La historia se repite, y de nuevo como una gran farsa, un viejo fantasma recorre el Mundo; el folclorismo izquierdista.
El folclorismo izquierdista utiliza un lenguaje seudo-revolucionario, pero acaba defendiendo las mismas posiciones ideológicas, políticas y económicas que las oligarquías financieras, clases sociales a las que dice combatir. El folclorismo izquierdista también enarbola banderas y consignas del pasado revolucionario, de las clases sociales trabajadoras y populares, sin embargo, las reducen a una farsa grotesca en el presente. El folclorismo izquierdista, emulando a los próceres de Constantinopla, temerosos de hacer frente a los problemas que presenta la transformación revolucionaria de la sociedad contemporánea, prefieren debatir sobre el sexo de los ángeles.
El folclorismo de izquierdas declara que está dispuesto a “tomar el cielo por asalto”, “socializar todos los medios de producción”, a distribuir "a cada cual según su trabajo" en la perspectiva de “a cada cual según su necesidad”. No obstante, el folclorismo de izquierdas, ve imposible o considera indigno, por "reformista" y “pactista”, preocuparse por los intereses inmediatos de la población y mejorar sus condiciones de vida. Mejoras, en España, como blindar los menguados derechos sociales reconocidos en la constitución, establecer una ley electoral mínimamente democrática que haga realidad el principio democrático de “un ciudadano un voto”, impedir la corrupción de la “puertas giratorias”, un “poder judicial” independiente de la corrupción del “poder político”, o garantizar al pueblo español que pueda ejercer “el derecho de auto-determinación” libremente.
Se puede pensar que el folclorismo de izquierdas es algo nuevo y reducido a un ámbito geográfico determinado, la realidad es que es tan viejo como la revolución. Lo único que se ha hecho es bautizar el fenómeno con un nombre nuevo, sin tomarlo prestado del pasado, a un espíritu viejo.
Ya en el Manifiesto comunista Marx Y Engels manifestaron que los comunistas no tenían mayores problemas en establecer, y mantener, alianzas con la burguesía, en función de las diferentes etapas, períodos o coyunturas de la lucha de clases;
Una de las principales características, del folclorismo de izquierda, es la profunda desconfianza y el desprecio que sienten por el conjunto de los trabajadores, por estar éstos alienados, vocablo que el folclorismo de izquierda encuentra políticamente correcto aunque en realidad utilizaría la palabra aborregados, y no prestar los trabajadores sus oídos a los cantos de sirena que entona, el folclorismo izquierdista, sobre la planificación económica centralizada de la que son capaces. Desconfianza las de los trabajadores plenamente justificada ya que, el folclorismo de izquierda, es incapaz de presentar una planificación mínimamente coherente sobre la economía de su propia secta. De ahí la acérrimo antagonismo que muestra el folclorismo de izquierda contra la democracia, y que los trabajadores, y el resto de clases populares, puedan hacerse dueños del propio destino y responsables del destino colectivo. Subvirtiendo con fraseología seudo-revolucionaria la lucha comunista por la democracia;
En resumen, el viejo fantasma del folclorismo de izquierdas, nombre nuevo para la rancia ideología capitalista en el seno del proletariado revolucionario, cumple una doble función, por un lado defender los intereses de las oligarquías financiera camuflándolos como propios de los trabajadores, con simbología y charlatanería obrerista. Por otro lado, presentar las ideologías revolucionarias y la teoría comunista como una grotesca farsa acientífica y antidemocrática.
El folclorismo izquierdista utiliza un lenguaje seudo-revolucionario, pero acaba defendiendo las mismas posiciones ideológicas, políticas y económicas que las oligarquías financieras, clases sociales a las que dice combatir. El folclorismo izquierdista también enarbola banderas y consignas del pasado revolucionario, de las clases sociales trabajadoras y populares, sin embargo, las reducen a una farsa grotesca en el presente. El folclorismo izquierdista, emulando a los próceres de Constantinopla, temerosos de hacer frente a los problemas que presenta la transformación revolucionaria de la sociedad contemporánea, prefieren debatir sobre el sexo de los ángeles.
