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    Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración.

    Duende Rojo
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    Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración. Empty Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración.

    Mensaje por Duende Rojo Mar Sep 15, 2015 4:49 pm

    Salud, camaradas y camarados.

    Del mismo modo que tiempo atrás me pasó con lo relativo al nacionalismo, hoy día me preocupa el tema del feminismo y la alienación y degeneración que está llevando y que estamos asumiendo tristemente en nuestras filas. El proceso es el mismo, ya que se trata de una asimilación revosionista, es decir, aceptamos poco a poco ciertos postulados burgueses y pequeño-burgueses, y que no solo no cuestionamos si no que damos soporte incluso haciéndolos nuestros, por un lado porque lo relacionamos (muy difusamente y/o descontextualizadamente) con conceptos de nuestras bases ideológicas, en este caso con la cuestión femenina, y por otro lado porque al igual que en el caso del nacionalismo, nadie quiere problemas con "victimas", por lo que nuestro propio complejo de izquierdista nos hace asumirlo de forma directa. Esto se explica muy bien en el artículo que pegó el camarada Nunca en otro hilo:

    La crítica al feminismo es una tarea enormemente compleja y arriesgada en nuestros días al enfrentarnos a una ideología cuyos postulados, basados en una demagógica estrategia victimista, han alcanzado casi la categoría de dogmas incuestionables y son defendidos por sus más fieles devotos con una actitud no muy diferente a la de la Inquisición frente a los herejes

    La cuestión es que si bien con el nacionalismo existen libros y libros enteros que explican que el nacionalismo es un concepto reaccionario en todos los sentidos, con el feminismo estoy algo confuso, ya que la teoría clásica que estoy leyendo no encuentro mucho más allá de la causa femenina desde el sentido de clase, es decir, la liberación social de la mujer trabajadora y la igualdad de derechos como algo esencial para la construcción del socialimo. Es decir, no dice nada que pueda relaccionar con las chorradas que venimos escuchando últimamente de estos movimientos feministas: Que si el sexismo del lenguaje, micromachismos, agravios por todas partes, el desprecio y culpabilización del hombre, la superioridad de la mujer... Y todos esos conceptos basados en hembrismo, misandría, victimización constante... Y que están más por la guerra de sexos y la pervivencia del propio ideal y movimiento feminista que por la igualdad de derechos.

    Estas cosas las estamos rebatiendo y desmontando en este foro con datos y con la simple lógica que fluye al salirse de la espiral del silencio que se crea con este movimiento, y estamos viendo que son cosas muy fácilmente rebatibles...

    La cuestión es... Podemos rebatirlo con nuestra teoría?? Hay textos que vengan a rebatir o alertar de esta degenaración pequeño-burguesa de forma tan clarividente como por ejemplo con el nacionalismo?? Yo estoy encontrando muy poco, si bien como bien sabemos es un movimiento que está evolucionando muchísimo y que prácticamente cada día nos encontramos nuevas chorradas, pero me gustaría saber si hay algo que hable del feminismo burgués y todo esto que certifique cintíficamente que no nos equivocamos al criticar estos movimientos feministas y la alienación de nuestras filas.

    Yo he encontrado esto en mi librito mágico:

    "La burguesía intenta utilizar las organizaciones feministas para apartar a las mujeres del movimiento revolucionario. El feminismo frecuentemente se encauza por el camino de la exacervación de la enemistad entre los sexos, sin afectar las bases del régimen capitalista". Comunismo científico. Diccionario. Moscú 1971.


    También he leído este textito:

    Los marxistas debemos defender enérgicamente la causa de la mujer, debemos luchar contra la desigualdad y contra todas las manifestaciones de opresión, discriminación e injusticia. Pero siempre debemos hacerlo desde un punto de vista de clase. Mientr Los marxistas debemos defender enérgicamente la causa de la mujer, debemos luchar contra la desigualdad y contra todas las manifestaciones de opresión, discriminación e injusticia. Pero siempre debemos hacerlo desde un punto de vista de clase. Mientras luchamos decididamente para conseguir todas aquellas reformas que representen un paso adelante real para la mujer, también debemos explicar que la única salida para conseguir realmente la completa emancipación de la mujer —y de las otras capas oprimidas de la sociedad—, es mediante la abolición del sistema capitalista. Esta lucha requiere la máxima unidad entre los trabajadores y las trabajadoras en su lucha contra el capitalismo. Cualquier tendencia que se califique de feminista, que intente enfrentar a la mujer contra el hombre, que divida o segregue a las mujeres del resto del movimiento obrero en nombre de “la liberación de la mujer” u otra cosa por el estilo, es reaccionaria y debemos combatirla enérgicamente.

    Nosotros luchamos por la unidad del proletariado, independientemente de su sexo, raza, color, religión o nacionalidad. Nuestra lucha por la causa de la mujer necesariamente presupone la lucha implacable contra todo tipo de feminismo burgués y pequeño burgués (contra la idea de que la lucha por la emancipación de la mujer sólo es posible separada de la lucha de la clase obrera por el socialismo y especialmente contra cualquier intento de enfrentar a la mujer contra el hombre). Estas tendencias, allí donde consiguen influencia en el movimiento obrero, siempre caen en manos de los elementos más reaccionarios, juegan un papel divisorio y arrojan confusión entre aquellas mujeres que se dirigen hacia el socialismo. En esta cuestión es necesario mantener siempre una postura de clase firme. El Partido Bolchevique y la Internacional Comunista en sus resoluciones siempre hablaban de “mujeres trabajadoras” y no de la mujer en general. Sobra decir que la lucha por los derechos de la mujer incluye a todas las mujeres proletarias, incluidas las esposas, paradas, estudiantes, etcétera. Pero el elemento clave son las mujeres trabajadoras que representan a un sector cada vez más grande de la clase obrera.

    La conquista de “derechos iguales” formales sin la transformación de las relaciones sociales, es una conquista muy limitada y deja inalterables las raíces de la opresión de la mujer en la sociedad capitalista. En el último periodo la mayoría de las “mejoras” relacionadas con “la discriminación positiva” han servido de vehículo para el ascenso de una capa de arribistas de la pequeña burguesía. En la última década la voz del feminismo pequeño burgués, antiguamente tan estridente con sus reivindicaciones de “igualdad” (el derecho de la mujer a ser sacerdote, directores de empresa y otras cosas por el estilo), cada vez tiene menos audiencia. ¿Por qué? Porque las feministas de clase media hace mucho tiempo que han conseguido lo que querían.

    La burguesía ha dejado un hueco para las directores de empresa, juezas, banqueras, burócratas y sacerdotisas. El ascenso de la mujer a los puestos medios de dirección en EEUU ha pasado del 4 al 40% en los últimos veinte años. Hoy día, 419 empresas de las incluidas en la lista Fortune 500 cuentan con al menos una mujer en sus consejos de dirección, y un tercio de estas empresas tienen dos o más mujeres. Las empresas más grandes promocionan más a la mujer que las del final de la lista de Fortune 500. Para algunas mujeres las cosas les van muy bien. Estas arribistas burguesas y pequeño burguesas siempre estuvieron a favor de la emancipación de la mujer, “una a una, comenzando por sí misma”.

    Por esa razón, siempre hemos mantenido una lucha implacable contra el feminismo burgués y pequeño burgués. Éste no tiene nada en común con la lucha real por la emancipación de la mujer. Estas mujeres una vez han solucionado su “problema” personal dentro de los confines del capitalismo, ya son felices y se olvidan del 99% de las mujeres que sufren la opresión y explotación más espantosa, mientras que las antiguas “feministas “ se unen a las filas de los explotadores. Un fenómeno similar ha ocurrido con los negros de clase media en EEUU que han conseguido hacer fortuna en los últimos años. La clase dominante siempre se puede permitir hacer este tipo de “concesiones” que no amenazan su dominio como clase.

    No estamos a favor de la “discriminación positiva”, sea de mujeres, negros o de cualquier otro sector. Es una reivindicación pequeño burguesa que sirve para desviar la atención de las verdaderas raíces de la desigualdad.
    Por su propia naturaleza, la imposición de cuotas arbitrarias para mujeres, negros, etcétera, sirve como vehículo para la avance de una minoría de arribistas y da la impresión de que “se está haciendo algo”, mientras los problemas fundamentales siguen inalterables. Este método no responde al problema de la discriminación, desvía la atención de lo verdaderamente importante y es un ejercicio de simbolismo. Es el método utilizado con frecuencia por la burocracia para bloquear el avance de la izquierda en los órganos de dirección de los partidos y sindicatos obreros, en ayuntamientos y parlamentos. El caso más evidente ocurre en Estados Unidos, allí la burguesía utiliza hábilmente este método para calmar el tema racial creando una pequeña capa de arribistas negros. Los negros de clase media han utilizado la lucha contra el racismo para acceder a los mejores empleos, con buenos salarios y después deciden que lo mejor para ellos es ser más “moderados” y “razonables”.

    Algunas veces trabajadoras y jóvenes honestas se pueden calificar a sí mismas de feministas, sin que comprendan claramente lo que significa eso. Debemos tener una actitud flexible y positiva con ellas. Lo mismo ocurre con aquellos que pertenecen a las minorías oprimidas. De la misma forma que nos oponemos al nacionalismo, debemos oponernos el feminismo. Y esta postura no afecta a nuestra lucha contra la discriminación. Siempre abordamos la cuestión de la desigualdad desde el punto de vista de la clase obrera y del socialismo, nunca desde otro punto de vista. Una cosa es que las trabajadoras expresen su preocupación por los problemas a los que se enfrentan debido a su sexo (desigualdad salarial, el trabajo en el hogar, los problemas del cuidado de los hijos, el acoso sexual y la violencia contra la mujer) y luchar contra estos problemas, y otra cosa muy distinta es cuando las tendencias burguesas y pequeño burguesas intentan explotar los problemas de las mujeres para librar una guerra entre los sexos. La preocupación natural de las trabajadoras es la desigualdad que padecen y luchan contra ella. Este debe ser el punto de partida en la lucha para cambiar la sociedad en líneas socialistas, el feminismo burgués y pequeño burgués trata la cuestión de la mujer de una forma aislada y busca la solución dentro de los confines del sistema capitalista. Esto invariablemente conduce a conclusiones reaccionarias.

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    Última edición por Duende Rojo el Miér Sep 16, 2015 9:40 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por nunca Mar Sep 15, 2015 5:58 pm

    Ahora ha surgido muchos feminismos supuestamente revolucionarios (de clase, marxista, anarquista, etc) que si bien es cierto que tienen sus discrepancias con el feminismo institucional conservan algunas visiones misándricas del feminismo "estándar" como la brecha salarial, las relaciones de poder, la VDG, el mundo lo dirigen hombres, (lo dirige el capital cojones), etc.
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    Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración. Empty Re: Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración.

    Mensaje por Duende Rojo Miér Sep 16, 2015 12:12 am

    A ver... una cosa está muy clara, si no es de clase, es reaccionario o cercano a serlo, y aceptar postulados de ese feminismo buegués es revisionismo. El problema es cuándo coño saber que ese feminismo o esa cuestión que se plantea es realmente un problema real que afecta a la lucha por la igualdad de derechos o es una nueva bravatada feminazi para crear polémicas, entretenerse y teorizar odio a los hombres... Supongo que tenemos que hacerlo limitándonos al análisis personal con la mayor lógica posible.

    Los anarquistas... vaya pájaros. El otro día en una discusión en facebook, un tío (los peores... un avergonzado de su pene obsesionado por mantenerse en la difusa línea de las feministas y no fallar en su aprobación) que se decía anarquista porque los marxistas éramos unos anticuados, va y me aconseja leer un libro de una asesora del PSOE, para entender eso del feminismo. Siempre he dicho que los anarquistas y jipis son los hijos tontos de la burguesía.
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    Mensaje por walking Vie Sep 18, 2015 5:25 am

    ya que la teoría clásica que estoy leyendo no encuentro mucho más allá de la causa femenina desde el sentido de clase
    sera por esa razón , a lo mejor su degeneración viene despues
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    Mensaje por nunca Jue Sep 24, 2015 10:00 pm

    Duende Rojo escribió:
    Los anarquistas... vaya pájaros. El otro día en una discusión en facebook, un tío (los peores... un avergonzado de su pene obsesionado por mantenerse en la difusa línea de las feministas y no fallar en su aprobación) que se decía anarquista porque los marxistas éramos unos anticuados, va y me aconseja leer un libro de una asesora del PSOE, para entender eso del feminismo. Siempre he dicho que los anarquistas y jipis son los hijos tontos de la burguesía.
    El anarcofeminismo es una cosa que me parece un poco contradictoria, es una ideología profundamente antiestatalista que defiende otra ideología que cree que la liberación social de la mujer pasa por la colaboración de leyes, policías y jueces (leyes especiales para protegerlas, que por cierto, es una manera de lavar la imagen de las fuerzas represoras y la legalidad burguesa), ya que por mucho que ellos/as vayan de superantisistemas tienen un pensamiento muy sistémico acerca de la cuestión femenina (por no hablar de otroas cuestiones como la inmigración), ya sabes a lo que me refiero, cultura de la violación, relaciones de poder, el mundo lo dirigen hombres, violencia de género, la brecha salarial y toda la parafernalia feminista en general.
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    Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración. Empty Re: Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración.

    Mensaje por PequeñoBurgués Jue Sep 24, 2015 10:51 pm

    Ya que sale el tema del anarcofeminismo... es neceario rememorar un clásico histórico Laughing Laughing Laughing Laughing Laughing Laughing Laughing Laughing

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    Comunicado sobre la agresión de Jaime Sánchez Martínez en el Vegan Queer.

    La noche del martes 6 de Agosto en Manzanares (Soria) en el encuentro VeganQueer nos fuimos a dormir con Jaime (distri maligna) con el que manteníamos una relación sexo-afectiva, Jaime empezó a acariciarnos y M. se dió la vuelta no queriendo participar. En ese momento se giró hacia mi y nos besamos, él empezó a tocarme y yo empecé a sentirme incómoda porque no quería. Me quedé bloqueada y le aparté con la mano, él pasó y siguió besándome y tocándome. Yo me agobié e intenté llamar a M. sin obtener respuesta (M. pensaba que estaba siendo consentido), volví a intentar apartarlo y volvió a hacer caso omiso de mi indicación. Intenté llamar de nuevo a M. y él se me echó encima mientras se tocaba y siguió metiéndome mano hasta que me empezó a dar ansiedad y lo aparté y le dije que me estaba agobiando, que estaba cansada y que no quería nada. Él se dio la vuelta violentamente, quedándose tenso, dándonos a entender con su corporalidad que estaba enfadado. A pesar de la ansiedad le pregunté que qué pasaba, a lo que contestó “estoy triste, por ser una mala persona que no te deja dormir”, me agobié ante su incomprensión de los hechos y le dije que no quería hablar con el, que buenas noches. Entonces él empezó a llorar bruscamente, como con ansiedad, haciendo mucho ruido, había más personas durmiendo en la habitación y me puse nerviosa, le pregunté que qué le pasaba y el se quejó de que no quería hablarle mientras seguía gritando y llorando. Yo me sentí presionada a hablar con él y le dije que nos saliésemos de la casa para no molestar, cuándo accedí se tranquilizó inmediatamente, consiguiendo mediante el chantaje emocional su objetivo, no respetando mi decisión de no hablar en ese momento. Cuando llegamos abajo yo le dije que yo no quería follar en ese momento y que había invadido mi espacio, sin mi consentimiento, el me dijo que no lo entendía, intenté explicárselo varias veces de formas diferentes y me repitió incesantemente que no me entendía. Seguidamente (no pasaron ni dos segundos, no me daba tiempo a reflexionar o a pensar) se puso a llorar y me amenazó con suicidarse porque había gente que le había hecho creer que era un agresor (lo cual es muy revelador teniendo en cuenta que yo no había dicho la palabra agresión aún) yo intenté tranquilizarlo y me repitió varias veces que se iba a suicidar, que solo le pasaban cosas malas, yo me asusté ante esa idea y dejé de lado lo que estaba sintiendo para calmarle y quitarle esa idea de la cabeza. Se le pasó rápidamente, se tranquilizó, y me preguntó cómo me sentía, le dije que mal, me besó y dijo que se había puesto cachondo con lo que yo me quedé perpleja, cuándo vio mi reacción cambió de tema completamente, contándome cosas de Manzanares para evadirme de mi estado, me invitó a pasear por el pueblo, ignorando cómo me sentía, tras dos horas paseando me volvió a besar, nos excitamos y fuimos a casa a follar, yo estaba rayada y eso se acrecentó cuándo subió a por condones sin decirme nada y sin haber hablado de penetración, follamos y yo me sentí mal con el rol de dominación que él intentó llevar, cuándo él acabó me sentí vacía, sin saber por qué lo había hecho. Al volver al dormitorio M. estaba durmiendo a sus anchas y yo intenté apartarla hacia el centro, pero él la movió a un lado para colocarse en medio. Yo no pude dormir esa noche.

