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    Malthus y los consumidores improductivos - Por Rolando Astarita

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     Malthus y los consumidores improductivos - Por Rolando Astarita Empty Malthus y los consumidores improductivos - Por Rolando Astarita

    Mensaje por Marx 12 Vie Nov 23, 2018 7:07 am


    En una nota anterior (aquí) señalé mi discrepancia con la afirmación de Michael Husson de que Marx consideraba improductivo el trabajo aplicado al transporte. En esta nota me ocupo de otra afirmación de Husson, con la que también discrepo. Se refiere a su evaluación del aporte de Malthus a la Economía Política. Según Husson, Malthus es “el promotor de una teoría interesante que demuestra la necesidad de una clase de consumidores improductivos para crear empleos, pero más bien de los empleos domésticos, como explica en su estilo inimitable” (véase “¿Qué es empleo productivo?”, en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y traducido en Viento Sur (https://www.vientosur.info/spip.php?article14372)

    Husson sostiene que el argumento de Malthus era que “Si cada trabajador consumiera el doble del trigo que consume ahora, tal aumento de la demanda, lejos de fomentar la riqueza, haría probablemente abandonar el cultivo de muchas tierras y provocaría una gran disminución del comercio interno y externo”. Y Husson agrega que “[p]ara evitar los terribles efectos de un aumento en los salarios, Malthus se hace el abogado de los ricos y de su función social: consiste en proporcionar puestos de trabajo para los necesitados”.

    Pues bien, sostengo, en oposición a lo que afirma Husson, que Malthus no demostró la necesidad de los trabajadores improductivos para el buen funcionamiento del capitalismo. A fin de entender por qué, en lo que sigue voy a resumir el argumento de Malthus, para confrontarlo después con la crítica que le hace Ricardo.

    Malthus, teoría del valor e importancia de la demanda

    Empecemos diciendo que Malthus nunca aceptó la teoría del valor trabajo de Ricardo, esto es, la teoría que dice que el valor agregado a las mercancías solo proviene del trabajo humano, y que por lo tanto el salario, la ganancia y la renta de la tierra tienen como fundamento el trabajo. Por eso, tampoco aceptó la una de las principales consecuencias de esta teoría, a saber, que al valor total generado en la producción le corresponde un poder de compra equivalente, en manos de los terratenientes, los empresarios y los trabajadores. Esto significa que no existe, en principio, un problema de demanda, ya que si los terratenientes, empresarios y trabajadores ejercen sus poderes de compra respectivos, la producción se venderá en su totalidad. La defensa de Ricardo de la ley de Say tendrá este punto de partida.

    Así como Malthus no aceptó la teoría del valor trabajo, también rechazó la ley de Say y sostuvo que era posible la sobreproducción general por falta de demanda. De hecho, existe una vinculación entre su rechazo de la teoría del valor trabajo y su énfasis en la demanda. Es que Malthus pensaba que los beneficios del capital dependen “del exceso de su valor cuando se vende por encima del valor conocido de los anticipos (1946, p. 225). El “valor de los anticipos” sería el costo de producción (salarios, utilidades del capital y renta de la tierra, véase ibid., p. 65) de la mercancía, a lo que debería agregarse el efecto de la demanda, lo que daría lugar al “exceso de valor” sobre los costos, fundamental para los beneficios. En consecuencia, la ganancia del empresario depende solo parcialmente del costo de pro­ducción, ya que como dice Eltis (1980), la tasa de beneficio depende de la demanda del producto agregado con relación a la oferta. Aunque Malthus no explica cómo surge esta ganancia a partir del exceso del precio de venta sobre el costo. La ganancia, en la teoría de Malthus, y como señala Rubin (1989), es un recargo que el capitalista agrega al valor de la mercancía, cuya naturaleza y origen nunca termina de aclararse. Es la línea que seguirán luego Marshall y Keynes.

    Con esto en mente, vayamos entonces al argumento de Malthus sobre la necesidad de que haya trabajadores improductivos (se refería a los sirvientes de los terratenientes y la aristocracia).

