? ¿Y desde el feminismo hay alguien que evite que esta información vital no se convierta en un tabú? Más información sobre este tema en el siguiente artículo:

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    Sobre el tabú político también podemos decir mucho. Desde la política institucional se habla mucho de maternidad, no maternidad, conciliación, igualdad, pero en la práctica las medidas son antinatalistas ya que se promueve la precariedad laboral, existencial y ética, el principal obstáculo para que las personas desarrollen la vida. Sobre el resto de instituciones supranacionales creo que ya he hablado bastante, las políticas estatales se deben a ellas y hacen lo que les mandan “los de más arriba”. Sí se puede decir que la maternidad no tiene ningún apoyo ni empresarial ni estatal más allá de la reducción de jornada o la excedencia, que muchas mujeres no pueden tomarse aunque quisieran. Una cosa son las leyes y otra la realidad. Hay un “apoyo” económico de 100 euros al mes (lo correcto sería decir una menor retención de impuestos, una deducción) a las madres (al menos en Madrid), pero no a todas, solamente se “premia” a las que trabajan, no a las madres y padres que se toman una excedencia por cuidado de hijos.

    Las mujeres toman sus decisiones en un contexto coercitivo. ¡Por fin estamos de acuerdo! Aunque sea por razones opuestas... ya que las mujeres son adoctrinadas, como los hombres, a tenerlos más allá de los 30 años (ser una madre de 18-20 años sí que es un tabú social hoy en día, una locura o una irresponsabilidad) al igual que son adoctrinadas a valorar la vida asalariada o profesional o formativa por encima de la personal. Normal, no se puede tolerar que la energía vital de las personas vaya dirigida hacia algo más que no sean los cuidados de la empresa, a la que amamantamos durante muchos años en la lactancia más prolongada de la historia.

    Esto es muy interesante, al abordar la coerción de las mujeres en la toma de decisiones se dividen las opciones entre problemas/ventajas o la felicidad/infelicidad que pueden proporcionar tener hijos o no tenerlos. Es un debate que está mal planteado ya que las grandes experiencias humanas, que se pueden vivir con hijos o sin ellos, van más allá de hacer una tabla de costes-beneficios en la búsqueda de la felicidad. El ser humano también se mueve por necesidad de trascendencia.

    ¿Se puede ser feliz sin tener hijos? ¿Tiene ventajas no tener hijos? ¡Claro! ¿Las mujeres no lo saben? ¿Es que acaso nacemos madres? Todas las mujeres sabemos lo que es la vida sin tener hijos porque, incluso las madres, hemos vivido muchísimos años de nuestra vida sin tenerlos. Nacemos sin hijos, por tanto, la no paternidad y la no maternidad es una experiencia conocida para todo ser humano y, si volvemos al caso español, al menos hasta la treintena y más allá muchas tenemos tiempo de saber a fondo lo que es no tener hijos.

    Sobre los problemas, desventajas o infelicidad que puede proporcionar ser madre estoy totalmente de acuerdo. También tener un amigo, una pareja, una vida sexual o una familia o, simplemente, estar vivo implica problemas, desventajas e infelicidad en muchos casos y momentos. Ser madre es una experiencia humana y como tal es compleja y contradictoria, llena de claroscuros. También lo es no ser madre. Es decir, ser feliz o infeliz es indiferente a ser madre o no serlo, es algo que va más allá del hecho reproductivo. Lo que no quiere decir que ser madre nos pueda hacer sentir las mujeres más felices del mundo en algunos momentos, en otros los más infelices, y en medio una existencia incluso anodina, sin grandes altibajos. Exactamente igual que la mujer que no es madre.

    ¿Es que acaso alguien niega que la experiencia de ser madre (y la vida misma) implica tanto placer como sufrimiento? Manifestarse contrario a experiencias humanas como la maternidad o la lactancia es de por sí ridículo (no lo es no querer vivirlas en la propia vida, lo que es respetable), pero lo que es intolerable es que se manipule con falsas dicotomías.

    Beatriz Gimeno afirma que cualquier posición política y personal contraria a la maternidad recibe una sanción brutal en lo social, económico y psicológico. ¿Cuál es esa sanción en este país en el siglo XXI? En lo social, no ser madre no tiene penalización alguna más allá de los comentarios de personas a las que se puede parar los pies para evitar intromisiones en la vida privada. Si no se es madre se puede estar en todas partes y ámbitos y en todos los horarios, más allá de los límites establecidos por lo laboral. En lo económico, no veo la sanción en ninguna parte. Es más, no hay ningún apoyo económico a las madres en general, solamente hay una deducción para las madres trabajadoras de 100 euros mensuales. Además, si se es madre, se corre el riesgo adicional de que no te renueven y si estás embarazada, de que te echen del trabajo y demás. En lo psicológico tampoco veo la penalización si una mujer lo ha elegido con toda la información y libertad. Si la veo si ella quiere ser madre y no puede serlo por condicionamientos externos o de fertilidad. Ahí sí hay un gran dolor, una gran frustración y un gran duelo. Sería de agradecer que la autora concretara estas sanciones brutales que yo no he sido capaz de encontrar. Esto en cuanto a no querer ser madre en lo personal.

    "El discurso promaternal es totalitario”, afirma la autora. Y esta es una cuestión que sí habría que analizar en profundidad. Llama la atención, en primer lugar, que la maternidad sea una categoría en la que una persona tenga que manifestarse como “anti” o “pro”, es decir, es un campo de batalla. Pero declararse “anti” o “pro” para una decisión de la propia vida es cuanto menos extraño. Si podemos declararnos “anti” o “pro” sobre lo que se quiere hacer propaganda. Yo, lo admito, creo que la maternidad no es para todas las mujeres ni todas tienen que elegirla, pero dejo claro que para tomar decisiones hace falta toda la información, no solo una parte. Ahora bien, la maternidad tiene cosas muy positivas que no puedo dejar de reivindicar en el contexto actual. Por supuesto, estas características no vienen dadas de forma automática o natural. Hay que trabajarlas y currárselas día a día, porque la maternidad es una relación real, concreta y diversa. Además de que no quita nada y sigues siendo tan mujer como antes la maternidad y LA PATERNIDAD aquí y ahora: te fuerzan en cierta medida a abandonar una parte de nuestro gran ego para amar y cuidar a otra persona vulnerable y dependiente, ofrece posibilidades de crecimiento y superación personal y familiar, pone las bases para desarrollar la capacidad de amar y ser amado, te impulsa a ser más fuerte y esforzarte por ser mejor persona, permite la vivencia de momentos de unión estrecha con otro ser humano desde sus primeros momentos de vida.

    Hay momentos duros y difíciles, unos son propios de la maternidad y otros (en mi opinión, la mayoría) son creados por el entorno antimaternidad, antipaternidad, antiniños y antiamor en el que vivimos. Sin embargo, esos momentos duros, tanto si se tienen hijos como si no, tienen una parte positiva: si los afrontamos saldremos fortalecidos y habremos crecido como persona.

    "El único discurso negativo sobre la maternidad que se permite es el de la mala madre, la madre perversa, la que no quiere a sus hijos/as, la que los maltrata. Y el discurso sobre la mala madre no sirve sino para potenciar y prescribir un tipo de maternidad, precisamente la contraria, la que ejerce la buena madre. Porque la mala madre es la peor imagen que cualquier cultura reserva para algunas mujeres, las peores; nadie quiere ocupar ese lugar. Una puede asumir desde el feminismo, e incluso defender transgresoramente, que es una mala esposa, mala compañera, mala hija, mala amante, mala trabajadora, mala mujer, mala en general (Las mujeres buenas van al cielo, pero las malas van a todas partes), pero… ¿mala madre? Que la idea nos resulte tan personalmente devastadora es síntoma de lo absolutamente férreo que es el control sobre la maternidad y, por ende, sobre las mujeres. Ser mala madre es casi lo peor que una mujer puede ser".
    Aquí es cuando yo me planto y me planteo: ¿Vivimos en el mismo mundo? La gente normalmente quiere ser buena persona, buena amiga, buena compañera, buena madre y buen padre, buen hermano, etcétera... En general, salvo excepciones, nos esforzamos por convivir y tratar bien a la gente, sobre todo a la que queremos. ¿Es transgresor el mal? Allá cada uno... Querer ser mala madre es algo sorprendente, más cuando ser madre es una elección y tu hijo o hija no ha pedido venir a este mundo. Si no querías ni siquiera intentar hacerlo bien, según tu conciencia ética, ¿para qué querías ser madre?

