EL REVISIONISMO
Peligro principal para la victoria
de la Revolución Democratica Chilena
El revisionismo, expresado hoy en Chile por diversos
grupos y dirigentes políticos, tiene en la
camarilla de los Teillier-Carmona a uno de sus
máximos exponentes. El revisionismo es un peligro
en el interior mismo del movimiento obrero
y popular. Son falsos marxistas, que distorsionan
los principios fundamentales planteados
por Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao. Son una
avanzada de la burguesía en el seno del movimiento
obrero y constituyen por ello una verdadera
amenaza para el desarrollo de la lucha
revolucionaria de nuestro pueblo.
Estos individuos, que representan una fracción
de la burguesía burocrática chilena, aspiran a
utilizar al Estado burgués-terrateniente chileno
como palanca económica para promoverse
como clase. Para lograr imponer sus objetivos,
los revisionistas, utilizan la organización, la
movilización y la lucha de las masas. Alentando,
conteniendo o desviando la justa protesta
popular según sea el caso, hoy están empeñados
en negociar y maniobrar políticamente en
busca de un cupo electoral. Estos objetivos no
tienen nada que ver con los intereses de la clase
y el pueblo. El sistema electoral constituye uno
de los principales mecanismos de dominación
y legitimación del orden actual, las elecciones
representan, en este sentido, un objetivo contra
el cual se debe dirigir la lucha de las masas
revolucionarias, no hacerlo implicaría hipotecar
el futuro de la revolución de nueva democracia
en nuestro país.
El nefasto papel del revisionismo
en Chile
El XX Congreso del Partido Comunista
de la Unión Soviética (PCUS)
en 1956 significó un paso importante
para avanzar hacia la usurpación
definitiva del poder del
Estado soviético por la burguesía,
encabezada en ese momento por
la camarilla jrushovista. Esta última,
la componían una serie de
elementos desclasados, cuya base
social –conformada por una capa
diferenciada del proletariado–,
le permitió a este sector derechista-oportunista
dar un golpe
para arrebatar el poder político
al proletariado y pueblo soviético
e imponer una serie de reformas
políticas y económicas destinadas
a restaurar el capitalismo en la
URSS.
Hacia fines de la década de los
’50 y principios de los ’60, los
revisionistas jruchovistas (o revisionistas
contemporáneos como
les decían los revolucionarios),
triunfantes, establecían un régimen
fascista para defenderse de
y oprimir a las masas.
En Chile, se hicieron eco de este
Congreso una parte importante
de la dirección del viejo Partido
Comunista de Chile (tal como se
le conocía y se le conoce hoy en
día). Esto se vio facilitado por la
acción inveterada de una línea
oportunista de derecha que predominó
en el viejo Partido. Además
de esto, habría que añadir
dos cuestiones:
Primero, Luis Emilio Recabarren,
obrero tipógrafo, fundador
del Partido Obrero Socialista en
1912, nunca logró desembarazarse
de una serie de lastres ideológicos
heredados de su antigua
militancia en el extinto Partido
Democrático. A pesar de su actividad
como organizador de la clase
obrera chilena, su pensamiento
permanecía y permaneció hasta
su muerte preñado de influencias
ajenas a la ideología científica de
la clase; ideología que no llegó a
conocer en profundidad y, por lo
mismo, no podía aplicar del todo
en la práctica. Sus concepciones
se aproximaban más al socialismo
utópico que al socialismo científico.
Cuestiones éstas que no logró
corregir aun habiendo visitado la
república de los soviets. Su ilusión
en el camino electoral, sus
planteamientos acerca del agotamiento
de la necesidad de utilizar
la violencia como medio de transformación
revolucionaria de la
sociedad empañan sus esfuerzos
por propagandizar entre la clase
obrera y trabajadora las virtudes
del socialismo y la necesidad de
la conquista del poder por esta
clase.
Segundo, tras la muerte de Recabarren
las cosas no cambiaron.
