Antonio Machado y la Unión Soviética
artículo publicado en el blog Cuestionatelotodo en enero de 2021
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Como suele pasar en un mundo cultural subyugado por la clase capitalista, la cultura se usa como plataforma para lograr la hegemonía ideológica entre los dominados, usando para ello cualquier método, ya sea la mentira o, igualmente, la censura total o parcial de un autor o de parte de su obra.
Antonio Machado es, si cabe, uno de los genios de nuestra lengua más manipulados por las mafias editoriales y mediáticas de nuestro país. Vendido como el vate de Castilla, el reflexivo poeta o el hacedor de nuevos romances, la biografía y militancia del gran poeta son, en realidad, mucho más ricas de lo que nos cuentan, siendo su vida ejemplar, comprometida, víctima de la tijera del censor que hoy actua de forma taimada pero eficaz.
Sin embargo, una faceta de Antonio Machado que el capital oculta convenientemente es su defensa activa del acercamiento a la Unión Soviética. Además de que fue un convencido republicano y antifascista, lo que hizo que huyera tras el triunfo fascista en España en 1939 a la Francia donde murió poco después, lideró, durante los tiempos de gobierno del Frente Popular, una organización, fundada en febrero de 1933 y domiciliada en la Gran Vía de Madrid, denominada: “Asociación de Amigos de la Unión Soviética“ .
La declaración de intenciones de aquella agrupación, similar a las creadas por toda Europa por los militantes comunistas y simpatizantes, era: “No tendremos más programa ni más bandera que decir y ayudar a conocer la verdad sobre la URSS, combatiendo con las armas de la verdad la mentira, la calumnia y la deformación”.
Tanto es así que el autor del famoso "caminante no hay camino, se hace camino al andar", no dejó en sus últimos años de vida de caminar siempre en contra de la bestia nazi, de subrayar el papel decadente del capitalismo en sus últimas fases y de tratar, incluso, a figuras demonizadas como la de Stalin con simpatía y raciocinio.
Así en sus escritos sobre la guerra, recopilados en La Guerra. Escritos: 1936-39, da argumentos muy interesantes y clarificadores sobre las causas de la guerra española o, de paso, aunque solo la intuyera por su anticipado fallecimiento en el exilio francés, de la futura guerra mundial, además de otros acerca de las siniestras similitudes entre fascistas y capitalistas y, por su puesto, en defensa de la Revolución Soviética, de la Rusia revolucionaria y de, incluso, el camarada Stalin, denostado y objeto ya en su época de campañas criminalizadoras que se intensificarían mucho más tras la victoria del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial.
Por ejemplo, opina sobre el papel ridículo y vergonzoso de la Sociedad de Naciones, en relación a su defensa de la No Intervención en la Guerra Civil Española, del mismo modo que en su papel ambiguo en el rechazo a las ambiciones italo-alemanas en el periodo interbélico, en un evidente apoyo encubierto a las potencias fascistas (que, en España, fueron el verdadero motor de las tropas de Franco). Machado escribe: "Reparemos en su actuación desdichada en la Sociedad de Naciones, convirtiendo una institución nobilísima, que hubiera honrado a la humanidad entera, en un órgano superfluo, cuando no lamentable, y que sería de la más regocijante ópera bufa si no coincidiese con los momentos más trágicos de la historia contemporánea"
Y de esa humillación de las potencias capitalistas ante el fascismo y sobre este, afirma que: "Ellos no invocan la abrumadora tradición de cultura de sus grandes pueblos respectivos: la declaran superflua; proclaman, en cambio, una voluntad ambiciosa, un culto al poder por el poder mismo, un deseo arbitrario de avasallar al mundo, que pretenden cohonestar con una ideología rancia, cien veces refutada y reducida al absurdo por el solo hecho de la guerra europea. Roma y Berlín son hoy los pedestales de esas dos figuras de teatro, abominables máscaras que suelen aparecer en los imperios llamados a ser aniquilados, por enemigos del género humano. La historia no camina al ritmo de nuestra impaciencia. No vivirá mucho, sin embargo, quien no vea el fracaso de esas dos deleznables organizaciones políticas que hoy representan Roma y Berlín".
