Cataluña es una nación
Joan Comorera - año 1940
publicado en diciembre de 2019 por Bitácora Marxista-Leninista
►en el Foro en 2 mensajes
«[Nota de «Nuestra Bandera», periódico del Partido Comunista de España: El 8 de Septiembre el camarada Juan Comorera, Secretario General del Partido Socialista Unificado de Cataluña –Sección Catalana de la Internacional Comunista– pronunció en la ciudad de México una importante conferencia sobre el tema «Contra la Guerra Imperialista y por la Liberación social y nacional de Cataluña». Publicamos en este número, íntegramente, la importantísima parte de la conferencia de Comorera que se refiere al problema nacional y a las tareas para la lucha por la liberación nacional y social de Cataluña, Esta parte, es de extraordinario valor para la orientación y el trabajo práctico de los miembros del Partido hermano del pueblo catalán y del pueblo español en el combate por su victoria sobre el régimen dominante].
Marx y Engels y el problema nacional y colonial
Al analizar los acontecimientos que en su época tuvieron lugar en Irlanda, la India, China, los países centro-europeos, Polonia y Hungría, Marx y Engels, nos dieron las directivas fundamentales sobre la cuestión nacional y colonial. Estas directivas fundamentales no solamente no fueron desarrolladas por la socialdemocracia, sino que fueron desconocidas y tergiversadas en la teoría, y renegadas en la práctica. Los problemas nacionales de Europa han sido y son un factor revolucionario de lucha contra el imperialismo. En la medida en que los partidos de la II Internacional degeneraron en partidos de ''reformas sociales», se apartaban de la lucha de clases, renegaban de la dictadura del proletariado, pasaban a las filas de la contrarrevolución, la cuestión nacional que en un principio anunciaban vagamente, se transformó en instrumento «ideológico» de subordinación nacional al Imperialismo. No vale la pena de analizar ahora las teorías socialdemócratas justificativas de la opresión nacional y colonial. Recordemos, nada más, que para los socialdemócratas la lucha de los pueblos coloniales, era contraria a los intereses del proletariado europeo, que la tesis sobre «la misión y la tarea del hombre blanco» de los más fanáticos imperialistas la aceptaban al hablar del papel progresivo del imperialismo en las colonias, y hacían el juego al imperialismo al asegurar que los pueblos coloniales y las naciones oprimidas, no estaban preparadas para el ejercicio de la libertad y de la soberanía. Nuestra experiencia es suficiente para conocer a fondo la posición práctica de los socialdemócratas en la cuestión nacional. El Partido Socialista Obrero Español, ha combatido a sangre y fuego a Cataluña y Euzkadi, las dos nacionalidades históricas oprimidas y que han llegado a la madurez nacional. El Partido Socialista Obrero Español, ha sido un instrumento del imperialismo español, debido a la acción del cual, tanto escrita como práctica, grandes núcleos de obreros, nunca comprendieron que la cuestión nacional y colonial, es parte integrante de la revolución proletaria internacional. En el curso de nuestra guerra, las incomprensiones y los exabruptos del Partido Socialista Obrero Español y de sus líderes en función de gobierno Largo Caballero, Prieto y Negrín, respecto a Cataluña y a nuestras instituciones autónomas, fueron uno de los principales factores que contribuyeron a la derrota de Cataluña y de la República.
Lenin y el problema nacional y colonial
Ha sido Lenin el primero en desarrollar la teoría nacional y colonial, tomando como base las directivas fundamentales de Marx y de Engels, La teoría de Lenin sobre la cuestión nacional y colonial consta de tres puntos esenciales:
Primero: reunión en sistema simétrico de las directivas fundamentales de Marx y Engels sobre las revoluciones nacionales y coloniales, en la época imperialista.
Segundo: vinculación de la cuestión nacional y colonial a la cuestión del derrocamiento del Imperialismo.
Tercero; afirmación de que la cuestión nacional y colonial es una parte integrante de la revolución proletaria internacional.
¡Qué lejos estamos, compañeros, del reaccionarismo socialdemócrata!
Stalin y el problema nacional y colonial
La teoría revolucionaria de Lenin sobre la cuestión nacional y colonial, había de ser desarrollada y aplicada por el caraarada Stalin. Cuatro factores nuevos y substanciales han enriquecido la teoría sobre la cuestión nacional y colonial:
Primero: unión de la cuestión nacional con la colonial. La cuestión nacional y colonial, pasa a ser no una cuestión específica de política interna de un Estado particular, sino un problema mundial de emancipación de los pueblos oprimidos, de los pueblos dependientes y coloniales del yugo del Imperialismo. La unión de la cuestión nacional con la colonial, la define así el camarada Stalin:
«La abolición de la opresión nacional en Europa es inconcebible sin la emancipación de los pueblos coloniales de Asia y África de la opresión del Imperialismo; aquélla está ligada orgánicamente a ésta». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; El planteamiento de la cuestión nacional, 1921)
Segundo: formulación categórica del derecho de las naciones no soberanas y de las colonias a la separación política, a la existencia como Estados independientes. Tercero: la cuestión nacional y colonial y la del poder capitalista, de derrocamiento del capitalismo y de la dictadura del proletariado, son conexas. Desarrollando este punto capital, escribe el camarada Stalin:
«La guerra imperialista ha demostrado, y la experiencia revolucionaria de los años recientes la ha confirmado otra vez. Primero, que los problemas nacionales y coloniales son inseparables del problema de la emancipación de la dominación del capital. Segundo, que el Imperialismo –forma superior del capitalismo–, no puede existir sin la esclavización política y económica de las naciones no soberanas y de las colonias». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; El planteamiento de la cuestión nacional, 1921)
Tercero, que las naciones no soberanas y las colonias, no pueden ser emancipadas sin el derrocamiento de la dominación capitalista.
Cuarto, que la victoria del proletariado no puede ser duradera, a no ser que las naciones no soberanas y las colonias sean emancipadas de la dominación capitalista».
Cuarto, verdadera igualación, no simplemente jurídica, de las naciones. Ayuda y estímulo a las naciones atrasadas para elevarlas al nivel cultural y económico de las más avanzadas. Considerar esta igualación, ayuda y» estímulo, como uno de los requisitos previos para la cooperación fraternal entre las masas trabajadoras de las diversas naciones.
Aplicación práctica de la teoría
El valor extraordinario de la teoría leninista-stalinista sobre la cuestión nacional y colonial, es que ha pasado del dominio de la especulación al de la práctica triunfante. La teoría leninista-stalinista ha sido aplicada íntegramente en la Unión Soviética. En la «Declaración de los Derechos de los Pueblos de Rusia» publicada el 15 de noviembre de 1917, redactada por el camarada Stalin, entonces Comisario del pueblo para las nacionalidades se exponen los siguientes principios fundamentales:
Primero: La igualdad y la soberanía de los pueblos de Rusia.
Segundo: El derecho de los pueblos de Rusia a la libre autodeterminación hasta la separación y el establecimiento de Estados independientes.
Tercero: Abolición de todos los diversos privilegios y restricciones nacionales y nacional-religiosos.
