Abro la siguiente interrogante debido a que escuchado muchas veces ese <<Término>> y tengo la duda de si existe realmente o es una forma peyorativa de llamar a todo lo que no les gusta a los Racistas/Fascistas.
Marxismo cultural ¿Realmente existe?
Trabajador1936- Novato/a rojo/a
- Cantidad de envíos : 6
Reputación : 10
Fecha de inscripción : 22/12/2016
- Mensaje n°1
Marxismo cultural ¿Realmente existe?
Danko- Miembro del Soviet
- Cantidad de envíos : 1680
Reputación : 1809
Fecha de inscripción : 25/12/2011
Edad : 45
Localización : Barcelona
- Mensaje n°2
Re: Marxismo cultural ¿Realmente existe?
El Marxismo Cultural realmente existente es esa corriente del marxismo derivada, entre otros, del pensamiento de Gramsci y la Escuela de Fráncfort. Esto es, una escuela o rama del marxismo que considera a la cultura, y no a los factores económicos, como los responsables de la opresión de una clase sobre otra. Pero los sectores vinculados a la derecha conservadora o neofascista emplean ese término para referirse al conjunto de ideas y actitudes que actúan en oposición directa de los principios y valores básicos o fundamentales de la civilización occidental y/o la religión cristiana. De ahí que identifiquen el marxismo cultural como la agenda oculta detrás detrás de fenómenos como la corrección política y el multiculturalismo.
Saludos.
Saludos.
현욱한- Revolucionario/a
- Cantidad de envíos : 870
Reputación : 1011
Fecha de inscripción : 08/01/2015
Edad : 28
Localización : Madrid
- Mensaje n°3
Re: Marxismo cultural ¿Realmente existe?
La cultura es un factor intrínseco y está dominada generalmente por la clase dominante y va a venir marcada por el propio esquema de la superestructura y las posibilidades temporales a nivel productivo que nos permita la infraestructura.
Por otra parte, el análisis siempre ha venido dado a través de una extrema centralización y etnocentrismo de nuestra forma de vida o más bien, por nuestra propia superestructura, obviándose la propia evolución de otros pueblos a lo largo de los siglos.
Al igual que en el marxismo más clásico y ulterior encontramos el concepto de internacionalismo, la propia burguesía, siguiendo el propio mecanismo del capitalismo en su fase superior -o sea, el imperialismo- necesita expandirse y el mundo en su morada, y nosotros, la satisfacción de sus deseos. A la par que nosotros somos la satisfacción de sus deseos, los suyos -o sea, sus apetitos- serán transmitidos a la gran urbe consumista a través de ingentes campañas de márketing, la creación de costumbres y condiciones objetivas para que se de el sometimiento absoluto. El marxismo cultural o marxismo psicológico, si se lo prefiere, ha sido muy bien analizado por Erich Fromm, como crítica y/o análisis a la forma de vida neoliberal:
El concepto de la cultura, la sociedad y su comportamiento, ha sido analizado por autores eminentemente marxistas, anteriormente citamos a Erich Fromm, aunque, más recientemente, encontramos al hace poco fallecido Zygmunt Bauman, como el padre de la modernidad líquida. Al no tener fuentes digitales, te adjunto un vídeo para que puedas entender este concepto antedicho. Al igual que el capitalismo es un sistema heterogéneo, fugaz y transitorio -como así es el comportamiento de la materia en un laboratorio neoliberal, hablamos del liquidez ante la falta de solidez de una sociedad dominada por lo indeterminado de un sistema extremadamente liberal:
Por supuesto y como puede darse a entender, y al igual que el marxismo posee un internacionalismo, el capitalismo también lo posee, llamado imperialismo y en su fase económica: globalización. La globalización de los gustos, la globalización de las ideas predominantes, la globalización de la forma de vestir, y la globalización de los estándares sociales. Entender esto, es entender el dominio absoluto de una burguesía y de unos monopolios que controlan el planeta y controlan, más bien, la propia consciencia de los sujetos: no quiero ser pensado, es lo que propiamente se deduce como concepto de libertad por parte de M. Foucault; pensar lo que quiere que pensemos la burguesía, es hacer lo que quiere que se haga para la burguesía.
Por otra parte, el análisis siempre ha venido dado a través de una extrema centralización y etnocentrismo de nuestra forma de vida o más bien, por nuestra propia superestructura, obviándose la propia evolución de otros pueblos a lo largo de los siglos.
