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    Mitos y realidades sobre el Frente Nacional (o sobre cómo desmontar la farsa Le Pen)

    Deng
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    Mitos y realidades sobre el Frente Nacional (o sobre cómo desmontar la farsa Le Pen) Empty Mitos y realidades sobre el Frente Nacional (o sobre cómo desmontar la farsa Le Pen)

    Mensaje por Deng Mar Ago 01, 2017 12:01 pm

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    La “anti-sistema” y “euroescéptica” Marine Le Pen, en la portada de la revista Times. Parece que la oligarquía euro-atlantista quiere promoverla en los medios. ¿Por qué?

    Por Alexandre García

    Es una creencia bastante extendida en España que el Frente Nacional (FN) de Francia es un partido de extrema derecha cuyo papel, siguiendo el esquema clásico del fascismo, sería el de ser el último recurso que le quedaría al gran capital para implantar en Francia un régimen abiertamente fascista para frenar el ascenso del movimiento obrero, o que al menos serviría para contribuir a una “reaccionarización” del sistema capitalista con el mismo objetivo (esto último no es del todo falso). Lo que pretendo demostrar en este artículo es que se equivocan aquellos que creen que ésa es su principal función.  

    El FN es sin duda un partido que sirve al sistema de dominación en Francia –que podríamos llamar sistema de dominación capitalista, aunque prefiero el término de europeísta– pero de una forma mucho más perversa de lo que uno podría creer en primer lugar. Es lo que voy explicar a continuación, proponiendo al lector un paradigma totalmente nuevo para analizar el papel del FN en Francia –análisis que podría ser válido para partidos de extrema derecha en otros países de Europa– además de ofrecer algunas informaciones sobre los orígenes turbios de este partido. Esperando, al mismo tiempo, que esta aportación al debate pueda ayudar al lector a descifrar en el futuro las técnicas de manipulación de la oligarquía euro-atlantista.[1]

    Gran parte del análisis que desarrollo en este artículo sobre el papel del FN no proviene de mí, sino del líder del partido anti-europeísta Unión Popular Republicana François Asselineau ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] único candidato en las pasadas elecciones presidenciales que pedía la salida unilateral de la UE, del euro y de la OTAN, y que se ha dado a conocer en internet por sus conferencias pedagógicas, algunas precisamente sobre las técnicas de manipulación de los partidos del sistema.

    El Frente Nacional, un partido de extrema derecha

    En primer lugar, y para demostrar que no tengo ningún tipo de complacencia hacia este partido, voy a ofrecer una serie de informaciones que demuestran sin lugar a dudas que, pese a haber conocido una serie de evoluciones importantes en los últimos años (sobre todo desde que Marine Le Pen asumiera su presidencia), el FN es un partido de extrema derecha.

    El FN fue creado en 1972 bajo el nombre inicial de Front national pour l'unité française, bajo el impulso del movimiento neo-fascista Ordre Nouveau, que empleaba una cruz céltica como símbolo. Su objetivo era “reunir a la derecha nacional”, cajón de sastre que incluía desde los círculos poujadistas[2]  (el propio Jean-Marie Le Pen proviene de allí) hasta los sectores petainistas y neo-nazis más extremos.  El FN adoptó como símbolo la “fiamma tricolore” del Movimento Sociale Italiano.

    En el momento de su fundación, el FN contaba con miembros aún hoy conocidos como Roger Holeindre (antiguo miembro de la OAS[3] y ex-dirigente del Frente Unido de Apoyo a Vietnam del Sur), Pierre Bousquet (antiguo miembro de la División SS Carlomagno[4]) y Gérard Longuet, antiguo miembro del GUD (Groupe Union Défense), grupo estudiantil “nacional-revolucionario” conocido por sus acciones violentas, y que había fundador del grupo anticomunista y pro-vychista Occident, antecesor de Ordre Nouveau. Décadas después, Longuet se unió a la UMP de Nicolás Sarkozy, llegando a ser miembro del grupo UMP en el Senado.

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    Congreso fundacional del Frente Nacional, concebido como fachada electoral del movimiento Ordre Nouveau. En el centro, con un parche en el ojo, se ve a Jean-Marie Le Pen.

    Actualmente, el Buró Ejecutivo del FN, compuesto por seis personas (entre las que se encuentran personas respetables como Florian Philippot, homosexual neo-gaullista que perfectamente podríamos situar a la izquierda de Podemos), se encuentran personas como las que siguen:

    - Wallerand de Saint-Just, antiguo militante del GUD, educado en una familia anti-gaullista, y ex-abogado de Jean-Marie Le Pen.

    - Jean-François Jalkh, originario de una familia libanesa, que fue militante a partir de 1974 del Frente Nacional de la Juventud (FNJ), en una época en la cual éste estaba estructurado por “nacional-revolucionarios” cercanos a los movimientos neo-nazis. A partir de 1984 fue periodista en National-Hebdo, periódico semanal del FN, en el cual llevaba la sección “Los invasores”, en referencia a la inmigración. En el FN el anti-inmigracionismo no cuenta si se es de buena familia cristiana.[5]

    - Louis Aliot, pareja sentimental de Marine Le Pen, a quien ella ofreció un empleo ficticio en el Parlamento Europeo.[6] No llegaría a decir que es un fascista, pero proviene de una familia de emigrados de Argel tras la descolonización, y por lo tanto es un nostálgico de la Argelia francesa. En un mitin político no dudo en homenajear  a Jean Bastien-Thiry, miembro de la OAS que organizó un intento de asesinato de Charles de Gaulle. Durante los años 80 fue responsable del sindicato estudiantil nacionalista e “identitario” (es decir, anti-inmigración) Renouveau Etudiant, que servía de correa de transmisión para el FNJ.

    Según el reciente libro de Marine Turchi y Mathias Destal Marine est au courant de tout, Frédéric Chatillon, ex-militante del GUD y consejero de Marine Le Pen, tiene la curiosa costumbre de celebrar cada 20 de abril el nacimiento de Adolfo Hitler, a quien llama “mi queridísimo Führer”. Según el mismo libro, este señor estaría ligado a los servicios secretos franceses, para los que habría servido de informador durante viajes a Líbano y Siria.

    Axel Loustau, que había sido co-accionista junto con Frédéric Chatillon de la agencia de comunicación Riwal, que vendía material de campaña al FN, también muy cercano a Marine Le Pen, es otro ex-militante del GUD conocido por sus simpatías pro-nazis. En 1991, tanto él como Chatillon viajaron a Madrid para conocer al histórico nazi belga Léon Degrelle. Allí, Loustau le dijo “Mi general, es un gran honor conocerle”.[7]  En 2014 circuló por la red una imagen donde Axel Loustau aparecía el día de su 40º cumpleaños haciendo un saludo nazi.[8]  Marine Le Pen le quito hierro diciendo que estaba saludando a sus amigos.

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    Esta es la única imagen de juventud que se dispone del consejero de Marine Le Pen y admirador de Adolfo Hitler Frédéric Chatillon, en sus tiempos de militante “nacional-revolucionario”

    El ex-trotskista Robert Ménard, fundador de Reporteros Sin Fronteras y probado agente de la CIA (habiendo colaborado con organizaciones terroristas cubanas de extrema derecha), elegido alcalde de la ciudad de Béziers gracias al apoyo del FN, inauguró en 2015 una estatua al comandante Hélie Denoix de Saint-Marc, que había participado en el golpe de Argel contra De Gaulle en 1961. Durante el discurso de inauguración, Ménard afirmó que “Argelia es nuestro paraíso”.[9]  

    Bruno Gollnisch, eurodiputado desde 1989 y posiblemente el último colaborador estrecho de Jean-Marie Le Pen que no le ha abandonado, declaró en 2006 al diario Libération que “Pinochet permanecerá en la historia como aquel que salvó del comunismo, no solamente a Chile sino a toda América Latina”. De Francisco Franco dijo en 2010 que “salvó a España de la dictadura comunista… que habría sido mucho peor”. Ante las quejas del eurodiputado por ERC Oriol Junqueras sobre la existencia en la Eurocámara de una Constitución española con yugos y flechas y el lema de Una, grande y libre, Gollnisch se mostraba a favor de mantenerlos, afirmando que retirarlos sería como “cambiar las estatuas de Stalin para esconder a todos los que fueron purgados”, despidiéndose con un explícito “¡Arriba España!”.[10]

    Sobre el patriarca Jean-Marie Le Pen no hace falta hacer comentarios. Creo que al revelar estas informaciones, he dejado claro que, a pesar de lo que voy a explicar a continuación, no es mi intención pretender darle un “rostro amable” al FN. Sólo pretendo restablecer algunas verdades, para ayudar una mayor comprensión de las técnicas de manipulación de la oligarquía euro-atlantista.  

