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    Lucha de clases y amor romántico - artículo de Carmen Parejo - publicado por La Haine en febrero de 2020

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    RioLena
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    Mensaje por RioLena Vie Feb 14, 2020 5:14 pm

    Lucha de clases y amor romántico

    artículo de Carmen Parejo

    publicado por La Haine en febrero de 2020


    El amor es revolucionario; negar el amor, es participar en la contrarrevolución. Amor burgués vs Amor proletario. Del individuo a los camaradas.

    El amor no es atemporal.

    Existen diversos tipos de amor: el amor paterno-filial, el amor fraterno, el amor-amistad, el amor erótico etc En cada época se ha primado un tipo de amor. Por ejemplo en la época romana el amor principal era el amor-amistad, debido a esto muchas veces desde los planteamientos actuales se ven relaciones eróticas homosexuales constantes cuando nos aproximamos a las artes clásicas. No obstante, más allá del desarrollo de la sexualidad en la antigua Roma, lo que queda clara es la primacía del amor-amistad en tiempos del Imperio Romano. Esta preponderancia respondía a una necesidad del poder de la época, que era favorecer el encuentro y la camaradería entre los soldados en época de guerras imperiales y reforzar con ello al propio ejército. El amor por tanto tenía una función social determinada.

    ¿Qué tipo de amor prima ahora y cuál es su función social?

    Desde las revoluciones industriales y el avance de la acumulación de capital se prepondera lo que se conoce como amor romántico. El amor romántico es un tipo de amor erótico-afectivo, es decir, el amor principal desde el siglo XIX hasta nuestros días es el vínculo sexual que se establece entre dos personas (o más, como veremos posteriormente) con una relación de apego (apego implica necesidad, seguridad y dominación). La función social que quedaba descubierta y llevó al desarrollo de la preponderacia del amor erótico frente a otro tipo de amor se basa en varios factores. Por un lado las propias necesidades de acumulación capitalista y de reproducción de la estirpe. La burguesía copiando un modus operandi propio de la aristocracia favorece la creación de uniones comerciales a través del matrimonio, lo que se denomina matrimonios de conveniencia. Para garantizar la fortaleza de estas uniones establecer el vínculo entre matrimonio y amor erótico-afectivo era fundamental. No siempre el matrimonio ha estado ligado al amor, de hecho es una aportación bastante reciente. Hasta mediados del siglo XIX podemos encontrar, sobre todo a través de la literatura que una vez más es esclarecedora, ejemplos de cómo la aristocracia y la burguesía cubrían sus necesidades amorosas sexoafectivas al margen del matrimonio y cómo esto estaba plenamente aceptado. Sin embargo, entre el auge de enfermedades de transmisión sexual (en épocas con índices escandalosos), y la falta de control sobre la garantía de herederos legítimos, se pone sobre la mesa un nuevo resorte para el matrimonio.

    En el caso de la clase trabajadora establecer como amor principal el amor erótico-afectivo ayudaba a dividir a la propia clase en núcleos familiares. Estos núcleos familiares, una vez que debían abandonar el campo e ir a buscar trabajo en las fábricas en las ciudades, se convertían en pequeñas comunidades aisladas que solo respondían ante sí mismas. Por tanto el papel del amor en el matrimonio obrero también era un elemento de apuntalamiento del poder de la burguesía, ya que divide a la propia clase trabajadora y la hace competir entre sí.

    La familia a su vez es un elemento jerarquizado donde la mujer adquiere un rol doméstico y reproductivo, y el hombre un rol represivo para garantizar la estabilidad familiar. De estos principios, y de la la ocultación en el hogar de los sentimientos amorosos, vienen gran parte de los problemas de violencia machista en las relaciones.

    El amor y la construcción cultural, ¿de dominación?

    El amor es poderoso, todos los tipos de amor lo son, establecen vínculos fuertes entre los seres humanos. El uso que el poder ha hecho sobre el amor demuestra la eficacia del mismo, no obstante, ¿está condenado el amor a ser una forma de dominación?

    En “Ideología proletaria del amor” (1923), Alexandra Kollontai habla del amor como factor “psíquico-social” :

    “La ideología de la clase obrera debe advertir la importancia de la emoción amorosa en cuanto a factor que puede ser empleado -al igual que cualquier otro fenómeno psicológico en beneficio de la sociedad. Del hecho de que el amor sea en absoluto un fenómeno “privado”, simplemente asunto de dos “corazones” que se aman, del hecho de que encierre en sí un PRINCIPIO DE UNIÓN precioso para la colectividad, nos da testimonio el que, en todas las etapas de su desarrollo histórico, la humanidad ha dictado normas que determinan cuándo y en qué condiciones era el amor “legítimo” (es decir, cuando respondía a los intereses de la colectividad dada) y cuando era “culpable”, criminal (o sea en qué momento iba en contra de los objetivos de la sociedad)”.

