La cuestión del método en los Grundrisse y en el prólogo de 1859. Una aproximación al estudio del papel de la dialéctica en la obra de Marx
Ariel Mayo y José Gómez Di Vincenzo
Ponencia publicada en 2009 Actas 5ª Jornadas de Jóvenes Investigadores. Instituto Gino Germani.
publicado en marzo de 2020 en el blog Marx desde cero
en el Foro en 3 mensajes
1. Introducción:
El período comprendido entre 1857 y 1859 fue fundamental para la conformación de la teoría social de Marx, tanto en lo que respecta a su concepción de la sociedad como a la elaboración de los principios de su crítica de la economía política1. Luego de un laborioso examen crítico de la economía política2, Marx redactó los Grundrisse (1857-58) y publicó la Contribución a la crítica de la economía política (1859). De este modo pasó de la etapa de investigación a la de la formulación de su concepción de la sociedad.
En esta época, Marx manifestó una gran preocupación por las cuestiones del método. De hecho, en la Introducción a los Grundrisse (1857)3 formuló su exposición más sistemática del método dialéctico con el que abordó la crítica de la economía política4.
La cuestión del método ocupó un lugar importante en los debates acerca de los alcances y el contenido de la teoría de Marx en las últimas décadas. En especial, se ha debatido intensamente en torno a la relación entre la dialéctica hegeliana y la dialéctica marxiana. Así, para algunos autores (Althusser es el ejemplo paradigmático de esta posición), el método de Marx es una dialéctica totalmente diferente a la hegeliana, a punto tal que resulta insuficiente plantear la cuestión en términos de una simple inversión de la misma5. Para otros, en cambio, la dialéctica es una especie de metafísica inútil que nada aporta al examen marxista de las relaciones sociales capitalistas y que, por tanto, debe ser desterrada de la teoría social. En este lugar, no disponemos de espacio suficiente para desarrollar los puntos principales del debate. Basta con decir que la dialéctica constituyó la base teórica desde la cual Marx pudo emprender su crítica de la economía política. Sin ella, es imposible comprender cabalmente el significado del concepto de totalidad en Marx, ni tampoco entender la forma en que Marx concibe las contradicciones internas de esa totalidad. En pocas palabras, sin la dialéctica no existe el marxismo como teoría social diferenciada de los programas de investigación de las ciencias sociales burguesas. De ahí que en esta ponencia abordemos con especial atención el problema de las características principales del método dialéctico, tal como aparece en los textos del período 1857-59.
En el presente trabajo, se examina el desarrollo del método de Marx, tal como aparece en la Introducción de 1857 y en el prólogo de 1859 a la Contribución, con el objetivo de dar cuenta de las diferencias existentes entre ambos escritos, encuadrándolas en el marco general de la elaboración marxiana de un “método de exposición” con el que formular los hallazgos en el terreno de la crítica de la economía política (entendida ésta como teoría burguesa de la sociedad capitalista). En especial, se aborda la cuestión de la manera en que está formulada la dialéctica en ambos escritos, para comprender la raíz de las variaciones en la concepción de la misma.
La estructura de la ponencia es la siguiente. En primer lugar se desarrollarán brevemente los puntos fundamentales del método tal como aparecen formulados en la Miseria de la Filosofía. Luego, en el apartado siguiente se exponen las líneas fundamentales contenidas en la Einleitung. Finalmente, en el penúltimo apartado se examinan los problemas del prólogo de 1859 en lo que hace a la manera en que está formulada la dialéctica. Luego, en las conclusiones, se esboza un panorama de conjunto de la problemática del método en Marx.
2. El tratamiento del problema del método en Miseria de la Filosofía:
En líneas generales, puede decirse que el proceso de transición del pensamiento de Marx desde el liberalismo hacia el socialismo se dio en el marco de una constante crítica y/o diálogo con el pensamiento de Hegel. No es este el lugar para abordar la cuestión de la llamada “ruptura” entre Marx y Hegel, ni tampoco para examinar cuidadosamente las continuidades que se dan entre el pensamiento de ambos autores6. Para los fines de esta ponencia, basta con indicar que Marx llevó adelante una revisión exhaustiva de la filosofía hegeliana desde la primera mitad de la década de 1840, y que los primeros frutos de este trabajo se encuentran en el manuscrito conocido como Crítica de la filosofía del Estado de Hegel (1843). En los escritos de dicha década, Marx (y también Engels) expresaron su distanciamiento del sistema hegeliano en una serie de textos en los que se remarca el carácter materialista y la orientación revolucionaria de su teoría social, en contraposición al idealismo y al conservadurismo que habían sido la marca tanto del Hegel maduro como de sus discípulos conservadores conocidos como Viejos Hegelianos. La ideología alemana (1845-46) expresa con agudeza la ruptura con el sistema hegeliano, así como también la separación definitiva respecto al grupo de los Jóvenes Hegelianos, que habían intentado rescatar el carácter revolucionario de la dialéctica insertándose en los estrechos marcos del liberalismo alemán7.
