La organización científica del trabajo y la revolución rusa
blog Communia, de la organización Emancipación - abril 2021
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En plena Revolución rusa, mientras la clase trabajadora ejercía por primera vez el poder político y centenares de miles de trabajadores experimentaban nuevas formas de trabajo colectivo, el taylorismo y la organización científica del trabajo suscitaban debates que solo en parte se resolvieron históricamente: ¿Las técnicas de organización científica del trabajo son necesariamente alienantes y aumentan la explotación? ¿Su fundamentación científica es correcta? ¿Hay algo de rescatable en ellas?
En este artículo:
La crítica marxista del taylorismo
La organización científica del trabajo vuelve al debate tras la toma del poder por los soviets…
…y comienza a implantarse al final de la guerra civil
El debate sobre la organización científica del trabajo durante la NEP
El fordismo: primera ideología de la burocracia naciente
La crítica marxista del taylorismo
La década previa a la guerra mundial vive el boom del taylorismo. Conceptualmente es la hipertrofia de la vieja idea burguesa del autómata mecánico. Se estudian los procesos en la fábrica uno a uno para simplificarlos y ahorrar tiempos partiendo del análisis de los movimientos de los trabajadores y pensando la producción como un conjunto de series de movimientos. Después se adiestra (training) a los trabajadores en el uso de nuevos movimientos más estilizados, se rediseña el mobiliario de los talleres para evitar gestos superfluos y hasta se mide la altura óptima de cada trabajador en cada oficio…
A cabo de unos días, el mecánico gastaba en el montaje de la máquina ¡la cuarta parte del tiempo que invertía antes! ¡Qué realización de la productividad del trabajo!
Pero al obrero no le pagan cuatro veces más sino tan solo vez y media a lo sumo, y eso sólo los primeros tiempos. En cuanto los obreros se hacen al nuevo sistema, el pago se baja al nivel anterior. El capitalista recibe enormes ganancias, y el obrero trabaja cuatro veces más intensamente, agotando sus nervios y sus músculos cuatro veces más rápido. […] Todos estos enormes perfeccionamientos se hacen contra el obrero, con vistas a aplastarlo y oprimirlo más todavía y se limitan a la distribución racional, sensata, del trabajo dentro de la fábrica. - EL TAYLORISMO ES LA ESCLAVIZACIÓN DEL HOMBRE POR LA MÁQUINA. LENIN, 14 DE MARZO DE 1914
La crítica de los marxistas a las maravillas que la prensa de preguerra pregonaba sobre el taylorismo y la organización científica del trabajo tenía, como vemos en la cita de arriba, cuatro ejes
1 Desarrollaba de una manera radicalmente alienante la relación entre el trabajador y la máquina: el trabajador y sus capacidades físicas e intelectuales se convierten en auxiliares cada vez más inconscientes y periféricos de la máquina. Como dice Lenin, el taylorismo es la esclavización del hombre por la máquina.
2 Al darse en el marco capitalista, la ganancia de productividad física está supeditada al aumento de productividad en términos de ganancia: la explotación en términos relativos aumenta. Es más, en las condiciones de un capitalismo en el que se está agotando la capacidad de ampliar mercados (=imperialismo), no puede sino acabar en un aumento de la explotación en términos absolutos.
3 Pero… el aumento de la productividad física está ahí y tampoco puede negarse. El estudio sistemático de la organización del trabajo permite ampliar las capacidades productivas y por tanto es un vector a desarrollar, bajo otras condiciones, para llevar a nuestra especie hacia la abundancia.
4 Porque aunque el capitalismo mejore la productividad física dentro de la fábrica a base de racionalizar procesos, evidentemente no va a hacer lo mismo a escala social, porque toda racionalización verdadera pasa por cambiar los objetivos y motores de la producción social, pasar de la acumulación de capital a la satisfacción directa de las necesidades humanas universales… es decir, llevar la lógica científica de la producción fabril a la social implica demoler el capitalismo como modo de producción.