    Orígenes del ascenso del FN

    Hasta los años 80, el FN era una fuerza extremadamente marginal. En las elecciones presidenciales de 1974 apenas obtuvo el 0,75% de los votos, y en las legislativas de 1981 el 0,18%. Sin embargo, en las elecciones europeas de 1984 alcanzó el 10,95% de los sufragios. ¿A qué se debe un crecimiento tan espectacular en tan corto periodo de tiempo?

    Hace falta definir el contexto. El año 1983 supuso un año de inflexión en la historia de la izquierda francesa, conocido como el “giro hacia la austeridad”. Después de realizar una serie de nacionalizaciones (se nacionalizaron todos los bancos y partes importantes de la industria), de acuerdo con lo fijado por el programa común de la izquierda de 1972 (apoyado por el PCF), François Mitterrand renunció a sus compromisos electorales, revirtiendo la política económica llevada hasta entonces.

    Las tendencias inflacionistas y el alza de los salarios obligaron al gobierno francés a devaluar su moneda tres veces entre 1981 y 1983, con lo cual Mitterrand se vio ante la disyuntiva de cumplir con el programa de la izquierda o seguir en el seno del Sistema Monetario Europeo, que ataba el franco al marco alemán. Al final, el primer ministro Jacques Delors (futuro presidente de la Comisión Europea) optó por mantener a Francia dentro del “sistema de solidaridad comunitaria”, y el programa de la izquierda se tuvo que echar a la basura. Las nacionalizaciones de principios de mandato dejaron lugar a privatizaciones.

    El Partido Socialista (PS) tenía que justificar de alguna manera su traición a la clase obrera. Fue en aquel momento cuando la social-democracia reformista (obrera) culminó su transformación en social-democracia libertaria (burguesa), ya anunciada por el filósofo Michel Clouscard a partir de 1981. Inspirándose en las teorías de 1968, se redefinió y se tergiversó el sentido de lo que es ser de izquierdas, hablando de orientación sexual, “antirracismo”, y “antifascismo”, exagerando a propósito la amenaza del FN.[11] Ser de izquierdas ya no era asumir la defensa de la clase obrera en el marco de la contradicción capital-trabajo, sino reconocer el “derecho a la diferencia” de ciertas minorías. De allí que se empezara a prestar mucha atención a nuevos sujetos sociales como “los inmigrantes”, “los homosexuales” o “las mujeres”, porque –como no podía ser de otra manera– la socialdemocracia libertaria recuperó como una seña de identidad el llamado “feminismo” burgués.[12]

    Se dejó en manos del ministro de cultura y pedófilo probado Jack Lang la creación de un lobby homosexual, y se dejó en manos del ex-trotskista Julien Dray la creación de la ONG SOS Racisme, que era una oficina pro-sionista para manipular a jóvenes franceses de origen magrebí y ponerlos en contra de trabajadores franceses de origen europeo, para generar la guerra civil en el seno de la clase obrera. Evidentemente, esto ayudaba al FN.

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    En esta imagen podemos ver a los “lambertistas” Julien Dray y Jean-Luc Mélenchon en su juventud jugando al activismo “anti-racista” para esconder la traición del PS a la clase obrera

    En un momento en el que el PS estaba desprestigiado ante su electorado tradicional (de hecho en 1986 la derecha ganó las elecciones legislativas, creándose el primer gobierno de cohabitación), el PS tenía interés en favorecer al FN para dividir el voto a la derecha. Además, la “amenaza fascista” permitía justificar la “unidad de la izquierda”, aunque fuese a costa de sacrificar a la clase obrera ante el imperativo de la construcción europea.

    Pero es que además, la oligarquía euro-atlantista se dio cuenta de que el FN podía serle extremadamente útil para asegurar la permanencia de Francia en el proceso de integración europea, y ello a través de una técnica muy conocida de los politólogos estadounidenses, que es la reverse psychology. Esta técnica consiste en crear un “objeto de repugnancia universal”, es decir, algo generalmente condenado por la gente como el racismo, el antisemitismo o el nazismo, de tal manera que se instale en las mentes el siguiente reflejo: “si el FN dice A, entonces yo tengo que pensar no-A”, o mejor dicho “si el FN dice que hay que abandonar el euro, entonces yo tengo que deducir que abandonar el euro es una idea de extrema derecha”. Por lo tanto, el papel del FN es intoxicar el debate sobre la construcción europea para impedir el surgimiento de una alternativa patriótica, republicana y progresista a la UE y la OTAN.

    Así fue como François Mitterrand y su consejero Jacques Attali, co-redactor del Tratado de Maastricht,[13] primer presidente del Banco Europeo de Recosntrucción y Desarrollo y mentor de Emmanuel Macron, dieron la orden a la televisión pública de darle una tribuna al FN. Con la excusa de que había obtenido un puesto de consejero municipal en el XXº distrito de París, el 13 febrero de 1984 Jean-Marie le Pen era invitado en el programa L'heure de vérité, donde una personalidad pública se enfrentaba a las preguntas de varios periodistas. Ante 15 millones de telespectadores, Le Pen pudo explayarse con un discurso ultra-liberal a favor de la desregulación de la economía y la derrota de los sindicatos, mostrándose comprensivo hacia las dictaduras de Franco y Pinochet, soltando perlas como “los inmigrantes viven a costa de los emprendedores” o incluso atreviéndose a pedir un minuto de silencio “en memoria de las decenas de millones de hombres caídos en el mundo bajo la dictadura comunista”.

    Con apariciones recurrentes en la televisión, Le Pen se forjó así una imagen de monstruo de la República, mediante comentarios chocantes y provocaciones sistemáticas sobre víctimas del comunismo, inmigrantes, razas humanas, cámaras de gas, etc., incluyendo algunas provocaciones totalmente gratuitas del tipo: “el sidaico (si se me permite este neologismo no muy bonito, pero no conozco otro) es alguien contagioso por su transpiración, sus lágrimas, su saliva... es una especie de leproso” o “Hiroshima es un detalle de la historia aérea de la guerra”.[14] Esto ahuyentaba al electorado de centro-derecha e izquierda y satisfacía los bajos instintos de la extrema derecha más radical en busca de un líder carismático.[15] Cuanto más subía el FN en los sondeos, más subía la “izquierda”.

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    François Mittterrand y Jacques Attali fabricaron al FN durante los años 80

    En 1986, François Mitterrand abrió la puerta de la Asamblea Nacional para el FN al modificar la ley electoral de manera a instaurar el escrutinio proporcional. En las elecciones legislativas de aquel año, el FN obtuvo 35 escaños en la Asamblea Nacional.

    Hay que añadir que la mediatización del FN no solamente se hizo por parte de la televisión pública, sino también por parte de medios privados como Le Monde, Le Figaro, RTL, Europe 1, etc., que estaban muy ligados a intereses estadounidenses.

    El Frente Nacional y la CIA

    Es imposible explicar el ascenso fulgurante del FN durante los años 80 haciendo abstracción de la ayuda financiera que recibió de la secta Moon, o Asociación del Espíritu Santo para la Unificación del Cristianismo Mundial, del reverendo Sun Myung Moon, que era muy cercana a la familia Bush.

    La secta Moon fue creada en 1954 por los servicios secretos surcoreanos del KCIA (que eran subcontratados por la CIA en Corea del Sur) para luchar contra la influencia del comunismo, convirtiéndose en una inmensa oficina anticomunista con millones de seguidores en todo el mundo. La secta vio en el FN un posible representante en Francia para su cruzada anticomunista.