En las obras de este período (en que se produjo también la primera aproximación marxiana a la economía política, plasmada en los Manuscritos de 1844) la cuestión del método no es tratada por separado. Marx y Engels se hallaban tan preocupados por polemizar con el enfoque idealista de los hegelianos, que pusieron en primer lugar la discrepancia entre el materialismo de la concepción marxiana y el idealismo de las distintas corrientes del liberalismo y la filosofía alemanas8. En pocas palabras, Marx estaba más preocupado por precisar su nuevo punto de partida que por aclarar la manera en que concebía a la dialéctica como herramienta metodológica privilegiada para acceder a la totalidad social. Sin embargo, Marx se vio obligado a abordar directamente la cuestión del método en el marco de su polémica con Proudhon (1809-1865), plasmada en la obra Miseria de la Filosofía (1847)9. Para poder criticar la concepción filosófica de Proudhon, Marx tuvo que confrontar su método con el hegeliano, pues Proudhon se consideraba en esta época un discípulo del filósofo alemán. A diferencia de otros textos en los que Marx había discutido las tesis hegelianas, en Miseria de la Filosofía debió exponer, aunque en forma crítica, su concepción de la dialéctica.
En primer lugar, Marx criticó el idealismo de la dialéctica hegeliana, siguiendo en esto a los demás escritos de este período: “Se imagina que construye el mundo, por mediación del movimiento del pensamiento, pero en realidad no hace más que reconstruir sistemáticamente y disponer con arreglo a su método absoluto los pensamientos que anidan en la cabeza de todos los hombres.” (Marx, 1981: 88). Sin embargo, en este texto Marx asumió como propios toda una serie de postulados dialécticos que se encontraban presentes en la obra de Hegel. Así, en la segunda observación planteó el carácter histórico y transitorio de todas las relaciones sociales10; en la tercera, sostuvo que la totalidad tiene que ser el punto de partida de la teoría social11; en la cuarta destacó la importancia que tiene la contradicción en el estudio de la totalidad social, pues ella es el motor del desarrollo social12. En definitiva, Marx volvió a insistir en que su punto de partida era el estudio de las condiciones de producción de los seres humanos, pero plasmó con mayor precisión los supuestos metodológicos en los que se apoyaba su teoría. Como puede observarse del breve repaso realizado, Marx retomó los puntos centrales de la dialéctica hegeliana, pero aplicándola a la historia de las formas de producción y no a la historia de las ideas. En este terreno, la dialéctica demostró ser especialmente fructífera, pues permitió acceder a una concepción de la totalidad social que superaba la metáfora del “organismo social”, para pasar a concebirla como un todo complejo constituido por relaciones históricas y transitorias y en el cual, los antagonismos eran los factores del desarrollo. Si bien esta concepción de la totalidad aparece de manera fragmentaria en Miseria de la Filosofía, dado el carácter polémico del texto, se encuentran aquí las líneas generales que luego serán desplegadas en los Grundrisse y en las obras posteriores.
3. Los Grundrisse: el laboratorio de escritura de El Capital.
En 2008, se cumplió el 150º aniversario de la finalización de la redacción de Los Grundrisse der kritik der politischen ökonomie, también conocidos como los Manuscritos de 1857/58 o simplemente, los Grundrisse, y en 2009 se conmemora el 150º aniversario de la Crítica de la Economía Política. Los Grundrisse constituyen, en efecto, la primera redacción sistemática de El Capital y representan, a pesar de su carácter de manuscrito no preparado para la publicación, uno de los textos fundamentales de Marx. No tenemos espacio aquí para referirnos a la enorme variedad de temas contenidos en estos textos, y a la riqueza de las soluciones teóricas desplegadas13. Para ceñirnos al tema principal de esta ponencia, hay que decir que los Grundrisse, el famoso prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859), las observaciones metodológicas expuestas en el capítulo II de Miseria de la Filosofía (tratadas en el apartado anterior de este trabajo) y alguna aclaración en prólogos o prefacios de El Capital, constituyen los pocos casos en los que Marx realiza un tratamiento explícito de los problemas epistemológicos y de las cuestiones relacionadas con el método. En rigor, los Grundrisse se destacan por sobre todos los textos mencionados por su profundidad y alcance, y en especial porque allí encontramos desarrollado puntillosamente el método en cuanto al orden de la investigación y el orden en la exposición, una primera aproximación o plan de escritura de El Capital.