Cuarto: libre desenvolvimiento de las minorías nacionales y de los grupos étnicos que habiten en el territorio de Rusia. La aplicación estricta de los principios constitucionales fué una de las grandes preocupaciones del proletariado victorioso. Así podemos ver que en la resolución del Xº Congreso del Partido del 10 de Marzo de 1921, se fijan las siguientes tareas:
«Ayudar a las masas trabajadoras de los pueblos que no son de la Gran Rusia, a igualarse a la Rusia Central, la cual marcha a la cabeza de ellos, y ayudarles: a) A desarrollar y consolidar su propio sistema estatal soviético en formas compatibles con el carácter nacional de estos pueblos; b) A organizar sus propios tribunales, cuerpos administrativos, organismos económicos y gubernamentales, surgidos de la población autóctona familiarizada con las costumbres y la psicología de la población local, y que empleen en su funcionamiento el idioma nativo; y, c) A desarrollar en su propio idioma la prensa, las escuelas, los teatros, los clubs y las instituciones culturales y educacionales en general». (Congreso del Partido Comunista Ruso (Bolchevique); Resolución, 1921)
Realizada la experiencia en los años más difíciles de la Revolución de octubre, cuando por el hecho mismo de la guerra civil y de la intervención extranjera, la gran cantidad de pueblos, de grupos étnicos, . de nacionalidades unidas a la Unión Soviética, estaban aislados entre ellos y se combatían entre ellos por la imposición de los generales blancos, ingleses o franceses: surgió con una fuerza sorprendente la justeza genial de la teoría leninista-stalinista de la cuestión nacional y colonial formulada con claridad ejemplar y aplicada de manera consecuente, la teoría nacional y colonial de Lenin y Stalin, fué el aglutinante más sólido de los pueblos y de las naciones de la inmensa Unión Soviética. Y la confirmación esplendorosa de este hecho la tenemos en que en el período de construcción triunfante del socialismo, la teoría leninista-stalinista ha sido incorporada íntegramente a la Constitución aprobada el año 1936. El artículo 13 de la Constitución dice:
«La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, es un estado federativo, constituido sobre la base de la unión voluntaria de las repúblicas socialistas soviéticas iguales en derechos». (Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1936)
Veamos el artículo 17:
«Cada República federada conserva el derecho a separarse libremente de la URSS». (Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1936)
Y, finalmente, reflexionemos sobre el artículo 123, suprema definición de la unión fraternal e igual de los pueblos soviéticos:
«La igualdad de derechos de los ciudadanos de la URSS, sin distinción de nacionalidad ni de raza, en todos los dominios de la vida económica, del Estado, cultural, social y política, es una ley inmutable. Toda restricción directa o indirecta de los derechos o, inversamente, el establecimiento de privilegios, directos o indirectos, para los ciudadanos por razón de la raza o de la nacionalidad a la cual pertenecían, lo mismo que toda prédica de exclusivismo racial o nacional, o de odio y menosprecio racial o nacional, son castigados por la Ley». (Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1936).
Las consecuencias de una teoría justa aplicada consecuentemente
La teoría nacional y colonial de Lenin y Satlin, no fue aplicada sin dificultades. Hubo que vencer la resistencia encarnizada del trotskismo enemigo, enemigo sistemático de todo aquello que por su valor substantivo, había de consolidar la revolución de Octubre. Por eso, no puede extrañarnos, la dureza con que el camarada Stalin planteó el problema en el XIIº Congreso del Partido de 1923. He aquí sus palabras, las cuales nos podemos aplicar para saber lo que debemos hacer en el porvenir y para comprender el porqué de las muchas derrotas que hemos sufrido en el pasado:
«O bien, dentro de la Unión Soviética, encontramos una solución correcta para el problema nacional, de aplicación práctica, y establecemos verdaderas relaciones fraternales y verdadera colaboración entre los pueblos –y en este caso todo el Oriente verá que nuestra; Federación es la bandera de su liberación, la vanguardia cuyos pasos ha de seguir– y eso será el principio del hundimiento del imperialismo mundial; o nosotros, la Federación y su conjunto cometemos un error, minamos la confianza de los pueblos antiguamente oprimidos hacia el proletariado de Rusia, y privamos a la Unión de Repúblicas de este poder de atracción que posee a los ojos del Oriente, y en tal caso, ganará el Imperialismo y perderemos nosotros». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Discurso en el XIIº Congreso del Partido Comunista (Bolchevique) de Rusia, 1923)
En el período de la guerra civil y de los intervencionistas, la aplicación consecuente de la teoría nacional y colonial, tuvo una importancia capital.
«Los obreros rusos –comprueba el camarada Stalin– no hubieran podido derrotar a Kolchak, a Denikin y a Wrangel, si no hubiesen contado con la simpatía y la confianza de las masas oprimidas de las regiones fronterizas de la antigua Rusia, No hemos de olvidar que el campo de acción de esos generales facciosos estaba limitado al área de las regiones fronterizas habitadas principalmente por nacionalidades no rusas, y que éstas, no podían sino odiar a los Kolchak, Denikin y Wrangel, por su política imperialista y de rusificación. La entente, interviniendo y apoyando a estos generales, podía confiar solamente con los elementos que en las regiones fronterizas eran los agentes de la rusificación. Y esto, encendía el odio de las regiones fronterizas contra los generales sediciosos y aumentaba la simpatía de esta población por el gobierno soviético. Esta circunstancia, explica la debilidad de la retaguardia de los Kolchak, Denikin y Wrangel, y por tando, la de sus frentes, que a la larga fué la causa de su derrota». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Discurso en el XIIº Congreso del Partido Comunista (Bolchevique) de Rusia, 1923)
La victoria culminante de la política nacional de Lenin y Stalin ha sido la Constitución Stalinista de 1936, aprobada por el Congreso extraordinario de los soviets de la URSS. ¿¡Por qué fue posible esta victoria esplendorosa?! El camarada Stalin nos los explica:
«La misma ausencia de clases explotadoras, las cuales son los principales organizadores de las luchas entre las naciones; la ausencia de la explotación que fomenta la desconfianza mutua y las pasiones nacionalistas; el hecho de que el poder se encuentre en manos de la clase obrera, la cual es enemiga de toda esclavitud y campeona fiel de la idea del internacionalismo; la realización efectiva de la ayuda mutua entre los pueblos en todas las esferas de la vida económica y social; y, por último, el florecimiento de la cultura nacional de los pueblos de la URSS, la cual es nacional en su forma y socialista en su contenido. Todos estos factores y otros parecidos han cambiado profundamente la fisonomía de los pueblos de la URSS; su sentimiento de mutua desconfianza ha desaparecido, se ha desarrollado entre ellos en sentimiento de mutua amistad y así, sé ha establecido una cooperación verdaderamente fraternal entre los pueblos en el seno del Estado general único. Como resultado de esto, tenemos ahora un Estado! socialista multinacional perfectamente constituido, el cual ha salido triunfante de todas las pruebas y cuya soliden puede envidiar todo Estado nacional en cualquier parte del mundo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre el proyecto de constitución de la URSS, 1936)
La comprensión de la teoría leninista-stalinista del problema nacional y su aplicación consecuente, sin timidez ni hipocresía, se plantea hoy con la máxima fuerza. La no comprensión del problema nacional por los líderes de la República del 31 y del 16 de Febrero, y, en el curso de nuestra guerra, por parte de los políticos que tuvieron las mayores facultades y responsabilidades, ha sido uno de los factores principales de la victoria de los Lerroux, Gil Robles el año 34 y de los Franco el año 39. Esta incomprensión, sin embargo, no fue casual. La burguesía no es capaz de resolver los problemas nacionales. Contrariamente, su tendencia natural consiste en envenenarlos para consolidar y prolongar sus privilegios y su dominio político. La socialdemocracia no comprende ni puede comprender, ni mucho menos resolver, los problemas nacionales. Por el contrario, la socialdemocracia ha deformado los problemas nacionales, los ha presentado a la clase obrera como un problema de reacción y no de revolución, para mejor servir así los intereses de sus amos imperialistas. La imposibilidad de que la burguesía y la socialdemocracia pueden resolver los problemas nacionales, es una de las más útiles, importantes y aleccionadoras conclusiones de la teoría leninista-stalinista del problema nacional. Y más cuando esta conclusión la hemos experimentado nosotros en la propia sangre, en la profunda amargura de una derrota evitable.