    Al día siguiente me levanté temprano y me fui a pasear, cuando regresé lo noté contento (como si nada malo hubiese pasado) y M. y yo nos escapamos (utilizamos esta palabra porque cada vez que intentábamos estar a solas el aparecía y no nos dejaba) para hablar a solas, se lo conté y ella se enfadó por no haberse dado cuenta y por ver cómo le había dado la vuelta al asunto con amenazas y chantaje emocional,sin creerse que no entendiera la situación después de escribir tantos fanzines sobre feminismo, consentimiento, etc.

    Después de comer me fui a hablar con A., le conté lo que había ocurrido, verbalizándolo me aclaré, yo tenía intuiciones negativas (había tomado decisiones por mi sin consultarme y ocultándomelas, me había marcado cuándo me acercaba a alguna otra persona visibilizada como hombre, se había puesto celoso en varias ocasiones, reprimiéndome e impidiendo la comunicación entre nosotras /tanto hacia M.,como hacia A. o cualquier otra amiga/ además de jerarquizando entre M.y yo) pero sentía que estaba loca y que era cosa mía, ella me dijo que también había observado esas actitudes machistas encubiertas y me puso varios ejemplos que lo evidenciaban. A raíz de esa conversación me quedé desencajada, todo lo que había estado sintiendo estos días era verdad, decepción por parte de Jaime por haberme engañado y conmigo misma por no haberme dado cuenta antes. También me sentía insegura por cómo transmitírselo a M. sin que lo interpretase como un ataque de celos o apología de la monogamia (miedos a los que él nos había inducido que no existían antes entre nosotras). Por la tarde Jaime presentó el número 3 del fanzine de Equilibrio, en el punto sobre consumo de cuerpos intentó sacarme del debate varias veces cuchicheándome sobre otras cosas y yo le dije que quería enterarme de lo que hablaba la gente y participar en el debate. Dentro de este debate se empezó a hablar sobre consentimiento, ante la incomodidad del tema para él intentó cortarlo varias veces, de hecho se saltó la parte del cuestionario de consentimiento aludiendo a que todxs teníamos el tema superado. Cuando terminó la presentación del fanzine le dije a M. que estaba incómoda con la relación, estaba viendo actitudes que no me gustaban y quería hablar de eso lo antes posible, M. se sintió insegura y mal por no haber reaccionado en el momento de la agresión; y por la noche nos fuimos a hablar a una explanada oscura y desierta, él vino y se sentó al lado nuestro a hablar de cosas superficiales, obviando el malestar de M. que estaba llorando. Cuando Jaime llevaba un rato hablando, sin que se produjera respuesta por nuestra parte, nos preguntó si nos pasaba algo con él, M. dijo que no quería hablar en ese momento y yo tenía tantas cosas que decir que me quedé callada pensando qué contestar, él, sin darme tiempo a contestar, se levantó enfadado y se fue con la única linterna que teníamos. Yo aproveché para evidenciarle a M. la actitud de Jaime durante el debate y, cuando llevábamos un rato hablando, R. (la perra que nos acompañaba) empezó a ladrar mucho mirando a un sitio fijamente dando la alarma; nosotras preguntamos varias veces que quién había y no se produjo ninguna respuesta, ante esto nos asustamos y estuvimos a punto de echar a correr cuando se encendió una linterna y vimos que era Jaime, nos dimos cuenta que llevaba un buen rato ahí espiando desde la oscuridad. Se puso a decirnos que estaba mal y que venía a ver cómo íbamos a dormir, nosotras le interrumpimos diciéndole que estábamos muy asustadas y que por qué no había contestado cuando estuvimos preguntando quién había, nos dijo que él no estaba para eso en ese momento y repitió que estaba muy mal. Volvió a repetir que cómo íbamos a dormir, que no estaba agusto con actitudes que habíamos tenido con él (no nos dijo cuáles, a pesar de que yo le pregunté, lo expresó cómo un presentimiento abstracto) que había pensado incluso en irse del veganqueer (aún sabiendo que dependíamos económicamente de él para la vuelta) pero que había pensado que era una tontería, intentando culpabilizarnos de cómo se sentía. Nos dijo que dormiría sólo en un saco de dormir y nosotras le dijimos que durmiese como quisiera, Jaime se dió la vuelta suspirando ofuscado y nos dijo: “que os vaya bien”. M. le preguntó que por qué decía eso y Jaime se puso como a temblar y nos dijo que podía desmayarse en cualquier momento, ante eso empezamos a consolarle (obviando de nuevo cómo nos sentíamos nosotras, por cansancio) y nos fuimos a dormir. Esa noche tampoco pude dormir.

    Al día siguiente yo ya me estaba distanciando de Jaime y él puso toda su atención en M. (besańdola y marcándola cuando hablaba o se acercaba a otras personas visibilizadas como hombres). Durante la comida D. propuso una actividad como grupo no mixto que yo apoyé sin pensármelo, Jaime torció el gesto mostrándome su desagrado ante la idea (cuando siempre hacía alarde de apoyar a los grupos no mixtos). El día fue desesperante, yo estaba ya muy incómoda y pedí a M. que viniese a hablar conmigo, nos fuimos al río (lo más escondido posible ante el miedo al control por parte de Jaime) y estuvimos hablando y poniendo en común nuestras inquietudes, identificamos abuso emocional, la agresión sexual, el chantaje, manipulación y control por su parte. Ambas estábamos agobiadas y no sabíamos cómo actuar dado el estatus que tenía Jaime dentro del gueto por su postura anarco-feminista. Esa noche M. y yo decidimos dormir en tienda de campaña solas, no sin pasar por el chantaje emocional por su parte intentando culparnos de su sensación de abandono.

    A la mañana siguiente yo tenía la intuición de que D. (la persona con la que Jaime había mantenido una relación de 5 años antes de estar con nosotras) podría aclararme muchas cosas al respecto, ya que él nos había hablado mal de ella y la había culpado de todo lo malo de la relación y después de ver cómo nos trataba a nosotras esto me hizo sospechar. Pedí a D. que hablásemos a solas y ella aceptó, poniéndose muy nerviosa. Cuando quedamos para hablar yo le pedí que saliésemos del pueblo porque me sentía insegura. Nos paramos en una sombra a la salida del pueblo y nos sentamos para hablar, cuando no llevábamos ni 2 minutos Jaime pasó justo por donde estábamos y yo me quedé flipando y le dije a D: “lo sabía, no es a primera vez que me lo hace”. D. me miró y me dijo muy seriamente que no se lo permitiera, eso me confirmó muchas cosas. Presentimos que podía estar espiándonos (como ya había hecho otras veces) y nos cambiamos de sitio. Estuvimos hablando durante horas, D. me confirmó muchas cosas y me confesó que a ella también le había hecho todo eso, sólo que más extendido en el tiempo, y no sólo eso si no que además más personas habían denunciado públicamente agresiones por su parte de las que él había salido victorioso haciendo uso de los privilegios que le concedía su estatus social. Cuando salimos de dónde estábamos vimos que Jaime había estado en las inmediaciones escuchándonos (de nuevo vigilancia y control). Nosotras pasamos por su lado sin prestarle atención. Yo fuí a la casa en busca de M. para contarle todo, pero no la encontré allí. Cuando salí para buscarla en otros sitios me cruzé a Jaime que me dió mi móvil (que había estado usando como contacto para la gente que iba al veganqueer y que además, como más tarde comprobé, había estado registrando, al igual que mi diario a pesar de que le dije que era personal y que no lo hiciera) y me dijo, con cara de afligido, que me hiciera cargo yo de las llamadas que él se iba del veganqueer. Se quedó esperando que le dijese algo y yo le dije: “vale” y pasé de largo en busca de M. La encontré y cuando me senté a su lado para contarle lo sucedido apareció Jaime con cara de pena, se sentó a nuestro lado y nos dijo que se iba del veganqueer y que no estaba cómodo. Cómo vio que nuestra respuesta era insatisfactoria para él (ambas le dijimos “haz lo que quieras”) nos preguntó que si estábamos bien. M. le dijo que sí y yo le dije que no, que hacía dos noches me había sentido agredida. Jaime, sin contestar ni esperar a que siguiese hablando se levanto y se fue enfadado pegando gritos, haciendo movimientos bruscos y fingiendo un ataque de ansiedad. La gente en general se puso en alerta, nos preguntó que que le pasaba (a lo que les redirigimos hacia él), SA estaba en la habitación y se asustó al oírle decir que quería matarse, que nadie podía ayudarle, que solo le pasaban cosas malas, SA le preguntó insistente qué había pasado y este contestó “Sandra me ha dicho que la he agredido”, ante esta ambigüedad ella se quedo paralizada y le preguntó si era consciente de lo que había hecho, el intentó esquivar la pregunta pero finalmente reconoció que lo era. SA., M., D., A. y yo salimos nerviosas del pueblo huyendo del alboroto y de las preguntas de la gente. Al rato me di cuenta de que se estaba apropiando del espacio y decidimos volver para reapropiarnos nosotras de este. Cuándo llegamos Jaime estaba totalmente calmado y había recogido sus cosas (con la ayuda de gente que no sabía que le pasaba y que ahora se arrepiente profundamente), nos dijo de nuevo que se iba y empezó a marcharse, pero a medio camino volvió, empezó a decirnos desde encima de la ladera que porqué le odiabamos tanto, que podíamos hablar, a lo que le espetamos que bajara hasta nuestra altura para hablar al mismo nivel, empezó a victimizarse y a intentar chantajearnos colectiva e individualmente, la respuesta que le dimos fue que nos había decepcionado, engañado, agredido, que no teníamos por qué escuchar más mentiras (en ningún momento pidió perdón o había mostrado comprensión) y le dijimos que dejara de decir que se iba y se fuera realmente. Hizo otro amago, pero volvió gritando “matadme por favor, no aguanto más” acercándose hacia nosotras, se tiró al suelo diciendo que no podía moverse, “os estoy pidiendo una paliza” le dijimos que no queríamos matarle y que tenía que solucionar sus mierdas él, A. llamó al resto de gente para ejercer presión y poder echarlo sin que se nos fuera de las manos (nos estaba provocando, nos puso al límite) y cuándo ella regresó diciendo que venía gente Jaime se levantó rápidamente (el ataque de ansiedad que estaba fingiendo se pasó al instante), se distanció considerablemente de nosotras y se mostró calmado, dijo que nos apoyaba (en un último intento de quedar bien delante de la gente, dando a entender que había empatizado con nosotras, usando una vez más el discurso feminista como mascara de sus actitudes machistas y su falta de respeto y comprensión, intentando dejarnos cómo histéricas) un compañero visibilizado como hombre le dijo que se fuera, y en ese momento y solo en ese momento se fue. Escondió sus cosas a la entrada del pueblo (pretendiendo volver), alguna gente cogió el coche para llevarle sus cosas y alejarlo del lugar, se quedó en un camping a 13 kilómetros esperando que al día siguiente una persona visibilizada como mujer qué el conocía fuera a rescatarle. Esa noche lo llevé a asamblea para hacer el problema colectivo y esta nos apoyó en nuestra decisión de alejarlo. No nos sentíamos seguras, ni nos parecía un perímetro de seguridad suficiente así que al día siguiente tomamos la determinación de ir un grupo de siete personas visibilizadas como mujeres, con un coche que lo llevaría hasta Soria para coger un autobús. Al vernos cogió su porra extensible, nosotras lo aplacamos, se la quitamos y lo dirigimos hacia el coche. Al principio nos dijo que nos estábamos pasando, aunque solo lo teníamos cogido por las muñecas le soltamos, mientras el resto registraba sus cosas en busca de más armas u objetos que pudiera usar para agredirnos o agredirse. Mientras andábamos no le dejábamos hablar pues cada vez que lo hacía era para hacernos chantaje emocional, esta vez estábamos prevenidas y no tuvo éxito, lo cual le frustró puesto que empezó a gritarnos machirulamente que a él nadie le callaba. Se montó en el coche sin resistencia y nos dijo que no entendía por qué estábamos así, si ya íbamos a contar lo sucedido. Confiamos en Anatema, que dijo apoyarnos y que lo acercaría a una estación con su coche aprovechando que llevaba a Mario a Soria, nosotras volvimos al pueblo confiando que en unas pocas horas Jaime estaría de camino a Murcia. Unas horas después llamamos a Anatema para confirmarlo y este nos aseguró que iba hacia Madrid, D. le preguntó que cómo había ido el trayecto a lo que contestó “Mañana hablamos” de manera bastante fría. El resto de días fueron infiernos, ninguna de nosotras podía dormir tranquila, teniendo pesadillas, D. tuvo un ataque de pánico, oíamos su risa…

    El lunes 12 de Agosto nos dimos cuenta de que estaba escribiendo en su blog y lo leímos en asamblea (con Anatema presente, que dijo que Jaime necesitaba un psicólogo y reconoció que había empatizado con él), una vez más volvía hacerse la víctima terjiversándolo todo y usando el discurso “feminista” en su favor, amenazando de nuevo con el suicidio.

    Más tarde nos enteramos con sorpresa de que Anatema nos había mentido en varias ocasiones sobre dónde estaba Jaime, al cual cobijaba en su casa a 50 kilómetros de allí, también nos enteramos de que Anatema había agredido a una chica allí en Manzanares y que Jaime lo había apoyado/encubierto (ahora Anatema le estaba devolviendo el favor) ambos habían hecho que el movimiento libertario de Soria y de algún que otro sitio se posicionara a favor del agresor y se rechazara a la chica que acabó por irse de Soria.

