Sobre cómo debe el Partido de vanguardia elevar la conciencia de la clase obrera
Ferrán Ripoll - blog 'Universidad Obrera' - febrero 2017
Es habitual, y sobre todo ahora en época de repliegue del movimiento obrero en España, escuchar hablar en los sectores intelectuales de la “izquierda” de la impotencia de crear poder popular ante una clase obrera que vota al PP, una clase obrera que se acerca a movimientos fascistas, una clase obrera que es machista o una clase obrera que, según ellos, es imbécil por no votar a sus partidos políticos que supuestamente representan los intereses de la clase obrera.
Existe un problema real, y no es, evidentemente, que la clase obrera sea imbécil, sino que es la falta de una organización que tenga la capacidad de crear las condiciones subjetivas, de elevar la conciencia por: 1) representar sus intereses de clase reales, los de la toma del poder por parte de nuestra clase y la instauración de la dictadura del proletariado, del estado obrero, como única herramienta capaz de acabar con la opresión que imponen los empresarios y sus séquitos políticos e intelectuales, la burguesía, y así arrebatarles todos los privilegios que les hace estar en el lado pesado de la balanza en la lucha de clase y acabar con la explotación del hombre por el hombre, el paro y la miseria; 2) que tenga un trabajo propagandístico y en frente de masas capaz de llegar a la inmensa mayoría de la clase obrera, que desprestigie a los medios de comunicación burgueses y la propaganda anticomunista en general; 3) que haya demostrado en la práctica ,en el día a día de la clase obrera, ser un referente para ella por su trabajo junto a ella, por su capacidad de conquistar y arrebatarle derechos al capital, porque nos vea como iguales, que luchamos por nuestros intereses de clase, por su capacidad analítica, organizativa y combativa que le brinda el marxismo-leninismo, por su capacidad de remover la rabia y los sentimientos de la miseria que vive la clase obrera, y que así esta acepte al partido como el partido de vanguardia, que tenga plena confianza en las personas profesionalizadas en la toma del poder al haber trabajado codo con codo junto al partido obrero en los frentes de masas y las organizaciones del partido.
En definitiva, el problema es la falta del partido de la clase obrera capaz de luchar contra la alienación que sufre esta y que deriva, por ejemplo, en que confíen en Podemos y la democracia burguesa como herramienta para la defensa de sus intereses más inmediatos.
-Sobre el derechismo imperante en la tarea de concienciación y la reconstrucción del partido.
Ante esta situación de repliegue del movimiento obrero, del Movimiento Comunista Internacional y de la fuerte propaganda anticomunista que ha calado en la clase obrera, la solución derechista para crear las condiciones subjetivas (que se ve tanto en partidos y organizaciones jóvenes que tienen perspectiva de crearlas dentro de su militancia de base pero no en su dirigentes que para nada quieren crear las condiciones para la revolución) es la de rebajar la práctica y el discurso, tanto en la propaganda del propio partido como en los frentes de masas, donde esta situación es aún si cabe más aberrante.
Ser unos mentirosos y unos traidores a la clase obrera, ocultar tu condición de comunista y del partido en el que estas por miedo al rechazo de la clase obrera y renunciar tanto al programa mínimo como el máximo, por tanto, no crear las condiciones para que un frente de masas acabe hegemonizado por el partido comunista, que la máxima referencialidad la tengan no solo los elementos que trabajan en ese frente de masas sino el partido por completo y que, por tanto, por un lado, los frentes sigan la dirección del partido en su táctica a corto y largo plazo y, por otro lado, que se empiecen a crear las condiciones para la toma del poder, y que cuando llegue el momento decisivo de la revolución no haya vacilaciones y, sindicatos, asociaciones de barrio y demás frentes todos a una luchen por la revolución socialista.
Es sorprendente que Lenin o Dimitrov hablasen de hacer trabajo propagandístico en los frentes de masas más reaccionarios, con la condición de que la clase obrera estuviera ahí, y estos señores, incluso en frentes tomados por ellos, no creen esta hegemonía.