Cataluña es una nación
Hay que dilucidar ahora, camaradas, si la teoría leninista-stalinista sobre la cuestión nacional, puede o no ser aplicada a Cataluña. ¿Qué es una nación? He aquí la definición del camarada Stalin, la más completa que jamás hayamos leído:
«Una nación es una comunidad históricamente desarrollada, estable, con lenguaje, territorio, vida económica, formación psicológica, manifestadas en una comunidad de cultura». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; El marxismo y la cuestión nacional, 1913)
¿Reúne Cataluña estas cualidades? Es evidente que sí. Somos una comunidad que se ha desarrollado a lo largo de los siglos, a pesar de la opresión imperialista. Somos una comunidad con lengua propia, territorio común y unido, con vida económica bien caracterizada, con formación psicológica forjada por los siglos de opresión y por el anhelo inagotable de libertad. Somos una comunidad con propias manifestaciones culturales, en nuestra lengua cuando ha sido posible –unos cuantos años, en más de dos siglos transcurridos desde el Secreto de Nueva Planta– y en la lengua extranjera impuesta.
Cataluña, es, pues, una nación. Pero Cataluña, camaradas, no es una «comunidad de destino». El principio de Lenin: «dentro de cada nación moderna hay dos naciones», se adapta plenamente a Cataluña, como a cualquiera otra nación. Importa, compañeros, que meditemos y asimilemos este principio de Lenin. La incomprensión del principio de Lenin abre la puerta a todas las desviaciones nacionalistas pequeño burguesas, nos conduciría a un callejón en el cual nunca ha hallado ni hallaría solución nuestro problema nacional. En cada nación hay dos clases antagónicas, irreconciliables: la burguesía y el proletariado, los explotadores y los explotados. Hay, por tanto, dos naciones antagónicas irreconciliables. La burguesía se vale y se valdrá del problema nacional para resolver sus asuntos de clase, dispuesta siempre a aliarse con la burguesía imperialista en el momento preciso en que considere satisfecha su ambición de clase o en que vea en peligro sus intereses de clase por el desarrollo y la ofensiva del movimiento obrero. El proletariado, quiere resolver y resolverá definitivamente el problema nacional, pues no ignora que si se convirtiese en opresor de otros pueblos, volvería a ser oprimido nuevamente. La burguesía y el proletariado pueden y deben entenderse y luchar juntos contra un enemigo provisionalmente común, en un momento dado y por una cuestión nacional concreta.
«Seríamos revolucionarios muy desdichados si, en la gran lucha de liberación del proletariado por el socialismo, no supiésemos cómo obtener ventajas de cada movimiento popular, contra cada caso particular de opresión imperialista, para intensificar y extender la crisis». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Balance de la discusión sobre la autodeterminación, 1916)
Pero la burguesía y el proletariado no han de confundirse, no pueden confundirse nunca. Su destino no es común. El destino de la burguesía es desaparecer. El destino del proletariado es llegar a serlo todo para construir un mundo socialista, de igualdad, de libertad, de verdadera fraternidad entre todos los hombres y todos los pueblos» La tesis socialdemócrata del «destino común», de la «comunidad nacional», subordinando necesariamente los intereses de clase a las exigencias nacionales, induce a los trabajadores a la colaboración y la paz entre las clases, a la negación de la lucha de clases, conduce en su desarrollo lógico a la teoría racista reaccionaria, al fascismo.
Cataluña es una nación. Pero Cataluña no puede aislarse. La tesis de que Cataluña puede resolver su problema nacional como un caso particular, desentendiéndose y en oposición al problema general del imperialismo y de la lucha del proletariado, es una tesis reaccionaria. Por este camino, se llega a la exageración negativa de las peculiaridades nacionales, un nacionalismo local estrecho. Por este camino se va, no hacia la liberación social y nacional, sino hacia una mayor opresión y vejación. De la misma manera que los trabajadores del país opresor caen en la desviación colonizadora, chovinista, en cuanto no comprenden o no tienen en cuenta suficientemente las peculiaridades de estratificación de las clases, la cultura, la vida diaria, el pasado histórico y la psicología propia de un pueblo sometido, así mismo los trabajadores del país oprimido caen en la desviación chovinista, localista, particularista, de confundir sus intereses peculiares con los «intereses nacionales en general», de prestar más atención y esfuerzo a los problemas accidentales que a los propios intereses fundamentales de clase, en cuanto olvidan o no comprenden el problema general del imperialismo y de la lucha de clases del proletariado.
Cataluña es una nación. Pero es preciso que Cataluña llegue a ser una nación de hecho y derecho, una Cataluña reconocida. ¿Cómo conseguirlo, camaradas? En resumen, hay dos líneas en presencia, entre dos líneas han de escoger los catalanes de Cataluña y los catalanes de la emigración: la línea imperialista o la línea revolucionaria. Hay que analizar y tomar partido.
La línea imperialista
La línea imperialista es la que siguen los mendicantes del nacionalismo catalán pequeño burgués. El hombre representativo de estos mendicantes, con los cuales vemos fraternalmente unidos a los desertores, los claudicadores, los que huyeron antes de tiempo, los que no comprendieron a la Cataluña en guerra y no comprenden a la Cataluña que lucha contra el traidor Franco ni comprenderán nunca a la Cataluña que se forja con heroísmo y dolor: este hombre representativo, es el ex Consejero Carlos Pi y Suñer. El pilan político de Carlos Pi y Suñer fue escrito el mes de enero de este año. En el mismo mes de euforia del imperialismo anglo-francés, cuando intentaba «una maniobra de gran envergadura para obtener, en nombre de la defensa contra el comunismo, un cambio de frente». El camino de Damasco, para Carlos Pi y Suñer, fue esta «gráfica imagen» de Churchill, según la cual la «nueva Europa federal», después de la victoria, sería como «una casa de diversos departamentos en la cual cada cual tendría su habitación». Lo que no dice Pi y Suñer es que el propietario de tal casa sería el Imperio Británico. Cuestión que no debía procuparle mucho, pues él, hombre de reconocida humildad, se hubiera contentado con un rincón en el desván, a bajo precio. Sin embargo, hay que reconocer que el documento de Pi y Suñer tuvo un éxito positivo entre los patriotas catalanes de América, quienes permanecieron en América mientras nuestro pueblo se desangraba en defensa de Cataluña. Las felicitaciones y alientos iban y venían, y los corazones estaban preparados para regresar heroicamente a Cataluña detrás de las bayonetas de los demócratas senegaleses franceses. Pi y Suñer entiende que la recuperación de Cataluña no ha de ser obra de los catalanes, sino de los imperialistas anglo-franceses. Para recuperar a Cataluña bastará que unos catalanes «serios» se presenten a la hora de la victoria a reclamar de míster Churchíll un rincón de los desvanes imperiales. Naturalmente, hemos dei preparar bien el terreno. ¿Qué debemos hacer? En primer lugar, ¡convencer a míster Churchíll de que los catalanes no somos un factor de «perturbación», sino de «estabilidad». En segundo lugar visitar el Papa para que nos perdonen los «desbordamientos cometidos» durante nuestra guerra. Inmediatamente, avergonzarnos de nuestra guerra y hacérnosla perdonar, olvidarla y convencer a los grandes burgueses catalanes de que todo fue una inocente discordia» y un lamentable «malentendido». Sin dejar que la cosa se enfríe, hacer la unidad de «todos los catalanes», de los catalanes que tuvimos la desgracia de combatir a Franco y de «desbordarnos» contra los servidores del Vaticano, y de los catalanes que, más patriotas y maquiavélicos, ayudaron a Franco a derrotar al ejército catalán y lo ayudan hoy en la tarea de hundir lo que la guerra dejó en pie en Cataluña. Hecha esta evangélica «unidad de todos los catalanes» ofrecer el poder a la burguesía, a las fuerzas de «orden» y de «estabilidad», a las «derechas de mayor volumen», prometiéndoles humildemente respeto, obediencia y colaboración desinteresada, no volver jamás a los desbordamientos del pasado, no volver a ser jamás los malas cabezas que desgraciadamente hemos sido a menudo. Ya «unidos todos los catalanes», presentarnos a las cancillerías y decirles: «Somos Cataluña y os pedimos para Cataluña las migas del banquete imperial de la victoria».
