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    Frases y textos sobre el anarquismo

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    Frases y textos sobre el anarquismo Empty Frases y textos sobre el anarquismo

    Mensaje por DP9M Vie Nov 17, 2017 4:04 pm

    «cuyo radicalismo consistente en grandes frases, sirve de la
    mejor manera a los fines de la reacción». (Marx, «Las pretendidas escisiones en la
    Internacional»).
    Marx y Engels luchaban contra todas las diversas corrientes del socialismo,
    existentes en su época, y con el anarquismo, para desbrozar el camino a la clase obrera,
    para ayudarla a situarse en el único terreno revolucionario: en el terreno de la lucha de
    clases; con el objetivo final de la conquista violenta del poder político por el proletariado.
    Marx y Engels combatían implacablemente al anarquismo por su enemiga a la lucha
    política de la clase obrera, a su partido, a la dictadura del proletariado, haciendo con ello
    luz sobre las tareas, la táctica y acerca de la misión histórico-mundial del proletariado como
    enterrador del capitalismo y edificador de la sociedad comunista.
    A través de esa lucha teórica y práctica, Marx y Engels evidenciaron toda la entraña
    ruinosa y nociva de la ideología anarquista, descubrieron el origen pequeñoburgués de su
    táctica de arrebatos y explosiones demenciales, de su rebelión contra la unidad y la
    disciplina en las filas del proletariado, y demostraron, con la lógica irrefutable de los
    hechos, cómo ya en los albores de la organización política de la [3] clase obrera, los
    anarquista bakuninistas se habían situado en el terreno de la Colaboración directa con la
    policía internacional.
    Marx y Engels no eran solamente los grandes teóricos del socialismo científico, sino
    a la vez jefes y dirigentes del movimiento revolucionario. Ellos fueron los organizadores de
    la Primera Internacional y, en su lucha de cada hora por la formación de un partido capaz
    de conducir a las masas a la toma del Poder y a la instauración de la dictadura del
    proletariado, lucharon en el seno de la misma contra la obra caótica y de doblez de los
    bakuninistas a los que hubieron de expulsar por disgregadores y provocadores. Ya entonces
    merecieron de Marx esta acertada y mordaz característica:
    «La Alianza, a remolque de un «Mahoma sin Koran», sólo representa un amasijo de ideas de ultratumba, disfrazadas con frases sonoras que sólo pueden
    asustar a burgueses idiotas o servir como piezas de convicción contra los
    internacionalistas a los fiscales de Bonaparte u otros»... (Marx, «Las pretendidas
    escisiones en la Internacional»).
    De entonces a hoy han transcurrido varias decenas de años. En este tiempo se han
    producido profundos cambios sociales. El capitalismo monopolista ha llevado al extremo la
    concentración y la centralización de los medios de producción. Delante del movimiento
    obrero se han planteado nuevas tareas. Ante el proletariado moderno se presentan nuevas
    perspectivas de lucha con el empleo también de nuevas formas de organización. Se
    aproximaba la etapa de las revoluciones proletarias. Los anarquistas continuaban, como
    antes, imperturbablemente, repitiendo en todos los tiempos sus viejos sofismas utópicos y
    disparatados, que no son en realidad otra cosa que una expresión del radicalismo
    pequeñoburgués, ciego, sordo y reaccionario, que quiere hacer girar la rueda de la historia
    hacia atrás y que., en el insensato empeño, cae de bruces en el campo de la
    contrarrevolución.
    «Sus concepciones —dice Lenin, refiriéndose a los anarquistas— reflejan no el
    porvenir del régimen burgués empujado por una fuerza inexorable hacia la
