Jóvenes afectados por el Capitalismo y su crisis
Es algo normal que los jóvenes, cuando vamos a salir o salimos del centro de estudios al mundo laboral con nuestro título universitario, de bachillerato o de modulo superior, etc.; creamos que nos vamos a encontrar con un mundo idílico donde conseguiremos mucho dinero con poco trabajo para nuestras necesidades primarias y para todas las adicionales y caprichos que queramos. Pero la realidad con la que nos chocamos es dura como un muro de hormigón armado.
Después de numerosos años de estudio y trabajo en el colegio, instituto y/o universidad, afrontamos nuevas complicaciones para nuestras vidas; más zancadillas que nos pone el Capitalismo a nuestra supervivencia, esta vez como trabajadores.
La cruda realidad es la del trabajo precario: mal remunerado y temporal. Los jóvenes nos encontramos con contratos “democráticos” y esclavizadores, tales como: La beca, Contratos en prácticas o en formación, de duración fija o por obra y servicio, entre tantos; establecidos por el Estado en defensa de los intereses de quienes representa, los empresarios.
Comenzando por la beca, podemos comprobar que no contempla el derecho a vacaciones ni a cobro de prestación por desempleo; estableciendo salarios esclavizadores de 600 € por una jornada completa de trabajo, con tareas propias de un trabajador con mayor salario y con duración determinada. ¡Menos mal que tenemos la esperanza de que la duración de la beca queda fijada con la finalización de los estudios! Y ya no solo eso, sino que a día de hoy, con el Plan Bolonia, los estudiantes deben pagar créditos en sus matrículas universitarias para trabajar realizando las prácticas en una empresa privada, la cual obtiene beneficio del trabajo que realiza este estudiante, es decir, que pagamos para trabajar. ¡¡¡Es el tipo de contrato perfecto para el empresario!!!
Pero si creíamos que al finalizar las becas y los estudios íbamos a conseguir contratos dignos, nos equivocábamos gravemente. ¿Cómo podemos dudar de la capacidad de explotarnos que tienen los empresarios? ¿Cómo podemos ser tan ignorantes para dudar de que el sistema de los empresarios no iba a seguir creándonos una situación precaria de trabajo y de vida?
Todo ello se plasma en el contrato en prácticas, para los titulados universitarios, y el contrato en formación, para los estudiantes salidos de módulos de grado superior y medio. Un magnífico tipo de contrato temporal y precario que se caracteriza por las lindezas del tipo de: La duración del contrato es de 2 años máximo renovándolo cada 6 meses durante ese período para cuya finalización no existe el derecho a indemnización. Por tanto, es un contrato muy práctico para el empresario porque contrata a trabajadores con baja remuneración salarial con la excusa de la experiencia, pero realizando el mismo trabajo que cualquier trabajador fijo, es decir, más beneficio para sus arcas repletas, y porque son contratos que facilitan el despido y de forma muy barata, tan barata que es gratis. Los jóvenes contratados en prácticas o formación nos vamos a casa sin un euro. ¡Para que luego diga la CEOE que no existe el despido libre!
Como buenos ilusos, aceptamos los anteriores contratos precarios pensando que tras estos contratos, algún día, podremos optar a un contrato digno, dentro de lo que cabe en este sistema, es decir, fijo, estable, bien remunerado, etc. Pero la realidad vuelve a superar nuestras expectativas y resulta que nos encontramos con los contratos por obra y servicio o con los de duración determinada, este último muy conocido por los jóvenes estudiantes-trabajadores en el sector servicios durante las temporadas veraniegas y navideñas. Un contrato por obra y servicio en el cuál te pueden despedir cuando al empresario le plazca o lo estime necesario para salvaguardar su beneficio, ya que la indemnización por despido corresponde al 7% de tu salario percibido durante el tiempo trabajado, lo que comparado con los contratos indefinidos supone 20 días por año trabajado frente a los 45 para contratos antes de la Reforma Laboral de 2006 y frente a los 33 tras la mencionada reforma. Es decir, suponen migajas de las que se puede desprender sin problema el empresario y que le facilita el despido de trabajadores. Además, no solamente es precario y temporal por ello, sino que también lo es porque este contrato tiene una duración máxima de 3 años, de modo que puedes recalar en otra empresa pudiéndote aplicar el mismo tipo de contrato precario o volver a la misma empresa a los 6 meses con el mismo tipo de contrato. En resumidas cuentas, más temporalidad, inseguridad, inestabilidad, precariedad, etc.
Estas condiciones laborales de temporalidad se agravan en época de crisis del sistema capitalista, debido a que los empresarios no necesitan producir al nivel que se hacía antes, con lo que deben reducir costes para preservar sus beneficios prescindiendo de trabajadores. Reestructuran la empresa despidiendo primero a los trabajadores con los contratos temporales que hemos visto, por ser lo más baratos para despedir, enviando a ingentes masas de trabajadores al “democrático” y humano paro; dejándonos, en este caso a los menores de 25 años, con la nada despreciable tasa de paro del ¡¡¡38%!!! en noviembre de 2009. Igualmente pasa con los trabajadores, la mayoría jóvenes, que sólo tienen la opción de trabajar por ETT´s o con contratos de duración determinada en las temporadas veraniegas y navideñas, donde el sector servicios requiere más mano de obra. De este modo, a los empresarios les interesa fomentar la contratación temporal que, según datos oficiales del Estado, afecta al ¡¡¡90%!!! de los nuevos contratos creados cada mes, de los cuales una gran parte nos afecta a los jóvenes.