    Con este comunicado queremos mostrar los hechos para que a Jaime no se le de cobertura en más espacios (libertarios, feministas, alternativos…). Nos consta que esto no es un caso aislado, ha habido más agresiones perpetuadas a lo largo de los años intentando siempre salirse con la suya acusando a las agredidas de locas, mentirosas, exageradas o monógamas. Animamos a todas las personas que hayan sufrido una agresión por parte de esta persona o cualquier otra a que denuncien públicamente los hechos y a responder de la manera que consideren más adecuada. Animamos también a que esto lleve a una reflexión personal, no señalemos sólo a una persona, cualquiera puede ser Jaime.

    “No somos unas histéricas, nos estáis volviendo locas con tantos abusos” (Rote Zora)

    “No estamos pidiendo derechos por las calles, estamos hablando de ellos; no estamos pidiendo anuncios que no nos conviertan en mujeres-objeto, estamos destruyendo los mecanismos comerciales que nos deshumanizan como mujeres; no estamos apelando al poder masculino para que termine con las violaciones, sino que le amenazamos: “Si me tocas, te aniquilaré”. Por una vez, los mecanismos que crean y mantienen las identidades de la feminidad fueron rechazados, y nuestros deseos fueron los nuestros propios, nuestros cuerpos fueron los nuestros propios, y nuestra violencia fue la nuestra propia.” (Ya veréis putas locas)

    Machete al anarcomacho.
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    Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración. Empty Re: Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración.

    Mensaje por Kommunaur Vie Sep 25, 2015 2:31 am

    PequeñoBurgués escribió:Ya que sale el tema del anarcofeminismo... es neceario rememorar un clásico histórico Laughing Laughing Laughing Laughing  Laughing  Laughing  Laughing  Laughing

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

     Comunicado sobre la agresión de Jaime Sánchez Martínez en el Vegan Queer.

    Tremendo. Que manera de justificar las acciones de su modo de vida marginal (y capitalista/consumista por cierto) con ideología barata. Victimismo cutre y débil muy extendido en la izquierda liberal.

    Dejo otro texto sobre el tema. Tiene su tiempo ya pero parece escrito ayer:

    Marxismo y feminismo. Por Manuel Pérez Martínez (Camarada Arenas)

    “Parecerá extraña la contraposición que parece definir este título. ¿Es que el marxismo es contrario al ideal feminista, concebido como la legítima aspiración de la mujer trabajadora ( y también de otras capas sociales) a alcanzar su igualdad completa con respecto al hombre y a su total emancipación? Hay que ser un ignorante completo o un anticomunista redomado para no ver en el marxismo la única doctrina capaz de explicar la situación de la mujer en la sociedad burguesa y de ofrecerle la verdadera solución a todos sus problemas. El marxismo ha establecido la completa igualdad entre los dos sexos y ha hecho más por la liberación y la igualdad efectiva de la mujer con respecto al hombre ( en aquellas sociedades que ya se han liberado de la explotación capitalista) que el más democrático de los sistemas burgueses.

    Pero en este terreno, al igual que en otros muchos, el marxismo viene librando una reñida y prolongada batalla contra la ideología  reaccionaria y burguesa. En una época anterior del desarrollo de la sociedad se trataba, principalmente, de combatir al sistema económico y social de la servidumbre, de la economía doméstica, y los prejuicios religiosos que ataban a la mujer con una doble cadena. Hoy día la clase dominante ya no apela tanto a la religión, entre otras razones porque el desarrollo de la gran industria le ha obligado a emplear a la mujer, a sacarla del hogar, haciéndola participar en el trabajo productivo y en la lucha de clases de una manera directa. La incorporación de la mujer a la gran industria ha roto muchos de los viejos prejuicios y de los lazos que la ataban al pasado, haciéndola consciente de su condición de doblemente explotada y oprimida.

    La mujer es explotada y oprimida por la sociedad capitalista, en primer lugar, con salarios y condiciones de trabajo muy inferiores a los del varón, y carece de muchos de los derechos que le han sido conferidos al hombre, pero también la mujer sufre la explotación y la opresión por parte de su compañero. Esto último es el resultado de lo anterior, es decir, es consecuencia del tipo de sociedad basada en la propiedad privada y la explotación de la clase obrera, y en modo alguno puede ser atribuido al hombre en abstracto, puesto que, de muchas maneras, el hombre mismo ( y la clase obrera en particular) es también víctima de este sistema y de los efectos que produce en la vida de la mujer y en las relaciones de pareja.

    El caso es que la burguesía, los curas, los revisionistas y otros muchos mojigatos y mojigatas ( no siempre desinteresados) vienen explotando a fondo esas segunda contradicción y desviando la atención de las masas femeninas de la primera y principal con el claro objeto de separar al movimiento de la mujer trabajadora de la lucha contra el sistema que origina todos los males, buscando enfrentarla al hombre. Así se ha dado nacimiento en todos los países capitalistas desarrollados al Movimiento Feminista. Este movimiento, que se pretende progresista y libertador es, en realidad, profundamente  reaccionario y se halla en abierta contradicción con el marxismo y las leyes del desarrollo social.

    Las feministas, o mejor dicho, las ideólogas del feminismo, expresan en cierto modo la situación de la mujer en la sociedad capitalista, pero esto lo hacen de una manera harto incompleta, unilateral y no exenta de  prejuicios. De ahí que no acierten en encontrar, ni pueden hacerlo, la verdadera raíz de los problemas ni señalen la solución de los mismos, llegando incluso a agravarlos. Solo el marxismo ha encontrado las causas de la opresión de la mujer, ha explicado científicamente su verdadera situación en la sociedad y sus relaciones de inferioridad con respecto al hombre, y ha marcado también la forma en que únicamente podrá romper esas dobles cadenas. El marxismo hace tiempo que ha señalado que el origen de la esclavitud doméstica y de otras servidumbres que afectan directamente a la mujer, "reside en el capitalismo y no en la falta de derechos”,y que, por consiguiente, la verdadera emancipación de la mujer, comienza con la destrucción del sistema de explotación capitalista y con la transformación en masa de la pequeña economía doméstica en una gran economía socialista; cuando la mujer, una vez integrada en la producción y gozando de todos sus derechos en pie de igualdad con el hombre, vaya relegando a la esfera social la mayor parte de las ocupaciones domésticas que hoy la atan y la someten al hombre. Esto sólo puede ser logrado en el socialismo y de ninguna otra manera.

    Queda claro que esta solución no puede hallarse en la sociedad capitalista y presupone la verdadera igualdad económica y política de todos los miembros de la sociedad. Por este mismo motivo esta no es ni puede ser la solución del movimiento feminista burgués, que al igual que todos los movimientos de esta clase tiende a conservar el viejo estado de las cosas: la propiedad privada y la explotación de la clase trabajadora sobre la que se erige toda la sociedad capitalista. El Movimiento Feminista no atenta contra esas bases, porque no se propone cambiar radicalmente la situación de la mujer; solo pretende “mejorarla un poco”, y por eso carga sobre los individuos, y no sobre el tipo de sociedad, la responsabilidad del estado en que se encuentra la mujer.

    Las feministas piden igualdad de sexo en la sociedad burguesa, pero esta es un una mentira, porque dicha igualdad no existe tampoco entre los hombres, entre las clases, ni entre las naciones. Lenin dice “No libertad para todos, no igualdad para todos, sino lucha contra los opresores y los explotadores, eliminación de la posibilidad de oprimir y de explotar. ¡Esa es nuestra consigna!”

    Por otra parte, las feminista intentan nublar la conciencia de clase de las obreras difundiendo profusamente ideas acerca de los problemas sexuales y del matrimonio. Estos problemas, no cabe la menor duda que existe y juegan un importante papel en la vida de las parejas y de los individuos, afectando principalmente a la mujer. Pero si de lo que se trata es de darles un justo tratamiento, de manera que la mujer no tenga que sufrir la mayor parte de las consecuencias ( tal como viene sucediendo) habrá que situarlos en su justo lugar; es decir, habrá que situarlos como parte del problema social y no a la inversa, o sea, presentando el problema social como una parte del problema sexual, que es lo que vienen haciendo las feminista relegando la cuestión social a un segundo plano, como algo “accesorio”.

    Esa forma de enfocar este problema es propia de la ideología burguesa que inspira a las feministas; de ahí que, al fin y al cabo, en lugar de esclarecer a la mujer trabajadora y ayudarla a participar en la lucha junto a sus hermanos de clase, se dedican a nublar la conciencia de la mujer y a tratar de enfrentarla a su compañero. De esa manera, en lugar de ayudarlas se agravan más sus problemas y les impiden marchar por el único camino que conduce a su total emancipación.

    El movimiento feminista burgués, tal y como lo hemos descrito, es una enfermedad de la sociedad capitalista y no un miembro sano, por lo que a fin de cuentas las feministas no tienen más que estas dos salidas:  o se integran de una manera consciente, como parte de la lucha general de las masas obreras y populares para la destrucción del sistema de explotación capitalista, o, por el contrario, están condenadas a caer en las prácticas políticas y sociales y en las formas de vida más degeneradas y aberrantes de la podrida sociedad de donde proceden.

    El feminismo es contrario al marxismo; tan contrario o más, si cabe, como pueda serlo el anarquismo, al que se asemeja en sus planteamientos idealistas y absurdos. No hay que dejar de reconocer los buenos sentimientos y las legítimas aspiraciones de mueven a no pocas mujeres que militan en el movimiento feminista. Estas pueden seguir pensando que nuestra posición no es sino la reacción lógica del “machista” adocenado ante las justas demandas ¡ pero qué le vamos a hacer!; más tarde o más temprano la mayor parte de ellas se convencerán de su error.

    En cuanto a las mujeres conscientes, las comunistas, las auténticas feministas, deben manifestarse en todo momento contrarias al feminismo burgués y hacer una defensa resuelta al marxismo, tanto en esta como en las demás cuestiones. En este terreno no estaría de más que el Partido dedicara a las camaradas más firmes y esclarecidas para comenzar a realizar un trabajo amplio entre las mujeres trabajadoras. Ha llegado el momento de comenzar este trabajo, y para ello ya contamos con algunas experiencias.

    A la hora de emprender de firme esta labor, no hay que olvidar las reivindicaciones propias de la mujer, porque aunque en su mayor parte esa reivindicaciones son irrealizables en el sistema capitalista, eso ayudará a establecer extensos lazos con la mujer trabajadora y va a permitirles abrir aún más rápidamente los ojos, a comprender la necesidad de la lucha más resuelta, hasta la destrucción, desde la raíz, de este sistema. Tenemos que prestar más atención al movimiento de la mujer trabajadora y ayudar en su organización sobre bases claras y de principios, en contra del movimiento feminista burgués, del Estado y de toda la sociedad capitalista.

    En nuestras filas, en el Partido de la clase obrera, no se hace diferencia alguna entre el hombre y la mujer. En el Partido todos somos iguales, tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones; esto ha de servir de ejemplo y de estímulo para todos los trabajadores y trabajadoras. Pero el que eso sea así no significa que entre las parejas o matrimonios comunistas las cosas marchen en todos los casos a las mil maravillas. Desgraciadamente los hombres tenemos muy arraigada la tendencia de no respetar los derechos de igualdad en nuestras relaciones con la mujer… aunque reconozcamos esos derechos y nos esforcemos algunas veces ( sobre todo cuando se nos recuerdan) por respetarlos. Esto origina algunos problemas ¿ Qué hacer en estos casos? Particularmente los camaradas, por ser los más favorecidos, los que sufren en menor medida las consecuencias del sistema que nos explota y nos oprime a todos, debemos esforzarnos por ayudar a la mujer y entenderla en sus justas demandas con el fin de que se incorpore plenamente a la producción y a la lucha de clases. Tenemos el deber de restituirles aquella parte de sus derechos que una larga tradición social y familiar injusta les a sido arrebatado. La mujer, por su lado, al mismo tiempo que hace valer sus derechos debe comprender que la igualdad efectiva no podrá ser una realidad mientras no cambien la sociedad, y que aún así, antes de alcanzar dicha igualdad, habrá que transcurrir algún tiempo, puesto que eso no depende sólo del cambio de las relaciones económicas y sociales y de la buena voluntad que pueden poner los hombres, sino también de la formación cultural y del cambio de psicología que determinan los comportamientos humanos.

    Sólo teniendo en cuenta todos estos aspectos, es como verdaderamente iremos avanzando hacia las metas que nos hemos propuesto.“

    Manuel Pérez Martínez ( Camarada Arenas )
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    2ª época-año IV - nº 38, agosto de 1978
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    Mensaje por Duende Rojo Vie Sep 25, 2015 5:21 pm

    Joder, del 78... Jojo...

    Gracias, camarada. Una cosa así estaba buscando.
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    Mensaje por nunca Jue Oct 08, 2015 2:18 pm

    Aunque el marxismo también ha cometido errores antropológicos a la hora de analizar la cuestión femenina (influenciado principalmente por las teorías de Engels sobre el origen del patriarcado) como considerar a la mujer como el sexo oprimido subordinado al varón, también es cierto que está lejos de ser esta basura de neofeminismo de género burgués y misándrico. El marxismo ha entendido el feminismo como igualdad de derechos, deberes y oportunidades entre los dos sexos, no como una guerra de sexos con inspiración misándrica donde existen relaciones de poder entre unos que son privilegiados y otros los oprimidos.
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    Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración. Empty Re: Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración.

    Mensaje por nunca Jue Nov 05, 2015 1:43 pm


    ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE MUJER Y MOVIMIENTO DE CLASE

    Por Mariola García Pedrajas

    El movimiento de clase surge dentro de un entorno social determinado, al cual no es inmune y que determina en parte las cuestiones que éste se plantea. Una de esas cuestiones, influenciadas por el entorno social, es la relativa a cómo se integra la mujer en el mismo. Una, aquejada de un fuerte sentimiento de igualdad, tiene la tendencia a responder, pues con la misma naturalidad que un hombre, bajo las mismas reglas. Pero soy consciente que cuando planteamos esta cuestión estamos considerando una serie de aspectos que, aunque relacionados, pueden ser tratados separadamente, y que es necesario abordar. Estaría por una parte la cuestión de cómo se analiza la desigualdad de la mujer desde una perspectiva de movimiento de clase y por otra, cómo se trabaja por la igualdad dentro del propio movimiento en un entorno social que no es precisamente propicio. Quisiera compartir algunas reflexiones sobre elementos que considero debemos tener en cuenta cuando abordamos estas cuestiones.

    Análisis de clase frente a feminismos (clasistas) interclasistas
    Tafataona Mahoso en su artículo “Cómo Estados Unidos controla la ‘sociedad civil’ a lo largo y lo ancho de África”(1), citando al Profesor Issa Shivji de la Facultad de Derecho de Dar es Salaam destaca las enormes dificultades para que surja un liderazgo en África que haga un verdadero cuestionamiento del imperialismo, ya que éste ha de surgir de un mundo y un contexto donde el terrero ha sido socavado y pavimentado por el propio imperialismo.  Por lo tanto considera que la primera labor es recuperar el suelo africano, levantando el pavimento de esa senda construida por la supremacía blanca, el colonialismo y el imperialismo. Observando el panorama actual, no puedo menos que pensar que el análisis feminista de clase tiene que surgir igualmente en un contexto en que el terreno ha sido socavado y pavimentado por el propio sistema capitalista, y que es pues uno de esos temas, uno más, donde el movimiento de clase tendrá que levantar ese “pavimento ideológico” erigido y mantenido por sus enemigos de clase, para recuperar el terreno donde poder construir su propia senda. El discurso feminista actual considerado “de izquierdas” es decididamente interclasista, hasta el punto que en el mismo el término “mujer” ha llegado a cumplir la misma función que el termino ciudadano, esconder la realidad de la división, también de la mujer, en clases sociales. Es además un feminismo en el que el análisis de la desigualdad de la mujer se enmarca en un contexto poco menos que de ocultación o negación de otras desigualdades sociales.  Si ese discurso es adoptado por las mujeres de la clase trabajadora no nos puede llevar por otra senda que la de convertirnos en enemigas de otros grupos sociales explotados por el capitalismo.    

