El enigma de Kautsky
artículo de Marc Mulholland, profesor de historia moderna en St Catherine’s College, Oxford
Traducción de G. Buster
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publicado en marzo de 2020 en el blog Marx desde cero
en el Foro en 3 mensajes
Karl Kautsky, como es bien sabido, fue reconocido como el intérprete más autorizado del marxismo de la Segunda Internacional. En broma, se referían a él como el “Papa del marxismo”. Kautsky, en cierta medida simplificó y sistematizó el corpus marxista, pero también fue un pensador original, y con el trabajo de toda una vida desarrolló el sistema que había heredado.
En relación a su obra, me interesa particularmente las actitudes de los socialistas hacia el proletariado. Los socialistas escriben mucho sobre el capitalismo, pero sorprendentemente poco sobre el proletariado – la clase obrera moderna asalariada – y esto incluye al propio Marx, así como a sus sucesores. En algunos aspectos Kautsky es parte de esta tradición: no escribe directamente sobre el proletariado como tal, pero se pueden encontrar en su obra consideraciones más relacionadas con el proletariado como clase social que las que se pueden encontrar en la obra de Marx.
Probablemente la más útil es su importante trabajo, La cuestión agraria, publicado en 1899, que era parte de un debate en el seno de la socialdemocracia alemana sobre el revisionismo. También su Anti-Kritik, que fue su respuesta específica a Bernstein en el debate sobre el revisionismo. He tratado de extraer de ellos lo que dice Kautsky del proletariado y su relación con el socialismo.
Clases candidatas
Quiero empezar por examinar lo que Kautsky dice acerca de esas otras clases, no proletarias, que podrían considerarse como candidatas a jugar un papel progresista. No dice mucho acerca de los ricos ilustrados y filantrópicos – él mismo era de origen burgués – pero estaba de acuerdo con Marx en que ese tipo de personas siempre serían una pequeña minoría.
Se concentró más en la población trabajadora en general, señalando que sólo el proletariado asalariado es un agente social con tendencias socialistas espontáneas. Esto no es debido a que sean los más pobres de la sociedad – Kautsky es bastante claro en el sentido de que el proletariado moderno no se caracteriza por su pobreza. De hecho, otras clases distintas del proletariado son más explotadas (en el sentido no técnico). Los campesinos y los artesanos, por ejemplo, trabajaban incesantemente para preservar su pequeña propiedad y por esta razón tendían a aceptar estándares de vida más bajos que los esperados por los asalariados. Incluso cuando estaban semiproletarizados, los campesinos y los artesanos estaban demasiado apegados a su propiedad privada residual como para desarrollar cualquier tipo de simpatía en general por el socialismo. De hecho, Kautsky creía que, en tanto los trabajadores creyeran que podían ser independientes, que podían poseer su propia propiedad productiva, se resistirían Al socialismo. Cito:
“Aunque las personas viven en el presente, trabajan para el futuro … El obrero asalariado industrial que todavía cree que la artesanía tiene un futuro, o el jornalero que se imagina a sí mismo como un futuro maestro, es diferente de aquel que ha abandonado toda esperanza de llegar a ser independiente dentro del actual modo de producción”. (1)
Si se cree que se puede llegar a ser un productor independiente en el actual modo de producción, no se será socialista. La implicación aquí es que la pequeña propiedad es más atractiva naturalmente que la propiedad colectiva, que sería una segunda opción en el mejor de los casos, por lo que se refiere a los trabajadores. Los campesinos y los artesanos, por otra parte, están acostumbrados a trabajar por su cuenta y por lo tanto carecen del sentimiento común y la disciplina de los trabajadores industriales, a los que la empresa capitalista les forma en el trabajo socializado, y en los que la resistencia organizada contra la explotación capitalista ha fomentado las virtudes de cooperación, confianza en sus compañeros y sumisión voluntaria al colectivo. De nuevo, para Kautsky, el instinto socialista sólo emerge entre aquellos trabajadores que carecen de toda esperanza de actuar
individualmente.
El proletario está en posición antagónica con su empleador, pero como consumidor también está en conflicto con todos los que son dueños de sus medios de producción, incluyendo a campesinos y pequeños comerciantes. El socialismo, por tanto, no puede ser construido a partir de un interés común con los pequeños propietarios, estén más o menos explotados. Ahora bien, es cierto que la clase de los pequeños propietarios tenía su propia tradición revolucionaria heroica. Históricamente había sido la primera piedra del movimiento democrático, lo que Kautsky reconoce sin ambages. Pero a finales del siglo XIX esto había cambiado:
“Hace cien años, el pequeño comerciante superó con creces a todas las demás clases populares en inteligencia, autosuficiencia y coraje. Hoy en día, el proletariado desarrolla vigorosamente estas virtudes, mientras que el pequeño comerciante se ha convertido en el prototipo de la estrechez, el servilismo y la cobardía”. (2)
Continuamente bajo la presión tanto de los grandes capitalistas como de los asalariados, el pequeño comerciante tiende a la histeria política y es presa de los demagogos. Como clase, tienden hacia lo que Kautsky llama una “democracia reaccionaria”: el colapso del movimiento democrático pequeñoburgués en una rabiosa hostilidad hacia el proletariado organizado. Esta tendencia, Kautsky argumentó en 1909, era aún más avanzada en Francia, Austria y Suiza que en Alemania, mucho antes del ascenso del fascismo alemán, por supuesto. la socialdemocracia internacional no tenía ningún enemigo más encarnizado que la “democracia reaccionaria”.