    La financiación pasó por uno de los militantes del FN que había sido elegido diputado en la Asamblea Nacional en 1986, Pierre Ceyrac, que era adepto de la secta y secretario general de la rama europea del movimiento CAUSA (Confederación de Asociaciones para la Unificación de las Sociedades Americanas), que era el brazo político de la secta Moon.  

    En 1994, Ceyrac confesó lo siguiente: “En 1985 (...) conocí a Le Pen (...). No conocía las enseñanzas del reverendo Moon, pero no estaba asustado. Al contrario, se mostraba curioso. Le facilité mi agenda, con contactos en el mundo entero. Esta apertura al mundo interesaba a Le Pen. Como moonista, lo que me interesaba en el FN era una apertura hacia la escena nacional.”[16]

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    El reverendo Sun Myung Moon, líder de la secta religiosa que financió al FN durante los años 80

    Gracias a los contactos que le facilitó Pierre Ceyrac, en 1987 Jean-Marie Le Pen hizo una gira internacional en varios lugares de Europa, Asia y América, durante la cual pudo conocer a Ronald Reagan y al Papa Juan Pablo II. En Japón, Le Pen se entrevistó con los dirigentes de la Unión Internacional por la Victoria sobre el Comunismo, organización creada en 1968 por el reverendo Moon.

    Gracias a la secta, el FN obtuvo entre 20 y 30 millones de francos (entre 3,5 y 4,5 millones de euros), gracias a lo cual pudo organizar mítines, siendo hasta capaz de llenar estadios de fútbol. Según Pierre Ceyrac, “hubo muchos eventos organizados, que no podrían haber existido sin nosotros. Nuestra aportación a la campaña presidencial en Francia fue absolutamente decisiva”.[17]

    En las elecciones presidenciales de 1988, el FN obtuvo el 14,38% de los votos, mientras que el PCF no llegaba más que al 6,76%. Al aceptar ser un comparsa del PS, en nombre de la construcción europea y del “antifascismo”, el PCF se suicidó.

    Jean-Marie Le Pen, ¿antisemita?

    Cayendo en la  trampa del “espantapájaros de la República”, mucha gente tiene la percepción de que Jean-Marie Le Pen es antisemita, por sus comentarios sobre los judíos y la Segunda Guerra Mundial. Esta creencia general, que responde al cliché “FN=extrema derecha=nazi=antisemita” se debe a una serie de declaraciones de Le Pen a finales de los años 80, que crearon escándalo en la opinión pública.

    La primera vez fue en 1987, cuando, invitado al programa de televisión Le Grand Jury, y en plena polémica sobre el revisionismo histórico, Jean-Marie Le Pen fue preguntado sobre la negación del holocausto judío. Esta fue la conversación entre él y el periodista:  

    “No digo que las cámaras de gas no hayan existido... Yo mismo no he podido ver alguna, no he estudiado especialmente la cuestión... pero creo  que eso es un detalle de la historia de la Segunda Guerra Mundial.

    - Seis  millones de muertos durante la Segunda Guerra Mundial, ¿usted considera que es un detalle?

    No, es la pregunta que se me ha hecho, saber cómo esta gente ha sido asesinada o no.”

    Personalmente no creo que con estas declaraciones Le Pen haya querido negar el holocausto. Simplemente, se trataba de una de sus enésimas provocaciones, falsamente ingenuas, para entretener la imagen de monstruo de la República. Su afirmación consistía en lo siguiente: “No estoy diciendo que el holocausto no haya existido, pero me están preguntando acerca de la manera con que esta gente fue asesinada, y eso es un detalle.” Otra cosa es que no fuera perfectamente consciente de cómo serían interpretadas estas palabras y de las consecuencias que tendrían.

    El mismo tipo de provocación gratuita hubo en 1988, durante la universidad de verano del FN, cuando se refirió al ministro de función pública Michel Durafour como “Durafour-crématoire” (“four” significa horno en francés).

    En 1989, en el plató del canal de televisión La Cinq, Le Pen preguntó lo siguiente a Lionel Stoleru, secretario de Estado adjunto al primer ministro, que resultaba ser hijo de inmigrantes judíos rumanos: “Me gustaría preguntarle hacer una pregunta, Sr. Stoleru: ¿es cierto que usted posee la doble nacionalidad?”, dando a entender que poseía también la nacionalidad israelí.

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    En 1987, Jean-Marie Le Pen decía en la televisión que las cámaras de gas habían sido un detalle de la historia. Pero esto escondía su gran simpatía por Israel y el sionismo.

    Cualquiera que no conociera bien la vida de Jean-Marie Le Pen, pensaría al oír estas palabras que es un horrible nazi. Más aun sabiendo que fundó su partido junto con antiguos Waffen SS. Pero la realidad es que Jean-Marie Le Pen está muy, muy lejos de ser antisemita,[18] y ya es hora de que se sepa. Las siguientes informaciones son extraídas del excelente libro del historiador Paul-Eric Blanrue Jean-Marie, Marine et les juifs, publicado en 2014:

    -  Jean-Marie Le Chevallier, antiguo director de gabinete de Jean-Marie Le Pen, revela que cuando Le Pen fue destinado al Canal de Suez durante la crisis del canal en 1956, intentó convencer a sus tropas para que desertaran de Egipto y luchar junto con el ejército israelí contra los ejércitos árabes, que según él albergaban combatientes del FLN argelino.

    - Para subsistir financieramente y poder dedicarse a la política, Le Pen había creado en 1963 una empresa de edición sonora llamada SERP (Société d’Etudes et de Relations Publiques), gracias a la cual editó discos con discursos de Adolfo Hitler y canciones nazis, pero también discursos de Lenin, Léon Blum, Jean Jaurès así como canciones militares del ejército israelí. Antes de la creación del FN, Le Pen había editado un disco de propaganda sionista, del que Golda Meir dijo que “contribuía a estrechar los lazos entre Francia e Israel”.

    - Uno de los mayores colaboradores de Jean-Marie Le Pen ha sido Robert Hemmerdinger, militante del FN desde 1985, vicepresidente del Comité Nacional de los Franceses Judíos, muy cercano a Menahem Begin y amigo íntimo de Ariel Sharon, y que había sido miembro de la organización terrorista Irgún, en la que había sido secuestrador aéreo.

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    Robert Hemmerdinger, vicepresidente del Comité Nacional Judío de Francia y amigo íntimo de Ariel Sharon, fue un estrecho colaborador de Jean-Marie Le Pen durante los años 80

    - Durante su gira en los Estados Unidos con Pierre Ceyrac, Le Pen entró en contacto con Jacques Torczyner, presidente del Movimiento Sionista Internacional, quien le invitó al Congreso Mundial Judío, celebrado en el Hotel Four Seasons, el 17 de febrero de 1987. Le Pen hizo allí un discurso muy pro-israelí, en la línea de la extrema derecha de los años 70, que consideraba a Israel como un pilar del mundo libre y la punta de lanza de la lucha contra el comunismo. Le Pen estaba incluso a favor de cerrar las oficinas de la OLP en París y a favor de la integración de Israel en un “frente europeo”. Los representantes de las organizaciones allí presentes se levantaron para aplaudirle. Incluso Edgar Bronfman, presidente del Congreso Mundial Judío, propuso a Le Pen que se le acompañara hasta el aeropuerto.

    - Antes de las elecciones presidenciales de 2002, Le Pen hizo editar en secreto un folleto de bella factura en el que recordaba su historia de amor con Israel, y lo envió a personalidades sionistas influyentes de Francia y del extranjero.

    Entonces, no se trata de rehabilitar a Jean-Marie Le Pen, sino sencillamente de desmentir ese mito, que obedece un cliché grosero y simplista, según el cual Jean-Marie Le Pen sería un nazi antisemita, cuando no es verdad. Si acaso lo que hay que criticar es su pasado pro-sionista.

    ¿Para qué sirve el Frente Nacional?