    Un ejemplo típico de ese feminismo de las ciudadanas se puede encontrar en el artículo que estos días publicaba en Público Lidia Falcón, en el que habla de la participación de su partido en Ahora en Común (AeC) y pretende abroncar a las mujeres en política por no usar un discurso de defensa de las mujeres (2). Ante las continuas referencias a la “defensa de las mujeres” yo no puedo evitar preguntarme, ¿las mujeres de qué clase? Veamos un ejemplo de en qué contexto enmarca Lidia Falcón las diferencias económicas dentro de la categoría “mujeres”:

    “¿Es mucho pedir que los partidos políticos dediquen algún esfuerzo para idear y prometer proyectos que contribuyeran a remediar tal estado de cosas? Sería muy de desear que sobre todo las mujeres dirigentes de esos partidos mostraran alguna sensibilidad respecto a la situación de sus hermanas bastante más desfavorecidas que ellas, en vez de pretender, en una competencia patética, imitar a sus colegas masculinos repitiendo los latiguillos y eslóganes sobre los temas internos de partido y las polémicas que los separan, y dedicaran algo de su tiempo a idear planes para sacar a sus conciudadanas de la pobreza, la marginación y la violencia en que el patriarcado las hunde. Aunque solo fuera por fingir que les importan mientras dure la campaña electoral.”

    El movimiento de clase no apela a la buena voluntad de los explotadores o sus agentes, el movimiento de clase es la clase trabajadora organizada para luchar contra ellos, para arrebatarles el poder y acabar con la explotación de clase. El movimiento de clase entiende que el motor de la historia es la lucha de clases ¿Hay algo de ese espíritu en las palabras de Lidia Falcón?  Evidentemente no. Margaret Kimberley, editora y columnista del medio de comunicación estadounidense Black Agenda Report, afirma refiriéndose a los liberales de su país que éstos están dispuestos a llegar en sus denuncias solo hasta donde sea posible hacerlo sin hablar de explotación de clase. Este feminismo se permite hablar de patriarcado pero no de capitalismo y la sobreexplotación a la que éste somete a la mujer de clase trabajadora. Es una visión que, al igual que todos los movimientos fomentados por esta tan vieja nueva política, se enmarca perfectamente en la tradición liberal estadounidense. En esta visión del mundo, el motor del cambio social no son nunca los explotados organizándose para luchar contra sus explotadores, sino una clase educada con más sensibilidad social, que muestra más humanidad. El cambio se busca pues a través de la apelación a la conciencia de elementos más o menos privilegiados de la sociedad para que muestren más humanidad.  Quizás hemos de entender que el hablar de pobreza o marginación lleva implícita una crítica al sistema económico, pero contra qué se lucha y los objetivos de la lucha han de expresarse claramente no dejar que los “sobreentendamos”. Hablar de pobreza o marginación no significa absolutamente nada, lo importante es qué lucha propones contra esa pobreza y marginación. Este feminismo, al convertir a la mujer en una categoría transversal, como la de ciudadano, nos lleva a un auténtico batiburrillo de cosas por las que tenemos que luchar juntas; tanto contra la pobreza y la marginación de las mujeres como por incrementar la presencia de mujeres en los espacios del capitalismo, en sus círculos políticos (de gestión del sistema), económicos (de explotación capitalista) y culturales (de entretenimiento para consumidores y consumidoras con poder adquisitivo dentro del sistema capitalista).  Al parecer se trata de una lucha que abarca todos los aspectos de los “derechos humanos de las mujeres”. Los que según veo incluyen tanto que las muy favorecidas puedan llegar a ser presidentas de un banco, y hasta del imperio estadounidense, como que las muy desfavorecidas coman y tengan techo, no gracias a su lucha para arrebatarles el poder a quienes las explotan sino por la buena voluntad de las favorecidas.  Me doy cuenta que una idea que juega un papel relevante en estas propuestas de lucha, y este feminismo así lo asevera de manera regular, es que la mera presencia de más mujeres en los círculos de poder y gestión (capitalista) les va a dar otro aire, una visión de mujer, que va a resultar muy beneficioso para las mujeres en su conjunto. Considero que esa mentalidad es tremendamente perniciosa. Uno de los medios de comunicación a los que acudo de manera regular es Black Agenda Report. El objetivo de este medio estadounidense es proporcionar noticias, información y análisis con una visión de izquierda negra, toda una declaración de intenciones. Evidentemente dedican un gran espacio a analizar el papel del racismo, pero a diferencia de otros medios lo hacen desde una perspectiva que solo podemos considerar de clase, incluyendo unos elementos que aprecio enormemente. Por una parte son plenamente conscientes que la presencia de caras negras en los círculos del poder no solo no ayuda necesariamente a mejorar la situación de la mayoría negra sumida en la explotación y la marginación, sino que a menuda juega un papel muy negativo para esta. En este sentido, critican duramente a Obama y a una clase política negra al servicio incondicional del sistema capitalista. Ponen de manifiesto como la victoria de Obama, y el comportamiento de la clase política negra, han tenido un impacto muy negativo desactivando la lucha de la población negra contra su explotación  y marginación. Por otra parte resaltan que el racismo que permea la sociedad estadounidense es general, no pretendiendo como hacen los liberales que se reduce a ese tan obvio de lo que llaman basura blanca, es decir, a un problema de una clase de bajo estatus socioeconómico. El racismo de  la “clase media” blanca estadounidense se ve claro cuando se tiene en cuenta que Obama se ganó su corazón, y sus votos, con una campaña en la que básicamente pretendió que la sociedad estadounidense ya no era racista, y que si juzgaba mal a una gran parte de la población negra no era por el color sino porque ésta, en vez de trabajar para ser parte del “sueño americano”, se mantenía a sí misma en la marginación y la delincuencia. Como destaca Black Agenda Report, al votante negro no había que ganárselo, siguiendo esa mentalidad tan perniciosa, el mero hecho que Obama fuera negro desactivaba su sentido crítico. Como indica Glen Ford, uno de los editores jefes de este medio, el objetivo de un movimiento revolucionario es confrontar al poder, no se pueden dedicar todos los esfuerzos una y otra vez a simplemente poner caras negras en los círculos políticos, económicos y culturales del capitalismo. Personas que en el mejor de los casos carecen de la formación, la convicción y la fuerza necesarias para ir más allá de la mera retórica o la propuesta de medidas cosméticas que nunca van a lo esencial. Esa profundidad de análisis es la que me gustaría ver en el tema de la mujer en el movimiento de clase.   Quiero dejar claro que aquí no se pretenden juzgar las motivaciones de  las mujeres que adoptan estas posiciones feministas que pretendo exponer, que en algunos casos serán de mero oportunismo político o postureo feminista, pero en muchos otros pueden ser de lo más honorables. Aquí lo que se juzga es que ese tipo de feminismo es totalmente contrario al que debe plantearse desde una perspectiva de clase. Las únicas motivaciones que sí me interesa analizar son las del propio sistema capitalista cuando promueve la idea que esta es la batalla más radical que puede plantearse por la igualdad de la mujer, cuando intenta asegurarse que no haya espacios que vayan más allá.  Veamos otro ejemplo del feminismo que aparece en Público, un artículo donde se recoge las palabras de Laura Freixas en el seminario Virginia Woolf: huerta, jardín y campo de batalla (2):  

    “Las mujeres encontramos en Virginia Woolf algo que es un tesoro, en su trabajo hay algo que es escaso y, por tanto, valioso y muy útil para las mujeres, algo que no suelen hacer los escritores hombres y es que ella ilumina las experiencias de las mujeres, lo que no han tratado los hombres porque no las conocen”.

    Vaya, pues sí que deben ser pobres las experiencias de los muchos millones de mujeres que en el mundo somos, y los muchos más que han sido, cuando pueden ser “iluminadas” por una única mujer, de la burguesía precisamente. Siempre que me encuentro afirmaciones de este tipo me apuesto conmigo misma que lo que viene a continuación va a tener poco que ver con mi experiencia. Es una apuesta que de momento nunca he perdido. De todas formas en este texto encontré algo que me pareció muy interesante y que me va a permitir introducir el segundo elemento del que hablaba en ese análisis feminista que considero debemos evitar, el no enmarcar la desigualdad de la mujer en el marco amplio de sociedades profundamente desiguales, sino de negación de otras desigualdades de las que igualmente se alimenta el sistema capitalista. Laura Freixas, que según afirma lleva muchos años estudiando a Virginia Woolf, dice haber descubierto en los últimos años algo que no le gusta mucho de ella. “Reconozco que he descubierto su clasismo y eso no me gusta.” “En su obra eso se ve en el tratamiento a las criadas, es condescendiente. Llega a decir que si cayera una bomba y les matara a ellos en lugar de a los criados… Esa convicción de que ellos valían más humanamente por ser de clase alta y por ser cultos es lo mismo que el machismo.”