    Otra cosa es criticar un modelo de crianza, yo lo hago, profundamente represor con las madres y padres que es el de la fe ciega en los expertos y las teorías como si fueran religiones. Yo reivindico la ética y los valores de la crianza sin etiquetas, las buenas intenciones sin teorías pretenciosas y la empatía. Es cierto que las mujeres que descubrimos en la maternidad un manantial de experiencias profundas y transformadoras tendemos a exaltar los momentos buenos y minimizar los malos. Por ejemplo, a lo mejor colgamos una foto armoniosa y bella de nuestro hijo mamando pero no colgamos la foto de las 5 de la mañana, el bebé en su noveno despertar, tú fastidiada por no poder dormir tranquila, etcétera. Pero querer dormir y descansar no es ser mala madre, es una sensación que no hay que reprimir. Tampoco sentirse sola o frustrada en la crianza es ser una mala madre. Lo que tenemos que hacer es señalar lo que no está bien e intentar solucionarlo ayudándonos unos a otros. Lo que no se puede hacer es haber demonizado la familia extensa y el mundo rural o no industrializado en el que criar era mucho más sencillo, para después decir que la maternidad tiene muchos aspectos negativos que hay que sacar a relucir. Bien, vamos a sacarlos, a ver cuáles son propios de la maternidad y cuáles son propios del contexto histórico y vital en el que nos encontramos. Ese sí sería un debate interesante y estimulante.
    "No ser madre es una elección personal al alcance de muy pocas mujeres en el mundo y se sigue llevando con discreción, casi en soledad, y sobre la que siguen recayendo sanciones sociales. La no-madre se pasará la vida contestando a preguntas que dan por hecho que lo normal es elegir ser madre. Pero aun cuando ese margen de elección sea muy estrecho, hay otra cuestión aún más prohibida: la de ser madre y arrepentirse. Existen múltiples barreras psicológicas y sociales para poder expresar algo como eso, para poder expresárselo incluso a una misma. La madre que lo es y se arrepiente de esa elección jamás lo confesará. Reconocerse arrepentida de la maternidad es lo mismo que reconocer que no se quiere a los hijos, o que no se les quiere lo bastante y ahí, de nuevo se entra en la categoría de mala madre. Y sin embargo, la maternidad es una experiencia tan determinante en la vida de cualquier mujer que, por supuesto, cabe la posibilidad de arrepentirse o de pensar que de haber conocido lo que verdaderamente significaba ser madre, se hubiera escogido no serlo. Y esto puede pensarse aún incluso queriendo a los propios hijos, o queriéndoles mucho, no es contradictorio."
    Ser madre y no serlo es una decisión que tiene dos dimensiones: personal e histórica o cultural, como lo queramos llamar. Las nacidas en 1910-1920 no fueron madres en un 20%, es decir, en un número mucho mayor que el actual (13%). Sin embargo, las que lo eran lo eran con muchos más hijos que ahora. ¿Lo decidieron? ¿Debemos pensar que al ser mayor el porcentaje las mujeres eran más libres a principios del siglo XX que ahora para poder desarrollarse como mujeres sin hijos? ¿Influyó la Guerra Civil? ¿Influyeron los códigos legales familiares de la época? Todo eso y más. Reducirlo a una decisión personal es manipular.

    Es cierto que gran parte de las mujeres del mundo no pueden elegir ni con quién se casan ni cuándo ni cuántos hijos tendrán. En nuestro país a día de hoy esto no es así. Ni se lleva con discreción, ni en soledad ni recaen sanciones sociales. Sí recaen sanciones sociales para las madres que no pueden estar en todos los lugares en los que sí les gustaría estar, con o sin sus bebés. Claro, se nos quiere reducidos a los lugares específicos “para madres” o “para niños”. Molestamos en una hemeroteca, en un concierto, en una ponencia o en un avión. Se nos expulsa de eso que algunas personas llaman “vida”, para después decir que la maternidad es horrible.
    "Porque, además, ¿es obligatorio querer a los hijos? ¿Hay una medida de amor mínimo obligatorio? La maternidad exige que se les quiera siempre por encima de todo: por encima de una misma sobre todo; el amor maternal se supone siempre y en todo caso incondicional, esa es una de sus principales características. En realidad, eso es lo que define la maternidad. Sin embargo, el amor del padre se supone mucho menos incondicional; de hecho, no existe el amor paternal como categoría. Los padres suelen querer a sus hijos, sí, pero sin que este amor esté categorizado como absoluto, como extremadamente generoso o incondicional. Más bien parece que cada padre quiere a sus hijos/as como puede o como quiere. El amor maternal, en cambio, no admite matices"
    El amor nunca podrá ser obligatorio ni prohibido porque se crea en el cuerpo (para mí mente y cuerpo están unidos) de las personas. La única forma que tiene el poder de intervenir es manipulando los pensamientos con la propaganda y el adoctrinamiento machacón. Y la única defensa posible es la libertad de expresión, de conciencia, la reflexión y el debate.

    No es la maternidad ni la paternidad la que exige que se quiera a un bebé o a un hijo por encima de todo, es la propia ética del amor hacia un ser valioso que acaba de llegar al mundo o, al menos, conoce el mundo menos que tú. Posiblemente no tengamos nunca que vernos en la situación de dar la vida por ellos, pero ¿acaso en una situación de riesgo no lo haríamos?

    La visión de la maternidad de Beatriz Gimeno sigue teniendo como modelo el adoctrinamiento franquista. Pero los tiempos han cambiado y los adoctrinamientos y manipulaciones son ahora de otro tipo. No se puede ser feminista y seguir teniendo como único modelo de mujer y madre al ama de casa franquista o su modelo estadounidense de los años 50.



    Voy a hablar ahora desde lo personal, de madre a madre. Mi hijo tiene 22 meses y yo le he puesto por encima de todo, incluso de mí misma en muchas ocasiones, porque su bienestar y salud son prioritarias. Le amo, ¡qué le voy a hacer! ¡Qué mala suerte! Pero soy consciente que las necesidades básicas de un recién nacido no son las mismas que las de un bebé de 20 meses, que comprende muchísimo lo que le dices y tiene que entender, en la medida de sus posibilidades reales, que el mundo no está a su servicio, que él tiene que participar en él y ocupar su lugar.

    Como sé que es un tema que te apasiona, voy a hablar de lactancia. Dentro de poco voy a iniciar el destete porque así lo he decidido y considero que tiene que ser así por muchas razones personales (obviamente es mi opción, no tiene que ser la de las demás, que amamantarán el tiempo que quieran). Yo considero que la interrupción del sueño nocturna ha sido una de las peores cosas de la maternidad concreta que he experimentado. Pero, aún así, no le he dejado llorando hasta por la mañana, le he amamantado y nos hemos buscado la vida para que fuera lo más llevadero posible. Pero otra cosa es ahora, ahora sí le digo que no cuando no me apetece, porque ya no es una necesidad vital básica sino una relación emocional que involucra a dos personas. Ahora mi hijo tiene que aprender que la experiencia corporal de mamar es de dos, no solo de él mismo, que mamá tiene un cuerpo y tiene que aprender a respetarlo cuando dice “no”. ¿Acaso no es esto educación sexual? Por eso, si en ese caso se enfada o llora, lo siento, le consuelo de otra forma pero no le puedo evitar el duelo. No soy una vaca ni una yegua, que para destetar a sus crías les dan patadas o coces. Soy humana, tengo cerebro y puedo pensar en alternativas menos dolorosas. Además, soy capaz de ver el gran lado positivo y de aprendizaje que tiene el destete, para él y para mí.

    Y respecto a las afirmaciones que lanzas tan alegremente sobre el amor paternal actual te diré que el amor de un padre o de la pareja de la madre biológica (del sexo que sea) no es ni mayor ni menor en lo cuantitativo, es diferente porque la relación se establece desde puntos diferentes. Por supuesto, esto no impide que haya parejas que quieran vivirlo de manera simétrica y madre y padre sean seres indiferenciados para el bebé. ¿Es esto posible? No lo sé.

    En cualquier caso, todos, madres y padres tenemos una idea de cómo queremos criar a nuestros hijos y, después, en la realidad, hacemos lo que buenamente podemos. Lo único que nos puede liberar es seguir la conciencia, conectarnos con nuestros bebés, escuchar a los demás si queremos, leer libros si así lo decidimos, pero escuchar y leer de forma crítica filtrar, pensar, y ver lo que realmente es válido y lo que no, lo que nos ayuda y lo que no nos hace crecer.

    "Y podemos incluso ir más allá: puede no quererse a los propios hijos y no ser un monstruo. Los hijos se tienen en la completa ignorancia; nadie sabe cómo será cuando lleguen e invadan la vida para siempre, aun cuando todo esté lleno de imágenes positivas, casi celestiales, del estado maternal. Y aun así, la desilusión, o el encontrarse con sentimientos que no son los esperados no es tan infrecuente como se podría suponer: las depresiones que sufren las madres en mayor medida que otras mujeres y que los hombres pueden entenderse como un síntoma de algo inexpresado e inexpresable. Es conocido que, en contra de lo que el mito de la maternidad expande, hay muchas madres que necesitan tiempo para querer a sus bebés y para adecuarse a una nueva vida para la que nadie nos ha preparado. Por otras razones es perfectamente posible que una se separe emocionalmente de sus hijos/as cuando estos se hacen adultos. A los hijos no se les quiere por instinto, tal cosa no existe. A los hijos se les suele querer, sí, pero a veces no tan rápido como nos dicen; a veces no tanto como se nos supone; a veces también el amor cambia y se debilita con el tiempo y, finalmente, a veces, aun queriéndoles mucho, es posible pensar en que la vida hubiera sido mejor si hubiéramos tomado la decisión de no tenerlos; si alguien nos hubiera explicado de verdad lo que significan, si hubiésemos tenido acceso a una pluralidad de discursos y no a uno sólo. Y todos estos sentimientos, perfectamente humanos y tan normales como los opuestos, no convierten a estas mujeres en malas personas, ni en subhumanas. Pero no encontraremos ningún discurso, ningún personaje, ninguna historia, que ofrezca no ya imágenes positivas, sino siquiera neutras de ninguna mujer así."
    Una persona que no quiere a sus propios hijos no es que sea un monstruo es que no debe criarlos porque todos necesitamos crecer con alguien que nos ame, lo que no quiere decir que sea una persona perfecta o "ideal". Lo mismo se debería decir de una profesora de educación infantil a la que no le gustan los niños. ¡Hay más opciones! Las personas necesitamos amar y ser amadas, si uno es consciente de que no puede amar a un niño que viene al mundo, es mejor que lo entregue a alguien que sí lo amará. ¡Ojo! Otra cosa es no sentir el famoso vínculo inmediato al nacer o en los comienzos de la relación. El amor, además de verse influenciado por hormonas o la parte más química, se construye, hay que trabajarlo, no siempre viene dado. Pero, claro, la autora no deja claro si está hablando de no querer a un hijo de 10 años o a un recién nacido, jugando a la ambivalencia de los términos. Por otro lado, ¿cuántos casos de depresión maternal postparto no son debidos al contexto social e histórico en el que vivimos? No hablar de esto también es manipular. ¡Lo sorprendente es que no haya todavía más depresiones postparto dada la falta de apoyos en la que nos encontramos madres y padres al iniciar nuestra nueva vida! Como dice Carolina del Olmo, "¿Dónde está mi tribu?".

