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Un rey golpe a golpe - libro de Patricia Sverlo (esta es la auténtica verdad)
Leningrad- Revolucionario/a
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Aunque no es un libro que podamos definir como comunista, es un interesante acercamiento a la figura del rey. Es, obviamente, una biografía no autorizada.
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Admin- Administrador
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xD , es bueno , pone al rey cmo lo que es un sucesor del franquismo
Quierocobrar.org- Novato/a rojo/a
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No es que lo ponga... es que lo es ! La herencia del franquismo !
Maqui- Miembro del Soviet
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Claro que lo es, dicho por el propio Franco, fascista fanáticos del Opus Dei.
anonimo- Novato/a rojo/a
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Bueno como estaban pidiendo por hay el libro aqui se los paso en un pdf
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DP9M- Colaborador estrella
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fusiono
tsang cho- Novato/a rojo/a
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yo creo que es un buen libro,me dijeron que la editorial ardi beltza(oveja negra) era anarquista,pero yo no tengo ni idea.A mi me gusto mucho,muestra los hechos tal como son,es un libro que te puede resolver muchas dudas sobre el estado español,independientemente de la ideologia que tengas.
Yeremenko- Revolucionario/a
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- Mensaje n°8
Un Rey Golpe a Golpe por Patricia Sverlo
A todos los antifascistas que dieron su vida defendiendo La República y el poder surgido de las urnas en 1.936, frente a los golpistas de Franco que, con los años, nombraron como sucesor suyo a Juan Carlos I, actual rey de España. Patricia Sverlo
Un Rey Golpe a Golpe
Un Rey Golpe a Golpe
Última edición por Yeremenko el Jue Abr 05, 2012 2:06 pm, editado 1 vez
luismpo- Camarada
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yo me lo leí ya hace tiempo está muy bien
Yeremenko- Revolucionario/a
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Link actualizado en el post original.
pedrocasca- Colaborador estrella
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Otro link de descarga de Un rey golpe a golpe, de Patricia Sverlo: (208 páginas de buen formato pdf)
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pedrocasca- Colaborador estrella
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Otro link de descarga de Un rey golpe a golpe, de Patricia Sverlo: (208 páginas de muy buen formato pdf)
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Lenny Leonard- Camarada
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Un link de descàrrega en català ^^ (està en .pdf):
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pedrocasca- Colaborador estrella
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Comentario acerca del libro Un rey golpe a golpe, de Patricia Sverlo, firmado por el abogado Juan Manuel Olarieta Alberdi:
La libertad de expresión choca con la monarquía
Durante décadas la falta de noticias críticas sobre la monarquía hizo que la prensa extranjera hablara de un acuerdo firmado en 1976 entre el gobierno y la Federación de la Prensa, que estuvo vigente durante toda la transición. El supuesto pacto de silencio se justificó por el desapego popular a la monarquía durante los primeros años del post-franquismo coronado, que obligaba a protegerlo frente a críticas peligrosas que hubieran sido inevitables con la libertad de prensa.
Durante los primeros años de la transición, la buena mano del secretario del Rey, el general Fernández Campos, sirvió de apagafuegos para tratar asuntos delicados y negociar con la prensa las malas noticias sobre la Corona. Su legendaria técnica consistía en ofrecer información a cambio de silencios. “No publiques esto, y te doy información sobre esto otro”. Pero en la trastienda había mucho más. Esto sólo valía para tratar con los ya predispuestos, los “buenos chicos” de la prensa, que aceptaron sin problemas un “pacto entre caballeros” para no atacar la figura del monarca.
Actualmente parece que se ha roto el “pacto de silencio” para no publicar nada dañino a la Corona, o al menos que se ha debilitado; pero el pacto sigue firmemente consolidado entre buena parte de periodistas, escritores y editores, y bajo la atenta mirada de jueces y fiscales que deciden en última instancia qué se puede publicar o decir y qué no. Y la Casa Real sigue interviniendo como antaño, con discreción pero con la contundencia de la fiscalía.
Las cosas cambiaron radicalmente en 2000 con la publicación del libro "Un rey golpe a golpe", firmado con el seudónimo de Patricia Sverlo, que se ha convertido en uno de los mayores éxitos de ventas editoriales, lo cual tiene el mérito añadido de que ha sido duramente perseguido y ha carecido de toda clase de publicidad.
Su presentación fue prohibida en distintos medios y las publicaciones se negaron a publicar siquiera el anuncio -pagado- en sus páginas. Muchos libreros no querían venderlo. El Corte Inglés se negó en rotundo. En Madrid, sólo algunas librerías pequeñas y alternativas lo distribuyeron.
El 22 de enero de 2001 ABC denunciaba como si fuera un gran escándalo que organismos como la Diputación de Guipúzcoa y el Ayuntamiento de Bilbao dispusieran de ejemplares en sus respectivas bibliotecas. Y aunque se donaron ejemplares a muchas otras, como la Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela, no llegó a figurar en sus catálogos. El Mundo, por su parte, difundía en grandes titulares (el 3 de marzo de 2002) las críticas del PP a un supuesto apoyo institucional al libro en Baleares, porque se había consentido que la edición catalana fuera presentada en el marco de la XIII edición de la Setmana del Llibre en Català, organizada por el Gremi de Llibreters, en colaboración con el Govern balear y el Consell de Mallorca; y eso que reconocían en el mismo artículo que "Un rei cop per cop", presentado apenas unos días antes, estaba ya agotado, lo que corroboraba que existía una demanda importante de la obra que justificaba la traducción que se había hecho de ella. En el mes de noviembre se situaba en el lugar número 15 de la lista de los 25 más vendidos en Cataluña.