    Resulta llamativo que Laura Freixas  haya tardado tanto en darse cuenta que Virginia Woolf adolecía del clasismo típico de su clase burguesa pero en cualquier caso, bravo por el  análisis que contiene la última frase. Virginia Woolf, lo mismo que otras mujeres de la burguesía o la pequeña burguesía, pueden haber dicho algunas cosas de interés en el tema del feminismo, pero precisamente esa es la cuestión que “esa convicción de que ellos valían más humanamente por ser de clase alta y por ser cultos es lo mismo que el machismo”.   Siempre he sentido un profundo rechazo por lo que el machismo hace a las mujeres, tan lejos como puedo recordar ha sido así. Pero eso no me llevado a través de los años a posturas de “solo mujeres” o “las mujeres somos mejores”, es decir, a una autoafirmación femenina de mentalidad pequeñoburguesa, sino por una senda muy distinta. Mi detector de clasismos lo tengo en perfecto estado, en tan buen estado como tengo el detector de machismos. Así que lo expresado por Laura Freiras respecto a la similitud entre clasismo y machismo hace mucho tiempo que lo descubrí, haciéndome completamente impermeable al feminismo de mentalidad burguesa o pequeñoburguesa. En muchas fuentes se pueden encontrar elementos de interés, incluso en fuentes de la derecha, sobre la desigualdad de la mujer, pero en última instancia nuestro análisis tiene que estar animado de un espíritu completamente distinto.  Otras cosas he visto a través de los años. Por una circunstancia personal tuve una relación cercana con un grupo de personas de Kenia, la mayoría al igual que yo procedentes del medio rural. No me costó ningún trabajo entender cómo vivían (sufrían) los ridículos comportamientos eurocéntricos. El eurocentrismo, los sentimientos de supremacía blanca,  trata a los pueblos no occidentales en gran medida como el machismo a la mujer. Esa es la senda por la que me ha llevado mi antagonismo con el machismo, a ser profundamente sensible al tema de las desigualdades, o dicho de otro modo, a un hondísimo disgusto ante cualquier análisis de la realidad que se asiente sobre visiones supremacistas. A donde creo que debía llevarme como mujer de clase trabajadora con conciencia de clase.  Vivimos en sociedades que tienen fuertemente arraigados sentimientos de supremacía, de superioridad, por cuestiones de sexo, nivel socioeconómico, cultura, raza. El capitalismo se alimenta de esto. Si nos centramos en analizar y denunciar únicamente los sentimientos de supremacía por cuestión de sexo negando en la práctica la existencia de los demás, nuestro análisis no tiene ningún valor desde una perspectiva de clase. Esta posición impide la búsqueda de entendimiento con aquellos que también sufren desigualdad y explotación, debilitando la lucha, y nos lleva casi irremediablemente a caer en la trampa de ayudar en la demonización, o como mínimo presentar bajo una luz lo más negativa posible, a otros grupos sociales que el capitalismo quiere explotar sin restricciones; los hombres de la clase trabajadora, los hombres del aquellos países bajo la explotación imperialista. El empeño que el sistema capitalista pone en hacerles mala prensa a aquellos cuya fuerza de trabajo y recursos quiere explotar debería ser suficiente para que entendamos el papel tan importante que esto juega en allanar el camino a la lucha por sus intereses de la clase capitalista. Como mujeres de clase trabajadora, ¿vamos a participar en esto?  El discurso feminista del que hablo está totalmente contaminado con el clasismo de la pequeña burguesía, en el caso de algunas prominentes “iluminadoras del universo femenino” ni tan pequeña. De los análisis que se hacen con frecuencia se desprende que las mujeres de clase trabajadora, término que tiende a desaparecer sustituido por  “desfavorecidas”, “la más vulnerables”, necesitan un extra de protección feminista, ¿debido a su sobreexplotación dentro del sistema capitalista? ¡No! ¡Qué va! Un extra de protección frente a sus hombres. ¿Existen concienzudos estudios que demuestren que los hombres de la clase trabajadora son más machistas y que conforme se asciende en la escala social (económica) el machismo va disminuyendo? ¿Estudios que en tanto que concienzudos apliquen un factor de corrección para tener en cuenta las diferencias en cuanto a la dureza en las condiciones de vida de las distintas clases sociales? ¿Qué consideren las formas mayoritarias que adopta el machismo en distintos entornos sociales para no subestimar unos machismos frente a otros? No lo veo probable, para acometer semejantes estudios haría falta partir de una mentalidad totalmente ajena a aquellos que los podrían llevar a cabo. Pero tampoco pasa nada, el feminismo de inspiración pequeñoburguesa no los necesita, ya obtiene todas las respuestas que necesita de eso que tan bien define a su clase, sus prejuicios clasistas.  Si hago referencia a todo esto es porque quiero poner de relieve lo importante que es para el movimiento de clase hacer un análisis propio y totalmente ajeno al feminismo de mentalidad pequeñoburguesa. Si una mujer que considera tener conciencia  de clase se muestra extremadamente sensible a las actitudes machistas, pero en absoluto a estas actitudes clasistas frente a la clase trabajadora debería plantearse por qué. ¿Se ha dejado influenciar por ese feminismo donde como digo el término mujer cumple la misma función que el de ciudadano en lo movimientos ciudadanistas, esconder la división de la sociedad en clases sociales y que esto va pues de una lucha de clases? ¿Habla de clase trabajadora como retórica pero no es inmune al clasismo pequeñoburgués considerando que hay una clase intelectual, de mejor estatus social y económico, que es más feminista, más ecologista, y más todo lo progresista? He ido descubriendo que la izquierda revolucionaria, el comunismo, también tienen sus lugares comunes. Si hacemos un análisis que en el fondo poco se diferencia del que podemos encontrar en cualquier organización interclasista con aspiraciones electorales, o cualquier movimiento de autoafirmación de mujeres acomodadas, para luego aderezarlo con términos como burguesía, proletariado, obreras, el resultado es de una transparente superficialidad. De esos que nos hacen parecer adolescentes intentado pasar por los malotes y las malotas de la clase, y no personas adultas que comprenden a lo que se enfrentan y la enorme dificultad de encontrar formas efectivas de luchar contra poderes tan agresivos.  En resumen, mi propuesta es que debemos hacer un análisis sincero, profundamente honesto, de cuál es la situación de machismo en la sociedad en general y en nuestra clase. Un análisis propio, totalmente enraizado en la perspectiva de clase, que busque un entendimiento certero de cuál es nuestra realidad social y sobre el que se puedan articular las luchas para cambiarla. Y mi opinión es que tal análisis no puede surgir de ninguna mentalidad feminista pequeñoburguesa de autoafirmación y exclusividad femenina.  No puede salir de ahí porque lo que así se organiza lleva implícitas las conclusiones que va a generar. El único papel que tiene reservado ahí el hombre es el de recibir los correspondientes adjetivos (epítetos) y agachar la cabeza en vergüenza. Realmente en mi experiencia este feminismo a las mujeres que no compartimos sus postulados nos reserva igual papel, y se muestra incluso más agresivo con nosotras ya que frente a nosotras no se puede erigir en portavoz de “las mujeres” y no nos pueden despachar con un simple ¡machistas! Nada de esto nos sirve para articular estrategias que sean útiles para la transformación social que buscamos. Tal y como yo lo veo la tarea que tenemos por delante es ardua y una de las cosas que hemos de tener muy presente es para quién hablamos y cuáles son nuestros objetivos. No hablamos para que nos entreviste las del estilo de Ana Pastor o el Wyoming, y agradar a aquellos y aquellas que dispensan los sellos de calidad progresista. Nuestro objetivo es la transformación social real no el postureo feminista. En este tema, como en todo lo que hagamos, vamos a necesitar grandes dosis de valentía moral. La lucha por la igualdad dentro del propio movimiento  A la pregunta de cómo se trabaja por la igualdad dentro del propio movimiento mi tentación es responderla simplemente con un, no sé, ¿practicándola? Ya sé que no es tan simple, aunque también considero que sí es posible trabajar por la igualdad dentro del movimiento, si es que los que lo integran lo desean sinceramente.  Recientemente, leyendo sobre los movimientos sindicales que se están dando en Sudáfrica, donde una parte de los mismos empieza a hablar claramente de luchar por el socialismo, acabé encontrando información sobre el Partido Comunista Sudafricano (South African Communist Party, SACP, en inglés) en la época en que se luchaba contra el Apartheid. No voy a hablar de en lo que se acabó convirtiendo el SACP, atacado desde todos los frentes por el capitalismo, eliminados, físicamente si era necesario, sus elementos más ideologizados, promovidos sus elementos más oportunistas, y el papel tan nefasto que juega hoy en día junto al igualmente nefasto Congreso Nacional Africano. Si la historia del PCE les parece triste, con unos líderes que no reconocerían un principio comunista ni aunque se dieran de bruces con él, la del SACP es trágica. Pero en aquel tiempo, donde tuvo un papel relevante en la lucha contra el Apartheid,  se repetían comentarios como “la única organización donde se respiraba una igualdad total entre negros y blancos” “el único blanco que entonces te estrechaba la mano era un comunista” “unas posiciones anticoloniales y antiimperialistas que causaban un profundo respeto”.  Un entorno social de profundo racismo, donde la explotación sin restricciones de la población negra se asentó en promover una imagen casi deshumanizada de la misma, ¡y fue posible crear un movimiento así! Las posiciones del  SACP no eran retóricas, muchos negros lo consideraron su espacio de lucha, y el que llegó a ser quizás su figura más prominente, Chris Hani, asesinado en 1993, era negro.  Pues mi aspiración va en ese sentido, un movimiento donde se respire una igualdad total entre hombres y mujeres. Hay una cuestión en la que he estado pensando últimamente, cuando intento analizar las formas más efectivas de organizarse en un entorno social concreto.  En las sociedades racistas de países como Sudáfrica o EE.UU. los blancos no suelen compartir su espacio con los negros. Dentro de la población negra la inmensa mayoría pertenece a los explotados o marginados, pero aunque haya un porcentaje de la población blanca que también sufra altos niveles de explotación, los espacios tienden a seguir estando separados, el sufrimiento puede ser similar pero no es compartido. Esto crea dificultades adicionales a las posibilidades de entendimiento y de poder trabajar juntos en condiciones de igualdad. Las mujeres y los hombres de la clase trabajadora por el contrario sí que comparten espacio y sufrimientos.  Creo que si fue posible el entendimiento entre negros y blancos en el SACP con la dificultad añadida que comento, no tenemos excusa para no intentar trabajar por la construcción de ese espacio igualitario entre hombres y mujeres en el movimiento de clase. Creo que no tiene sentido alguno en estas circunstancias que las mujeres y los hombres de clase trabajadora luchemos por separado ni fuera ni dentro del movimiento. Nuestra posición es ya suficientemente débil, no debemos hacerla aún más débil escuchando los cantos de sirena de un feminismo descaradamente interclasista.  Es evidente que sería mucho más fácil luchar por la igualdad dentro del espacio con conciencia de clase con una presencia importante de mujeres en el mismo. Los hombres tienen que hacer un esfuerzo permanente para ver a las mujeres como sus iguales, para no relegarlas, ni en la teoría ni en la práctica, a un papel secundario, y  para que nos vean y nos escuchen lo primero es que tenemos que estar. Pero lo cierto es que si a las tremendas dificultades que tenemos en el movimiento de clase para crecer, después de tantos años de dejadez por parte de los que tenían que haber estado creando conciencia de clase, le añadimos el machismo de la sociedad, no nos puede dar otro resultado que el panorama más bien desolador que tenemos en cuanto a presencia de mujeres. Cuando analizo las ideas promovidas por los creadores de opinión, que se encuentran en todas partes, los medios de comunicación, la industria del entretenimiento, en los espacios “alternativos”, no puedo ser optimista, vamos al modelo paradigmático de control social por parte de la clase capitalista, EE.UU. No serán los modelos anglosajones de “activismo” ni sus neofeminismos los que llenen de mujeres con conciencia de clase, y un profundo cuestionamiento de sistema, los espacios de la izquierda revolucionaria. Creo que las herramientas para tratar de incrementar la presencia de mujeres en el movimiento de clase en un entorno social tan poco propicio solo podrán surgir de una “inteligencia colectiva”, del esfuerzo de todas y todos.  En cualquier caso, tendremos que trabajar con lo que tengamos mientras buscamos maneras efectivas de mejorarlo. Contrariamente a lo que se suele pensar, en mi opinión el principal peligro es, sobre todo si se parte de una importante desventaja numérica, que las mujeres acabemos siendo simplemente “el grupo de las chicas”, muy reafirmadas en nuestro pequeño mundo, metiendo mucho miedo quizás, pero con una influencia y contribución muy escasa en el resto del movimiento.  La igualdad es exactamente eso, igualdad, y pienso que para ella es también muy importante la actitud que adoptemos las mujeres. Yo como mujer no espero ningún trato especial, y explico lo que quiero decir. Cuando expreso mi opinión espero que ésta esté abierta al mismo nivel de debate que la expresada por un hombre, por eso hago el esfuerzo de intentar argumentarla. Me parecería muy mal que a una mujer por ser tal se le cuestionen menos sus posicionamientos, y se le admitan posturas ajenas a la sensibilidad del movimiento que no se admitirían en un hombre. Si las mujeres vamos a utilizar nuestra condición de mujer y el machismo de la sociedad para hacer pasar cualquier postura, a mí se me viene rápidamente a la mente Marx, Groucho, y pienso que nunca pertenecería a un club que admite como socias a mujeres como esas. Yo personalmente no voy a llamar machista a nadie porque manifieste una postura distinta a la mía en cualquier tema, solo espero que presente su postura de la forma más argumentada posible para que podamos centrar el debate en eso, los argumentos, y dejemos fuera cualquier tipo de ataque personal. Es más, si detecto lo que considero actitudes o posturas con un elemento de machismo pienso que la mejor forma de luchar por la igualdad es argumentando cuales son esos elementos de machismo que veo, ¿qué mejor forma de ir detectando esas actitudes e ir viendo si existe la voluntad de corregirlas? Como he dicho, vivimos en sociedades que tienen fuertemente arraigados sentimientos de superioridad por cuestiones de sexo, nivel económico, cultura, raza, no podemos esperar la perfección. El examen que hagamos tiene que ser permanente, incluso cada uno y cada una de nuestras propias posturas y actitudes.  No soy ninguna buenista, encuentro al buenismo cínicamente frívolo. Intento no minusvalorar nunca aquello a lo que nos enfrentamos. No creo que se les pudiera achacar a los comunistas sudafricanos que no fueran plenamente conscientes de la agresividad de los poderes a los que se enfrentaban, y de lo fuertemente arraigado de los sentimientos racistas que habían permitido una explotación sin restricción alguna de la población negra. Fue una lucha que requirió unos niveles de compromiso y sacrificio que desde nuestra posición no creo que podamos apreciar en su justa medida. Pero no puedo por menos que pensar que los animaba el convencimiento de que en el ser humano hay, debe haber, algo más que estupidez y egoísmo, y que había que mostrarlo empezando por el propio movimiento. ¿No nos debería animar el mismo espíritu?

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    Mensaje por walking Lun Ene 04, 2016 3:55 pm

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    hace poco me entere de la figura de Aleksandra Kolontái una comunista rusa elegida para  Comisaría del Pueblo para la Asistencia Pública, y gracias a ella la urss le debe derechos como:

    iguales salarios
    el derecho al voto femenino
    las mismas condiciones de trabajo,lucho contra el analfabetismo.
    Se aprobo el aborto
    el derecho a el divorcio.
    beneficios sociales en salarios a la maternidad
    guarderias
    campañas de informacion para dar a conocer estos nuevos derechos  
    despenalizacion de la homosexualidad


    resulta que el feminismo burgues que llevamos criticando desde hace tiempo en este foro . habia sido puesto en evidencia por Aleksandra Kolontái en su momento . Pongo algunas citas:

    los primeros en exigir la igualdad de generos fueron los comunistas
    La socialdemocracia(asi se le llamaba al comunismo,en ese entonces) fue la primera en incluir en su programa la demanda de la igualdad de derechos de las mujeres con los de los hombres. El partido demanda siempre y en todas partes, en los discursos y en la prensa, la retirada de las limitaciones que afectan a las mujeres, es sólo la influencia del partido lo que ha forzado a otros partidos y gobiernos a llevar a cabo reformas en favor de las mujeres. Y, en Rusia, este partido no es sólo el defensor de las mujeres en relación a su posición teórica, sino que siempre y en todos lados se adhiere al principio de igualdad de la mujer.

    la relacion entre feminismo y la lucha de clases
    El hecho es que por “radicales” que pudieran ser las igualitaristas, siguen siendo fieles a su propia clase burguesa. Por el momento, la libertad política es un requisito previo esencial para el crecimiento y el poder de la burguesía rusa. Sin ella resultará que todo su bienestar económico se ha construido sobre arena. La demanda de igualdad política es una necesidad para las mujeres que surge de la vida en sí misma.


    Sin embargo, en sus demandas de igualdad política nuestras feministas son como sus hermanas extranjeras, los amplios horizontes abiertos por el aprendizaje socialdemócrata permanecen ajenos e incomprensibles para ellas. Las feministas buscan la igualdad en el marco de la sociedad de clases existente, de ninguna manera atacan la base de esta sociedad. Luchan por privilegios para ellas mismas, sin poner en entredicho las prerrogativas y privilegios existentes. No acusamos a las representantes del movimiento de mujeres burgués de no entender el asunto, su visión de las cosas mana inevitablemente de su posición de clase…

    el enemigo es el hombre dentro del feminismo burgues, pero la opresion la sufren tanto hombres como mujeres de la clase trabajadora:
    Las feministas ven a los hombres como el principal enemigo, por los hombres que se han apropiado injustamente de todos los derechos y privilegios para sí mismos, dejando a las mujeres solamente cadenas y obligaciones. Para ellas, la victoria se gana cuando un privilegio que antes disfrutaba exclusivamente el sexo masculino se concede al “sexo débil”. Las mujeres trabajadoras tienen una postura diferente. Ellas
    no ven a los hombres como el enemigo y el opresor, por el contrario, piensan en los hombres como sus compañeros, que comparten con ellas la monotonía de la rutina diaria y luchan con ellas por un futuro mejor. La mujer y su compañero masculino son esclavizados por las mismas condiciones sociales
    , las mismas odiadas cadenas del capitalismo oprimen su voluntad y les privan de los placeres y encantos de la vida.
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    Mensaje por walking Lun Ene 04, 2016 4:08 pm

    El matrimonio
    el problema de la familia. Es bien conocida la importancia que tiene para la auténtica emancipación de la mujer la solución de este problema ardiente y complejo. La aspiración de las mujeres a la igualdad de derechos no puede verse plenamente satisfecha mediante la lucha por la emancipación política, la obtención de un doctorado u otros títulos académicos, o un salario igual ante el mismo trabajo. Para llegar a ser verdaderamente libre, la mujer debe desprenderse de las cadenas que le arroja encima la forma actual, trasnochada y opresiva, de la familia. Para la mujer, la solución del problema familiar no es menos importante que la conquista de la igualdad política y el establecimiento de su plena independencia económica.....

    Únicamente una serie de reformas radicales en el ámbito de las relaciones sociales, reformas mediante las cuales las obligaciones de la familia recaerían sobre la sociedad y el Estado, crearía la situación favorable para que el principio del “amor libre” pudiera en cierta medida realizarse. Pero, ¿podemos contar seriamente con que el Estado clasista actual, por muy democrática que sea su forma, esté dispuesto a asumir todas las obligaciones referentes a la madre y, a la joven generación, es decir, aquellas obligaciones que atañen de momento a la familia en cuanto célula individualista? Tan sólo una transformación radical de las relaciones productivas puede crear las condiciones sociales indispensables para proteger a la mujer de los aspectos negativos derivados de la elástica fórmula del “amor libre”

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    Mensaje por ajuan Lun Ene 04, 2016 7:44 pm

    fusiono
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    Mensaje por Duende Rojo Vie Ene 08, 2016 7:01 pm

    walking escribió:Para ellas, la victoria se gana cuando un privilegio que antes disfrutaba exclusivamente el sexo masculino se concede al “sexo débil”.

    Esto es muy significativo... Y es por donde hemos ido pasando por al aro burdamente. Hemos abandonado la postura de clase de la igualdad para ir adoptando postulados hembristas del feminismo burgués.

    Es decir, en este burdo feminismo ya no se trata de la igualdad de derechos, si no de la supremacía de la mujer, de la venganza antropológica, de dar la vuelta a la tortilla de las injusticias en vez de eliminarlas.

    Esto se ve en el absurdo oligofrénico de algunos iluminados que han decidido que ya no es el "todos y todas", o el "todas y todos"... Si no que ahora todo será en femenino. Yo cada vez que lo veo u oigo me dan ganas de suicidarme, te lo juro.

    De todo lo que se quejan las feministas, el hombre puede sufrirlo sin problemas... El hombre agredido, el hombre explotado, el hombre estigmastizado y criminalizado... Y lo más importante, el hombre silenciado. Para ellas, todo tiene una perspectiva de género... Al hombre que se la pique un pollo.