    La utilidad que tiene el FN para la oligarquía euro-atlantista es hacer posible la aplicación de una de las 36 estratagemas chinas, concretamente la denominada yù qín gù zòng (欲擒故縱), literalmente “dejar alejarse para atrapar mejor”, o, en palabras más metafóricas, “dejar que crezcan las malas hierbas para arrancarlas mejor”. ¿Qué significa esto? Que el papel del FN es neutralizar a una parte importante del electorado (alrededor de un 20%) que pudiese tener veleidades patrióticas, anti-europeístas o anti-imperialistas, véase anti-capitalistas, para conducirlo hacia un callejón sin salida, y ello gracias a dos mecanismos:

    - el sistema electoral a dos vueltas de la República francesa (que existe tanto para las elecciones presidenciales, como las legislativas y las regionales),

    - el auto-sabotaje deliberado de la familia Le Pen.

    Esta tesis, que a muchos les parecerá retorcida y conspiracionista, la voy a demostrar a continuación. Ya he hablado antes de las provocaciones del Sr. Le Pen acerca de los “sidaicos” y los hornos crematorios, por no hablar de otras frases conocidas sobre la “desigualdad de las razas” o la ocupación alemana, que según él “no fue particularmente inhumana”. Vamos a centrarnos ahora en ejemplos recientes que conciernen tanto a él como a su hija.  

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    Gracias al sistema electoral a dos vueltas, se podría haber puesto a un payaso de circo o un niño de doce años enfrente de la Sra. Le Pen, y aun así habría sido elegido presidente de la República. Esto la oligarquía euro-atlantista lo sabe muy bien.

    En un mitin en Lyon en diciembre de 2010, Marine Le Pen comparó los rezos musulmanes en la calle con la ocupación alemana, generando así una polémica (normal, porque los musulmanes no bombardean ciudades ni torturan a comunistas). A los pocos días la revista L’Express titulaba: “Provocación conseguida”.

    Por supuesto, durante su mitin, Marine Le Pen había hablado del euro, por lo que gracias a ella se instalaba en las mentes una equivalencia entre la idea de salir del euro y la xenofobia.

    En julio de 2011, tras la matanza cometida en Noruega por el neo-nazi Anders Breivik, que provocó la muerte de 69 personas, Jean-Marie Le Pen veía circunstancias atenuantes en su actuación al declarar que Noruega es “un pequeño país simpático (…) que no tuvo en cuenta el peligro mundial que representa la inmigración masiva, que es la causa principal, parece ser, en el espíritu de este loco asesino [de sus actos]”. Marine Le Pen se negó a condenar las palabras de su padre, denunciando en cambio una operación de “recuperación política” por parte de la izquierda.

    De esta manera, los Le Pen contribuían a que se instalase en las mentes una equivalencia entre la crítica de la UE y del euro y la indulgencia ante la violencia de extrema derecha.

    El 27 de enero de 2012, día del aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, y en pre-campaña antes de las elecciones presidenciales, Marine Le Pen viajó a Viena y bailó con representantes del partido de inspiración nacionalsocialista FPÖ. Nótese que esto lo hacía una señora que afirmaba llevar adelante una línea de “des-demonización” del FN y decía aspirar a ganar las elecciones en mayo del mismo año. Un niño de siete años no habría hecho lo que ella hizo.

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    En 2012, Marine Le Pen participó en Viena en un baile con dirigentes del partido neo-nazi FPÖ… justo antes de la campaña electoral. ¿Una inadvertencia?

    Y ahora hay que prestar mucha atención a lo que sigue para comprender la farsa Le Pen. El 18 de febrero de 2012, aún en plena pre-campaña, Jean-Marie Le Pen causó un escándalo al leer un poema del poeta colaboracionista y antisemita Robert Brasillach, que fue fusilado en 1945 tras la liberación. ¿Patinazo? Pocos días después, Le Pen fue invitado a la radio France Inter y fue interrogado sobre este asunto. Le Pen persistió y volvió a leer el poema, allí mismo, en el estudio de radio. ¡Había llevado consigo una copia del poema! Por lo tanto, no se puede hablar de patinazo, sino de provocación hecha a conciencia.

    Cuando los periodistas le señalaron que esto era una provocación, Le Pen contestó que “yo soy un hombre libre, que no se deja imponer ninguna coerción de ningún tipo, que no le teme a nadie y que dice lo que piensa”.[19]  

    Esto de ser “un hombre libre” que “dice lo que piensa” está muy bien, incluso yo mismo lo defiendo. El problema es que estas palabras no coinciden con lo declarado por Le Pen en un documental sobre el FN después de las elecciones de 2012. Interrogado sobre la campaña electoral de su hija, Le Pen dijo:

    “Tal vez era imprudente promover la salida del euro, y esto fue interpretado de manera negativa por los círculos empresariales, que llevan a cabo una guerra inexpiable contra Marine Le Pen (…)

    - ¿Entonces habría sido mejor prever la salida del euro que promoverla?

    - Esto es lo que pensaba. Creo que había que decir: ‘Sabemos que el euro va a derrumbarse, sería preferible que nos pongamos de acuerdo con nuestros socios europeos para remediar este problema, por lo tanto esperemos’.”[20]

    Sobre estas declaraciones hay que hacer tres observaciones:

    1) Con estas palabras, Jean-Marie Le Pen deja muy claro a qué intereses de clase quiere servir el FN.

    2) Lo de la “guerra inexpiable” de los empresarios contra Marine Le Pen es falso, puesto que ella está constantemente promovida por los medios de comunicación.

    3) ¿Qué fue del guerrero galo, el gallo francés que “no le teme a nadie” y que “dice lo que piensa”? ¿En qué quedamos? Resulta que para una provocación gratuita leyendo un poema de un colaboracionista, el Sr. Le Pen resulta ser es “un hombre libre”, pero cuando se trata de asustar a la gran burguesía o decir cosas demasiado críticas contra la UE, allí parece tener ciertos escrúpulos.

    Queda así demostrado que las provocaciones deliberadas de Jean-Marie Le Pen (y de su hija) forman parte de una farsa montada para asegurarse de que el FN no gane las elecciones, y así neutralizar a una parte importante del electorado e impedir el surgimiento de una alternativa patriótica, republicana, anti-europeísta y progresista al sistema actual.

    La oligarquía que pilota la construcción europea lo tiene muy bien pensado. Gracias al sistema de elección a dos vueltas, no existe el menor riesgo de que el FN gane las elecciones presidenciales, porque aun si llegase a pasar a la segunda vuelta –de hecho ésta es la situación más deseable para la oligarquía euro-atlantista–, el simple hecho de mencionar las palabras “Le Pen” hace que un 70% del electorado vote espantado por candidato opositor. Así es como fue elegido Chirac en 2002 y Macron en 2017. De esta manera, la permanencia de Francia en el proceso de construcción europea queda atada y bien atada.

    Pero entonces, uno puede preguntarse, ¿qué es lo que mueve a la familia a Le Pen a comportarse de esta manera, que parece tan contraria a sus intereses? La respuesta es bien sencilla: el Dios dinero. Y es que Bruselas remunera muy bien a los que sirven a Europa.

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    Marine Le Pen en el parlamento europeo, en una alocución ante un dirigente del FPÖ austriaco en 2011: “Quisiera poner en cuestión no Europa sino la Unión Europea, para que los tratados sean renegociados en profundidad.” (en la foto, junto con el pinochetista Bruno Gollnisch)

    Según datos del año 2011, entre el salario base, indemnizaciones por gastos generales, reembolsos por viajes en avión, indemnizaciones anuales por transporte, más la indemnización diaria por ir a trabajar (sí, así funciona en Europa: si eres eurodiputado tienes un salario base, y además si vas a trabajar te pagan un extra de 304 euros/día), un eurodiputado cobra alrededor de 15.000 euros mensuales. A esto se le debe añadir una gratificación para poder pagar a secretarios y colaboradores de 21.209 euros al mes. Con todos los fenómenos de corrupción que pueden originarse con ello, a saber la creación de empleos ficticios. En abril de 2017, el Parlamento Europeo inició una investigación sobre los eurodiputados FN, estimando que entre 2012 y 2017 habrían versado de manera fraudulenta cerca de 5 millones de euros a colaboradores.[21]

    Siendo tan generosamente remunerados por Bruselas, es difícil estar en contra de la UE.[22]  Y es que la realidad es así de clara: Jean-Marie Le Pen fue elegido eurodiputado por primera vez en 1984, y lo sigue siendo a día de hoy. Marine Le Pen ha sido eurodiputada entre 2004 y 2017. A diferencia del Sr. Nigel Farage, líder del UKIP británico, los Le Pen jamás han mencionado la necesidad de salir de la construcción europea. Jamás han invocado el artículo 50 del Tratado sobre la Unión Europea (TUE).

