Este mes cumplimos nuestro primer aniversario: un año de vida desde que decidimos comenzar un nuevo proyecto llenas y llenos de ilusión. Por ello, hemos decidido hacer este balance autocrítico sobre nuestro corto recorrido, señalando en qué pensamos que hemos avanzado desde la fundación de la Organización Comunista Revolución.
El objetivo no es echarnos flores, sino reflexionar de dónde venimos, dónde estamos y qué papel queremos jugar. Esperamos que nuestra autocrítica sea de utilidad para la reflexión de las y los comunistas.
Antes de fundar Revolución teníamos grandes déficits a la hora de planificar nuestra actuación política. Los objetivos estratégicos no estaban claros, se mezclaban con principios generales del comunismo y eso hacía que la práctica política fuera totalmente ineficiente.
Lógicamente sí hacíamos planes técnicos: ¿Cuántos carteles pegamos?, ¿cómo llevamos a cabo tal o cual acción? No es que cada militante hiciera lo quisiera, sino que la organización no se planteaba con profundidad por qué hacía cada cosa, a dónde iba el siguiente paso, qué grandes pasos había que dar para organizar la revolución socialista en nuestro país.
De esta manera, caíamos frecuentemente en el espontaneismo. Incluso cuando había un análisis objetivo, este era el resultado de una necesidad urgente o de una aportación individual, perdiendo la priorización y carácter sistemático que hacen que un análisis sea verdaderamente científico.
La parte positiva fue una militancia inquieta, implicada, con empuje y capacidad crítica, lo que permitió que decidiéramos ponernos manos a la obra para corregir la situación, trabajando para ser una organización-plan.
¿Qué significa esto?
Todo esto se veía lastrado por una falta notable de formación política —sobre todo teórica— y además una insuficiente preocupación por la formación puesto que siempre quedaba “para más adelante, cuando tengamos menos carga de trabajo”.
Le hemos tratado de dar la vuelta a esta situación, planificando centralmente la formación para adquirir conocimientos políticos, sacarle todo su jugo a las aportaciones de comunistas y experiencias del pasado, y fomentar el espíritu crítico de la militancia.
Otro de los rasgos que nos estamos esforzando por adquirir en este nuevo ciclo organizativo es el de defender una línea política plenamente revolucionaria. Con respecto a ello, durante todo este año hemos hecho un gran esfuerzo por superar las desviaciones derechistas en las que hemos incurrido: el economicismo y el electoralismo.
Por un lado, consideramos que nuestra mayor desviación, al mismo tiempo que la más compleja de corregir, era el economicismo.
Nos dimos cuenta de nuestro economicismo porque a la hora de la verdad participábamos en el sindicalismo aportando nuestro esfuerzo sindical y cierta agitación comunista, incluso en alguna ocasión llegamos a lanzar mensajes que podría haber asumido cualquier sindicato. Aportábamos poco como comunistas.
Obviamente, nos repetíamos los mantras generales de qué hacíamos trabajando políticamente en sindicatos: unión con la clase obrera, ser ejemplares, acercar a la clase a nuestras posiciones, etc.
Pero realmente esto no es suficiente para organizar una revolución; al contrario, limitarse a ello puede recrudecerlo y acabar haciendo que no aportemos políticamente más que lo que podríamos aportar estando únicamente en el sindicato.
Ahora en todos los frentes de lucha que participamos tenemos claro por qué lo hacemos: para aprender a poner a la clase obrera a los mandos de esa lucha, aprendiendo de las oportunidades y limitaciones que ofrece esa lucha espontánea para organizar la revolución, de modo que con un futuro Partido Comunista tenga cimientos para saber cómo disponer estas luchas de la forma más propicia para nuestra clase y su revolución.
En cuanto al electoralismo, este no era demasiado grave: teníamos reticencias a la participación institucional y nunca creímos en la transformación del sistema a través del Estado, pero desde la fundación de Revolución nos negamos a que la política, posicionamientos y urgencias de una organización comunista vaya subordinada a la agenda electoral.