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    Mensaje por nunca Vie Ene 08, 2016 7:17 pm


    Esto se ve en el absurdo oligofrénico de algunos iluminados que han decidido que ya no es el "todos y todas", o el "todas y todos"... Si no que ahora todo será en femenino. Yo cada vez que lo veo u oigo me dan ganas de suicidarme, te lo juro.
    O solamnente el todas, creo que la CUP alguna vez lo ha hecho.

    Espectacular salto adelante de Podemos

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    ¿Es posible hacer más el imbécil mientras que en este país existen 17 millones de pobres? ¡Claro que se puede!

    Concejales asturianos de Podemos anuncian que, a partir de ahora, hablarán en femenino.

    Es la evolución máxima del progresismo. Tan extremo y racialmente feminista, que suena bizarro. El grupo municipal Somos Corvera, marca blanca de Podemos  en la localidad, ha informado mediante un comunicado de una decisión sin precedentes. Los dos ediles de esta corporación asturiana han decidido suprimir el tratamiento masculino en todas sus intervenciones públicas.

    De esta forma, Rogelio Crespo y Luz María Bulnes  se referirán en sus comunicaciones siempre a 'las vecinas' del concejo o a 'las ciudadanas' "como un paso más en la lucha contra el lenguaje sexista".

    En este sentido, el portavoz del grupo municipal de Somos, Rogelio Crespo, ha puesto el ejemplo de que «muchas veces hablamos de trabajadoras y trabajadores, pero se dice empresarios y no empresarias».

    Cabe recordar que Rogelio Crespo ya sorprendió en sus primeras intervenciones en el pleno al referirse a sí mismo como «nosotras». «La primera vez que dije nosotras se me quedaron mirando y rieron pensando que me había equivocado y cuando insistí en ello ya se dieron cuenta de que no era una equivocación, que era adrede», explica el protagonista.

    No engañaba Podemos cuando decían que llegaban para cambiarlo todo. Hasta el lenguaje.

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    Mensaje por PequeñoBurgués Vie Ene 08, 2016 8:11 pm

    Somos Corvera no es Podemos.

    Corvera es una aldea.

    Por eso Podemos se negó a ir con sus siglas a las municipales en casi todos los municipios pues es imposible filtrarlo todo en un partido que de aquella tendría 4 meses de vida. Estrategia que por cierto se reveló brillante.
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    Mensaje por Duende Rojo Vie Ene 08, 2016 9:35 pm

    Podemos, la CUP, IU... Yo lo vengo viendo bastante.
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    Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración. Empty Re: Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración.

    Mensaje por nunca Vie Ene 08, 2016 10:08 pm

    Desgraciadamente el feminismo de la izquierda "revolucionaria" se ha convertido se ha convertido en estas gilipolleces demagógicas.


    La CUP propone parar Metro y bus 5 minutos cada vez que haya un "feminicidio"

    Lamenta la creación de un nuevo cargo en la dirección de TMB, el de Consejero delegado, con un sueldo "desorbitado"

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    Josep Garganté, Maria José Lecha y Marta Rovira, los tres nuevos concejales de la CUP en el Ayuntamiento de Barcelona ACN / Josep Molina

    Barcelona. (EUROPA PRESS).- La CUP-Capgirem Barcelona, junto con la Coordinadora Obrera Sindical (COS) de autobuses y metro, ha solicitado a Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) realizar una parada de cinco minutos en turno de mañana y tarde cada día después del asesinato de una mujer o niño para "sensibilizar y visualizar los feminicidios en los Países Catalanes".
    Según ha anunciado este jueves en rueda de prensa la militante de la CUP Maria Colera, este es "un gesto simbólico que tiene que ir acompañado con un plan de urgencia", por lo que han pedido al Gobierno municipal que haga un diagnóstico y aplique medidas integrales contra la violencia machista. Asimismo, han manifestado su apoyo al movimiento feminista de Barcelona y al Ayuntamiento, "siempre que su voluntad vaya más allá de las declaraciones de intenciones y de las lamentaciones no acompañadas de acción política".
    Consejo de administración de TMB
    El concejal Josep Garganté ha presentado las propuestas de la CUP al Consejo de administración de TMB, que tuvo lugar el 5 de agosto, como recuperar el servicio de bus y metro recortado desde 2007, y hacer públicos los salarios y complementos del personal fuera de convenio de TMB, además de una reducción "drástica" de estos empleados.
    En este sentido, ha lamentado la creación de un nuevo cargo en la dirección de TMB, el de Consejero delegado, ocupado por Enric Cañas, con un sueldo "desorbitado" de 105.000 euros anuales. Ha criticado contrataciones "fraudulentas" de TMB, como la de tres familiares de sindicalistas de UGT y SIT que han sido contratados para el servicio de Metro, y las últimas contrataciones en los autobuses que, según ha sostenido Garganté, no respetan la antigüedad y colocan a personas a jornada completa, cuando tendrían prioridad los empleados a tiempo parcial que ya estaban a la empresa, ha señalado.
    También ha reivindicado parar las externalizaciones en los servicios de mantenimiento, limpieza y seguridad, y liquidar los bufetes jurídicos externos, los coches oficiales de los directivos y los autobuses privados que trasladan al personal a las oficinas de TMB en la Zona Franca, entre otras medidas.
    Pleno de ruptura
    Sobre el "pleno extraordinario de ruptura" -que pretende abordar la adhesión de Barcelona a la AMI y la retirada de banderas españolas en los edificios, entre otras cuestiones- la líder de la CUP en el Ayuntamiento, María José Lecha, ha explicado que han recibido el apoyo de CiU para solicitar la convocatoria.
    En cambio, ha criticado la "indefinición" de ERC que, por el momento, no se ha manifestado al respecto -igual que BComú-, y se ha mostrado sorprendida ya que uno de los pilares del programa electoral de los republicanos era hacer de Barcelona la capital de la independencia. Lecha ha insistido en que el pleno se tendría que convocar antes de la Diada del 11 de septiembre: "Barcelona tiene que ser un motor para la soberanía en muchos aspectos", ha manifestado. El plazo para presentar la petición del pleno extraordinario finaliza este jueves y necesita un mínimo de 11 concejales, que ya suman la CUP (3) y CiU (10).


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    Mensaje por walking Sáb Ene 09, 2016 3:00 am

    Para ellas, todo tiene una perspectiva de género

    eso es por el absurdo de la teoria de genero(usado tanto por el feminismo radical) , que pretende ser un metodo para entender la historia como es el marxismo , cambiando las clases sociales por el sexo y el patriarcado pero no se sustenta historicamente.

    por eso tienen que usar distorciones , manipulaciones y victimismos para que la historia se acomode a este absurdo. Lo peor es que la izquierda caiga en este juego, del que cada vez es mas dificil salir y que sea un tema tan tabu.

    descripcion de Shulamith Firestone- La dialéctica del sexo. En defensa de la revolución feminista
    La desigualdad biológica entre hombres y mujeres es la causa más profunda de la división social. El desequilibrio sexual está en el origen del sistema de clases y no viceversa.
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    asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente -a diferencia del primer movimiento feminista- no simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente"

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    Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración. Empty Re: Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración.

    Mensaje por nunca Dom Feb 07, 2016 2:58 pm

    Toma SS18, cuelgo esto en Facebook a ver si te atreves Smile .

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    El feminismo que viene


    De la suprema Mª Teresa Campos dicen que dijo que lleva diciendo, desde hace mucho en su telebasura, que el 8 de Marzo no debería conmemorarse como Día de la Mujer Trabajadora, sino como Día de la Mujer sin más. Viniendo de la reina del cotilleo, que se autopromociona como ejemplo de mujer progre y emancipada, no debe extrañar, pues se trata de una señorona que tiene a su alrededor todo un equipo de verdaderos trabajadores y trabajadoras que curran para que ella luzca su palmito de talla supergrande y pueda codearse con la beautiful people de Marbella, malayos incluidos. Que al explotador le interese presentar las cosas ocultando su verdadera naturaleza y se permita, de vez en cuando, un gesto de paternal-patriarcal condescendencia respecto a sus sirvientes, rebajándose hasta su nivel para simular un mundo de igualdad sin diferencias de clase, entra dentro de lo normal y previsible. Por esta razón, al explotador le importa ofrecer una imagen de la realidad sin adjetivaciones que ensucien la apariencia de fraternidad universal. Lo que sí es más extraño, sin embargo, es que también las herederas de la tradición del 8 de Marzo terminen cayendo en el mismo discurso generalista y sexista, a la vez que van desprendiéndose de sus contenidos clasistas originarios.

    Feminismo y legalidad burguesa

    Kant demostró que nada puede ser pensado sin determinación, que no existe el sujeto como sustrato en sí mismo, que la substancia puede existir como idea, como categoría intelectual, pero no como realidad. Marx decía lo mismo cuando afirmaba que lo real concreto no es sino la síntesis de múltiples determinaciones, que no existe la categoría general —añadía Engels— más que como abstracción de esas determinaciones. No existe, pues, la mujer en general, como no existe la democracia en general, etc. Este tipo de discursos substancialistas terminan aceptando una lógica idealista que no sólo admite la preexistencia de platónicas ideas-matriz sobre nuestras cabezas que supuestamente construyen el mundo desde su materialización, sino que también se permiten, sin el menor recato, meter en el mismo saco a las obreras del textil de Nueva York quemadas vivas aquel 8 de marzo de 1857 y a las hermanas Koplowitz. ¡Qué más da si todas son sufrientes mujeres! Sin embargo, aquí lo importante es precisamente la determinación social, el adjetivo, pues en política es tan importante señalar a qué mujeres nos referimos como de qué clase (es decir, para qué clase) de democracia hablamos. Igual que existen la democracia burguesa y la democracia proletaria, hay mujeres burguesas y mujeres proletarias. Pero, dadas las circunstancias —es preciso reconocerlo— resulta muy complicado mantener la sustantividad de un discurso que debe sostenerse desde lo adjetivo. Por esta razón, no debe extrañarnos la tendencia a enfatizar cada vez más en la parte substancial (género) sobre la adjetiva (clase) en todo discurso dirigido a la mujer trabajadora, y, con ello, a independizarse cada vez más el epos feminista de la problemática social general de la clase obrera. De hecho, el feminismo, en tanto que programa político, no es otra cosa que la maduración de este proceso de particularización y secesión del movimiento social —acelerado en nuestros días por el papel creciente del sufragio universal en la articulación de las relaciones de poder—, un capítulo más en esa continua cristalización política de intereses corporativos en el seno de la clase obrera y de la constante desvirtuación de su esencia universal como clase. De este modo, las mujeres socialistas de finales del siglo XIX y principios del XX, a la vez que iban alejándose del programa común de la revolución proletaria, terminaron convergiendo ideológicamente con las feministas de la época, las sufragistas, y de esta fusión surgió el feminismo moderno. Pero no realizaron ninguna operación inusitada o insólita: todo el movimiento obrero fue especializándose en frentes de resistencia que terminaron diluyendo el denominador común —el carácter social de clase— y subrayando lo que entonces pasaba a ser  propio en cada uno de ellos. Las cooperativas, las asociaciones de vecinos, los partidos obreros nacionales, los sindicatos de rama, etc. profundizaron un proceso de atomización política del proletariado donde su interés general como trabajador iba subordinándose sucesivamente a sus intereses particulares como consumidor, como ciudadano, como nacional, como empleado…, proceso al que se unió también la circunstancia de género.

    Con toda probabilidad, la actual descomposición será una etapa necesaria por la que debamos transitar de cara a la maduración del proletariado como clase revolucionaria. El movimiento obrero nació con vocación universal. La Internacional dio carta de naturaleza a este espíritu cosmopolita. Pero el oportunismo, el reformismo y el revisionismo que terminaron dominándole —y que reflejaban tanto el origen espontaneísta de su nacimiento como el interés del capital por dividir a su enemigo— fueron minando aquella voluntad para disgregarla entre particularismos de todo tipo. Desde luego, este escenario terminará favoreciendo la aparición de las condiciones que permitirán a la vanguardia comprender, por fin, que no es posible el retorno hacia una construcción universal del movimiento obrero más que como movimiento revolucionario, como Partido Comunista, y que este proyecto nada tiene que ver con la simple unión de esos distintos frentes reivindicativos. Más aún, ésta es, en realidad, la vía contrarrevolucionaria de construcción del movimiento obrero. Los múltiples e incluso contradictorios intereses que han ido cristalizando desde esos frentes, cada vez más ajenos entre sí, han terminado compenetrándose con los de la clase dominante para consolidar grupos de presión interesados en sostener el sistema de dominación capitalista. El sindicato obrero moderno no sólo es la primera y más antigua expresión de esta simbiosis, sino también el modelo a imitar por los que han ido siguiendo su estela.

    En realidad, desde el punto de vista jurídico-institucional, no es la evolución material del sindicato como asociación obrera la que explica esa posición de alianza con el capital, sino más bien las condiciones económicas y políticas que lo han investido como agente social sujeto de derecho. Es el hecho de este reconocimiento jurídico como interlocutor social, como sujeto colectivo y como parte contratante lo que sitúa al sindicato en esa posición de dominio social y político que hoy disfruta. No es, por tanto, el sindicato en tanto que tal, sino el sindicato como parte del Convenio Colectivo. Éste, el convenio colectivo, fue, en su momento, una aberración y al mismo tiempo una revolución institucional. Una aberración porque trastocaba las reglas del juego del liberalismo doctrinario decimonónico, basado en el reconocimiento del individuo como único sujeto de derecho. La introducción de iure de un sujeto colectivo ponía patas arriba todo el edificio del Estado liberal. En esto consistía la revolución: la introducción del iusnaturalismo y el sufragio universal, la ampliación de los derechos por medio de la agregación de la carta social al listado de los derechos civiles y, en definitiva, la constitución del llamado Estado social y democrático de DerechoEstado del bienestar, para los economistas burgueses—, en el que los trabajadores aparecen reconocidos como clase y reciben un rol funcional como tal clase, no fueron sino el resultado en la sociedad capitalista de la lucha de clases del proletariado, en general, y del triunfo de las primeras revoluciones socialistas, en particular. Pero todo se resumía, a fin de cuentas, en el reconocimiento formal por parte del capital de un representante colectivo de la otra clase como sujeto con capacidad contractual. Y es desde este hecho, en esta esfera de la superestructura de la sociedad, desde donde —en convergencia y, al mismo tiempo, como reflejo de transformaciones en las relaciones entre las clases y en el propio seno del proletariado que estaban teniendo lugar con el surgimiento del capitalismo monopolista— se realizará la conversión de un suceso que fue revolucionario (en el sentido de que significó progreso para las masas en tanto que subproducto reformista dentro de un contexto más amplio de ofensiva revolucionaria del proletariado internacional) en su contrario, en un hecho con efectos contrarrevolucionarios. El sindicato moderno dejó de evolucionar a la par que el desarrollo revolucionario del proletariado y tendió a adaptarse a las condiciones de dominación política del capital hasta convertirse en un magnífico ejemplo de enquistamiento político y conservadurismo social. La capacidad otorgada a este agente social, en virtud del principio de representación, de decidir sobre los destinos de todo un colectivo, independientemente de que los individuos que lo componen hayan decidido voluntariamente asociarse o no con él, consigue el curioso efecto contrario de anular los escasos beneficios que aún podría reportar el ejercicio de los derechos individuales de la democracia burguesa, al mismo tiempo que volatiliza el potencial político de la unión asociativa de la masa trabajadora. El sindicato moderno decide por el trabajador individual al mismo tiempo que no educa su conciencia social, colectiva y solidaria, sino su conciencia individualista.