También están las famosas “nuevas clases medias”. El modo de producción capitalista también produce esta nueva clase media de intelectuales, profesionales, académicos, artistas, ingenieros y otros. ¿Podrían ser un sujeto social progresista? No. Carecen de una conciencia propia coherente, siendo los intereses de cada sector demasiado particulares. Esta clase en crecimiento, a pesar de su falta de propiedad, no es en absoluto un campo de reclutamiento prometedor para el movimiento socialista.
Y ¿qué pasa con las personas que viven en la economía gris, sumergida y marginada en las zonas urbanas (probablemente la mayoría de la llamada clase trabajadora en nuestro actual “sur global”)? Kautsky dice que este proletariado pobre, o lumpenproletariado – sin empleo o criminal – es superfluo a la producción, a pesar de que representaba una proporción creciente de la población en las zonas industriales. En general, es servil con los poderosos, y no puede tomar la iniciativa en el movimiento revolucionario, aunque puede pescar en las aguas turbulentas de las turbulencias revolucionarias.
Esto es lo que el historiador socialista del siglo 20, Raymond Postgate, escribió:
“Puede, como en Baviera en 1919, que momentáneamente apoye la revolución, sólo para abandonarla rápidamente a la primera dificultad. Puede, como cuando Cavaignac lo armó en París en 1848, que tome las armas por unos cuantos centavos para aplastar a los mismos revolucionarios que luchan en su defensa”. (3)
El proletariado
Para Kautsky el verdadero proletario era el trabajador sin posibilidad de llegar a ser independiente. Esto es importante: el proletariado no es sólo una posición objetiva de clase: es una psicología de clase. El proletario tiene la misma voluntad de vivir que cualquier otra clase, pero esta voluntad de vivir se despliega en condiciones apropiadas a sus medios de vida definidos en términos de clase. Los proletarios no se esfuerzan por el beneficio, sino que venden su fuerza de trabajo, y es natural que busquen precios más altos para esa fuerza de trabajo y precios más bajos para los alimentos, etc. Esa es la base elemental de la conciencia de clase proletaria.
Kautsky reconoció que en un principio, con el inicio de la industria moderna, el término “proletariado” implicaba una degeneración absoluta. Históricamente, durante la primera industrialización, el proletariado fue reclutado entre las clases pobres, semi-criminales, perezosas de los barrios populares, como se podría encontrar, ya fuese en la antigua Roma o de hecho en los barrios pobres de la Turquía moderna o Londres. Kautsky afirma que el proletariado surgió como una chusma con poca conciencia política. Sin embargo, el proletariado industrial moderno era también un fenómeno absolutamente sin precedentes. Por primera vez, surge como una clase hereditaria, radicalmente distinta de sus empleadores. Parte de esta línea de argumentación proviene de Marx, y algunos de estos argumentos creo que vienen de los pensadores socialistas franceses de la década de 1830, en particular la noción de una clase hereditaria, y tal vez de Lorenz von Stein.
En marcado contraste con la industria de la Edad Media, en la industria moderna el lugar de trabajo está completamente separado del hogar. En la época de los gremios, los trabajadores del taller artesano eran parte de la familia, a la familia del maestro. Los trabajadores no podían establecer su propio hogar: no podían casarse y formar una familia sin establecerse primero como una unidad económica autónoma, es decir, sin llegar a ser aprendices en el camino de convertirse en maestros. En términos muy prácticos, el proletariado pre-moderno no podía reproducirse a sí mismo como una clase, porque era casi imposible tener una familia sin escapar de la condición proletaria. Esto contrasta con la industria moderna, como surgió a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, donde los hogares y la fábrica están separados. Los trabajadores ahora pueden crear sus propios hogares y familias sin antes tener que convertirse en artesanos independientes. Los asalariados se multiplican y se convierten en una clase distinta, que se auto-reproduce. (Marx subrayó que los capitalistas pueden dejar la reproducción del proletariado a los propios proletarios. Hay una cantidad sorprendente de textos de Marx, que nos parecen ahora extraños, sobre la vida sexual del trabajador asalariado).
Kautsky argumenta que el proletariado es una clase hereditaria que se auto-reproduce de una manera que, tradicionalmente, el asalariado no había sido. La separación entre el hogar y la fábrica fue crucial para permitir al proletariado desarrollar una conciencia de clase cohesiva. Esto es debido a que permitió al asalariado convertirse en un individuo libre fuera de su trabajo, y desarrollar las cualidades que hacen posible que el proletariado pueda conquistar el poder del Estado.
A diferencia de los proletarios del mundo antiguo y medieval, el proletariado moderno abastece las necesidades de la clase dominante en lugar de ser abastecido por ésta. No envidian ni imitan a los ricos, sino que los desprecian como ociosos. Fue este cambio de conciencia lo que hizo a la clase obrera moderna. La sensación de poder que acompaña a la conciencia de clase implica la regeneración de la clase obrera. La gran industria conduce inevitablemente a la concentración progresiva de la masa de la población y de la vida económica en grandes ciudades. Esta concentración y urbanización es crucial para el desarrollo de la conciencia de clase proletaria. Los trabajadores pueden comunicarse y organizarse con mayor facilidad en los centros urbanos, y son más difíciles de controlar y disciplinar. La multiplicidad de oportunidades de empleo significa que si es necesario pueden normalmente esperar encontrar un nuevo trabajo en otro lugar. La ciudad estimula el intercambio intelectual a través de innumerables asociaciones, reuniones, exposiciones, museos, teatros y bares. Es aquí donde el proletariado alcanza la conciencia de clase, se organiza y alcanza la madurez política. Kautsky cree que el proletariado es, más o menos necesariamente, una clase urbana.