¿En qué consiste el carácter revolucionario de la obra? En la introducción de 1857 encontramos expuesto el método mediante el cual, Marx emprenderá el estudio de la sociedad capitalista. Se trata, como señaláramos más arriba, de uno de los poquísimos textos en los que Marx se refiere directamente al método (un antecedente se encuentra en Miseria de la Filosofía).
Coincidiendo con Vargas Lozano (2008), sostenemos que las tesis expuestas no pueden tomarse en forma aislada sino que deben ponerse en contexto y articularse con las obras publicadas. Los pasajes metodológicos de la Introducción de 1857 clarifican el método seguido por Marx en su crítica de la economía política. Con estos textos inconclusos, más la correspondencia de Marx y Engels, es posible adquirir una visión más acabada del conjunto de la teoría de Marx. Esta aparece alejada de la imagen de dogmatismo y de determinismo económico que construyó el marxismo de la II Internacional (1889-1914) y que fuera retomada por los partidos comunistas del período estalinista.
En opinión de Vargas Lozano (2008), los Grundrisse (particularmente, su introducción) contienen explicaciones, aclaraciones y profundizaciones en torno a los aspectos metodológicos mediante los cuales, Marx emprendió el estudio de la economía política; análisis que se plasmó en su obra cumbre, El Capital. Es por esto que debemos tener en cuenta el estudio de los Manuscritos de 1857/58, considerándolos como un aporte sustancial para la comprensión de los principales conceptos y principios metodológicos del materialismo histórico.
En este apartado nos proponemos analizar la Introducción de 1857 a los Grundrisse. El abordaje de la misma permite tratar temas fundamentales para la comprensión de la teoría de Marx. Comenzaremos con las premisas ontológicas desde las que parte la elaboración metodológica. A continuación, veremos la relación estructura – superestructura y el lugar central que ocupa el proceso de producción. Trataremos de exponer el problema del determinismo o la autonomía relativa de la superestructura, planteando una crítica de la metáfora espacial de la base – superestructura, para pasar a analizar luego las diferencias entre las determinaciones generales abstractas y las determinaciones dialécticas. Veremos la dialéctica de las categorías y el movimiento histórico de las mismas. Por último, procuraremos realizar una síntesis que de cuenta de aquellos aspectos que consideramos centrales para la comprensión del método marxiano.
a) Los principios ontológicos:
Las premisas ontológicas desde las que parte Marx para elaborar el método ya habían sido expuestas en otro de los textos manuscritos conocidos con posterioridad a su muerte. Se trata de las famosas “Tesis sobre Feuerbach” (redactadas por Marx en Bruselas hacia marzo de 1845, y publicadas por primera vez por Engels en 1888, en su trabajo Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana).
La primera de estas premisas ontológicas sostiene que la realidad, las cosas, lo concreto real, tiene una existencia anterior a la captación conciente y a la práctica del ser humano. En rigor, se trata del principio materialista. Sin embargo, es importante tener presente que no se trata del viejo materialismo, basado en la pasividad del sujeto y en la negación del papel de la práctica. En este sentido, es significativo que el “materialista” Marx rescate en las tesis el aspecto positivo del idealismo, es decir, el énfasis en el rol activo del sujeto (aunque considere que enfoca la cuestión de manera abstracta, unilateral).
En la introducción a los Grundrisse, Marx realiza un comentario acerca de la posición adoptada por Hegel y da cuenta de su propio punto de vista. Mientras que para Hegel la realidad es puesta por el concepto, para Marx el concepto surge de la realidad. El pensamiento del ser humano actúa como mediador entre el objeto y el concepto. Hegel piensa la totalidad concreta “como producto del concepto que piensa y se engendra a sí mismo, al margen de y por encima de la intuición y de la representación”. Marx nos dice que “lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, porque es, por lo tanto, unidad de lo múltiple. En el pensamiento lo concreto aparece, consiguientemente, como proceso de síntesis, como resultado, y no como punto de partida, a pesar de que es el punto de partida real y, en consecuencia, también el punto de partida de la intuición y la representación.” Vemos entonces que, mientras para Hegel existe una idea que se encarna en lo concreto, en Marx lo que tenemos como punto de partida es la realidad concreta, lo real concreto existente como síntesis de múltiples determinaciones a las que el pensamiento mediante un proceso de síntesis nos permite tener acceso.