    “Es perfectamente posible que una se separe emocionalmente de sus hijos/as cuando estos se hacen adultos”. Pues, claro, ¡qué tendrá que ver esto con todo lo que se ha dicho antes de la antimaternidad! También claro que es posible que te pelees con tu hijo, que te reconcilies. Pero, ¿es que acaso la relación humana madre-hijo, padre-hijo es diferente a otras relaciones? ¿Hay alguna relación humana que sea perfecta o celestial? Y si es así, habrá que demostrarlo, quizás hay alguna encuesta de población en la que la gente responda que la relación madre-hijo es lineal y amorosa en todo momento, sin conflicto alguno. Creo que no. Todas las relaciones humanas tienen altibajos, desencuentros, momentos buenos, malos y simplemente, corrientes y molientes.

    Hay bastantes madres “imperfectas”, es decir, simplemente normales y corrientes en películas y libros, pero no esperemos muchos matices en la cultura hegemónica comercial o subvencionada. Por supuesto, son personajes estereotipados, como los de las series Aida o Roxanne. Respecto a la madre que se arrepiente de serlo hay un ejemplo en el cine paradigmático: el personaje de Julianne Moore de“Las Horas” que abandona a sus dos hijos para “elegir la vida” y terminar encontrando un trabajo en Canadá. ¿No podía haber elegido la vida manteniendo un contacto mínimo con sus hijos o, al menos, afrontando la situación de cara en lugar de huir sin mediar palabra? ¿Por qué siempre esa falsa dicotomía entre ser madre y tener "una vida"?
    "Por el contrario, ya sabemos que existen múltiples discursos y condicionamientos que conducen a ensalzar la maternidad y sabemos que esos discursos promaternales se dan desde todos los espacios ideológicos, no sólo desde los espacios conservadores. Además de los discursos promaternales propios del sexismo, lo cierto es que periódicamente y desde espacios ideológicos feministas aparecen discursos promaternales que ofrecen, supuestamente, nuevas visiones de la maternidad que terminan siendo la de siempre: visiones místicas y voluntaristas en las que se pretende despojar a la maternidad de sus antiguos significados simplemente porque se desea. De hecho, es posible que el discurso mayoritario en este momento dentro del feminismo sea el de una neomaternidad romantizada que en realidad no ha existido nunca antes, pero que se presenta como una recuperación de lo antiguo y de lo más natural. Muchas feministas descubren ahora el placer de la maternidad y lo hacen como si fuese algo novedoso, como si no lleváramos cientos de miles de años siendo madres. Todo se vende con el frescor y el aroma de lo nuevo: el parto natural, la lactancia y los placeres de la maternidad intensiva reaparecen en todos los ambientes y lo hacen con la fuerza de la conversión. Además, se presentan nuevas situaciones como las maternidades lesbianas o las maternidades mediante técnicas de inseminación como actos de rebelión contra el patriarcado, dejando a un lado lo que tienen de empeño consumista de adscripción capitalista, además de confirmar más que disentir, del rol maternal tradicional".
    Este es el único párrafo de todo el artículo con el que puedo estar de acuerdo, aunque con matizaciones. La razón por la que se cae en el misticismo de la maternidad es precisamente porque como después de tantos años se nos ha dicho que la maternidad era un horror, que acabaría con nuestra independencia, con nuestra vida, que un embarazo era lo peor que te podía ocurrir con 20 años, que dejarías de estudiar, que tu carrera profesional ser iría al carajo... Después de tanto lavado cerebro antimaternal las mujeres llegan a la maternidad y viven experiencias de todo tipo, pero muchas encuentran cosas inesperadas, sensaciones potentes, maravillosas. Y entonces nos pasamos al otro extremo, a exaltar solo la parte bellísima de la maternidad, que la tiene (sobre todo estoy hablando de los primeros años, los únicos que conozco) y es hasta difícil de explicar y plasmar en un texto. Pero lo cierto es que es como el amor en pareja o la amistad, es una experiencia contradictoria, tiene momentos buenos, místicos, de pesadilla y terror, cansados, cómicos... ¿Acaso la vida no es así?

    Si a eso le añadimos que los niños son una especie en extinción, una rareza, que estamos desconectados de nuestro cuerpo, que no hemos visto parir ni a animales ni a humanos, que ni padres ni madres sabemos muy bien qué hacer con nuestro hijo cuando nace, que estamos solos y confundidos, que opina el experto tal, el otro cual, la vecina, la suegra, la feminista X, que no tenemos familia extensa que nos eche una mano, que no tenemos vecinos con los que compartir crianzas, que vivimos en ciudades inhóspitas y solitarias... Pues se forma un buen cóctel. Se ha problematizado la crianza, como se problematiza la sexualidad, la maternidad, la menopausia o la menstruación.

    Yo abogo por la ética maternal y paternal en lugar de hablar de “instintos” automáticos, aunque no niego el componente químico y hormonal ni del amor ni del sexo ni de la crianza, que existir existe aunque en determinados contextos se haya pasado por encima de ellos, ya sea por desconexión con uno mismo o por una ética en la que se pone por encima unos valores sobre otros. Abogo por la conciencia, por lo que hay que hacer aunque a una no le apetezca, por disfrutar de los placeres de la maternidad pero también aprender y asumir sus claroscuros sin autoengaños. Abogo por acabar con la represión que infunden las etiquetas de la crianza y que evitan que entre el aire fresco. Y sobre todo abogo por leer de aquí y de allá, escuchar esto y lo otro, pero cribar, filtrar, reflexionar. Lo malo no es que haya expertos o gente que escribe libros, lo malo es que la gente cree dioses y tenga tan poco espíritu crítico. Yo reivindico la maternidad, pero también reivindico la no maternidad elegida de forma libre e informada. Sobre todo animo a las mujeres a conectarse consigo mismas y que vayan más allá de esto me da placer, esto no me da placer. Una persona que solamente se guía por eso está perdida y debilitada, será una víctima de sí misma. ¡La vida es algo más profundo y trascendental! ¿Cuántas veces no tenemos que luchar por algo, por ejemplo, un conflicto laboral en el que sabemos que vamos a sufrir mucho, pero que no podemos evitar afrontar porque es lo que tenemos que hacer? Nos lo dicta nuestra conciencia y la búsqueda de la verdad o la consecución de un mundo mejor, no nos guiamos solamente por la búsqueda del hedonismo.

    Por tanto, estoy de acuerdo con Beatriz Gimeno en su crítica a los feminismos y “crianzas” que solamente cuentan lo precioso y bello de la maternidad (¡que lo tiene, ojo!), pero discrepo totalmente en su enfoque y conclusiones: las decisiones en la vida no se deberían tomar como si de un documento Excel se tratara con el “debe” y el “haber” de nivel de satisfacciones o sinsabores personales, somos seres sociales mucho más complejos, aunque hay gente que preferiría convertirnos en ratoncitos de laboratorio que solo actúan para conseguir el premio. Ese es un tipo de persona ideal para este sistema de dominación.
    "Cualquier discurso oculto tiene algo que merece la pena llevar a la luz; en este caso entender por qué no se (re)presenta la no maternidad como una alternativa igual de enriquecedora que la otra. Por eso creo que debemos reflexionar más sobre una institución maternal inscrita ahora en el consumo de masas y en el esencialismo naturalista; debemos reclamar, como poco, un espacio de reflexión sobre la antimaternidad. Y más aún porque nos encontramos en un momento en el que el discurso dominante se está reforzando al redefinir la maternidad a través de discursos que parecen menos patriarcales pero que no ponen en cuestión lo fundamental: que el hecho de que la mujer pueda tener hijos no explica ni justifica que quiera tenerlos; ni tampoco que tenerlos sea bueno, mejor o siquiera apetecible".
    ¿Por qué no se representa la no maternidad como una alternativa enriquecedora? No sé si la autora está aquí proponiendo una mística de la no maternidad o una campaña de propaganda. En ese caso tengo que informarla que la revista Time ya se le adelantó con esta portada: “The Childfree Life” donde una parejita toma el sol y disfruta de la vida sin ataduras ni hijos, claro.

    Totalmente de acuerdo, hay que reflexionar sobre la maternidad y la no maternidad, sobre por qué se promocionan determinados modelos u otros desde los medios de comunicación, la biopolítica o el feminismo.

    Estoy también de acuerdo en que el discurso dominante está redefiniendo la maternidad a través de discursos que parecen menos patriarcales pero... (aquí ya me separo de la autora) que no ponen en cuestión la pirámide de poder jerárquica del sistema. Y aquí señalo de nuevo otra portada de la revista Time, medio adoctrinador donde los haya: “Are you mom enough?”


    Yo tengo algunas líneas para futuros debates, que humildemente creo que son de mayor calado que el que plantea Beatriz, aunque me parece totalmente respetable y loable que se invite a la reflexión sobre cualquier otro tema. ¡Eso ya es algo en los tiempos que vivimos de “antireflexión”!