Dos tendencias opuestas, Kautsky argumentó, actúan sobre el proletariado bajo el capitalismo. Por un lado, la degradación que producen un trabajo desmoralizador y la pobreza. La primera industrialización produjo una degeneración absoluta, tanto física como moral, pero fue sólo una etapa de transición. En términos generales, la industrialización mejora el nivel de vida de los trabajadores, lo que evoluciona, en general, en menos horas de trabajo, salarios más altos y condiciones más higiénicas de vida. Los trabajadores, por otra parte, se esfuerzan por regenerarse a sí mismos – en primer lugar, mediante la limitación de la jornada de trabajo. Kautsky no estuvo de acuerdo con la idea común de que la revolución social surge de la miseria proletaria y la degradación. Con el tiempo, dijo, la tendencia a la mejora de las condiciones de vida del proletariado, inevitablemente, acaba prevaleciendo.
No obstante, incluso en las mejores circunstancias, el proletariado se ve privado de la cultura, de tener poco de tiempo libre para adquirirla y ser intelectualmente embrutecido por unas máquinas que no le exigen pensar. Sin embargo, el trabajador está ansioso por escapar del lugar de trabajo con el fin de desarrollar su potencial. El mismo proceso de la producción moderna, al agrupar a los trabajadores en áreas urbanas, rompe los confines limitados de la vida rural, mezcla culturas y requiere la alfabetización. Todo ello actúa sobre la vida intelectual del proletario y despierta en el la sed de conocimiento. El proletario tiene el deseo de ejercitar su mente fuera de sus horas de trabajo. A diferencia del intelectual burgués, cada vez más encerrado en su especialidad esotérica, el trabajador trata de abarcar todos los campos del saber: “Es en el proletariado despreciado e ignorante donde renace el espíritu filosófico de los miembros brillantes de la aristocracia ateniense“. (4)
La importancia del deseo de mejora cultural del trabajador asalariado aumentó en el pensamiento de Kautsky. Antes de 1916 el deseo de los proletarios de educarse de forma autodidacta y el aumento de la capacidad de la sociedad para educarlos se había convertido, para Kautsky, en crucial para su papel histórico. Así afirma:
“Si esperamos mejores resultados de la lucha de clases del proletariado moderno que de las luchas de las clases trabajadoras de épocas anteriores, la razón esencial es la mayor sed de conocimiento y las mayores oportunidades educativas del trabajador moderno”. (5)
La lucha de la clase obrera por el salario no puede superar por si misma la degradación del capitalismo o revertir su tendencia creciente hacia la crisis. La elevación de la clase obrera
provocada por la lucha de clases, por lo tanto, es más moral que económica. Sin embargo, la elevación moral de la clase obrera genera un creciente descontento con las limitaciones impuestas por el orden capitalista.
Kautsky, al menos en la década de 1890, admitió que el nivel de vida de la clase obrera estaba mejorando. Inicialmente, argumentó que esto era debido a una caída de los precios agrícolas, que hacía que los alimentos y otros productos básicos fueran más baratos. Con el cambio de siglo lo fue atribuyendo más a la reforma social y económica. Siguiendo el consejo de Engels, Kautsky en su crítica del programa de la socialdemocracia alemana no se concentró en la pobreza de la clase obrera, sino en la incertidumbre de sus medios de existencia como el factor más potente de radicalización:
“De todos los males del actual sistema de producción, el más difíciles de sobrellevar – el que vacía con más saña las almas de los hombres y hace brotar de su raíz todos los instintos del conservadurismo – es la incertidumbre permanente de su medio de vida”. (6)
Esta incertidumbre se ve agravada por la migración internacional de trabajadores – un tema muy actual hoy. Kautsky comentó irónicamente que en el flujo constante de la inmigración generada por el transporte internacional, “los barcos de vapor y los ferrocarriles, esos pilares tan cacareados de la civilización, no sólo llevan armas, licores y sífilis a los bárbaros, sino que también nos traen a los bárbaros y su barbarie“. (7)
Los enjambres de desocupados eran un peligro social, que se mezcla en “esa masa formidable de la humanidad de todo tipo que pueden ser designados como los barrios miseria“. [8] Dentro de este grupo incluye a los timadores y los estafadores, los delincuentes y las prostitutas, y los parásitos sociales diversos sin ninguna función útil. También incluyó a los intermediarios, los encargados de salón, los agentes comerciales, los sirvientes personales, la mayoría de los soldados y, curiosamente, los tambores.
En primer lugar, los trabajadores tienden a resentir la afluencia de extranjeros que socavan los salarios. Aprenden, sin embargo, que la única medida para contrarrestarlo es la solidaridad internacional, oponiéndose a la opresión capitalista más allá de las fronteras. El moderno proletario -a menudo obligado a emigrar en busca de trabajo – es menos propenso a caer en un chovinismo nacional estrecho que el pequeño propietario unido a su tierra, el mercado y el entorno local.
El movimiento obrero
A medida que el trabajador no especializado puede ser sustituido con facilidad, la auto-organización de los trabajadores tiende primero a desarrollarse entre la clase obrera cualificada. Por consiguiente, el proletariado se diferencia en dos sectores. Los trabajadores mejor organizados y más cualificados llegan a considerarse a sí mismos como una “aristocracia del trabajo”. Excluyen a los trabajadores no especializados de los sindicatos de oficio y actúan de hecho como “los peores enemigos de la clase obrera“. (9)
Esta división se supera gracias a la progresiva mecanización, que disuelve los diversos oficios en el abismo del trabajo común. Sector por sector, los trabajadores no cualificados emulan a los sectores mejor organizados del movimiento obrero, y superan su apatía moral. Mediante este proceso de emergencia y selección se desarrolla una vanguardia del trabajo – “la iglesia militante”, como la llamó Kautsky, de la clase obrera- , que se desarrolla a un ritmo más rápido que la clase en su conjunto.