    colectivización del trabajo, sino su presente y aún su pasado, la dominación de
    la casualidad ciega sobre el pequeño productor aislado». (Lenin, «Socialismo y
    Anarquismo». Páginas escogidas, t. II.)
    El bakuninismo representaba en el movimiento obrero la proyección del
    revolucionarismo pequeñoburgués el reflejo ideológico de la contradicción económica de
    esta clase, de sus dudas y de su desesperación, a propósito de la cual Engels decía que [4]
    «se agita sin cesar... entre la esperanza de elevarse hasta la clase más rica y el
    miedo a ser reducida al estado de proletarios, incluso de pordioseros». (F.
    Engels, «Revolución y contrarrevolución en Alemania».)
    Muchas gentes se dirán: ¿Cómo es posible hablar tanto del carácter pequeñoburgués
    del movimiento anarquista, cuando éste es un movimiento que vive y actúa en los medios
    proletarios? Cierto, pero eso no cambia la justeza de la sentencia sobre el carácter de clase
    del anarquismo. El proletariado se nutre constantemente de la pequeña burguesía y de los
    campesinos y vive en estrecha relación y vecindad con ella, especialmente en países como
    España y América Latina. Este es uno de los vehículos de penetración de las influencias
    pequeñoburguesas en las filas del proletariado.
    El anarquismo tiene otra particularidad que mueve también a confusión: la facilidad
    con que se lanza a movimientos «revolucionarios» y realiza actos de violencia. Los
    anarquistas siempre han hecho ostentación de una fraseología aventurera, alejada de toda
    realidad. Ello produce en las capas más atrasadas de la clase obrera, especialmente de los
    campesinos, una gran impresión y lleva, a simple vista, a la estimación errónea del
    anarquismo como una corriente revolucionaria. Nada más lejos de la verdad.
    Lenin nos ha dejado esta justa y excelente opinión a este respecto:
    « ... El pequeño propietario, el pequeño patrón (tipo social que en muchos países europeos está muy difundido), que sufre bajo el capitalismo una presión
    continua y muy a menudo un empeoramiento brusco y rápido de sus condiciones
    de existencia que le lleva a la ruina, adquiere fácilmente una mentalidad
    ultrarrevolucionaria, pero que es incapaz de manifestar serenidad, espíritu de
    organización, disciplina, firmeza. El pequeño burgués «enfurecido» por los
    horrores del capitalismo, es un fenómeno social propio, como el anarquismo, de
    todos los países capitalistas», (Lenin, «La enfermedad infantil del
    «izquierdismo» en el comunismo», pág. 18, ed. española, 1941).
    En esto estriba la esencia y la médula «ideológica» del anarquismo.
    Con la mayor precisión, el camarada Stalin desentrañaba hasta la raíz la política
    sectaria y aventurera de desprecio a las masas que practica el anarquismo, cuando, al
    analizar las diferencias de principio, existentes entre el anarquismo y el marxismo, decía:
    [5]
    «El marxismo y el anarquismo están construidos sobre principios
    completamente distintos, a pesar de que ambos salen a la palestra bajo-la
    bandera socialista. La piedra angular del anarquismo es la personalidad, cuya
    liberación, en opinión de los anarquistas, es la condición principal para la
    liberación de la masa; es decir: en opinión de los anarquistas, la liberación de la
    masa es imposible hasta que no se libera el individuo, en vista de lo cual su
    consigna es: «Todo para el individuo», mientras que la piedra angular del
    marxismo es la masa, cuya liberación es la condición principal para la liberación
    del individuo, es decir que para el marxismo es imposible la liberación del
    individuo en tanto no se libere a las masas, y de ahí su consigna: ; «Todo para
    las masas». (Stalin, «Anarquismo y socialismo». 1906.)