Incluso un representante del Komintern
les señalaba en 1929, la
“completa incomprensión de los
principios bolcheviques de organización”
y les advertía que por
ese camino se dirigían derecho
hacia la liquidación del partido
como organización proletaria comunista.
El nuevo ascenso de las luchas de
masas desplegadas a comienzos
de la década de los treinta mostró
la disposición combativa de las
masas populares y de los militantes
comunistas de base. Algunas
manifestaciones radicalizadas de
lucha de las masas se expresaron
2 Julio 2007 El Revisionismo: Peligro principal...
en intentos de resistencia armada
contra el abuso y la explotación,
tales como la sublevación de la
escuadra en septiembre de 1931,
la “pascua trágica” en Copiapó y
Vallenar en diciembre de 1931 y
el levantamiento campesino en
Alto Biobío, Ranquil y Lonquimay
en abril de 1934. Sin embargo,
esto no se tradujo en una política
revolucionaria tendiente a preparar
e iniciar la lucha armada por la
conquista del poder por y para la
clase y el pueblo.
A partir del VII Congreso de la
III Internacional en 1935 y el
impulso de la política de frentes
populares para la lucha contra el
atropellador avance del fascismo
a nivel mundial pudo haberse
adoptado y aplicado en Chile una
decidida línea de unidad de todas
las fuerzas anti-fascistas, pero a
condición de asegurar la dirección
proletaria de dicho frente sobre la
base de una firme alianza obrerocampesina.
La dirigencia del PC, sin embargo,
optó por una interpretación
oportunista, ajena a los principios
marxista-leninistas (que consisten
en hacer preparativos serios
para la revolución), que le llevó a
actuar y a poner al proletariado a
la cola de la burguesía. Esta situación
desembocó en un embotante
cretinismo parlamentario y
en la renuncia a desatar y dirigir
con el proletariado revolucionario
a la cabeza el levantamiento armado
de las masas campesinas y
mapuche. Al contrario, refrenando
la lucha del campesinado pobre,
negoció el derecho a la sindicalización
campesina para lograr
convencer al partido Radical de
formar parte del Frente Popular y
una vez logrado esto presionar la
integración del Partido Socialista
(socialfascista).
En abril de 1936 se firmó el acta
de constitución del Frente Popular
con los históricos opresores
de las masas rurales –El Partido
Radical–, sellando con ello un
acto de conciliación y renuncia a
la lucha de clases. Los radicales
eran un partido compuesto por
sectores de la burguesía, pequeña
burguesía urbana y terratenientes
del valle central.
El paso táctico constituyó una renuncia
estratégica a impulsar la
alianza obrero-campesina, base
de un frente y de un futuro estado
de dictadura democrático popular
–forma específica de la dictadura
proletaria en los países como los
nuestros–. Por el contrario, seguir
en los hechos esta estrategia reformista
tuvo como consecuencia
un alto costo para las masas.
Esta interpretación errónea y
oportunista de la política de los
frentes populares postergaron
las tareas agrarias de la revolución
democrático-popular chilena.
Mientras, una correcta interpretación
y aplicación de la política de
frente establecida por la III Internacional,
permitió en China no
sólo una aplastante victoria sobre
el imperialismo japonés en 1945,
sino que sentó las bases para el
posterior triunfo del Partido Comunista
de China en 1949, a la
cabeza de las masas populares, en
la guerra revolucionaria contra el
Kuomintang (partido nacionalista
chino financiado por el imperialismo
yanqui), los grandes terratenientes
y la burguesía monopó-
lica, los principales enemigos del
pueblo chino.
A partir de 1938 el Partido Comunista
de Chile apoya y colabora
con los gobiernos radicales (proyanquis)
hasta 1947. En ese año
el presidente radical Gabriel González
Videla, obedeciendo a las
políticas anti-soviéticas del imperialismo
yanqui, dicta una ley de
“defensa” de la democracia (burguesa
por supuesto) e proscribe
al partido. Frente a esto, lejos de
entrar en una fase de lucha más
decidida, la camarilla revisionista
del PC prosigue una política de
contención de la lucha de clases
en pos de recobrar su legalidad, la
que finalmente recuperan a fines
de la década del ’50 como premio
a su “buena conducta”.
