Enfrentamiento entre hinchadas de fútbol y el hombre que estrella su coche contra la sede del PP. Dos nuevos actos de hipnotismo de masas para una mejor gestión de los intereses oligárquicos“¿Y quién es el primero (el que gobierna al resto)? Yo creo que aquél cuyo ingenio domina al de los demás, y por su carácter y su destreza convierte las fuerzas y las pasiones ajenas en instrumentos de sus deseos.” (J. W. Goethe, Werther, 8 de enero de 1772)
Habitualmente, los conocidos como ataques de falsa bandera (1) tienen como objetivo conseguir que el gran público se identifique con la entidad, país o grupo de individuos atacados y acepte la aprobación de medidas que protejan de futuros ataques a dicha entidad, país o grupo de individuos. El reciente suceso de París, en el que han muerto unas 12 personas, probablemente a manos de miembros de los atlantistas escuadrones stay-behind (a los que se ha hecho pasar por terroristas islámicos), es un buen ejemplo de esta macabra estrategia: El gran público se identificará con la desprestigiadísima prensa capitalista (recibiendo con ello un oportuno balón de oxígeno) y aceptará medidas que sigan justificando el gran negocio de la guerra en oriente medio para los Estados miembros de la OTAN (especialmente en su actual guerra ficticia contra el ISIS, que no es otra cosa que un acoso y cerco militar a Siria).
En el caso de los últimos ataques de falsa bandera ejecutados en España, todo ha sido muy diferente.
La muerte de un miembro de la hinchada ultraizquierdista del Deportivo de la Coruña, Riazor Blues, a manos de miembros de la hinchada ultraderechista del Atlético de Madrid, Frente Atlético, no ha servido para que más gente se identificase con las hinchadas ultraizquierdistas, ni para tomar medidas que protegieran a éstas frente a las hinchadas ultraderechistas. Tampoco el ataque contra los bajos de la sede central del Partido Popular en Madrid, por parte de un supuesto lunático, ha servido para que nadie se identificase más (de lo que ya pudiera estar) con los ideales de tal partido, ni para tomar ningún tipo de medidas especiales en contra de los lunáticos españoles. En cualquier caso, éstas no son razones suficientes como para no considerar ambos sucesos como ataques de falsa bandera, pues ambos han acabado por tener consecuencias positivas para un tercero: la oligarquía gobernante, cuyas huellas son fácilmente identificables en uno y otro.
Para poder comprender los diferentes sucesos mediáticos que acontecen en nuestros días, es necesario, primero, comprender el contexto en el que éstos tienen lugar: la globalización capitalista. Si desconocemos este contexto, o nos limitamos a uno meramente local, el suceso mediático nunca tendrá sentido en nuestras mentes, o tendrá el sentido que las clases dominantes quieran que tenga. Analicemos cada uno de estos sucesos y el contexto global en el que ambos se han desarrollado.
EL ENFRENTAMIENTO ENTRE HINCHADAS DE FÚTBOL
El fútbol es un producto comercial altamente rentable. Pero, como todo producto capitalista, su objetivo es ser más rentable día tras día; es decir, que su consumo se extienda cada vez a un mayor número de personas.
En la era de la globalización capitalista, el mercado para un producto puede llegar a ser el mundo entero, pero para ello es preciso que tal producto se adapte a los prejuicios y gustos culturales predominantes en los lugares a los que se pretende extender su consumo, o, al menos, que se le despoje de una serie de elementos culturales que no podrían ser entendidos o aceptados en tales lugares (Emiratos Árabes, China, India...).
Sin lugar a dudas, el tema de las hinchadas ultras de los equipos españoles de fútbol era un hándicap que los grandes ejecutivos de este espectáculo de masas debían solventar si deseaban una mejor comercialización a escala global de su producto.
Para el Real Madrid o el F.C. Barcelona, máximos beneficiados de la globalización del fútbol, fue fácil eliminar este problema (cuanto antes lo hicieran, antes obtendrían beneficios), por ello fueron los primeros en expulsar de sus estadios a sus hinchas más ideologizados: Ultra Sur y Boixos Nois respectivamente. Sin embargo, para aquellos clubs que basan más su negocio en lo local que en lo global, las cosas no eran tan sencillas, pues decir adiós a este tipo de hinchas era ir en contra de sus propios intereses. El número de partidos de estos clubs retransmitidos a escala global es sensiblemente inferior y peor remunerado que los del Madrid o Barcelona; así como el número de patrocinadores internacionales interesados en prestarles apoyo económico, considerablemente menor. Por el contrario, los hinchas ultras suponían para los pequeños clubs una importante cantera de publicistas a escala local totalmente gratuita, una especie de Quinta Columna que no podían permitirse perder o, al menos, su eliminación constituiría una dura mortificación para la insaciable codicia de los presidentes de dichos clubs (2).