A partir de este proletariado militante se recluta la mayor parte del movimiento socialista. De hecho, “el socialismo y el proletariado militante tienden a ser la misma cosa“. (10) Las primeras armas del proletariado moderno son la huelga y el boicot. La huelga, en particular, es el arma de guerra peculiar del proletariado. Aunque es probable que desempeñe un papel importante en un proceso revolucionario, la huelga es claramente inadecuada para la lucha a gran escala de la clase trabajadora. Los trabajadores deben exigir inevitablemente libertades políticas para organizarse a escala masiva. Las libertades civiles y políticas son para el proletariado “prerrequisitos de vida“; son “la luz y el aire del movimiento obrero“. (11) Para Kautsky, la forma más elevada de la lucha de clases del proletariado no es la huelga, sino el proceso político democrático y la conquista y utilización de las libertades civiles. Los bolcheviques, por cierto, estaban completamente en desacuerdo con Kautsky en este punto: en su opinión, la acción democrática de la clase obrera era un signo de debilidad del proletariado, no de madurez. “El proletariado necesitaba la democracia en el pasado porque aún era incapaz de pensar la dictadura en términos reales“, escribió Nikolai Bujarin. (12) No llegamos muy lejos si eludimos las diferencias políticas y temperamentales reales entre el bolchevismo y el kautskismo.
Mientras que los capitalistas ricos pueden influir directamente en los gobiernos, la clase obrera sólo puede hacerlo, de acuerdo con Kautsky, a través de la actividad parlamentaria. La lucha para influir en el parlamento es para la clase obrera “la palanca más poderosa que puede utilizar para sacar al proletariado de su degradación económica, social y moral“. (13) La clase obrera está particularmente bien adaptado a esta forma de organización parlamentaria, porque se forma a través de distintas formas de actividad en el trabajo, lo que acostumbra a los trabajadores a una rígida disciplina. La participación obrera en la política conduce inevitablemente a un partido de clase específico: “Más pronto o más tarde en todos los países capitalistas la participación de la clase obrera en la política debe conducir a la formación de un partido independiente, a un Partido del Trabajo”. (14)
Kautsky era de la opinión de que un partido de clase de los trabajadores debe exhibir tarde o temprano tendencias socialistas. Estaba seguro, por lo tanto, de que la lucha de clases proletaria toma una dirección socialista por su propia naturaleza. Esto contrasta con la visión tradicional de Lenin, de que el socialismo debe ser llevado al proletariado desde el exterior. No es eso lo que pensaba Kautsky. Kautsky no creía, de hecho, que los proletarios se inclinaran por el socialismo porque ese fuera el interés objetivo de la clase obrera. De hecho, Kautsky pensaba que la población rural tenía un interés objetivo mayor en el socialismo que incluso la clase obrera urbana.
El desarrollo espontáneo de la conciencia socialista en el proletariado tiene un doble aspecto. En primer lugar, que el proletariado carece de propiedad, que no tiene apego específico a la propiedad privada de los medios de producción y, por lo tanto, es posible ganarlo para la destrucción de la propiedad privada y del modo de producción capitalista. En segundo lugar, al ser explotado, el proletariado se esforzará para poner fin a esa explotación.
Kautsky tuvo que admitir que la explotación de la clase obrera es una noción algo abstracta. Si, como sostiene Marx, la fuerza de trabajo se vende a su valor de mercado, difícilmente puede ser inmediatamente obvio para los trabajadores que están siendo robados. Este es particularmente el caso si la explotación técnica, para los estándares marxistas, coexiste con el aumento de los salarios, como Kautsky creía que era el caso. La “ciencia” del marxismo no era de mucha ayuda aquí. Kautsky reconoció que la masa de los trabajadores ni realiza una investigación estadística ni reflexiona sobre las teorías del valor y de la plusvalía. Sin embargo, los trabajadores pueden y deben percibir su explotación, cuando contemplan el aumento de los beneficios y la mejora del nivel de vida de la burguesía, porque “las clases no están divididas por murallas chinas… Que el nivel de vida de la burguesía se eleva más rápidamente que entre los trabajadores se pueden ver en cada paso“. (15) En términos de la psicología, por lo tanto, la explotación de clase es un punto de vista relativo y comparativo.
Aquí me permito añadir algunos comentarios a lo Kautsky tenía que decir. Es evidente que los trabajadores a menudo encuentran las desigualdades de riqueza perfectamente justificable. En general, sólo le ponen peros si creen que la riqueza no ha sido obtenida con esfuerzo. La gente común no suelen oponerse a que los jugadores de fútbol, ??por ejemplo, estén muy bien pagado, siempre y cuando jueguen bien. A menudo les gusta pensar que la familia real lleva a cabo un trabajo difícil por el país y que se les paga mediante la generación de ingresos turísticos. La gente, sin embargo, se opone cuando cree que los ingresos se perciben sin ser fruto del trabajo. Siempre hubo mucha oposición de los trabajadores, por ejemplo, a los propietarios de las minas de carbón, porque habían hecho grandes sumas de dinero, simplemente debido al golpe de suerte de que tenían carbón en terrenos que poseían. Esto ayuda a explicar la extraordinaria solidaridad proletaria de la huelga general de 1926. Hoy en día, los rentistas como Sir Philip Green son despreciados porque no parecen hacer nada para “crear riqueza” real. Del mismo modo, y por desgracia, hay mucha hostilidad de base a los que “estafan prestaciones sociales”, los “inmigrantes económicos” y otros grupos oprimidos que son vistos como parásitos sociales. Hay una extensa e instructiva literatura en psicología social de cómo funciona esta “justicia motivada”, basándose en los conocimientos de Melvin J Lerner.
artículo de Marc Mulholland, profesor de historia moderna en St Catherine’s College, Oxford
Traducción de G. Buster
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publicado en marzo de 2020 en el blog Marx desde cero
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Karl Kautsky, como es bien sabido, fue reconocido como el intérprete más autorizado del marxismo de la Segunda Internacional. En broma, se referían a él como el “Papa del marxismo”. Kautsky, en cierta medida simplificó y sistematizó el corpus marxista, pero también fue un pensador original, y con el trabajo de toda una vida desarrolló el sistema que había heredado.