Cuando la dirección revisionista
de Corvalán y Teitelboim asumen
la política del renegado Jruschov,
hacia 1956, lo hacen a tambor batiente.
La vía pacífica al socialismo
se transforma en su máxima, e
incansables reproducen ‘a la chilena’
la línea revisionista jrushovista;
pero como anticipáramos, lo
hacen sobre una ‘rica’ experiencia
acumulada en décadas de oportunismo
derechista.
Esta ‘intachable’ actuación política
de estos revisionistas, que
enorgullecía a la gran burguesía
criolla, y hacía suspirar a todos los
oportunistas de América Latina y
más allá, hacía políticamente de
Chile la “Suiza” de esta parte del
mundo, y pavoneándose se jactaban
a coro sobre la supuesta e intachable
‘tradición democrática’
de Chile.
Sin embargo, un puñado de comunistas
les salieron al paso,
aguando en parte, la redondez
de esta orgía demo-liberal y social-fascista.
Los antirevisionistas
chilenos se entregaron a la
difusión de los documentos con
los cuales el presidente Mao –a
la cabeza del Partido Comunista
Chino– cañoneaba las posiciones
políticas e ideológicas de los revisionistas
rusos y sus comparsas
en los falsos partidos comunistas
que habían enarbolado las posiciones
de la dirección revisionista
del PCUS, al igual que CorvalanTeitelboim.
La defensa del marxismo-leninismo
contra el revisionismo
contemporáneo en Chile
Fue un puñado de revolucionarios
comunistas, dirigidos por el
interfecto David Benquis (camarada
Velásquez), los encargados
de propagandizar y defender la
propuesta china del 14 de junio
de 1963 acerca de la línea general
para el movimiento comunista
internacional apenas ésta fue conocida
por ellos.
Intentando desenvolver la lucha
de líneas al interior del PC de Chile,
fundaron Espartaco Editores
para publicar gran parte de los
documentos de la Gran Polémica
(a esas alturas la carta china
o “carta de los 25 puntos” y sus
nueve comentarios estaban prácHacia
fines de la década de los ’50 y principios de los ’60, los revisionistas
jruchovistas (o revisionistas contemporáneos como les decían los revolucionarios),
triunfantes, establecían en la Unión Soviética un régimen fascista para defenderse
de y oprimir a las masas.
Nikita Jrushov. Se apoderó de la conducción del Partido Comunista de la Unión Soviética tras la muerte de Stalin para terminar con
la construcción socialista e iniciar el camino de restauración al capitalismo.
Julio 2007 El Revisionismo: Peligro principal... 3
ticamente prohibidos para los
militantes del partido). Inmediatamente
después de haber sido
expulsados por la camarilla revisionista,
tras negarse a abandonar
la justa tarea de propaganda
que habían iniciado, el camarada
Velásquez y un puñado más, formaron
el Grupo Espartaco.
Posteriormente, junto a otros comunistas
y nuevos militantes que
se fueron incorporando en el curso
de más de dos años de un restablecido
trabajo revolucionario
entre las masas, adoptaron la determinación
de impulsar en 1966
la fundación del Partido Comunista
Revolucionario (PCR). Fueron
ellos los encargados de defender
y reivindicar el marxismo-leninismo
(hoy decimos marxismo-leninismo-maoísmo)
en pleno auge
del revisionismo contemporáneo
y del cretinismo parlamentario de
los acólitos chilenos.
Justamente durante los años de
gobierno de la Unidad Popular el
PCR y Benquis tuvieron el valor
de atacar decididamente la tan
cacareada vía pacífica, al mismo
tiempo que advertir las funestas
consecuencias que ésta acarrearía
para la clase y el pueblo, junto
con señalar el carácter de clase
del gobierno de la Unidad Popular
y su proyecto de capitalismo burocrático
monopolista estatal que
intentaba aplicar a nuestro país.
