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    Cuando la CIA “refrendó” a Gramsci - Jorge Wejebe Cobo - año 2019

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    Mensaje por RioLena Mar Feb 05, 2019 3:45 pm

    Cuando la CIA “refrendó” a Gramsci

    Jorge Wejebe Cobo

    tomado de El Sudamericano - año 2019



    La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos fue creada en 1947 y de inmediato se involucró en una guerra cultural contra la URSS y el campo socialista, en la que paradójicamente obtuvo resultados al aplicar estrategias descritas en la obra teórica del marxista italiano Antonio Gramsci.

    El también dirigente comunista nació en 1891 en el ámbito de una familia humilde de la empobrecida Cerdeña y desde sus primeros años estudiantiles manifestó inclinación por las ciencias sociales, pero su vocación lo llevó a involucrarse desde temprana edad, en las luchas sociales junto al movimiento marxista de su patria.

    Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano y llegó a ser su secretario general y diputado de la república hasta que el dictador Benito Mussolini se hizo del poder en 1923 y tres años después, lo instruyó bajo los falsos cargos de “conspiración, instigación a la guerra civil, apología del crimen e incitación al odio de clase” y la farsa judicial culminó en una condena a 20 años de prisión para que su cerebro no funcionará más como dijo el fiscal del proceso.

    Teoría desoída en campo amigo

    Pero tal inactividad pronosticada no resultó y de la prisión sacó clandestinamente alrededor de 3000 páginas manuscritas en las que exponía como idea central que la conquista del poder y su ejercicio por la clase burguesa, no solo se garantiza con el dominio del estado y sus aparatos de represión, el ejército, las leyes y el propio régimen económico.

    Para Gramsci el control total sobre la sociedad y el estado solo se cumple con la hegemonía cultural e ideológica de la burguesía, por medio de la enseñanza, como modo de reproducir en los educandos sus valores y creencias clasistas, junto con el uso de medios de comunicación y la religión, entre otras instancias imprescindibles para contrarrestar los cambios revolucionarios entre las masas que así vivirán el sometimiento al proyecto burgués.

    Entre sus ideas también se encuentra la definición de los llamados “intelectuales orgánicos” a esa y cualquier otra cultura hegemónica, encargados de edificar y actualizar su contenido y formas en el sistema de símbolos, tradiciones, valores compartidos y costumbres de la conciencia popular que se debaten para lograr consenso definitivo en la sociedad civil, entendida como instancias privadas al estado, lo que fue otro de sus aportes.ç

    Estos actores para el sustento del sistema, como los actuales hacedores de sueños quienes, desde la tecnología, el mercado y la cultura en general, establecen engañosas metas de realización personal y colectiva de la sociedad moderna donde el ideario capitalista terminó por imponerse.

    Su obra fue recogida en los Cuadernos de la Cárcel que solo serían publicados limitadamente en 1952, después de su muerte en 1937 ocurrida a pocos días de ser liberado aquejado de graves dolencias. Aunque sus ideas no obtuvieron mayor impacto en el contexto en el cual   la URSS aplicó una rígida línea política al movimiento marxista internacional en la que no había espacio para sus aportes que eran criticados por supuestamente promover la individualidad y el revisionismo pequeño burgués.

    Para entonces había acontecidos los cambios fundamentales del siglo XX. Se libró la Segunda Guerra Mundial que culminó en 1945 y de la que emergió EEUU como líder del sistema global imperialista y única poseedora del arma nuclear y adversaria principal de la URSS.

    Operación Okopera

    Sin embargo, en esa época de refulgencia imperial, las administraciones estadounidenses, sin retos importantes a la supremacía política, militar y económica, se involucraron en costosas operaciones secretas de propaganda esencialmente en Europa para conquistar la mente y corazones de pequeños pero influyentes círculos de creadores y ganarlos conscientes o no, a .su ejército de “intelectuales orgánicos” que preparaba para librar la guerra cultural.