El folclorismo de izquierdas declara que está dispuesto a “tomar el cielo por asalto”, “socializar todos los medios de producción”, a distribuir "a cada cual según su trabajo" en la perspectiva de “a cada cual según su necesidad”. No obstante, el folclorismo de izquierdas, ve imposible o considera indigno, por "reformista" y “pactista”, preocuparse por los intereses inmediatos de la población y mejorar sus condiciones de vida. Mejoras, en España, como blindar los menguados derechos sociales reconocidos en la constitución, establecer una ley electoral mínimamente democrática que haga realidad el principio democrático de “un ciudadano un voto”, impedir la corrupción de la “puertas giratorias”, un “poder judicial” independiente de la corrupción del “poder político”, o garantizar al pueblo español que pueda ejercer “el derecho de auto-determinación” libremente.
Danko escribió:La izquierda folclórica la componen este tipo de personas y grupos que son extremadamente dogmáticos y que en esencia no se distinguen de un integrista o un fanático religioso. Asumen a pies y juntillas en una de las doctrinas de la izquierda (que ya puede ser el comunismo, el anarquismo u otra cualquiera) y consideran que todas las demás doctrinas son desviaciones burguesas. Creen que militan en la única izquierda verdadera, que defienden una especie de verdad revelada por un dios ideológico que tiene una vigencia eterna y está por encima de circunstancias y épocas.
Normalmente son sujetos que van ataviados con la simbología izquierdista propia de su tribu urbana que mostrarán con orgullo y con la que encuentran una identidad que no logran encontrar fuera de su respectiva tribu o parafernalia (vestimenta, estilo, pegatinas por todas partes, fraseología, merchandising temático, simbología y avatares en redes sociales, etc.). Su capacidad para el debate es nula, pues todo lo que defenderán tiene que estar previamente estructurado y explicado con una sobriedad infalible en base a sus textos sagrados (ya sean los textos de Marx, Engels o Lenin), y cualquier discusión tendrá que estar fundamentada en lo que dijo o escribió tal o cual autor correspondiente a los de su tribu (los demás autores no, están todos desviados). Se conocen su Biblia de memoria. Es más ese es el único libro que leen. Por eso les sacas de ahí y se desvela su profunda ignorancia de las cosas más elementales.
También se caracterizan por ser esencialmente sectarios. Cualquier discrepancia con este esquema incluso matización del mismo te convierte de facto en revisionista, o en alguien sospechoso de colaboracionista o de ser el brazo ejecutor (y en el tonto útil) de la burguesía. Cualquier solución intermedia o remedio a un problema concreto que se aparte de sus presupuestos maximalistas les resulta inaceptable, pues para ellos la solución única a todos los problemas es la revolución total, absoluta y eterna.
Gran parte de la izquierda ya se ha dado cuenta del peligro potencial que tiene para todos esta izquierda chiflada. Son personas altamente divisivas que parecen vivir en aquello de “cuanto peor, mejor”, hay veces que incluso parecen disfrutar con la degradación social y el empobrecimiento porque eso justifica sus teorías o porque así creen que se darán las “condiciones objetivas” para su deseada revolución
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Se puede pensar que el folclorismo de izquierdas es algo nuevo y reducido a un ámbito geográfico determinado, la realidad es que es tan viejo como la revolución. Lo único que se ha hecho es bautizar el fenómeno con un nombre nuevo, sin tomarlo prestado del pasado, a un espíritu viejo.
Ya en el Manifiesto comunista Marx Y Engels manifestaron que los comunistas no tenían mayores problemas en establecer, y mantener, alianzas con la burguesía, en función de las diferentes etapas, períodos o coyunturas de la lucha de clases;
Adaptación libre del Manifiesto del partido comunista de Marx y Engels escribió:Los comunistas, aunque luchando siempre por alcanzar los objetivos inmediatos y defender los intereses cotidianos de la clase obrera, representan a la par, dentro del movimiento actual, su porvenir. En Francia se alían al partido democrático-socialista contra la burguesía conservadora y radical, más sin renunciar por esto a su derecho de crítica frente a los tópicos y las ilusiones procedentes de la tradición revolucionaria “del folclorismo de izquierda”.
En Suiza apoyan a los radicales, sin ignorar que este partido es una mezcla de elementos contradictorios: de demócratas socialistas, a la manera francesa, y de burgueses radicales.
En Polonia, los comunistas apoyan al partido que sostiene la revolución agraria, como condición previa para la emancipación nacional del país, al partido que provocó la insurrección de Cracovia en 1846.
