169 años del Manifiesto Comunista
Nestor Guadaño - publicado en 2017 en 'Amistad hispano-soviética'
El Manifiesto del Partido Comunista, es el tratado político que más ha influenciado en la historia y es, sin lugar a dudas, una de las grandes obras realizadas por el ser humano.
Esta declaración fue encargada por la Liga de los Comunistas a Karl Marx y Friedrich Engels entre 1847 y 1848, y publicada por primera vez en Londres el 21 de febrero de 1848.
Esta confeccionado para el movimiento ascendente de liberación de la clase obrera y para cada trabajador que quiera romper sus cadenas de opresión, sociales, económicas y políticas.
En el prologo a la edición alemana de 1872, los autores advierten:
"Por mucho que durante los últimos veinticinco años hayan cambiado las circunstancias, los principios generales desarrollados en este Manifiesto siguen siendo substancialmente exactos. Sólo tendría que retocarse algún que otro detalle. Ya el propio Manifiesto advierte que la aplicación práctica de estos principios dependerá en todas partes y en todo tiempo de las circunstancias históricas existentes, razón por la que no se hace especial hincapié en las medidas revolucionarias propuestas al final del capítulo II. Si tuviésemos que formularlo hoy, este pasaje presentaría un tenor distinto en muchos respectos. Este programa ha quedado a trozos anticuado por efecto del inmenso desarrollo experimentado por la gran industria en los últimos veinticinco años, con los consiguientes progresos ocurridos en cuanto a la organización política de la clase obrera, y por el efecto de las experiencias prácticas de la revolución de febrero en primer término, y sobre todo de la Comuna de París, donde el proletariado, por vez primera, tuvo el Poder político en sus manos por espacio de dos meses. La comuna ha demostrado, principalmente, que “la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus propios fines”.
Esta idea última expresa claramente, que la pujanza de las ideas contenidas en el Manifiesto Comunista consiste en crear una nueva sociedad, y lo más dificil no es tomar las riendas del Estado, sino transformarla completamente, para que las ideas de emancipación social de la clase obrera sean consumadas.
De hecho Engels en el Prólogo a la edición de 1883 así lo deja consignado:
"La idea central que inspira todo el Manifiesto, a saber: que el régimen económico de la producción y la estructuración social que de él se deriva necesariamente en cada época histórica constituye la base sobre la cual se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto, toda la historia de la sociedad -una vez disuelto el primitivo régimen de comunidad del suelo- es una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, a tono con las diferentes fases del proceso social, hasta llegar a la fase presente, en que la clase explotada y oprimida -el proletariado- no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime -de la burguesía- sin emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la explotación y las luchas de clases."
Y en el Prólogo a la Edición alemana de 1890, Engels certifica:
"Cuando la clase obrera europea volvió a sentirse lo bastante fuerte para lanzarse de nuevo al asalto contra las clases gobernantes, nació la Asociación Obrera Internacional. El fin de esta organización era fundir todas las masas obreras militantes de Europa y América en un gran cuerpo de ejército. Por eso, este movimiento no podía arrancar de los principios sentados en el Manifiesto.
No había más remedio que darle un programa que no cerrase el paso a las tradeuniones inglesas, a los proudhonianos franceses, belgas, italianos y españoles ni a los partidarios de Lassalle en Alemania . Este programa con las normas directivas para los estatutos de la Internacional, fue redactado por Marx con una maestría que hasta el propio Bakunin y los anarquistas hubieron de reconocer. En cuanto al triunfo final de las tesis del Manifiesto, Marx ponía toda su confianza en el desarrollo intelectual de la clase obrera, fruto obligado de la acción conjunta y de la discusión. Los sucesos y vicisitudes de la lucha contra el capital, y más aún las derrotas que las victorias, no podían menos de revelar al proletariado militante, en toda su desnudez, la insuficiencia de los remedios milagreros que venían empleando e infundir a sus cabezas una mayor claridad de visión para penetrar en las verdaderas condiciones que habían de presidir la emancipación obrera. Marx no se equivocaba. Cuando en 1874 se disolvió la Internacional, la clase obrera difería radicalmente de aquella con que se encontrara al fundarse en 1864. En los países latinos, el proudhonianismo agonizaba, como en Alemania lo que había de específico en el partido de Lassalle, y hasta las mismas tradeuniones inglesas, conservadoras hasta la médula, cambiaban de espíritu, permitiendo al presidente de su congreso, celebrado en Swansea en 1887, decir en nombre suyo: “El socialismo continental ya no nos asusta”. Y en 1887 el socialismo continental se cifraba casi en los principios proclamados por el Manifiesto. La historia de este documento refleja, pues, hasta cierto punto, la historia moderna del movimiento obrero desde 1848.