    Era en el campo de las ideas en la que EEUU tendría la compleja tarea de que junto con su poder material, requería reparar el imaginario capitalista y su propia hegemonía cultural, edificada durante más de 500 años desde el tiempo de la ilustración esencialmente en Europa Occidental y rematada en el siglo de las luces con los valores de la democracia liberal y el estado moderno que legó la Revolución francesa, tradiciones humanistas en profunda crisis por la llegada al poder del fascismo en Alemania y el genocidio generalizado de la guerra

    Esa restauración de las esperanzas en el viejo sistema fue la estrategia de una de las primeras operaciones encubiertas de la CIA, llamada “Okopera” desarrollada entre 1950 y 1967 desde su centro principal, el Congreso por la Libertad Cultural con oficinas y representantes en 35 países y que fungía como especie de tanque pensante o plataforma política para replicar eventos de todo tipo que defendieran y divulgaran los intereses de Estados Unidos por medio de las campañas de propaganda y relaciones culturales y que además llevara adelante la guerra cultural en el marco de la propaganda y acciones subversivas contra la URSS y el socialismo que amenazaba como una alternativa para la salida de la crisis de pos guerra en el Viejo Continente.

    Con ese fin la CIA compró o reclutó a centenares de profesionales incluyendo artistas, intelectuales, políticos y periodistas, así como crearon casas editoras, alistó el cine de Hollywood que logró que alrededor del setenta por ciento de los filmes visionados actualmente en Europa son producidas en sus estudios-

    Además se publicaron miles de artículos de opinión en decenas de revistas y por medio de las principales agencias informativas occidentales y las cadenas de la incipiente televisión, se divulgaron las líneas de mensajes que defendían embozadamente los intereses geopolíticos de EE.UU.

    Con entusiasmo colaboraron con los planes las principales instituciones norteamericanas mecenas del arte y la cultura como la Fundaciones Ford, Rockefeller, el Museo de Arte Moderno de New York, (MOMA) y otros. Según versiones de la época, el propio Nelson Rockefeller disfrutaba trabajando directamente como activista de las operaciones culturales en curso.

    En esta gran red de influencia cayeron intelectuales liberales y críticos al sistema que fueron clasificados como “la izquierda anti soviética” quienes aunque estuvieron lejos de los postulados de la extrema derecha, resultaron muy útiles para dividir y captar adeptos consciente o sin saber que eran manipulados por la CIA .

    Entre ellos figuraron George Orwell, Irving Kristol, Melvian Lasky, Isaiah Berlin, Stephen Spender, Sydney Hook, Daniel Bell, Dwight MacDonald, Robert Lowell, Hannah Arendt, Mary McCarthy, y muchos otros en los Estados Unidos y Europa.

    La Coca Cola y medias de nylon vs eurocentrismo

    Esta ofensiva de proselitismo sin paralelo en la historia moderna, se realzó esencialmente sobre las generación de europeos sobrevivientes de la II Guerra Mundial, las cuales, a pesar de la precariedad económica con que vivían, mantuvieron su sentimiento de eurocentrismo, y consideraban a los soldados norteamericanos de ocupación representantes de la nación de nuevos ricos carentes de fuertes raíces culturales y practicantes de un modo vida pragmático y materialista desprovisto de espiritualidad de la cultura clásica .

    Además, la URSS y los partidos comunistas europeos ganaron en la guerra gran reputación y simpatía entre el pueblo y la intelectualidad. La primera por haber aportado el esfuerzo principal para la derrota del fascismo y los segundos por encabezar heroicamente la resistencia antifascista.

    Frente a esos desafíos las iniciales metas de los cruzados ideológicos de la CIA fue estandarizar y divulgar en toda Europa la cultura y modo de vida norteamericanos y demoler la simpatía por el ideal socialista, para lo cual efectivos del espionaje asumieron el papel de productores y directivos culturales, los cuales llevaron grandes giras, exposiciones de arte y libros, orquestas sinfónicas de EEUU junto cantantes y artistas de por Alemania Occidental, Italia y en ocasiones por países del Campo Socialista y la URSS.