La dialéctica marxista implica la unidad de dos procesos: uno que va desde lo abstracto a lo concreto, otro que se dirige de lo concreto a lo abstracto. El resultado abstracto solo puede ser considerado verdadero si se reproduce la unidad de lo diverso, la síntesis de las múltiples determinaciones que se encuentra en lo concreto. Como sostuviera Lenin, la dialéctica en Marx consiste en un doble análisis deductivo e inductivo, lógico e histórico. La dialéctica integra y explica la relación entre la esencia del fenómeno y la apariencia. En términos de Kosik (1976) ésta se plasma como el proceso que va de la parte al todo y del todo a la parte; del fenómeno a la esencia y de la esencia al fenómeno; de la realidad a la contradicción y de la contradicción a la realidad y del objeto al sujeto y del sujeto al objeto.
La segunda premisa ontológica, que también podemos encontrar desarrollada en las Tesis sobre Feuerbach, en particular en la segunda tesis14, es la de la primacía que debe tener la actividad práctica en la reflexión sobre la sociedad. Es mediante la actividad práctica que los hombres logran construir una nueva realidad: la realidad social. Por otro lado, como ya se había expresado en la segunda tesis es la práctica la que aporta los criterios de verdad sobre el pensamiento humano15.
Es a partir de estas premisas que Marx elaborará su método de investigación. Mandel (1979) realiza una excelente descripción del mismo al sugerir una articulación de seis procesos que darían cuerpo a la dialéctica marxista. Estos podrían enumerarse de la siguiente manera:
1- La apropiación abarcadora del material empírico y un dominio de este material en todas sus determinaciones históricas pertinentes.
2- Progresión de lo concreto a lo abstracto que consistiría en la división analítica del material para obtener sus elementos abstractos constituyentes.
3- Exploración de las conexiones entre estos elementos abstractos constituyentes que expliquen su esencia.
4- Progresión de lo abstracto a lo concreto o reproducción de lo concreto en el pensamiento como síntesis de múltiples determinaciones. El descubrimiento de los vínculos intermedios que efectúan la mediación entre la esencia y las apariencias superficiales del material.
5- Verificación empírica de los pasos 2,3 y 4 en la historia concreta.
6- Descubrimiento de datos nuevos y pertinentes empíricamente y de nuevas conexiones a través de la aplicación de los resultados en la práctica transformadora.
b) La relación estructura – superestructura. Centralidad de la producción.
Tal vez la mejor forma de comprender la importancia de los Grundrisse consista en comparar la concepción de la totalidad social que se encuentra en su introducción, con la expuesta en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859). En un pasaje famoso, Marx presenta a la sociedad como una estructura, un todo organizado, formada por un conjunto de relaciones complejas que se subordinan o determinan entre sí: “en la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un determinado grado de desarrollo de su fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituyen la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la que se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social.” Para poder describir esta estructura, Marx apela a la metáfora del edificio (base-superestructura). Esta metáfora posee un indudable valor didáctico, pues enfoca la atención hacia el proceso de producción, tradicionalmente ignorado por la mayoría de los teóricos sociales. También es cierto que, hacia 1859, Marx era casi un desconocido en el plano de las ciencias sociales puesto que sus escritos principales o bien eran manuscritos o bien eran textos que no habían sido vueltos a editar (sólo a partir de la décadas de 1870 y 1880 se produjo una difusión masiva de las principales obras de Marx – no así de los manuscritos -). De ahí que al publicar la Contribución, se propusiera exponer en su prólogo las principales tesis de su teoría de la sociedad.
Sin dejar de tener en cuenta lo anterior, hay que decir que la metáfora del edificio deja de lado buena parte de la riqueza del análisis marxista de la sociedad, pues contiene en sí misma la tendencia a presentar la relación entre base y superestructura como una relación de determinación unilateral, donde las modificaciones en la base se traducen automáticamente en cambios en la superestructura. Es en este sentido que puede decirse que la metáfora del edificio opera como una metáfora epistémica16 cuyo fin es la divulgación y en la que el tipo de imagen presentada conlleva una forma particular de concebir la realidad. Es decir, no se trata sólo del uso de una metáfora sino de toda una forma de pensar la totalidad social. Así, en el pasaje citado del prólogo de 1859, vemos que en la base se desarrolla la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y que esta contradicción determina el movimiento y la dirección de la superestructura. Aquí, Marx percibe el sesgo determinista de esta afirmación y aclara que la dialéctica social se reproduce en todos los niveles y que en muchos casos, las cuestiones superestructurales condicionan parcialmente los movimientos de la base. Más adelante, volveremos sobre este punto.