Lo aberrante de este “método” de “concienciación” es que consigue todo lo contrario, y por tanto, se convierte en reaccionario haciendo de zapa del movimiento obrero, desde Podemos al PCPE a día de hoy. Llevan una práctica y un discurso interclasista o reformista, como veremos ahora con la teoría de la neutralidad, en el que elementos que no son de la clase obrera se pueden sentir muy cómodos, incluso la clase obrera temporalmente, hasta que aparezca una alternativa que haga un trabajo de concienciación real y donde la clase obrera se sienta reflejada por los intereses que defiende. En ningún caso sirve para elevar la conciencia ni, por tanto, crear las condiciones que he citado anteriormente, ni tampoco a largo plazo para acumular fuerzas primero mediante el reformismo o el interclasismo, que es la esperanza que tienen algunos comunistas con estas desviaciones, para luego concienciarles. Esto creará contradicciones a nivel interno que harán que se infiltre cada vez más la ideología burguesa, y el uso de esta táctica ya es un primer síntoma, y que aleje a la clase obrera de estos frentes como ocurre hoy en día en España con CCOO.
Un ejemplo histórico de estas posturas fueron las denunciadas en la Komintern en 1922, las posturas de la neutralidad y la autonomía de un sindicato:
“La influencia de la burguesía sobre el proletariado se refleja en la teoría de la neutralidad, según la cual los sindicatos deberían limitarse exclusivamente a objetivos económicos, estrechos y corporativos, y no a objetivos de clase.”1
“La burguesía siempre tiende a separar la política de la economía, porque comprende perfectamente que si logra confinar a la clase obrera en el marco de los intereses corporativos, ningún peligro serio amenazará su dominación.”2
La teoría de la autonomía, es decir, la no participación de partidos políticos en los sindicatos (que era defendida por anarcosindicalistas en esa época) se reproduce hoy en día, no en la práctica, ya que si que existe la influencia de los partidos y su intención de crear hegemonía en función a una táctica, por muy anticomunista que sea (aunque también se dan las posturas anarquizantes en las que la militancia del partido que trabaja en un frente no conoce la táctica para ese frente planteada por el partido ni es partícipe de ella y, por tanto, imposibilita la unidad del partido en el frente). Sino que esto ocurre también en la teoría, se oculta al máximo esta influencia, se miente, se tergiversa, se declara que los frentes son ajenos a cualquier partido político, y por tanto, se imposibilita en la práctica la hegemonización. Comunistas avergonzados.
También podemos exponer el ejemplo de los mencheviques y las discusiones que se dieron en torno al sindicalismo en el V Congreso del P.O.S.D.R:
“En las deliberaciones del V Congreso del Partido ocupó un lugar especial el problema de los sindicatos. Los mencheviques defendían la “neutralidad” de los sindicatos; es decir, manifestábanse en contra del papel dirigente del Partido en el movimiento sindical. El Congreso rechazó la propuesta de los mencheviques y aprobó la resolución presentada por los bolcheviques sobre los sindicatos. En esta resolución se señalaba que debía lucharse por que la dirección ideológica y política de los sindicatos estuviese en manos del Partido”.3
En definitiva, estas posturas reflejan el no entender nada de lo que significa la lucha de clases, de lo que significa ser clase obrera y por qué esta clase es la única clase revolucionaria, y la incomprensión acerca de lo que son las condiciones objetivas: las contradicciones del sistema capitalista y de la clase obrera con respecto a este. Hace falta entender que la clase obrera es la única clase revolucionaria, que sus condiciones de miseria, su inestabilidad y sus perspectivas de futuro, su desposesión de medios de producción, todas estas condiciones materiales (o sea, su ser social, que se da por contradicciones objetivas, la del capital-trabajo), hacen que sus intereses reales, objetivos, sean los de la revolución. Luego quedará incentivar las condiciones subjetivas, que es de lo que trata este artículo: de su conciencia. Pero esta no se creará mediante el reformismo o el interclasismo, ahí no se ven reflejados sus intereses reales y objetivos y cuanto tomen conciencia, tomarán a estos derechistas como sus enemigos de clase y como traidores de la clase obrera, que es lo que son.
Notas:
1 Degras, Jane. 1955, La Internacional Comunista, Volumen I 1919-1922, Extractos de las directrices para la acción comunista en los sindicatos adoptados por el IV Congreso de la Comintern, p.412.