Para llevar a cabo su plan genial, Carlos Pi y Suñer se empeñó, en resolver dos grandes dificultades: posición de la burguesía, y órgano representativo de «todos los catalanes». ¿Qué dirá y qué hará la burguesía cuando reciba el plan para la recuperación de Cataluña? Esta pregunta no dejó dormir a Pi y Suñer durante los días que hubo de durar la redacción del histórico documento. Previendo dificultades, se dirigió a ella patéticamente: «La posición lógica –afirmó– sería que las derechas catalanas, procurasen contribuir a resolver el problema de Cataluña dentro de las posibilidades de la conjunción de fuerzas políticas conservadoras, deseosas de una sólida ordenación de Europa». Poco convencido de que la lógica y la burguesía quieran andar juntas Pi y Suñer acude a latiguillos para atemorizarla, y profetiza: «Que no llegue un momento en que vuelva a producirse el dramático malentendido que tan funesto ha sido para Cataluña; que por no incorporarse los sectores de derecha de mayor volumen a un profundo movimiento de recuperación nacional, haya de hacerlo otra vez la gran multitud de la gente catalana anónima y de sentimiento liberal. ¡Funesta perspectiva! ¡Otra vez el pueblo en la calle! ¡Otra vez los desbordamientos, las «discordias», Cataluña factor de «perturbación» y no de «estabilidad»! Tiene toda la razón Carlos Pi y Suñer. El llegó un día a la alcaldía de Barcelona llevado por la «gran multitud de gente catalana anónima y modesta». ¡Pero qué importa eso! ¿Quién no tiene en su historia un pecado de juventud? El argumento es de peso y suficiente para convencer a las «derechas de mayor volumen» y comprometerlas para que nos abran las puertas del «Fomento del Trabajo Nacional» y del «Instituto Catalán de San Isidro», para que cobijen a «todos los catalanes bien arrepentidos y unidos». Resuelta esta dificultad, Pi y Suñer se enfrenta valerosamente con la segunda: el órgano representativo de «todos los catalanes». ¿Cómo debe ser? ¿Cuál puede serlo? Hay que dejar a un lado, claro está, todo «lo que represente partidarismos políticos, ambiciones de grupo o banderías personalistas». Hecha la limpieza, sólo resta una «selección de elementos de pura categoría moral, para que inspiren confianza y merezcan respeto». ¡ Ya veis si es sencillo!
Hagamos, pues, esta «selección». Presidente: Carlos Pi y Suñer, padre del aborto. Vicepresidente: Manuel Serra Moret, porque al leer el histórico documentó escribió inmediatamente un artículo para decir con toda modestia que él, el heroico parlamentario de Noviembre de 1934, era un «selecto» y se ofrecía para lo que fuera menester. Y después... quizás Ventura Gassols, que desertó de Cataluña siendo Consejero de la Generalidad, o José Dencas, el gran táctico del 6 de Octubre o Juan Casanovas, el cariñoso amigo de Reverter y del ÍI Bureau francés, o Nicolau D'Olwer, que se adhirió al traidor Casado responsable del fusilamiento de tantos miles de catalanes en la zona centro sur. ¿Y quién más? En buena lógica pertenecen por derecho propio a la «selección» Eugenio D'Ors, Valla, Taberner, Bertrán i Musitu y el Mateu deis Ferros. Y si Pi y Suñer no ha encontrado aún el Cajero de la selección, le ofrecemos para escoger, tres patriotas: Cambó, Asens y Tarradellas. ¿Cómo dudar que esta «selección» de elementos de pura categoría moral haría inmejorable impresión? Nos queda una última dificultad muy imprevista. Carlos Pi y Suñer proponía que la «selección» radicara en la «tierra amiga de Francia» bien arrimada a las bayonetas senegalesas. ¿A dónde ir ahora? Pi y Suñer no nos ha dicho nada todavía. Por lo visto el atontamiento sufrido ha agotado la fecunda imaginación. Y bien, seriamente, nosotros proponemos que la sede de la «selección» sea el mercado del Borne, en Barcelona, con la condición de pedir, previamente, un salvoconducto al buen amigo de la Cataluña «falta de estabilidad y no de perturbación» generalísimo Franco.
Camaradas: en el manifiesto de Primero de Mayo de este año de la Internacional Comunista, se dice:
«Las pequeñas naciones son moneda de cambio en manos de los imperialistas». (Internacional Comunista, Comunicado del 1 de mayo, 1940)
El manifiesto se refiere a las pequeñas naciones ya soberanas y, entonces, neutrales. ¿Qué serán en manos de los imperialistas las pequeñas naciones oprimidas, sometidas ya a la explotación de un imperialismo determinado? ¿Qué ha sido, que puede ser, nuestra martirizada Cataluña para los imperialistas? ¿Cuándo se ha intentado hacer algo para detener la mano criminal de Franco en su venganza contra Cataluña? Sólo los hipócritas y los cobardes pueden escribir lo que escribió Pi y Suñer. Sólo los traidores, los renegados, los desertores pueden aceptar la línea mendicante y deshonrosa propuesta por Pi y Suñer. Los imperialistas son explotadores de pueblos. ¿Y son los explotadores quienes nos han de liberar? En la Península padecemos un imperialista: Franco. Y lo que quieren y quisieran los imperialistas del grupo inglés no es salvar Cataluña contra Franco, sino entenderse con Franco, autorizándolo, si fuera necesario, a aniquilar aún más a Cataluña. Los imperialistas no realizan una política de principios. Los imperialistas se apoyan en principios que favorecen sus intereses. ¿Cómo negarlo? El actual gobierno inglés ha dicho: «Si Franco no rompe la neutralidad le ayudaremos con créditos y materias primas». Si Franco quebranta su neutralidad, reconoceremos un gobierno de la República Española». ¿En dónde están los principios? ¿Cuándo la «moral imperialista» se ha manifestado con más cinismo? ¿Y qué calificativos habremos de dar a los políticos españoles que en Londres y en América, hacen cola pacientemente, y méritos, para llegar a ser un día el Negus español?
Camaradas: Los catalanes tenemos una amarga experiencia histórica. En el siglo XVIII Cataluña tomó partido entre dos bloques imperialistas en lucha. Se alió con Austria e Inglaterra contra Castilla y Francia, apoyó a un Austria contra un Borbón. La guerra fue larga. Austria e Inglaterra se entendieron con Francia, retiraron sus ejércitos de España y de Cataluña. Continuó la guerra y Cataluña combatiendo sola contra los ejércitos castellanos y franceses, sucumbió el 11 de Septiembre de 1714. ¡En el juego de las grandes potencias, Cataluña ganó el Decreto de Nueva Planta! En nuestros días, un grupo de catalanes separatistas que intervino en la primera guerra imperialista, al lado de Francia, murieron en ella. Acabada la guerra la bandera catalana fue llevada con todos los honores a los Inválidos de París. Al comenzar la discusión del Tratado de Versalles, aquel grupo de separatistas visitó a Clemenceau para cobrar' la sangre vertida. Y Clemenecau, con su brutalidad característica, se los echó de encima gritando: «¡Tas d'histoires!» (¡Basta de cuentos!)
Ahora ha vuelto a comenzar la historia. ¿Cuántos millares de catalanes no habrán muerto en las compañías de trabajo llevadas a la tierra de nadie? ¿Cuántos millares de catalanes ante la incertidumbre y las dificultades de la emigración a América, prefirieron permanecer en Francia alucinados por las promesas y vaticinios de los Pi y Suñer? ¿Y cuántos millares de catalanes– hemos de preguntarnos ahora cada día con angustia –víctimas expiatorias, serán entregados al asesino Franco por las marionetas que están echando a perder «la tierra amiga de Francia»? No, camaradas. ¡Nuestra libertad no será jamás fruto de un juego de cancillerías imperialistas!