En suma, entendemos que hay hoy tres luchas prioritarias por su masividad, combatividad, necesidad antes y después de la Revolución y potencialidad para ser dirigidas por la clase obrera: sindicalismo obrero, movimiento estudiantil y movimiento feminista —por las mujeres obreras, en este caso particular—.
Y llegamos así a otro avance: hemos pasado a darle una importancia central al análisis y desarrollo de un enfoque comunista para el feminismo, tanto en el combate contra el machismo dentro de la organización como en la participación en la lucha feminista tratando de desarrollar un feminismo de clase y combativo.
De esta manera, defendemos que el desarrollo de un feminismo de clase es una necesidad imperiosa desde hoy mismo que no debe postergarse para el momento en el que ya nos encontremos en el socialismo, ni es una cuestión a tratar como asunto secundario.
Ese trabajo con masas debe completarse con el perfeccionamiento de nuestra agitación y propaganda para llevar a la clase obrera, especialmente a su parte más inquieta y crítica, a posiciones comunistas; y con el resto de tareas de construcción de una organización que sea ejemplar a la hora de impulsar la reconstrucción del Partido Comunista en nuestro país.
No sólo hemos tratado de resolver problemas que arrastrábamos, también hemos comenzado a desarrollar y asentar características necesarias para toda organización marxista-leninista:
Aunque hayamos conseguido detectar algunas desviaciones que teníamos en nuestro seno en el pasado y hayamos intentado corregirlas, o haya elementos que estemos esforzándonos por afianzar en nuestra organización, esto no quiere decir que estemos inmunizados de desarrollar errores futuros. Esto es porque el marxismo-leninismo no es un maná puro que se pueda tener o no tener; y ni nuestra organización ni ninguna otra pueden garantizar el mantenerse siempre protegidas de posibles desviaciones ideológicas, dado que normalmente tienen su origen en pequeñas tendencias que surgen como consecuencia de la lucha de clases.
Por ello es tan importante desarrollar una militancia crítica, formada y con una profunda visión de clase, que sea sagaz a la hora de detectar esas tendencias y las plantee de forma abierta en el seno de la organización. Igual que durante este año que ya hemos cumplido, continuaremos avanzando con esta tarea en el futuro para conseguir el Partido que llevará a nuestra clase a hacer su revolución.
Fuente: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
El objetivo no es echarnos flores, sino reflexionar de dónde venimos, dónde estamos y qué papel queremos jugar. Esperamos que nuestra autocrítica sea de utilidad para la reflexión de las y los comunistas.
Contra el espontaneismo, planificación y formación
Antes de fundar Revolución teníamos grandes déficits a la hora de planificar nuestra actuación política. Los objetivos estratégicos no estaban claros, se mezclaban con principios generales del comunismo y eso hacía que la práctica política fuera totalmente ineficiente.
Lógicamente sí hacíamos planes técnicos: ¿Cuántos carteles pegamos?, ¿cómo llevamos a cabo tal o cual acción? No es que cada militante hiciera lo quisiera, sino que la organización no se planteaba con profundidad por qué hacía cada cosa, a dónde iba el siguiente paso, qué grandes pasos había que dar para organizar la revolución socialista en nuestro país.
De esta manera, caíamos frecuentemente en el espontaneismo. Incluso cuando había un análisis objetivo, este era el resultado de una necesidad urgente o de una aportación individual, perdiendo la priorización y carácter sistemático que hacen que un análisis sea verdaderamente científico.
La parte positiva fue una militancia inquieta, implicada, con empuje y capacidad crítica, lo que permitió que decidiéramos ponernos manos a la obra para corregir la situación, trabajando para ser una organización-plan.
¿Qué significa esto?
- Nos hemos fijado un objetivo estratégico: construir en nuestro país un Partido capaz de ponerse a organizar la revolución socialista.