El libro "Un rey golpe a golpe" lo tuvo que editar Miatzen, domiciliada en Francia, para evitar la censura. Miatzen también era la editora de la revista "Ardi Beltza", y fue una de las razones -aunque hubo otras- de la ilegalización de la revista, si bien nunca se la mencionó como tal en el sumario judicial ni en las noticias de la prensa.
Pero para los fascistas eso no fue suficiente y el 19 de enero de 2001, Garzón ordenó la enésima detención del periodista Pepe Rei. La sombra de "Un rey golpe a golpe" revoloteaba por ahí. Estuvo encarcelado 145 días en Alcalá-Meco, secuestrado por el Estado, hasta que fue puesto en libertad el 13 de junio de 2001.
La censura se ha suavizado pero no descansa. En abril de 2011 la TV3 catalana (siendo su directora general Mònica Terribas), encargó a los cineastas Montse Armengou y Ricard Belis un documental que tuviera como eje la valoración política de la institución monárquica española. El título del trabajo, ya realizado, ya finalizado, a punto de emitirse, era “Monarquía o República”. Pero luego la TV3 suspendió su emisión indefinidamente.
El 18 de junio de 2010, día de la lengua castellana, el Instituto Cervantes organizó una votación para que la gente eligiera su palabra preferida. En la página web de la institución el proceso se podía seguir al minuto, hasta que la palabra “República” se situó en el primer lugar. A partir de ese momento se suspendió la selección por "fallos del sistema" que iban a ser solucionadas rápidamente. Pero los fallos no se solucionaron durante tres días, al cabo de los cuales se limitaron a dar un mensaje de las 10 primeras palabras en "orden alfabético", entre las que “República” pasaba mucho más desapercibida. La directora del Instituto, Carmen Caffarel, acompañó el cambio con un discurso en el que informaba que ella había elegido para este día la palabra “Respeto”.
Un año más tarde, en 2011, para no cogerse los dedos, el Instituto Cervantes sustituyó la votación popular por la de un elegido grupo de “personalidades” del ámbito cultural latinoamericano, proponiendo cada una de ellas su palabra preferida. Entre las personas seleccionadas: Shakira, Raphael, Alejandro Sanz o Emilio Botín.
En agosto de 2012 el gobierno mantuvo que enarbolar la bandera republicana incita a la violencia, cuando en una respuesta parlamentaria justificó la multa a un aficionado al balonmano porque había ondeado la enseña tricolor "con gran vehemencia". Alegó para ello el gobierno que la actitud del "alborotador" podía interpretarse como una "provocación" a los aficionados españoles. El suceso había tenido lugar en el mes de abril en un partido de las selecciones de España y Argelia celebrado en Alicante, y la policía acabó expulsando al portador de la bandera y abriéndole expediente de sanción en virtud de la Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. En otro partido posterior, al mismo portador de la tricolor se le vetó la entrada, se le trasladó a un espacio vacío del Polideportivo y se le conminó a identificarse de forma intimidatoria.
La libertad de expresión choca con la monarquía
Durante décadas la falta de noticias críticas sobre la monarquía hizo que la prensa extranjera hablara de un acuerdo firmado en 1976 entre el gobierno y la Federación de la Prensa, que estuvo vigente durante toda la transición. El supuesto pacto de silencio se justificó por el desapego popular a la monarquía durante los primeros años del post-franquismo coronado, que obligaba a protegerlo frente a críticas peligrosas que hubieran sido inevitables con la libertad de prensa.
Durante los primeros años de la transición, la buena mano del secretario del Rey, el general Fernández Campos, sirvió de apagafuegos para tratar asuntos delicados y negociar con la prensa las malas noticias sobre la Corona. Su legendaria técnica consistía en ofrecer información a cambio de silencios. “No publiques esto, y te doy información sobre esto otro”. Pero en la trastienda había mucho más. Esto sólo valía para tratar con los ya predispuestos, los “buenos chicos” de la prensa, que aceptaron sin problemas un “pacto entre caballeros” para no atacar la figura del monarca.
Actualmente parece que se ha roto el “pacto de silencio” para no publicar nada dañino a la Corona, o al menos que se ha debilitado; pero el pacto sigue firmemente consolidado entre buena parte de periodistas, escritores y editores, y bajo la atenta mirada de jueces y fiscales que deciden en última instancia qué se puede publicar o decir y qué no. Y la Casa Real sigue interviniendo como antaño, con discreción pero con la contundencia de la fiscalía.
Las cosas cambiaron radicalmente en 2000 con la publicación del libro "Un rey golpe a golpe", firmado con el seudónimo de Patricia Sverlo, que se ha convertido en uno de los mayores éxitos de ventas editoriales, lo cual tiene el mérito añadido de que ha sido duramente perseguido y ha carecido de toda clase de publicidad.
Su presentación fue prohibida en distintos medios y las publicaciones se negaron a publicar siquiera el anuncio -pagado- en sus páginas. Muchos libreros no querían venderlo. El Corte Inglés se negó en rotundo. En Madrid, sólo algunas librerías pequeñas y alternativas lo distribuyeron.