Joan Comorera - año 1940
publicado en diciembre de 2019 por Bitácora Marxista-Leninista
►en el Foro en 2 mensajes
«[Nota de «Nuestra Bandera», periódico del Partido Comunista de España: El 8 de Septiembre el camarada Juan Comorera, Secretario General del Partido Socialista Unificado de Cataluña –Sección Catalana de la Internacional Comunista– pronunció en la ciudad de México una importante conferencia sobre el tema «Contra la Guerra Imperialista y por la Liberación social y nacional de Cataluña». Publicamos en este número, íntegramente, la importantísima parte de la conferencia de Comorera que se refiere al problema nacional y a las tareas para la lucha por la liberación nacional y social de Cataluña, Esta parte, es de extraordinario valor para la orientación y el trabajo práctico de los miembros del Partido hermano del pueblo catalán y del pueblo español en el combate por su victoria sobre el régimen dominante].
Marx y Engels y el problema nacional y colonial
Al analizar los acontecimientos que en su época tuvieron lugar en Irlanda, la India, China, los países centro-europeos, Polonia y Hungría, Marx y Engels, nos dieron las directivas fundamentales sobre la cuestión nacional y colonial. Estas directivas fundamentales no solamente no fueron desarrolladas por la socialdemocracia, sino que fueron desconocidas y tergiversadas en la teoría, y renegadas en la práctica. Los problemas nacionales de Europa han sido y son un factor revolucionario de lucha contra el imperialismo. En la medida en que los partidos de la II Internacional degeneraron en partidos de ''reformas sociales», se apartaban de la lucha de clases, renegaban de la dictadura del proletariado, pasaban a las filas de la contrarrevolución, la cuestión nacional que en un principio anunciaban vagamente, se transformó en instrumento «ideológico» de subordinación nacional al Imperialismo. No vale la pena de analizar ahora las teorías socialdemócratas justificativas de la opresión nacional y colonial. Recordemos, nada más, que para los socialdemócratas la lucha de los pueblos coloniales, era contraria a los intereses del proletariado europeo, que la tesis sobre «la misión y la tarea del hombre blanco» de los más fanáticos imperialistas la aceptaban al hablar del papel progresivo del imperialismo en las colonias, y hacían el juego al imperialismo al asegurar que los pueblos coloniales y las naciones oprimidas, no estaban preparadas para el ejercicio de la libertad y de la soberanía. Nuestra experiencia es suficiente para conocer a fondo la posición práctica de los socialdemócratas en la cuestión nacional. El Partido Socialista Obrero Español, ha combatido a sangre y fuego a Cataluña y Euzkadi, las dos nacionalidades históricas oprimidas y que han llegado a la madurez nacional. El Partido Socialista Obrero Español, ha sido un instrumento del imperialismo español, debido a la acción del cual, tanto escrita como práctica, grandes núcleos de obreros, nunca comprendieron que la cuestión nacional y colonial, es parte integrante de la revolución proletaria internacional. En el curso de nuestra guerra, las incomprensiones y los exabruptos del Partido Socialista Obrero Español y de sus líderes en función de gobierno Largo Caballero, Prieto y Negrín, respecto a Cataluña y a nuestras instituciones autónomas, fueron uno de los principales factores que contribuyeron a la derrota de Cataluña y de la República.
Lenin y el problema nacional y colonial
Ha sido Lenin el primero en desarrollar la teoría nacional y colonial, tomando como base las directivas fundamentales de Marx y de Engels, La teoría de Lenin sobre la cuestión nacional y colonial consta de tres puntos esenciales:
Primero: reunión en sistema simétrico de las directivas fundamentales de Marx y Engels sobre las revoluciones nacionales y coloniales, en la época imperialista.
Segundo: vinculación de la cuestión nacional y colonial a la cuestión del derrocamiento del Imperialismo.
Tercero; afirmación de que la cuestión nacional y colonial es una parte integrante de la revolución proletaria internacional.
¡Qué lejos estamos, compañeros, del reaccionarismo socialdemócrata!
Stalin y el problema nacional y colonial
La teoría revolucionaria de Lenin sobre la cuestión nacional y colonial, había de ser desarrollada y aplicada por el caraarada Stalin. Cuatro factores nuevos y substanciales han enriquecido la teoría sobre la cuestión nacional y colonial:
Primero: unión de la cuestión nacional con la colonial. La cuestión nacional y colonial, pasa a ser no una cuestión específica de política interna de un Estado particular, sino un problema mundial de emancipación de los pueblos oprimidos, de los pueblos dependientes y coloniales del yugo del Imperialismo. La unión de la cuestión nacional con la colonial, la define así el camarada Stalin:
«La abolición de la opresión nacional en Europa es inconcebible sin la emancipación de los pueblos coloniales de Asia y África de la opresión del Imperialismo; aquélla está ligada orgánicamente a ésta». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; El planteamiento de la cuestión nacional, 1921)
Segundo: formulación categórica del derecho de las naciones no soberanas y de las colonias a la separación política, a la existencia como Estados independientes. Tercero: la cuestión nacional y colonial y la del poder capitalista, de derrocamiento del capitalismo y de la dictadura del proletariado, son conexas. Desarrollando este punto capital, escribe el camarada Stalin:
«La guerra imperialista ha demostrado, y la experiencia revolucionaria de los años recientes la ha confirmado otra vez. Primero, que los problemas nacionales y coloniales son inseparables del problema de la emancipación de la dominación del capital. Segundo, que el Imperialismo –forma superior del capitalismo–, no puede existir sin la esclavización política y económica de las naciones no soberanas y de las colonias». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; El planteamiento de la cuestión nacional, 1921)
Tercero, que las naciones no soberanas y las colonias, no pueden ser emancipadas sin el derrocamiento de la dominación capitalista.
Cuarto, que la victoria del proletariado no puede ser duradera, a no ser que las naciones no soberanas y las colonias sean emancipadas de la dominación capitalista».
Cuarto, verdadera igualación, no simplemente jurídica, de las naciones. Ayuda y estímulo a las naciones atrasadas para elevarlas al nivel cultural y económico de las más avanzadas. Considerar esta igualación, ayuda y» estímulo, como uno de los requisitos previos para la cooperación fraternal entre las masas trabajadoras de las diversas naciones.
Aplicación práctica de la teoría
El valor extraordinario de la teoría leninista-stalinista sobre la cuestión nacional y colonial, es que ha pasado del dominio de la especulación al de la práctica triunfante. La teoría leninista-stalinista ha sido aplicada íntegramente en la Unión Soviética. En la «Declaración de los Derechos de los Pueblos de Rusia» publicada el 15 de noviembre de 1917, redactada por el camarada Stalin, entonces Comisario del pueblo para las nacionalidades se exponen los siguientes principios fundamentales:
Primero: La igualdad y la soberanía de los pueblos de Rusia.
Segundo: El derecho de los pueblos de Rusia a la libre autodeterminación hasta la separación y el establecimiento de Estados independientes.
Tercero: Abolición de todos los diversos privilegios y restricciones nacionales y nacional-religiosos.