F. Engels | Prólogo al Manifiesto Comunista escribió:"¡Proletarios de todos los países, unios!" Sólo algunas voces nos respondieron cuando lanzamos estas palabras por el mundo, hace ya cuarenta y dos anos, en vísperas de la primera revolución Parisiense en que el proletariado actuó planteando sus propias reivindicaciones. Pero el 28 de septiembre de 1864 los proletarios de la mayoría de los países de la Europa occidental se unieron en la Asociación Internacional de los Trabajadores, de gloriosa memoria. Bien es cierto que la Internacional vivió tan sólo nueve años, pero la unión eterna queestableció entre los proletarios de todos los países vive todavía y subsiste más fuerte que nunca, y no hay mejor prueba de ello que la jornada de hoy.
Fuente: http://old.cjc.es/wp-content/uploads/2014/01/El-Manifiesto-Comunista.pdf
V. I. Uliánov | Prólogo a Imperialismo, fase superior del capitalismo escribió:Esa capa de obreros aburguesados, o “aristocracia obrera”, bastante pequeñoburgueses por su forma de vida, por sus ingresos económicos y por toda su visión del mundo, es el principal apoyo de la Segunda Internacional y, en la actualidad, el principal apoyo social (no militar) de la burguesía. Son verdaderos agentes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, los lugartenientes obreros de la clase capitalista, auténticos vehículos del reformismo y el chovinismo. En la guerra civil entre el proletariado y la burguesía se colocan inevitablemente, en número considerable, al lado de ésta, al lado de los “versalleses” contra los “comuneros”
Fuente: http://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/lenin_imperialismo.pdf
V. I. Uliánov | Imperialismo, fase superior del capitalismo escribió:El capitalismo es la producción de mercancías en el grado más elevado de desarrollo, cuando la propia fuerza de trabajo se convierte en una mercancía. El incremento del intercambio interior y, particularmente, del internacional es un rasgo característico del capitalismo. El desarrollo desigual y espasmódico de las distintas empresas, ramas industriales y países es inevitable bajo el sistema capitalista. Gran Bretaña fue el primer país que se convirtió en capitalista, y a mediados del siglo XIX, al adoptar el libre mercado, se presentó como el “taller del mundo”, el proveedor de bienes manufacturados para todos los países, los cuales, a cambio, debían surtirlo de materias primas. Pero en el último cuarto del siglo XIX ese monopolio de Gran Bretaña se vio quebrado; otros países, protegiéndose a sí mismos mediante aranceles “proteccionistas”, se transformaron en Estados capitalistas independientes. En el umbral del siglo XX asistimos a la formación de otro tipo de monopolios: primero, asociaciones monopolistas de capitalistas en todos los países de capitalismo desarrollado; segundo, la posición monopolista de unos pocos países ricos, en los cuales la acumulación de capital ha alcanzado proporciones gigantescas. Un enorme “excedente de capital” ha surgido en los países avanzados.
Fuente: ídem
Al igual que en el marxismo más clásico y ulterior encontramos el concepto de internacionalismo, la propia burguesía, siguiendo el propio mecanismo del capitalismo en su fase superior -o sea, el imperialismo- necesita expandirse y el mundo en su morada, y nosotros, la satisfacción de sus deseos. A la par que nosotros somos la satisfacción de sus deseos, los suyos -o sea, sus apetitos- serán transmitidos a la gran urbe consumista a través de ingentes campañas de márketing, la creación de costumbres y condiciones objetivas para que se de el sometimiento absoluto. El marxismo cultural o marxismo psicológico, si se lo prefiere, ha sido muy bien analizado por Erich Fromm, como crítica y/o análisis a la forma de vida neoliberal:
Erich Fromm | El arte de amar escribió:
Hay en la cultura contemporánea otro rasgo característico, estrechamente vinculado con ese factor. Toda nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable. La felicidad del hombre moderno consiste en la excitación de contemplar las vidrieras de los negocios, y en comprar todo lo que pueda, ya sea al contado o a plazos. El hombre (o la mujer) considera a la gente en una forma similar. Una mujer o un hombre atractivos son los premios que se quiere conseguir. «Atractivo» significa habitualmente un buen conjunto de cualidades que son populares y por las cuales hay demanda en el mercado de la personalidad. Las características específicas que hacen atractiva a una persona dependen de la moda de la época, tanto física como mentalmente. Durante los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial, una joven que bebía y fumaba, emprendedora y sexualmente provocadora, resultaba atractiva; hoy en día la moda exige más domesticidad y recato. A fines del siglo XIX y comienzos de éste, un hombre debía ser agresivo y ambicioso -hoy tiene que ser sociable y tolerante- para resultar atractivo. De cualquier manera, la sensación de enamorarse sólo se desarrolla con respecto a las mercaderías humanas que están dentro de nuestras posibilidades de intercambio. Quiero hacer un buen negocio; el objeto debe ser deseable desde el punto de vista de su valor social y, al mismo tiempo, debo resultarle deseable, teniendo en cuenta mis valores y potencialidades manifiestas y ocultas. De ese modo, dos personas se enamoran cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus propios valores de intercambio. Lo mismo que cuando se compran bienes raíces, suele ocurrir que las potencialidades ocultas susceptibles de desarrollo desempeñan un papel de considerable importancia en tal transacción. En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo. [...]