En la introducción a los Grundrisse (1857), Marx desarrolla una concepción más rica y compleja de la totalidad social, que permite eludir los riesgos del determinismo. Así, las relaciones que se dan en el marco de la estructura social son concebidas condicionándose mutuamente en forma dialéctica. En la introducción de 1857, Marx explica cómo se dan las relaciones entre la producción, distribución, intercambio y consumo en la sociedad capitalista y llega a la conclusión de que estos cuatro procesos se condicionan dialécticamente dentro del todo de sus relaciones.
Esto no quiere decir que Marx supere el determinismo para caer en el relativismo. En la introducción de 1857, Marx no pierde de vista la preponderancia lógica y ontológica de la producción social por sobre los demás elementos y relaciones: “En todas las formas de sociedad hay una producción determinada que asigna a todas las demás su rango e influencia. Es una iluminación general en la que se sumergen todos los demás colores y que los modifica en su particularidad.” Con esto, Marx quiere decirnos que la producción trasciende a todos los demás elementos e imprime en ellos características especiales. Este hecho no puede soslayarse a la hora de realizar un análisis complejo de las formaciones sociales. Para entender claramente este punto, hay que tener en cuenta que Marx define a la producción de una manera ampliada; es decir, que la producción implica tanto producción de bienes y servicios, como producción de relaciones sociales e ideología.
Veremos, a continuación, cómo una lectura detallada de la introducción de los Grundrisse nos permite entender la complejidad de esta cuestión, puesto que para no caer en el determinismo economicista, debemos reconocer cierta autonomía relativa a nivel superestructural y estudiar qué consecuencias trae aparejadas metodológicamente a la hora de abordar el estudio del capitalismo17.
Ariel Mayo y José Gómez Di Vincenzo
Ponencia publicada en 2009 Actas 5ª Jornadas de Jóvenes Investigadores. Instituto Gino Germani.
publicado en marzo de 2020 en el blog Marx desde cero
en el Foro en 3 mensajes
1. Introducción:
El período comprendido entre 1857 y 1859 fue fundamental para la conformación de la teoría social de Marx, tanto en lo que respecta a su concepción de la sociedad como a la elaboración de los principios de su crítica de la economía política1. Luego de un laborioso examen crítico de la economía política2, Marx redactó los Grundrisse (1857-58) y publicó la Contribución a la crítica de la economía política (1859). De este modo pasó de la etapa de investigación a la de la formulación de su concepción de la sociedad.
En esta época, Marx manifestó una gran preocupación por las cuestiones del método. De hecho, en la Introducción a los Grundrisse (1857)3 formuló su exposición más sistemática del método dialéctico con el que abordó la crítica de la economía política4.
La cuestión del método ocupó un lugar importante en los debates acerca de los alcances y el contenido de la teoría de Marx en las últimas décadas. En especial, se ha debatido intensamente en torno a la relación entre la dialéctica hegeliana y la dialéctica marxiana. Así, para algunos autores (Althusser es el ejemplo paradigmático de esta posición), el método de Marx es una dialéctica totalmente diferente a la hegeliana, a punto tal que resulta insuficiente plantear la cuestión en términos de una simple inversión de la misma5. Para otros, en cambio, la dialéctica es una especie de metafísica inútil que nada aporta al examen marxista de las relaciones sociales capitalistas y que, por tanto, debe ser desterrada de la teoría social. En este lugar, no disponemos de espacio suficiente para desarrollar los puntos principales del debate. Basta con decir que la dialéctica constituyó la base teórica desde la cual Marx pudo emprender su crítica de la economía política. Sin ella, es imposible comprender cabalmente el significado del concepto de totalidad en Marx, ni tampoco entender la forma en que Marx concibe las contradicciones internas de esa totalidad. En pocas palabras, sin la dialéctica no existe el marxismo como teoría social diferenciada de los programas de investigación de las ciencias sociales burguesas. De ahí que en esta ponencia abordemos con especial atención el problema de las características principales del método dialéctico, tal como aparece en los textos del período 1857-59.
En el presente trabajo, se examina el desarrollo del método de Marx, tal como aparece en la Introducción de 1857 y en el prólogo de 1859 a la Contribución, con el objetivo de dar cuenta de las diferencias existentes entre ambos escritos, encuadrándolas en el marco general de la elaboración marxiana de un “método de exposición” con el que formular los hallazgos en el terreno de la crítica de la economía política (entendida ésta como teoría burguesa de la sociedad capitalista). En especial, se aborda la cuestión de la manera en que está formulada la dialéctica en ambos escritos, para comprender la raíz de las variaciones en la concepción de la misma.