En relación a su obra, me interesa particularmente las actitudes de los socialistas hacia el proletariado. Los socialistas escriben mucho sobre el capitalismo, pero sorprendentemente poco sobre el proletariado – la clase obrera moderna asalariada – y esto incluye al propio Marx, así como a sus sucesores. En algunos aspectos Kautsky es parte de esta tradición: no escribe directamente sobre el proletariado como tal, pero se pueden encontrar en su obra consideraciones más relacionadas con el proletariado como clase social que las que se pueden encontrar en la obra de Marx.
Probablemente la más útil es su importante trabajo, La cuestión agraria, publicado en 1899, que era parte de un debate en el seno de la socialdemocracia alemana sobre el revisionismo. También su Anti-Kritik, que fue su respuesta específica a Bernstein en el debate sobre el revisionismo. He tratado de extraer de ellos lo que dice Kautsky del proletariado y su relación con el socialismo.
Clases candidatas
Quiero empezar por examinar lo que Kautsky dice acerca de esas otras clases, no proletarias, que podrían considerarse como candidatas a jugar un papel progresista. No dice mucho acerca de los ricos ilustrados y filantrópicos – él mismo era de origen burgués – pero estaba de acuerdo con Marx en que ese tipo de personas siempre serían una pequeña minoría.
Se concentró más en la población trabajadora en general, señalando que sólo el proletariado asalariado es un agente social con tendencias socialistas espontáneas. Esto no es debido a que sean los más pobres de la sociedad – Kautsky es bastante claro en el sentido de que el proletariado moderno no se caracteriza por su pobreza. De hecho, otras clases distintas del proletariado son más explotadas (en el sentido no técnico). Los campesinos y los artesanos, por ejemplo, trabajaban incesantemente para preservar su pequeña propiedad y por esta razón tendían a aceptar estándares de vida más bajos que los esperados por los asalariados. Incluso cuando estaban semiproletarizados, los campesinos y los artesanos estaban demasiado apegados a su propiedad privada residual como para desarrollar cualquier tipo de simpatía en general por el socialismo. De hecho, Kautsky creía que, en tanto los trabajadores creyeran que podían ser independientes, que podían poseer su propia propiedad productiva, se resistirían Al socialismo. Cito:
“Aunque las personas viven en el presente, trabajan para el futuro … El obrero asalariado industrial que todavía cree que la artesanía tiene un futuro, o el jornalero que se imagina a sí mismo como un futuro maestro, es diferente de aquel que ha abandonado toda esperanza de llegar a ser independiente dentro del actual modo de producción”. (1)
Si se cree que se puede llegar a ser un productor independiente en el actual modo de producción, no se será socialista. La implicación aquí es que la pequeña propiedad es más atractiva naturalmente que la propiedad colectiva, que sería una segunda opción en el mejor de los casos, por lo que se refiere a los trabajadores. Los campesinos y los artesanos, por otra parte, están acostumbrados a trabajar por su cuenta y por lo tanto carecen del sentimiento común y la disciplina de los trabajadores industriales, a los que la empresa capitalista les forma en el trabajo socializado, y en los que la resistencia organizada contra la explotación capitalista ha fomentado las virtudes de cooperación, confianza en sus compañeros y sumisión voluntaria al colectivo. De nuevo, para Kautsky, el instinto socialista sólo emerge entre aquellos trabajadores que carecen de toda esperanza de actuar
individualmente.
El proletario está en posición antagónica con su empleador, pero como consumidor también está en conflicto con todos los que son dueños de sus medios de producción, incluyendo a campesinos y pequeños comerciantes. El socialismo, por tanto, no puede ser construido a partir de un interés común con los pequeños propietarios, estén más o menos explotados. Ahora bien, es cierto que la clase de los pequeños propietarios tenía su propia tradición revolucionaria heroica. Históricamente había sido la primera piedra del movimiento democrático, lo que Kautsky reconoce sin ambages. Pero a finales del siglo XIX esto había cambiado:
“Hace cien años, el pequeño comerciante superó con creces a todas las demás clases populares en inteligencia, autosuficiencia y coraje. Hoy en día, el proletariado desarrolla vigorosamente estas virtudes, mientras que el pequeño comerciante se ha convertido en el prototipo de la estrechez, el servilismo y la cobardía”. (2)
Continuamente bajo la presión tanto de los grandes capitalistas como de los asalariados, el pequeño comerciante tiende a la histeria política y es presa de los demagogos. Como clase, tienden hacia lo que Kautsky llama una “democracia reaccionaria”: el colapso del movimiento democrático pequeñoburgués en una rabiosa hostilidad hacia el proletariado organizado. Esta tendencia, Kautsky argumentó en 1909, era aún más avanzada en Francia, Austria y Suiza que en Alemania, mucho antes del ascenso del fascismo alemán, por supuesto. la socialdemocracia internacional no tenía ningún enemigo más encarnizado que la “democracia reaccionaria”.
También están las famosas “nuevas clases medias”. El modo de producción capitalista también produce esta nueva clase media de intelectuales, profesionales, académicos, artistas, ingenieros y otros. ¿Podrían ser un sujeto social progresista? No. Carecen de una conciencia propia coherente, siendo los intereses de cada sector demasiado particulares. Esta clase en crecimiento, a pesar de su falta de propiedad, no es en absoluto un campo de reclutamiento prometedor para el movimiento socialista.