Proyecto, por lo demás, subordinado
al régimen establecido por
el social-imperialismo soviético
en la URSS.
Pero, lamentablemente esta intensa
y necesaria labor teóricopráctica
de denuncia y desenmascaramiento
que desempeñaron
ante las masas populares se vio
interrumpida a principios de la
década de los 80 con la liquidación
del PCR. Además de otras razones
que no es dable tratar aquí
contribuyó notablemente a esta
inexcusable capitulación, la prematura
muerte en 1978 de quién
era el alma de dicho partido: el
camarada Velásquez.
El golpe fascista de septiembre
de 1973, fulminó en pocas horas
la vía pacífica y la práctica electoralista
desarrolladas por décadas
por el oportunismo. Las masas
populares tuvieron que enfrentar
en carne viva los devastadores
resultados de la prédica de
la vía pacífica al socialismo. Las
ilusiones legalistas, electoralistas
y pacifistas se desecharon; las
esperanzas no. Éstas palpitan en
cada una de las luchas que el proletariado
y el pueblo han desarrollado
hasta hoy.
El revisionismo chileno después
del golpe fascista de 1973
La situación generada por el golpe
militar no sólo –muy al pesar
de los revisionistas– imposibilitó
la utilización de la vía parlamentaria;
sino que también, resolvió
drásticamente la disputa interimperialista
por el dominio y control
del país. El ensayo de estrategia
de vía pacífica del social-imperialismo
soviético para penetrar en
los países que pertenecían o se
encontraban bajo la dominación e
influencia directa del imperialismo
yanqui tenía como necesario
complemento la vía violenta para
sojuzgar a quienes se atrevían a
alterar el orden impuesto por ellos
en la Europa del este, tal como
aconteció con Checoslovaquia en
1968. Como se puede constatar,
el revisionismo también actuaba
armadamente si las condiciones
así lo exigían. La violencia no le
era ajena.
Por ello no es de extrañarse que
los revisionistas chilenos, que
buscaron desde la década de
los ’60 una alianza política con
el Partido Demócrata Cristiano
(partido pro-yanqui, colaboracionista
de la Junta Militar Fascista
hasta 1977), una vez agotada
toda posibilidad real de alcanzar
la unidad con ellos y desechada la
ilusión del rápido restablecimiento
de las instituciones representativas
de carácter demoburgués,
comenzaran las discusiones y preparativos
para utilizar la violencia
política aguda.
David Benquis (Camarada Velasquez) - Consecuente comunista que condujo la lucha
contra el revisionismo chileno desde el Partido Comunista Revolucionario (PCR) hasta
su muerte en 1978.
El golpe fascista de septiembre de 1973, fulminó en
pocas horas la vía pacífica y la práctica electoralis- ta desarrolladas por décadas por el oportunismo. Las
masas populares tuvieron que enfrentar en carne viva
los devastadores resultados de la prédica de la vía pacífica
al socialismo.
Fue el Partido Comunista Revolucionario (PCR) el encargado de defender y rei- vindicar el marxismo-leninismo (hoy decimos marxismo-leninismo-maoísmo) en
pleno auge del revisionismo contemporáneo y del cretinismo parlamentario de los
acólitos chilenos.
4 Julio 2007 El Revisionismo: Peligro principal...
Corresponderá a un estudio más
profundo, sobre la base de la teoría
militar del proletariado –la guerra
popular– determinar si hubo, en su
sentido estratégico, lucha armada
en los ‘80. La utilización de armas,
la instalación de artefactos explosivos,
la organización de destacamentos
armados, e incluso la creación de
milicias, no equivale necesariamente
a desarrollar lucha armada revolucionaria.
Fue el mismo Luis Corvalán quien,
en 1977, al evaluar las causas del
golpe y la falta de preparación para
defender al gobierno de la UP, formuló
en un informe al CC el problema
del “vacío histórico” en la política
del partido en relación a “la falta de
una política militar”. Pero fue sólo en
septiembre de 1980 cuando Corvalán
llamó a la utilización de “todas las
formas de lucha”. No cabe la menor
duda que esta decisión contaba con
el beneplácito del gobierno socialimperialista
soviético.