La estructura de la ponencia es la siguiente. En primer lugar se desarrollarán brevemente los puntos fundamentales del método tal como aparecen formulados en la Miseria de la Filosofía. Luego, en el apartado siguiente se exponen las líneas fundamentales contenidas en la Einleitung. Finalmente, en el penúltimo apartado se examinan los problemas del prólogo de 1859 en lo que hace a la manera en que está formulada la dialéctica. Luego, en las conclusiones, se esboza un panorama de conjunto de la problemática del método en Marx.
2. El tratamiento del problema del método en Miseria de la Filosofía:
En líneas generales, puede decirse que el proceso de transición del pensamiento de Marx desde el liberalismo hacia el socialismo se dio en el marco de una constante crítica y/o diálogo con el pensamiento de Hegel. No es este el lugar para abordar la cuestión de la llamada “ruptura” entre Marx y Hegel, ni tampoco para examinar cuidadosamente las continuidades que se dan entre el pensamiento de ambos autores6. Para los fines de esta ponencia, basta con indicar que Marx llevó adelante una revisión exhaustiva de la filosofía hegeliana desde la primera mitad de la década de 1840, y que los primeros frutos de este trabajo se encuentran en el manuscrito conocido como Crítica de la filosofía del Estado de Hegel (1843). En los escritos de dicha década, Marx (y también Engels) expresaron su distanciamiento del sistema hegeliano en una serie de textos en los que se remarca el carácter materialista y la orientación revolucionaria de su teoría social, en contraposición al idealismo y al conservadurismo que habían sido la marca tanto del Hegel maduro como de sus discípulos conservadores conocidos como Viejos Hegelianos. La ideología alemana (1845-46) expresa con agudeza la ruptura con el sistema hegeliano, así como también la separación definitiva respecto al grupo de los Jóvenes Hegelianos, que habían intentado rescatar el carácter revolucionario de la dialéctica insertándose en los estrechos marcos del liberalismo alemán7.
En las obras de este período (en que se produjo también la primera aproximación marxiana a la economía política, plasmada en los Manuscritos de 1844) la cuestión del método no es tratada por separado. Marx y Engels se hallaban tan preocupados por polemizar con el enfoque idealista de los hegelianos, que pusieron en primer lugar la discrepancia entre el materialismo de la concepción marxiana y el idealismo de las distintas corrientes del liberalismo y la filosofía alemanas8. En pocas palabras, Marx estaba más preocupado por precisar su nuevo punto de partida que por aclarar la manera en que concebía a la dialéctica como herramienta metodológica privilegiada para acceder a la totalidad social. Sin embargo, Marx se vio obligado a abordar directamente la cuestión del método en el marco de su polémica con Proudhon (1809-1865), plasmada en la obra Miseria de la Filosofía (1847)9. Para poder criticar la concepción filosófica de Proudhon, Marx tuvo que confrontar su método con el hegeliano, pues Proudhon se consideraba en esta época un discípulo del filósofo alemán. A diferencia de otros textos en los que Marx había discutido las tesis hegelianas, en Miseria de la Filosofía debió exponer, aunque en forma crítica, su concepción de la dialéctica.
En primer lugar, Marx criticó el idealismo de la dialéctica hegeliana, siguiendo en esto a los demás escritos de este período: “Se imagina que construye el mundo, por mediación del movimiento del pensamiento, pero en realidad no hace más que reconstruir sistemáticamente y disponer con arreglo a su método absoluto los pensamientos que anidan en la cabeza de todos los hombres.” (Marx, 1981: 88). Sin embargo, en este texto Marx asumió como propios toda una serie de postulados dialécticos que se encontraban presentes en la obra de Hegel. Así, en la segunda observación planteó el carácter histórico y transitorio de todas las relaciones sociales10; en la tercera, sostuvo que la totalidad tiene que ser el punto de partida de la teoría social11; en la cuarta destacó la importancia que tiene la contradicción en el estudio de la totalidad social, pues ella es el motor del desarrollo social12. En definitiva, Marx volvió a insistir en que su punto de partida era el estudio de las condiciones de producción de los seres humanos, pero plasmó con mayor precisión los supuestos metodológicos en los que se apoyaba su teoría. Como puede observarse del breve repaso realizado, Marx retomó los puntos centrales de la dialéctica hegeliana, pero aplicándola a la historia de las formas de producción y no a la historia de las ideas. En este terreno, la dialéctica demostró ser especialmente fructífera, pues permitió acceder a una concepción de la totalidad social que superaba la metáfora del “organismo social”, para pasar a concebirla como un todo complejo constituido por relaciones históricas y transitorias y en el cual, los antagonismos eran los factores del desarrollo. Si bien esta concepción de la totalidad aparece de manera fragmentaria en Miseria de la Filosofía, dado el carácter polémico del texto, se encuentran aquí las líneas generales que luego serán desplegadas en los Grundrisse y en las obras posteriores.