    Aun menos han denunciado el papel de los Estados Unidos, pilotando entre bastidores la construcción europea y sometiendo la UE a la alianza atlántica. Lo que afirman desear los votantes "frontistes", siguiendo el discurso de su lideresa, es “otra Europa”, una “Europa de las patrias”, blanca y cristiana, en la que esté integrada Rusia y que rechace la entrada de Turquía. Lo cual indica que no han comprendido absolutamente nada, porque la realidad es todo lo contrario: los Estados Unidos desean la entrada de Turquía en la UE para hacer coincidir el perímetro de la OTAN con el de la UE y seguir con la estrategia de cerco a la Federación Rusa.

    Antes de pasar a otro asunto, un breve comentario. ¿Todo esto significa que el FN no es un partido de extrema derecha, y que no es útil al capitalismo como tal? Por supuesto que lo es, pero no se trata de que el FN tome el poder, sino de que prosiga con la llamada “lepenización de las mentes”, normalizando la xenofobia (véase el racismo), el colonialismo, el fascismo, el anticomunismo, etc., de manera a seguir consolidando lo que el filósofo Michel Clouscard llamaba “neofascismo”. Al hablar de inmigración y seguridad sin hablar jamás de los beneficios de los grandes capitalistas, proponiendo unos ligeros retoques al capitalismo (no propone ni una sola nacionalización en su programa), el FN contribuye a erosionar la conciencia de clase y a horizontalizar las luchas, oponiendo a musulmanes y laicos/cristianos, inmigrantes y “nativos”, etc. Pero en este aspecto su papel no es mucho peor que el de la socialdemocracia libertaria, que hace exactamente lo mismo por la izquierda, hablando de ideología de género y homosexualidad, de “sin-papeles”, inmigrantes, y demás “minorías”, de “mujeres”, etc.  

    A esto se refería el filósofo Michel Clouscard en 1973 cuando, en referencia al neofascismo, decía que “de Cohn-Bendit a Le Pen, se ha cerrado el círculo”.[24]

    [1] Es hora de que explique qué entiendo por “oligarquía euro-atlantista”, no por temor a que el doctrinario marxista-leninista de turno me tilde de “hereje”, sino porque me inquieta que me puedan acusar de caer en teorías “conspiracionistas” que se alejan de una posición de clase. En primer lugar, empleo este término en lugar de  “burguesía”, porque “burguesía” es un cajón de sastre en el cual se podría meter desde Amancio Ortega hasta el dueño de mi empresa, que emplea a 500 personas. Por lo tanto, este término no sirve. Después, algunos podrán preguntarse por qué no empleo entonces el término de “gran capital”. Pero es que en primer lugar, no todo el gran capital, ya sea europeo o estadounidense, tiene que estar necesariamente interesado en la construcción europea, el euro, la OTAN, el choque de civilizaciones, etc. Y en segundo lugar, cuando hablo de “oligarquía” no me refiero solamente a lo que Lenin definió como “oligarquía financiera”, sino que hablo de toda una élite que incluye también a personas del mundo político, del mundo militar, de los medios de comunicación, etc. Es lo que Michel Collon llama el “establishment” en el caso de los EE.UU. Por lo tanto, ¿qué es la oligarquía euro-atlantista? Se trata de una élite occidental, europea y estadounidense, que persigue la construcción europea y la expansión de la OTAN al servicio del imperio USA, en la cual se incluyen como cómplices o aliados a los grandes financieros, las grandes fortunas, los fondos de inversión, y las élites políticas y grandes medios de comunicación a su servicio. También se pueden incluir a ideólogos y ensayistas que van por libre defendiendo sus intereses como el Sr. Attali o el Sr. Soros.

    [2]Poujadismo: movimiento político y sindical pequeño-burgués (denominado así en honor a su líder Pierre Poujade) que reivindicaba la defensa de los artesanos y comerciantes frente a las grandes superficies comerciales, y que condenaba la ineficacia del parlamentarismo de la IV República.

    [3]Organisation de l'Armée Secrète (Organización del Ejército Secreto): organización terrorista de extrema derecha creada tras el golpe de estado en Argel de 1961 para preservar la Argelia francesa. Según estimaciones recientes fueron responsables de la muerte de 1622 personas, entre ellas 239 europeos.

    [4]La 33ª Waffen-Grenadier-Division der Waffen-SS “Charlemagne” fue una división de las Waffen SS formada por voluntarios franceses de la Francia ocupada.

    [5]Lo mismo ocurre con el histórico militante “nacional-revolucionario” Serge Ayoub, líder de las Juventudes Nacionalistas Revolucionarias durante los años 80 y del movimiento Troisième Voie durante los años 2010, que es medio libanés por parte de padre. Así de coherentes son los fascistas. Lo mismo se puede decir del director de campaña de Marine Le Pen, David Rachline, nieto de emigrados judíos de Ucrania. Otro histórico del FN es Jean-Claude Martínez, hijo de un electricista español y eurodiputado entre 1989 y 2009. Esta gente ha estado militando para decir que hay demasiados inmigrantes.

    [6]En la familia Le Pen tenemos al padre, a la hija, a la hermana de la hija (Marie-Caroline, que llegó a formar parte de una escisión del FN, el Movimiento Nacional Republicano), a la nieta (Marion Maréchal-Le Pen, hija biológica de un espía francés en Líbano que fue secuestrado por el Hezbollah) y al yerno. Sólo falta el perro. Por ello François Asselineau se refiere siempre al FN como “Le Pen e hijas S.A.”.

    [7] Esto puede verse en el siguiente enlace: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (min. 38.11).

    [8] http://tempsreel.nouvelobs.com/politique/20141124.OBS5958/le-salut-fasciste-du-tresorier-du-micro-parti-de-marine-le-pen.html

    [9] http://www.midilibre.fr/2015/03/14/menard-effacer-la-honte-du-19-mars-1962,1135606.php
     http://www.directe.cat/noticia/18726/leurodiputat-del-front-nacional-bruno-gollnisch-defensa-la-simbologia-franquista-a-leuroca

    [10] En 2007, el ex-primer ministro socialista Lionel Jospin confesó en el canal de radio France Culture que “durante los años del Mitterrandismo, todo el antifascismo no era más que puro teatro (...) jamás hubo una amenaza fascista”.

    [11] Antes la izquierda hablaba de la cuestión de la mujer en el movimiento obrero –uno puede remitirse por ejemplo a los documentos congresuales de la Internacional Comunista– que era una cuestión muy importante, pues concierne a la mitad de la población, pero que no dejaba de ser una cuestión como otra –como lo puede ser la cuestión nacional–, y que tenía que estar subordinada al objetivo final, que era la superación del capitalismo. El “feminismo” actual abanderado por la socialdemocracia libertaria –y por algunas mujeres que se dicen comunistas– habla en abstracto de “las mujeres”, cosa que es tan estúpida como hablar de “los hombres”. Así, la socialdemocracia libertaria considera como progresista que una mujer como Ségolène Royal pueda postular a la presidencia de la República, al igual que los “liberales” del Partido Demócrata ven como un gran progreso que la Sra. Clinton pueda ser presidenta de los Estados Unidos. Por cierto, ¿por qué las feministas no apoyan al FN? Es un partido liderado por una mujer, que además está rodeada de homosexuales en su partido. Según la lógica de la socialdemocracia libertaria, ¡el FN es más progresista que Mélenchon!

