Dado que hay motivos y datos históricos para pensar que la opresión que sufrieron las mujeres era una opresión compartida por los hombres (aunque por cuestiones diferentes). ¿Debe la izquierda ser antirrolista (roles opcionales en lugar de obligatorios) en lugar de feminista?
¿En que me baso para creer que la opresión era compartida? En que no se conoce ninguna rebelión de las mujeres para librarse del "patriarcado", más teniendo en cuenta que son la mitad de la población.
¿En que me baso para creer que la opresión era compartida? En que no se conoce ninguna rebelión de las mujeres para librarse del "patriarcado", más teniendo en cuenta que son la mitad de la población.
¿Por qué las mujeres no se rebelaron?
Publicado el mayo 1, 2013 por Carlos Rodríguez
La mujer y el esclavo
En conversaciones mantenidas con feministas, he escuchado numerosas veces que a lo largo de la Historia, las mujeres han sido tratadas prácticamente como esclavas. Para probarlo se ha aducido al estatus legal que en muchas culturas permitía al marido castigar físicamente a su mujer, la venta de niñas con fines matrimoniales o de servidumbre, el infanticidio femenino, la quema de brujas, etc.
El problema es que cuando se enumeran estas injusticias históricas, lo que suele señalar el feminismo es que la victimización masculina no era comparable a la feminina. Todavía se vendían niños varones, se les mataba al nacer e incluso hubo brujos que murieron en la hoguera, pero no en la misma proporción. Lo que generalmente se ignora es que el sufrimiento masculino no provenía de las mismas fuentes, sino de otras particularmente masculinas como por ejemplo los reclutamientos forzosos para la guerra.
En otra ocasión explicaremos cuáles fueron los problemas específicos que oprimieron al varón. Pero hoy nos centraremos en la pregunta que planteo en el artículo. Si las mujeres fueron tratadas como esclavos, ¿por qué nunca se rebelaron?
Imagino que alguien dirá que sí se rebelaron. Y esa rebelión fue el feminismo. Sin embargo, el feminismo es un movimiento ideológico que se inició en Occidente en el siglo XVIII. No fue una rebelión armada, como en el caso de los esclavos, ni ha ocurrido en ninguna otra parte del mundo ni a lo largo de la extensa historia humana. Desde Espartaco hasta Nat Turner, la Historia nos muestra en un sinfín de ocasiones cómo los esclavos han realizado insurrecciones armadas contra sus opresores en diferentes lugares y épocas. De modo que replantearé la pregunta: ¿por qué nunca hubo una rebelión armada de mujeres?
A continuación comentaré las razones que he escuchado y por qué no me parecen convincentes.
1. Las mujeres no tenían el mismo acceso a las armas que los hombres
La rebelión de Espartaco la iniciaron esclavos con utensilios de cocina, y le dio un gran dolor de cabeza a la mayor potencia militar de su tiempo. Estos utensilios, y muchos otros, han estado al alcance de las mujeres a lo largo de la Historia.
2. Las mujeres no son tan beligerantes como los hombres (ésta suelo oírla de los tradicionalistas)
Las mujeres se han unido a luchar con los hombres en numerosas revueltas y revoluciones que podríamos definir como “de clase”. Pero nunca empuñaron las mismas armas por motivos “de género”. Incluso en el mundo islámico, las terroristas suicidas, cuando se hacen con los explosivos no se vuelan en pedazos para matar a sus familiares varones, sino a los enemigos.
3. Las mujeres no lucharían sabiendo que se encontraban en una posición de inferioridad y que perderían
Como dijimos antes, las mujeres se han unido a muchas rebeliones y revueltas, algunas de ellas causas perdidas. Para muchos esclavos morir combatiendo era mejor que vivir sin libertad, y por ello en ocasiones lucharon aunque sus posibilidades de obtener la victoria no fueran muy elevadas.
4. Las mujeres no se rebelaron porque les tenían lavado el cerebro
Las clases dominantes siempre han intentado “lavar el cerebro” a las clases oprimidas para justificar su opresión, pero cuando el yugo es pesado, la rebelión es inevitable. Me remito, de nuevo, a todas las revueltas de clase que ha habido.
5. Las mujeres nunca han tenido una buena oportunidad
¿No? Remitámonos a la Guerra de la Triple Alianza, que terminó con el exterminio de más del 90% de la población masculina del Paraguay. Habría sido el momento ideal para instaurar una ginocracia. Pero ni siquiera hubo un intento por parte de las mujeres.
6. Las mujeres no se rebelaron porque ello supondría matar a varones de su familia
Pensaba que los principales opresores de las mujeres eran sus propios familiares. En China existían las llamadas “tres obediencias”. Cuando la mujer es joven obedece a su padre, cuando se casa, a su marido, y cuando enviuda, a su hijo. Esto por supuesto en la teoría. No faltan ejemplos de mujeres maltratadas que han terminado asesinando a sus maridos. Si (como se piensa) el maltrato en el pasado era más prevalente, ¿por qué nunca hubo una acción colectiva, como sí ocurría entre los esclavos hacia sus dueños?
La razón
Las mujeres no se rebelaron porque si bien padecieron injusticias, nunca las percibieron como mayores que las sufridas por sus compañeros varones (guerra, muertes ocupacionales, etc.). Esta percepción está basada en una realidad que tiende a pasar desapercibida para la mayoría de autores feministas que, al menos en la blogosfera, parecen estar más interesados en el victimismo que en las auténticas relaciones de género. En otra entrada analizaremos el llamado “poder informal” y las “instituciones invisibles” que a lo largo de la historia han hecho que el poder entre hombres y mujeres haya estado más equilibrado de lo que en principio podríamos haber llegado a pensar. Hasta entonces, pueden leer el artículo que lo explica: Formas femeninas de poder y el mito del dominio masculino: un modelo de interacción varón/mujer en las sociedades campesinas, por Susan Carol Rogers (en inglés).
La punta del iceberg
Mientras tanto les dejo con un solo ejemplo, de los muchos que existen, donde podemos observar este poder informal: las relaciones entre suegra y nuera, donde el varón suele recibir acusaciones por parte tanto de la madre como de la esposa de ser “un peón” de la otra, un pelele o un cobarde sin voluntad. Y muchas veces, así es. El mítico poder masculino se torna minúsculo en esta guerra femenina. Aquí les dejo con el blog Odio a Mi Suegra que cuenta con un amplio número de testimonios.
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