RT entrevista al candidato de la izquierda chilena que aspira la presidencia de esa nación. Se trata de un país latinoamericano donde históricamente dos coaliciones se han repartido el poder desde que terminó la última dictadura militar.
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Con la inscripción formal del partido PAÍS y el fin de sistema electoral binominal, la izquierda chilena vuelve a la carrera presidencial con candidato propio.
RT conversó con el senador Alejandro Navarro Brain, que luego de cinco períodos como parlamentario y una precandidatura presidencial, aspira llegar a la Moneda sin claudicar a favor de otras opciones partidistas.
Se declara abiertamente de izquierda en un país donde la última dictadura militar desapareció a miles de personas por esa causa. Es hijo de un obrero ebanista, profesor de filosofía y se enfrentará a las élites políticas y económicas en la carrera por la presidencia.
RT:Senador, usted ya optó por la presidencia de Chile. ¿Cuál es la diferencia en esta oportunidad?
A.N.: En Chile ocurrió una situación concreta, extraordinaria. Se puso fin al sistema (electoral) binominal. Un sistema que dañó gravemente la representatividad y limitó el surgimiento de nuevas fuerzas políticas, en un país donde el electorado se ha repartido históricamente en tres tercios: derecha, centro e izquierda.
Para la elección de noviembre de 2017 eso se termina, y va a poder elegirse un Congreso mediante un sistema proporcional, pero a su vez esa modificación electoral permitirá visibilizar a una fuerza electoral que por años estuvo oculta, subterránea: la izquierda chilena.
Esa fuerza va a expresarse. Será una nueva franja política que verá representados sus intereses sin ningún tipo de subsidios a otras organizaciones, o tendencias políticas.
Por cierto, con la nitidez de tener un candidato presidencial desde la izquierda, desde la ciudadanía y que presenta una propuesta de cambios profundos, revolucionarios digo yo, en materia de salud, previsional (pensiones) pero esencialmente proponemos una nueva constitución política que nazca de una Asamblea Constituyente.
Creo que tenemos delante una oportunidad histórica para optar por la presidencia de nuestro país. Nos sentimos optimistas.
¿Existe espacio en el Chile actual para una propuesta de izquierda?
A.N.: Durante los últimos 26 años, la escena política chilena se ha debatido en un duopolio. Por un lado Chile Vamos, que representa a la derecha extrema y la propuesta neoliberal y por otra la Nueva Mayoría, conformada luego de una alianza de partidos de centro izquierda, pero que ha devenido en administrador del modelo neoliberal.
Lo que ha cambiado es que la ciudadanía expresó su rechazo a ambas opciones, como quedó evidenciado en la última elección municipal, en la que votó solo el 30% del electorado. Es decir, 7 de cada 10 chilenos no concurrieron a las urnas en rechazo a las propuestas de los candidatos.
La mayoría de los votantes se alejó de las coaliciones gobernantes, ya sea por incumplimiento de los programas o porque no supieron representar el sentir de la gente.
Nuestra propuesta convoca a todo ese volumen de personas que no votaron. Los convoca a recuperar la confianza, a elegir una propuesta real de cambio desde la izquierda política.
RT: Michel Bachelet llegó por primera vez al Gobierno en medio de una ola de corrientes de izquierdas en América Latina. ¿Qué la alejaron de esas posiciones?
A.N.: Creo que, después de la década virtuosa de América Latina, los embates en contra de Venezuela lograron tener su efecto. Influyeron en Argentina con el triunfo de (Mauricio) Macri, pero también en la destitución ilegítima e ilegal de Dilma Rousseff en Brasil.
La situación en Chile se vio afectada por el avance de una fuerte corriente de centro, conservadora, fuertemente ligada a la democracia cristiana y que domina las relaciones exteriores y también la economía.
El Gobierno (de Bachelet) terminó moderando muchas de sus propuestas por el peso de la alianza entre la derecha y la democracia cristiana. Como ejemplo de las pugnas internas puedo decir que las tres grandes propuestas de la presidenta -gratuidad de la educación, reforma tributaria (para que los empresarios pagaran más impuestos) y la reforma laboral- debieron ser modificadas. Incluso por críticas provenientes a los internos del Gobierno.
RT: ¿Qué hace tan difícil que Chile pueda tener educación gratuita y universal?
A.N.: El tejido es una trama compleja. El sistema neoliberal caló profundo en Chile, por tanto se estableció la privatización de la educación y la destrucción de la educación pública.
Desde el año 1980, cuando surge la figura de la municipalización, el Estado abandona su responsabilidad en esta materia y la traspasa los municipios, pero estos tienen pocos recursos y habilidades para poder sostener el sistema educativo y allí se produce la migración.
Del 80% de la matricula pública el Estado se quedó con apenas 26%. Buena parte pasó a manos del sector particular subvencionado, que es pagado por el Estado pero administrado por actores privados. Entonces el sistema reposa en empresarios que no han rendido en calidad.
El mercado educativo se instaló con una potencia extraordinaria y con altísima rentabilidad para consorcios internacionales. Existe un gran 'lobby' (que incluye a parlamentarios) de aquellos que se lucran usufructuando el sistema educativo.