    Elisabeth Badinter, principal inspiración de la autora para este artículo, plantea las cuestiones que Beatriz Gimeno expone aquí. La filósofa francesa apunta más o menos la siguiente cuestión que de todo el libro me pareció la única hipótesis rescatable e interesante (el resto es ideología y propaganda antimaternal de la alta burguesía de "toda la vida") aunque con muchas matizaciones: ¿no será que las francesas, como son “peores” madres (según su libro esta categoría comprendería no amamantar y no intentar ser una madre "perfecta") tienen más hijos y el discurso naturalista, a fuerza de mostrar una maternidad idealizada, echa para atrás a las mujeres a la hora de lanzarse a la maternidad? ¿Pueden etiquetas como las de la crianza "naturalista" convertirse en anticonceptivos sociales? Ahí lo dejo para que lo pensemos entre todos.Yo creo que habría mucho que replicar a Elisabeth Badinter, pero eso lo dejo para otro post.

    Y sigo yo preguntándome cosas... ¿Podría ser que la biopolítica antinatalista estuviera creando un modelo de crianza difícil de compatibilizar con el sistema capitalista-estatal actual, con el mundo asalariado y sus horarios, para desestructurar aún más al sujeto? Porque una sociedad industrializada moderna necesita de horarios fijos y cantidades exactas, necesita crianzas industrializadas... ¿Son las dos portadas de Time dos caras de una misma moneda? ¿O quizás simplemente la portada de “¿Eres suficientemente madre?” era una reacción ante una crianza que se les puede ir de las manos al tener un potencial peligroso de generosidad, esfuerzo y vinculación entre seres humanos, una crianza que pone por encima del trabajo asalariado las relaciones personales?... Uff... es realmente complejo, pero el sistema es hábil en transformarse para salir reforzado. ¿Será el próximo patriarcado un matriarcado? ¿Será la próxima presidenta de la Reserva Federal una mujer poderosa, amamantadora y porteadora fuertemente vinculada a su hijo pero sin empatía hacia el resto de seres humanos? Ahí lo dejo para la reflexión futura. Vayamos más allá de lo superficial cuando analicemos la realidad.

    Sobre la frase final del artículo se puede decir mucho. Poder es una cosa y querer es otra, eso está claro para todo en la vida. El hecho de que la mujer pueda hacerse feminista no explica ni justifica que quiera ser feminista. Tampoco que ser feminista sea algo bueno, mejor o siquiera apetecible. Podéis sustituir la palabra "madre", por lo que queráis para entender mejor ese párrafo, pero ser madre y ser padre es algo positivo para crear un mundo mejor, a no ser que pertenezcas al Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria.

    No creo que nadie que apoye la maternidad se plantee que todas las mujeres deberían ser madres. Que lo sean las que quieran, eso sí, sin ocultar información porque la nuliparidad, la maternidad tardía y no amamantar tienen riesgos para la salud, como bien saben las monjas.

    er madre o padre es una decisión personal con una fuerte dimensión social. Nos guste o no, somos seres sociales, aunque cada vez lo seamos menos gracias a este sistema de aislamiento. El hecho de que se promuevan políticas antinatalistas tiene causas políticas y efectos sociales, el hecho de que se promuevan políticas pronatalistas también. Siempre hay que identificar los intereses del poder en cada momento para reflexionar sobre las propias decisiones. ¿Son verdaderamente libres? ¿Lo que deseo, lo ha deseado alguien para mí?

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    Mensaje por nunca Mar Jun 30, 2015 8:42 pm

    No ser madre es una elección personal al alcance de muy pocas mujeres en el mundo y se sigue llevando con discreción y sanciones sociales.
    Desde luego si se refiere a España no sé en que mundo vive, aquí te incitan más a no tener hijos que a no tenerlos, la prueba la tienes en la baja tasa de natalidad.

    Aquí las mujeres temen ser despedidas, aguantar largas jornadas laborales poco conciliadoras, poca protección social, bajos sueldos, etc.
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    Mensaje por Duende Rojo Sáb Jul 04, 2015 2:12 pm

    Joder... esta es peor que la loca esa de la Tuerca. me he quedado de piedra pómez. Qué puta desquiciada. Es que no vale la pena ni rebatir nada... Esa mujer debería estar encerrada.
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    Mensaje por nunca Lun Sep 14, 2015 8:36 pm

    Hay una cosa que no se ha dicho que cual es el motivo por el que la gente antes tenían tantos hijos.

    Antiguamente no existía ni las pensiones, ni las residencias ni los hospitales, es decir, la gente tenía hijos para que les cuidarán en un futuro, además de como mano de obra ya que en muchos casos ayudaban a traer ingresos o ayudar a la familia en la agricultura-ganadería o en comercios familiares.

    No todo es por el "patriarcado" Smile .
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    Mensaje por Duende Rojo Mar Sep 15, 2015 2:05 pm

    Eso ha sido desgraciadamente en nuestro país hasta hace bien poco... No es que se tuvieran hijos expresamente por eso, pero digamos que una vez se tenían claro que eran utilizados para aquello que comentas.
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    Mensaje por nunca Mar Sep 15, 2015 2:42 pm

    A eso hay que sumarle que antes las casas eran más grandes, más estabilidad laboral, no había gastos universitarios o incluso escolares, la madre se quedaba en casa sin trabajar (aunque no siempre era así) en lugar de niñeras (que cuestan dinero) estaba la familia (hermanas, tías, abuelas, etc), etc.
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    Mensaje por Duende Rojo Mar Sep 15, 2015 5:42 pm

    Planteo una cuestión a todo esto... Y asi los hombres pudieramos parir?? Las mujeres, más bien las feministas, se sentirían aliviadas por que se compartiría esa explotación y relegación maternal, o se sentirían atacadas porque el hombre les ha usurpado esa condición que solo ellas tenían??
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    Mensaje por nunca Mar Sep 15, 2015 5:52 pm

    DR, creo que estás delirando un poquito Very Happy . Que surrealista todo, la virgen.
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    Mensaje por Duende Rojo Miér Sep 16, 2015 12:18 am

    Sí, sí... Lo sé... Pero tú qué crees que pasaría si no se necesitara un útero para crear un ser humano?? Cómo se lo tomarían??

    No te creas que es tan raro... Ellas ya hace mucho que fantasean con no necesitar a los hombres para procrear.
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    Mensaje por nunca Miér Sep 16, 2015 5:27 pm

    Bueno, volviendo al tema del hilo, a pesar de los datos evidentes los/as feministas siguen diciendo que existe maternidad forzada, ¿el motivo? La "presión" que reciben algunas mujeres porque, muy ocasionalmente, siempre hay algún/a impertinente que le pregunta, ¿ por qué no tienes hijos?
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    Mensaje por nunca Vie Sep 18, 2015 9:00 pm

    Ahora que me acuerdo una vez oí a una feminista (y era de las "normales") decir que sí todavía las mujeres tienen que parir es por culpa de los hombres ya que si fueran ellos los que tuvieran útero ya habrían inventado un útero artifical para la reproducción.
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    Mensaje por nunca Lun Sep 28, 2015 5:46 pm

    Foro libre de intercambio de experiencias de maternidad-paternidad de Jaca 2011


    Yo me voy a morir confiando en que “la chispa divina e indestructible que cada ser humano lleva dentro, acabe por manifestarse, por no dejarse sofocar. Espero que al paso de los años, o de siglos, como ocurrió con otras cosas que, a veces, costaron la vida a sus propulsores, el saber se imponga. Y el parto llegue a ser el acontecimiento fisiológico y milagroso que abre las puertas a un nuevo ser y a la vez, impulse a cada mujer a abrirse a la conciencia y al gozo de serlo. Es posible que las gentes futuras no renuncien a la sabiduría, no se dejen engañar, no consientan que las silencien “-
    Consuelo Ruiz Vélez Frías (comadrona)