Pero en el campeonato español de fútbol (la Liga) no participan sólo Madrid y Barcelona, por lo que si los máximos dirigentes de este producto (la Liga) querían que fuera exportado con éxito a todos los rincones del planeta y, lo más importante, si querían que patrocinadores internacionales apoyaran económicamente este producto, era preciso que el resto de equipos expulsaran también de sus campos a sus hinchas más ideologizados.
Tras el enfrentamiento (3) de la hinchada ultra del Deportivo de la Coruña y la del Atlético de Madrid, que se saldó con la muerte de un miembro de la primera y varios heridos de gravedad, la maquinaria mediática se puso inmediatamente en funcionamiento para criminalizar y demonizar a todas las hinchadas de este tipo como nunca antes se había hecho. La unanimidad fue absoluta, y es que hay mucho dinero en juego y nadie quiere quedarse fuera de la foto. Hay que tener en cuenta que los medios de comunicación de masas españoles son uno de los grandes beneficiados de la globalización del fútbol español.
La facilidad con la que este grupo de aficionados (especialmente los ultraderechistas) pueden ser infiltrados y conducidos a enfrentamientos como el que tuvo lugar a orillas del madrileño río Manzanares creo que es algo que no se le escapa a nadie.
Las razones por las que el Atlético de Madrid ha colaborado con tanta docilidad en todo este esperpéntico espectáculo del linchamiento mediático de las hinchadas ultras pueden ser muchas y muy variadas. A mí, personalmente, me llama poderosamente la atención el bombo que los medios de comunicación de masas dieron a unas declaraciones realizadas por un importante ex jugador de Atlético, Paolo Futre, justo unas semanas antes de que tuviera lugar el enfrentamiento entre los hinchas, según las cuales, este club podría haber estado implicado de alguna forma en el escándalo de amaño de partidos (4). Unas declaraciones sobre las que, curiosamente, no se ha vuelto a hablar más después del enfrentamiento y de la decisión del Atlético de Madrid de tomar medidas extraordinarias de vigilancia en su estadio.
El problema para los grandes ejecutivos del fútbol no era la violencia (el fútbol, debido a su propia naturaleza altamente competitiva, es intrínsecamente violento) o que las ideologías de las hinchadas fueran más o menos absurdas y contraproducentes para el desarrollo intelectual de la especie humana. El verdadero problema radicaba, sencillamente, en la necesidad de mejorar la imagen de un producto, con el fin de mejorar su distribución y venta a escala global. Y es que un partido del Real Madrid o del F.C. Barcelona no se vende con la misma facilidad a las cadenas de televisión de los Emiratos Árabes o de China si en las gradas de los estadios aparece determinada simbología o se gritan determinadas consignas, que si nada de todo lo anterior aparece. Y lo más importante, los patrocinadores internacionales no apoyarían económicamente de igual modo este producto si todo hubiera continuado como hasta días antes de los incidentes (5).
El capitalismo no entiende de ética, sólo de rentabilidad económica. Para el capitalismo, la apelación a la ética es sólo un recurso más para manejar las emociones de las masas en aras de una mayor rentabilidad económica (un recurso, todo hay que decirlo, que dejará de ser utilizado en unos pocos años debido a su cada vez menor influencia sobre las masas). Presuponer una mínima intención ética a una persona totalmente dominada por la lógica capitalista es como presuponer pensamiento racional a un sapo.
El deporte es mucho más que mero circo, es uno de los mayores propagandistas ideológicos del capitalismo. La competitividad, la sumisión acrítica a las reglas o la visión y el tratamiento del cuerpo humano como una máquina (taylorismo) son algunas de las perversas enseñanzas que el deporte naturaliza entre sus más acérrimos seguidores. Que haya pasado de ser un aparato ideológico del Estado a un producto comercial demandado voluntariamente por cientos de millones de personas en todo el mundo, nos puede dar una idea aproximada de hasta que punto los seres humanos tienen grabado el capitalismo en sus entrañas.
EL HOMBRE QUE ESTRELLA SU COCHE CONTRA LA SEDE DEL PP
El primer diagnóstico que se puede hacer, tras analizar detenidamente este nuevo grotesco espectáculo de la sociedad de masas, es que los individuos que han sido capaces de digerir y tragarse sin rechistar (la inmensa mayoría de la sociedad española) la versión difundida por los grandes medios, se encuentran en una alarmante situación de encefalograma plano que las autoridades competentes no deberían tomarse tan a la ligera. Por otro lado, todo esto nos revela que el adoctrinamiento (lavado de cerebro) estatal de los individuos ha alcanzado un éxito sin precedentes en la historia de la humanidad. Evidentemente, no es que el Poder cuente en la actualidad con mejores asesores con los que contara la Inquisición, los Borgia o el régimen nazi, sino porque estos últimos no tuvieron la oportunidad de contar con los sofisticados recursos técnicos con los que ahora cuenta la oligarquía gobernante: cientos de canales de televisión y de radio emitiendo las 24 horas del día, Internet en todos los hogares, smartphones para todas las edades, etc., a lo que habría que sumar la baja calidad humana e intelectual del sujeto de nuestros días, al que algunos pensadores contemporáneos han comparado con los zombis de la literatura fantástica.