En la actualidad es indudablemente el documento más extendido e internacional de toda la literatura socialista del mundo, el programa que une a muchos millones de trabajadores de todos los países, desde Siberia hasta California".
Propuesta para la lucha actual
En estos 169 años, la experiencia condensada por nuestra clase obrera es muy valiosa pues ha demostrado con los hechos, que la propuesta de futuro del Manifiesto Comunista es cada vez más imperativa y vigente.
Nos anima a proseguir la lucha, pues continua el enfrentamiento entre las dos clases sociales:
> La burguesía, quienes son los capitalistas modernos en su fase última agresiva: el imperialismo, dueños de los medios de producción sociales, cuya única finalidad consiste en la apropiación máxima del trabajo asalariado, y su dictadura política y económica.
> El proletariado, los trabajadores asalariados, que son obligados a vender su fuerza de trabajo, al no disponer de medios de producción propios, cada vez más numeroso, que realiza todas las tareas, la mayoría de los procesos de producción en el mundo.
Esta lucha entre la mayoría de la Humanidad explotada, contra la ínfima minoría explotadora ha generado continuas guerras, e intentos revolucionarios, que fueron realizados tomando como bases las ideas declaradas en el Manifiesto.
Con las consignas del socialismo, como una etapa inferior de la transformación marxista de la sociedad, utilizadas por los herederos de la Segunda Internacional, se convirtieron en un dique utilizado por la propia burguesía y sus adláteres dentro del Movimento Obrero y Social, para estancar la lucha revolucionaria.
Tras la corrupción y traición de las organizaciones llamadas socialistas en 1914, en todo el continente europeo, muchos revolucionarios tomaron conciencia que era necesario un nuevo paso en la lucha por la emancipación del proletariado, “la emancipación de los trabajadores sólo podía ser obra de la propia clase obrera”.
"Hace 100 años comenzó el futuro".
“¡Proletarios de todos los países, uníos!”, por primera vez fue lanzada esta consigna en vísperas de la Comuna de París, y como apunta Engels en el Prólogo a la Edición Italiana de 1893:
"La revolución fue en todas partes obra de las clases trabajadoras: fueron los obreros quienes levantaron las barricadas y dieron sus vidas luchando por la causa. Sin embargo, solamente los obreros de París, después de derribar el Gobierno, tenían la firme y decidida intención de derribar con él a todo el régimen burgués. Pero, aunque abrigaban una conciencia muy clara del antagonismo irreductible que se alzaba entre su propia clase y la burguesía, el desarrollo económico del país y el desarrollo intelectual de las masas obreras francesas no habían alcanzado todavía el nivel necesario para que pudiese triunfar una revolución socialista. Por eso, a la postre, los frutos de la revolución cayeron en el regazo de la clase capitalista".
Esta conciencia de clase en el siglo XX se consiguió en Rusia. Cuando se hizo evidente que no es posible un acuerdo con los aliados del Capital, y cuando se hizo realidad la unidad de todos los revolucionarios, para conseguir un Estado Social, para esta mayoría de población asalariada, que fuese realizado este salto cualitativo de la Humanidad por los propios obreros.
Hace 100 años, la más consecuente organización revolucionaria, el Partido Comunista (bolchevique) llevó a la clase obrera, por primera vez en el mundo, al poder en un Estado.
La Revolución Proletaria Socialista Soviética demostró a toda la población del mundo, que existe una alternativa válida a la vía capitalista.
Los acontecimientos acaecidos hasta ahora, han demostrado fehacientemente que el proletariado es la única clase social en la actual sociedad, cuya emancipación significará la liberación de toda la humanidad mediante la revolución comunista: la abolición de la propiedad burguesa, las clases sociales y el Estado.
Hasta hoy día este es el punto de partida, para la implantación de una nueva etapa de evolución de la Humanidad, la sociedad comunista en la tierra.