    Es esta estrategia de integración en el sistema sobre la base del reconocimiento —de iure o de facto— del colectivo como sujeto social, de la cristalización en su seno de determinados intereses corporativos que vinculen su supervivencia a su reconocimiento legal como grupo de interés —o sea, como lobby, como grupo de presión—, y de su asimilación por el aparato de dominación ideológica a través de la subversión en clave reaccionaria y conservadora de unos principios o de un programa de origen pretendidamente progresista, la que ha servido y está sirviendo de modelo a otros movimientos sociales, verbi gratia, el feminismo, pujante hoy gracias al apoyo que recibe desde el poder. Desde los 60, el movimiento feminista ha ido evolucionando en la dirección de su adaptación al statu quo y en la de su incorporación al terreno de juego de las relaciones de poder del Estado. Para ello, al mismo tiempo que se deshacía de todo resabio y de todo recuerdo del marxismo, ha ido elaborando un discurso basado en el reconocimiento de la mujer —del género femenino— como sujeto social, sin la menor sensibilidad sobre las consecuencias políticas y jurídicas de tal reivindicación, que tiran directamente contra algunos de los pilares fundamentales de la democracia burguesa, precisamente en la parte que más puede beneficiar a los sectores menos privilegiados y más desprotegidos de la sociedad. En este sentido, es ilustrativo que el discurso feminista haya ido basculando desde la reivindicación de la igualdad en el disfrute del derecho a la de la igualdad en el disfrute del poder. Consecuencia lógica, por otra parte, cuando se está hablando de la “igualdad como diferenciación”, es decir, cuando se enfatiza y resalta la diferencia ante la ley como resultado del ejercicio del Derecho; justo al contrario que la doctrina liberal —que cabalmente adoptó el Estado de Derecho—, para la cual, la ley garantizaba la igualdad jurídica entre los originariamente diferentes (debido a las distintas condiciones, económicas y de todo tipo, de partida entre los individuos). La lógica jurídica feminista niega toda posible construcción conceptual y legal de un sujeto de derecho universal, destruye el pedestal sobre el que la burguesía erigió al ciudadano. Por el contrario, la ley se fundamenta en lo particular, en la especificidad del cuerpo social tomado en sus distintas partes. La sociedad civil ya no puede ser contemplada como suma de individuos iguales en derechos, sino como agregado de intereses corporativos; y la sociedad política debe reflejar esos intereses dispares en su Constitución. No es de extrañar, pues, que algunas ideólogas del feminismo hablen de la necesidad de un “nuevo pacto social” o de “refundar el Estado”.

    El principio corporativo va conquistando espacios dentro del entramado ideológico de legitimación del Estado capitalista. Lo paradójico —aparentemente— es que para el doctrinario burgués el corporativismo es lo contrario del liberalismo y de la democracia, es el padre del totalitarismo. En plata, el corporativismo es el elemento generatriz de la constitución política del Estado fascista, como la historia ha mostrado en sucesivas ocasiones. La consigna que resume el aporte feminista a este proceso de corporativización del poder político se denomina democracia paritaria, y su perniciosa secuela, discriminación positiva. Curiosamente, este año, la celebración institucional del 8 de Marzo ha estado dirigida a celebrar el 75 aniversario de la introducción del voto femenino, con el lema: Del derecho al voto a la democracia paritaria. Irónicamente, en esta proclama se encuentra recogida toda la evolución del feminismo (y, general, de todo el reformismo): de la democracia a la reacción.

    La traducción normativa de la revisión bajo cuerda de los presupuestos del constitucionalismo político —que en este país ha sido iniciada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero— acarrea consecuencias varias, todas ellas con efectos nefastos para las bases del sistema legal vigente. En primer lugar, algo tan evidente como la liquidación del principio de no discriminación por razón de sexo, uno de los pilares jurídicos —junto a la inocuidad legal de la raza y las creencias del individuo— del Estado de Derecho. Todas las reformas legales del gobierno PSOE que, según dicen, persiguen atajar la discriminación de la mujer, parten de la demolición de ese precepto, sancionado por la Constitución de 1978. Suponen, por lo tanto, un retroceso, no sólo desde el punto de vista de la Carta Magna española, ya de por sí bastante cortita en eso de expedir libertades, y también desde el de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU (lo cual no quita para que sus altos funcionarios, instalados tanto en la incongruencia como en la corrupción, coqueteen servilmente, ya por motivos electorales ya por mezquinos intereses de promoción burocrática, con el discurso cuya aceptación incondicional se ha convertido en marca de fábrica de lo establecido como políticamente correcto, además de índice de lo que ha logrado progresar el lobby feminista en las sociedades opulentas que hoy deciden los destinos de la humanidad), sino sobre todo con respecto a lo que supuso de progreso la revolución burguesa en general.

    La promulgación de legislación del tipo del anteproyecto de Ley Orgánica de Igualdad entre Hombres y Mujeres, aprobado por el gobierno a principios de marzo, que inaugura y sanciona la política de cuotas en función del sexo, no sólo profundiza el socavamiento de las bases del Derecho burgués, fundado sobre la igualdad formal, sino que introduce un nuevo principio que termina de subvertir los fundamentos jurídicos de la legalidad burguesa. La política de cuotas trae implícito el principio de escasez en el disfrute del Derecho, introduce la idea de la necesidad del reparto en el uso de los bienes jurídicos que, entonces, son considerados como escasos o limitados. Para la doctrina, el límite del Derecho procedía sólo de su regulación normativa, de la tutela del poder público en su aplicación, pero sin limitación alguna como marco abierto proclive al desenvolvimiento pleno de la proyección del individuo en la vida civil. Ahora, en cambio, el propio Derecho está limitado de partida por un criterio que no sólo es externo, sino que contraviene la naturaleza misma de ese Derecho. Así, por ejemplo, según el mencionado antrepoyecto, cualquier persona, hombre o mujer, candidata a integrar una lista electoral no posee el derecho al 100% de posibilidades, contrastables después en función de los méritos personales, etc., sino sólo el 60% de posibilidades de partida en razón del sexo. Igual que los sindicatos ocultan la incapacidad manifiesta del capital para crear los puestos de trabajo necesarios para terminar con el paro detrás de falacias como la de que el trabajo es un bien escaso que hay que repartir, las feministas ocultan la incapacidad del régimen burgués para ofrecer más democracia y más libertad al pueblo con la política de cuotas y la doctrina del reparto del Derecho y de la cola de la compra para su usufructo. El reformismo feminista persigue la igualdad real desde la desigualdad formal. Esta última aberración del Derecho positivo, al contrario que la que en un principio introdujo el movimiento obrero, lejos de ser revolucionaria es reaccionaria, y supone un retroceso que liquida las garantías jurídicas del viejo liberalismo a la vez que, en lo material, no asegura más que la promoción de una determinada casta privilegiada de señoronas dispuestas a vivir del cuento del victimismo de género y a repartirse su correspondiente parte alícuota del pastel. El reformismo feminista es la demostración palpable de la situación límite en la que se encuentra el sistema de dominación burgués para encontrar una alternativa distinta de la revolución que no sea el reaccionario corporativismo protofascista ante la incorporación de cada vez más sectores de las masas a la vida pública y a la política. El feminismo expresa en la actualidad, de la manera más patente, la bancarrota general de todo el reformismo y de su papel como dique de la revolución, al mismo tiempo que pone en evidencia el verdadero papel de la izquierda institucional, de la socialdemocracia y el eurocomunismo. El feminismo aplicado es la prueba de cargo contra el fiasco de la vía reformista, contra los embaucadores que pretenden reformar la democracia burguesa, democratizar la democracia, contra los publicanos de la política que se han hecho republicanos porque han renunciado a implantar la verdadera democracia de la mayoría, la dictadura del proletariado, único modo de que las masas puedan disfrutar sin límites del Derecho, de la libertad y de la igualdad.

    Género y familia

    Finalmente, normativas como la Ley Integral contra la Violencia de Género, que entró en vigor a comienzos de 2005, a la vez que insisten en la liquidación del Derecho, proyectan las consecuencias de esa liquidación hacia ámbitos más amplios. De esta manera, la introducción penal del criterio de género como agravante de delito implica la involucración de elementos prepositivos en la configuración del marco regulativo, a la vez que presupone la vinculación del comportamiento de los individuos a factores de naturaleza no social. Desde el punto de vista penal, esto supone una regresión a la criminología del siglo XIX, que buscaba la causalidad del delito en factores de orden biológico o fisiológico. De manera que si la vieja criminología podía ser tachada justamente de racista, el nuevo reformismo de género debe ser tratado de sexista, en el peor sentido del término. Pero lo más importante es que toda esta legislación tiene como finalidad ocultar el verdadero origen —que sí es de naturaleza social— de la opresión y de la marginación que sufre la mujer. El feminismo ha sellado un pacto de silencio con el capital sobre la verdadera naturaleza de la cultura machista que impregna esta sociedad en todas sus esferas. La imputación de la causa de la opresión de la mujer por el hombre al supuesto carácter natural e innato, más o menos agresivo, de este último —que es a donde conduce todo discurso feminista invariablemente— significa relativizar, si no pasar absolutamente por alto, el medio social en el que se desenvuelven las relaciones entre ambos sexos; en particular, significa olvidar algo tan importante como la conformación específica de esas relaciones en el contexto de la sociedad de clases; en concreto, las causas económicas que determinan la estructura de esas relaciones.

    El marxismo demostró hace tiempo que la diferente posición social de los sexos y la marginación de la mujer tienen raíces económicas que se remontan a la aparición de la propiedad privada y de la familia como estructura de organización social. Naturalmente, el feminismo al uso hace abstracción de estos elementos de base y prefiere hablar de las relaciones entre los sexos al modo burgués, sin historia, en abstracto y como partiendo de individuos aislados, resguardados de toda influencia ajena a su circunstancia de género y al comportamiento que se le atribuye respectivamente como natural y espontáneo. El gran error de fondo, pues, consiste en considerar las relaciones de género independientemente de la familia y en observar a ésta más bien como resultado de esa relación, como si de un contrato de colaboración entre individuos de distinto sexo se tratase. Sin embargo, la realidad es que la familia es una estructura social preexistente a todo vínculo matrimonial, es el marco dado en el que se circunscriben las relaciones entre los sexos, el molde que las modela. El desarrollo de toda sociedad de clase depende de la producción y reproducción de sus condiciones de vida, del conjunto de relaciones sociales y económicas y, en particular por lo que aquí nos ocupa, de la reproducción biológica de la especie. Es esta función social la que, precisamente, asigna la sociedad de clase a la familia; en un sentido, además, específico y categórico: garantizar la reproducción física de la clase productora, de la clase explotada creadora de toda la riqueza social. Como organismo de reproducción biológica de la sociedad de clases, entonces, la familia refleja en su seno la estructura general de clase de toda la sociedad. La desigualdad en la intimidad del hogar no se genera desde dentro, es la sociedad quien se la inocula. De hecho, la familia es, en sí misma, cristalización de una sociedad que ya es desigual, que ya ha repartido roles desiguales y que ya ha repartido la riqueza desigualmente; de hecho, históricamente, la familia surge con las clases, es uno de los síntomas de la nueva enfermedad en la convivencia entre las personas. Por consiguiente, el problema de la mujer está estrechamente ligado y no puede desvincularse del problema del desarrollo y extinción de la familia como ámbito social particular de relaciones de clase.

    La desestimación premeditada de este enfoque y su sustitución por el punto de vista naturalista, individualista y abstracto del género persigue la ocultación de las causas sociales que están en la raíz del problema, ocultación que se formaliza a través de un determinado lenguaje que conlleva la incompatibilidad conceptual con todo posible acercamiento científico al tema. El simple uso de la categoría violencia de género para describir la manifestación más onerosa y despreciable de la posición subsidiaria que sufre la mujer en la relación entre los sexos, implica ya una selección intencionada y dirigida de todo el conjunto de fenómenos que se desarrollan dentro del ámbito doméstico. La acepción violencia de género —que, curiosamente, sólo contempla la actitud violenta de los hombres respecto de las mujeres, y no a la inversa— extrae de raíz la relación varón-mujer del escenario social que le es propio y prepara las condiciones teóricas para su tratamiento aislado y su comprensión unilateral e independiente de ese ámbito originario. Desde luego, el concepto violencia doméstica, en creciente desuso, es mucho más adecuado, tanto más si tenemos en cuenta, por un lado, que la explicación teórica del 20% de la violencia de género, la parte que padecen los varones, queda en descubierto teórico, y que, por otro, resulta que tanta parafernalia teórica, legal y penal sólo se refiere, después de todo, al 53% de las muertes en el terreno de las relaciones de parentesco. La violencia experimentada por niños, mayores y varones también se da en la esfera doméstica y obedece a las mismas causas que la que sufren las mujeres. Pero para comprender esto se precisa un paradigma teórico mucho más amplio que el que presta la perspectiva sexista y unilateral del feminismo, en consonancia con su ambicioso proyecto de incorporación como agente social reconocido (o sea, como grupo de interés, como grupo de presión) en el aparato de dominación capitalista.

    La ocultación ideológica de la esfera doméstica como el verdadero medio social en el que se desenvuelven las relaciones de parentesco —entre las que se incluyen las de género— y desde el que es preciso partir para comprender su verdadera naturaleza, se complementa, ya en el plano práctico de la lucha reivindicativa del feminismo, con un nuevo mito que desborda el ámbito privado de las relaciones domésticas y extiende la cortina de humo del discurso feminista al plano social de las relaciones entre las clases. Se trata de la consigna A igual trabajo, igual salario.

    Ciertamente, el diseño de toda estrategia de acción social fundada sobre esta reivindicación, además de no sobrepasar los límites burgueses del igualitarismo formal, carece de todo apoyo científico. Marx demostró que el capital no remunera en función del valor del trabajo, sino en función del valor de la fuerza de trabajo. Más aún, el capital paga el valor de reproducción de la fuerza de trabajo como tal fuerza de trabajo; el capital paga al obrero lo necesario para que mantenga su capacidad como productor y la de su estirpe como futuros productores. El capital, por lo tanto, no toma en consideración al obrero individual como portador de la fuerza de trabajo, sino a la unidad económica básica de reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, la familia. En la práctica económica, el obrero aislado no existe; existe la clase social de los productores que permanece sobre la desaparición de sus componentes individuales. Y esto no es posible fuera del organismo que garantiza esa permanencia. A diferencia de la unidad básica de producción económica (el puesto o el centro de trabajo), célula de reposición y crecimiento de los bienes económicos, la familia es la célula de reposición de la fuerza de trabajo en sus dos dimensiones fundamentales: fisiológica, o de recuperación diaria de la capacidad de trabajar del obrero individual, y biológica, o de reproducción de la fuerza de trabajo como especie social. El capital no exige al obrero sólo que vuelva a trabajar al día siguiente, sino que procree para seguir explotando a sus herederos cuando él desaparezca. Por eso, el valor del salario no es, ni mucho menos, el valor del trabajo, ni tampoco el de la fuerza de trabajo individual, sino el del mantenimiento de la unidad económica básica de reproducción de la fuerza de trabajo; por eso, el capital jamás pagará el salario per capita, sino en función de la incorporación de los miembros de la familia al mercado laboral, a los que remunerará más o menos equitativamente dependiendo de las condiciones sociales y las convenciones culturales (principalmente, y respective, del estado de la lucha de clases del proletariado y del grado de solidez de la familia patriarcal tradicional), cuestión —ésta del reparto del mismo salario entre los distintos miembros laboriosos de la familia de manera equitativa o no— de nimia importancia para aquél, por cierto.