Por encima de las múltiples evidencias racionales (e incluso científicas) que ponen de manifiesto la inconsistencia argumental de toda la historia oficial que se ha "vendido" al gran público, hay una cosa que debe quedar definitivamente clara si verdaderamente queremos entender éste y otro tipo de sucesos parecidos: un pobre loco desesperado puede hacer muchas cosas, pero nunca diseñar y ejecutar un plan que se convierta en un espectáculo mediático de masas, eso sólo está al alcance de expertos en relaciones públicas vinculados con el Poder. Al cabo del día tienen lugar muchos y muy variados sucesos en las sociedades de masas, pero en los grandes medios sólo aparecen aquéllos que al Poder le interesa que aparezcan para una mejor gestión de las emociones del gran público. Por lo general, este tipo de sucesos son planificados y diseñados con mucha antelación. Las diferentes oligarquías se juegan demasiado hoy en día como para dejar lugar a la improvisación, por lo que pensar que algo de lo que aparece en los grandes medios es debido a la casualidad, es pecar de la más absoluta ingenuidad. Los grandes medios son herramientas del Poder cuya única y exclusiva finalidad es el pastoreo de las masas, pues para eso fueron ideados.
No es la primera vez que el Poder recurre a la figura del loco que actúa en solitario para cometer un atentado de falsa bandera. Esta estrategia tiene el curioso efecto, entre las alienadas mentes de la población, de disculpar al agresor y desacreditar a la víctima.
Detrás del loco no hay ideales, ni organizaciones a las que poder echar la culpa. Ni siquiera él puede ser considerado como responsable de sus actos, pues éstos son consecuencia de una mente perturbada, incapaz de dictar un comportamiento que se adapte medianamente a las convenciones sociales (algo que se han preocupado mucho de dejar bien claro los medios de comunicación de masas, quienes, a las pocas horas, ya disponían de todo tipo de informes médicos sobre el sujeto). Si existe algún culpable –parece insinuársenos–, ésas serían el resto de las personas ("cuerdas") que le rodean, cuyo irresponsable comportamiento ha perturbado aún más la mente del lunático. En este caso en concreto, todo ha sido perfectamente planificado para orientar a las masas a que vieran como culpables a la llamada clase política clásica (PP, PSOE, IU…) y a su irresponsable comportamiento en los últimos años. Con ello se consigue seguir profundizando en su ya irreversible descrédito y demolición controlada, y se crea el consenso necesario entre el gran público para facilitar el ascenso de otras fuerzas (lo que podríamos llamar la nueva clase política) que gestionen más eficazmente el Estado, máximo garante (como siempre lo ha sido) de los intereses de las clases dominantes.
Todo apunta a que este no será el último acto del drama (iniciado con el 15M) destinado a quebrar de forma definitiva el actual modelo político español; con toda probabilidad nos quedarán muchas más cosas por ver hasta que la oligarquía consiga consolidar su nuevo proyecto social en el inconsciente de las masas.
Quien tenga curiosidad por saber cómo el Poder recluta a este peculiar tipo de mercenarios para perpetrar sus planes, no tiene más que investigar quiénes fueron los acusados de los asesinatos (que no los asesinos) de Martin Luther King, John Lennon o los hermanos Kennedy. Suele tratarse de personas (habitualmente, pobres diablos) vinculadas de algún modo con los servicios secretos (policiales o militares), con algún tipo de deuda con éstos, y a los que se les propone saldar tal deuda haciendo de cabeza de turco.
NOTAS:
(1) Ataques planeados y ejecutados por un determinado grupo y atribuidos falsamente a otro contra el que se pretende tomar algún tipo de medida política o bélica por parte del primero. La voladura del acorazado Maine, el incendio de Reichstag, el incidente del golfo de Tonkin o el 11S serían algunos de los más destacados ejemplos de este tipo de estrategia.
(2) Además de otra serie de beneficios que han sido investigados hace tiempo por especialistas en el fenómeno de las hinchadas ultras. Su función se podría equiparar a la de la Quinta Columna falangista durante la guerra civil española.
(3) Todo a punta a que se trató de una encerrona por parte de los hinchas del Atlético de Madrid. La idea repetida hasta la saciedad por los medios de comunicación de masas de que se trató de una quedada por internet es muy poco creíble, pues el Frente Atlético cuenta con casi 6.000 integrantes y los Riazor Blues son apenas unos cientos. Además, el último atestado policial desmiente los primeros que se hicieron (y con los que se construyó la versión oficial) al decir que no existen indicios de un desafío cruzado a través de las redes sociales.
(4)
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