Se ha tejido una suerte de leyenda
en torno a la preparación y posterior
inicio de la violencia política aguda
utilizada por el revisionismo chileno.
Confusas versiones sobre quiénes
participaron, el apoyo internacional
que recibieron (intermediado por el
socialimperialismo soviético y sus
países dependientes) o las características
de los errores que se cometieron.
Lo importante es indagar
en primer lugar en torno a las raíces
ideológicas del revisionismo chileno,
y por qué el aura revolucionaria
que tiene la utilización de la violencia
política armada, puede encerrar
peligros nuevos para la lucha revolucionaria
del proletariado y pueblo
chileno.
Algunas características del revisionismo
(armado)
La ideología científica del proletariado
(la ciencia de la revolución
proletaria) es la síntesis teórica de
la experiencia acumulada en la lucha
de clase contra la burguesía y recoge
también los aportes fundamentales
de la lucha revolucionaria de las masas
y pueblos oprimidos del mundo.
La concepción proletaria, la ideología
marxista-leninista-maoísta es
distinta y opuesta a la ideología de
la burguesía. Son dos concepciones
ideológicas excluyentes e inconciliables.
La ideología burguesa es la
concepción del mundo de los opresores,
y con esta concepción el proletariado
no puede tener ninguna
Respecto al problema de las formas de lucha,
Lenin exige que sea enfocado históricamente.
Él consideraba que era fundamental examinar
en detalle “la situación concreta del movimiento
dado, la fase dada de su desarrollo”, no hacerlo
así equivalía a abandonar el marxismo.
Esto era lo que señalaba Lenin en septiembre
de 1906. En 1914, profundizando en torno a la
cuestión, explicaba: “La táctica marxista consiste
en combinar las distintas formas de lucha,
en pasar con habilidad de una a otra, en elevar
constantemente la conciencia de las masas y en
ampliar el área de sus acciones colectivas, cada
una de las cuales, tomadas en forma separada,
puede ser ofensiva o defensiva, y todas ellas,
tomadas en conjunto, conducen a un conflicto
más intenso y decisivo.” Lenin tenía el cuidado
de señalar las diferencias existentes entre Rusia
y el resto de Europa, sobre todo porque en esta
última las libertades políticas permitían, en ese
momento, un desarrollo sistemático de la lucha
sindical. Además, se precave de no generalizar
las condiciones en que se desenvuelve la lucha
revolucionaria a las potencias capitalistas.
Sin embargo, el desarrollo de la gran guerra a
lo largo y ancho del viejo continente (1914-
1919), tiende a homogenizar las condiciones
para la lucha revolucionaria y, por lo tanto, se
generalizan los métodos bolcheviques; éstos,
van adquiriendo cierto matiz universal. La agudización
de la lucha de clases, en el seno mismo
de los países imperialistas en guerra, comprueba
la validez de las tesis leninistas sobre la revolución
proletaria y el establecimiento de la
dictadura del proletariado.
Los soviet como una de las expresiones del poder
obrero, una aportación original de la lucha
de clases rusa se transforma en una experiencia
reconocida y validada. En los distintos intentos
revolucionarios como en Alemania, Hungría y
Austria, se forman soviets, se impulsa el enfrentamiento
decisivo, armando al pueblo y
preparando la insurrección contra los poderes
agonizantes de los viejos estados imperialistas.
Gracias a la intervención del revisionismo en
gobiernos anti-proletarios se logró vencer la
oleada revolucionaria. Pero, a pesar de la derrota
de la revolución proletaria en esos países,
la aplicación de los soviets constituyó un gran
acierto y de lo único que se podría criticar a los
revolucionarios es no haber puesto la energía
suficiente para su defensa y ampliación.