El 22 de enero de 2001 ABC denunciaba como si fuera un gran escándalo que organismos como la Diputación de Guipúzcoa y el Ayuntamiento de Bilbao dispusieran de ejemplares en sus respectivas bibliotecas. Y aunque se donaron ejemplares a muchas otras, como la Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela, no llegó a figurar en sus catálogos. El Mundo, por su parte, difundía en grandes titulares (el 3 de marzo de 2002) las críticas del PP a un supuesto apoyo institucional al libro en Baleares, porque se había consentido que la edición catalana fuera presentada en el marco de la XIII edición de la Setmana del Llibre en Català, organizada por el Gremi de Llibreters, en colaboración con el Govern balear y el Consell de Mallorca; y eso que reconocían en el mismo artículo que "Un rei cop per cop", presentado apenas unos días antes, estaba ya agotado, lo que corroboraba que existía una demanda importante de la obra que justificaba la traducción que se había hecho de ella. En el mes de noviembre se situaba en el lugar número 15 de la lista de los 25 más vendidos en Cataluña.
El libro "Un rey golpe a golpe" lo tuvo que editar Miatzen, domiciliada en Francia, para evitar la censura. Miatzen también era la editora de la revista "Ardi Beltza", y fue una de las razones -aunque hubo otras- de la ilegalización de la revista, si bien nunca se la mencionó como tal en el sumario judicial ni en las noticias de la prensa.
Pero para los fascistas eso no fue suficiente y el 19 de enero de 2001, Garzón ordenó la enésima detención del periodista Pepe Rei. La sombra de "Un rey golpe a golpe" revoloteaba por ahí. Estuvo encarcelado 145 días en Alcalá-Meco, secuestrado por el Estado, hasta que fue puesto en libertad el 13 de junio de 2001.
La censura se ha suavizado pero no descansa. En abril de 2011 la TV3 catalana (siendo su directora general Mònica Terribas), encargó a los cineastas Montse Armengou y Ricard Belis un documental que tuviera como eje la valoración política de la institución monárquica española. El título del trabajo, ya realizado, ya finalizado, a punto de emitirse, era “Monarquía o República”. Pero luego la TV3 suspendió su emisión indefinidamente.
El 18 de junio de 2010, día de la lengua castellana, el Instituto Cervantes organizó una votación para que la gente eligiera su palabra preferida. En la página web de la institución el proceso se podía seguir al minuto, hasta que la palabra “República” se situó en el primer lugar. A partir de ese momento se suspendió la selección por "fallos del sistema" que iban a ser solucionadas rápidamente. Pero los fallos no se solucionaron durante tres días, al cabo de los cuales se limitaron a dar un mensaje de las 10 primeras palabras en "orden alfabético", entre las que “República” pasaba mucho más desapercibida. La directora del Instituto, Carmen Caffarel, acompañó el cambio con un discurso en el que informaba que ella había elegido para este día la palabra “Respeto”.
Un año más tarde, en 2011, para no cogerse los dedos, el Instituto Cervantes sustituyó la votación popular por la de un elegido grupo de “personalidades” del ámbito cultural latinoamericano, proponiendo cada una de ellas su palabra preferida. Entre las personas seleccionadas: Shakira, Raphael, Alejandro Sanz o Emilio Botín.
En agosto de 2012 el gobierno mantuvo que enarbolar la bandera republicana incita a la violencia, cuando en una respuesta parlamentaria justificó la multa a un aficionado al balonmano porque había ondeado la enseña tricolor "con gran vehemencia". Alegó para ello el gobierno que la actitud del "alborotador" podía interpretarse como una "provocación" a los aficionados españoles. El suceso había tenido lugar en el mes de abril en un partido de las selecciones de España y Argelia celebrado en Alicante, y la policía acabó expulsando al portador de la bandera y abriéndole expediente de sanción en virtud de la Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. En otro partido posterior, al mismo portador de la tricolor se le vetó la entrada, se le trasladó a un espacio vacío del Polideportivo y se le conminó a identificarse de forma intimidatoria.
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Chus Ditas- Miembro del Soviet
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escrito por Patricia Sverlo
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escrito por Patricia Sverlo
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Chus Ditas- Miembro del Soviet
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Chus Ditas- Miembro del Soviet
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Un rey golpe a golpe, de Patricia Sverlo
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Chus Ditas- Miembro del Soviet
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14 años después, la autora del libro Un rey golpe a golpe admite su autoría:
Detrás del pseudónimo Patricia Sverlo está la escritora y periodista Rebeca Quintans
entrevista de Unai Aranzadi publicada en Público - julio de 2014
En el año 2000 la editorial vasca Ardi Beltza (cerrada un año más tarde por orden del juez Baltasar Garzón) publicó Un rey golpe a golpe, una biografía no autorizada sobre Juan Carlos I. El libro, a pesar del marcaje policial que sufría la editorial y su director, Pepe Rei, pudo salir a la luz y ser exitosamente distribuido, aunque por motivos de seguridad hubo de ser firmado con un seudónimo, el de "Patricia Sverlo". Hoy, catorce años después, su verdadera autora, Rebeca Quintans, ha decidido romper su silencio y reconocer su autoría en Público.es.