Y ¿qué pasa con las personas que viven en la economía gris, sumergida y marginada en las zonas urbanas (probablemente la mayoría de la llamada clase trabajadora en nuestro actual “sur global”)? Kautsky dice que este proletariado pobre, o lumpenproletariado – sin empleo o criminal – es superfluo a la producción, a pesar de que representaba una proporción creciente de la población en las zonas industriales. En general, es servil con los poderosos, y no puede tomar la iniciativa en el movimiento revolucionario, aunque puede pescar en las aguas turbulentas de las turbulencias revolucionarias.
Esto es lo que el historiador socialista del siglo 20, Raymond Postgate, escribió:
“Puede, como en Baviera en 1919, que momentáneamente apoye la revolución, sólo para abandonarla rápidamente a la primera dificultad. Puede, como cuando Cavaignac lo armó en París en 1848, que tome las armas por unos cuantos centavos para aplastar a los mismos revolucionarios que luchan en su defensa”. (3)
El proletariado
Para Kautsky el verdadero proletario era el trabajador sin posibilidad de llegar a ser independiente. Esto es importante: el proletariado no es sólo una posición objetiva de clase: es una psicología de clase. El proletario tiene la misma voluntad de vivir que cualquier otra clase, pero esta voluntad de vivir se despliega en condiciones apropiadas a sus medios de vida definidos en términos de clase. Los proletarios no se esfuerzan por el beneficio, sino que venden su fuerza de trabajo, y es natural que busquen precios más altos para esa fuerza de trabajo y precios más bajos para los alimentos, etc. Esa es la base elemental de la conciencia de clase proletaria.
Kautsky reconoció que en un principio, con el inicio de la industria moderna, el término “proletariado” implicaba una degeneración absoluta. Históricamente, durante la primera industrialización, el proletariado fue reclutado entre las clases pobres, semi-criminales, perezosas de los barrios populares, como se podría encontrar, ya fuese en la antigua Roma o de hecho en los barrios pobres de la Turquía moderna o Londres. Kautsky afirma que el proletariado surgió como una chusma con poca conciencia política. Sin embargo, el proletariado industrial moderno era también un fenómeno absolutamente sin precedentes. Por primera vez, surge como una clase hereditaria, radicalmente distinta de sus empleadores. Parte de esta línea de argumentación proviene de Marx, y algunos de estos argumentos creo que vienen de los pensadores socialistas franceses de la década de 1830, en particular la noción de una clase hereditaria, y tal vez de Lorenz von Stein.
En marcado contraste con la industria de la Edad Media, en la industria moderna el lugar de trabajo está completamente separado del hogar. En la época de los gremios, los trabajadores del taller artesano eran parte de la familia, a la familia del maestro. Los trabajadores no podían establecer su propio hogar: no podían casarse y formar una familia sin establecerse primero como una unidad económica autónoma, es decir, sin llegar a ser aprendices en el camino de convertirse en maestros. En términos muy prácticos, el proletariado pre-moderno no podía reproducirse a sí mismo como una clase, porque era casi imposible tener una familia sin escapar de la condición proletaria. Esto contrasta con la industria moderna, como surgió a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, donde los hogares y la fábrica están separados. Los trabajadores ahora pueden crear sus propios hogares y familias sin antes tener que convertirse en artesanos independientes. Los asalariados se multiplican y se convierten en una clase distinta, que se auto-reproduce. (Marx subrayó que los capitalistas pueden dejar la reproducción del proletariado a los propios proletarios. Hay una cantidad sorprendente de textos de Marx, que nos parecen ahora extraños, sobre la vida sexual del trabajador asalariado).
Kautsky argumenta que el proletariado es una clase hereditaria que se auto-reproduce de una manera que, tradicionalmente, el asalariado no había sido. La separación entre el hogar y la fábrica fue crucial para permitir al proletariado desarrollar una conciencia de clase cohesiva. Esto es debido a que permitió al asalariado convertirse en un individuo libre fuera de su trabajo, y desarrollar las cualidades que hacen posible que el proletariado pueda conquistar el poder del Estado.
A diferencia de los proletarios del mundo antiguo y medieval, el proletariado moderno abastece las necesidades de la clase dominante en lugar de ser abastecido por ésta. No envidian ni imitan a los ricos, sino que los desprecian como ociosos. Fue este cambio de conciencia lo que hizo a la clase obrera moderna. La sensación de poder que acompaña a la conciencia de clase implica la regeneración de la clase obrera. La gran industria conduce inevitablemente a la concentración progresiva de la masa de la población y de la vida económica en grandes ciudades. Esta concentración y urbanización es crucial para el desarrollo de la conciencia de clase proletaria. Los trabajadores pueden comunicarse y organizarse con mayor facilidad en los centros urbanos, y son más difíciles de controlar y disciplinar. La multiplicidad de oportunidades de empleo significa que si es necesario pueden normalmente esperar encontrar un nuevo trabajo en otro lugar. La ciudad estimula el intercambio intelectual a través de innumerables asociaciones, reuniones, exposiciones, museos, teatros y bares. Es aquí donde el proletariado alcanza la conciencia de clase, se organiza y alcanza la madurez política. Kautsky cree que el proletariado es, más o menos necesariamente, una clase urbana.