Cuarto: libre desenvolvimiento de las minorías nacionales y de los grupos étnicos que habiten en el territorio de Rusia. La aplicación estricta de los principios constitucionales fué una de las grandes preocupaciones del proletariado victorioso. Así podemos ver que en la resolución del Xº Congreso del Partido del 10 de Marzo de 1921, se fijan las siguientes tareas:
«Ayudar a las masas trabajadoras de los pueblos que no son de la Gran Rusia, a igualarse a la Rusia Central, la cual marcha a la cabeza de ellos, y ayudarles: a) A desarrollar y consolidar su propio sistema estatal soviético en formas compatibles con el carácter nacional de estos pueblos; b) A organizar sus propios tribunales, cuerpos administrativos, organismos económicos y gubernamentales, surgidos de la población autóctona familiarizada con las costumbres y la psicología de la población local, y que empleen en su funcionamiento el idioma nativo; y, c) A desarrollar en su propio idioma la prensa, las escuelas, los teatros, los clubs y las instituciones culturales y educacionales en general». (Congreso del Partido Comunista Ruso (Bolchevique); Resolución, 1921)
Realizada la experiencia en los años más difíciles de la Revolución de octubre, cuando por el hecho mismo de la guerra civil y de la intervención extranjera, la gran cantidad de pueblos, de grupos étnicos, . de nacionalidades unidas a la Unión Soviética, estaban aislados entre ellos y se combatían entre ellos por la imposición de los generales blancos, ingleses o franceses: surgió con una fuerza sorprendente la justeza genial de la teoría leninista-stalinista de la cuestión nacional y colonial formulada con claridad ejemplar y aplicada de manera consecuente, la teoría nacional y colonial de Lenin y Stalin, fué el aglutinante más sólido de los pueblos y de las naciones de la inmensa Unión Soviética. Y la confirmación esplendorosa de este hecho la tenemos en que en el período de construcción triunfante del socialismo, la teoría leninista-stalinista ha sido incorporada íntegramente a la Constitución aprobada el año 1936. El artículo 13 de la Constitución dice:
«La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, es un estado federativo, constituido sobre la base de la unión voluntaria de las repúblicas socialistas soviéticas iguales en derechos». (Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1936)
Veamos el artículo 17:
«Cada República federada conserva el derecho a separarse libremente de la URSS». (Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1936)
Y, finalmente, reflexionemos sobre el artículo 123, suprema definición de la unión fraternal e igual de los pueblos soviéticos:
«La igualdad de derechos de los ciudadanos de la URSS, sin distinción de nacionalidad ni de raza, en todos los dominios de la vida económica, del Estado, cultural, social y política, es una ley inmutable. Toda restricción directa o indirecta de los derechos o, inversamente, el establecimiento de privilegios, directos o indirectos, para los ciudadanos por razón de la raza o de la nacionalidad a la cual pertenecían, lo mismo que toda prédica de exclusivismo racial o nacional, o de odio y menosprecio racial o nacional, son castigados por la Ley». (Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1936).
Las consecuencias de una teoría justa aplicada consecuentemente
La teoría nacional y colonial de Lenin y Satlin, no fue aplicada sin dificultades. Hubo que vencer la resistencia encarnizada del trotskismo enemigo, enemigo sistemático de todo aquello que por su valor substantivo, había de consolidar la revolución de Octubre. Por eso, no puede extrañarnos, la dureza con que el camarada Stalin planteó el problema en el XIIº Congreso del Partido de 1923. He aquí sus palabras, las cuales nos podemos aplicar para saber lo que debemos hacer en el porvenir y para comprender el porqué de las muchas derrotas que hemos sufrido en el pasado:
«O bien, dentro de la Unión Soviética, encontramos una solución correcta para el problema nacional, de aplicación práctica, y establecemos verdaderas relaciones fraternales y verdadera colaboración entre los pueblos –y en este caso todo el Oriente verá que nuestra; Federación es la bandera de su liberación, la vanguardia cuyos pasos ha de seguir– y eso será el principio del hundimiento del imperialismo mundial; o nosotros, la Federación y su conjunto cometemos un error, minamos la confianza de los pueblos antiguamente oprimidos hacia el proletariado de Rusia, y privamos a la Unión de Repúblicas de este poder de atracción que posee a los ojos del Oriente, y en tal caso, ganará el Imperialismo y perderemos nosotros». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Discurso en el XIIº Congreso del Partido Comunista (Bolchevique) de Rusia, 1923)
En el período de la guerra civil y de los intervencionistas, la aplicación consecuente de la teoría nacional y colonial, tuvo una importancia capital.
«Los obreros rusos –comprueba el camarada Stalin– no hubieran podido derrotar a Kolchak, a Denikin y a Wrangel, si no hubiesen contado con la simpatía y la confianza de las masas oprimidas de las regiones fronterizas de la antigua Rusia, No hemos de olvidar que el campo de acción de esos generales facciosos estaba limitado al área de las regiones fronterizas habitadas principalmente por nacionalidades no rusas, y que éstas, no podían sino odiar a los Kolchak, Denikin y Wrangel, por su política imperialista y de rusificación. La entente, interviniendo y apoyando a estos generales, podía confiar solamente con los elementos que en las regiones fronterizas eran los agentes de la rusificación. Y esto, encendía el odio de las regiones fronterizas contra los generales sediciosos y aumentaba la simpatía de esta población por el gobierno soviético. Esta circunstancia, explica la debilidad de la retaguardia de los Kolchak, Denikin y Wrangel, y por tando, la de sus frentes, que a la larga fué la causa de su derrota». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Discurso en el XIIº Congreso del Partido Comunista (Bolchevique) de Rusia, 1923)
La victoria culminante de la política nacional de Lenin y Stalin ha sido la Constitución Stalinista de 1936, aprobada por el Congreso extraordinario de los soviets de la URSS. ¿¡Por qué fue posible esta victoria esplendorosa?! El camarada Stalin nos los explica:
«La misma ausencia de clases explotadoras, las cuales son los principales organizadores de las luchas entre las naciones; la ausencia de la explotación que fomenta la desconfianza mutua y las pasiones nacionalistas; el hecho de que el poder se encuentre en manos de la clase obrera, la cual es enemiga de toda esclavitud y campeona fiel de la idea del internacionalismo; la realización efectiva de la ayuda mutua entre los pueblos en todas las esferas de la vida económica y social; y, por último, el florecimiento de la cultura nacional de los pueblos de la URSS, la cual es nacional en su forma y socialista en su contenido. Todos estos factores y otros parecidos han cambiado profundamente la fisonomía de los pueblos de la URSS; su sentimiento de mutua desconfianza ha desaparecido, se ha desarrollado entre ellos en sentimiento de mutua amistad y así, sé ha establecido una cooperación verdaderamente fraternal entre los pueblos en el seno del Estado general único. Como resultado de esto, tenemos ahora un Estado! socialista multinacional perfectamente constituido, el cual ha salido triunfante de todas las pruebas y cuya soliden puede envidiar todo Estado nacional en cualquier parte del mundo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre el proyecto de constitución de la URSS, 1936)
La comprensión de la teoría leninista-stalinista del problema nacional y su aplicación consecuente, sin timidez ni hipocresía, se plantea hoy con la máxima fuerza. La no comprensión del problema nacional por los líderes de la República del 31 y del 16 de Febrero, y, en el curso de nuestra guerra, por parte de los políticos que tuvieron las mayores facultades y responsabilidades, ha sido uno de los factores principales de la victoria de los Lerroux, Gil Robles el año 34 y de los Franco el año 39. Esta incomprensión, sin embargo, no fue casual. La burguesía no es capaz de resolver los problemas nacionales. Contrariamente, su tendencia natural consiste en envenenarlos para consolidar y prolongar sus privilegios y su dominio político. La socialdemocracia no comprende ni puede comprender, ni mucho menos resolver, los problemas nacionales. Por el contrario, la socialdemocracia ha deformado los problemas nacionales, los ha presentado a la clase obrera como un problema de reacción y no de revolución, para mejor servir así los intereses de sus amos imperialistas. La imposibilidad de que la burguesía y la socialdemocracia pueden resolver los problemas nacionales, es una de las más útiles, importantes y aleccionadoras conclusiones de la teoría leninista-stalinista del problema nacional. Y más cuando esta conclusión la hemos experimentado nosotros en la propia sangre, en la profunda amargura de una derrota evitable.
