Dos simpáticos jóvenes orientales están haciendo turismo por el País Vasco. Posiblemente sean japoneses, aunque viendo lo visto yo diría que son "coreanos", que es como también se llama con espíritu nacional a los "maketos".
Pues en eso están los pobres coreanos, al borde de la deshidratación bajo un sol de justicia y sufriendo un calor infernal, en un pueblucho de mala muerte y encima desierto, ya que sus paranoicos nativos han corrido a esconderse tras los ventanucos
Por suerte en ese pueblo tienen una hermosísima fuente para solucionar rápidamente esos casos "molestos". Claro, han puesto el cartel en euskera que dice "NO BEBER/MALA PARA CONSUMO" por si acaso algún vecino de algún caserío, cueva o zulo baja al pueblo a comprar tabaco, tiene sed y no sabe lo de la bromita. Como los jóvenes coreanos no son del pueblo, ni saben que existe una lengua llamada euskera, piensan que Sabino Arana es una marca de pastillas para la tos y Arnaldo Otegi un torero, agarra con pasión el pitorro él, la cantimplora, llena a rebosar, ella, y con un gozo enorme ambos se calzan medio litro de un trago y siguen mamando líquido elemento como geranios cordobeses.
El chicuelo primero siente un leve mareo y un extraño escalofrío; será por el sol y tanto chorizo, piensa en un primer momento, pero segundos después una dolorosísima aguja al rojo vivo se clava en su estómago y le hace retorcerse de dolor, mientras su páncreas empieza a asomársele por el ano seguido de su hígado.
¿Y todo por qué? ¡Por no saber euskera, locos irresponsables! ¡Saber euskera no sólo es útil, salva vidas! ¡Apréndelo o muere, coreano de mierda!