Dos tendencias opuestas, Kautsky argumentó, actúan sobre el proletariado bajo el capitalismo. Por un lado, la degradación que producen un trabajo desmoralizador y la pobreza. La primera industrialización produjo una degeneración absoluta, tanto física como moral, pero fue sólo una etapa de transición. En términos generales, la industrialización mejora el nivel de vida de los trabajadores, lo que evoluciona, en general, en menos horas de trabajo, salarios más altos y condiciones más higiénicas de vida. Los trabajadores, por otra parte, se esfuerzan por regenerarse a sí mismos – en primer lugar, mediante la limitación de la jornada de trabajo. Kautsky no estuvo de acuerdo con la idea común de que la revolución social surge de la miseria proletaria y la degradación. Con el tiempo, dijo, la tendencia a la mejora de las condiciones de vida del proletariado, inevitablemente, acaba prevaleciendo.
No obstante, incluso en las mejores circunstancias, el proletariado se ve privado de la cultura, de tener poco de tiempo libre para adquirirla y ser intelectualmente embrutecido por unas máquinas que no le exigen pensar. Sin embargo, el trabajador está ansioso por escapar del lugar de trabajo con el fin de desarrollar su potencial. El mismo proceso de la producción moderna, al agrupar a los trabajadores en áreas urbanas, rompe los confines limitados de la vida rural, mezcla culturas y requiere la alfabetización. Todo ello actúa sobre la vida intelectual del proletario y despierta en el la sed de conocimiento. El proletario tiene el deseo de ejercitar su mente fuera de sus horas de trabajo. A diferencia del intelectual burgués, cada vez más encerrado en su especialidad esotérica, el trabajador trata de abarcar todos los campos del saber: “Es en el proletariado despreciado e ignorante donde renace el espíritu filosófico de los miembros brillantes de la aristocracia ateniense“. (4)
La importancia del deseo de mejora cultural del trabajador asalariado aumentó en el pensamiento de Kautsky. Antes de 1916 el deseo de los proletarios de educarse de forma autodidacta y el aumento de la capacidad de la sociedad para educarlos se había convertido, para Kautsky, en crucial para su papel histórico. Así afirma:
“Si esperamos mejores resultados de la lucha de clases del proletariado moderno que de las luchas de las clases trabajadoras de épocas anteriores, la razón esencial es la mayor sed de conocimiento y las mayores oportunidades educativas del trabajador moderno”. (5)
La lucha de la clase obrera por el salario no puede superar por si misma la degradación del capitalismo o revertir su tendencia creciente hacia la crisis. La elevación de la clase obrera
provocada por la lucha de clases, por lo tanto, es más moral que económica. Sin embargo, la elevación moral de la clase obrera genera un creciente descontento con las limitaciones impuestas por el orden capitalista.
Kautsky, al menos en la década de 1890, admitió que el nivel de vida de la clase obrera estaba mejorando. Inicialmente, argumentó que esto era debido a una caída de los precios agrícolas, que hacía que los alimentos y otros productos básicos fueran más baratos. Con el cambio de siglo lo fue atribuyendo más a la reforma social y económica. Siguiendo el consejo de Engels, Kautsky en su crítica del programa de la socialdemocracia alemana no se concentró en la pobreza de la clase obrera, sino en la incertidumbre de sus medios de existencia como el factor más potente de radicalización:
“De todos los males del actual sistema de producción, el más difíciles de sobrellevar – el que vacía con más saña las almas de los hombres y hace brotar de su raíz todos los instintos del conservadurismo – es la incertidumbre permanente de su medio de vida”. (6)
Esta incertidumbre se ve agravada por la migración internacional de trabajadores – un tema muy actual hoy. Kautsky comentó irónicamente que en el flujo constante de la inmigración generada por el transporte internacional, “los barcos de vapor y los ferrocarriles, esos pilares tan cacareados de la civilización, no sólo llevan armas, licores y sífilis a los bárbaros, sino que también nos traen a los bárbaros y su barbarie“. (7)
Los enjambres de desocupados eran un peligro social, que se mezcla en “esa masa formidable de la humanidad de todo tipo que pueden ser designados como los barrios miseria“. [8] Dentro de este grupo incluye a los timadores y los estafadores, los delincuentes y las prostitutas, y los parásitos sociales diversos sin ninguna función útil. También incluyó a los intermediarios, los encargados de salón, los agentes comerciales, los sirvientes personales, la mayoría de los soldados y, curiosamente, los tambores.
En primer lugar, los trabajadores tienden a resentir la afluencia de extranjeros que socavan los salarios. Aprenden, sin embargo, que la única medida para contrarrestarlo es la solidaridad internacional, oponiéndose a la opresión capitalista más allá de las fronteras. El moderno proletario -a menudo obligado a emigrar en busca de trabajo – es menos propenso a caer en un chovinismo nacional estrecho que el pequeño propietario unido a su tierra, el mercado y el entorno local.
El movimiento obrero
A medida que el trabajador no especializado puede ser sustituido con facilidad, la auto-organización de los trabajadores tiende primero a desarrollarse entre la clase obrera cualificada. Por consiguiente, el proletariado se diferencia en dos sectores. Los trabajadores mejor organizados y más cualificados llegan a considerarse a sí mismos como una “aristocracia del trabajo”. Excluyen a los trabajadores no especializados de los sindicatos de oficio y actúan de hecho como “los peores enemigos de la clase obrera“. (9)
Esta división se supera gracias a la progresiva mecanización, que disuelve los diversos oficios en el abismo del trabajo común. Sector por sector, los trabajadores no cualificados emulan a los sectores mejor organizados del movimiento obrero, y superan su apatía moral. Mediante este proceso de emergencia y selección se desarrolla una vanguardia del trabajo – “la iglesia militante”, como la llamó Kautsky, de la clase obrera- , que se desarrolla a un ritmo más rápido que la clase en su conjunto.