    Por tanto, en sí mismo el amor no es un elemento de dominación, pero sí es un elemento de fuerza colectiva más allá de los individuos que aman. El amor sirve para crear ejércitos, para crear patrimonio y para crear divisiones en la clase obrera, pero también para combatir.

    El amor romántico: el tipo de amor propuesto por la burguesía.

    Alexandra Kollontai, de nuevo, en ” Lucha de clases y sexualidad” (1918) definía así los elementos que la burguesía introdujo en las relaciones intersexuales:

    “El ideal de la posesión absoluta- no únicamente del “yo” físico, sino también del “yo” espiritual del cónyuge-, el ideal que permitía una reivindicación de derechos de propiedad sobre el mundo espiritual y moral ha sido por entero formado y cultivado por la clase burguesa, con el propósito de reforzar los cimientos familiares que aseguraban la estabilidad y la potencia de la institución en la época de lucha para conseguir el dominio de la sociedad, y ese ideal no solo lo hemos recibido como herencia sino que estamos dispuestos a considerarlo un “absoluto” moral inconmovible”.

    El amor romántico por tanto se fundamenta en la elevación del ideal de propiedad. No podemos obviar, llegados a este punto cómo repercute a su vez el patriarcado en esta construcción. El patriarcado es la estructura de dominación que subyugó a la mujer al papel de reproductora en las primeras sociedades, el patriarcado se fue perfeccionando conforme a las necesidades de explotación de los diversos sistemas que se sucedían. Esto generó una desigualdad sexual que colocó al hombre en una posición de privilegio frente a la mujer, dentro de las castas o de la familia, que pasó a ser un activo doméstico. El capitalismo, que no olvidemos comenzó con un genocidio de mujeres (caza de brujas), mercantilizó aún más la capacidad reproductiva de las mujeres y su sexualidad. La situación de dominación del hombre hacia la mujer en las relaciones del amor romántico generan por tanto una dependencia psico-social que va más allá del propio vínculo amoroso. El concepto de propiedad y patrimonio y la figura del “cabeza de familia” es un lastre que aún persiste y anula la capacidad amorosa social de la mujer. El amor individualista que propone la burguesía es a la vez el amor del patriarca, del que ostenta el patrimonio.

    Amor camaradería y el amor capitalista actual: de San Valentín al poliamor.

    Alexandra Kollontai propone frente al amor burgués el amor proletario, al que denomina amor camaradería. Un amor que trasciende al individualismo y a la propiedad, pero también a la relación intersexual o amor erótico como amor preponderado. El amor es un elemento de unión, la burguesía lo sabía y por eso fomentó la unión matrimonial basada en este principio. Existen diversos tipos de amor y a lo largo de nuestra vida desarrollamos sentimientos amorosos variados (fraternos, amistosos, eróticos…) El sentimiento de simpatía hacia los otros es principio básico de solidaridad y por tanto de camaradería. El amor por tanto es revolucionario; negar el amor, es participar en la contrarrevolución.

    San Valentín es la parodia definitiva del amor burgués, la consolidación de la faceta consumista en el desarrollo psico-social del amor. Esto es algo evidente por lo que un verdadero análisis sobre el amor romántico o el amor de la burguesía debe trascender a este tipo de anécdotas donde se ve con demasiada evidencia el uso socioeconómico de las relaciones amorosas interpersonales. Sin embargo sí que considero más pertinente analizar otras propuestas actuales que si bien en principio se presentan como enemigas de la concepción burguesa del amor, en sus cimientos mantienen los rasgos más negativos del mismo.

    “La idea de propiedad se extiende mucho más allá de las fronteras del matrimonio legal; es un factor inevitable que se desliza hasta en la unión amorosa más “libre” A. Kollontai “Lucha de clases y sexualidad” (1918).

    En los últimos tiempos frente al amor erótico tradicional y monógamo se apuesta por un “nuevo formato” llamado poliamor. Las teorías poliamorosas defienden que podemos establecer vínculos profundos de amor erótico con varias personas a través del afecto y mantenerlos en el tiempo. Es habitual que la defensa del poliamor se haga en alusión al amor camaradería, no obstante, no hay principio de solidaridad alguna en mantener estructuras amorosas múltiples con las mismas características de posesión espiritual que el amor romántico y desde la misma posición individualista. Desde una perspectiva de clase, la estructura de aislamiento y de falta de solidaridad se mantiene intacta ya que el amor se mantiene dentro de su faceta egoísta. No se trata de establecer numéricamente más o menos relaciones erótico-afectivas sino de transformar el sentimiento amoroso egoísta (el que lleva a justificar el poliamor porque “nadie te lo va a dar todo”) en sentimiento solidario. El sentimiento solidario, el sentimiento entre camaradas, que nos lleva a comprender que el amor va más allá del amor erótico-afectivo, más allá del amor fraterno, más allá de la amistad… y a su vez está dentro de todos ellos, creando las redes de apoyo mutuo que serán fundamentales para la construcción de una nueva sociedad.


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