Vladimir Illich Uliano, más conocido como Lenin, era considerado tan peligroso como un ejército entero. Así lo definieron los servicios de inteligencia zaristas que, por intentar eliminarlo en varias ocasiones, propiciarían su huida a Suiza.
En este país lo encontramos al comienzo de la película, en 1917, impaciente por actuar, tras la caída del zar en Rusia.
Y, lo que es la política: con la I Guerra Mundial en punto muerto y con el ejército alemán deshecho, a los alemanes se les ocurre ofertar a Lenin trasladarlo en tren a Rusia: saben que su presencia allí debilitaría a la Duma y operaría en su favor en la contienda.
Lenin queda perplejo por la oferta, pero su hábil olfato político le hace comprender en seguida la importancia de la oportunidad que se le presenta: "Cuando la revolución está en peligro no podemos caer en tontos prejuicios burgueses. Si los capitalistas alemanes son tan cándidos como para llevarnos a Rusia, allá ellos. Por mi parte, acepto el ofrecimiento. ¡Iré!".