A partir de este proletariado militante se recluta la mayor parte del movimiento socialista. De hecho, “el socialismo y el proletariado militante tienden a ser la misma cosa“. (10) Las primeras armas del proletariado moderno son la huelga y el boicot. La huelga, en particular, es el arma de guerra peculiar del proletariado. Aunque es probable que desempeñe un papel importante en un proceso revolucionario, la huelga es claramente inadecuada para la lucha a gran escala de la clase trabajadora. Los trabajadores deben exigir inevitablemente libertades políticas para organizarse a escala masiva. Las libertades civiles y políticas son para el proletariado “prerrequisitos de vida“; son “la luz y el aire del movimiento obrero“. (11) Para Kautsky, la forma más elevada de la lucha de clases del proletariado no es la huelga, sino el proceso político democrático y la conquista y utilización de las libertades civiles. Los bolcheviques, por cierto, estaban completamente en desacuerdo con Kautsky en este punto: en su opinión, la acción democrática de la clase obrera era un signo de debilidad del proletariado, no de madurez. “El proletariado necesitaba la democracia en el pasado porque aún era incapaz de pensar la dictadura en términos reales“, escribió Nikolai Bujarin. (12) No llegamos muy lejos si eludimos las diferencias políticas y temperamentales reales entre el bolchevismo y el kautskismo.
Mientras que los capitalistas ricos pueden influir directamente en los gobiernos, la clase obrera sólo puede hacerlo, de acuerdo con Kautsky, a través de la actividad parlamentaria. La lucha para influir en el parlamento es para la clase obrera “la palanca más poderosa que puede utilizar para sacar al proletariado de su degradación económica, social y moral“. (13) La clase obrera está particularmente bien adaptado a esta forma de organización parlamentaria, porque se forma a través de distintas formas de actividad en el trabajo, lo que acostumbra a los trabajadores a una rígida disciplina. La participación obrera en la política conduce inevitablemente a un partido de clase específico: “Más pronto o más tarde en todos los países capitalistas la participación de la clase obrera en la política debe conducir a la formación de un partido independiente, a un Partido del Trabajo”. (14)
Kautsky era de la opinión de que un partido de clase de los trabajadores debe exhibir tarde o temprano tendencias socialistas. Estaba seguro, por lo tanto, de que la lucha de clases proletaria toma una dirección socialista por su propia naturaleza. Esto contrasta con la visión tradicional de Lenin, de que el socialismo debe ser llevado al proletariado desde el exterior. No es eso lo que pensaba Kautsky. Kautsky no creía, de hecho, que los proletarios se inclinaran por el socialismo porque ese fuera el interés objetivo de la clase obrera. De hecho, Kautsky pensaba que la población rural tenía un interés objetivo mayor en el socialismo que incluso la clase obrera urbana.
El desarrollo espontáneo de la conciencia socialista en el proletariado tiene un doble aspecto. En primer lugar, que el proletariado carece de propiedad, que no tiene apego específico a la propiedad privada de los medios de producción y, por lo tanto, es posible ganarlo para la destrucción de la propiedad privada y del modo de producción capitalista. En segundo lugar, al ser explotado, el proletariado se esforzará para poner fin a esa explotación.
Kautsky tuvo que admitir que la explotación de la clase obrera es una noción algo abstracta. Si, como sostiene Marx, la fuerza de trabajo se vende a su valor de mercado, difícilmente puede ser inmediatamente obvio para los trabajadores que están siendo robados. Este es particularmente el caso si la explotación técnica, para los estándares marxistas, coexiste con el aumento de los salarios, como Kautsky creía que era el caso. La “ciencia” del marxismo no era de mucha ayuda aquí. Kautsky reconoció que la masa de los trabajadores ni realiza una investigación estadística ni reflexiona sobre las teorías del valor y de la plusvalía. Sin embargo, los trabajadores pueden y deben percibir su explotación, cuando contemplan el aumento de los beneficios y la mejora del nivel de vida de la burguesía, porque “las clases no están divididas por murallas chinas… Que el nivel de vida de la burguesía se eleva más rápidamente que entre los trabajadores se pueden ver en cada paso“. (15) En términos de la psicología, por lo tanto, la explotación de clase es un punto de vista relativo y comparativo.
Aquí me permito añadir algunos comentarios a lo Kautsky tenía que decir. Es evidente que los trabajadores a menudo encuentran las desigualdades de riqueza perfectamente justificable. En general, sólo le ponen peros si creen que la riqueza no ha sido obtenida con esfuerzo. La gente común no suelen oponerse a que los jugadores de fútbol, ??por ejemplo, estén muy bien pagado, siempre y cuando jueguen bien. A menudo les gusta pensar que la familia real lleva a cabo un trabajo difícil por el país y que se les paga mediante la generación de ingresos turísticos. La gente, sin embargo, se opone cuando cree que los ingresos se perciben sin ser fruto del trabajo. Siempre hubo mucha oposición de los trabajadores, por ejemplo, a los propietarios de las minas de carbón, porque habían hecho grandes sumas de dinero, simplemente debido al golpe de suerte de que tenían carbón en terrenos que poseían. Esto ayuda a explicar la extraordinaria solidaridad proletaria de la huelga general de 1926. Hoy en día, los rentistas como Sir Philip Green son despreciados porque no parecen hacer nada para “crear riqueza” real. Del mismo modo, y por desgracia, hay mucha hostilidad de base a los que “estafan prestaciones sociales”, los “inmigrantes económicos” y otros grupos oprimidos que son vistos como parásitos sociales. Hay una extensa e instructiva literatura en psicología social de cómo funciona esta “justicia motivada”, basándose en los conocimientos de Melvin J Lerner.
Última edición por RioLena el Jue Abr 02, 2020 10:22 pm, editado 2 veces