    La gran conversión cultural tomó un impulso decisivo cuando se liberaron millones de dólares del Plan Marshall para la reconstrucción europea a fin de evitar un colapso total en las maltrechas economías de Europa occidental, contexto en que serían más atrayentes las consignas socialistas como temían los estadounidenses y sus aliados.

    Alrededor de 200 millones de dólares de la época, más de 2000 en la actualidad, fueron derivados del Plan Marshall para sufragar de forma inmediata las operaciones encubiertas y programas de propaganda e influencia de la CIA en la región.

    Aunque a más largo plazo se estableció ganar a la gente con una versión del sueño americano para Europa, con el desarrollo del keynesiano estado de bienestar general, ideario esperanzador bajo el cual generaciones de europeos occidentales se involucraron en la reconstrucción de sus países bajo el patrocinio norteamericano.

    Las leyes del mercado no resultaron tan ciegas en pos de esta estrategia y conjugaron ganancias con su servicio a la política del gobierno y a la saga de esa línea aportaron ejemplos emblemáticos.

    La Coca Cola se ubicó como bebida preferente en la Alemania ocupada, gracias a una gran campaña publicitaria y agresivas gestiones de mercado. A la vez que las medias de nylon, lencerías femeninas y los famosos bikinis importados de EEUU, hacían furor entre, las jóvenes europeas como símbolos de la pintoresca modernidad y cultura norteamericanas que tocaba a sus puertas después del infierno de la guerra.

    También en coherencia con esa estrategia, las fuerzas inglesas que ocuparon la icónica planta automotriz BW, tuvieron que devolver la empresa a los alemanes que a mediados de la década de 1950 ya construían en masas los “escarabajos” para poblar las carreteras del país, bajo la asistencia del Tío Sam.

    La “ayuda” que vino del Kremlin

    En su campaña ideológica y cultural los norteamericanos se beneficiaron de una ayuda involuntaria pero esencial que significó la aplicación en la URSS de una política cultural excluyente en la que prevaleció los cánones del llamado realismo socialista, una concepción reductora de la creación artística y literaria al papel de simples ilustradores complacientes de la política del estado, ya de por si implicada en los graves crímenes cometidos en la época de Stalin.

    Entonces solo restaba a los estrategas de la CIA estimular y promover las concepciones estéticas postergadas y reprimidas, así como atraer a artistas e intelectuales descontentos con los errores del estalinismo en general y a todos los desertores del intento socialista.

    Un ejemplo emblemático de estas estrategias fue el tratamiento del arte abstracto considerado en la URSS expresión decadente de la cultura, lo que fue suficiente para que la CIA, como fuerza contraria, ejerciera el mecenazgo clandestino de esa pintura en EEUU y en todo el mundo que convirtió la tendencia en supuestamente representativa de la libertad plena y el individualismo estadounidense frente al colectivismo burdo impuesto por el socialismo real. Aunque en Washington altas esferas distaban de tener esa opinión.

    El presidente Truman calificó a los artistas abstractos como pintores de brocha gorda y prefería contemplar a los clásicos en sus visitas al Museo de Arte de la capital en horarios irregulares. Desdén que compartió también el premier soviético Nikita Jrushov y que hizo público en una visita a una exposición de esa tendencia en Moscú que abandonó abruptamente ante el primer cuadro que contempló y sobre el cual expresó airado que parecía pintados con el rabo de un asno.

    Pero las palmas en el ataque al arte moderno, las ganó un inquisidor del Senado estadounidense que en la década de 1950 llevó a ese recinto un cuadro abstracto para explicar que esa tendencia buscó acabar con el orden de la sociedad y afirmar que en los contornos imprecisos de los trazos de la obra, sirven para enmascarar mensajes secretos para la KGB sobre la ubicación de bases atómicas de EEUU, ante lo cual los ilustres senadores asintieron con muestras de patriotismo y preocupación.