En el libro se dice que el seudónimo de Patricia Sverlo, más que a una persona, representa un "estado de situación" el cual "se espera que cambie en el futuro". ¿Ha cambiado la situación o todavía es demasiado pronto para decir que se puede criticar con plena libertad a la monarquía española?
En comparación con el año 2000, ha cambiado un poco, pero muy poco. Y desde luego no tanto como algunos dicen. Se han publicado algunos libros críticos sobre el rey y no ha pasado nada. Es cierto. Y sus autores (Iñaki Anasagasti, Iñaki Errazkin...) han hablado de que ya no hay censura. Pero que algunos libros no hayan tenido problemas no quiere decir mucho. El tema es largo. Sigue habiendo muchos casos, demasiados, que llegan directamente a la Audiencia Nacional por injurias al rey. Algunos, notorios, como el caso Otegi. Precisamente voy a ir ahora en julio a participar en Yokohama en un congreso, con una comunicación sobre ese tema: "Monarquía y libertad de expresión: pragmática de la injuria"; y no me remonto a casos lejanos. Pero estoy de acuerdo con que la libertad hay que ganarla, dando pasos adelante, y en eso sí está cambiando la situación: cada vez son más los que se atreven.
Este libro rupturista, nacido de una editorial censurada, con un director regularmente encarcelado y jóvenes periodistas de investigación asumiendo riesgos, recoge otro enigma, el de su impresión. ¿Se puede decir ya dónde o cómo fue impreso? En el libro se dice que Ardi Beltza fue la editorial y usted, con su seudónimo, la autora, pero el espacio en que dice "Impresión" permanece vacío en un inquietante blanco...
La verdad es que de ese punto en particular puedo decir muy poco... Todo era muy clandestino. Tomábamos muchísimas medidas de seguridad. Yo sólo hablaba con Pepe Rei. Cuando iba a la redacción de Orereta, nadie sabía quién era y qué estaba haciendo allí exactamente. Era Rebeca, colaboradora de Madrid. Para hablar del libro, salíamos de la redacción Pepe y yo, le quitábamos la batería a los teléfonos móviles, y charlábamos paseando por la Concha, Hondarribia, o nos íbamos al Jaizkibel, que era un sitio favorito de Pepe. No sé quién estaba al corriente en la redacción de que era yo la que estaba trabajando en el libro del rey. Yo tampoco sabía quién estaba en el ajo y quién no. Todo estaba compartimentado. Un proyecto, ya digo, muy clandestino, sobre el que no había que preguntar demasiado. Yo no preguntaba nada que no creyera que tenía que saber. Pero si hago memoria, de estas cosas que oyes sin querer, aunque hace mucho tiempo y no puedo estar segura del todo, creo que se imprimían en Portugal, a muy buen precio, por cierto.
Veteranos periodistas de investigación como Rafael Gómez Parra, aseguran que personajes como Mario Conde, Pedro Jota Ramírez, Juan Luis Cebrián o José Bono compraron el libro a través de amigos. ¿Cómo fue la distribución de este?
Algunos de los que nombras recibieron el libro por correo, por cortesía de la editorial, directamente. Así que te puedo asegurar que esos sí lo tenían. Hicimos una lista bastante amplia que incluía un montón de personajes "relevantes" en aquel momento. Nos llegaron muchos comentarios off the record. En los mentideros de la corte se hablaba de él. Alguno que otro hasta había presumido en pequeños círculos de haber colaborado y de conocer a su autora. Y era verdad. Me entrevisté incluso con alguno de los que nombras. Pero nunca revelaron nada que no se pudiera saber.
Comprarlo tampoco era complicado. Toda la estrategia editorial de Ardi Beltza había estado pensada para preparar el lanzamiento del libro del rey. Hubo que sacar otros antes, bastante inocuos (Gran Hermano, por ejemplo), para que la distribuidora pudiera introducir la editorial en los grandes mercados, hasta en las grandes superficies. Funcionó bastante bien. Después, cuando lo creíamos todo resuelto, aún nos encontramos con bastantes problemas. El Corte Inglés, que había vendido miles de ejemplares de Gran Hermano, se negaba en rotundo a distribuir este título. Pero sí funcionó en otras librerías más pequeñas y algunas grandes. No estaba en los escaparates, desde luego, pero estaba. En Madrid lo tenían hasta en La Casa del Libro (una de las librerías más grandes); debajo de la mesa, pero lo tenían. Y como no se vendía mal, hacían pedidos frecuentes a la distribuidora. Algunos libreros nos contaron que había quien lo pedía en voz baja, como con miedo o vergüenza. Y había anécdotas en la línea de lo que cuenta Gómez Parra.
El final del siglo pasado, fecha en la que Pepe Rei le propuso escribir el libro, fueron, quizás, los días dorados del régimen del 78, en los cuales el sector privado, las fuerzas de seguridad del Estado, la ilusión de la prosperidad, así como la propia monarquía estaban en lo más alto, creyéndose invencibles. ¿Cómo era ejercer el periodismo de investigación en un Madrid donde el poder lo tenía prácticamente todo?