La carencia de un partido bolchevique, con la
experiencia y el acumulado teórico que éste
supone, permitió la recuperación de la reacción
de los golpes propinados inicialmente por el
proletariado revolucionario europeo. El partido
proletario; una de las condiciones subjetivas de
la revolución; centro para sistematizar y generalizar
la formas de lucha; adquiría una importancia
significativa como estado mayor de la
revolución; cuestión acreditada por el derrotero
seguido por los bolcheviques y demostrada en
las jornadas de lucha de febrero y octubre de
1917 en Rusia. Su ausencia o escaso desarrollo
en los otros países fue una de las causas de la
derrota.
Como es posible constatar, el problema de las
formas de lucha lo concibe Lenin desde el punto
de vista de las condiciones históricas, no desechando
de antemano ninguna forma de lucha
que el proletariado adopte. Pero considera un
crimen, en períodos de ascenso de la lucha de
masas y cuando la conquista del poder se pone
a la orden del día, llegar a componendas o desbarrancar
el empuje de las masas con ilusiones
constitucionales o parlamentarias.
La situación revolucionaria en las naciones
oprimidas por el imperialismo es constante,
explicaba el presidente Mao. Ésta puede pasar
por períodos de desarrollo o de estancamiento,
pero no deja de ser situación revolucionaria. Es
por esto que la lucha por la conquista del poder
en países coloniales y semicoloniales, con base
semi-feudal y donde el desarrollo del capitalismo
está interrelacionado en diversos grados
con esa base, la experiencia histórica ha determinado
las formas de lucha a desarrollar en el
proceso de liberación del pueblo de las garras
de los distintos imperialismos. Esta cuestión, a
pesar del desarrollo del capitalismo burocrático
en nuestro país, se ha visto comprobada en
cada nuevo auge en la lucha de masas a pesar
de la ausencia de un auténtico partido comunista
marxista-leninista-maoísta.
La situación objetiva para la revolución, los
flujos y reflujos en la lucha de las masas, han
puesto de relieve y han hecho sentir aún más la
ausencia de algunos de los factores subjetivos
(partido, ejército popular y frente). Este problema,
en las naciones oprimidas como las nuestras
ha evidenciado el nefasto papel que cumple
el revisionismo toda vez que tanto en las
alzas como en las bajas del movimiento popular
desempeña un papel principal para contener el
desarrollo de la situación revolucionaria.
En síntesis, las formas de lucha están estrechamente
relacionadas con las condiciones objetivas.
En las naciones oprimidas la situación
revolucionaria es permanente, por lo tanto, la
predisposición de las masas hacia formas más
altas de lucha, como la armada, es favorable.
Efectivamente, las masas claman por la rebelión,
y todo el ascenso de la lucha y la creciente
protesta popular en la década de los ‘80 en Chile,
llevaba inevitablemente a una más amplia
aceptación de la lucha armada revolucionaria.
Es por esto que la tarea contrarrevolucionaria
del revisionismo consistía precisamente en ponerse
a la cabeza de las masas para después
desviarlas o contener su ímpetu, negociando su
inclusión política y legalización (recuérdese la
campaña: “Chile necesita un PC legal”).
Lenin y Mao sobre las formas de lucha
Julio 2007 El Revisionismo: Peligro principal... 5
contemplación.
Desde este punto de vista, el revisionismo
es la expresión más engañosa
y sutil de la ideología burguesa.
Parecen marxistas, por su
fraseología; apelan formalmente
a las masas e incluso en determinadas
circunstancias políticas están
dispuestos no sólo a tomar las
armas, sino que también iniciar la
lucha armada (aunque jamás para
conquistar el poder para la clase y
el pueblo y establecer la dictadura
omnímoda del proletariado).
Los revisionistas pueden organizar
a las masas, dirigir sus luchas,
preparar su resistencia frente a
algún enemigo común. Sin embargo,
el revisionismo antepone
siempre sus propios intereses por
sobre los de las masas. Teme a las
masas, teme a la politización revolucionaria
de éstas, teme a que
ellas eleven su nivel ideológico
porque sabe que al ocurrir esto
corren el riesgo de que su oportunismo
quede en evidencia.
