Posteo a continuación un artículo que analiza los puntos en común entre el liberalismo político y el socialismo, señalando lo primero como base de lo segundo. Me ha parecido un texto digno de comentar.
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Qué es, para mí, ser socialista
Dijo el fundador del socialismo español, Pablo Iglesias, que “quienes contraponen liberalismo y socialismo, o no conocen el primero o no saben los verdaderos objetivos del segundo”. No era único en esta percepción. El socialista Indalecio Prieto también dijo en 1921 “Soy socialista a fuer de liberal”. Estoy seguro que si buscamos frases de ilustres socialistas de los siglos XIX y XX encontraremos multitud de ellas que representen este mismo espíritu.
¿Qué es, para mí, ser socialista? Ser socialista significa el deseo por una sociedad donde la igualdad de renta y económica, además de la política, sea tan alta como sea lógico y posible. La idea que hay detrás de esto es clara: Con una desigualdad enorme, con personas que están en la pobreza, es muy difícil poder ejercer las libertades que nos da el liberalismo. Un socialista entiende que el mercado sin control tiende inexorablemente a disminuir la igualdad social y por eso propone medidas legales y políticas que aumenten o garanticen la igualdad.
Creo que lo primero que hay que explicar claramente es que Socialismo y Marxismo no son lo mismo. El socialismo es muy anterior a las ideas de Karl Marx, pues existen multitud de pensamientos e ideas socialistas mucho antes del siglo XIX, aunque muchas veces no definidas con ese nombre. A mediados del siglo XIX sí hubo muchas teorías económicas definidas como socialismo por parte de autores como Fourier, Owen o Blanqui. Quizá el más conocido de todos los socialistas pre-marxistas fue Proudhon, padre del socialismo Francés, que desarrolló vagamente un estilo de socialismo de pequeños propietarios (que lo serían por los frutos de su trabajo) y alejado de la tutela del estado, por lo que ha sido considerado prácticamente un anarquista.
Marx tan sólo ideó, junto con Engels, la más prolífica de las teorías socialistas del siglo XIX una vez el anarquismo fue perdiendo fuerza y casi desapareció a principios del siglo XX. Este socialismo científico es una teoría del siglo XIX y creo que es conveniente circunscribirlo al siglo en el que fue formulado y no pensar que puede ser de aplicación válida actualmente, por mucho que se puedan valorar algunas de sus aportaciones filosóficas.
Por supuesto, lo que creó Lenin también fue una interpretación particular y deformada del Marxismo (en el fondo cualquiera de las ramas socialistas marxistas son interpretaciones), dotándolo de características propias de la autarquía zarista que lo convirtió en algo que incluso la mayoría de marxistas de la época rechazaron.
Socialismo es, pues, un cúmulo de teorías políticas y percepciones que muchas veces tienen poco que ver unas con las otras. Se busca la igualdad, pero los métodos para llegar a ella son diversos. Una sociedad cooperativista sería socialismo, una sociedad con propiedad privada muy bien distribuida sería socialismo, una socialdemocracia potente es socialismo. Para mi los métodos son importantes en tanto en cuanto sean democráticos y respeten la libertad de las personas, pero cómo se llega a esa igualdad social y de renta es secundario y la conveniencia de una u otra política la establecerán los resultados.
Una vez dije que si se puede elegir entre un socialismo que dependa del estado y uno que no dependa de él, elegía por supuesto el segundo, pues considero mucho menos factible que pueda caer en el abuso de poder y en la degeneración del mismo. Otra cosa es si es posible crear un socialismo que no dependa del estado que sea factible, y por ahora yo creo que no. El estado es importante en este momento histórico y debe tener un papel relevante aunque no plenipotenciario, pero si podemos desarrollar formas de socialismo que dependan de la sociedad civil y no del estado creo que es muy importante intentar aplicarlas en la medida de lo posible. Debe quedar claro, pues, esto también: Socialismo no es estatalismo.
Mijail Bakunin, uno de los padres del socialismo libertario, dijo “Libertad sin socialismo es privilegio e injusticia; Socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad”. La frase, a pesar de las soluciones que proponía Bakunin, es claramente vigente y es importante que la tengamos en mente.
Socialismo, tal y como yo lo entiendo, no es más que la evolución de las ideas liberales para hacerlas reales. La libertad sólo va a tener una aplicación real con cierta igualdad económica, la igualdad ante la ley será verdaderamente efectiva cuando no haya enormes diferencias sociales entre las personas o de recursos entre las partes litigantes en un caso de conflicto legal, por ejemplo.