En base a este objetivo nos hemos fijado prioridades: ¿A qué parte de la clase obrera nos dirigimos principalmente? A la más inquieta y crítica políticamente con el sistema. ¿Son los mejores comunistas quienes están en todas las movilizaciones y hacen muchas cosas? Aunque es importante dar ejemplo, si no favorece nuestro objetivo revolucionario, para qué dedicar el tiempo que podríamos aprovechar para ello. ¿Cómo nos construimos como militantes comunistas? Con formación teórica y con nuestros primeros pasos en el trabajo de ciertas luchas de nuestra clase para aprender a convertirnos en sus referentes por méritos propios y a acercarla a posiciones comunistas. Estas y otras preguntas ha sido posible empezar a responderlas gracias a la priorización.
Además, todo esto no genera rigidez, sino al contrario, dota a cada militante de más capacidad de maniobra táctica, porque todas y todos sabemos por qué y para qué estamos haciendo algo, sabemos diferenciar qué es lo fundamental de qué es lo particular en nuestra acción política.
A su vez, de esta forma se evita el tacticismo en el que hemos caído en el pasado. El objetivo es claro y nuestra táctica siempre debe estar subordinada a la revolución. - Nos hemos preocupado por incluir un enfoque planificador también internamente. Aprender a medir si en algo hemos avanzado o no, a detectar si ligamos nuestra acción actual con nuestros objetivos pequeños y grandes y, por tanto, si es necesario un cambio.
- La militancia es cosa de todas y todos. El desarrollo de una auténtica disciplina consciente en que cada militante aporte tanto trabajo en horas como creatividad, actitud crítica hacia qué hacemos y cómo, preocupación por profesionalizar cada vez más su labor.
En una organización comunista no cabe que el trabajo se reparta en función de quien tiene más ganas y tiempo quedando militantes sin labor alguna. Todas y todos debemos convertirnos en profesionales de la revolución, personas que se sacrifican cada día por llevar a nuestra clase al poder.
No solo declarar que lo que hacemos es parte de algo más grande, sino ponerse a pensar cómo hacemos para que eso sea cierto, para que nuestras acciones estén conectadas con nuestros objetivos.
En resumen, no hacer las cosas porque sí ni tolerar la pasividad, hacer de la planificación nuestra forma de militar.
Todo esto se veía lastrado por una falta notable de formación política —sobre todo teórica— y además una insuficiente preocupación por la formación puesto que siempre quedaba “para más adelante, cuando tengamos menos carga de trabajo”.
Le hemos tratado de dar la vuelta a esta situación, planificando centralmente la formación para adquirir conocimientos políticos, sacarle todo su jugo a las aportaciones de comunistas y experiencias del pasado, y fomentar el espíritu crítico de la militancia.
La lucha contra nuestro derechismo
Otro de los rasgos que nos estamos esforzando por adquirir en este nuevo ciclo organizativo es el de defender una línea política plenamente revolucionaria. Con respecto a ello, durante todo este año hemos hecho un gran esfuerzo por superar las desviaciones derechistas en las que hemos incurrido: el economicismo y el electoralismo.
Por un lado, consideramos que nuestra mayor desviación, al mismo tiempo que la más compleja de corregir, era el economicismo.
Nos dimos cuenta de nuestro economicismo porque a la hora de la verdad participábamos en el sindicalismo aportando nuestro esfuerzo sindical y cierta agitación comunista, incluso en alguna ocasión llegamos a lanzar mensajes que podría haber asumido cualquier sindicato. Aportábamos poco como comunistas.
Obviamente, nos repetíamos los mantras generales de qué hacíamos trabajando políticamente en sindicatos: unión con la clase obrera, ser ejemplares, acercar a la clase a nuestras posiciones, etc.
Pero realmente esto no es suficiente para organizar una revolución; al contrario, limitarse a ello puede recrudecerlo y acabar haciendo que no aportemos políticamente más que lo que podríamos aportar estando únicamente en el sindicato.
Ahora en todos los frentes de lucha que participamos tenemos claro por qué lo hacemos: para aprender a poner a la clase obrera a los mandos de esa lucha, aprendiendo de las oportunidades y limitaciones que ofrece esa lucha espontánea para organizar la revolución, de modo que con un futuro Partido Comunista tenga cimientos para saber cómo disponer estas luchas de la forma más propicia para nuestra clase y su revolución.