    anarquistas, acerca de la necesidad histórica del Estado proletario, de la dictadura del
    proletariado, etc., son hoy, a la luz de la experiencia de la revolución socialista triunfante,
    verdades incontrovertibles. Lo que ayer era un anhelo, un sueño, de los explotados y
    oprimidos, hoy es una verdad viva y tangible. En la sexta parte del mundo la clase obrera a
    enterrado al capitalismo y edifica victoriosamente la nueva sociedad humana: el socialismo.
    Esta irrefutable prueba de la justeza de la teoría marxista-leninista ha determinado que en
    todos los campos del movimiento obrero, los elementos revolucionarios se hayan alistado
    bajo las banderas del marxismo-leninismo. Los anarquistas contemporáneos, petrificados
    ideológicamente unos y corrompidos políticamente otros, han degenerado hasta convertirse
    en una banda vulgar de contrarrevolucionarios, en los perros más rabiosos que la burguesía
    azuza contra el País del Socialismo y contra el movimiento revolucionario internacional
    Durante la guerra nacional-revolucionaria del pueblo español, los anarquistas que
    influenciaban a grandes masas de la CNT, no solamente pusieron de relieve el fracaso estrepitoso de todas sus teorías y táctica anarquista, su falsedad y su impotencia, sino que
    evidenciaron que no eran otra cosa que una banda en descomposición de aventureros y
    provocadores al servicio de la reacción internacional.
    En el curso de la guerra del pueblo español, ya no se entablaban polémicas con los
    anarquistas en lo concerniente a la necesidad del Estado y del gobierno, porque bajo la
    presión de las masas hubieron [6] de mandar al diablo todos sus sacrosantos principios y
    postulados, y no solamente fueron ministros, sino que pelearon furiosamente por cada
    puesto de representación estatal; no se discutía sobre la Autoridad, no se discutía, pasado el
    período miliciano, sobre el ejército, porque los anarquistas en sus desorbitados afanes de
    poder peleaban por cada puesto de mando; no se discutía sobre el intercambio de productos
    y la abolición de la moneda, porque los anarquistas se convirtieron en los mas codiciosos
    «expropiadores» del dinero ... de todos los demás; no se discutía sobre la necesidad de la
    dictadura, porque ellos ejercían la más brutal... naturalmente, contra los obreros y
    campesinos. Es decir, durante la guerra nacional-revolucionaria del pueblo español, la
    España revolucionaria luchaba contra la obra de provocación, pillaje, sabotaje y espionaje
    de los anarquistas. Durante la guerra del pueblo español contra Franco y los invasores, el
    anarquismo constituyó el elemento principal de desorganización y de traición. Bajo la
    máscara de «socialización» y «colectivización», robaban y atropellaban los intereses de los
    campesinos, de los artesanos, de los modestos comerciantes, a los que trataban de enfrentar
    con la clase obrera. Asesinaban a los obreros y a los campesinos que se oponían a sus
    fechorías y bandidismo, asesinaban a los dirigentes revolucionarios como Trillas, como
    Duran, Sesé y otros. Con su obra disgregadora buscaban desmoralizar las fuerzas,
    desorganizaban los frentes y entregaban las posiciones sin lucha al enemigo. Se sublevaban,
    de acuerdo con los bandidos trotskistas, contra el gobierno del Frente Popular, como en
    mayo de 1937 en Barcelona; luchaban contra la unidad del ejército, de la clase obrera y del
    Frente Popular. Y finalmente, fueron el brazo armado principal de los traidores de la Junta
    casadista, participaron en ella, como Mera, Marín y Del Val, y dirigieron los asesinatos de
    los comunistas durante este período. Los anarquistas apuñalaron por la espalda al heroico
    pueblo español, lo entregaron a los verdugos de la contrarrevolución española: a Franco y a
    los invasores.
    Después de la derrota de la revolución española, los jefes anarquistas han buscado
    en el interior del país hacerse útiles a Falange, y, en el extranjero, la «militancia» de la FAI,
    se ha convertido definitivamente en una agencia de provocación y espionaje al servicio de
    potencias imperialistas. Hablan de la «monstruosidad de haber fusilado a José Antonio
    Primo de Rivera», de la «torpeza de no haberse aliado con él antes de la guerra» (Abad de
    Santillán). Al comienzo de la segunda guerra imperialista, ofrecieron, por medio de
    Jouhaux, al gobierno Daladier, sus servicios para luchar contra los comunistas. [7] Al
    servicio del Intelligence Service, escriben que la reconquista de la República en España es
    posible sólo mediante la victoria del imperialismo inglés en esta guerra.
    El anarquismo, pues, no representa ya hoy otra cosa que una variante del
    bandidísmo trotskista con el cual marcha estrechamente ligado. Y si Engels, como
    conclusión de su crítica a la actuación de los bakuninistas en la revolución de 1873, escribía
    que los bakuninistas nos dieron un modelo inimitable de cómo no debe hacerse una revolución, hoy, después de la última gran experiencia del anarquismo en la guerra
    nacional-revolucionaria del pueblo español, podemos afirmar que los anarquistas
    contemporáneos nos han dado la prueba más acabada y definitiva de cómo se traiciona una
    revolución.
    El editor