2 Ídem
3 Comité Central del PC(B) de la URSS. 1938, Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la URSS, p.99
Ferrán Ripoll - blog 'Universidad Obrera' - febrero 2017
Es habitual, y sobre todo ahora en época de repliegue del movimiento obrero en España, escuchar hablar en los sectores intelectuales de la “izquierda” de la impotencia de crear poder popular ante una clase obrera que vota al PP, una clase obrera que se acerca a movimientos fascistas, una clase obrera que es machista o una clase obrera que, según ellos, es imbécil por no votar a sus partidos políticos que supuestamente representan los intereses de la clase obrera.
Existe un problema real, y no es, evidentemente, que la clase obrera sea imbécil, sino que es la falta de una organización que tenga la capacidad de crear las condiciones subjetivas, de elevar la conciencia por: 1) representar sus intereses de clase reales, los de la toma del poder por parte de nuestra clase y la instauración de la dictadura del proletariado, del estado obrero, como única herramienta capaz de acabar con la opresión que imponen los empresarios y sus séquitos políticos e intelectuales, la burguesía, y así arrebatarles todos los privilegios que les hace estar en el lado pesado de la balanza en la lucha de clase y acabar con la explotación del hombre por el hombre, el paro y la miseria; 2) que tenga un trabajo propagandístico y en frente de masas capaz de llegar a la inmensa mayoría de la clase obrera, que desprestigie a los medios de comunicación burgueses y la propaganda anticomunista en general; 3) que haya demostrado en la práctica ,en el día a día de la clase obrera, ser un referente para ella por su trabajo junto a ella, por su capacidad de conquistar y arrebatarle derechos al capital, porque nos vea como iguales, que luchamos por nuestros intereses de clase, por su capacidad analítica, organizativa y combativa que le brinda el marxismo-leninismo, por su capacidad de remover la rabia y los sentimientos de la miseria que vive la clase obrera, y que así esta acepte al partido como el partido de vanguardia, que tenga plena confianza en las personas profesionalizadas en la toma del poder al haber trabajado codo con codo junto al partido obrero en los frentes de masas y las organizaciones del partido.
En definitiva, el problema es la falta del partido de la clase obrera capaz de luchar contra la alienación que sufre esta y que deriva, por ejemplo, en que confíen en Podemos y la democracia burguesa como herramienta para la defensa de sus intereses más inmediatos.
-Sobre el derechismo imperante en la tarea de concienciación y la reconstrucción del partido.
Ante esta situación de repliegue del movimiento obrero, del Movimiento Comunista Internacional y de la fuerte propaganda anticomunista que ha calado en la clase obrera, la solución derechista para crear las condiciones subjetivas (que se ve tanto en partidos y organizaciones jóvenes que tienen perspectiva de crearlas dentro de su militancia de base pero no en su dirigentes que para nada quieren crear las condiciones para la revolución) es la de rebajar la práctica y el discurso, tanto en la propaganda del propio partido como en los frentes de masas, donde esta situación es aún si cabe más aberrante.
Ser unos mentirosos y unos traidores a la clase obrera, ocultar tu condición de comunista y del partido en el que estas por miedo al rechazo de la clase obrera y renunciar tanto al programa mínimo como el máximo, por tanto, no crear las condiciones para que un frente de masas acabe hegemonizado por el partido comunista, que la máxima referencialidad la tengan no solo los elementos que trabajan en ese frente de masas sino el partido por completo y que, por tanto, por un lado, los frentes sigan la dirección del partido en su táctica a corto y largo plazo y, por otro lado, que se empiecen a crear las condiciones para la toma del poder, y que cuando llegue el momento decisivo de la revolución no haya vacilaciones y, sindicatos, asociaciones de barrio y demás frentes todos a una luchen por la revolución socialista.
Es sorprendente que Lenin o Dimitrov hablasen de hacer trabajo propagandístico en los frentes de masas más reaccionarios, con la condición de que la clase obrera estuviera ahí, y estos señores, incluso en frentes tomados por ellos, no creen esta hegemonía.