3. Los Grundrisse: el laboratorio de escritura de El Capital.
En 2008, se cumplió el 150º aniversario de la finalización de la redacción de Los Grundrisse der kritik der politischen ökonomie, también conocidos como los Manuscritos de 1857/58 o simplemente, los Grundrisse, y en 2009 se conmemora el 150º aniversario de la Crítica de la Economía Política. Los Grundrisse constituyen, en efecto, la primera redacción sistemática de El Capital y representan, a pesar de su carácter de manuscrito no preparado para la publicación, uno de los textos fundamentales de Marx. No tenemos espacio aquí para referirnos a la enorme variedad de temas contenidos en estos textos, y a la riqueza de las soluciones teóricas desplegadas13. Para ceñirnos al tema principal de esta ponencia, hay que decir que los Grundrisse, el famoso prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859), las observaciones metodológicas expuestas en el capítulo II de Miseria de la Filosofía (tratadas en el apartado anterior de este trabajo) y alguna aclaración en prólogos o prefacios de El Capital, constituyen los pocos casos en los que Marx realiza un tratamiento explícito de los problemas epistemológicos y de las cuestiones relacionadas con el método. En rigor, los Grundrisse se destacan por sobre todos los textos mencionados por su profundidad y alcance, y en especial porque allí encontramos desarrollado puntillosamente el método en cuanto al orden de la investigación y el orden en la exposición, una primera aproximación o plan de escritura de El Capital.
¿En qué consiste el carácter revolucionario de la obra? En la introducción de 1857 encontramos expuesto el método mediante el cual, Marx emprenderá el estudio de la sociedad capitalista. Se trata, como señaláramos más arriba, de uno de los poquísimos textos en los que Marx se refiere directamente al método (un antecedente se encuentra en Miseria de la Filosofía).
Coincidiendo con Vargas Lozano (2008), sostenemos que las tesis expuestas no pueden tomarse en forma aislada sino que deben ponerse en contexto y articularse con las obras publicadas. Los pasajes metodológicos de la Introducción de 1857 clarifican el método seguido por Marx en su crítica de la economía política. Con estos textos inconclusos, más la correspondencia de Marx y Engels, es posible adquirir una visión más acabada del conjunto de la teoría de Marx. Esta aparece alejada de la imagen de dogmatismo y de determinismo económico que construyó el marxismo de la II Internacional (1889-1914) y que fuera retomada por los partidos comunistas del período estalinista.
En opinión de Vargas Lozano (2008), los Grundrisse (particularmente, su introducción) contienen explicaciones, aclaraciones y profundizaciones en torno a los aspectos metodológicos mediante los cuales, Marx emprendió el estudio de la economía política; análisis que se plasmó en su obra cumbre, El Capital. Es por esto que debemos tener en cuenta el estudio de los Manuscritos de 1857/58, considerándolos como un aporte sustancial para la comprensión de los principales conceptos y principios metodológicos del materialismo histórico.
En este apartado nos proponemos analizar la Introducción de 1857 a los Grundrisse. El abordaje de la misma permite tratar temas fundamentales para la comprensión de la teoría de Marx. Comenzaremos con las premisas ontológicas desde las que parte la elaboración metodológica. A continuación, veremos la relación estructura – superestructura y el lugar central que ocupa el proceso de producción. Trataremos de exponer el problema del determinismo o la autonomía relativa de la superestructura, planteando una crítica de la metáfora espacial de la base – superestructura, para pasar a analizar luego las diferencias entre las determinaciones generales abstractas y las determinaciones dialécticas. Veremos la dialéctica de las categorías y el movimiento histórico de las mismas. Por último, procuraremos realizar una síntesis que de cuenta de aquellos aspectos que consideramos centrales para la comprensión del método marxiano.
a) Los principios ontológicos:
Las premisas ontológicas desde las que parte Marx para elaborar el método ya habían sido expuestas en otro de los textos manuscritos conocidos con posterioridad a su muerte. Se trata de las famosas “Tesis sobre Feuerbach” (redactadas por Marx en Bruselas hacia marzo de 1845, y publicadas por primera vez por Engels en 1888, en su trabajo Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana).
La primera de estas premisas ontológicas sostiene que la realidad, las cosas, lo concreto real, tiene una existencia anterior a la captación conciente y a la práctica del ser humano. En rigor, se trata del principio materialista. Sin embargo, es importante tener presente que no se trata del viejo materialismo, basado en la pasividad del sujeto y en la negación del papel de la práctica. En este sentido, es significativo que el “materialista” Marx rescate en las tesis el aspecto positivo del idealismo, es decir, el énfasis en el rol activo del sujeto (aunque considere que enfoca la cuestión de manera abstracta, unilateral).
