Iolanda Fernández Caparrós, militante del PCE(r), 8 años presa, 14 militando
Soy hija de emigrantes. Mi padre, galego e hijo de labriegos y mi madre, andaluza, hija de pescadores, se casaron en Suiza donde habían emigrado jóvenes para huir de la extrema pobreza de la España franquista. De vuelta al Estado recién muerto el dictador, se instalaron en A Coruña, donde nací yo el 7 de diciembre de 1980. Tengo 29 años por lo tanto.
Desde siempre vivimos en el barrio de Monte Alto, hoy convertido en zona turística, pero que históricamente fue un barrio muy obrero fuertemente castigado por la droga y la delincuencia, pero también con mucha vida social y recuerdo histórico (su prisión provincial, la campa donde fusilaron a muchos republicanos...).
Allí estudié y también empecé a trabajar. Cuando me hallaba estudiando, los apuros económicos de la familia me llevaron a buscar pequeños empleos. Y se puede decir que hice de casi todo, florista, dependienta de una tienda de ropa, cuidar ancianos.... Estudié auxiliar de enfermería y tuve que dejar los de higienista dental, para trabajar en un frutería.
Comenzando a trabajar con 13 años y viviendo en un entorno donde estaban muy presentes los problemas sociales, con un nivel cierto nivel de conciencia, no es de extrañar que también para la militancia fuera “prematura”. Con 15 años frecuentaba los ambientes independentistas. Mientras estudiaba, empecé a militar en “Estudantes Independentistas” y poco después en las JUGA, Juntas Galegas pola Amnistia.
Por ese entonces conocí a militantes del PCE(r) y comencé a leer su interesante propaganda, a participar en discusiones políticas y poco a poco me fui implicando más. Mis inquietudes políticas se habían encaminado más al plano nacional hasta entonces, así que aquellos debates profundos me estaban aportando planteamientos que para mí me estaban resultando de mayor profundidad. Como simpatizante, empecé a participar en distintas campañas políticas, y participé también en varias plataformas sociales y en el intento de organizar a la juventud. Aún sin 18 años pasé a la militancia de pleno. En A Coruña participé numerosas veces en el reparto de la propaganda del PCE(r) a las puertas de las fábricas, y fue muy ilusionante y reconfortante ver el buen grado de aceptación entre muchos obreros.
Esos primeros años de actividad en la Organización Local del PCE(r) de A Coruña me asentaron mayores bases de conciencia y comprensión de la lucha, en la vida y en el trabajo.
En noviembre de 2000 detuvieron en Francia a varios camaradas de la Dirección del PCE(r), entre ellos a su Secretario General, y comenzamos con un trabajo profundo en la campaña de denuncia. Varios actos con obreros, con jóvenes, de difusión y denuncia. Y por otro lado reorganizar el trabajo de Organización en sí, tras las importantes caídas de revolucionarios. Así que recién cumplidos los 20 años, junto con otros camaradas, empezamos a impulsar la Organización de Galiza y me trasladé a vivir a Vigo. El traslado supuso tener que dejar el empleo para poder dedicarme exclusivamente a actividades políticas, que eran muchas en esa ciudad, así que en 8 meses muy intensos, realizamos mucha actividad de organización. Huelgas obreras, manifestaciones, trabajo agitativo... Pero seguía siendo necesario recomponer estructuras organizativas debilitadas tras las detenciones y la campaña de criminalización posterior. Se necesitaban manos, cada una y uno a su nivel, y mi decisión fue pasar a la clandestinidad para incorporarme a la Comisión de Organización. Hice el “paso” el 2 de julio de 2002, y el 18 de julio, 16 días después, me detienen junto a la camarada Aurora Caetano cuando salíamos de un piso en Madrid. Mi experiencia clandestina fue “efímera” por desgracia.
La de prisión está siendo algo más prolongada. Con la ley de partidos ilegalizaron al PCE(r) en 2003, pero ya se habían inventado antes la amalgama “todo es GRAPO”, así que los militantes del PCE(r) acabamos condenados por “pertenencia a banda armada”. En mi caso concreto me cayeron en gracia 8 años por “pertenencia” y otros 3 años de propina por “documentación falsa”.
En estos 8 años de prisión que llevo, he pasado por 4 cárceles y por un par de módulos de aislamiento. Más de tres de ellos llevo clasificada en Primer Grado, con todo tipo de restricciones, limitaciones, grabación de visitas, etc. Pero todo ello no me impide tratar de llevar una vida lo más organizada y productiva posible, así que hago deporte, estudio, lectura, correspondencia... y sobre todo seguir fortaleciendo mis ideas y militancia, aún de todos los impedimentos. Llevo 3 años y medio sin compartir módulo con ninguna compañera. A esta dispersión intercarcelaria, se le suma la dispersión de nuestros familiares y amigos, a cientos de kilómetros de nuestra tierra y gente querida. Con la dificultad en las visitas, por los innumerables gastos, matadas de kilometraje... A toda esa incomunicación obligada se le añade el intento de total aislamiento con la correspondencia limitada, intervenida, retenida o simplemente “no llegada”. Igual pasa con las llamadas telefónicas. Pero no pueden ni podrán lograr que sigamos manteniendo nuestra firmeza y actividad.