La sociedad capitalista se basa en el principio de libertad política, por un lado, y del mercado como regulador de todas las relaciones económicas, y por lo tanto, sociales, por el otro. El mercado de productos determina las condiciones que rigen el intercambio de mercancías, y el mercado del trabajo regula la adquisición y venta de la mano de obra. Tanto las cosas útiles como la energía y la habilidad humanas se transforman en artículos que se intercambian sin utilizar la fuerza y sin fraude en las condiciones del mercado. Los zapatos, por útiles y necesarios que sean, carecen de valor económico (valor de intercambio) si no hay demanda de ellos en el mercado; la energía y la habilidad humanas no tienen valor de intercambio si no existe demanda en las condiciones existentes en el mercado. El poseedor de capital puede comprar mano de obra y hacerla trabajar para la provechosa inversión de su capital. El poseedor de mano de obra debe venderla a los capitalistas según las condiciones existentes en el mercado, o pasará hambre. Tal estructura económica se refleja en una jerarquía de valores. El capital domina al trabajo; las cosas acumuladas, lo que está muerto, tiene más valor que el trabajo, los poderes humanos, lo que está vivo.
Tal ha sido la estructura básica del capitalismo desde sus comienzos. Y si bien caracteriza todavía al capitalismo moderno, se han modificado ciertos factores que dan al capitalismo contemporáneo sus cualidades específicas y ejercen una honda influencia sobre la estructura caracterológica del hombre moderno [...]
El capitalismo moderno necesita hombres que cooperen mansamente y en gran número; que quieran consumir cada vez más; y cuyos gustos estén estandarizados y puedan modificarse y anticiparse fácilmente. Necesita hombres que se sientan libres e independientes, no sometidos a ninguna autoridad, principio o conciencia moral -dispuestos, empero, a que los manejen, a hacer lo que se espera de ellos, a encajar sin dificultades en la maquinaria social-; a los que se pueda
guiar sin recurrir a la fuerza, conducir, sin líderes, impulsar sin finalidad alguna -excepto la de cumplir, apresurarse, funcionar, seguir adelante-.
¿Cuál es el resultado? El hombre moderno está enajenado de sí mismo, de sus semejantes y de la naturaleza. (Cf. un estudio más detallado del apartamiento y de la influencia de la sociedad moderna sobre el carácter del hombre en mi libro The Sane Society, Nueva York, Rinehart and Company, 1955.) Se ha transformado en un articulo, experimenta sus fuerzas vitales como una inversión que debe producirle el máximo de beneficios posible en las condiciones imperantes en el mercado. [...]
Fuente: http://www.angelred.com/biblioteca/erich-fromm-el-arte-de-amar.pdf
(NOTA: Recomiendo encarecidamente la lectura de esta obra y otras de Erich Fromm para entender un concepto muy importante, como son las relaciones humanas en la actualidad, motor y pilar básico del funcionamiento de la sociedad)
El concepto de la cultura, la sociedad y su comportamiento, ha sido analizado por autores eminentemente marxistas, anteriormente citamos a Erich Fromm, aunque, más recientemente, encontramos al hace poco fallecido Zygmunt Bauman, como el padre de la modernidad líquida. Al no tener fuentes digitales, te adjunto un vídeo para que puedas entender este concepto antedicho. Al igual que el capitalismo es un sistema heterogéneo, fugaz y transitorio -como así es el comportamiento de la materia en un laboratorio neoliberal, hablamos del liquidez ante la falta de solidez de una sociedad dominada por lo indeterminado de un sistema extremadamente liberal:
Por supuesto y como puede darse a entender, y al igual que el marxismo posee un internacionalismo, el capitalismo también lo posee, llamado imperialismo y en su fase económica: globalización. La globalización de los gustos, la globalización de las ideas predominantes, la globalización de la forma de vestir, y la globalización de los estándares sociales. Entender esto, es entender el dominio absoluto de una burguesía y de unos monopolios que controlan el planeta y controlan, más bien, la propia consciencia de los sujetos: no quiero ser pensado, es lo que propiamente se deduce como concepto de libertad por parte de M. Foucault; pensar lo que quiere que pensemos la burguesía, es hacer lo que quiere que se haga para la burguesía.