    SALUDO A JACA 2011
    La maternidad y la paternidad como experiencias sustantivas de la vida humana están siendo hostigadas hoy desde múltiples frentes, manipuladas y alteradas de forma fundamental por los aparatos de poder. La recuperación de su autenticidad básica, de su verdadera aportación a la construcción de lo humano debe hacerse en la horizontalidad, a través de las relaciones simétricas y la reflexión mancomunada de quienes deseamos ejercer ese compromiso vital desde la conciencia y la libertad.
    Por eso considero este encuentro en Jaca una iniciativa de gran trascendencia (ver blog del foro) y deseo compartir con vosotros, como madre y como mujer comprometida en la defensa de la maternidad, mi propia meditación sobre la realidad de la maternidad y la paternidad en el tiempo presente.
    Lo que sigue son extractos del libro en el que trabajo, de próxima publicación.
    La maternidad-paternidad como factor de regeneración social
    La perturbación planificada del acto genésico humano es una de las señas de identidad de nuestra época. El feminismo productivista, como integrante de las estructuras del Estado y colaborador de la gran empresa capitalista ha sido el principal instrumento de la desvalorización y acoso a la maternidad, un asalto a la conciencia y la existencia femenina que impone la desnatalidad como negación de la libertad de la mujer y el odio a la fertilidad como odio a sí mismas y a lo femenino en general.
    La realidad es que, en la actualidad, las mujeres no solo no son obligadas a ser madres sino que se les impide de forma categórica ejercer su libertad en este asunto. Las restricciones y obstáculos al deseo de maternidad son múltiples y complejas, por un lado la libertad de conciencia es violada repetida y letalmente por los aparatos de propaganda del sistema, el primero de ellos es la universidad que provee de las construcciones teóricas, sofísticos argumentos y falaces “estudios” subvencionados sobre los frenos que la maternidad impone al desarrollo de las mujeres, creando un guión que difunden e imponen las instituciones del estado del bienestar y sus profesionales y funcionarios, la industria de la información y la del espectáculo y el entretenimiento entre otros. Por otro lado, el encuadramiento masivo en ese mundo cuartelero que es la empresa capitalista, permite el chantaje y la intervención sobre la vida privada y la libertad esencial de las mujeres a las que se somete a una insoportable presión para que dediquen toda su energía a la producción y al consumo y no la malgasten en compromisos vitales, además el gran desorden que ha introducido el feminismo en las relaciones afectivas intersexuales, la destrucción de la concordia entre los sexos, es otro factor que hace descender, de forma natural, los nacimientos.
    Los obstáculos a la maternidad tienen también un correlato en la restricción a la erótica de la fecundidad, el sexo hoy está sometido a restricciones tan reales como las de las sociedades más represivas de lo erótico pues el impulso genésico debe obligatoriamente quedar excluido de las pasiones libidinosas. Para muchos individuos de los dos sexos la fertilidad tiene un carácter de aspiración íntima de una gran energía que deben maniatar para someterse a la gazmoñería sexual moderna que normativiza la vida erótica de forma categórica. El sexo reproductivo, cuando es elegido como unión carnal con aspiración de trascendencia, y mucho más cuando se expresa como obra del amor personal, es muy superior a otras clases de pasión erótica y debe ser rescatado si se desea una sociedad de la libertad sexual.
    Según el catecismo feminista la maternidad ha robado a las mujeres la posibilidad de ser libres, hoy, con una tasa de fertilidad femenina de 1,2 hijos por mujer y cuando nos encontramos ya con la tercera generación de féminas de las que una parte importante no han tenido hijos podemos observar que sus vidas no han sido mejores que las de sus antepasadas, la mayor parte de ellas han llevado una existencia dura e ingrata sometidas a unos trabajos repetitivos y monótonos que mutilan una parte esencial de sus capacidades intelectivas, volitivas y morales y posibilidades de acción. Otras, las que se consideran triunfadoras, acumulan un gran número de títulos universitarios, carreras profesionales exitosas y acceso a un consumo de bienes y servicios muy superior al de sus abuelas, sin embargo su valor como seres humanos queda en muchos casos disminuido por un grosero materialismo y egoísmo existencial y su inteligencia tiende a estancarse en la repetición de ideas estereotipadas. Este hecho no es observado imparcialmente porque, en la sociedad actual, se sobrevaloran las credenciales académicas y los éxitos económicos y han sido depreciados los valores humanos, la calidad personal, la convivencialidad y la inteligencia práctica.
    La reivindicación de la grandeza y excelencia de la experiencia del embarazo, el parto, la lactancia y la crianza forma parte de la dignificación de la figura humana de la mujer en todas sus facetas, también en cuanto sujeto singular de la gestación de los nuevos seres humanos y de su cuidado en colaboración con sus cercanos. La aspiración que ha mostrado una parte del feminismo a que las mujeres se “liberen” de su biología a través de la separación de su función maternal es muestra del discurso dislocado de ciertas corrientes de la modernidad que deploran la existencia humana en sus funciones superiores además de producto de una misoginia esencial que considera que la inferioridad femenina deviene de nuestra singularidad física. Pero el hecho reproductivo no puede ser visto como un puro acontecimiento biológico pues aún teniendo una dimensión corporal, trasciende en mucho ésta, presentándose como paradigma de la unidad esencial de la realidad humana en su multiplicidad física, psíquica, relacional, afectiva, volitiva e histórica.
    El significado de ser madre o padre en la especie humana es mucho más que un acto fisiológico. La crianza, que en el pasado implicaba no solo a los padres biológicos sino a toda la comunidad es una de las experiencias más singulares de la vida individual y colectiva. La infancia ha tenido una función decisiva en la forma como cada generación recupera, reconstruye y perfecciona la cultura heredada, una cultura que define ante todo, el valor de lo humano, la identidad, las raíces y la valía del sujeto, los fines del individuo y de la comunidad y los instrumentos para la convivencia. La infancia obliga al grupo a replantearse colectivamente los asuntos cardinales de la existencia, la forma como nos enfrentamos a la vida, su sentido y trascendencia, la finitud y las limitaciones de la experiencia humana. Esa reflexión colectiva no se produce en el plano teórico, a través de doctrinas y especulaciones, sino en el ámbito de la práctica, de la comunicación y la relación con los otros.
    Es obvio que el desafío vital de la maternidad-paternidad ayuda a superar, de alguna manera, las limitaciones inherentes a nuestra condición humana que nos arrastra numerosas veces a la mezquindad y el egoísmo, es un agente civilizador de primera magnitud, una experiencia que eleva a los sujetos de forma personal y privilegiada en un proceso de co-humanización. Los niños y niñas son agentes activos del desarrollo de la sociedad y gran potencia unitiva de los adultos, no son únicamente el objeto de la educación sino que también son educadores en tanto que mejoran el entorno en que crecen y se convierten en instrumento de enriquecimiento personal de aquellos que les cuidan, las madres y los padres, pero también otros adultos cercanos a los que impulsa a desarrollar una gran cantidad de capacidades y habilidades que implican un fuerte quehacer intelectivo y esfuerzo psíquico: análisis de lo concreto, juicio y toma de decisiones, voluntad y persistencia, capacidad comunicativa y pedagógica o disciplina personal. Además, la conciencia de ser modelo de vida para las criaturas impulsa el propio autoconocimiento y sentido de la superación personal de manera que contribuye a ensanchar el campo de la conciencia.
    El amor desinteresado por los niños y niñas hace crecer en toda la sociedad la cantidad de este vivificante alimento del alma humana, la esterilidad voluntaria -cuando no se debe a causas superiores- y la escasez de niños y niñas en la vida social, supone una mengua fundamental del amor, del desinterés y el altruismo en la comunidad que es sustituido, a veces, por ocasionales actos de caridad que ignoran el compromiso vital a largo plazo. Por otro lado, la falta de trato y vínculo con la “humanidad en ciernes” que es la infancia ha desterrado del imaginario colectivo la idea de un porvenir sentido, buscado y construido más allá de la propia vida, el individuo de las sociedades de la modernidad tardía no tiene otra concepción del futuro que la suma de los presentes inscritos en el contexto de la propia biografía. Carece de pasado, pues ha roto el lazo con las generaciones que le precedieron y no siente el impulso a dar un sentido proyectivo-histórico a su vida. El egocentrismo cognitivo y moral y el hedonismo y la degradación personal son la desembocadura natural de quienes no tienen otro fin que la búsqueda del propio bienestar. Ninguna ideología podría, tanto como ésta, desterrar de las aspiraciones sociales la idea de revolución que implica necesariamente proyectar un ideal de sociedad más allá de la escala temporal de la propia vida.
    Por ello, la desnatalidad es hoy inducida desde las instancias del Estado, como un instrumento, en realidad, de modificación de la propia condición humana en tanto que humana y su recuperación es, de forma objetiva, un elemento de regeneración de la sociedad y la civilización, de limitación de la barbarie que impone el poder en forma de conductas depredadoras e hiperconsumistas, inmorales y descreídas, irreflexivas y nadificadoras.
    La enajenación que la sociedad actual hace del embarazo y el parto de la mujer, su medicalización y burocratización es otro obstáculo, a veces insuperable, a la libertad reproductiva. Las mentiras del sistema sobre la gran cantidad de muertes de mujeres que se producían en el mundo tradicional no se sostendrían si no se apoyaran en la brutal propaganda institucional que llega a producir una suspensión del entendimiento en muchos sectores sociales. Las antiguas parteras como Valentina la de Sabinosa, que en la isla de El Hierro ayudó a traer muchos infantes al mundo sin cobrar nunca por ello (como tampoco cobraba por su música editada por clásicos Canarios), o María Arroyo Serrano, de Benalauría, que entre 1937 y hasta 1973 atendió partos de muchas mujeres en su zona sin que se le muriese ningún niño ("La razón del Campo", Universidad Rural Paulo Freire, Serranía de Ronda) , demuestran que el parto en el pasado no solo fue más digno sino más seguro si tenemos en cuenta que hoy en el Estado español más de un 20% de los partos terminan en cesárea, es decir, de forma traumática tanto para la madre como para el bebé.
    La alienación se extiende también a la crianza trastornando y desquiciando la función maternal y paternal cuando existe, la intervención permanente en la educación por parte de los “expertos” que arrebatan a los padres sus propias responsabilidades, usurpan un espacio de la libertad elemental de los individuos y llenan de catecismos esterilizantes e ideas absurdas las mentes de los genitores ha creado un colosal cataclismo en las pautas de crianza. Se desautorizan todos los conocimientos que pertenecen a las relaciones horizontales y que antes eran el alimento de las nuevas generaciones, así como los extraídos de la propia experiencia y reflexión, del conocimiento práctico y el sentido común y son sustituidos por dogmáticas construcciones académicas que fomentan los miedos, complejos y angustia ante una función que debería ser natural, que crean parálisis y dejación de las obligaciones parentales.
    La tarea maternal ha perdido hoy su condición de natural, la impetuosa intervención institucional en este quehacer humano ha generado un espectacular crecimiento de las maternidades patológicas y del sufrimiento y desestructuración infantil. Puesto que hoy no podemos acceder a esa maternidad natural hemos de reconstruirla desde el esfuerzo reflexivo y mancomunado, desde la voluntad por recuperar los saberes perdidos y forjar un nuevo paradigma del vínculo materno-paterno/filial en un proceso a la vez restaurador y creativo.
    La alienación femenina por el ejercicio de la maternidad es un estigma del mundo moderno, y más en concreto, de la formidable afirmación del patriarcado que hace la revolución liberal y no de la sociedad tradicional como se dice. La madre sobreprotectora, desequilibrada, volcada en lo doméstico y ajena a la reflexión es una figura que se crea en los suburbios norteamericanos de los años cuarenta y cincuenta. Es una mujer construida desde fuera de sí misma por psicólogos y expertos (sobre todo por ciertas corrientes del psicoanálisis). Aquí ese patrón femenino fue importado por el franquismo. La maternidad, por sí, no roba a la mujer ninguna de sus facultades y, por el contrario, puede incentivar el cultivo de nuevas habilidades, competencias y posibilidades para desarrollar tanto su talento e inteligencia como su creatividad, valía y excelencia espiritual, aportando, a la par, tales conocimientos a toda la sociedad.
    El estímulo a estas maternidades patológicas es otra forma de propaganda antireproductiva, en este caso, por la función ejemplarizante en lo negativo que tienen y que promociona, de facto, la ideología contramaternal. De entre estas formas de ejercicio maternal negativo hay una especialmente nociva que se basa en la mitificación de la maternidad. Según este canon la relación de la madre con la criatura pasa de ser un nexo humano, con las limitaciones y conflictos que tiene lo humano, a ser una vivencia mística, una experiencia de identificación sobrenatural y mirífica a la par que destructiva por deshumanizadora.
    La recuperación de la relación materno/filial solo puede hacerse bajo el prisma de la realidad. La construcción de un nuevo paraíso original donde las mujeres encontremos una situación de felicidad plena y placeres sin límite en la convivencia con los hijos e hijas es puro pensamiento religioso. El vínculo entre la madre y la criatura es, probablemente, la fusión interpersonal más poderosa y sublime que se puede vivir, una experiencia que ensancha las fronteras del alma humana, pero los excesos líricos de ciertas teorizaciones destruyen la autenticidad de esa relación. La comunión plena, sin límites, entre dos seres humanos no es posible sin el menoscabo de uno de los dos o de ambos, que quedan deshumanizados en ella. La unidad amorosa solo es real como contradicción entre la necesidad de separación que es imprescindible para que se desarrolle la naturaleza radicalmente única de cada individuo –originalidad personal que existe en la criatura humana desde su nacimiento, si no antes- y la necesidad de disolverse en el otro para vivir el amor plenamente.
    La relación diádica madre-hijo puede ser trasmutada fácilmente en monstruosa cuando pierde el equilibrio que permite a la criatura crecer y a la madre seguir siendo mujer, persona, ser humano integral… y además madre.
    Pero pensar la maternidad sin el correlato de la paternidad es una incoherencia pues la realidad humana es sexuada y la realidad de la reproducción humana es que necesita de la colaboración de los dos sexos. Reconociendo que hay muy diversas formas de ejercer la crianza de la prole humana que son legítimas y benéficas, siempre que se basen en el amor, se ha de admitir que la más común de todas es la relación triangular entre una madre, un padre y los hijos. Es esta última la que ha sido hostigada con fiereza por las corrientes neopatriarcales del feminismo para las que “padre” es sinónimo de “represor” y creador del “orden simbólico” que ata a las mujeres al patriarcado. El padre aparece como el artífice del robo de la maternidad verdadera y la libertad femenina, el que expolia a la mujer de su prole y la reduce a recipiente de la gestación. De esta forma se achaca al varón la responsabilidad de un orden que se fundamenta, no en la biología, sino en las estructuras políticas del poder de las que emana el patriarcado (la sumisión antigua de la mujer) y el neopatriarcado (la moderna discriminación femenina)
    Al presentar al “padre” como figura intemporal toman, para definirlo al “pater familias” del derecho romano, ignorando malintencionadamente la existencia histórica, al menos en la cultura occidental, de otra paternidad que se expresa, por ejemplo, en la imagen recurrente en la iconografía religiosa hispana de la figura masculina en funciones de cuidado y afectuosa dedicación al niño, una imagen presente desde el románico y que tiene una expresión estética singular y magnífica en algunas de las piezas de la escuela castellana de escultura del siglo XVII.
    La recuperación de la figura paterna es un componente esencial de la lucha por la libertad reproductiva, el varón no puede ser considerado mero genitor en el sentido biológico porque la reproducción trasciende el instinto vital y se expresa en la relación triangular entre la madre, el padre y los hijos o hijas, relación que es atributo, precisamente, de la civilización humana. El padre no es tan sólo un acompañante periférico del acto genésico, debe ser figura participante desde el momento anterior a la gestación, durante el embarazo y el parto en el que interviene desde fuera físicamente, pero dentro afectiva y personalmente.
    La figura masculina es decisiva en la crianza, proporciona a la criatura una forma de afectividad diferente de la femenina que no puede ser valorada como de mejor ni peor calidad, sino distinta. La participación externa, no corpórea, del padre en la gestación hace que su relación con la criatura tenga otra distancia que la de la madre lo que es esencial en el crecimiento infantil, representa la objetividad y la realidad del mundo, atempera el exceso emocional que, inevitablemente, se produce entre la madre y el bebé por la intensa relación física que establecen y que, si no se limita y atenúa impide la construcción de la personalidad independiente, única y autodeterminada de la criatura y cercena también la personalidad materna que queda empobrecida y debilitada igualmente.
    En las sociedades de la modernidad tardía la función paterna ha sido trastocada de forma profunda, el padre es hoy un no-padre que imita a una madre (que tampoco sabe cómo ser madre) lo que está produciendo trastornos innegables en las criaturas que se manifestarán en los próximos decenios. De entre estas perturbaciones serán, sin duda, aquellos elementos relacionados con la identidad, la construcción de un yo singular equilibrado entre su interioridad y su vinculación objetiva al mundo, la posibilidad de superar el egocentrismo y la construcción de los elementos sexuados de la personalidad, los más afectados por esa pérdida.
    La negación de la aportación del varón a los cuidados de la prole y la desaparición a la par de la trama de las relaciones de apoyo mutuo forman parte de un mismo proceso que aísla a la mujer madre, impide su desarrollo como persona, la expulsa de la vida social y política, la margina de la forma más brutal, de manera que la maternidad queda convertida en una experiencia trágica, sombría y destructiva.
    En conclusión, si no lo remediamos, el gran cataclismo que supone la desnatalidad traerá, entre otras muchas consecuencias, la destrucción del sujeto como destrucción de los hombres, las mujeres y los niños alterando tan profundamente sus ideas, conductas y deseos que el ser personal de los individuos estará en vías de desaparición en unos pocos decenios, constituyéndose un subhumano que será criatura del poder, pero no de sí misma. La posibilidad de frenar las fuerzas exterminacionistas y devastadoras que se ciernen sobre la condición humana depende de que asumamos la responsabilidad individual y colectiva de recuperar nuestra humanidad y luchar por ella.
    La reconstrucción de una figura femenina que se afirme como compleja unidad de facultades y posibilidades, que despliegue sus capacidades intelectivas, relacionales, afectivas y morales, su creatividad y capacidad de elección con juicio, que recupere la maternidad y sea capaz de compartir la crianza, que no agote su vida en esa experiencia sino que, reconstruyendo la trama del apoyo mutuo que tuvo la ancestral comunidad humana en estas tierras hasta hace no tanto tiempo, pueda ser, además de madre, mujer, compañera y amante, también sujeto participante en las tareas históricas que conduzcan a la regeneración social, es una aspiración tal vez no factible como plenitud pero sí como inspiración o ideal en el que pongamos nuestro ánimo y esfuerzo