Complicado, muy complicado. Yo era freelance, y no pocas veces pactaba un tema con una revista, hacía el reportaje, y luego no querían publicarlo. Me daban largas... Tenían las neveras llenas de reportajes que no se podían publicar, que no eran oportunos... Solo una vez me dijeron claramente: "No lo vamos a publicar. Te lo pagamos, pero lo guardamos en un cajón". No quise y me lo llevé. Luego conseguí publicarlo en una revista que se llamaba Artículo 20 y que duró muy poco. Eran años en los que cerraban publicaciones constantemente, pero se abrían otras... Los momentos de lanzamiento de una publicación siempre eran mejores para publicar. Se podían "colar" más temas. En las redacciones de la prensa convencional, como Interviu, el periodismo daba sus últimos coletazos. A los periodistas de toda la vida (como Gómez Parra y Andrés Sánchez) no les dejaban apenas trabajar, no podían hacer temas serios, estaban deseando librarse de ellos... Cuando Pepe Rei montó Ardi Beltza fue como una bocanada de aire fresco. Nos pidió a los que estábamos en Madrid que le pasásemos temas que no nos hubieran querido publicar por cuestiones políticas o político-económicas. Y había un montón. Yo misma tenía tres o cuatro listos. Y muchos otros periodistas, con seudónimo para que no les echaran de su curro, también le enviaron cosas.
Pepe Rei se inició como periodista de investigación destapando el llamado "caso Redondela" en su Galicia natal. Más tarde, dada la etapa, pasaría a trabajar en la prensa del movimiento, a colaborar con el equipo de investigación de Interviú e incluso quiso ser reclutado personalmente por Pedro Jota Ramírez para El Mundo, terminando en Egin con la consecuencias que todos sabemos. En una etapa álgida del conflicto vasco, en el que prácticamente todo el soberanísmo era criminalizado, ¿cómo se veía desde la capital del Estado la colaboración con medios, editoriales o profesionales vascos tan perseguidos y señalados?
Eso era terrible. Te criminalizaban y te quedabas sin poder trabajar. No se podía colaborar abiertamente con ningún medio vasco. Había muchísima presión. Si yo hubiera firmado, no ya el libro, sino cualquier colaboración en la publicación de Pepe Rei, no habría vuelto a publicar en Madrid. Y también hubieran puesto en la calle a mi compañero, Andrés Sánchez, que estaba en Inteviu (y que también colaboraba con seudónimo en Ardi Beltza). En las redacciones el aire estaba enrarecido, incluso entre los compañeros. Por momentos, aquello parecía el nazismo. No se podía hablar. Cuando venía Pepe Rei evitaba pasearse por la calle con nadie. Madrid no era seguro. Hubo unas campañas muy agresivas. Muchos periodistas lo sufrieron, porque se les ocurrió publicar algo en Gara, o porque sacaron un tema de presos políticos, o porque salieron en la tele en algún acto por la libertad de expresión... Otro peligro era que entregaras un tema y que el redactor jefe te cambiara los titulares y lo que le diera la gana, sin decirte nada, dejándote con el culo al aire delante de tus fuentes. Quedabas como un fascista y no podías hacer nada. Con eso había grandes broncas también. Fue una etapa muy fea.
El jefe del Estado era una figura blindada que se revelaba y revela inaccesible para el común de los ciudadanos. ¿Cómo hizo usted para acceder a tantos valiosos datos?
Es muy cierto que Un rey golpe a golpe es sobre todo un trabajo de documentación, pero no sólo. Yo acababa de terminar una tesis doctoral sobre los discursos del rey en la prensa. Tenía mucha documentación que no había podido utilizar. Mucho trabajo de hemeroteca y bibliográfico, y eso fue el punto de partida del libro. Casi toda la información estaba ahí, solo había que cogerla. Y leer entre líneas, ir a las fuentes (sentencias, documentos oficiales...) para tener una información más veraz, confirmar con los testigos directos... Periodistas que habían investigado algunos episodios y que no habían podido publicar todo lo que sabían me pasaron información. Y Pepe Rei, cuando me encomendó la tarea, me facilitó todos los contactos de que disponía... y tenía muchos. Pepe Rei era un genio convenciendo a los juguetes rotos de la Santa Transición de que lo mejor que podían hacer en la vida era contárselo todo a él. Los abducía. Y me puso en bandeja muchísimas entrevistas. Había que cribar, eso sí: algunos contaban historias muy peregrinas, otras que era imposible contrastar o confirmar... Pero las fuentes más fructíferas sirvieron sobre todo para distinguir el grano de la paja e ir quedándome con lo importante, con la información buena. Estuve meses trabajando en exclusiva para el libro, gracias al apoyo de mi compañero, Andrés Sánchez, en todos los sentidos (en el económico también). Y al final de todo el proceso, aparte de lo ya conocido, pudimos ofrecer en el libro muchas informaciones nuevas, inéditas; aunque no quise destacarlas para no poner de relieve las partes más vulnerables del libro, a efectos de una querella.