RT: Otro tema controversial es la propiedad de la tierra originaria. Los mapuches no dejan de reclamársela al Estado ¿Considera justo ese reclamo?
A.N.: El Estado chileno usurpó cientos de miles de hectáreas de tierras mapuches a lo largo de los últimos dos siglos. Es importante recordar que el pueblo mapuche resistió 400 años al impero español y jamás fueron derrotados, son el único pueblo indígena de Latinoamérica que pudo lograr tal hazaña.
Yo soy senador por la región del Biobío, que era la frontera natural entre los españoles y los mapuches por más de 300 años. Hoy resisten, pero ante el Estado que los despojó de sus tierras.
Yo afirmo categóricamente que en Chile hay presos políticos mapuches. Tenemos decenas de indígenas acusados de, entre comillas, delitos. Pero en el fondo lo que hay es una lucha de reivindicación para recuperar sus tierras.
La respuesta del Estado ha sido militarizar las zonas mapuches. Hay más de 4.000 carabineros desplegados de manera permanente, a un costo económico elevadísimo. Los Gobiernos, incluyendo al de la presidenta Bachelet, han optado por el empleo de la fuerza militar para tratar de contener esta lucha.
Chile ha sido condenado cinco veces en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por la violación de los derechos de los niños mapuches durante los allanamientos.
Hay una deuda del Estado y el tema indígena debe ser un elemento importante en cualquier programa de quien quiera ser presidente de Chile. Debe enfrentarse de manera histórica para que no se convierta en un elemento de ruptura de la paz nacional.
RT: Con Temer (Brasil) y Macri (Argentina) se habló del retroceso de la izquierda. ¿Cómo ve usted a las corrientes progresistas de la región?
A.N.: Luego de esos eventos había un pesimismo instalado en toda la región. Afortunadamente, el triunfo de Lenín Moreno en Ecuador ha devuelto la esperanza y las izquierdas de Latinoamérica deben volver la mirada hacia ese evento.
Pero por otro lado, persiste un asedio político, sedicioso, sobre Venezuela. La intención de factores económicos y del Gobierno de Estados Unidos es aislar y destruir el proceso venezolano, que ha sido un polo para el nuevo despertar de las corrientes progresistas de este lado del mundo. Hugo Chávez devolvió la dignidad a América Latina y no solo a su país.
Considero que el triunfo ecuatoriano, el fortalecimiento de Evo Morales, la situación en Nicaragua y las próximas elecciones de Paraguay, donde Fernando Lugo ya aparece como favorito, son una gran esperanza. Lo que se requiere es un blindaje de contención contra las corrientes económicas y políticas que responden a los intereses de Estados Unidos, particularmente ocupado en frenar la influencia de China y Rusia en la región.
RT: Senador, ¿cuál es la fórmula para llegar al poder "sin dinero", "sin apellidos" y "sin padrinos"?
A.N.: Primero con convicción y con gran apoyo ciudadano.
En la actualidad hay un fuerte cuestionamiento de los ciudadanos a la política. La principal contradicción no es entre la izquierda o la derecha, no es entre el Gobierno y la oposición, tampoco entre los conservadores y los liberales. Las personas se debaten entre la transparencia y la corrupción.
Durante mi trayectoria de 34 años en la política, construyendo movimientos sociales y partidos políticos, nunca me han podido vincular a ningún hecho de corrupción. Ese es mi aval principal.
RT: ¿Ser de izquierda en Chile sigue siendo un estigma?
A.N.: Reivindicarse de izquierda ha pasado por una situación histórica que tiene como punto de quiebre el golpe de Estado contra Salvador Allende.
Tras ese episodio la izquierda emigró, principalmente a Europa, de allí que el Partido Socialista chileno se sienta más cercano al PSOE (España) o al Partido Socialista de Francia. Muy pocos socialistas se quedaron en América Latina.
Pertenecer a la izquierda ha pasado por el colador de la sociedad despolitizada después de la dictadura de Augusto Pinochet, quien estigmatizó a los partidos, los eliminó e hizo desaparecer a miles y miles de los militantes de la izquierda. Entonces se abandonaron a los sindicatos y a los trabajadores.
Hoy día, ser de izquierda se instala en un ámbito muy específico: la dignidad y la capacidad de indignarse ante las injusticias.
La candidatura de Alejandro Navarro se instala en un domicilio político claro y nítido: la izquierda en Chile y la ciudadanía en Chile.
RT: ¿Cómo asume el hijo de un obrero competir para disputarle el poder a las élites?
A.N.: Con dignidad. En Chile la valoración ciudadana respecto de la trayectoria sigue siendo importante. Yo me siento orgulloso de mi padre, un obrero ebanista. De él aprendí a trabajar con dignidad.
A los 18 años me fui del hogar y trabajé para poder estudiar. Desempeñé más de 40 oficios distintos antes de titularme como profesor de filosofía en la universidad.
Por eso creo que los hombres y las mujeres somos lo que hemos construido. Mi trayectoria ha sido consecuente y permanente. A mí no van a echarme cuentos sobre lo que es pasar hambre, o trabajar para alimentar a tus hermanos, o cómo explotan a los trabajadores.
Por encima de mi trayectoria política (cinco períodos como parlamentario), yo no olvido de dónde vengo y no olvidaré jamás mis orígenes.
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