También son ilustrativos sus comentarios acerca de Rusia (tanto en materia cultural e histórica como política) que, según él, aunque muestra el puño cerrado, la mano está abierta al mundo: "la Rusia actual, la Gran República de los Soviets, va ganando, de hora en hora, la simpatía y el amor de los pueblos; porque toda ella está consagrada a mejorar las condiciones de la vida humana, al logro efectivo, no a la mera enunciación, de un propósito de justicia"
Evidentemente, los comentarios del genio literario de las letras españolas no gustaban ni gustan en demasia a los que, como diría el propio Machado,"son luces mortecinas", entre otras cosas porque su preclara mente unía en el mismo paquete a capitalistas y fascistas, pues en el fondo no son más que dos caras de la misma bestia inhumana: "Londres, París, Berlín, Roma son faros intermitentes, luminarias mortecinas que todavía se transmiten señales, pero que ya no alumbran ni calienta, y que han perdido toda virtud de guías universales".
Machado también habla de marxismo con bellas y enriquecedoras palabras, hablando de Rusia, país donde éste se ha convertido en un proyecto político, opinando que "....el marxismo tiene para Rusia, como para todos los pueblos del mundo, un valor instrumental inapreciable. El marxismo contiene las visiones más profundas y certeras de los problemas que plantea la economía de todos los pueblos occidentales (...) Mi tesis es ésta: la Rusia actual, que a todos nos asombra, es marxista, pero es mucho más que marxismo. Por eso el marxismo, que ha traspasado todas las fronteras y está al alcance de todos los pueblos, es en Rusia en donde parece hablar a nuestro corazón".
Por último, antes de dejar hablar al maestro sevillano, siempre del lado de la humanidad, tal y como solo puede hacer alguien que sabe que la cultura ha de ser ante todo a favor del ser humano o no lo es, y que a ello se dedica, Machado también comenta la estupidez del miedo extendido por los que tienen como cometido vivir del trabajo ajeno y de las riquezas de otros pueblos, a la dictadura del proletariado, como sustituta de la que no es más que la dictadura de los capitalistas, sea cual sea su formato, democrático-burgués o abiertamente fascista; incluso se atreve, ante el horror de los editores de ese mundo de la cultura-mercancía y de sus amos de las corporaciones, a defender a Stalin: "En cuanto a la dictadura del proletariado, ¿por qué nos asustan tanto las palabras? Si el barco necesita nueva tripulación y nuevos capitanes, ¿por qué no reclutarlos en el mundo del trabajo, cuando el del capital es --por definición aceptada-- el de las viejas ratas que corroen la nave? La lógica sigue siempre del lado de Stalin. ¿La lógica nada más?"
Comentando la entrevista que le hizo H.G. Wells en 1934 al camarada, Machado es contundente: "De aquello que se desmorona hay que esperarlo todo menos una transformación; porque si fuera capaz de transformarse, claro está que de ningún modo se desmoronaría. Sustituir, construir y ayudar a caer: tal es lo esencialmente revolucionario para Stalin. La historia de todas las revoluciones le da la razón ampliamente".
En los dos artículos que compartimos a continuación, escritos en los años en los que esas "ratas" de las que habla Machado intentaban roer el barco de España con sus ejércitos y mentiras, el gran poeta y amigo del pueblo deja correr la pluma libremente hablando de la cultura rusa (con interesantes comentarios sobre Tolstoi o Dostoyeveski), sobre la Rusia comunista, Lenin y la Revolución, acerca de Stalin y, en definitiva, del futuro de la humanidad en tiempos en el que el capitalismo en decadencia y su fruto el fascismo intentaban empujarla a las tinieblas, desmintiendo y desnudando a los mercenarios de la cultura que, como es lógico, esconden sus palabras precisamente para ocultar las obvias conclusiones del poeta:
"Mi tesis es ésta: la Rusia actual, que a todos nos asombra, es marxista, pero es mucho más que marxismo. Por eso el marxismo, que ha traspasado todas las fronteras y está al alcance de todos los pueblos, es en Rusia en donde parece hablar a nuestro corazón".
Cuando se conmemora el aniversario de su muerte en la localidad francesa de Colliere, aquel 22 de febrero de 1939, herido de muerte por el fascismo como la propia España, recuperamos una antigua entrada de este blog, compartiendo algunos de sus escritos sobre la guerra, recopilados en La Guerra. Escritos: 1936-39. Con ellos queremos revindicar y recordar al que fue uno de los símbolos de la lucha de la República y la democracia contra la bestia nazifranquista, siempre dispuesto a hablar y escribir con el corazón y, por lo tanto, dispuesto interlocutor para usar la palabra para la paz, al lado de los pueblos y, por supuesto, a marchar de la mano junto al socialismo en favor de ambos.
artículo publicado en el blog Cuestionatelotodo en enero de 2021
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Como suele pasar en un mundo cultural subyugado por la clase capitalista, la cultura se usa como plataforma para lograr la hegemonía ideológica entre los dominados, usando para ello cualquier método, ya sea la mentira o, igualmente, la censura total o parcial de un autor o de parte de su obra.