Yo creo que ahora mismo no hay periodismo de investigación propiamente dicho. En los grandes medios lo que hay es periodismo de "filtración", que es muy diferente. Para el periodismo libre lo que pasa es que todo ha cambiado muchísimo, está pasando por una evolución que todavía no ha terminado. Internet, las redes sociales, las publicaciones digitales, están abriendo muchas posibilidades. Están muchas cosas en marcha muy interesantes. Pero hay un problema por resolver: ¿Cómo se financia? El trabajo del periodista es cada vez más precario. Se comparte mucha información gratuitamente y nadie parece dispuesto a pagar. Ni los lectores ni los empresarios de toda la vida. Y la publicidad no es una opción para la información libre, porque los anunciantes controlan los contenidos, y los anunciantes son el sistema, el verdadero poder. El periodista no puede vivir del aire, ni asumir solo los gastos de su trabajo (luz, teléfono, viajes, invitar aunque solo sea a un café al entrevistado...). Y el resultado es que casi todo se vuelve opinión, porque es lo único que no cuesta dinero hacer. La gente tiene que asumir que la información libre hay que pagarla, porque con voluntarismo no vamos a llegar muy lejos. Pero tiene que haber relevo. ¿Cómo no va a haberlo?
Muchas, claro que sí. El accidente de Pepe Rei, y el cierre de Kale Gorria poco después, tiró al traste con un montón de proyectos que estaban ya iniciados. Como una segunda parte, centrada en la figura de Felipe; o un documental, para el que ya teníamos un borrador de guion y un plan de trabajo. Y el libro había que actualizarlo. La necesidad se vio enseguida. Este rey y su familia no dejaban de ofrecernos temas nuevos. Siempre dieron mucho juego, periodísticamente hablando. Se podía uno dedicar prácticamente en exclusiva a hacerles un seguimiento y nunca te quedabas parado. Saqué algunos reportajes en Kale Gorria y, después del cierre, en publicaciones alternativas como Diagonal y El Otro País. Pero dejé el periodismo -profesionalmente- hace años, y la falta de tiempo y circunstancias personales no me han permito todavía terminar ni siquiera la actualización del libro. En eso estoy, dedicándole todas mis vacaciones, y espero terminarlo de forma bastante inmediata. Alguna editorial ya mostró en alguna ocasión su interés por publicarlo, y vamos a ver qué pasa. Sí, se quedaron muchas cosas en el tintero, y la espina de no poder firmarlo con mi nombre. No por no poder presumir alguna que otra vez con los amigos... Cuando detuvieron a Pepe y cerraron la editorial fue una situación muy difícil; pero oficialmente no decían ni una palabra del libro. Fue muy duro. En fin, me gustaría ver si es cierto eso de que ya no hay censura, como hablábamos al principio, y lo puedo publicar con mi nombre, en libertad. Ya os lo contaré.
Detrás del pseudónimo Patricia Sverlo está la escritora y periodista Rebeca Quintans
entrevista de Unai Aranzadi publicada en Público - julio de 2014
En el año 2000 la editorial vasca Ardi Beltza (cerrada un año más tarde por orden del juez Baltasar Garzón) publicó Un rey golpe a golpe, una biografía no autorizada sobre Juan Carlos I. El libro, a pesar del marcaje policial que sufría la editorial y su director, Pepe Rei, pudo salir a la luz y ser exitosamente distribuido, aunque por motivos de seguridad hubo de ser firmado con un seudónimo, el de "Patricia Sverlo". Hoy, catorce años después, su verdadera autora, Rebeca Quintans, ha decidido romper su silencio y reconocer su autoría en Público.es.
En el libro se dice que el seudónimo de Patricia Sverlo, más que a una persona, representa un "estado de situación" el cual "se espera que cambie en el futuro". ¿Ha cambiado la situación o todavía es demasiado pronto para decir que se puede criticar con plena libertad a la monarquía española?
En comparación con el año 2000, ha cambiado un poco, pero muy poco. Y desde luego no tanto como algunos dicen. Se han publicado algunos libros críticos sobre el rey y no ha pasado nada. Es cierto. Y sus autores (Iñaki Anasagasti, Iñaki Errazkin...) han hablado de que ya no hay censura. Pero que algunos libros no hayan tenido problemas no quiere decir mucho. El tema es largo. Sigue habiendo muchos casos, demasiados, que llegan directamente a la Audiencia Nacional por injurias al rey. Algunos, notorios, como el caso Otegi. Precisamente voy a ir ahora en julio a participar en Yokohama en un congreso, con una comunicación sobre ese tema: "Monarquía y libertad de expresión: pragmática de la injuria"; y no me remonto a casos lejanos. Pero estoy de acuerdo con que la libertad hay que ganarla, dando pasos adelante, y en eso sí está cambiando la situación: cada vez son más los que se atreven.
Este libro rupturista, nacido de una editorial censurada, con un director regularmente encarcelado y jóvenes periodistas de investigación asumiendo riesgos, recoge otro enigma, el de su impresión. ¿Se puede decir ya dónde o cómo fue impreso? En el libro se dice que Ardi Beltza fue la editorial y usted, con su seudónimo, la autora, pero el espacio en que dice "Impresión" permanece vacío en un inquietante blanco...
La verdad es que de ese punto en particular puedo decir muy poco... Todo era muy clandestino. Tomábamos muchísimas medidas de seguridad. Yo sólo hablaba con Pepe Rei. Cuando iba a la redacción de Orereta, nadie sabía quién era y qué estaba haciendo allí exactamente. Era Rebeca, colaboradora de Madrid. Para hablar del libro, salíamos de la redacción Pepe y yo, le quitábamos la batería a los teléfonos móviles, y charlábamos paseando por la Concha, Hondarribia, o nos íbamos al Jaizkibel, que era un sitio favorito de Pepe. No sé quién estaba al corriente en la redacción de que era yo la que estaba trabajando en el libro del rey. Yo tampoco sabía quién estaba en el ajo y quién no. Todo estaba compartimentado. Un proyecto, ya digo, muy clandestino, sobre el que no había que preguntar demasiado. Yo no preguntaba nada que no creyera que tenía que saber. Pero si hago memoria, de estas cosas que oyes sin querer, aunque hace mucho tiempo y no puedo estar segura del todo, creo que se imprimían en Portugal, a muy buen precio, por cierto.