Lo paradójico es que el revisionismo
necesita de las masas, el
mismo partido revisionista está
compuesto por masas, pero las
necesita para cabalgar sobre
ellas. Las utiliza para maniobrar y
arrancar algunas conquistas polí-
ticas, como algún cupo senatorial
o en la administración del Estado
burgués. Una vez alcanzada su
meta tiene que tirar las riendas,
frenar el movimiento de masas, o
en su defecto, desviarlo si ya no
puede contenerlo.
No importa si los revisionistas
se llamen marxistas o marxistas-leninistas
e incluso marxistas-leninistas-maoístas,
es en su
práctica política (con armas o sin
ellas) donde quedan en evidencia
su ideología burguesa y sus verdaderos
intereses de clase.
Cambian la filosofía marxista por
filosofía burguesa, la dialéctica
revolucionaria por el evolucionismo
vulgar. Cambian la economía
marxista por la economía burguesa,
el socialismo científico por
socialismo burgués, la dictadura
proletaria por dictadura burguesa,
el partido proletario por un
partido obrero burgués; la guerra
popular por la línea militar burguesa.
Adulteran el marxismo, lo
convierten en una doctrina aceptable
para el sistema de dominación
y viven eternamente señalando
que la revolución y la dictadura
del proletariado se alcanzarán en
un futuro que nunca determinan;
embaucan diciendo que una vez
que las contradicciones de clases
se agudicen, surjan en respuesta
regímenes fascistas, y las masas
no toleren esto, se desencadenará
como un relámpago la insurrección
y se conquistara el poder.
Mientras tanto “cuidémonos de no
provocar a la burguesía, conquistemos
las mayorías parlamentarias,
ganemos para el pueblo al
ejército y las fuerzas del orden,
así alcanzaremos una correlación
de fuerzas favorables en el Estado
y se impondrán los términos
políticos que se quieran a la
burguesía”; la democracia derrotará
al neoliberalismo. Esto es el
máximo posible, es la doctrina del
mal menor, es “táctica, táctica”.
No caracterizan ni explican que
significa para ellos “democracia”
más que la conquista de un conjunto
de libertades públicas, que
pueden ser concedidas mientras
no alteren en lo fundamental el
orden de clase.
Cómo se planteaba más arriba,
entre 1980 y 1986 el revisionismo
aplica la táctica de todas las
formas de lucha. Si consideramos
la política que persiguió la camarilla
Corvalán-Teitelboim desde
antes del golpe de 1973, hasta
aquella que adopta en relación al
curso de los acontecimientos políticos
ocurridos con posterioridad
al “año decisivo” de 1986 (plebiscito
de 1988 y la elecciones de
1989), podremos constatar que
la táctica de “todas las formas de
lucha” (que incluía la utilización
de la violencia a través del aparaFue
el mismo Luis Corvalán quien, en 1977, al evaluar las causas del golpe y la
falta de preparación para defender al gobierno de la UP, formuló en un informe al
CC el problema del “vacío histórico” en la política del partido en relación a “la falta
de una política militar”.
Luis Corvalán y Salvador Allende - Conductores en Chile de la política revisionista de la Vía Pacífica al Socialismo.
6 Julio 2007 El Revisionismo: Peligro principal...
to armado del partido) no es más
que un interregno dentro de una
continuidad política e ideológica
de carácter revisionista y electoral-oportunista.
La utilización de la lucha armada
(en su acepción más estrecha) o
“violencia aguda” –tal como se
define en los documentos del revisionismo–
como forma de lucha
no altera la naturaleza históricamente
revisionista de su política,
esto es: revisionismo armado.
“Todo es ilusión, excepto el poder”
decía Lenin en 1905. Lo central
en una revolución es el poder,
y éste se obtiene mediante la
violencia y se defiende mediante
la dictadura revolucionaria. Marx
planteaba que no se debía jugar
a la insurrección, que éste era un
asunto serio, un verdadero arte.