En “España”, el partido comunista luchará al lado de la burguesía, mientras ésta actúe revolucionariamente, dando con ella la batalla a la monarquía, a la gran propiedad feudal y “a la oligarquía financiera”.
Pero todo esto sin dejar un solo instante de laborar entre los obreros, hasta afirmar en ellos con la mayor claridad posible la conciencia del antagonismo hostil que separa a la burguesía del proletariado, para que, llegado el momento, los obreros “españoles” se encuentren preparados para volverse contra la burguesía, como otras tantas armas, esas mismas condiciones políticas y sociales que la burguesía, una vez que triunfe, no tendrá más remedio que implantar; para que en el instante mismo en que sean derrocadas las clases reaccionarias comience, automáticamente, la lucha contra la burguesía.
Las miradas de los comunistas convergen con un especial interés sobre “España”, pues no desconocen que este país está en vísperas de una revolución burguesa y que esa sacudida revolucionaria se va a desarrollar bajo las propicias condiciones de la civilización europea y con un proletariado mucho más potente que el de Inglaterra en el siglo XVII y el de Francia en el XVIII, “o la Grecia de principios del XXI”, razones todas para que la revolución “española” burguesa que se avecina no sea más que el preludio inmediato de una revolución proletaria.
Resumiendo: los comunistas apoyan en todas partes, como se ve, cuantos movimientos revolucionarios se planteen contra el régimen social y político imperante.
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Adaptación libre de un fragmento del Dieciocho brumario de Luis Bonaparte de Karl Marx escribió:Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando "los folclóricos de izquierda" aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando "los folclóricos de izquierda" conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal. Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República romana y del Imperio romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795."Los folclóricos de izquierda" son como el principiante que ha aprendido un idioma nuevo: lo traduce siempre a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin reminiscencias y olvida en él su "folclorismo original".
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Adaptación libre de un fragmento de La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo de Lenin escribió:Hemos visto en la cita del folleto de Francfort el tono decidido con que los "los folclóricos de izquierda" plantean esta consigna. Es triste ver cómo gentes que evidentemente se consideran como “comunistas” y quieren serlo, han olvidado las verdades fundamentales del “comunismo”. He aquí lo que en 1874 decía Engels -que, como Marx, pertenece a esa rarísima categoría de escritores cada una de cuyas frases de cada uno de sus grandes trabajos tiene una asombrosa profundidad de contenido-, contra el Manifiesto de los 33 “folclóricos de izquierda”:
'…Somos comunistas' (decían en su manifiesto los “folclóricos de izquierda”) 'porque queremos alcanzar nuestro fin, sin detenernos en etapas intermedias y sin compromisos, que no hacen más que alejar el día de la victoria y prolongar el periodo de esclavitud'.
Los comunistas alemanes son comunistas porque, a través de todas las etapas intermedias y de todos los compromisos creados no por ellos, sino por la marcha del desarrollo histórico, ven claramente y persiguen constantemente su objetivo final: la supresión de las clases y la creación de un régimen social en el cual no habrá ya sitio para la propiedad privada de la tierra y de todos los medios de producción. Los 33 “folclóricos de izquierda” son comunistas por cuanto se figuran que basta su buen deseo de saltar las etapas intermedias y los compromisos para que la cosa quede ya arreglada, y que si -ellos lo creen firmemente- 'se arma' uno de estos días y el Poder cae en sus manos, el 'comunismo estará implantado' al día siguiente. Por consiguiente, si no pueden hacer esto inmediatamente, no son comunistas.