Nestor Guadaño - publicado en 2017 en 'Amistad hispano-soviética'
El Manifiesto del Partido Comunista, es el tratado político que más ha influenciado en la historia y es, sin lugar a dudas, una de las grandes obras realizadas por el ser humano.
Esta declaración fue encargada por la Liga de los Comunistas a Karl Marx y Friedrich Engels entre 1847 y 1848, y publicada por primera vez en Londres el 21 de febrero de 1848.
Esta confeccionado para el movimiento ascendente de liberación de la clase obrera y para cada trabajador que quiera romper sus cadenas de opresión, sociales, económicas y políticas.
En el prologo a la edición alemana de 1872, los autores advierten:
"Por mucho que durante los últimos veinticinco años hayan cambiado las circunstancias, los principios generales desarrollados en este Manifiesto siguen siendo substancialmente exactos. Sólo tendría que retocarse algún que otro detalle. Ya el propio Manifiesto advierte que la aplicación práctica de estos principios dependerá en todas partes y en todo tiempo de las circunstancias históricas existentes, razón por la que no se hace especial hincapié en las medidas revolucionarias propuestas al final del capítulo II. Si tuviésemos que formularlo hoy, este pasaje presentaría un tenor distinto en muchos respectos. Este programa ha quedado a trozos anticuado por efecto del inmenso desarrollo experimentado por la gran industria en los últimos veinticinco años, con los consiguientes progresos ocurridos en cuanto a la organización política de la clase obrera, y por el efecto de las experiencias prácticas de la revolución de febrero en primer término, y sobre todo de la Comuna de París, donde el proletariado, por vez primera, tuvo el Poder político en sus manos por espacio de dos meses. La comuna ha demostrado, principalmente, que “la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus propios fines”.
Esta idea última expresa claramente, que la pujanza de las ideas contenidas en el Manifiesto Comunista consiste en crear una nueva sociedad, y lo más dificil no es tomar las riendas del Estado, sino transformarla completamente, para que las ideas de emancipación social de la clase obrera sean consumadas.
De hecho Engels en el Prólogo a la edición de 1883 así lo deja consignado:
"La idea central que inspira todo el Manifiesto, a saber: que el régimen económico de la producción y la estructuración social que de él se deriva necesariamente en cada época histórica constituye la base sobre la cual se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto, toda la historia de la sociedad -una vez disuelto el primitivo régimen de comunidad del suelo- es una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, a tono con las diferentes fases del proceso social, hasta llegar a la fase presente, en que la clase explotada y oprimida -el proletariado- no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime -de la burguesía- sin emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la explotación y las luchas de clases."
Y en el Prólogo a la Edición alemana de 1890, Engels certifica:
"Cuando la clase obrera europea volvió a sentirse lo bastante fuerte para lanzarse de nuevo al asalto contra las clases gobernantes, nació la Asociación Obrera Internacional. El fin de esta organización era fundir todas las masas obreras militantes de Europa y América en un gran cuerpo de ejército. Por eso, este movimiento no podía arrancar de los principios sentados en el Manifiesto.
No había más remedio que darle un programa que no cerrase el paso a las tradeuniones inglesas, a los proudhonianos franceses, belgas, italianos y españoles ni a los partidarios de Lassalle en Alemania . Este programa con las normas directivas para los estatutos de la Internacional, fue redactado por Marx con una maestría que hasta el propio Bakunin y los anarquistas hubieron de reconocer. En cuanto al triunfo final de las tesis del Manifiesto, Marx ponía toda su confianza en el desarrollo intelectual de la clase obrera, fruto obligado de la acción conjunta y de la discusión. Los sucesos y vicisitudes de la lucha contra el capital, y más aún las derrotas que las victorias, no podían menos de revelar al proletariado militante, en toda su desnudez, la insuficiencia de los remedios milagreros que venían empleando e infundir a sus cabezas una mayor claridad de visión para penetrar en las verdaderas condiciones que habían de presidir la emancipación obrera. Marx no se equivocaba. Cuando en 1874 se disolvió la Internacional, la clase obrera difería radicalmente de aquella con que se encontrara al fundarse en 1864. En los países latinos, el proudhonianismo agonizaba, como en Alemania lo que había de específico en el partido de Lassalle, y hasta las mismas tradeuniones inglesas, conservadoras hasta la médula, cambiaban de espíritu, permitiendo al presidente de su congreso, celebrado en Swansea en 1887, decir en nombre suyo: “El socialismo continental ya no nos asusta”. Y en 1887 el socialismo continental se cifraba casi en los principios proclamados por el Manifiesto. La historia de este documento refleja, pues, hasta cierto punto, la historia moderna del movimiento obrero desde 1848.