Resumiendo: la crítica marxista de la época había demolido la idea del carácter liberador y benéfico de la organización científica de la producción bajo las condiciones capitalistas… pero había rechazado con igual fuerza el rechazo sin más de la organización científica del trabajo.
Aumentar la productividad física del trabajo es precisamente el camino para que la Humanidad se emancipe del trabajo esclavo de la necesidad. Pero en un capitalismo que entraba en decadencia histórica la organización científica del trabajo producía cada vez más contradicciones, lejos de acercarnos a la abundancia produciendo desarrollo humano, producía más explotación, paro, alienación y sometimiento.
El proletariado quedaba pues emplazado a implantar la organización científica del trabajo por sí mismo y de acuerdo a sus propios fines. No tendría que esperar mucho. Tan solo tres años y ocho meses después de publicarse el artículo de Lenin que citamos arriba, los consejos de obreros y campesinos del imperio ruso derruían los restos del estado zarista y tomaban el poder político.
La organización científica del trabajo vuelve al debate tras la toma del poder por los soviets…
Cuando el tres de marzo de 1918 el gobierno de los soviets firma la paz de Brest-Litvosk con Alemania sabe que la guerra civil está solo en su primera fase. La perspectiva de nuevas concesiones territoriales forzadas a los imperialismos y los ejércitos blancos llevan a imaginar un mapa menguante del territorio controlado por los soviets que dificultará las cadenas productivas básicas.
Lenin pide por ejemplo un catálogo de fuentes energéticas baratas de proximidad para electrificar las industrias esenciales y estudios para crear centrales hidroeléctricas y eólicas a corto plazo para mantener la producción en caso de nuevo retrocesos militares.
Pero el acento principal está en el control de la producción. Lenin urge a los soviets a tomar en sus manos la contabilidad y la organización cotidiana de las empresas. Lo que viene por delante exige a los trabajadores un aumento de la productividad que ha de empezar por retomar el trabajo y los turnos regulares en no pocas fábricas paralizadas por la falta de materias primas y el abandono de ingenieros, capataces y contables.
En ese marco de emergencia, el taylorismo -única forma disponible en el momento de organización científica del trabajo- entra por primera vez en los debates de los soviets.
5. Se plantean, en particular, al orden del día las medidas orientadas a elevar la disciplina laboral y la productividad del trabajo. Los pasos emprendidos ya en este sentido, sobretodo por los sindicatos, deben ser apoyados, respaldados e intensificados con todas las fuerzas. Entre ellos figuran por ejemplo el establecimiento de la retribución por unidad de trabajo realizado, la aplicación de lo mucho que hay de científico y progresista en el sistema Taylor, … SEIS TESIS ACERCA DE LAS TAREAS INMEDIATAS DEL PODER SOVIÉTICO. LENIN, 29 DE ABRIL DE 1918
El aparente optimismo de Lenin sobre la posibilidad de utilizar técnicas tayloristas por los propios trabajadores no le engaña sobre su naturaleza. Califica al taylorismo de brutalidad refinada en más de una ocasión, pero ante la emergencia permanente y el desabastecimiento creciente, entiende que la experimentación bajo la dirección de los propios trabajadores es una herramienta más en la lucha por la supervivencia de los soviets en tanto la extensión mundial de la Revolución modifica sustancialmente el tablero ruso.
…y comienza a implantarse al final de la guerra civil
La guerra civil termina con una victoria pírrica: los soviets dominan la mayor parte del territorio que fue del imperio zarista. Pero están ya prácticamente sin vida como órganos de clase. El proletariado que había hecho la revolución se había desbandado por el hambre y la guerra. Las fábricas se volvían a llenar, pero los nuevos obreros eran campesinos expulsados por la escasez y el hambre sin tradiciones ni experiencia política. Culturalmente ligados al atraso campesino, su productividad era tan baja como su consciencia de clase.