Lo aberrante de este “método” de “concienciación” es que consigue todo lo contrario, y por tanto, se convierte en reaccionario haciendo de zapa del movimiento obrero, desde Podemos al PCPE a día de hoy. Llevan una práctica y un discurso interclasista o reformista, como veremos ahora con la teoría de la neutralidad, en el que elementos que no son de la clase obrera se pueden sentir muy cómodos, incluso la clase obrera temporalmente, hasta que aparezca una alternativa que haga un trabajo de concienciación real y donde la clase obrera se sienta reflejada por los intereses que defiende. En ningún caso sirve para elevar la conciencia ni, por tanto, crear las condiciones que he citado anteriormente, ni tampoco a largo plazo para acumular fuerzas primero mediante el reformismo o el interclasismo, que es la esperanza que tienen algunos comunistas con estas desviaciones, para luego concienciarles. Esto creará contradicciones a nivel interno que harán que se infiltre cada vez más la ideología burguesa, y el uso de esta táctica ya es un primer síntoma, y que aleje a la clase obrera de estos frentes como ocurre hoy en día en España con CCOO.
Un ejemplo histórico de estas posturas fueron las denunciadas en la Komintern en 1922, las posturas de la neutralidad y la autonomía de un sindicato:
“La influencia de la burguesía sobre el proletariado se refleja en la teoría de la neutralidad, según la cual los sindicatos deberían limitarse exclusivamente a objetivos económicos, estrechos y corporativos, y no a objetivos de clase.”1
“La burguesía siempre tiende a separar la política de la economía, porque comprende perfectamente que si logra confinar a la clase obrera en el marco de los intereses corporativos, ningún peligro serio amenazará su dominación.”2
La teoría de la autonomía, es decir, la no participación de partidos políticos en los sindicatos (que era defendida por anarcosindicalistas en esa época) se reproduce hoy en día, no en la práctica, ya que si que existe la influencia de los partidos y su intención de crear hegemonía en función a una táctica, por muy anticomunista que sea (aunque también se dan las posturas anarquizantes en las que la militancia del partido que trabaja en un frente no conoce la táctica para ese frente planteada por el partido ni es partícipe de ella y, por tanto, imposibilita la unidad del partido en el frente). Sino que esto ocurre también en la teoría, se oculta al máximo esta influencia, se miente, se tergiversa, se declara que los frentes son ajenos a cualquier partido político, y por tanto, se imposibilita en la práctica la hegemonización. Comunistas avergonzados.
También podemos exponer el ejemplo de los mencheviques y las discusiones que se dieron en torno al sindicalismo en el V Congreso del P.O.S.D.R:
“En las deliberaciones del V Congreso del Partido ocupó un lugar especial el problema de los sindicatos. Los mencheviques defendían la “neutralidad” de los sindicatos; es decir, manifestábanse en contra del papel dirigente del Partido en el movimiento sindical. El Congreso rechazó la propuesta de los mencheviques y aprobó la resolución presentada por los bolcheviques sobre los sindicatos. En esta resolución se señalaba que debía lucharse por que la dirección ideológica y política de los sindicatos estuviese en manos del Partido”.3
En definitiva, estas posturas reflejan el no entender nada de lo que significa la lucha de clases, de lo que significa ser clase obrera y por qué esta clase es la única clase revolucionaria, y la incomprensión acerca de lo que son las condiciones objetivas: las contradicciones del sistema capitalista y de la clase obrera con respecto a este. Hace falta entender que la clase obrera es la única clase revolucionaria, que sus condiciones de miseria, su inestabilidad y sus perspectivas de futuro, su desposesión de medios de producción, todas estas condiciones materiales (o sea, su ser social, que se da por contradicciones objetivas, la del capital-trabajo), hacen que sus intereses reales, objetivos, sean los de la revolución. Luego quedará incentivar las condiciones subjetivas, que es de lo que trata este artículo: de su conciencia. Pero esta no se creará mediante el reformismo o el interclasismo, ahí no se ven reflejados sus intereses reales y objetivos y cuanto tomen conciencia, tomarán a estos derechistas como sus enemigos de clase y como traidores de la clase obrera, que es lo que son.
Notas:
1 Degras, Jane. 1955, La Internacional Comunista, Volumen I 1919-1922, Extractos de las directrices para la acción comunista en los sindicatos adoptados por el IV Congreso de la Comintern, p.412.
2 Ídem
3 Comité Central del PC(B) de la URSS. 1938, Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la URSS, p.99