    Prado Esteban Diezma

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    Mensaje por nunca Lun Oct 12, 2015 9:28 pm



    Amamantar: ¿sólo para mujeres?

    Pues sí, hoy me he enterado de algo que echa a tierra todos los argumentos de los hombres que dicen que las mujeres son más aptas para ocuparse de los bebés que los hombres porque ellas amamantan y ellos no.

    Los hombres pueden amamantar.

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    ¿Les parece delirante? Aparentemente no lo es. No sé si todo el mundo sabe, pero cualquier mujer, aún sin tener hijos, puede producir leche con un estímulo adecuado de sus mamas, con un saca-leche (¡o pidiendo a alguien que le succione las tetas regularmente!). Basta con activar el saca-leche todos los días en las mamas para que éstas empiecen a producir leche al cabo de unos días o semanas. Así es como las mujeres que adoptan pueden amamantar a su hijx, estimulando sus mamas unas semanas antes de la llegada del bebé a casa (se llama lactancia inducida).

    Da la casualidad de que los hombres, como las mujeres, tienen pezones, y más importante aun, glándulas mamarias. En menor cantidad que las mujeres, los hombres pueden por lo tanto, con una medicación hormonal o una simple estimulación física de sus mamas, producir leche. La cantidad producida no sería suficiente para alimentar al bebé, pero sí como complemento, a la espera de que llegue la mamá, o para calmar a un lactante angustiado.

    De hecho, para eso último, no hace falta ni producir leche. La mama cumple dos funciones en el lactante: alimentarlo, y reconfortarlo. Pues un hombre podría perfectamente dar el pecho para calmar a su bebé cuando éste llora.

    De hecho, existe un pueblo en el que los hombres suelen dar el pecho con ese propósito. Se trata de los pigmeos aka, que viven en los bosques de la frontera entre Congo Brazzaville y la República Centroafricana, y que, según un estudio del Fatherhood Institute, han sido nombrado los mejores padres del mundo, porque son los que más tiempo dedican al cuidado de sus hijos.

    Como promedio, un papá aka tiene en sus brazos a su bebé el 47 % del tiempo, es decir, casi tanto como las mamás aka. Y al parecer, esto es un récord mundial. Solamente algunos países del norte de Europa con altos estándares en igualdad de género empiezan a aproximarse al ejemplo de los padres aka. En Suecia, un padre suele cuidar de su hijo el 45% del tiempo, dice el informe.