Los supervivientes de Octubre se habían concentrado en el partido bolchevique o en los apéndices estatales de los soviets como el ejército rojo, las administraciones o los sindicatos, intentando representar a una clase trabajadora que está recomponiéndose a duras penas.
El efecto es la aparición, paralela a la desmovilización de mandos del ejército rojo, de una corriente burocrática cada vez más potente en los soviets y el partido. Esta corriente une su suerte -que identifica con la supervivencia de la Revolución- a la reconstrucción del aparato productivo. Si no ya bajo dirección de una clase activa y unos soviets bullentes, bajo mando de los que quedaban de octubre, los viejos bolcheviques.
Bajo las alas y tendencias del partido comunista que surgen entonces en relación con todo tipo de temas, se ocultaban en realidad las contradicciones que esta situación -producto directo del estancamiento de la Revolución Mundial- estaban produciendo en el partido de la revolución. Y uno de los primeros debates en los que aparecen esas contradicciones en el seno de la vanguardia revolucionaria es la Primera Conferencia Panrusa de la Organización Científica del Trabajo, convocada por Trotski en 1920. La conferencia decanta dos tendencias enfrentadas sobre la definición de la organización científica del trabajo.
Por un lado, para Alexei Gastev y el Tsentral’nyi Institut Truda (Instituto central del trabajo, conocido como TsIT) la cuestión principal era que dado el retroceso de la industria rusa durante la guerra y la descualificación de los nuevos trabajadores llegados del campo, el sistema Taylor se justificaba por sí mismo pues la prioridad era ganar productividad y recuperar producción.
Por otro lado Platon Kerzhentsev y la Liga Vremya (Liga del tiempo) señala una y otra vez la distinción entre organización científica del trabajo y taylorismo, al que acusa de cargar aspectos anticientíficos producto de su naturaleza de clase. En particular un excesivo aumento del esfuerzo de trabajo sin tener en cuenta el equilibrio de sus energías del trabajador.
El debate fue además un debate metodológico desde el primer momento. Gastev, que había trabajo en Francia en la Citroën, adoptó sin ambages el método taylorista como forma acabada para llegar a una organización científica del trabajo: centrarse en las partes, en los movimientos del trabajador y reducirlos al mínimo esfuerzo necesario para, una vez optimizados, construir series con ellos. El TsIT desarrollo toda una serie de estudios a partir de ciclogramas para este objetivo en distintos procesos industriales con los que dio consultoría a decenas de empresas estatales.
Jerzhentev criticaba este método -con razón- por su empirismo y su mecanicismo, pero sobre todo por olvidar uno de los principios fundamentales de la dialéctica: no son las partes las que al agregarse hacen el todo, es el todo el que da significado y conforma a las partes. Por tanto, arguía Jerzhentev, no puede comenzarse una metodología a partir del análisis micro de las partes como si existieran por sí mismas y pensar que un conjunto mejor emergerá a base de reformarlas una a una. La organización científica del trabajo tenía que partir de una perspectiva global de los procesos y de las unidades productivas.
En una paradoja muy típica de la época, este argumento había sido una parte muy importante de la crítica de Lenin a Bogdanov, amigo personal y compañero en el Proletkult de Kerzhentev. Lenin sin embargo, apoyó al TsIT y a Gastev personalmente.
Tanto uno como otro eran viejos bolcheviques y sus evoluciones serían paradójicas hasta en la contrarrevolución: Gastev -cuyos estudios serían fundamentales para la organización del trabajo durante el stalinismo- acabó asesinado por el régimen stalinista, mientras que Jerzhentev cuyas posiciones en 1920 le hubieran costado la vida diez años más tarde, acabó como alto burócrata trabajando en los 30 directamente bajo órdenes de Stalin.
Para entender estas paradojas tenemos que sumergirnos un poco más en el contexto de 1920 y 1921.