¡Qué ingenua puerilidad la de presentar la propia impaciencia como argumento teórico!" (F. Engels, "Programa de “los folclóricos de izquierda”", en el periódico socialdemócrata alemán "Volksstaat", 1874, núm. 73)
Engels expresa, en ese mismo artículo, su profundo respeto por Vaillant, habla de los "méritos indiscutibles" de este último (que fue, como Guesde, uno de los jefes más eminentes del socialismo internacional, antes de su traición al socialismo en agosto de 1914). Pero Engels no deja de analizar minuciosamente su manifiesto error. Naturalmente, los revolucionarios muy jóvenes e inexperimentados, así como los revolucionarios pequeñoburgueses aun de edad ya provecta y muy experimentados, consideran extraordinariamente "peligroso", incomprensible, erróneo, el "autorizar los compromisos". Y muchos sofistas (que son politicastros ultra o excesivamente "experimentados") razonan del mismo modo que los jefes del oportunismo inglés mencionados por el camarada Lansbury: "Si los bolcheviques se permiten tal o cual compromiso, ¿por qué no hemos de permitirnos nosotros cualquier compromiso?" Pero los proletarios educados por huelgas múltiples (para no considerar más que esta manifestación de la lucha de clases) se asimilan habitualmente de un modo admirable la profundísima verdad (filosófica, histórica, política, psicológica) enunciada por Engels. Todo proletario conoce huelgas, conoce "compromisos" con los opresores y explotadores odiados, después de los cuales, los obreros han tenido que volver al trabajo sin haber obtenido nada o contentándose con una satisfacción parcial de sus demandas. Todo proletario, gracias al ambiente de lucha de masas y de acentuada agudización de los antagonismos de clase en que vive, observa la diferencia que hay entre un compromiso impuesto por condiciones objetivas (los huelguistas no tienen dinero en su caja, ni cuentan con apoyo alguno, padecen hambre, están agotados indeciblemente) --compromiso que en nada disminuye la abnegación revolucionaria ni el ardor para continuar la lucha de los obreros que lo han contraído-- y por otro lado un compromiso de traidores que achacan a causas objetivas su vil egoísmo (¡los rompehuelgas también contraen "compromisos"!), su cobardía, su deseo de servir a “las oligarquías financieras”, su falta de firmeza ante las amenazas, a veces ante las exhortaciones, a veces ante las limosnas o los halagos de “las oligarquías financieras” (estos compromisos de traidores son numerosísimos, particularmente en la historia del movimiento obrero inglés por parte de los jefes de las tradeuniones, pero, en una u otra forma, casi todos los obreros de todos los países han podido observar fenómenos análogos)
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Adaptación libre de Contra el liberalismo de Mao Zedong escribió:Estamos por la lucha ideológica activa, pues ella es el arma con que se logra la unidad interna del Partido y demás colectividades revolucionarias en beneficio del combate. Todos los comunistas y revolucionarios deben empuñar esta arma. Pero el “folclorismo de izquierdas” rechaza la lucha ideológica y propugna una paz sin principios, dando origen a un estilo decadente y vulgar, que conduce a la degeneración política a algunas organizaciones y miembros del Partido y demás colectividades revolucionarias.
El “folclorismo de izquierdas” se manifiesta en diferentes formas:
A sabiendas de que una persona está en un error, no sostener una discusión de principio con ella y dejar pasar las cosas para preservar la paz y la amistad, porque se trata de un conocido, paisano, condiscípulo, amigo íntimo, ser querido, viejo colega o viejo subordinado, “y en especial si se trata del gran líder”. O bien buscando mantenerse en buenos términos con esa persona, rozar apenas el asunto en lugar de ir hasta el fondo. Así, tanto la colectividad como el individuo resultan perjudicados. Este es el primer tipo de “folclorismo de izquierdas”.
Hacer críticas irresponsables en privado en vez de plantear activamente sugerencias a la organización. No decir nada a los demás en su presencia, sino andar con chismes a sus espaldas; o callarse en las reuniones, pero murmurar después. No considerar para nada los principios de la vida colectiva, sino dejarse llevar por las inclinaciones personales. Este es el segundo tipo.
Dejar pasar cuanto no le afecte a uno personalmente; decir lo menos posible aunque se tenga perfecta conciencia de que algo es incorrecto; ser hábil en mantenerse a cubierto y preocuparse únicamente de evitar reproches. Este es el tercer tipo.
Desobedecer las órdenes y colocar las opiniones personales en primer lugar; exigir consideraciones especiales de la organización, pero rechazar su disciplina. Este es el cuarto tipo.
Entregarse a ataques personales, armar líos, desahogar rencores personales o buscar venganza, en vez de debatir los puntos de vista erróneos y luchar contra ellos en bien de la unidad, el progreso y el buen cumplimiento del trabajo. Este es el quinto tipo. Escuchar opiniones incorrectas y no refutarlas, e incluso escuchar expresiones contrarrevolucionarias y no informar sobre ellas, tomándolas tranquilamente como si nada hubiera pasado. Este es el sexto tipo.