En cuanto al electoralismo, este no era demasiado grave: teníamos reticencias a la participación institucional y nunca creímos en la transformación del sistema a través del Estado, pero desde la fundación de Revolución nos negamos a que la política, posicionamientos y urgencias de una organización comunista vaya subordinada a la agenda electoral.
En suma, entendemos que hay hoy tres luchas prioritarias por su masividad, combatividad, necesidad antes y después de la Revolución y potencialidad para ser dirigidas por la clase obrera: sindicalismo obrero, movimiento estudiantil y movimiento feminista —por las mujeres obreras, en este caso particular—.
Y llegamos así a otro avance: hemos pasado a darle una importancia central al análisis y desarrollo de un enfoque comunista para el feminismo, tanto en el combate contra el machismo dentro de la organización como en la participación en la lucha feminista tratando de desarrollar un feminismo de clase y combativo.
De esta manera, defendemos que el desarrollo de un feminismo de clase es una necesidad imperiosa desde hoy mismo que no debe postergarse para el momento en el que ya nos encontremos en el socialismo, ni es una cuestión a tratar como asunto secundario.
Ese trabajo con masas debe completarse con el perfeccionamiento de nuestra agitación y propaganda para llevar a la clase obrera, especialmente a su parte más inquieta y crítica, a posiciones comunistas; y con el resto de tareas de construcción de una organización que sea ejemplar a la hora de impulsar la reconstrucción del Partido Comunista en nuestro país.
El asentamiento de la organización comunista
No sólo hemos tratado de resolver problemas que arrastrábamos, también hemos comenzado a desarrollar y asentar características necesarias para toda organización marxista-leninista:
- Un centralismo democrático que combine la confrontación abierta, honesta y crítica en los cauces adecuados en el interno; con la unidad de acción disciplinada, esforzada y consciente en el externo. Ni un centralismo burocrático con una militancia acrítica y seguidista, ni un modelo anárquico de varios “Partidos” dentro de la organización.
- Una organización alejada del izquierdismo. Es decir, que no ignore las luchas espontáneas masivas por las contradicciones que entrañan.
- Huir del sectarismo, tanto hacia las masas con que queremos trabajar políticamente, como con el resto de organizaciones que apuestan por reconstruir un Partido que organice la revolución socialista. Creemos en el respeto a las decisiones democráticas de las masas con las que trabajamos políticamente y en el debate honesto con el resto de fuerzas comunistas que apuestan por la reconstrucción del Partido de la revolución, puesto que lo contrario entorpecería este objetivo. No antepondremos intereses partidarios a los de la clase obrera.
- El trabajo por aumentar la influencia del movimiento comunista entre las masas en general y en el movimiento obrero en particular, con los objetivos revolucionarios ya expuestos.
- Afrontar todas las implicaciones que tiene querer organizar una revolución, incluidas aquellas que aún parecen lejanas.
Conclusión
Aunque hayamos conseguido detectar algunas desviaciones que teníamos en nuestro seno en el pasado y hayamos intentado corregirlas, o haya elementos que estemos esforzándonos por afianzar en nuestra organización, esto no quiere decir que estemos inmunizados de desarrollar errores futuros. Esto es porque el marxismo-leninismo no es un maná puro que se pueda tener o no tener; y ni nuestra organización ni ninguna otra pueden garantizar el mantenerse siempre protegidas de posibles desviaciones ideológicas, dado que normalmente tienen su origen en pequeñas tendencias que surgen como consecuencia de la lucha de clases.
Por ello es tan importante desarrollar una militancia crítica, formada y con una profunda visión de clase, que sea sagaz a la hora de detectar esas tendencias y las plantee de forma abierta en el seno de la organización. Igual que durante este año que ya hemos cumplido, continuaremos avanzando con esta tarea en el futuro para conseguir el Partido que llevará a nuestra clase a hacer su revolución.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Fuente: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]