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Que nos expliquen los señores “demócratas” y los señores empresarios ¿cómo vamos a ser capaces de emanciparnos?, por el motivo que sea, en estas condiciones laborales. Seguramente consideran que un solución es que sigamos en casa de nuestros padres hasta que estemos calvos y/o canosos. Que nos expliquen ¿cómo vamos a ser capaces de mantener nuestros gastos de vida en estas condiciones laborales?. Según sabemos todos, en esta sociedad, de la democracia del dinero, para poder pagar la vivienda (hipoteca o alquiler con colegas o novio/a), la luz, el agua, el gas, la ropa (sea cual sea la que más nos guste), el coche (incluido el tunning), el ocio (ya sea tomando copas en un bar o yendo al cine o al teatro), etc., se requiere dinero; habrá que recordarles que eso se consigue por medio del trabajo. Puede ser que salgamos de estudiar siendo unos ignorantes y no lo veamos; o puede ser que la realidad es la que vemos y que somos siervos de por vida, y por contrato, de los señores empresarios, según dicta este sistema Capitalista, a los cuales no les importa nada que no podamos comer, tener una vivienda o simplemente comprarnos un coche o salir de copas; solamente les importa conseguir su beneficio.
De esta forma, nos demuestran que, para ellos, los trabajadores no valemos nada y, menos aún, los jóvenes. A pesar de ello, nos intentan convencer continuamente de que la juventud es el futuro de la sociedad; como bien dice el Banco Santander en sus anuncios: “porque ellos son nuestro mañana”, refiriéndose a los jóvenes universitarios a los cuales presta sus maravillosos préstamos-beca, sustitutivos de las becas gratuitas de siempre, que debemos devolver cuando trabajemos, gracias al Plan Bolonia. Efectivamente, los jóvenes somos los trabajadores explotados y el precario del mañana que les generaremos sus grandes beneficios; esta sociedad margina e hipoteca su futuro, los jóvenes.
Pero volviendo a las esperanzas de todo trabajador joven, podemos decir, también, que creemos o creíamos que al terminar toda la retahíla de infames tipos de contratos precarios nos llegaría la tranquilidad de conseguir un contrato y una situación laboral digna, dentro de lo que cabe, pero nos topamos con la amenaza de la patronal de intentar implantar el concepto de la flexiguridad. Este, dicho de forma simple, significa que a los trabajadores nos gusta cambiar de puesto de trabajo, para lo cual crean nuevos contratos con una indemnización por despido más barata para beneficio del empresario, creando más temporalidad y precariedad. Además, nos reclaman que depositemos total confianza en los ladrones de los empresarios y del Estado que les representan, con la forma de actuar que han tenido en estos dos años de crisis económica, para que, en primer lugar, nos protejan socialmente (suponemos que será con los 420 míseros euros tras acabar con la prestación por desempleo, si nos corresponde alguna de ellas) y, después, nos busquen un puesto de trabajo, si es que lo hay, con las mismas míseras condiciones de precariedad; hoy puedes pagar la hipoteca, mañana no. Visto con un ejemplo concreto, tenemos el “contrato indefinido con costes de despido creciente” con una indemnización por despido que va desde 8 a 24 días por año trabajado; con ello al empresario le facilita, mucho más que el contrato por obra y servicio, el despido de trabajadores. ¡Y eso que lo consideran como un contrato indefinido!
Los jóvenes no podemos quedarnos callados asumiendo el Carpe Diem que nos introduce a fuego el sistema. ¿Vamos a asumir el desempleo y la temporalidad que nos afecta? ¿Vamos a admitir que nos resulte cada vez más difícil el poder emanciparnos? ¿Vamos a tolerar que precaricen más nuestro trabajo?¿Vamos a aceptar que los empresarios jueguen con nuestro presente y nuestro futuro? El Carpe Diem no nos da de comer. La única forma de conseguir mantener, recuperar y hacer avanzar nuestros derechos es por medio de la lucha de todos los jóvenes junto con los demás trabajadores. Debemos recordar cómo la lucha de los jóvenes estudiantes y trabajadores franceses logró derrotar el Contrato de Primer Empleo en 2006,el cual mermaba sus derechos como trabajadores. Solo la lucha de todos los trabajadores, incluidos los jóvenes, frente a los empresarios explotadores, conseguirá transformar esta sociedad capitalista en la sociedad de los trabajadores, en la sociedad de la justicia social y de la igualdad, de la democracia para y por los trabajadores.
Frente al intento de hacernos pagar la crisis de los empresarios, es necesario reivindicar:
-Dificultar el despido individualizado por medio del encarecimiento del mismo.
-Derogación de los contratos precarios (becarios, en formación, eventuales o por servicio, etc.).
-Creación de empleo estable y público.
-Retirada del Plan Bolonia de las universidades.