    [12] En una conferencia organizada en 2011 sobre la crisis del euro, Attali confesó lo siguiente: “Todos los que, como yo tuve el privilegio, sostuvieron la pluma para escribir las primeras versiones del tratado de Maastricht, obramos de tal forma que salir no sea posible (…) nos olvidamos cuidadosamente de escribir el artículo que permitía salir”. Por suerte, el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea (Tratado de Lisboa) sí lo permite. Es precisamente el artículo que nunca mencionan Mélenchon, Le Pen, Pablo Iglesias, Alberto Garzón, etc.

    [13] La frase de Le Pen que más me encanta es “la declaración de los derechos del hombre marca el inicio de la decadencia de Francia” (26 de agosto de 1989).

    [14] Porque se dirá muchas cosas de Jean-Marie Le Pen, pero era un líder carismático: muy buen orador, con un cierto bagaje cultural, un fuerte carácter y con mucho sentido del humor. Carisma del que carece tristemente su hija.

    [15] Gilles Bresson et Christian Lionet, Le Pen biographie, Ed. Seuil, 1994.

    [16] https://www.youtube.com/watch?v=GH0tSl95G-g (min. 1.25)

    [17] Lo mismo vale para su hija Marine. Yo a veces he llegado a oír de compañeros que es algo así como una “nazi”. Pero la realidad es que Marine Le Pen tuvo de asesor al abogado ultra-sionista Gilles-William Golnadel, siempre al acecho para denunciar por antisemitismo a todo aquel que critique a Israel. No olvidemos que, como firmante de la Declaración de Viena, el FN de Marine Le Pen se alió con el holandés Partido de la Libertad de Geert Wilders, muy cercano al Mossad. Cuando el humorista franco-camerunés Dieudonné, acusado de antisemitismo, acudió a las fiestas del FN en 2007 para conocer a Jean-Marie Le Pen, Marine se encerró durante horas en un despacho para no aparecer en las fotos. Es más, aquel mismo día se reunió con el dirigente de la milicia neo-nazi judía LDJ (Ligue de Défense Juive), responsable del asesinato de un trabajador de origen marroquí en 2010.

    [18] https://www.youtube.com/watch?v=b6ebDE4U8d8&t=6s (min. 10.48)

    [19] https://www.youtube.com/watch?v=hevzyRa33-s (min. 23.10)

    [20] http://www.lepoint.fr/presidentielle/soupcons-d-emplois-fictifs-au-fn-5-millions-d-euros-de-prejudice-27-04-2017-2123075_3121.php

    [21] De la misma manera que así se puede comprender mucho mejor algunas tomas de posiciones de la eurodiputada por IU Marina Albiol.

    [22] El 2009 el Sr. Cohn-Bendit, pedófilo confeso –¿casualidad? No lo creo, sabiendo que el espíritu de Mayo de 68 era el “gozar sin obstáculos”–, resumió perfectamente lo que era la socialdemocracia libertaria con esta declaración aberrante: “La democracia es la defensa de las minorías frente a la mayoría”. Lo más grave es que la izquierda post-comunista ha asumido totalmente esta idea como un principio.

    [24] Michel Clouscard, Neo-fascismo e ideología del deseo, Ed. Delga, 1973.
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    Mitos y realidades sobre el Frente Nacional (o sobre cómo desmontar la farsa Le Pen) Empty Re: Mitos y realidades sobre el Frente Nacional (o sobre cómo desmontar la farsa Le Pen)

    Mensaje por Deng Mar Ago 01, 2017 12:05 pm

    Mitos y realidades sobre el Frente Nacional (o sobre cómo desmontar la farsa Le Pen) (continuación)

    Elecciones 2017: sigue el auto-sabotaje

    En 2015, Marine Le Pen expulsó a su padre del FN por una nueva serie de sus habituales provocaciones,[1] porque el viejo, que ya chochea, no se había dado cuenta que lo que ayer valía ya no vale hoy. Según subía en resultados electorales y en las encuestas, el FN de Marine Le Pen tenía que dar la apariencia de ser un partido serio que realmente deseaba ganar las elecciones (aunque esto siga sin ser el objetivo). Ya no podía permitirse jugar a la provocación gratuita hablando de homosexuales y cámaras de gas. No obstante, si bien la táctica ha cambiado, la estrategia no ha variado. Y esto se ha podido ver en las últimas elecciones presidenciales.

    Invitada durante el periodo de campaña electoral al programa Le Grand Jury (ironía del destino, el mismo programa donde Jean-Marie Le Pen habló del “detalle de la historia” 30 años antes), Marine Le Pen declaró que “Francia no es responsable del Vel d’Hiv”,[2]  cosa que, como no podía ser de otra forma, volvió a crear polémica.  

    Hay que matizar que a la Sra. Le Pen no le falta razón del todo, porque en el pasado la tradición gaullista había mantenido siempre que Francia no era responsable de aquella ignominia, puesto que ocurrió bajo condiciones de ocupación alemana, y la Francia legítima se encontraba refugiada en Londres. Incluso el socialista François Mitterrand se negó siempre a que Francia pidiera disculpas. Este pacto de “reconciliación nacional” fue roto en 1995 por Jacques Chirac, que reconoció la responsabilidad de Francia en aquellos hechos. Sin duda, Chirac había recibido fuertes presiones del lobby pro-israelí, pero creo que su decisión fue correcta y valiente –de hecho, a Chirac se le puede acusar de muchísimas cosas, excepto de ser un sionista– puesto que, aunque es cierto que aquel horror ocurrió bajo condiciones de ocupación alemana, no deja de ser cierto que fueron funcionarios franceses quienes fueron a casas de judíos para detenerlos. Ante el silencio de una “mayoría silenciosa” que se resignaba a vivir bajo ocupación alemana. Una mínima honestidad obligaba a  reconocer que Francia tenía su parte de responsabilidad.

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    Marine Le Pen durante la campaña electoral: “Francia no es responsable de la redada del Velódromo de Invierno”. ¿Otra inadvertencia?

    Entonces, la Sra. Le Pen podría haber dicho algo así. Podría haber dicho lo que dijo otro candidato a las presidenciales como el anti-europeísta François Asselineau, que se limitó a afirmar la justeza de ambas visiones de la historia. Si hubiese contestado eso, Marine Le Pen habría quedado como una gran política. Es más, podría haberse negado simplemente a contestar, puesto que ni siquiera fue ella quien sacó el tema, limitándose a decir que se trata de una cuestión que no está a la orden del día, que divide a los franceses, que es una cuestión muy sensible, etc. Pero no hizo eso, ella entró al trapo y dio aquella respuesta, sabiendo perfectamente que iba a ser un escándalo. Me cuesta creer que una señora que afirme estar luchando por la presidencia de Francia pueda cometer tal torpeza.

    Después, hay que añadir que Marine Le Pen enfocó su campaña electoral de la misma manera que en 2012. Es decir, con un discurso que en las primeras semanas estaba centrado a partes iguales en los dos grandes ejes del FN –a saber el euro y la UE por un lado, y los problemas de inmigración y seguridad por el otro– para en la recta final de la campaña dedicarse casi exclusivamente a atacar a inmigrantes y musulmanes y hablar de cuestiones de seguridad.

    De hecho, para demostrar una vez más que el FN no pide claramente la salida de Francia de la UE y del euro, podemos fijarnos en las dos profesiones de fe que el FN envió a los 47 millones de electores.

    La profesión de fe de Marine Le Pen de la primera vuelta de las elecciones se puede consultar en el siguiente enlace:

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    En este documento, se habla de Europa en dos ocasiones. Una, en un pequeño párrafo en una columna a la izquierda (pág. 2), donde se habla de “recuperar nuestra libertad al devolver al pueblo francés su soberanía (…) Convocar un referéndum sobre nuestra pertenencia a la Unión Europea”. Es decir, el FN no pide la salida de la UE, no invoca el artículo 50 del TUE, lo que pide es la convocatoria de un referéndum. ¿Y qué garantiza que vaya a salir el “sí” a la salida de la UE, si precisamente el candidato supuestamente euro-escéptico no lo ha solicitado? ¿Comprende el lector ahora la gran estafa?

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    Cartel de campaña de Marine Le Pen durante la primera vuelta de las presidenciales de 2017: “Poner Francia en orden”. Temáticas de extrema derecha las había para dar y regalar, “euroescepticismo” no tanto.

