El hundimiento del PSOE
El circo electoral pasó, próxima parada Cataluña, y como pronosticamos hace meses el PSOE lejos de remontar el número de votos sigue hundiéndose en su propia impostura. Y no porque el PP esté fuerte, al contrario, en tan solo nueve meses de gobierno su descrédito avanza. Perdió Andalucía y Asturias cuando se daban por ganadas, ganó en Galicia, pero con casi 150.000 votos menos respecto a las anteriores elecciones, y en Euskadi aparece como la cuarta fuerza y bajando. Más que nueve meses parecen nueve años los que lleva de gobierno. Pero los voceros de la burguesía no son estúpidos, se preocupan especialmente por la debacle del PSOE, no por la del PP, y hacen bien preocupándose, porque no se trata de un partido cualquiera, el PSOE es la apuesta de la burguesía, su pieza clave. Hagamos un poco de memoria.
El PSOE fue un partido sin relevancia alguna en la resistencia antifascista durante la dictadura del general Franco, dicha resistencia corrió principalmente a cargo de los comunistas. Es verdad que después todos eran muy demócratas, pero cuando los militares controlaban el régimen quienes dieron la cara luchaban con la hoz y el martillo por bandera. La clase obrera estaba organizada en torno al PCE, lo cual suponía un serio problema para una burguesía que pretendía incorporarse a Europa una vez muerto Franco. Dicha incorporación exigía ciertos requisitos formales, ciertas reformas, como por ejemplo permitir votar a los obreros. La burguesía pues tuvo como objetivo principal desmantelar la organización obrera para a continuación dejarles votar ya sin peligro. Era necesario atacar por ambos flancos. Por ello se usó, no solo al propio régimen fascista, sino también a traidores dentro del PCE y a un PSOE renacido de sus cenizas, luego veremos cómo renació este fénix.
Hay quien piensa que la organización de los obreros se esfuma a base de represión. Pero eso no es cierto, nuestros iguales se crecen en la adversidad, una vez establecida la voluntad de ser libres no se termina con ella fusilando y encarcelando solamente, hay que ir a la raíz, prostituir su organización, privar a los obreros de su instrumento fundamental de defensa, en este caso el PCE. Los encargados de esta operación fueron Carrillo y sus secuaces, quienes desde dentro minaron las bases de un partido con una trayectoria heroica y una línea revolucionaria consecuente, transformando al comunismo en un gatito inofensivo que se arrodilló ante la oligarquía. Con frecuencia se dice que esta era la única posibilidad, que de otro modo no hubieran sido legalizados. Esto es rotundamente falso porque el objetivo no era ese, de qué sirve presentarse a unas elecciones cuando previamente has renunciado a todos tus principios. Eso significaba el principio del fin, como se demostró después. Quienes llevaron al PCE por semejantes derroteros lo sabían perfectamente.
Al mismo tiempo que los carrillistas enredaban en el PCE, unos muchachos con el visto bueno de la dictadura, Felipe González y compañía, se hacían con el control del PSOE. La jugada estaba clara, eliminar la opción comunista ofreciendo a los obreros un supuesto socialismo democrático y moderno. Pero en las democracias burguesas no se gana con buenas intenciones, hace falta dinero, mucho dinero, y ahí estuvo el imperialismo de la mano de la socialdemocracia alemana para sufragar el renacimiento del fénix. A pesar de su renuncia al marxismo, el PSOE se vio obligado durante unos años a mantener una retórica izquierdista fuerte, era lo que exigía el guión, al fin y al cabo tenían que ganarse a la clase obrera, entonces no mostraban miedo alguno en dirigirse a los obreros. Según cuenta Vicent Navarro, que se mueve por esos cenagales, hoy ya no quieren ni oír hablar de ese tipo de expresiones, incluso el término trabajadores les parece fuera de lugar. Y con el cambio de retórica vino el cambio de vestuario, de las chaquetas de pana pasaron a los trajes a medida, toda una refundación.
Este cambio de vestuario no es cualquier cosa. La burguesía española se integró plenamente en el bloque imperialista europeo, había que desmantelar la industria e instalar la llamada cultura del pelotazo. Semejante operación solo se puede perpetrar con corbata, ante todo pulcritud, que diría el impostor de Bono. Los millones circulaban que ríanse ustedes del explotador chino Gao Ping. Entre tanto algunos obreros lograron colocarse en el régimen. La puta amamanta si lo cree necesario para perpetuarse. Y los hay que se venden por menos de un sueldo de policía, no se crean que hacen falta grandes lujos, una buena poltrona con su correspondiente moqueta hace perder la dignidad a más de uno. El complejo PSOE-sindicatos, eso que algunos llaman la casa común de la izquierda, colocó a todo el que tenía que colocar, las bocas se cerraron a toca teja. Es verdad que con algunos no pudieron, a esos les reservaban las cloacas del estado, lo que no fue difícil, todos los torturadores fascistas seguían en activo y al parecer tuvieron la feliz idea de trasmitir sus conocimientos antes de jubilarse. Con este comentario no se pretende describir exhaustivamente las trapacerías criminales del PSOE, necesitaríamos miles de páginas, el objetivo es que el lector pueda captar las líneas generales.