Cataluña es una nación
Hay que dilucidar ahora, camaradas, si la teoría leninista-stalinista sobre la cuestión nacional, puede o no ser aplicada a Cataluña. ¿Qué es una nación? He aquí la definición del camarada Stalin, la más completa que jamás hayamos leído:
«Una nación es una comunidad históricamente desarrollada, estable, con lenguaje, territorio, vida económica, formación psicológica, manifestadas en una comunidad de cultura». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; El marxismo y la cuestión nacional, 1913)
¿Reúne Cataluña estas cualidades? Es evidente que sí. Somos una comunidad que se ha desarrollado a lo largo de los siglos, a pesar de la opresión imperialista. Somos una comunidad con lengua propia, territorio común y unido, con vida económica bien caracterizada, con formación psicológica forjada por los siglos de opresión y por el anhelo inagotable de libertad. Somos una comunidad con propias manifestaciones culturales, en nuestra lengua cuando ha sido posible –unos cuantos años, en más de dos siglos transcurridos desde el Secreto de Nueva Planta– y en la lengua extranjera impuesta.
Cataluña, es, pues, una nación. Pero Cataluña, camaradas, no es una «comunidad de destino». El principio de Lenin: «dentro de cada nación moderna hay dos naciones», se adapta plenamente a Cataluña, como a cualquiera otra nación. Importa, compañeros, que meditemos y asimilemos este principio de Lenin. La incomprensión del principio de Lenin abre la puerta a todas las desviaciones nacionalistas pequeño burguesas, nos conduciría a un callejón en el cual nunca ha hallado ni hallaría solución nuestro problema nacional. En cada nación hay dos clases antagónicas, irreconciliables: la burguesía y el proletariado, los explotadores y los explotados. Hay, por tanto, dos naciones antagónicas irreconciliables. La burguesía se vale y se valdrá del problema nacional para resolver sus asuntos de clase, dispuesta siempre a aliarse con la burguesía imperialista en el momento preciso en que considere satisfecha su ambición de clase o en que vea en peligro sus intereses de clase por el desarrollo y la ofensiva del movimiento obrero. El proletariado, quiere resolver y resolverá definitivamente el problema nacional, pues no ignora que si se convirtiese en opresor de otros pueblos, volvería a ser oprimido nuevamente. La burguesía y el proletariado pueden y deben entenderse y luchar juntos contra un enemigo provisionalmente común, en un momento dado y por una cuestión nacional concreta.
«Seríamos revolucionarios muy desdichados si, en la gran lucha de liberación del proletariado por el socialismo, no supiésemos cómo obtener ventajas de cada movimiento popular, contra cada caso particular de opresión imperialista, para intensificar y extender la crisis». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Balance de la discusión sobre la autodeterminación, 1916)
Pero la burguesía y el proletariado no han de confundirse, no pueden confundirse nunca. Su destino no es común. El destino de la burguesía es desaparecer. El destino del proletariado es llegar a serlo todo para construir un mundo socialista, de igualdad, de libertad, de verdadera fraternidad entre todos los hombres y todos los pueblos» La tesis socialdemócrata del «destino común», de la «comunidad nacional», subordinando necesariamente los intereses de clase a las exigencias nacionales, induce a los trabajadores a la colaboración y la paz entre las clases, a la negación de la lucha de clases, conduce en su desarrollo lógico a la teoría racista reaccionaria, al fascismo.
Cataluña es una nación. Pero Cataluña no puede aislarse. La tesis de que Cataluña puede resolver su problema nacional como un caso particular, desentendiéndose y en oposición al problema general del imperialismo y de la lucha del proletariado, es una tesis reaccionaria. Por este camino, se llega a la exageración negativa de las peculiaridades nacionales, un nacionalismo local estrecho. Por este camino se va, no hacia la liberación social y nacional, sino hacia una mayor opresión y vejación. De la misma manera que los trabajadores del país opresor caen en la desviación colonizadora, chovinista, en cuanto no comprenden o no tienen en cuenta suficientemente las peculiaridades de estratificación de las clases, la cultura, la vida diaria, el pasado histórico y la psicología propia de un pueblo sometido, así mismo los trabajadores del país oprimido caen en la desviación chovinista, localista, particularista, de confundir sus intereses peculiares con los «intereses nacionales en general», de prestar más atención y esfuerzo a los problemas accidentales que a los propios intereses fundamentales de clase, en cuanto olvidan o no comprenden el problema general del imperialismo y de la lucha de clases del proletariado.
Cataluña es una nación. Pero es preciso que Cataluña llegue a ser una nación de hecho y derecho, una Cataluña reconocida. ¿Cómo conseguirlo, camaradas? En resumen, hay dos líneas en presencia, entre dos líneas han de escoger los catalanes de Cataluña y los catalanes de la emigración: la línea imperialista o la línea revolucionaria. Hay que analizar y tomar partido.
La línea imperialista
La línea imperialista es la que siguen los mendicantes del nacionalismo catalán pequeño burgués. El hombre representativo de estos mendicantes, con los cuales vemos fraternalmente unidos a los desertores, los claudicadores, los que huyeron antes de tiempo, los que no comprendieron a la Cataluña en guerra y no comprenden a la Cataluña que lucha contra el traidor Franco ni comprenderán nunca a la Cataluña que se forja con heroísmo y dolor: este hombre representativo, es el ex Consejero Carlos Pi y Suñer. El pilan político de Carlos Pi y Suñer fue escrito el mes de enero de este año. En el mismo mes de euforia del imperialismo anglo-francés, cuando intentaba «una maniobra de gran envergadura para obtener, en nombre de la defensa contra el comunismo, un cambio de frente». El camino de Damasco, para Carlos Pi y Suñer, fue esta «gráfica imagen» de Churchill, según la cual la «nueva Europa federal», después de la victoria, sería como «una casa de diversos departamentos en la cual cada cual tendría su habitación». Lo que no dice Pi y Suñer es que el propietario de tal casa sería el Imperio Británico. Cuestión que no debía procuparle mucho, pues él, hombre de reconocida humildad, se hubiera contentado con un rincón en el desván, a bajo precio. Sin embargo, hay que reconocer que el documento de Pi y Suñer tuvo un éxito positivo entre los patriotas catalanes de América, quienes permanecieron en América mientras nuestro pueblo se desangraba en defensa de Cataluña. Las felicitaciones y alientos iban y venían, y los corazones estaban preparados para regresar heroicamente a Cataluña detrás de las bayonetas de los demócratas senegaleses franceses. Pi y Suñer entiende que la recuperación de Cataluña no ha de ser obra de los catalanes, sino de los imperialistas anglo-franceses. Para recuperar a Cataluña bastará que unos catalanes «serios» se presenten a la hora de la victoria a reclamar de míster Churchíll un rincón de los desvanes imperiales. Naturalmente, hemos dei preparar bien el terreno. ¿Qué debemos hacer? En primer lugar, ¡convencer a míster Churchíll de que los catalanes no somos un factor de «perturbación», sino de «estabilidad». En segundo lugar visitar el Papa para que nos perdonen los «desbordamientos cometidos» durante nuestra guerra. Inmediatamente, avergonzarnos de nuestra guerra y hacérnosla perdonar, olvidarla y convencer a los grandes burgueses catalanes de que todo fue una inocente discordia» y un lamentable «malentendido». Sin dejar que la cosa se enfríe, hacer la unidad de «todos los catalanes», de los catalanes que tuvimos la desgracia de combatir a Franco y de «desbordarnos» contra los servidores del Vaticano, y de los catalanes que, más patriotas y maquiavélicos, ayudaron a Franco a derrotar al ejército catalán y lo ayudan hoy en la tarea de hundir lo que la guerra dejó en pie en Cataluña. Hecha esta evangélica «unidad de todos los catalanes» ofrecer el poder a la burguesía, a las fuerzas de «orden» y de «estabilidad», a las «derechas de mayor volumen», prometiéndoles humildemente respeto, obediencia y colaboración desinteresada, no volver jamás a los desbordamientos del pasado, no volver a ser jamás los malas cabezas que desgraciadamente hemos sido a menudo. Ya «unidos todos los catalanes», presentarnos a las cancillerías y decirles: «Somos Cataluña y os pedimos para Cataluña las migas del banquete imperial de la victoria».