Esta realidad tiene una consecuencia clara: Quien pretenda construir el socialismo evitando o traicionando las herencias del liberalismo político está destinado al más estrepitoso fracaso, como bien demuestra la historia del siglo XX. La frase de Bakunin tiene un claro componente ético, pero muestra también una realidad histórica.
¿No es un ejercicio de equilibrio complicado respetar el liberalismo político y a la vez construir el socialismo? Por supuesto que sí, pero lo que no se puede pretender es atajar con barbaridades como se ha hecho en el pasado. Nadie ha dicho que construir el socialismo sea fácil, se necesita compromiso ciudadano, se necesita un ejercicio responsable de las libertades y obligaciones, hay que saber donde ceder y donde parar cuando entras en un terreno que colinde con los derechos individuales. El socialismo no se crea con una revolución instantánea, un socialismo que valga la pena se construye poco a poco y es un proceso de muchos años, que siempre hay que renovar, que siempre está sometido a tensiones y a discrepancias, que hay que saber consolidar con una labor pedagógica y de acuerdo con quienes no están a priori de acuerdo con las reformas.
Además de estas consideraciones hay otra realidad que dificulta aún más la evolución hacia el socialismo. Es importante, es fundamental, que las políticas que se tomen no sean económicamente contraproducentes. Hacer políticas para aumentar la igualdad que provoquen un empobrecimiento acusado del país es un puro suicidio sin sentido. No se trata de igualar al país en pobreza si no en recursos. Sin embargo tampoco se puede caer en el axioma de que la igualdad se puede sacrificar en aras del crecimiento económico. Es importante crear riqueza pero es igualmente importante es saber distribuirla, y este es otro equilibrismo que se debe saber gestionar con inteligencia y acierto.
Búsqueda de la igualdad y respeto a la libertad, libertades individuales y compromiso social, responsabilidad individual pero también responsabilidad colectiva, redistribución de la riqueza pero también reconocimiento económico a quienes aportan comparativamente más a la sociedad, igualdad de oportunidades real para todos, defensa y ayuda a los que no hay tenido suerte en la vida, comprensión general de que vivimos en un proyecto colectivo, en una sociedad.
Esto es lo que yo entiendo con socialismo, y no es que sea plenamente compatible con lo que yo entiendo por liberalismo si no que es la consecuencia directa de su aplicación radical. Por esto soy liberal, y por esto soy socialista, por esto no veo una discrepancia filosófica real entre ambas ideas.
Fuente: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
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Qué es, para mí, ser socialista
Dijo el fundador del socialismo español, Pablo Iglesias, que “quienes contraponen liberalismo y socialismo, o no conocen el primero o no saben los verdaderos objetivos del segundo”. No era único en esta percepción. El socialista Indalecio Prieto también dijo en 1921 “Soy socialista a fuer de liberal”. Estoy seguro que si buscamos frases de ilustres socialistas de los siglos XIX y XX encontraremos multitud de ellas que representen este mismo espíritu.
¿Qué es, para mí, ser socialista? Ser socialista significa el deseo por una sociedad donde la igualdad de renta y económica, además de la política, sea tan alta como sea lógico y posible. La idea que hay detrás de esto es clara: Con una desigualdad enorme, con personas que están en la pobreza, es muy difícil poder ejercer las libertades que nos da el liberalismo. Un socialista entiende que el mercado sin control tiende inexorablemente a disminuir la igualdad social y por eso propone medidas legales y políticas que aumenten o garanticen la igualdad.
Creo que lo primero que hay que explicar claramente es que Socialismo y Marxismo no son lo mismo. El socialismo es muy anterior a las ideas de Karl Marx, pues existen multitud de pensamientos e ideas socialistas mucho antes del siglo XIX, aunque muchas veces no definidas con ese nombre. A mediados del siglo XIX sí hubo muchas teorías económicas definidas como socialismo por parte de autores como Fourier, Owen o Blanqui. Quizá el más conocido de todos los socialistas pre-marxistas fue Proudhon, padre del socialismo Francés, que desarrolló vagamente un estilo de socialismo de pequeños propietarios (que lo serían por los frutos de su trabajo) y alejado de la tutela del estado, por lo que ha sido considerado prácticamente un anarquista.
Marx tan sólo ideó, junto con Engels, la más prolífica de las teorías socialistas del siglo XIX una vez el anarquismo fue perdiendo fuerza y casi desapareció a principios del siglo XX. Este socialismo científico es una teoría del siglo XIX y creo que es conveniente circunscribirlo al siglo en el que fue formulado y no pensar que puede ser de aplicación válida actualmente, por mucho que se puedan valorar algunas de sus aportaciones filosóficas.