Los palanganeros del PSOE jamás admitirán que este país tras la muerte de Franco fue liderado por el PSOE, es decir, que el PP tuvo un papel secundario, y es que no podía ser de otro modo, a la burguesía le interesaban unos tipos capaces de "meternos en la OTAN fingiendo que no querían entrar en la OTAN", esa es la labor de zapa del PSOE, y hay que reconocer que supieron hacerlo magistralmente. Los populares a su lado son verdaderos niños de teta, muy torpes en el gobierno. Dichos palanganeros del PSOE, en su mayoría rabiosos anticomunistas, quieren hacernos creer que es el PP el partido que "destroza a España", los que nos arrastran al pasado, claro que de los 35 años de democracia burguesa el PP solo gobernó algo más de ocho, el resto es cosa del PSOE, en la mierda actual nos metió la burguesía española de la mano de los sociatas, su caballo de Troya. El PP es, claro está, corresponsable. Y no solo el PP, CIU, PNV y demás partidos que participan del régimen y se lucran con él. Pero esa marabunta de sinvergüenzas fue capitaneada por el PSOE. Hay que decirlo con claridad, todavía hoy tenemos que sufrir a mucho caradura que intenta chantajearnos emocionalmente. El PP no es peor que el PSOE, son socios.
La debacle del PSOE tampoco es nueva. Zapatero más que conquistar el gobierno se encontró con él tras un atentado terrorista y una fenomenal campaña de agitación y propaganda llevada a cabo por los medios de comunicación afines. El PSOE era ya un partido debilitado, su empuje inicial se había esfumado entre corruptelas y crímenes. Zapatero se encargó de dar la última estocada, o mejor dicho, Zapatero se ahorcó obedeciendo los intereses de la burguesía. El PP hoy no hace más que continuar con la labor iniciada por el PSOE de Zapatero, y el PSOE de Rubalcaba como oposición no hace más que facilitar la gestión del PP. Algún tímido disenso, nada más que eso. Y no se debe a la falta de ideas, el PSOE es un partido liberal. Son liberales con retórica de ONG, nada más que eso. Sobre esas bases exigir una refundación es absurdo, una refundación hacia qué. El PSOE ya hizo lo que tenía que hacer desde posiciones keynesianas, sus inútiles planes E. Tras el fracaso de dichas medidas comenzó a recortar, es decir, a saquear a los obreros y en esas seguimos hoy. La socialdemocracia está muerta y no va a volver. Algunos se niegan a reconocerlo. Nos hablan de sangre joven, de nuevos líderes... No hay cuartas, quintas ni sextas vías, para la socialdemocracia hace tiempo que las vías le nacen muertas.
Toda esta magnifica operación de engaño iniciada con la muerte del caudillo no pudo pasar sin hacer mella en la clase obrera. Ya hemos hablado de la aristocracia obrera, cuyos componentes viven muy a gusto del teto del régimen colocados en partidos, sindicatos, fundaciones, asociaciones y demás. El grueso de los trabajadores solo pudo embrutecerse sin límites. Efectivamente, Belén Esteban bien puede ser la princesa del pueblo, y añado, así está el pueblo. Así está porque así lo han dejado. En esta orgía especuladora los obreros se vieron obligados a endeudarse hasta las cejas para sobrevivir. Mientras los salarios y las condiciones laborales no dejaban de empeorar la deuda corría, los obreros no podían comprar ni un televisor al contado, todo a crédito. Es decir, era explotado doblemente, en su centro de trabajo tanto como en la inmobiliaria o en el centro comercial. Los alquileres estaban tan altos que comprar salía a cuenta y los bancos sacaban su tajada, con la tarjeta del Hipercor se compraba la comida del mes para pagarla el siguiente y vuelta a empezar. Un aquelarre que se fue al carajo entre canciones de Bisbal y Bustamente, fútbol, programas del corazón y borracheras. El proletariado privado de su organización no es más que un manso cordero para deleite de los lobos. Un banquete en forma de desahucios, desempleo, sobreexplotación, hambre, privatizaciones... en definitiva, eso que los farsantes llaman estado del bienestar: una cola de Cáritas.
La fiesta no se acabó, tal y como afirman los chulos del capital, acaba de comenzar, solo que nosotros asistimos por el momento como espectadores de nuestra propia tragedia. En este contexto, que el PSOE se vaya definitivamente al carajo es una de las mejores noticias. Debemos esforzarnos para que así sea. Acabar con esta organización que tanto daño ha hecho a la clase obrera es imprescindible. Al mismo tiempo debemos denunciar cualquier intento de sustitución. No queremos SYRIZAS. El capitalismo tiene rostro humano, desde luego, el de un burgués chupándonos la sangre. En este país los comunistas tienen una historia de lucha ejemplar. Los obreros pueden estar orgullosos de ella y retomar su proyecto, el socialismo, la única alternativa real a un capitalismo en crisis permanente que no nos ofrece nada más que sufrimiento, un largo penar hacia ninguna parte. Reorganizar a la clase obrera es el reto. Primero los nuestros. Después los nuestros. Y más allá también los nuestros. De eso modo nos podrán derrotar pero jamás nos equivocaremos.