Veteranos periodistas de investigación como Rafael Gómez Parra, aseguran que personajes como Mario Conde, Pedro Jota Ramírez, Juan Luis Cebrián o José Bono compraron el libro a través de amigos. ¿Cómo fue la distribución de este?
Algunos de los que nombras recibieron el libro por correo, por cortesía de la editorial, directamente. Así que te puedo asegurar que esos sí lo tenían. Hicimos una lista bastante amplia que incluía un montón de personajes "relevantes" en aquel momento. Nos llegaron muchos comentarios off the record. En los mentideros de la corte se hablaba de él. Alguno que otro hasta había presumido en pequeños círculos de haber colaborado y de conocer a su autora. Y era verdad. Me entrevisté incluso con alguno de los que nombras. Pero nunca revelaron nada que no se pudiera saber.
Comprarlo tampoco era complicado. Toda la estrategia editorial de Ardi Beltza había estado pensada para preparar el lanzamiento del libro del rey. Hubo que sacar otros antes, bastante inocuos (Gran Hermano, por ejemplo), para que la distribuidora pudiera introducir la editorial en los grandes mercados, hasta en las grandes superficies. Funcionó bastante bien. Después, cuando lo creíamos todo resuelto, aún nos encontramos con bastantes problemas. El Corte Inglés, que había vendido miles de ejemplares de Gran Hermano, se negaba en rotundo a distribuir este título. Pero sí funcionó en otras librerías más pequeñas y algunas grandes. No estaba en los escaparates, desde luego, pero estaba. En Madrid lo tenían hasta en La Casa del Libro (una de las librerías más grandes); debajo de la mesa, pero lo tenían. Y como no se vendía mal, hacían pedidos frecuentes a la distribuidora. Algunos libreros nos contaron que había quien lo pedía en voz baja, como con miedo o vergüenza. Y había anécdotas en la línea de lo que cuenta Gómez Parra.
El final del siglo pasado, fecha en la que Pepe Rei le propuso escribir el libro, fueron, quizás, los días dorados del régimen del 78, en los cuales el sector privado, las fuerzas de seguridad del Estado, la ilusión de la prosperidad, así como la propia monarquía estaban en lo más alto, creyéndose invencibles. ¿Cómo era ejercer el periodismo de investigación en un Madrid donde el poder lo tenía prácticamente todo?
Complicado, muy complicado. Yo era freelance, y no pocas veces pactaba un tema con una revista, hacía el reportaje, y luego no querían publicarlo. Me daban largas... Tenían las neveras llenas de reportajes que no se podían publicar, que no eran oportunos... Solo una vez me dijeron claramente: "No lo vamos a publicar. Te lo pagamos, pero lo guardamos en un cajón". No quise y me lo llevé. Luego conseguí publicarlo en una revista que se llamaba Artículo 20 y que duró muy poco. Eran años en los que cerraban publicaciones constantemente, pero se abrían otras... Los momentos de lanzamiento de una publicación siempre eran mejores para publicar. Se podían "colar" más temas. En las redacciones de la prensa convencional, como Interviu, el periodismo daba sus últimos coletazos. A los periodistas de toda la vida (como Gómez Parra y Andrés Sánchez) no les dejaban apenas trabajar, no podían hacer temas serios, estaban deseando librarse de ellos... Cuando Pepe Rei montó Ardi Beltza fue como una bocanada de aire fresco. Nos pidió a los que estábamos en Madrid que le pasásemos temas que no nos hubieran querido publicar por cuestiones políticas o político-económicas. Y había un montón. Yo misma tenía tres o cuatro listos. Y muchos otros periodistas, con seudónimo para que no les echaran de su curro, también le enviaron cosas.
Pepe Rei se inició como periodista de investigación destapando el llamado "caso Redondela" en su Galicia natal. Más tarde, dada la etapa, pasaría a trabajar en la prensa del movimiento, a colaborar con el equipo de investigación de Interviú e incluso quiso ser reclutado personalmente por Pedro Jota Ramírez para El Mundo, terminando en Egin con la consecuencias que todos sabemos. En una etapa álgida del conflicto vasco, en el que prácticamente todo el soberanísmo era criminalizado, ¿cómo se veía desde la capital del Estado la colaboración con medios, editoriales o profesionales vascos tan perseguidos y señalados?