    Dos hipótesis y la encrucijada de Silone

    Interpretó la CIA el pensamiento del teórico italiano para guiar sus acciones y trabajar tan concienzudamente en el campo de las ideas y la cultura para mantener su hegemonía, como o sus analistas llegaron a coincidir con Gramsci recorriendo su propio camino. Es difícil confirmar una u otra suposición, pero es interesante mostrar algunos hechos circunstanciales que facilitan el acercamiento a la interrogante.

    Secondino Tranquilli, nació en un hogar de campesinos pobres el 1 de mayo de 1900cerca de Roma y también fue ganado tempranamente por el socialismo como Antonio Gramsci junto con el cual fundó el Partido Comunista italiano y en otra similitud con el dirigente, además inició su carrera como escritor desde casi su adolescencia, pero bajo el seudónimo de Ignazio Silone que terminaría asumiéndolo como su nombre para el resto de su vida.

    Pero antes de destacarse como político, Silone perdió casi toda su familia en un terremoto ocurrido en 1915, del que se salvó un hermano, difícil circunstancia en la que conoció a un joven nombrado Guido Bellone quien lo ayudó en ese difícil momento y el cual, años después, sería un exitoso oficial del servicio secreto de la dictadura de Mussolini.

    El policía tenía grandes habilidades para captar voluntades entre el mundo intelectual al mostrarse sensible, culto y tener capacidad para la simulación y la adulación cuando era necesario para ser aceptado ante los creadores seleccionados para convertirlos en informantes.

    Estas cualidades funcionaron para reclutar a su amigo Silone, quien al parecer facilitó las cosas al pedirle ayuda para que intercediera por su hermano preso por el régimen fascista.

    Los periodistas italianos Dario Biocca y Mauro Canali, escribieron un libro en los años de 1980 bajo el título El Informante, con pruebas de los archivos de los servicios de seguridad italiano de la época que identifican al escritor como redactor de informes a Bellone entre 1919 y 1930 bajo el falso nombre de Silvestri.

    El compromiso con la policía no impidió que su obra literaria fuera critica al régimen como la novela Fontamara, ni que cumpliera misiones secretas vinculadas con el Partido Comunista y Moscú, en Suiza, hasta que a mediados de la década de1930 se mostró públicamente arrepentido del comunismo por la purgas estalinistas.

    También en la obra de los mencionados periodistas se evidencia que en la Segunda Guerra Mundial Silone colaboró con la Oficina de Asuntos Estratégicos, la inteligencia estadounidense de entonces bajo la dirección de Allen Dulles, representante de ese servicio en Europa, colaboración que mantuvo en la posguerra como miembro activo del Congreso de la Libertad Intelectual de la CIA que además publicó sus textos y artículos sobre su desengaño con el socialismo, actitud de la que no se arrepintió. Falleció en Suiza en 1978.

    En estas circunstancias cabe la posibilidad de que Silone, hombre de gran inteligencia y conocimiento pudo ilustrar a sus nuevos jefes sobre el pensamiento de Gramsci con quien compartió ideales socialistas en su primera juventud.

    “Arrepentidos de todos los países uníos”

    Aunque la doctrina asumida por la CIA en sus guerras culturales tuvo importantes adversarios en el poder estadounidense que desaprobaron su estrategia de captar agentes para sus operaciones culturales. en una especie de remedo de “frente amplio” que para algunos parecía copiado de la tradición comunista para aglutinar a sectores de la llamada “izquierdas anti soviética”

    Bajo ese concepto la Agencia manipuló a sus anchas una variada asociación de “ex” de regreso de las filas comunistas, anarquistas, trotskistas y disidentes de otros ismos que tributaron al contingente de actores de campo de la guerra cultural, al cual llegaron con sus bagajes ideológicos y prácticas cercanas a Gramsci y al marxismo que pudieron influir en la operatoria de las guerras culturales.