Por su parte el presidente Mao
Tse-tung señala en 1938 que
la “tarea central y la forma más
alta de toda revolución es la toma
del poder por medio de la lucha
armada, es decir, la solución del
problema por medio de la guerra.
Este revolucionario principio marxista-leninista
–agrega– tiene
validez universal”. Para el proletariado
y el pueblo chileno éstas
son cuestiones de principio, fundamentales
e irrenunciables, son
leyes históricas ineluctables. Si el
proletariado y el pueblo renuncian
a estos principios se condenan a
llevar cadenas y por tanto perpetuar
la dominación imperialista,
de la gran burguesía y de los
terratenientes: sus principales
enemigos. El revisionismo nunca
ha querido comprender este abc
de la línea militar del marxismoleninismo-maoísmo.
El fracaso del atentado a Pinochet
en septiembre de 1986, sumado
a las directivas del Departamento
de Estado yanqui entregadas
a la junta militar fascista para
“transitar a la democracia” –que
incluían la exigencia al PDC de un
rechazo público y decisivo de la
violencia política y por lo tanto la
exclusión de cualquier alianza con
quienes la ejercieran– llevaron
al revisionismo chileno, frente al
aislamiento político que comenzaban
a sufrir respecto a los otros
partidos, a ‘reinterpretar’ la polí-
tica de rebelión popular y ‘suavizar’
el llamado a usar “todas las
formas de lucha”.
Esta reinterpretación los lleva a
cambiar las armas por las urnas,
es decir: a desistir de la “violencia
aguda”, persistir en la búsqueda
de la alianza política con el bloque
DC-PS (base de la Concertación) y
formar parte de un futuro gobierno
de transición como resultado
de elecciones abiertas. El plan
político del imperialismo yanqui
para Chile y América Latina ganaba
en toda la línea.
Sin embargo, el escenario político
nacional marcado por las jornadas
de protesta popular y el ascenso
notable del movimiento popular
mostraban objetivamente el desarrollo
de la situación revolucionaria
y justificaban plenamente
la rebelión armada de las masas.
Al respecto el 9 de septiembre
de 1986 el diario español El País
afirmaba: “A pesar de que las
fuerzas moderadas de la oposición,
en particular la Democracia
Cristiana, condenan toda utilización
de métodos violentos, no se
puede cerrar los ojos ante el hecho
de que la influencia del Partido
Comunista de Chile, que apoya
al Frente [FPMR], está creciendo
sensiblemente, sobre todo en los
sectores más jóvenes y radicales
del país, en las universidades y en
las poblaciones que rodean a la
capital, en las que se concentran
las capas más expoliadas y desesperadas.
Ello se ha traducido en
éxitos comunistas en recientes
elecciones universitarias y sindicales.”
Lo que no dice el diario
español es que faltaban –y faltan
todavía– las condiciones subjetivas:
partido marxista-leninistamaoísta,
ejército popular y frente,
los tres instrumentos básicos de
la revolución democrática. Este
conjunto de cosas era el riesgo
que el imperialismo yanqui intentaba
por todos los medios evitar.
No se aceptaba la nicaragüización
del país y menos que se repitiera
una guerra popular como la dirigida
por el Partido Comunista del
Perú.
¿Estaba el revisionismo dispuesto
a impulsar una verdadera revolución
en Chile? No. Había llegado
la hora de hacer conducta y vender
bonos de estabilidad política
y social a cambio de mullidos sillones
parlamentarios.
Fin de la “sublevación nacional”.
Como buen agente pro-soviético
(no obstante sus propias y originales
aportaciones a la iniciativa),
la camarilla revisionista chilena
comenzaba a seguir los pasos
de Gorbachov y la perestroika. La
‘revolución en la revolución’ y el
No importa si los revisionistas se llamen marxistas o marxistas-leninistas e in- cluso marxistas-leninistas-maoístas, es en su práctica política (con armas o sin
ellas) donde quedan en evidencia su ideología burguesa y sus verdaderos intereses
de clase.
Julio 2007 El Revisionismo: Peligro principal...