Al hallarse entre las masas, no hacer propaganda ni agitación, no hablar en sus reuniones, no investigar ni hacerles preguntas, sino permanecer indiferente a ellas, sin mostrar la menor preocupación por su bienestar, olvidando que se es comunista y comportándose como una persona cualquiera. Este es el séptimo tipo.
No indignarse al ver que alguien perjudica los intereses de las masas, ni disuadirlo, ni impedir su acción, ni razonar con él, sino dejarle hacer. Este es el octavo tipo.
Trabajar descuidadamente, sin plan ni orientación definidos; cumplir sólo con las formalidades y pasar los días vegetando: "mientras sea monje, tocaré la campana". Este es el noveno tipo.
Considerar que se ha rendido grandes servicios a la revolución y darse aires de veterano; desdeñar las tareas pequeñas pero no estar a la altura de las grandes; ser negligente en el trabajo y flojo en el estudio. Este es el décimo tipo.
Tener conciencia de los propios errores pero no intentar corregirlos, tomando una actitud “folclórica de izquierdas” para consigo mismo. Este es el undécimo tipo.
Podrían citarse otros tipos más, pero los once descritos son los principales.
Todas éstas son manifestaciones de “folclorismo de izquierdas”.
En una colectividad revolucionaria, el “folclorismo de izquierdas” es extremadamente perjudicial. Es una especie de corrosivo, que deshace la unidad, debilita la cohesión, causa apatía y crea disensiones. Priva a las filas revolucionarias de su organización compacta y de su estricta disciplina, impide la aplicación cabal de su política y aleja a las organizaciones del Partido de las masas que éste dirige. Se trata de una tendencia sumamente perniciosa.
El “folclorismo de izquierdas” proviene del egoísmo de la pequeña burguesía; éste coloca los intereses personales en primer plano y relega los intereses de la revolución al segundo, engendrando así el “folclorismo de izquierdas” en los terrenos ideológico, político y organizativo.
Los adictos al “folclorismo de izquierdas” consideran los principios del “comunismo” como dogmas abstractos. Aprueban el “comunismo”, pero no están dispuestos a practicarlo o a practicarlo cabalmente; no están dispuestos a sustituir su “folclorismo de izquierdas” por el “comunismo”. Tienen su “comunismo” y también su “folclorismo de izquierdas” hablan del “comunismo” pero practican el “folclorismo de izquierdas”, el “comunismo” es para los demás y el “folclorismo de izquierdas” para ellos mismos. Llevan ambos en su bagaje y encuentran aplicación para uno y otro. Así es como funciona el cerebro de cierta gente.
El “folclorismo de izquierdas” constituye una manifestación de oportunismo y es radicalmente opuesto al “comunismo”. Es negativo y, objetivamente, hace el juego al enemigo. De ahí que éste se alegre si en nuestras filas persiste el “folclorismo de izquierdas”. Por ser tal su naturaleza, no debe haber lugar para el “folclorismo de izquierdas” en las filas revolucionarias.
Debemos emplear el espíritu “comunista”, que es positivo, para superar el “folclorismo de izquierdas”, que es negativo. El comunista debe ser sincero y franco leal y activo, poner los intereses de la revolución por encima de su propia vida y subordinar sus intereses personales a los de la revolución; en todo momento y lugar ha de adherirse a los principios justos y luchar infatigablemente contra todas las ideas y acciones incorrectas, a fin de consolidar la vida colectiva del Partido y la ligazón de éste con las masas ha de preocuparse más por el Partido y las masas que por ningún individuo, y más por los demás que por sí mismo. Sólo una persona así es digna de llamarse comunista.
Todos los comunistas leales, francos, activos y honrados deben unirse para combatir las tendencias “folclóricas de izquierda”, que cierta gente tiene, y encauzar a ésta por el camino correcto. He aquí una de nuestras tareas en el frente ideológico.
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SS-18 escribió:Creo que no se entiende el término cuando lo he usado en el foro.
Me refiero al folclorismo a esos partidos revisionistas que carecen de todo contenido marxista, que carecen de la capacidad científica del marxismo y se parapetan solo detrás de simbología. Es decir, que intentan solapar su total falta de capacidad marxista, con simple y puro fetichismo folclórico.