    En las viejas fotos en blanco y negro de las reuniones y sesiones del Congreso por la Libertad Intelectual aparecen personalidades reunidas por las mañas de la CIA y quienes tuvieron en el pasado encontradas filiaciones ideológicas que significó asumir el marxismo, el trotskismo, el liberalismo, la socialdemocracia y otras variantes de las ideas del centro o la izquierda del espectro político de la pre guerra, aunque les faltó la sinceridad que les aportaría a su iconografía y de la que hoy solo queda imaginar, haber desplegado en sus eventos una gran tela roja que como interpretación inversa del viejo Marx, con la consigna de: “arrepentidos de todos los países uníos”

    No obstante, la novedosa estrategia de la CIA tuvo enemigos de respeto en la figura del jefe del FBI Edgar Hoover y su asociado el Senador McCarthy, quienes aupados por sectores anticomunistas fundamentalistas, se empeñaron en una cacería de brujas en la década de 1950 e inclusive se aprestaban a denunciar ante el senado de EEUU a la agencia por ser supuestamente tolerante con el comunismo y estar influida por las teorías marxistas al relacionarse con gente procedentes de esas filosofías para lo cual contaban con datos importantes..

    De dicho ataque solo se salvó la CIA por la intervención de Allen Dulles ante el presidente Eisenhower al que convenció que tal escándalo lesionaría las operaciones encubiertas en curso y a la propia seguridad nacional ante lo cual el mandatario optó por apoyar a la Agencia, lo que marcó la bancarrota de McCarthy quien terminaría aquejado por un alcoholismo que lo llevó a la tumba en 1957. Aunque Hoover, el verdadero cerebro del ataque, celoso con el poder de la CIA salió indemne del lance y murió en su cargo muchos años después en 1972.

    Además, con este espaldarazo de la Casa Blanca, la CIA tuvo luz verde para sus operaciones culturales, se fortaleció su ascendencia en el gobierno y se levantaron los ánimos de su contingente de “intelectuales orgánicos” que se sintieron a salvo de la política extremista del FBI.

    Desde entonces la estrategia de penetración y control por la CIA de sectores del pensamiento liberal, de filiaciones centristas, ultraizquierdistas y renegados de la revolución, paso de ser una tesis experimental del espionaje de EEUU a conformar principios clásicos de actuación de la Agencia para operar sobre los países y movimientos progresistas que se oponen a la hegemonía imperial estadounidense.

    Aunque es un error considerar que a causa del extendido tiempo de estas acciones en la cultura manipulando el pensamiento de izquierda y marxista pudo dejar al final como herencia involuntaria cierta influencia de liberalismo y objetividad entre los estrategas de la CIA

    Se conoce por documentos desclasificados que mientras Allen Dulles se enfrentaba al oscurantismo de Hoover y McCarthy para preservar sus guerras culturales, dirigía, con no menos decisión su Operación Paper Clip que llevó a la agencia y a otras instancias oficiales de EEUU, a cientos de ex criminales nazis de sus servicios de seguridad y científicos que fueron fieles a Hitler hasta el último momento, pero de los cuales se beneficiarían esencialmente el espionaje, por aportar una inestimable fuente de información originaría obtenida durante los 12 años de régimen nazi y de lucha secreta contra la URSS y el socialismo.

    Los indultados nazis fueron eternos agradecidos con Washington por haberles dado una segunda oportunidad y con las cuales se debieron sentirse más cómodos e identificados los directivos de la agencia que para asumir ese destacamento de personajes nada arrepentidos de su pasado, no necesitaron de tanta sofisticación intelectual, ni de dobles sentidos como los que desplegaron para manejar como fachada el ideario de la izquierda y a sus militantes en las operaciones culturales.


    Fuentes principales:

    La CIA y La Guerra Fría Cultural, Frances Stonor Saunders. Editora Política .La Habana 2003.
    Legado de Cenizas. La Historia de la CIA, Tim Weiner. Ediciones Random House Mondadori, SA. Barcelona, España.
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