Por supuesto, lo que creó Lenin también fue una interpretación particular y deformada del Marxismo (en el fondo cualquiera de las ramas socialistas marxistas son interpretaciones), dotándolo de características propias de la autarquía zarista que lo convirtió en algo que incluso la mayoría de marxistas de la época rechazaron.
Socialismo es, pues, un cúmulo de teorías políticas y percepciones que muchas veces tienen poco que ver unas con las otras. Se busca la igualdad, pero los métodos para llegar a ella son diversos. Una sociedad cooperativista sería socialismo, una sociedad con propiedad privada muy bien distribuida sería socialismo, una socialdemocracia potente es socialismo. Para mi los métodos son importantes en tanto en cuanto sean democráticos y respeten la libertad de las personas, pero cómo se llega a esa igualdad social y de renta es secundario y la conveniencia de una u otra política la establecerán los resultados.
Una vez dije que si se puede elegir entre un socialismo que dependa del estado y uno que no dependa de él, elegía por supuesto el segundo, pues considero mucho menos factible que pueda caer en el abuso de poder y en la degeneración del mismo. Otra cosa es si es posible crear un socialismo que no dependa del estado que sea factible, y por ahora yo creo que no. El estado es importante en este momento histórico y debe tener un papel relevante aunque no plenipotenciario, pero si podemos desarrollar formas de socialismo que dependan de la sociedad civil y no del estado creo que es muy importante intentar aplicarlas en la medida de lo posible. Debe quedar claro, pues, esto también: Socialismo no es estatalismo.
Mijail Bakunin, uno de los padres del socialismo libertario, dijo “Libertad sin socialismo es privilegio e injusticia; Socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad”. La frase, a pesar de las soluciones que proponía Bakunin, es claramente vigente y es importante que la tengamos en mente.
Socialismo, tal y como yo lo entiendo, no es más que la evolución de las ideas liberales para hacerlas reales. La libertad sólo va a tener una aplicación real con cierta igualdad económica, la igualdad ante la ley será verdaderamente efectiva cuando no haya enormes diferencias sociales entre las personas o de recursos entre las partes litigantes en un caso de conflicto legal, por ejemplo.
Esta realidad tiene una consecuencia clara: Quien pretenda construir el socialismo evitando o traicionando las herencias del liberalismo político está destinado al más estrepitoso fracaso, como bien demuestra la historia del siglo XX. La frase de Bakunin tiene un claro componente ético, pero muestra también una realidad histórica.
¿No es un ejercicio de equilibrio complicado respetar el liberalismo político y a la vez construir el socialismo? Por supuesto que sí, pero lo que no se puede pretender es atajar con barbaridades como se ha hecho en el pasado. Nadie ha dicho que construir el socialismo sea fácil, se necesita compromiso ciudadano, se necesita un ejercicio responsable de las libertades y obligaciones, hay que saber donde ceder y donde parar cuando entras en un terreno que colinde con los derechos individuales. El socialismo no se crea con una revolución instantánea, un socialismo que valga la pena se construye poco a poco y es un proceso de muchos años, que siempre hay que renovar, que siempre está sometido a tensiones y a discrepancias, que hay que saber consolidar con una labor pedagógica y de acuerdo con quienes no están a priori de acuerdo con las reformas.
Además de estas consideraciones hay otra realidad que dificulta aún más la evolución hacia el socialismo. Es importante, es fundamental, que las políticas que se tomen no sean económicamente contraproducentes. Hacer políticas para aumentar la igualdad que provoquen un empobrecimiento acusado del país es un puro suicidio sin sentido. No se trata de igualar al país en pobreza si no en recursos. Sin embargo tampoco se puede caer en el axioma de que la igualdad se puede sacrificar en aras del crecimiento económico. Es importante crear riqueza pero es igualmente importante es saber distribuirla, y este es otro equilibrismo que se debe saber gestionar con inteligencia y acierto.
Búsqueda de la igualdad y respeto a la libertad, libertades individuales y compromiso social, responsabilidad individual pero también responsabilidad colectiva, redistribución de la riqueza pero también reconocimiento económico a quienes aportan comparativamente más a la sociedad, igualdad de oportunidades real para todos, defensa y ayuda a los que no hay tenido suerte en la vida, comprensión general de que vivimos en un proyecto colectivo, en una sociedad.
Esto es lo que yo entiendo con socialismo, y no es que sea plenamente compatible con lo que yo entiendo por liberalismo si no que es la consecuencia directa de su aplicación radical. Por esto soy liberal, y por esto soy socialista, por esto no veo una discrepancia filosófica real entre ambas ideas.
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