Para llevar a cabo su plan genial, Carlos Pi y Suñer se empeñó, en resolver dos grandes dificultades: posición de la burguesía, y órgano representativo de «todos los catalanes». ¿Qué dirá y qué hará la burguesía cuando reciba el plan para la recuperación de Cataluña? Esta pregunta no dejó dormir a Pi y Suñer durante los días que hubo de durar la redacción del histórico documento. Previendo dificultades, se dirigió a ella patéticamente: «La posición lógica –afirmó– sería que las derechas catalanas, procurasen contribuir a resolver el problema de Cataluña dentro de las posibilidades de la conjunción de fuerzas políticas conservadoras, deseosas de una sólida ordenación de Europa». Poco convencido de que la lógica y la burguesía quieran andar juntas Pi y Suñer acude a latiguillos para atemorizarla, y profetiza: «Que no llegue un momento en que vuelva a producirse el dramático malentendido que tan funesto ha sido para Cataluña; que por no incorporarse los sectores de derecha de mayor volumen a un profundo movimiento de recuperación nacional, haya de hacerlo otra vez la gran multitud de la gente catalana anónima y de sentimiento liberal. ¡Funesta perspectiva! ¡Otra vez el pueblo en la calle! ¡Otra vez los desbordamientos, las «discordias», Cataluña factor de «perturbación» y no de «estabilidad»! Tiene toda la razón Carlos Pi y Suñer. El llegó un día a la alcaldía de Barcelona llevado por la «gran multitud de gente catalana anónima y modesta». ¡Pero qué importa eso! ¿Quién no tiene en su historia un pecado de juventud? El argumento es de peso y suficiente para convencer a las «derechas de mayor volumen» y comprometerlas para que nos abran las puertas del «Fomento del Trabajo Nacional» y del «Instituto Catalán de San Isidro», para que cobijen a «todos los catalanes bien arrepentidos y unidos». Resuelta esta dificultad, Pi y Suñer se enfrenta valerosamente con la segunda: el órgano representativo de «todos los catalanes». ¿Cómo debe ser? ¿Cuál puede serlo? Hay que dejar a un lado, claro está, todo «lo que represente partidarismos políticos, ambiciones de grupo o banderías personalistas». Hecha la limpieza, sólo resta una «selección de elementos de pura categoría moral, para que inspiren confianza y merezcan respeto». ¡ Ya veis si es sencillo!
Hagamos, pues, esta «selección». Presidente: Carlos Pi y Suñer, padre del aborto. Vicepresidente: Manuel Serra Moret, porque al leer el histórico documentó escribió inmediatamente un artículo para decir con toda modestia que él, el heroico parlamentario de Noviembre de 1934, era un «selecto» y se ofrecía para lo que fuera menester. Y después... quizás Ventura Gassols, que desertó de Cataluña siendo Consejero de la Generalidad, o José Dencas, el gran táctico del 6 de Octubre o Juan Casanovas, el cariñoso amigo de Reverter y del ÍI Bureau francés, o Nicolau D'Olwer, que se adhirió al traidor Casado responsable del fusilamiento de tantos miles de catalanes en la zona centro sur. ¿Y quién más? En buena lógica pertenecen por derecho propio a la «selección» Eugenio D'Ors, Valla, Taberner, Bertrán i Musitu y el Mateu deis Ferros. Y si Pi y Suñer no ha encontrado aún el Cajero de la selección, le ofrecemos para escoger, tres patriotas: Cambó, Asens y Tarradellas. ¿Cómo dudar que esta «selección» de elementos de pura categoría moral haría inmejorable impresión? Nos queda una última dificultad muy imprevista. Carlos Pi y Suñer proponía que la «selección» radicara en la «tierra amiga de Francia» bien arrimada a las bayonetas senegalesas. ¿A dónde ir ahora? Pi y Suñer no nos ha dicho nada todavía. Por lo visto el atontamiento sufrido ha agotado la fecunda imaginación. Y bien, seriamente, nosotros proponemos que la sede de la «selección» sea el mercado del Borne, en Barcelona, con la condición de pedir, previamente, un salvoconducto al buen amigo de la Cataluña «falta de estabilidad y no de perturbación» generalísimo Franco.
Camaradas: en el manifiesto de Primero de Mayo de este año de la Internacional Comunista, se dice:
«Las pequeñas naciones son moneda de cambio en manos de los imperialistas». (Internacional Comunista, Comunicado del 1 de mayo, 1940)
El manifiesto se refiere a las pequeñas naciones ya soberanas y, entonces, neutrales. ¿Qué serán en manos de los imperialistas las pequeñas naciones oprimidas, sometidas ya a la explotación de un imperialismo determinado? ¿Qué ha sido, que puede ser, nuestra martirizada Cataluña para los imperialistas? ¿Cuándo se ha intentado hacer algo para detener la mano criminal de Franco en su venganza contra Cataluña? Sólo los hipócritas y los cobardes pueden escribir lo que escribió Pi y Suñer. Sólo los traidores, los renegados, los desertores pueden aceptar la línea mendicante y deshonrosa propuesta por Pi y Suñer. Los imperialistas son explotadores de pueblos. ¿Y son los explotadores quienes nos han de liberar? En la Península padecemos un imperialista: Franco. Y lo que quieren y quisieran los imperialistas del grupo inglés no es salvar Cataluña contra Franco, sino entenderse con Franco, autorizándolo, si fuera necesario, a aniquilar aún más a Cataluña. Los imperialistas no realizan una política de principios. Los imperialistas se apoyan en principios que favorecen sus intereses. ¿Cómo negarlo? El actual gobierno inglés ha dicho: «Si Franco no rompe la neutralidad le ayudaremos con créditos y materias primas». Si Franco quebranta su neutralidad, reconoceremos un gobierno de la República Española». ¿En dónde están los principios? ¿Cuándo la «moral imperialista» se ha manifestado con más cinismo? ¿Y qué calificativos habremos de dar a los políticos españoles que en Londres y en América, hacen cola pacientemente, y méritos, para llegar a ser un día el Negus español?
Camaradas: Los catalanes tenemos una amarga experiencia histórica. En el siglo XVIII Cataluña tomó partido entre dos bloques imperialistas en lucha. Se alió con Austria e Inglaterra contra Castilla y Francia, apoyó a un Austria contra un Borbón. La guerra fue larga. Austria e Inglaterra se entendieron con Francia, retiraron sus ejércitos de España y de Cataluña. Continuó la guerra y Cataluña combatiendo sola contra los ejércitos castellanos y franceses, sucumbió el 11 de Septiembre de 1714. ¡En el juego de las grandes potencias, Cataluña ganó el Decreto de Nueva Planta! En nuestros días, un grupo de catalanes separatistas que intervino en la primera guerra imperialista, al lado de Francia, murieron en ella. Acabada la guerra la bandera catalana fue llevada con todos los honores a los Inválidos de París. Al comenzar la discusión del Tratado de Versalles, aquel grupo de separatistas visitó a Clemenceau para cobrar' la sangre vertida. Y Clemenecau, con su brutalidad característica, se los echó de encima gritando: «¡Tas d'histoires!» (¡Basta de cuentos!)
Ahora ha vuelto a comenzar la historia. ¿Cuántos millares de catalanes no habrán muerto en las compañías de trabajo llevadas a la tierra de nadie? ¿Cuántos millares de catalanes ante la incertidumbre y las dificultades de la emigración a América, prefirieron permanecer en Francia alucinados por las promesas y vaticinios de los Pi y Suñer? ¿Y cuántos millares de catalanes– hemos de preguntarnos ahora cada día con angustia –víctimas expiatorias, serán entregados al asesino Franco por las marionetas que están echando a perder «la tierra amiga de Francia»? No, camaradas. ¡Nuestra libertad no será jamás fruto de un juego de cancillerías imperialistas!
Última edición por RioLena el Vie Dic 06, 2019 10:32 am, editado 1 vez