Iolanda Fernández Caparrós
Prisión de Zuera
50800 Zuera (Zaragoza)
Soy hija de emigrantes. Mi padre, galego e hijo de labriegos y mi madre, andaluza, hija de pescadores, se casaron en Suiza donde habían emigrado jóvenes para huir de la extrema pobreza de la España franquista. De vuelta al Estado recién muerto el dictador, se instalaron en A Coruña, donde nací yo el 7 de diciembre de 1980. Tengo 29 años por lo tanto.
Desde siempre vivimos en el barrio de Monte Alto, hoy convertido en zona turística, pero que históricamente fue un barrio muy obrero fuertemente castigado por la droga y la delincuencia, pero también con mucha vida social y recuerdo histórico (su prisión provincial, la campa donde fusilaron a muchos republicanos...).
Allí estudié y también empecé a trabajar. Cuando me hallaba estudiando, los apuros económicos de la familia me llevaron a buscar pequeños empleos. Y se puede decir que hice de casi todo, florista, dependienta de una tienda de ropa, cuidar ancianos.... Estudié auxiliar de enfermería y tuve que dejar los de higienista dental, para trabajar en un frutería.
Comenzando a trabajar con 13 años y viviendo en un entorno donde estaban muy presentes los problemas sociales, con un nivel cierto nivel de conciencia, no es de extrañar que también para la militancia fuera “prematura”. Con 15 años frecuentaba los ambientes independentistas. Mientras estudiaba, empecé a militar en “Estudantes Independentistas” y poco después en las JUGA, Juntas Galegas pola Amnistia.
Por ese entonces conocí a militantes del PCE(r) y comencé a leer su interesante propaganda, a participar en discusiones políticas y poco a poco me fui implicando más. Mis inquietudes políticas se habían encaminado más al plano nacional hasta entonces, así que aquellos debates profundos me estaban aportando planteamientos que para mí me estaban resultando de mayor profundidad. Como simpatizante, empecé a participar en distintas campañas políticas, y participé también en varias plataformas sociales y en el intento de organizar a la juventud. Aún sin 18 años pasé a la militancia de pleno. En A Coruña participé numerosas veces en el reparto de la propaganda del PCE(r) a las puertas de las fábricas, y fue muy ilusionante y reconfortante ver el buen grado de aceptación entre muchos obreros.
Esos primeros años de actividad en la Organización Local del PCE(r) de A Coruña me asentaron mayores bases de conciencia y comprensión de la lucha, en la vida y en el trabajo.
En noviembre de 2000 detuvieron en Francia a varios camaradas de la Dirección del PCE(r), entre ellos a su Secretario General, y comenzamos con un trabajo profundo en la campaña de denuncia. Varios actos con obreros, con jóvenes, de difusión y denuncia. Y por otro lado reorganizar el trabajo de Organización en sí, tras las importantes caídas de revolucionarios. Así que recién cumplidos los 20 años, junto con otros camaradas, empezamos a impulsar la Organización de Galiza y me trasladé a vivir a Vigo. El traslado supuso tener que dejar el empleo para poder dedicarme exclusivamente a actividades políticas, que eran muchas en esa ciudad, así que en 8 meses muy intensos, realizamos mucha actividad de organización. Huelgas obreras, manifestaciones, trabajo agitativo... Pero seguía siendo necesario recomponer estructuras organizativas debilitadas tras las detenciones y la campaña de criminalización posterior. Se necesitaban manos, cada una y uno a su nivel, y mi decisión fue pasar a la clandestinidad para incorporarme a la Comisión de Organización. Hice el “paso” el 2 de julio de 2002, y el 18 de julio, 16 días después, me detienen junto a la camarada Aurora Caetano cuando salíamos de un piso en Madrid. Mi experiencia clandestina fue “efímera” por desgracia.
La de prisión está siendo algo más prolongada. Con la ley de partidos ilegalizaron al PCE(r) en 2003, pero ya se habían inventado antes la amalgama “todo es GRAPO”, así que los militantes del PCE(r) acabamos condenados por “pertenencia a banda armada”. En mi caso concreto me cayeron en gracia 8 años por “pertenencia” y otros 3 años de propina por “documentación falsa”.
En estos 8 años de prisión que llevo, he pasado por 4 cárceles y por un par de módulos de aislamiento. Más de tres de ellos llevo clasificada en Primer Grado, con todo tipo de restricciones, limitaciones, grabación de visitas, etc. Pero todo ello no me impide tratar de llevar una vida lo más organizada y productiva posible, así que hago deporte, estudio, lectura, correspondencia... y sobre todo seguir fortaleciendo mis ideas y militancia, aún de todos los impedimentos. Llevo 3 años y medio sin compartir módulo con ninguna compañera. A esta dispersión intercarcelaria, se le suma la dispersión de nuestros familiares y amigos, a cientos de kilómetros de nuestra tierra y gente querida. Con la dificultad en las visitas, por los innumerables gastos, matadas de kilometraje... A toda esa incomunicación obligada se le añade el intento de total aislamiento con la correspondencia limitada, intervenida, retenida o simplemente “no llegada”. Igual pasa con las llamadas telefónicas. Pero no pueden ni podrán lograr que sigamos manteniendo nuestra firmeza y actividad.
Iolanda Fernández Caparrós
Prisión de Zuera
50800 Zuera (Zaragoza)