    Al parecer, un papá aka utiliza todas las oportunidades a su alcance para estar en estrecho contacto con su hijo. Suele llevar con él al bebé cuando van a beber vino de palma o durante otras actividades sociales y, según el informe, pueden sostener al bebé entre sus brazos durante varias horas, sin descanso. También son ellos que, con más frecuencia que las mamás, atienden del bebé cuando este se despierta por la noche.

    Y, cuando el bebé llora o tiene hambre, suelen darle el pecho. El bebé, cuando está contra el pecho  desnudo de su papá, automáticamente busca el pezón, lo encuentra y empieza a succionar, tranquilizándose. "El pezón de un padre es perfectamente satisfactorio para calmar a un bebé y su llanto hasta que pueda ser alimentado", según el informe británico.

    Bueno, pues, al parecer, hasta podría servir para alimentarlo y todo.

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    Así que ya saben: aquellos hombres que dicen que solamente las mujeres pueden tener ese lazo excepcional con el bebé porque ellas amamantan, tomando eso como excusa para dejarlas a ellas despertarse por la noche u ocuparse del bebé, ya no tienen esa excusa.

    Y a ver también cuántos se lo bancan, sacan el pezón y se lo dan a su bebé, después de tantos discursos tipo "qué suerte que tienen las mujeres de poder amamantar, qué daría yo para poder hacerlo" (escuchado hace muy poquito de alguien muy cercano). Pues no tienen que dar nada, solamente darle al saca-leche con asiduidad durante unas semanas. Ya los quiero ver sacar su teta y amamantar a su hijo en público.

    Para lxs que entienden inglés:



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    Mensaje por PequeñoBurgués Lun Oct 12, 2015 9:53 pm

    Los Aka les dan el pecho no como alimento, si no para que se calmen, es como cuando a un bebé se le da el chupo, ningún hombre Aka "amamanta" a su hijo, eso es una subnormalidad del que escibió ese artículo.

    Si un hombre produce leche es un síntoma de un desequilibrio hormonal y posible enfermedad, hay que ir al médico.

    El sacaleche no sirve para producir nada, eso es un cuento chino, en todo caso necesita medicación hormonal como dice el artículo (lo del sacaleche es un chiste). Por su puesto la medicación hormonal acarrea todo tipo de riesgos para la salud y no sacarías de ahí leche ni como micro entrante aperitivo.

    Menos subnormalidades por favor.

    Saludos.
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    Mensaje por nunca Mar Nov 03, 2015 7:28 pm

    La trampa del feminismo

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    Sin duda, una imagen como la que encabeza este escrito, es una suerte de imagen retrógrada de la mujer, para sectores de la sociedad cada vez mayores.
    ¿Porqué la maternidad se entiende como una merma de derechos de la mujer como individuo?
    Sin duda el rechazo a la maternidad y por lo tanto al lado humano exclusivamente femenino, es una forma de machismo aunque esté impulsado por el feminismo. Atacar a la mujer por el simple hecho de serlo es machista, atacar a una madre por el simple hecho de sentir orgullo de serlo o decidir serlo en exclusiva es machismo, pero también lo es para las feministas ¿es entonces el feminismo cómplice del machismo? Claro que si.
    Cuando niegas el derecho a la maternidad, niegas una parte íntima de la mujer que para muchas, la gran mayoría, es imprescindible. Todos sabemos que existe una «llamada de la naturaleza», a unas les llama antes que a otras, o nunca, y a algunas cuando nos llama sentimos que el resto ya carece de importancia. De repente no te has vuelto inculta, ni dependiente, ni carente de voluntad o carácter, no pasamos a ser seres sometidos, tampoco sometedores. La maternidad ha de entenderse y librarse de corsés feministas y machistas. Y es sin duda una clara muestra de seguridad en uno mismo el hacer caso omiso de lo que diga la sociedad y seguir lo que dice nuestro instinto.

    Consumismo
    La maternidad debe ser sentida y vivida alejada del consumismo, eso es lo primero. Nos rodean miles de empresas, de transnacionales, que nos ofrecen miles de aparatejos inservibles pero que si no adquieres «quieres menos a tus hijos», ese es el mensaje que nos queda.
    ¿Desde cuando es más necesario un biberón que tu pecho? El biberón es un mal intento de imitar a la naturaleza, intentan imitar la fórmula magistral de la leche materna, la tuya, y es imposible. El biberón fue muy aplaudido por el feminismo, era la liberación, ahora el hombre puede dar de comer al bebé y yo no tengo que estar tan unida a él, puedes delegar pero…si teníamos la necesidad biológica de delegar ¿porqué las mujeres que dan biberón se ofenden cuando se defiende la lactancia materna? Se sienten ofendidas…Interiormente saben que amamantar es tanto una necesidad del bebé como de la misma madre, y esa frustración les hace sentirse atacadas. La LM no coarta nuestra libertad, todo lo contrario. Es mucho más fácil sacarte un pecho que llevar el biberón estéril, el agua templada en el termo, los polvos para hacer el preparado, darlo y luego limpiar el biberón y volver a ir cargando con él. ¿Que el pecho no lo puede dar otro? Claro que no, pero es también una necesidad madre/hijo ya que es preciso un periodo de post parto en unidad, ambos debemos curar esa separación, no sólo el niño. El cordón umbilical no es lo único que nos unía. Somos mamíferos, no debemos olvidarlo, todas las especies tienen un proceso de maduración de sus crías en las que la madre y la cría deben pasar por unos tiempos imprescindibles para ambos, para que no se produzca ruptura emocional. Nosotros desnaturalizamos la crianza, y producimos una ruptura emocional y física, porque la LM es física y emocional.
    Al rededor de biberón a miles de intereses económicos, todos sabemos cuanto cuesta dar el biberón a un hijo (leche, aguas, tetinas, biberones, esterilizadores…) No interesa que demos el pecho, sale demasiado barato…
    Luego tenemos andadores, columpios, parques, arneses…todo un mercado de aparatos que nos separan de nuestros hijos, que los hacen en la infancia objetos de espera frente a la madre que hace tareas u otros menesteres. Más ruptura.
    Todo esto facilita que mamá esté donde debe estar, en el mercado de trabajo, algo que ya no es una opción, sino obligatorio, reforzando la ruptura. Ya no podemos decidir, un hogar con un solo sueldo no se mantiene, salvo que sea muy elevado claro. Los costes de una crianza artificial son altos, los niños criados lejos de la crianza natural requieren muchos accesorios para suplir la ruptura con sus padres, una carencia que no la suple nada.

    Peón del sistema
    Toda esta mecanización de la crianza, de la mujer, esta anulación de la maternidad como bien natural esencial y libre, está matando a la mujer y a las futuras generaciones, tan importantes hemos sido desde siempre… La ruptura se produce de forma anti natural y desde la cuna, cuando la cría humana precisa mucho más tiempo que el resto de mamíferos para poder desenvolverse sin sus padres en el mundo.
    Toda esta mecanización de la maternidad ha sido mayor gracias al in sano espíritu neo feminista. In sano porque se ha alejado de lo que necesitábamos las mujeres espiritualmente, pensando -o mejor dicho imponiendo- que la prioridad para la mujer debe ser su realización como individuo por encima de la sociedad y sus cimientos. Es nuestra obligación ser empresarias de éxito, es nuestro deber alcanzar más metas que antes eran exclusivas del hombre, es nuestro deber tener cada vez más poder político, es nuestro deber estar copando las listas de personas con más poder y dinero del planeta, es nuestro deber tener los mejores sueldos…si no eres una mujer de éxito en el mercado laboral que antes era del hombre en exclusiva, no eres una mujer admirable ni ejemplar.
    Todo este mercantilizado pensamiento trabaja a favor del capitalismo, no de la mujer. La opción equitativa es la de valorar cualquier opción que se elija libremente de la misma forma. Si anteponemos el mercado a lo familiar o emocional cuantificamos la felicidad, y la felicidad no es contable ni va de números o capas sociales. La labor de una persona no es mayor a razón de salario, ni deja de ser imprescindible para la humanidad otra por no ser asalariada ¿tener un hijo no vale porque no nos pagan para ello? ¿A ese nivel hay que llegar para que se valore?
    Los principios de una sociedad justa es la de apreciar en igual medida la aportación del obrero de la construcción o un barrendero, como la de un técnico informático o una licenciada en derecho. Toda aportación al bien de la comunidad social a la que perteneces es indispensable. Es, no diré una pirámide para no establecer dominios, pero si un engranaje en el que cada pieza debe estar, o dejará de existir movimiento alguno o en este caso, la misma vida. El principio de todo, el todo, nace en el seno de una mujer -evidentemente gracias a la aportación del hombre- el periodo post gestación, o la gestación en el mundo real del niño y que debe contar con cercanía de la madre, es la gran tarea, y es ninguneada, mecanizada y rota por intereses ideológicos feministas y del mercado económico que no puede ser calificado sólo de machista pues son muchas las mujeres que aprueban leyes incompatibles con la maternidad o la familia en su conjunto.
    No, no sólo somos úteros con «patas», pero no podemos olvidar que lo tenemos, y que si un día, libremente decidimos hacer uso del mismo, el mundo cambiará para nosotras, y ello no debe impedirnos seguir estando vivas y activas, ni deben obligarnos a sentirnos artificialmente vivas y activas matando nuestra maternidad, porque si nos quitan esa parte, que es la que nos da una identidad única dentro del género humano, nos están negando el derecho a disfrutar con plenitud de ser mujer en el grado que deseamos. No es menos mujer la que decide no ser madre, que se entienda que la que desea serlo, TIENE DERECHO a serlo plenamente o se sentirá castrada emocional y físicamente. ¿O acaso queremos un mundo en masculino independientemente de si se tiene pene o vagina?
    Y no olvidemos el daño que esto produce también en el niño. En la antigüedad separaban a los niños de sus madres a los 6 ó 7 años para evitar la homosexualidad, o que se volvieran demasiado sensibles, como si los gustos sexuales fueran cuestión del tiempo que se pasa con la madre…si esto fuera así, hoy todos serían muy machos porque pocos son los pequeños que pasan más de los 3 primeros años sin ir a un colegio. También era una excusa para que el estado tomara el relevo y empezara a crear a sus «ciudadanos», obedientes, sumisos, adaptados…la ruptura temprana con la madre facilita este aborregamiento, crea niños más dóciles, fáciles de dominar por la maquinaria de estado. La rebeldía que hoy día vemos en las nuevas generaciones, es descafeinada y momentánea, no es realmente contestataria, ni antisistema, se han vuelto dependientes del mercado que les han ofrecido como sustituto de sus madres. Necesitan la fiesta, las relaciones de consumo sexuales, el abuso de sustancias, el no depender emocionalmente de nada y suplir con cosas esas carencias sentimentales (el columpio me mecía cuando quería los brazos de mi madre), toda esa inseguridad nacida de la ruptura con la madre prematura crea realmente una dependencia insana de la ordenación económica y social que le proporciona al individuo esos productos materiales que sacien el vacío, así que jamás atentará contra eso que le da bienestar, tan sólo necesita dinero para ser feliz, ese es el mensaje final. El dinero compra y suple a la madre, y si un sistema de gobierno me lo da sin esfuerzo, es el que quiere. Así que el sistema tan sólo debe garantizar que no les falten materialidades para asegurarse el perpetuarse a través del tiempo.