No entienden los procesos históricos, el análisis de Stalin o de Lenin, no entienden el por qué se hizo el Pacto Molotov-Ribbentrop o se formó el Frente Popular. Solamente lo defienden pro simple folclore como el que defiende unos colores de una camiseta de futbol.
El problema no es la simbología, el problema es pretender ocular el anticomunismo y la reacción detrás de simbología haciéndose pasar uno por lo que no es.
El marxismo se diferencia y se detecta por el método científico, por el análisis, por la interiorización de ideas superiores. El marxismo, no se defiende desde el a ver quién agita más alto las banderas rojas.
Igual que el marxismo, le sirve y le vale quien tiene capacidad científica, objetiva y material de trasformación, modificación e influencia sobre la materia. No le vale a alguien que se forre de pies a cabezas con estampas de Stalin solo porque diga que es el más puro comunista del mundo.
Llamamos folclorismo a aquellos que han perdido toda utilidad marxista, que carecen de capacidad científica y algún tipo de provecho pragmático para el comunismo y pretenden suplantar ese valor científico con simple fetiche de símbolos, colores y cánticos “hooliganeros”.
Comunista no es el que se escuda en tecnicismos obreristas, en palabrería, en discursos izquierdistas y en procesiones de banderas rojas y estampitas de San Lenin y San Stalin. Comunista es el que estructura una visión científica de la realidad sobre la que formular acciones concretas con el objetivo de lograr transformar la materia, cuyos éxitos y errores de este proceso son los que determinan la correcta línea en la construcción del camino revolucionario.
Los folclóricos carecen del contenido científico y se escudan únicamente en ese fetiche simbólico…
…El folclorismo, es hijo del revisionismo soviético, del “breznevismo” de cuando la URSS estaba copada por esos traidores que emitían una especie de pamplina ideológica que solo defendían con palabrería pero que carecía de todo contenido y funcionalidad marxista. Las defensas eran desde el sectarismo, desde el dogmatismo, desde el infantilismo izquierdista.
El folclorismo es ese arte del revisionismo que engaña con charlatanería, con simbología, con banderas aprovechándose de los despistados y gente aún no formada, para hacer pasar líneas anticomunistas, por comunistas siendo atraídos por el folclore, no por el desarrollo ideológico de sus individuos.
Uno puede ser comunista llevando banderas rojas, símbolos comunistas, retratos de Stalin y Lenin. Ahora bien, no todo el que lleva banderas rojas, símbolos comunistas, retratos de Stalin o Lenin es comunista. Esto es lo que no entienden, porque desde la lógica burguesa, comunista debe de ser el que vista camisetas comunistas y el que diga que es comunista.
Los comunistas entendemos que las cosas no son porque uno crea o quiera que así sean si no por una relación pragmática ante la materia. Si alguien no emite análisis superiores, si no ha interiorizado niveles superiores de cosmovisión y entendimiento de la realidad y sobre todo, un modelo de actividad sobre la materia, no puede ser comunista por mucho que agite banderas rojas.
Los rasgos del trotskismo son ese infantilismo analítico ultra-revolucionario, ese dogmatismo, ese ultra-izquierdismo, ese sectarismo. No los hacen tener esas características por ser trotskistas, si no que el movimiento trotskista tiene esos rasgos. De la misma forma, de estos rasgos no escapa el que se crea seguidor de Stalin y Lenin, por eso mismo, folclorismo es el que intenta hacer pasar por socialismo científico el simple arte fetichista del meneo de banderas rojas, careciendo de toda profundidad y desarrollo ideológico marxista.
Puedes ser simpatizante comunista, pero no eres funcional al comunismo ni puedes ser comunista.
Por eso es importante poder y saber detectar esos rasgos primitivos y anticomunistas en los análisis y las formas de pensamiento. Estamos ante el peor de los enemigos del comunismo, aquel que se esconde detrás de la misma simbología, es el más difícil de detectar. Hablan en nombre del Marxismo, lo reivindican constantemente en cada palabra, intentan constantemente disfrazar los discursos de un aire “vintage” soviético, pero sus líneas de pensamiento, sus análisis, sus formas de estructurar las mediciones sobre la materia, son completamente calcadas de la reacción careciendo de todo valor científico.
Eso son los revisionistas folclóricos.