    Los trabajadores improductivos y la sobreproducción

    Comienzo con la cita que presenta Husson, en la que Malthus dice que si se duplica el consumo obrero de trigo, el efecto sería una caída de la actividad económica. Sinceramente, no entiendo por qué Husson recurre a esta cita, ya que no constituye el argumento principal de Malthus. Es que en ese pasaje Malthus analiza el efecto del aumento del salario sobre el costo de producción. Lo dice en la frase que precede al pasaje citado por Husson: “… un gran aumento de consumo entre las clases trabajadoras tiene que aumentar de manera considerable el costo de producción” (p. 338, énfasis añadido). Según este pasaje, Malthus estaría adoptando una postura opuesta al enfoque subconsumista que dice que en el capitalismo existe una tendencia a la depresión debido a que los salarios son demasiado bajos (véase Bleaney, 1977). Y es que Malthus considera que la debilidad de la demanda puede provenir no de los salarios bajos, sino de la ausencia de consumo suntuario, o de consumo de trabajadores improductivos. Los salarios bajos, en su enfoque, pueden afectar el costo de producción, pero no la demanda, ya que esta depende crucialmente del gasto improductivo.

    Debemos por lo tanto recurrir a otros pasajes de los Principios…, en los que Malthus presenta su argumento fundamental. Los encontramos en el capítulo 1 del libro III. Allí responde al argumento de Ricardo, a saber: que nadie encerraría 10.000 libras en un cofre si puede ganar dinero invirtiéndolas; o gastarlas para el disfrute. Si los gasta para el disfrute, hay demanda; si los invierte, contrata trabajadores, y estos demandarán alimentos, vestidos y materias primas, lo que generaría trabajo para más personas. De manera que, si se redujera el gasto en bienes suntuarios, la caída de la demanda de esos bienes se compensaría con el aumento de la demanda de otros. En definitiva, en tanto circulara el dinero (o sea, en tanto a una venta le correspondiera una compra en un plazo más o menos corto), no habría motivo para una crisis de sobreproducción. Observemos que aquí el punto clave del argumento de Ricardo es que no había razón para atesorar. De ahí su adhesión a la ley de Say.

    Malthus estaba obligado a responder ese argumento de Ricado. Su respuesta está en la p. 272 de los Principios… . Dice: supongamos que los sectores más ricos de la sociedad se privan de los artículos de lujo, y por lo tanto el capital del país se vuelca a contratar trabajadores que producen artículos de primera necesidad. En ese caso, habría abarrotamiento general, ya que se producirían más artículos de consumo de primera necesidad, existiendo la misma demanda. Para decirlo con un ejemplo numérico, supongamos que cada trabajador consume, en un período de tiempo dado, 2 unidades de trigo, y que los trabajadores son los únicos que consumen trigo. Supongamos también que hay 100 trabajadores que producen 400 unidades de trigo, y 100 trabajadores, sirvientes de la gente rica (aristócratas, terratenientes), que consumen la mitad de ese trigo. Supongamos ahora que las personas ricas despiden a los 100 trabajadores sirvientes, y los contratan para producir trigo. La producción de trigo se habría duplicado a 800 unidades, pero el consumo seguiría siendo 400 unidades. El resultado sería entonces la caída de los precios y de las ganancias, y la interrupción de la acumulación (además de Malthus, 1946, véase Rutherford, 1987).

    La defensa de Malthus de los parásitos aristócratas

    En base a lo anterior, Malthus defiende el consumo de bienes de lujo por parte de la aristocracia y otros sectores privilegiados. En su opinión, los capitalistas tenían costumbres demasiado frugales, y por esta razón podía no existir una demanda adecuada para la producción que se lleva al mercado. Sostiene que la historia “enseña con suficiente claridad que el gusto depurado de los artículos de lujo y utilidad… no es una planta que crezca en cualquier lugar”, y que los comerciantes y manufactureros que producen en grandes masas y con­sumen con frugalidad debilitan la demanda (véase 1946, pp. 270-271). Es que si tanto los agricultores como los manufactureros produjeran artículos de primera necesidad y de lujo, y ambos estuvieran dispuestos a adquirir y consumir artículos de lujo, “todo iría sobre ruedas”. Pero si una de las partes quisiera ahorrar y no consumir artículos de lujo, habría problemas por deficiencia de la demanda (ibid., pp. 272-273).

    En otro pasaje sostiene que en un país con gran capacidad productiva es necesario que haya “un cuerpo de consumidores que no se dediquen a la producción”. Agrega que “la naturaleza ha proporcionado, mediante la fertilidad del suelo, mediante la facultad que tienen los hombres de emplear máquinas como sustitutos del trabajo, la posibilidad de que un sector de la sociedad goce de comodidades o servicios personales…” (ibid., p. 333). En otro pasaje, luego de repetir la cantinela de que los capitalistas, debido a sus costumbres, no proporcionan una demanda adecuada, escribe: “Por lo tanto, tiene que existir una clase numerosa de personas que puedan y quieran consumir más riqueza material de la que producen… Los terratenientes ocupan un lugar preeminente dentro de esta clase…” (ibid., pp. 334-5).

