Un lector del blog envió a la sección “Comentarios” el enlace a un video en el cual el economista Juan Ramón Rallo critica la teoría del valor y de la plusvalía de Marx. El mismo fue publicado el 8 de marzo de 2017, y tiene como título “Refutación de la teoría del valor trabajo y de la teoría de la explotación de Marx”. Puede verse en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Juan Ramón Rallo es un economista que pertenece a la corriente austriaca. Esto es, a la línea de pensamiento iniciada por Karl Menger, y continuada, entre otros, por Eugen von Böhm Bawerk, Friedrich von Wieser, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y Murray Rothbard. Aunque ya he discutido las posiciones de la corriente austriaca en notas anteriores del blog, me parece conveniente ampliar los argumentos, y responder puntualmente a las críticas que Rallo dirige a la teoría del valor trabajo.
En esta nota me limito a una cuestión de base: la necesidad de partir de las categorías teóricas utilizadas por los autores, y respetar las diferencias conceptuales establecidas por los mismos (aunque, por supuesto, estas categorías y diferenciaciones puedan criticarse). Así, si Rallo se propone criticar la teoría del valor de Marx, debería saber que Marx distinguió entre valor de cambio y valor. Sin embargo, Rallo no acierta en esta cuestión básica, y por eso puede decir (véase 7’:06 del video) que, según Marx, “una cosa puede poseer valor de uso pero no valor de cambio por no ser fruto del trabajo humano (aire, suelo)”. Pero la realidad es que en ningún pasaje del capítulo 1 de El Capital, dedicado al valor, Marx afirma que la tierra no tiene valor de cambio (o sea precio) por no ser fruto del trabajo humano. Lo que dice Marx es que “una cosa puede ser valor de uso y no ser valor. Es este el caso cuando su utilidad para el hombre no ha sido mediada por el trabajo. Ocurre ello con el aire, la tierra virgen las praderas y bosques naturales, etcétera” (p. 50, t. 1, edición Siglo XXI).
O sea, lo que está diciendo Marx es que si no existió la mediación del trabajo, una mercancía no tiene valor; no dice que no puede tener valor de cambio (o precio) por no tener trabajo invertido en su producción. Pero Rallo lee “valor de cambio” donde Marx escribió valor, y le hace decir a Marx el disparate de que la tierra virgen no tiene valor de cambio (o sea, precio).Y la realidad es, de nuevo, que Marx afirma, sin dejar lugar a dudas, que la tierra sí tiene precio: “La caída de agua, al igual que la tierra en general o cualquier fuerza natural, no tiene valor, porque no representa un trabajo objetivado en ella, y por ello tampoco tiene un precio el cual normalmente no es sino el valor expresado en dinero. Cuando no hay valor, tampoco puede representarse nada, precisamente por eso, en dinero. Este precio [de la tierra] no es otra cosa que renta capitalizada” (ibid., p. 832, t. 3).
Marx es explícito: la tierra no tiene valor, y por lo tanto no hay un valor de cambio, o precio, que exprese ese valor. Pero sí tiene valor de cambio, o precio, que no es expresión del valor de la tierra, sino es pura renta capitalizada (por eso, según Marx, la tierra no es capital, y su precio no se traslada al valor final de las mercancías, como ocurre con el capital constante).
Por supuesto, Rallo podía haber dicho que está en contra de estas ideas de Marx y presentar sus argumentos. Pero a lo que no tiene derecho es a tergiversar de manera tan grosera. Marx no podía desconocer lo que cualquier persona conoce, a saber, que el suelo tiene precio. Se trata de cuestiones elementales, no solo de método sino también de honestidad intelectual, que no pueden pasarse por alto.
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