    Y para que quede muy claro, a continuación el mismo párrafo dice: “El objetivo es conseguir un proyecto europeo respetuoso de la independencia de Francia, de las soberanías nacionales y que sirva a los intereses de los pueblos”.

    Por lo tanto, está muy claro. Allí el FN dice claramente cuál es el objetivo: conseguir “otra Europa”. Es decir, la misma propuesta que defienden tanto Mélenchon como los euro-trotskistas del NPA, Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Marina Albiol, etc.

    Y al final (pág. 4), en la carta abierta que Marine Le Pen escribió a los electores franceses, ella decía: “En 2005, vía referéndum, habéis dicho no a la constitución europea, y no os habíais equivocado. Pero al ignorar vuestro voto, vuestros dirigentes os han engañado. Desde entonces la Unión Europea no nos ha traído más que problemas (…) Os llamo hoy a recuperar el poder, al optar por un voto verdaderamente útil.”

    Haber votado “no” al proyecto de Constitución Europea en 2005 no significa nada. En contra de la Constitución Europea votaron el socialista Mélenchon, el republicano de izquierdas Chevènement o el neo-gaullista Dupont-Aignant en Francia, al igual que lo hizo IU en España. Pero esto no significa de ninguna manera que apuesten por la salida unilateral de la UE o que cuestionen la construcción europea desde 1957. Todos afirman estar a favor de “renegociar los tratados” o de construir “otra Europa”.

    Nótese que contrariamente a 2012, la profesión de fe de Marine Le Pen no menciona la salida del euro ni una sola vez (solamente se limita a hablar en abstracto de “soberanía monetaria”).[3]

    En el siguiente enlace se puede consultar la profesión de fe de Marine Le Pen para la segunda vuelta de las elecciones:

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    En este documento se menciona, en un pequeño párrafo de tres líneas (pág. 2), de “renegociar los tratados europeos para recuperar nuestra soberanía y construir una Europa de las naciones”. Lo de siempre: “otra Europa”, cosa que es matemáticamente imposible, porque para renegociar los tratados hace falta el acuerdo de otros 27 estados. Ya ni siquiera se habla del famoso “referéndum” para preguntar sobre la pertenencia de Francia a la UE. Menos aún se habla del euro o de la OTAN. Eso sí, se habla de “inmigración masiva” y “terrorismo islamista”.

    El auto-sabotaje definitivo de la campaña de Marine Le Pen ocurrió durante el debate televisivo Le Pen/Macron previo a la segunda vuelta. Todo el mundo se creía que Marine Le Pen iba a machacar a Macron, que es –hay que decirlo– una nulidad total aupada por los medios de comunicación de la oligarquía euro-atlantista. Pero no fue lo que sucedió.

    En el debate, Marine Le Pen fue mediocre en extremo, por no decir que en ocasiones su comportamiento fue bochornoso. Apostó por ir directo a la yugular desde el principio, con una actitud prepotente y la agresividad a la que nos tiene acostumbrados, lanzando constantemente golpes bajos en lugar de exponer serenamente su programa y sus análisis (para eso habría hecho falta que los tuviera), y haciendo chascarrillos de los que se reía ella sola de manera estúpida. Debía creer que por el hecho de repetir insistentemente que Macron era un banquero de los Rotschild y un ex-ministro de Hollande iba a ser elegida presidenta.

    Gracias a esta actitud, los telespectadores sintieron empatía por Macron, que apareció ante los franceses como un joven gentleman atacado por una choni de 49 años, dispuesto a un debate honesto y que se intentaba defender con la mayor educación, aunque era evidente que mentía como un bellaco.

    Cuando a la Sra. Le Pen se le pedía que expusiera sus ideas y su programa, el 80% de sus intervenciones consistía en hablar de lo mal que lo había hecho el gobierno anterior y en decir que Macron es un agente de la banca, llegando incluso a niveles surrealistas, echándole la culpa a Macron de gestiones del gobierno anterior que no tenían nada que ver con su ministerio.

    En las intervenciones de la Sra. Le Pen no había ninguna profundidad ideológica, nada basado en ciencia económica alguna, ni el menor atisbo de análisis geopolítico sobre la situación del mundo o la construcción europea. Las pocas veces que ella habló de su programa, ella se atrancaba como siempre, buscando sus palabras, soltando conceptos abstractos sobre el “patriotismo económico”, el “proteccionismo inteligente” (lo cual demuestra que a lo máximo que aspira Le Pen es retocar ligeramente el capitalismo) o “el pueblo”.

    Coherente sobre su programa, en ningún momento mencionó la necesidad de salir de la UE, limitándose a hablar del famoso “referéndum” en el que los franceses se pronunciarían en un futuro. En cuanto al euro, su discurso era un auténtico galimatías en el que se hablaba de “convertir al euro en moneda común” (¡ya es una moneda común!) para que las empresas pudiesen elegir entre el franco y el euro para comerciar con otros países. Se veía claramente que no sabía de lo que hablaba y Macron lo aprovechó para ridiculizarla con facilidad.

    En lugar de mostrarse como una candidata a presidenta que apueste por la reconciliación nacional, que sea un árbitro por encima de las comunidades étnicas y religiosas, –eso habría sido su gran oportunidad histórica si ella hubiese sido coherente con su tan cacareada estrategia de “des-demonización”–, ella optó por jugar la carta de la islamofobia acusando a Macron de ser apoyado por la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia. De esta manera, le puso en bandeja a Macron la posibilidad de mostrarse como el presidente de todos los franceses. Es muy difícil ser elegida presidenta de la República si le declaras la guerra al islam, habiendo 5 millones de musulmanes en Francia, diciendo además que no hay que tolerar el velo en los edificios públicos.[4] Y esto lo decía sin hacer en ningún momento la distinción entre el musulmán de a pie (sunita, chiita o lo que sea) y el fundamentalismo wahabita financiado por Arabia Saudí  y Qatar (una cuestión que, ojo, ella conoce perfectamente).

    En definitiva, si una victoria del FN en la segunda vuelta de las elecciones ya era muy difícil de por sí, con su penosa actuación, Marine Le Pen se aseguró de tirar por la borda toda posibilidad de vencer.

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    "Marine Le Pen, ¿está usted a favor de mantener las 35 horas semanales?
    - Macron fumaba hachís en 1º de bachillerato y los franceses deben saberlo"

    Al principio de este artículo, dije que me inspiraba de los análisis de François Asselineau sobre el papel real del FN. Confieso que durante mucho tiempo, yo no le creí. La idea de que el FN no aspiraba realmente a conquistar el poder, sino servir al sistema neutralizando a un 20% del electorado y así impedir que surja una alternativa, me resultaba una idea retorcida y “conspiracionista”. Pero ocurrió una cosa que hizo que me diera cuenta de que el análisis de Asselineau era totalmente justo.

    La noche de la segunda vuelta de las elecciones, la familia Le Pen había perdido por séptima vez las elecciones presidenciales (y no digo por octava vez, porque en 1981 el FN no consiguió los 500 avales de alcaldes para poder presentarse). Entonces, se habría esperado de Marine Le Pen un comportamiento acorde con la situación: después de un discurso solemne, agradeciendo a la militancia del partido, triste por la derrota pero mostrándose optimista con el futuro, ella se habría ido a casa después de animar a continuar la lucha en las legislativas. A lo sumo, ella habría brindado con champán por los resultados obtenidos y poco más.

    Y sin embargo, la vimos en la sede de campaña del FN en Chalet du Lac, en el este de París, bailando totalmente despreocupada con algunos de sus militantes al ritmo de Jean-Jacques Goldman y “I love Rock n’ Roll” de Joan Jett & The Blackhearts. Un espectáculo grotesco. Cuanto menos una falta de respeto hacia sus votantes.[5] Le daba igual haber perdido las elecciones. Total, ¿por qué no? Si no paga Bruselas, pagará el Estado francés, porque después de las legislativas de junio de 2017, ahora será diputada a la Asamblea Nacional.

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    Marine Le Pen, “hundida” por la séptima derrota electoral de su partido la noche de la segunda vuelta.