En la actualidad es indudablemente el documento más extendido e internacional de toda la literatura socialista del mundo, el programa que une a muchos millones de trabajadores de todos los países, desde Siberia hasta California".
Propuesta para la lucha actual
En estos 169 años, la experiencia condensada por nuestra clase obrera es muy valiosa pues ha demostrado con los hechos, que la propuesta de futuro del Manifiesto Comunista es cada vez más imperativa y vigente.
Nos anima a proseguir la lucha, pues continua el enfrentamiento entre las dos clases sociales:
> La burguesía, quienes son los capitalistas modernos en su fase última agresiva: el imperialismo, dueños de los medios de producción sociales, cuya única finalidad consiste en la apropiación máxima del trabajo asalariado, y su dictadura política y económica.
> El proletariado, los trabajadores asalariados, que son obligados a vender su fuerza de trabajo, al no disponer de medios de producción propios, cada vez más numeroso, que realiza todas las tareas, la mayoría de los procesos de producción en el mundo.
Esta lucha entre la mayoría de la Humanidad explotada, contra la ínfima minoría explotadora ha generado continuas guerras, e intentos revolucionarios, que fueron realizados tomando como bases las ideas declaradas en el Manifiesto.
Con las consignas del socialismo, como una etapa inferior de la transformación marxista de la sociedad, utilizadas por los herederos de la Segunda Internacional, se convirtieron en un dique utilizado por la propia burguesía y sus adláteres dentro del Movimento Obrero y Social, para estancar la lucha revolucionaria.
Tras la corrupción y traición de las organizaciones llamadas socialistas en 1914, en todo el continente europeo, muchos revolucionarios tomaron conciencia que era necesario un nuevo paso en la lucha por la emancipación del proletariado, “la emancipación de los trabajadores sólo podía ser obra de la propia clase obrera”.
"Hace 100 años comenzó el futuro".
“¡Proletarios de todos los países, uníos!”, por primera vez fue lanzada esta consigna en vísperas de la Comuna de París, y como apunta Engels en el Prólogo a la Edición Italiana de 1893:
"La revolución fue en todas partes obra de las clases trabajadoras: fueron los obreros quienes levantaron las barricadas y dieron sus vidas luchando por la causa. Sin embargo, solamente los obreros de París, después de derribar el Gobierno, tenían la firme y decidida intención de derribar con él a todo el régimen burgués. Pero, aunque abrigaban una conciencia muy clara del antagonismo irreductible que se alzaba entre su propia clase y la burguesía, el desarrollo económico del país y el desarrollo intelectual de las masas obreras francesas no habían alcanzado todavía el nivel necesario para que pudiese triunfar una revolución socialista. Por eso, a la postre, los frutos de la revolución cayeron en el regazo de la clase capitalista".
Esta conciencia de clase en el siglo XX se consiguió en Rusia. Cuando se hizo evidente que no es posible un acuerdo con los aliados del Capital, y cuando se hizo realidad la unidad de todos los revolucionarios, para conseguir un Estado Social, para esta mayoría de población asalariada, que fuese realizado este salto cualitativo de la Humanidad por los propios obreros.
Hace 100 años, la más consecuente organización revolucionaria, el Partido Comunista (bolchevique) llevó a la clase obrera, por primera vez en el mundo, al poder en un Estado.
La Revolución Proletaria Socialista Soviética demostró a toda la población del mundo, que existe una alternativa válida a la vía capitalista.
Los acontecimientos acaecidos hasta ahora, han demostrado fehacientemente que el proletariado es la única clase social en la actual sociedad, cuya emancipación significará la liberación de toda la humanidad mediante la revolución comunista: la abolición de la propiedad burguesa, las clases sociales y el Estado.
Hasta hoy día este es el punto de partida, para la implantación de una nueva etapa de evolución de la Humanidad, la sociedad comunista en la tierra.