Boris Yeltsin, Mijaíl Gorbachov hacían fervientes discursos cargados de todo tipo de cháchara obrerista, revolucionaria, menciones a Marx, Lenin, revolución, etc. Pero sabiendo analizar lo que ellos defendían detrás de esa palabrería, se podía entender que lo que defendían eran líneas anticomunistas y completamente reaccionarias.
El problema de parte de los comunistas es que les cuesta entender esto, y creen que comunista es todo aquel que dice que lo es, y por eso acaban inutilizados y engañados…
…A ver lo de folclóricos lo llevo usando yo un tiempo… No existe definición. Es una caricatura del movimiento revisionista que yo llamo así. Folclórico porque hace campaña política en torno al folclore, no desde la capacidad marxista
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Una de las principales características, del folclorismo de izquierda, es la profunda desconfianza y el desprecio que sienten por el conjunto de los trabajadores, por estar éstos alienados, vocablo que el folclorismo de izquierda encuentra políticamente correcto aunque en realidad utilizaría la palabra aborregados, y no prestar los trabajadores sus oídos a los cantos de sirena que entona, el folclorismo izquierdista, sobre la planificación económica centralizada de la que son capaces. Desconfianza las de los trabajadores plenamente justificada ya que, el folclorismo de izquierda, es incapaz de presentar una planificación mínimamente coherente sobre la economía de su propia secta. De ahí la acérrimo antagonismo que muestra el folclorismo de izquierda contra la democracia, y que los trabajadores, y el resto de clases populares, puedan hacerse dueños del propio destino y responsables del destino colectivo. Subvirtiendo con fraseología seudo-revolucionaria la lucha comunista por la democracia;
- Frederich Engels en Introducción a las luchas de clases en Francia:
- Pero, ocurra lo que ocurriere en otros países, la socialdemocracia alemana tiene una posición especial, y con ello, por el momento al menos, una tarea especial también. Los dos millones de electores que envía a las urnas, junto con los jóvenes y las mujeres que están detrás de ellos y no tienen voto, forman la masa más numerosa y más compacta, la «fuerza de choque» decisiva del ejército proletario internacional. Esta masa suministra, ya hoy, más de la cuarta parte de todos los votos emitidos; y crece incesantemente, como lo demuestran las elecciones suplementarias al Reichstag, las elecciones a las Dietas de los distintos estados y las elecciones municipales y de tribunales de artesanos. Su crecimiento avanza de un modo tan espontáneo, tan constante, tan incontenible y al mismo tiempo tan tranquilo como un proceso de la naturaleza. Todas las intervenciones del Gobierno han resultado impotentes contra él. Hoy podemos contar ya con dos millones y cuarto de electores. Si este avance continúa, antes de terminar el siglo habremos conquistado la mayor parte de las capas intermedias de la sociedad, tanto los pequeños burgueses como los pequeños campesinos y nos habremos convertido en la potencia decisiva del país, ante la que tendrán que inclinarse, quieran o no, todas las demás potencias. Mantener en marcha ininterrumpidamente este incremento, hasta que desborde por sí mismo el sistema de gobierno actual; no desgastar en operaciones de descubierta esta fuerza de choque que se fortalece diariamente, sino conservarla intacta hasta el día decisivo: tal es nuestra tarea principal. Y sólo hay un medio para poder contener momentáneamente el crecimiento constante de las fuerzas socialistas de combate en Alemania e incluso para llevarlo a un retroceso pasajero: un choque en gran escala con las tropas, una sangría como la de 1871 en París. Aunque, a la larga, también esto se superaría. Para borrar del mundo a tiros un partido de millones de hombres no bastan todos los fusiles de repetición de Europa y América. Pero el desarrollo normal se interrumpiría; no se podría disponer tal vez de la fuerza de choque en el momento crítico; la lucha decisiva se retrasaría, se postergaría y llevaría aparejados mayores sacrificios.
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En resumen, el viejo fantasma del folclorismo de izquierdas, nombre nuevo para la rancia ideología capitalista en el seno del proletariado revolucionario, cumple una doble función, por un lado defender los intereses de las oligarquías financiera camuflándolos como propios de los trabajadores, con simbología y charlatanería obrerista. Por otro lado, presentar las ideologías revolucionarias y la teoría comunista como una grotesca farsa acientífica y antidemocrática.
Última edición por Jordi de Terrassa el Miér Abr 27, 2016 11:00 pm, editado 1 vez