    Como puede apreciarse, estamos ante una defensa “teórica” del consumo improductivo por parte de mayúsculos parásitos sociales (dedicados a consumir sin producir), en aras de un pretendido funcionamiento de la economía capitalista sin fallas de demanda.

    Pero Malthus no responde el argumento de Ricardo

    Malthus, sin embargo, no respondió al argumento de Ricardo. Es que Ricardo siempre enfoca la cuestión desde el punto de vista de la producción y la demanda totales de la economía. Por eso, y como señala Bleaney (1977), esta explicación no debe confundirse con lo que sucede en una industria particular, ya que si una rama crece a una tasa mayor que el resto de la economía, puede suceder que su oferta supere la demanda y no encuentre salida. De hecho, Ricardo admite estas crisis de sobreproducción debidas a desproporciones entre las ramas y a errores de cálculo. Sin embargo, no ve razón para que haya una sobreproducción general, y de ahí su adhesión a la ley de Say. En los Principios… escribe:

    “Puede producirse en exceso determinada mercancía cuyo mercado esté tan saturado que el capital gastado en ella no produzca la utilidad habitual; pero este no puede ser el caso respecto de todas las mercancías. La demanda de cereales está limitada por las bocas que los comerán, la de zapatos y chaquetas por las personas que habrán de usarlos; pero aunque una comunidad, o parte de ella, puede tener tanto grano y tantos sombreros y zapatos como desee o sea capaz de consumir, no puede decirse lo mismo de todas las mercancías producidas por la naturaleza o la industria” (p. 218)

    Aplicado el razonamiento al ejemplo de Malthus, si 100 trabajadores que antes eran sirvientes pasan a ser contratados por el capital productivo, no producirán trigo si no hay demanda para ello, pero sí otros productos, que a su vez darán lugar a la contratación de otros trabajadores, lo que ampliará la demanda, etcétera. Con el agregado de que Ricardo no veía razón para que no aumentara también el consumo de objetos “deseables” por parte de la clase capitalista. No encuentro que Malthus haya respondido este argumento de Ricardo.

    En conclusión, y contra lo que afirma Husson, Malthus no brindó un argumento coherente para fundamentar la necesidad de que exista consumo improductivo a fin de sostener la demanda. El propio Keynes, cuya simpatía indudablemente estaba con Malthus, debió reconocer que este no pudo explicar claramente por qué y cómo “la demanda efectiva podría ser deficiente o excesiva”, y que “no logró dar una construcción alternativa” (Keynes, 1986, p. 39). La cuestión, sin embargo, tiene actualidad. Por ejemplo, para la crítica marxista a la idea de que la demanda se pudiera sostener indefinidamente a través de gasto improductivo, estatal o de otro tipo. No es casual la filiación que podemos establecer entre las ideas de Keynes (y los keynesianos) y Malthus.

    Por otra parte, en esta nota dejamos pendiente la crítica de Marx a Ricardo en lo que respecta a la defensa de este de la ley de Say. La cuestión crucial será demostrar por qué, en determinadas coyunturas, es racional que el capitalista venda y atesore, o sea, no invierta. Esto es, que haya sectores que tengan poder de compra, y sin embargo decidan no ejercerlo por un tiempo más o menos prolongado. Si esto ocurre en repetidos puntos de la economía, habrá una crisis de sobreproducción. Concretamente, ocurrirá cuando las perspectivas de rentabilidad se vean amenazadas. Un tema que remite a la especificidad de la crítica de Marx a la ley de Say, y que Ricardo no consideró (espero tratar en una próxima nota la ley de Say y su crítica por Marx).

    Textos citados:
    Bleaney, M. (1977), Teorías de las crisis, México, Nuestro Tiempo.
    Eltis, W. A. (1980), “Malthus’s Theory of Effective Demand and Growth”, Oxford Economic Papers, vol. 32, pp. 19-56.
    Keynes, J. M. (1986): Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, Méxi­co, Fondo de Cultura Económica.
    Malthus, T. R. (1946), Principios de Economía Política, México, Fondo de Cul­tura Económica.
    Ricardo, D. (1985), Principios de economía política y tributación, México, Fondo de Cultura Económica.
    Rubin, I. I. (1989), A History of Economic Thought, Londres, Pluto Press.
    Rutherford, R. P. (1987), “Malthus and Keynes”, Oxford Economic Papers, vol. 39, pp. 175-189.

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