    El feminismo hace el juego al capitalismo cuando centra sus reivindicaciones en el igualitarismo de las formas que éste acepta y promociona. Igual que los ideólogos burgueses hablan del derecho al trabajo a la vez que el capital pide mayor flexibilización del mercado laboral y persigue acercarse al máximo al despido libre (como por estos días está dejando claro el Gobierno Villepin, en Francia, con su CPE —contrato de primer empleo), de la misma manera, mientras la burguesía habla de igualdad de la mujer, el capital incorpora cada vez más mujeres para poder explotarlas más y mejor como fuerza de trabajo más barata. La incorporación de la mujer supone un alza en la demanda de empleo y, por consiguiente, la presión a la baja de los salarios. Al capital le da igual pagar un salario que dos medios salarios: siempre va a remunerar el valor de la célula básica de la sociedad, que no es el individuo, sino la familia. Le beneficia, incluso, la incorporación laboral de la mujer porque a cambio del mismo salario podrá succionar más plusvalía. La consigna feminista de igualdad salarial oculta la verdadera naturaleza del capitalismo y favorece la explotación de la clase obrera. Los comunistas no negamos la necesidad de luchar por la incorporación de las mujeres en todas las esferas de la vida pública; pero los términos y las limitaciones con que el feminismo encauza ese objetivo no pueden más que conminarnos a pensar que esa consigna sirve también para sellar la alianza que el feminismo ha firmado con el capital.

    El feminismo que viene ha mudado de piel. A diferencia del sufragismo burgués o de las líderes socialdemócratas del siglo XIX, que encabezaron luchas de carácter progresista, el desarrollo de la lucha de clases del proletariado y los realineamientos sociales que trae consigo el capitalismo monopolista han subvertido el contenido del feminismo moderno, así como de todo el reformismo. Si con el nacimiento del movimiento obrero la lucha por reformas estaba al servicio de la acumulación de fuerzas de la clase obrera, el nuevo contexto imperialista y la escisión histórica del movimiento obrero en dos alas convirtieron la vía reformista en dique de contención de la revolución. Sin embargo, durante el Ciclo de Octubre, el reformismo todavía podía jugar un papel positivo en tanto que epifenómeno de la revolución. Pero el contexto que todavía daba un sentido progresista a la reforma ha desaparecido. En la actualidad, la reforma se opone a la revolución en los mismos términos antagónicos que se oponen la burguesía y el proletariado, el revisionismo y el comunismo. Los movimientos sociales, en su lucha por sus reivindicaciones inmediatas, generan su propia conciencia espontánea, su propio discurso de autolegitimación y sus propios métodos y estrategias de adaptación a las condiciones en que tienen lugar esas luchas; métodos y estrategias que, por consiguiente, no cuestionan nunca las premisas de esas condiciones dadas en que se mueven. En la medida que ocurre esto, los movimientos sociales reproducen esas mismas premisas y, por lo tanto, las causas que crean los efectos que precisamente quieren combatir. De este modo, la autolegitimación de cada movimiento de reforma parcial supone la legitimación del sistema en su conjunto.

    El feminismo que viene es el feminismo resabiado que se ha emancipado de todo vínculo con la lucha revolucionaria del proletariado; el feminismo que viene es el feminismo maduro que ya ha culminado las últimas etapas de su evolución como movimiento reformista, etapas en las que la reforma se integra en el sistema para apuntalarlo y conjurar la revolución —o su preparación—; el feminismo que viene ha superado la reválida para incorporarse al aparato ideológico y de propaganda de la clase dominante: en lo jurídico, despliega velas en el mismo rumbo que orienta la tendencia creciente hacia la fascistización del Estado; en lo político, contribuye de manera irreprochable a la división interna de la clase obrera con la excusa mendaz de la existencia de una contradicción inconciliable de género; en lo económico, oculta la naturaleza del capitalismo y favorece la explotación de las masas; finalmente, en el aspecto social, esconde la raíz clasista de las contradicciones sociales, vela por la salvaguarda de las formaciones de clase básicas del capitalismo, como la familia, y, en general, coadyuva en la continuidad y supervivencia de la sociedad organizada en clases.

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    Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración. Empty Re: Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración.

    Mensaje por Duende Rojo Dom Jul 03, 2016 7:51 pm

    Un glorioso artículo. Escrito por una mujer, hoyga.


    Por Sofía Ruiz | Publicado en Octubre, nº 92

    Este 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, aunque la palabra trabajadora se ha omitido en la mayoría de las convocatorias, ha resultado muy rico en críticas y propuestas y también ha demostrado su capacidad para movilizar.

    Aunque sigue manteniendo su supremacía el feminismo que se sitúa en reivindicaciones identitarias y culturales: la violencia, el pago igualitario y los derechos sexuales y reproductivos,y se aleja de las críticas económicas y estructurales. Este feminismo surgido en los años 60-70 y que identificamos como la segunda ola feminista, ha sido criticado desde distintos ángulos, pues su discurso ambiguo fue fácilmente asimilado por el neoliberalismo y transformado en su beneficio y en detrimento del objetivo feminista:

    «El movimiento feminista de la segunda ola apuntó, simultáneamente, dos futuros posibles muy diferentes. En el primer escenario, se prefiguraba un mundo en el que la emancipación de género iba de la mano de la democracia participativa y la solidaridad social. En el segundo se prometía una nueva forma de liberalismo, capaz de garantizar, tanto a las mujeres como a los hombres, los beneficios de la autonomía individual, mayor capacidad de elección y promoción personal a través de la meritocracia. La ambivalencia del feminismo se ha resuelto a favor de la segunda opción, liberal-individualista, pero no porque fuéramos víctimas pasivas de seducciones neoliberales. Por el contrario, nosotras mismas contribuimos al desarrollo de ideas importantes para este éxito neoliberal. Lasegunda ola del feminismo surgió como una crítica al capitalismo de Estado, pero se ha convertido en la criada del capitalismo neoliberal»[1].

    El capitalismo de Estado gestor de la posguerra ha dado paso a una nueva forma de capitalismo: el capitalismo globalizante, neoliberal, en el que las “libertades individuales” dominan sobre los valores democráticos,un nuevo capitalismo que ha separado lo social y cultural de lo económico, que individualiza los problemas sociales para desarticular la sociedad, escondiendo la estructura económica concebida para crear desigualdad.

    Este capitalismo renovado resignifica algunas de las críticas del feminismo, al capitalismo de estado, para legitimar una nueva forma de capitalismo con el fin de ser respaldado por las nuevas generaciones.

    Una de las criticas más radicales de las feministas al capitalismo de estado fue la de su ideal de familia, en donde la mujer era ama de casa y el varón contribuía con su salario, “salario familiar”, en el que centraron una crítica que integraba economía, cultura y política en un análisis de la subordinación de las mujeres en el capitalismo organizado de Estado.

    La reivindicación feminista de acceder al salario, privilegio del hombre, no buscaba simplemente promover la plena incorporación de las mujeres a la sociedad capitalista como asalariadas, sino transformar las estructuras profundas del sistema. Esta reivindicación, la reformulo el neoliberalismo, legitimando:1) el “capitalismo flexible”, es decir flexibilización laboral: debilitando sindicatos y contratos colectivos, desplazando gran parte de la producción industrial hacia países con salarios y regulaciones menos exigentes…..

    2) El nuevo ideal de familia con dos salarios, ya que el neoliberalismo, necesita, para seguir obteniendo su tasa de ganancia, salarios mas bajos, se apoya fuertemente sobre el trabajo asalariado de las mujeres, puesto que requiere un nuevo perfil de trabajador/a: personas flexibles, capaces de adaptarse a cambios rápidos, a los que se puede despedir fácilmente y que estén dispuestos a trabajar en horas irregulares.

    El neoliberalismo aprovecho el sueño de la emancipación de la mujer mediante al acceso al trabajo asalariado, para ayudar al funcionamiento del motor de la acumulación de capital.

    Es evidente que el feminismo de los años 70 abrió muchos caminos a la lucha feminista pero perdió su radicalidad y abandono de manera progresiva la esfera económica en beneficio de una esfera cultural; el giro del feminismo hacia las política de la identidad encajaba con el avance del neoliberalismo, que no buscaba otra cosa que suprimir de su agenda la igualdad social.

    El grave problema fue que se enalteció la crítica del sexismo cultural justo en el momento en que las circunstancias requerían aumentar la atención hacia la crítica de la economía política.

    Los problemas del movimiento feminista actual, de forma general o mayoritaria, ya que no es un movimiento homogéneo y monolítico, son: que sigue dando prioridad a esas reivindicaciones identitarias y culturales, olvidando que la raíz de la explotación y opresión de las mujeres está en el sistema económico capitalista.

    La utilización, como apunta Amaia Pérez, del eslogan tantas veces reiterado de “y las mujeres, peor”. Un eslogan que, además de victimista, nos coloca a todas en una misma posición de subordinación, sin reconocer diferencias ni desigualdades entre nosotras.

    Y el objetivo fundamental de exaltar la visibilidad de la opresión de la mujer, que le ha llevado a echarse en los brazos de las instituciones, lo que da como resultado una visualización sesgada y contraria al objetivo feminista de liberación de la mujer: «Existe, en las conferencias sobre materia de género de la ONU,una clara tendencia a considerar los problemas a los que se enfrentan las mujeres como un asunto de “derechos humanos” y a intentar priorizar las reformas legales como las herramientas básicas de la intervención gubernamental.  

    (…)una perspectiva queno consigue desafiar el orden económico mundial que es la raíz de las nuevas formas de explotación que sufren las mujeres. También la campaña de denuncia de la violencia contra las mujeres, que ha despegado en los últimos años, se ha centrado en la violencia física y la violación en el entorno doméstico. Pero ha ignorado la violencia inherente al proceso de acumulación capitalista, la violencia de las hambrunas, las guerras y los programas de contrainsurgencia, que han allanado a lo largo de los años ochenta y noventa el camino para la globalización económica. El poder de las mujeres no lo otorgan las instituciones globales como las Naciones Unidas, sino que debe construirse desde abajo, a través de la autoorganización. De hecho, las feministas harían bien en tener en cuenta que las iniciativas de las Naciones Unidas en favor de las mujeres han coincidido con los ataques más devastadores contra ellas en todo el planeta, y que la responsabilidad de los mismos recae sobre las agencias miembro de las Naciones Unidas: el Banco Mundial, el FMI, la OIT y, por encima de todo, el Consejo de Seguridad de la ONU. Frente al feminismo fabricado por la ONU, con sus ONG, sus proyectos “generadores de ingresos” y sus relaciones paternalistas con los movimientos locales, hay que levantar las organizaciones de base de mujeres[2]».

    La crisis económica que sufrimos ha sido un revulsivo para el feminismo. La ofensiva capitalista, con la privatización y recortes de los servicios públicos o la abolición de conquistas históricas logradas por los trabajadores tras la intensa lucha de clases que se desarrolló con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, «la perversa alianza entre los poderes del Estado y los comportamientos depredadores del capital financiero que constituye el pico y las garras de un capitalismo buitresco que ejercita prácticas caníbales y devaluaciones forzadas mientras invoca hipócritamente los más altos valores de la democracia»[3], facilita la comprensión de lo que es el capitalismo para la vida de la mayoría trabajadora y las relaciones de explotación que conlleva.

    El feminismo centrado exclusivamente en el reconocimiento y en la identidad, en un contexto de creciente crisis capitalista, está dando paso, aunque lentamente, a un feminismo en el que la lucha contra la desigualdad económica está en el centro de la política feminista.El feminismo no puede cerrar los ojos ante las políticas económicas neoliberales y tiene que estructurar su lucha por la emancipación de la mujer contra su enemigo principal, el capitalismo, teniendo en cuenta la relación que existe entre la lucha feminista y la lucha de clases.

    [1] Nancy Fraser, El feminismo, el capitalismo y la astucia de la historia.

    [2]Silvia Federici, Revolución en punto cero.

    [3] David Harvey, El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión.
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    Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración. Empty Re: Teoría comunista sobre el feminismo y su degeneración.

    Mensaje por Duende Rojo Lun Sep 26, 2016 10:03 pm

    El documento definitivo: El mismo Lenin ya dijo que el feminismo identitario era una mamarrachada y una estupidez.

    LENIN a Clara zetkin sobre el radical feminismo






    —En su “Debe”, Clara, hay más cosas apuntadas. Me han contado que en las veladas de lectura y discusión que se organizan para las camaradas son objeto preferente de atención el problema sexual y el problema del matrimonio, y que sobre estos temas versa principalmente el interés y la labor de enseñanza y de cultura políticas. Cuando me lo dijeron, no quería dar crédito a mis oídos. El primer Estado de la dictadura proletaria lucha con los contrarrevolucionarios del mundo entero. La misma situación de Alemania reclama la más intensa concentración de todas las fuerzas proletarias, revolucionarias, para cortar los avances cada vez mayores de la contrarrevolución. ¡Y he aquí que las camaradas activas se ponen a discutir el problema sexual y el problema de las formas del matrimonio “en el pasado, en el presente y en el porvenir”! Creen que su deber más apremiante en esta hora es ilustrar a las proletarias acerca de esto. Se me dice que la publicación más leída es un folleto de una joven camarada vienesa sobre la cuestión sexual. ¡Valiente mamarrachada! Lo que interesa de estas cuestiones a los obreros hace ya mucho tiempo que lo han leído en Bebel… Pero no en un estilo aburrido, pétreo, esquemático como el del folleto, sino en un estilo recio de agitación, de agresividad contra la sociedad burguesa. Querer ampliar eso con las hipótesis freudianas, podrá parecer “culto” y hasta pasar por ciencia, pero no es más que una estupidez de profanos. La teoría freudiana es también, hoy, una de esas tonterías de la moda. Yo desconfío de las teorías sexuales expuestas en artículos, ensayos, folletos, etc., en una palabra, de esa literatura específica que crece exuberante en los estercoleros de la sociedad burguesa. Desconfío de esos que sólo saben mirar al problema sexual como el santo indio a su ombligo. Me parece que esa exuberancia de teorías sexuales, que en su mayor parte, no son más que hipótesis, y no pocas veces hipótesis arbitrarias, brota de una necesidad personal, de la necesidad de justificar ante la moral burguesa, implorando tolerancia, las aberraciones de la propia vida sexual anómala o hipertrofiada. A mí me repugna por igual ese respeto hipócrita a la moral burguesa y ese constante hociquear en la cuestión sexual. Por mucho que se las dé de rebelde y de revolucionaria, esta actitud, es, en el fondo, perfectamente burguesa. Es, en realidad, una tendencia favorita de los intelectuales y de los sectores afines a ellos. En nuestro Partido, en el seno del proletariado militante, con conciencia de clase, no tienen nada que hacer estas cuestiones.

    Gracias, glorioso y eterno camarada Lenin. Solo en ti creo.
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    Mensaje por Brunete Mar Sep 27, 2016 11:13 pm

    Buenísimos textos, me han ayudado mucho en este aspecto, que era bastante confuso para mí.
    Gracias otra vez.
    Saludos.

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