Eso era terrible. Te criminalizaban y te quedabas sin poder trabajar. No se podía colaborar abiertamente con ningún medio vasco. Había muchísima presión. Si yo hubiera firmado, no ya el libro, sino cualquier colaboración en la publicación de Pepe Rei, no habría vuelto a publicar en Madrid. Y también hubieran puesto en la calle a mi compañero, Andrés Sánchez, que estaba en Inteviu (y que también colaboraba con seudónimo en Ardi Beltza). En las redacciones el aire estaba enrarecido, incluso entre los compañeros. Por momentos, aquello parecía el nazismo. No se podía hablar. Cuando venía Pepe Rei evitaba pasearse por la calle con nadie. Madrid no era seguro. Hubo unas campañas muy agresivas. Muchos periodistas lo sufrieron, porque se les ocurrió publicar algo en Gara, o porque sacaron un tema de presos políticos, o porque salieron en la tele en algún acto por la libertad de expresión... Otro peligro era que entregaras un tema y que el redactor jefe te cambiara los titulares y lo que le diera la gana, sin decirte nada, dejándote con el culo al aire delante de tus fuentes. Quedabas como un fascista y no podías hacer nada. Con eso había grandes broncas también. Fue una etapa muy fea.
El jefe del Estado era una figura blindada que se revelaba y revela inaccesible para el común de los ciudadanos. ¿Cómo hizo usted para acceder a tantos valiosos datos?
Es muy cierto que Un rey golpe a golpe es sobre todo un trabajo de documentación, pero no sólo. Yo acababa de terminar una tesis doctoral sobre los discursos del rey en la prensa. Tenía mucha documentación que no había podido utilizar. Mucho trabajo de hemeroteca y bibliográfico, y eso fue el punto de partida del libro. Casi toda la información estaba ahí, solo había que cogerla. Y leer entre líneas, ir a las fuentes (sentencias, documentos oficiales...) para tener una información más veraz, confirmar con los testigos directos... Periodistas que habían investigado algunos episodios y que no habían podido publicar todo lo que sabían me pasaron información. Y Pepe Rei, cuando me encomendó la tarea, me facilitó todos los contactos de que disponía... y tenía muchos. Pepe Rei era un genio convenciendo a los juguetes rotos de la Santa Transición de que lo mejor que podían hacer en la vida era contárselo todo a él. Los abducía. Y me puso en bandeja muchísimas entrevistas. Había que cribar, eso sí: algunos contaban historias muy peregrinas, otras que era imposible contrastar o confirmar... Pero las fuentes más fructíferas sirvieron sobre todo para distinguir el grano de la paja e ir quedándome con lo importante, con la información buena. Estuve meses trabajando en exclusiva para el libro, gracias al apoyo de mi compañero, Andrés Sánchez, en todos los sentidos (en el económico también). Y al final de todo el proceso, aparte de lo ya conocido, pudimos ofrecer en el libro muchas informaciones nuevas, inéditas; aunque no quise destacarlas para no poner de relieve las partes más vulnerables del libro, a efectos de una querella.
Yo creo que ahora mismo no hay periodismo de investigación propiamente dicho. En los grandes medios lo que hay es periodismo de "filtración", que es muy diferente. Para el periodismo libre lo que pasa es que todo ha cambiado muchísimo, está pasando por una evolución que todavía no ha terminado. Internet, las redes sociales, las publicaciones digitales, están abriendo muchas posibilidades. Están muchas cosas en marcha muy interesantes. Pero hay un problema por resolver: ¿Cómo se financia? El trabajo del periodista es cada vez más precario. Se comparte mucha información gratuitamente y nadie parece dispuesto a pagar. Ni los lectores ni los empresarios de toda la vida. Y la publicidad no es una opción para la información libre, porque los anunciantes controlan los contenidos, y los anunciantes son el sistema, el verdadero poder. El periodista no puede vivir del aire, ni asumir solo los gastos de su trabajo (luz, teléfono, viajes, invitar aunque solo sea a un café al entrevistado...). Y el resultado es que casi todo se vuelve opinión, porque es lo único que no cuesta dinero hacer. La gente tiene que asumir que la información libre hay que pagarla, porque con voluntarismo no vamos a llegar muy lejos. Pero tiene que haber relevo. ¿Cómo no va a haberlo?
Muchas, claro que sí. El accidente de Pepe Rei, y el cierre de Kale Gorria poco después, tiró al traste con un montón de proyectos que estaban ya iniciados. Como una segunda parte, centrada en la figura de Felipe; o un documental, para el que ya teníamos un borrador de guion y un plan de trabajo. Y el libro había que actualizarlo. La necesidad se vio enseguida. Este rey y su familia no dejaban de ofrecernos temas nuevos. Siempre dieron mucho juego, periodísticamente hablando. Se podía uno dedicar prácticamente en exclusiva a hacerles un seguimiento y nunca te quedabas parado. Saqué algunos reportajes en Kale Gorria y, después del cierre, en publicaciones alternativas como Diagonal y El Otro País. Pero dejé el periodismo -profesionalmente- hace años, y la falta de tiempo y circunstancias personales no me han permito todavía terminar ni siquiera la actualización del libro. En eso estoy, dedicándole todas mis vacaciones, y espero terminarlo de forma bastante inmediata. Alguna editorial ya mostró en alguna ocasión su interés por publicarlo, y vamos a ver qué pasa. Sí, se quedaron muchas cosas en el tintero, y la espina de no poder firmarlo con mi nombre. No por no poder presumir alguna que otra vez con los amigos... Cuando detuvieron a Pepe y cerraron la editorial fue una situación muy difícil; pero oficialmente no decían ni una palabra del libro. Fue muy duro. En fin, me gustaría ver si es cierto eso de que ya no hay censura, como hablábamos al principio, y lo puedo publicar con mi nombre, en libertad. Ya os lo contaré.
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Un rey golpe a golpe
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