Antonio Machado es, si cabe, uno de los genios de nuestra lengua más manipulados por las mafias editoriales y mediáticas de nuestro país. Vendido como el vate de Castilla, el reflexivo poeta o el hacedor de nuevos romances, la biografía y militancia del gran poeta son, en realidad, mucho más ricas de lo que nos cuentan, siendo su vida ejemplar, comprometida, víctima de la tijera del censor que hoy actua de forma taimada pero eficaz.
Sin embargo, una faceta de Antonio Machado que el capital oculta convenientemente es su defensa activa del acercamiento a la Unión Soviética. Además de que fue un convencido republicano y antifascista, lo que hizo que huyera tras el triunfo fascista en España en 1939 a la Francia donde murió poco después, lideró, durante los tiempos de gobierno del Frente Popular, una organización, fundada en febrero de 1933 y domiciliada en la Gran Vía de Madrid, denominada: “Asociación de Amigos de la Unión Soviética“ .
La declaración de intenciones de aquella agrupación, similar a las creadas por toda Europa por los militantes comunistas y simpatizantes, era: “No tendremos más programa ni más bandera que decir y ayudar a conocer la verdad sobre la URSS, combatiendo con las armas de la verdad la mentira, la calumnia y la deformación”.
Tanto es así que el autor del famoso "caminante no hay camino, se hace camino al andar", no dejó en sus últimos años de vida de caminar siempre en contra de la bestia nazi, de subrayar el papel decadente del capitalismo en sus últimas fases y de tratar, incluso, a figuras demonizadas como la de Stalin con simpatía y raciocinio.
Así en sus escritos sobre la guerra, recopilados en La Guerra. Escritos: 1936-39, da argumentos muy interesantes y clarificadores sobre las causas de la guerra española o, de paso, aunque solo la intuyera por su anticipado fallecimiento en el exilio francés, de la futura guerra mundial, además de otros acerca de las siniestras similitudes entre fascistas y capitalistas y, por su puesto, en defensa de la Revolución Soviética, de la Rusia revolucionaria y de, incluso, el camarada Stalin, denostado y objeto ya en su época de campañas criminalizadoras que se intensificarían mucho más tras la victoria del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial.
Por ejemplo, opina sobre el papel ridículo y vergonzoso de la Sociedad de Naciones, en relación a su defensa de la No Intervención en la Guerra Civil Española, del mismo modo que en su papel ambiguo en el rechazo a las ambiciones italo-alemanas en el periodo interbélico, en un evidente apoyo encubierto a las potencias fascistas (que, en España, fueron el verdadero motor de las tropas de Franco). Machado escribe: "Reparemos en su actuación desdichada en la Sociedad de Naciones, convirtiendo una institución nobilísima, que hubiera honrado a la humanidad entera, en un órgano superfluo, cuando no lamentable, y que sería de la más regocijante ópera bufa si no coincidiese con los momentos más trágicos de la historia contemporánea"
Y de esa humillación de las potencias capitalistas ante el fascismo y sobre este, afirma que: "Ellos no invocan la abrumadora tradición de cultura de sus grandes pueblos respectivos: la declaran superflua; proclaman, en cambio, una voluntad ambiciosa, un culto al poder por el poder mismo, un deseo arbitrario de avasallar al mundo, que pretenden cohonestar con una ideología rancia, cien veces refutada y reducida al absurdo por el solo hecho de la guerra europea. Roma y Berlín son hoy los pedestales de esas dos figuras de teatro, abominables máscaras que suelen aparecer en los imperios llamados a ser aniquilados, por enemigos del género humano. La historia no camina al ritmo de nuestra impaciencia. No vivirá mucho, sin embargo, quien no vea el fracaso de esas dos deleznables organizaciones políticas que hoy representan Roma y Berlín".