    Masa
    Hemos creado masa, hemos matado al individuo libre para volverlo un peón al servicio de un sistema de opresión ejercido sobre hombres y mujeres. Nos hemos condenado nosotras y lo estamos haciendo sobre el resto de generaciones, eso si, sin distinción de sexo ya que nuestros hijos e hijas son privados de nuestro tiempo de maternidad por igual, antes eran los varones solamente.
    Sin darnos cuenta hemos caído en la trampa, ahora nos encontramos en un agujero negro del que nos es imposible salir, dicen…No podemos cumplir con una maternidad que nos reclama nuestra naturaleza en el tiempo y forma que nos pide el instinto, y tampoco han adaptado un mercado de trabajo a la incorporación de la mujer, algo que supone un vacío total en el hogar, un vacío que da el primer abrazo a las crías humanas en forma de persona asalariada en el hogar, en una guardería, o con montones de aparatos pensados para suplir el calor humano y que silencien el llanto de un niño que viene naturalmente a un mundo donde lo natural le es negado desde el principio. No deberíamos silenciarles, tal vez ellos tengan la cordura que nosotros hemos perdido y deberíamos escucharlos, es sencillo, sólo tendrás que abrazarle y susurrarle cuánto le quieres, nada que ofrezca el mercado podrá calmarle como tú. Quizá nosotras, deberíamos pensar si, el incorporarnos a un mercado que nos ha robado el calor humano de nuestras crías calma el llanto interior que todas sentimos cuando nos vemos obligadas a separarnos prematuramente de ellos por cumplir con un mercado de trabajo que atenta contra la mujer, contra nosotras mismas, y que nadie está denunciando.
    Deberíamos recapacitar y empezar la verdadera lucha que no está tan alejada de la de hombres que se han dejado la vida por conseguir unos derechos laborales dignos del que podemos disfrutar todos los trabajadores. La unidad de pueblo no debe romperse, el equipo humano (hombre/mujer) debe permanecer fuerte, poder disfrutar de cumplir con nuestro instinto animal en la crianza debe ser un derecho humano sagrado, y las relaciones de dominio dejémoslas para los tiranos para que así tengamos claro quien es el enemigo y no disparemos para dentro de casa…

    M. Carmen M.

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    feminismo - Feminismo y maternidad Empty Re: Feminismo y maternidad

    Mensaje por nunca Miér Dic 30, 2015 8:04 pm

    La AEP lanza un tríptico sobre Lactancia Materna ininterrumpida

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    Por fin el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría empieza a dar pasos verdaderamente valiosos para fomentar la Lactancia Materna más allá de los mínimos que anteriormente establecían. Y es que son montañas y montañas de estudios que avalan lo valiosa que es la leche materna, los beneficios sobre el niño y la misma madre, también que cuanto más se alarga en el tiempo, mayores y mejores son los beneficios que recibe la salud del bebé o su mismo desarrollo.
    El Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría ha elaborado un tríptico sobre la lactancia en niños mayores de dos años, destinado a difundir información veraz y dar a conocer este tema entre el público general, los profesionales sanitarios y no sanitarios y, muy especialmente, las familias con hijos lactantes.
    La lactancia materna por encima del año de edad es muy poco frecuente sobre todo en las madres occidentales, sin duda fruto de las abusivas campañas a las que las mujeres hemos sido destinadas para engordar las arcas de distintas marcas que, sin duda, se han enriquecido a costa de la salud de millones de niños y niñas.
    Las madres que deciden seguir amamantando a sus niños encuentran en ocasiones barreras o rechazo social, opiniólogos, no sólo en familia, conocidos o gente que te cruzas, este rechazo o incomprensión se encuentra incluso entre los profesionales sanitarios, basadas en mitos o creencias personales o intereses económicos.

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    feminismo - Feminismo y maternidad Empty Re: Feminismo y maternidad

    Mensaje por DP9M Jue Dic 31, 2015 2:34 pm

    nunca escribió:


    Amamantar: ¿sólo para mujeres?

    Pues sí, hoy me he enterado de algo que echa a tierra todos los argumentos de los hombres que dicen que las mujeres son más aptas para ocuparse de los bebés que los hombres porque ellas amamantan y ellos no.

    Los hombres pueden amamantar.

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    ¿Les parece delirante? Aparentemente no lo es. No sé si todo el mundo sabe, pero cualquier mujer, aún sin tener hijos, puede producir leche con un estímulo adecuado de sus mamas, con un saca-leche (¡o pidiendo a alguien que le succione las tetas regularmente!). Basta con activar el saca-leche todos los días en las mamas para que éstas empiecen a producir leche al cabo de unos días o semanas. Así es como las mujeres que adoptan pueden amamantar a su hijx, estimulando sus mamas unas semanas antes de la llegada del bebé a casa (se llama lactancia inducida).

    Da la casualidad de que los hombres, como las mujeres, tienen pezones, y más importante aun, glándulas mamarias. En menor cantidad que las mujeres, los hombres pueden por lo tanto, con una medicación hormonal o una simple estimulación física de sus mamas, producir leche. La cantidad producida no sería suficiente para alimentar al bebé, pero sí como complemento, a la espera de que llegue la mamá, o para calmar a un lactante angustiado.

    De hecho, para eso último, no hace falta ni producir leche. La mama cumple dos funciones en el lactante: alimentarlo, y reconfortarlo. Pues un hombre podría perfectamente dar el pecho para calmar a su bebé cuando éste llora.

    De hecho, existe un pueblo en el que los hombres suelen dar el pecho con ese propósito. Se trata de los pigmeos aka, que viven en los bosques de la frontera entre Congo Brazzaville y la República Centroafricana, y que, según un estudio del Fatherhood Institute, han sido nombrado los mejores padres del mundo, porque son los que más tiempo dedican al cuidado de sus hijos.

    Como promedio, un papá aka tiene en sus brazos a su bebé el 47 % del tiempo, es decir, casi tanto como las mamás aka. Y al parecer, esto es un récord mundial. Solamente algunos países del norte de Europa con altos estándares en igualdad de género empiezan a aproximarse al ejemplo de los padres aka. En Suecia, un padre suele cuidar de su hijo el 45% del tiempo, dice el informe.

    Al parecer, un papá aka utiliza todas las oportunidades a su alcance para estar en estrecho contacto con su hijo. Suele llevar con él al bebé cuando van a beber vino de palma o durante otras actividades sociales y, según el informe, pueden sostener al bebé entre sus brazos durante varias horas, sin descanso. También son ellos que, con más frecuencia que las mamás, atienden del bebé cuando este se despierta por la noche.

    Y, cuando el bebé llora o tiene hambre, suelen darle el pecho. El bebé, cuando está contra el pecho  desnudo de su papá, automáticamente busca el pezón, lo encuentra y empieza a succionar, tranquilizándose. "El pezón de un padre es perfectamente satisfactorio para calmar a un bebé y su llanto hasta que pueda ser alimentado", según el informe británico.

    Bueno, pues, al parecer, hasta podría servir para alimentarlo y todo.

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    Así que ya saben: aquellos hombres que dicen que solamente las mujeres pueden tener ese lazo excepcional con el bebé porque ellas amamantan, tomando eso como excusa para dejarlas a ellas despertarse por la noche u ocuparse del bebé, ya no tienen esa excusa.

    Y a ver también cuántos se lo bancan, sacan el pezón y se lo dan a su bebé, después de tantos discursos tipo "qué suerte que tienen las mujeres de poder amamantar, qué daría yo para poder hacerlo" (escuchado hace muy poquito de alguien muy cercano). Pues no tienen que dar nada, solamente darle al saca-leche con asiduidad durante unas semanas. Ya los quiero ver sacar su teta y amamantar a su hijo en público.

    Para lxs que entienden inglés:



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    ehhhhhh

    Estas mierdas con Putin no pasan
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    feminismo - Feminismo y maternidad Empty Re: Feminismo y maternidad

    Mensaje por NacionalComunista Jue Dic 31, 2015 7:37 pm

    estas tipas lesbianas quieren infiltrarse en el feminismo y eso es muy peligroso, un movimiento legítimo lo transforman en otra cosa.

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