    Ahora más que nunca, un partido europeísta

    En otro artículo, ya tuve la ocasión de explicar que el FN no pretende en absoluto salir de la UE, como tampoco quiere realmente salir del euro (porque para salir del euro es preciso salir de la UE, siendo además la posición del FN sobre el euro extremadamente confusa). Si esto ya era una certeza antes, después de las elecciones presidenciales de 2017 se ha visto confirmado con mayor fuerza.

    Justo después de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el masón ex-trotskista y pro-sionista Gilbert Collard, diputado del FN a la Asamblea Nacional desde 2012, dejó clara su posición sobre la UE el euro diciendo que “para nosotros, la cuestión del euro ya es historia, el pueblo hizo su referéndum el domingo pasado. Marine tiene que escuchar este mensaje”.[6]

    Recientemente, el alcalde de Béziers Robert Ménard y el vicepresidente del FN Louis Aliot acusaron a la “línea Florian Philippot” de ser responsable del fracaso del FN en las últimas elecciones legislativas, celebradas el pasado mes de junio.[7] Insisto en que Philippot, antiguo partidario de Jean-Pierre Chevènement que ha sido en los últimos años el número dos del FN, podría situarse perfectamente –al menos en lo económico– a la izquierda de Podemos. El discurso de Philippot es el que más atrae al voto obrero y de izquierdas, pues es un discurso contra las privatizaciones, que habla de conquistas sociales, de soberanía monetaria, que defiende un Estado que dirija la economía y que mantenga la propiedad pública sobre los sectores estratégicos, y apuesta por una reconciliación nacional con los franceses de origen inmigrante. Uno hasta se pregunta qué demonios hace en el FN, si no es para contribuir a atraer los votos de los ciudadanos más euroescépticos y seguir llevándoles hacia un callejón sin salida, puesto que, como dirigente del FN, su propuesta consiste en “renegociar los tratados”. Es el único dirigente del FN que he visto hablar del artículo 50 del TUE, pero para decir que podría servir como “método de presión” para renegociar los tratados, cosa que es –hay que decirlo– una afirmación ridícula.

    Robert Ménard, el ex-trotskista reconvertido en islamófobo neo-colonialista, declaró lo siguiente refiriéndose a Philippot el pasado 13 de junio en la cadena de radio France Inter: “Cuando uno hace declaraciones económicas sin pies ni cabeza, y se coloca tan lejos de las preocupaciones del mundo de la empresa y los asalariados, artesanos y comerciantes, evidentemente paga el precio de unos malos análisis (...) Hará falta zanjar definitivamente el debate sobre la salida del euro y la línea económica, para girar la página.”[8]

    El 12 de junio, Louis Aliot había dicho en el canal de televisión TF1 que la primera vuelta de las legislativas habían sido “un fracaso del FN”, añadiendo que “la problemática de Europa y del euro” habían sido decisiva en este fracaso. “Algunos de mis camaradas se pronunciaron sobre cosas para las cuales habrían hecho mejor en callarse, porque estamos en las elecciones legislativas”, dijo.[9] ¡Esto lo dice la pareja sentimental de Marine Le Pen, que los medios españoles nos presentan como la candidata del “Frexit”!

    ¿Y cuál ha sido la reacción de Philippot ante la posibilidad de que el FN renuncie a la salida del euro? Amenazar con irse: “No estoy aquí para conservar un cargo a cualquier precio y defender lo contrario de mis convicciones profundas. Siempre lucharé por la independencia de mi país, siempre, sea cual sea el medio.”[10] Hay que ser muy ingenuo –eso en el mejor de los casos– para creer que se puede luchar por la independencia de Francia desde las filas del FN.

    Y recientemente, las chispas empezaron a saltar. A principios de mes de julio de 2017, la principal lugarteniente de Philippot en el partido, Sophie Montel, fue destituida de su cargo de presidenta del grupo FN en la región de Borgoña-Franco-Condado, hecho que fue interpretado como el primer acto de una guerra entre clanes dentro del FN. Fuertes internas interpretan que después de su penosa actuación en el debate contra Macron, Marine Le Pen trata de sobrevivir haciendo “saltar el fusible Philippot”. Según la agencia de noticias AFP, los seguidores de Philippot piden que Marine Le Pen dimita por “incompetencia” e “ilegitimidad” (en esto no les falta razón, puesto que la Sra. Le Pen ha heredado la presidencia de su partido). Por lo tanto, la posibilidad de que el FN explote en un corto plazo no es en absoluto descartable.[11]

    En cualquier caso, ocurra lo que ocurra en los próximos meses, la pregunta es: ¿Hasta cuándo el pueblo francés seguirá siendo rehén de “Le Pen e hijas S.A.”?

    ¿Y la izquierda española, cuánto tiempo seguirá cayendo en la trampa del “espantapájaros” de extrema derecha Marine Le Pen? ¿Hasta cuándo seguirá creyéndose lo que dicen los grandes medios de comunicación sobre el FN?

    [1] La relación entre Jean-Marie Le Pen y su hija empezó a enfriarse en abril de 2015 cuando, invitado por el canal de radio RMC, se reafirmó en sus declaraciones sobre las cámaras de gas como “detalle” de la historia, afirmando que “lo que dije se corresponde con lo que yo pienso, que las cámaras de gas eran un detalle de la historia de la guerra (…) mantengo estas palabras porque creo que es la verdad, y que esto no debería chocar a nadie”. La gota que colmó el vaso llegó pocos días después, cuando Le Pen declaró al semanario de extrema derecha Rivarol que “jamás consideré que el Mariscal Pétain fuera un traidor (…) creo que se ha sido muy duro con él tras la liberación”. Marine Le Pen no tuvo más remedio que expulsar a su padre del partido.

    [2] Bajo el nombre popularmente conocido de “Rafle du Vel d’Hiv” se conoce la mayor redada realizada en Francia contra judíos durante la Segunda guerra Mundial. Entre el 16 y el 17 de julio de 1942, 13.000 personas (de las cuales un tercio eran niños) fueron detenidas y retenidas en el Velódromo de Invierno de París, antes de ser deportadas hacia el Este de Europa.

    [3] Y aun así, lo que decía el programa del FN en 2012 era otra estafa, puesto que Francia no puede salir del euro si no sale previamente de la UE.

    [4] Con respecto a esta cuestión, Marine Le Pen no se distingue particularmente del resto de responsables políticos del sistema, puesto que comparte con ellos una idea defendida por gran parte del espectro político, desde la extrema derecha hasta la trostkista Nathalie Arthaud del partido Lutte Ouvrière, pasando por la socialdemocracia, la derecha republicana y el llamado “feminismo”, a saber, que el velo no tiene lugar en los institutos, cosa que se afirma en nombre de la “laicidad”. Estos mamarrachos ignoran que la laicidad significa la separación entre el Estado y la religión, ¡no la separación entre la persona y la religión! Así, han llegado a darse casos en que dueños de bares se han negado a servir a mujeres vestidas con el velo “porque estamos en un país laico” e incluso –y esto es el colmo de los colmos– no se ha dejado a mujeres musulmanas votar en las últimas elecciones presidenciales por el mismo motivo, es decir en nombre de la “laicidad”. Estos “laicistas” fanáticos –que muy a su pesar, defienden una religión, la religión “laicista”– llegan a exigir, como yo he podido oírlo y leerlo, que en los institutos se disimulen los crucifijos y las estrellas de David. Pero la laicidad, bien entendida, es la que existe en países como Siria, donde el Estado no se inmiscuye en la religión, pero las muchachas pueden ir a clase con velo o en mini-falda si así lo desean, y sin que venga la feminista de turno a decir que se trata “un objeto de esclavitud”. La laicidad –insisto, si es bien entendida– es una de las invenciones más brillantes de la humanidad, porque es un “pacto de no-agresión” que permite que distintas comunidades religiosas puedan convivir en paz en el seno de una comunidad nacional. En cambio, la “laicidad” tal como la entienden la Sra. Le Pen y el resto de laicos “identitarios” se torna fácilmente en el germen de una guerra civil.

    [5] Quien quiera comprobarlo puede verlo en el siguiente enlace: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

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    [9] Ibíd.

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