También son ilustrativos sus comentarios acerca de Rusia (tanto en materia cultural e histórica como política) que, según él, aunque muestra el puño cerrado, la mano está abierta al mundo: "la Rusia actual, la Gran República de los Soviets, va ganando, de hora en hora, la simpatía y el amor de los pueblos; porque toda ella está consagrada a mejorar las condiciones de la vida humana, al logro efectivo, no a la mera enunciación, de un propósito de justicia"
Evidentemente, los comentarios del genio literario de las letras españolas no gustaban ni gustan en demasia a los que, como diría el propio Machado,"son luces mortecinas", entre otras cosas porque su preclara mente unía en el mismo paquete a capitalistas y fascistas, pues en el fondo no son más que dos caras de la misma bestia inhumana: "Londres, París, Berlín, Roma son faros intermitentes, luminarias mortecinas que todavía se transmiten señales, pero que ya no alumbran ni calienta, y que han perdido toda virtud de guías universales".
Machado también habla de marxismo con bellas y enriquecedoras palabras, hablando de Rusia, país donde éste se ha convertido en un proyecto político, opinando que "....el marxismo tiene para Rusia, como para todos los pueblos del mundo, un valor instrumental inapreciable. El marxismo contiene las visiones más profundas y certeras de los problemas que plantea la economía de todos los pueblos occidentales (...) Mi tesis es ésta: la Rusia actual, que a todos nos asombra, es marxista, pero es mucho más que marxismo. Por eso el marxismo, que ha traspasado todas las fronteras y está al alcance de todos los pueblos, es en Rusia en donde parece hablar a nuestro corazón".
Por último, antes de dejar hablar al maestro sevillano, siempre del lado de la humanidad, tal y como solo puede hacer alguien que sabe que la cultura ha de ser ante todo a favor del ser humano o no lo es, y que a ello se dedica, Machado también comenta la estupidez del miedo extendido por los que tienen como cometido vivir del trabajo ajeno y de las riquezas de otros pueblos, a la dictadura del proletariado, como sustituta de la que no es más que la dictadura de los capitalistas, sea cual sea su formato, democrático-burgués o abiertamente fascista; incluso se atreve, ante el horror de los editores de ese mundo de la cultura-mercancía y de sus amos de las corporaciones, a defender a Stalin: "En cuanto a la dictadura del proletariado, ¿por qué nos asustan tanto las palabras? Si el barco necesita nueva tripulación y nuevos capitanes, ¿por qué no reclutarlos en el mundo del trabajo, cuando el del capital es --por definición aceptada-- el de las viejas ratas que corroen la nave? La lógica sigue siempre del lado de Stalin. ¿La lógica nada más?"
Comentando la entrevista que le hizo H.G. Wells en 1934 al camarada, Machado es contundente: "De aquello que se desmorona hay que esperarlo todo menos una transformación; porque si fuera capaz de transformarse, claro está que de ningún modo se desmoronaría. Sustituir, construir y ayudar a caer: tal es lo esencialmente revolucionario para Stalin. La historia de todas las revoluciones le da la razón ampliamente".
En los dos artículos que compartimos a continuación, escritos en los años en los que esas "ratas" de las que habla Machado intentaban roer el barco de España con sus ejércitos y mentiras, el gran poeta y amigo del pueblo deja correr la pluma libremente hablando de la cultura rusa (con interesantes comentarios sobre Tolstoi o Dostoyeveski), sobre la Rusia comunista, Lenin y la Revolución, acerca de Stalin y, en definitiva, del futuro de la humanidad en tiempos en el que el capitalismo en decadencia y su fruto el fascismo intentaban empujarla a las tinieblas, desmintiendo y desnudando a los mercenarios de la cultura que, como es lógico, esconden sus palabras precisamente para ocultar las obvias conclusiones del poeta:
"Mi tesis es ésta: la Rusia actual, que a todos nos asombra, es marxista, pero es mucho más que marxismo. Por eso el marxismo, que ha traspasado todas las fronteras y está al alcance de todos los pueblos, es en Rusia en donde parece hablar a nuestro corazón".
Cuando se conmemora el aniversario de su muerte en la localidad francesa de Colliere, aquel 22 de febrero de 1939, herido de muerte por el fascismo como la propia España, recuperamos una antigua entrada de este blog, compartiendo algunos de sus escritos sobre la guerra, recopilados en La Guerra. Escritos: 1936-39. Con ellos queremos revindicar y recordar al que fue uno de los símbolos de la lucha de la República y la democracia contra la bestia nazifranquista, siempre dispuesto a hablar y escribir con el corazón y, por lo tanto, dispuesto interlocutor para usar la palabra para la paz, al lado de los pueblos y, por supuesto, a marchar de la mano junto al socialismo en favor de ambos.