    F. ENGELS
    LOS BAKUNINISTAS EN ACCION1
    MEMORIA SOBRE LA INSURRECCIÓN DE ESPAÑA (VERANO DE 1873)
    ADVERTENCIA PRELIMINAR
    Para facilitar la comprensión de la siguiente memoria, consignaremos aquí unos
    cuantos datos cronológicos.
    El 9 de febrero de 1873, el rey Amadeo se hartó ya de la corona de España; fue el
    primer rey huelguista y abdicó. El 12 fue proclamada la República. Inmediatamente, estalló
    en las Provincias Vascongadas un nuevo levantamiento carlista.
    El 10 de abril fue elegida una Asamblea Constituyente, que se reunió a comienzos
    de junio, y el 8 de este mes fue proclamada la República federal. El 11 se constituyó un
    nuevo Ministerio bajo la presidencia de Pi y Margall. Al mismo tiempo, se eligió una
    comisión encargada de redactar el proyecto de la nueva Constitución, pero fueron excluidos
    de ella los republicanos extremistas, los llamados intransigentes. Cuando, el 3 de julio, se
    proclamó la nueva Constitución, ésta no iba tan lejos como los intransigentes pretendían en
    cuanto a la división de España en «cantones independientes»; así pues, los intransigentes
    organizaron al punto alzamientos en provincias; en los días 5 a 11 de julio, los
    intransigentes triunfaron en Sevilla, Córdoba, Granada, Málaga, Cádiz, Alcoy, Murcia,
    Cartagena, Valencia, etc., e instauraron en cada una de estas ciudades un gobierno cantonal
    independiente. El 18 de julio dimitió Pi y Margall y fue sustituido por Salmerón, quien
    inmediatamente lanzó a las tropas contra los insurrectos. Estos fueron vencidos a los pocos
    días, tras ligera resistencia; [9] ya el 26 de julio, con la caída de Cádiz, quedó restaurado el
    poder del gobierno en toda Andalucía y, casi al mismo tiempo, fueron sometidas Murcia y
    Valencia; únicamente Valencia luchó con alguna energía.
    Y sólo Cartagena resistió. Este puerto militar, el mayor de España, que había caído
    en poder de los insurrectos junto con la marina de guerra, estaba defendido por tierra,
    además de por la muralla, por trece fortines destacados y no era, por tanto, fácil de tomar.
    1 Esta serie de artículos de Engels titulada «Los bakuninistas en acción» fue publicada en tres
    números del periódico «Volksstaat» [«El Estado del Pueblo»] a fines de octubre y comienzos de noviembre
    de 1873. La advertencia preliminar fue escrita en 1894. (N. de la Red.)
    C. MARX Y F. ENGELS
    ________________________________________________________________________________
    Y, como el gobierno se guardaba muy mucho de destruir su propia base naval, el «Cantón
    independiente de Cartagena» vivió hasta el 11 de enero de 1874, día en que por fin capituló,
    porque en realidad no tenía en el mundo nada mejor que hacer.
    De esta ignominiosa insurrección, lo único que nos interesa son las hazañas todavía
    más ignominiosas de los anarquistas bakuninianos; únicas que relatamos aquí con cierto
    detalle, para prevenir con este ejemplo al mundo contempo

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    Mensaje por DP9M Vie Nov 17, 2017 4:07 pm

    El Maestro Lenin habla sobre los Anarquistas.

    La concepción del mundo de los anarquistas es la concepción burguesa vuelta del revés. Sus teorías individualistas y su idea individualista están en oposición directa con el socialismo. Sus opiniones no expresan el futuro del régimen burgués, que marcha con fuerza incontenible hacia la socialización del trabajo, sino el presente e incluso el pasado de ese régimen, el dominio de la ciega casualidad sobre el pequeño productor aislado y solitario. Su táctica, que se reduce a negar la lucha política, desune a los proletarios y los transforma de hecho en participantes pasivos de una u otra política burguesa, pues para los obreros es imposible e irrealizable apartarse de verdad de la política.


    Extraído de Socialismo y anarquismo de Lenin

      Fecha y hora actual: Vie Nov 15, 2024 5:55 am