En la introducción a los Grundrisse, Marx realiza un comentario acerca de la posición adoptada por Hegel y da cuenta de su propio punto de vista. Mientras que para Hegel la realidad es puesta por el concepto, para Marx el concepto surge de la realidad. El pensamiento del ser humano actúa como mediador entre el objeto y el concepto. Hegel piensa la totalidad concreta “como producto del concepto que piensa y se engendra a sí mismo, al margen de y por encima de la intuición y de la representación”. Marx nos dice que “lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, porque es, por lo tanto, unidad de lo múltiple. En el pensamiento lo concreto aparece, consiguientemente, como proceso de síntesis, como resultado, y no como punto de partida, a pesar de que es el punto de partida real y, en consecuencia, también el punto de partida de la intuición y la representación.” Vemos entonces que, mientras para Hegel existe una idea que se encarna en lo concreto, en Marx lo que tenemos como punto de partida es la realidad concreta, lo real concreto existente como síntesis de múltiples determinaciones a las que el pensamiento mediante un proceso de síntesis nos permite tener acceso.
La dialéctica marxista implica la unidad de dos procesos: uno que va desde lo abstracto a lo concreto, otro que se dirige de lo concreto a lo abstracto. El resultado abstracto solo puede ser considerado verdadero si se reproduce la unidad de lo diverso, la síntesis de las múltiples determinaciones que se encuentra en lo concreto. Como sostuviera Lenin, la dialéctica en Marx consiste en un doble análisis deductivo e inductivo, lógico e histórico. La dialéctica integra y explica la relación entre la esencia del fenómeno y la apariencia. En términos de Kosik (1976) ésta se plasma como el proceso que va de la parte al todo y del todo a la parte; del fenómeno a la esencia y de la esencia al fenómeno; de la realidad a la contradicción y de la contradicción a la realidad y del objeto al sujeto y del sujeto al objeto.
La segunda premisa ontológica, que también podemos encontrar desarrollada en las Tesis sobre Feuerbach, en particular en la segunda tesis14, es la de la primacía que debe tener la actividad práctica en la reflexión sobre la sociedad. Es mediante la actividad práctica que los hombres logran construir una nueva realidad: la realidad social. Por otro lado, como ya se había expresado en la segunda tesis es la práctica la que aporta los criterios de verdad sobre el pensamiento humano15.
Es a partir de estas premisas que Marx elaborará su método de investigación. Mandel (1979) realiza una excelente descripción del mismo al sugerir una articulación de seis procesos que darían cuerpo a la dialéctica marxista. Estos podrían enumerarse de la siguiente manera:
1- La apropiación abarcadora del material empírico y un dominio de este material en todas sus determinaciones históricas pertinentes.
2- Progresión de lo concreto a lo abstracto que consistiría en la división analítica del material para obtener sus elementos abstractos constituyentes.
3- Exploración de las conexiones entre estos elementos abstractos constituyentes que expliquen su esencia.
4- Progresión de lo abstracto a lo concreto o reproducción de lo concreto en el pensamiento como síntesis de múltiples determinaciones. El descubrimiento de los vínculos intermedios que efectúan la mediación entre la esencia y las apariencias superficiales del material.
5- Verificación empírica de los pasos 2,3 y 4 en la historia concreta.
6- Descubrimiento de datos nuevos y pertinentes empíricamente y de nuevas conexiones a través de la aplicación de los resultados en la práctica transformadora.
b) La relación estructura – superestructura. Centralidad de la producción.
Tal vez la mejor forma de comprender la importancia de los Grundrisse consista en comparar la concepción de la totalidad social que se encuentra en su introducción, con la expuesta en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859). En un pasaje famoso, Marx presenta a la sociedad como una estructura, un todo organizado, formada por un conjunto de relaciones complejas que se subordinan o determinan entre sí: “en la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un determinado grado de desarrollo de su fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituyen la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la que se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social.” Para poder describir esta estructura, Marx apela a la metáfora del edificio (base-superestructura). Esta metáfora posee un indudable valor didáctico, pues enfoca la atención hacia el proceso de producción, tradicionalmente ignorado por la mayoría de los teóricos sociales. También es cierto que, hacia 1859, Marx era casi un desconocido en el plano de las ciencias sociales puesto que sus escritos principales o bien eran manuscritos o bien eran textos que no habían sido vueltos a editar (sólo a partir de la décadas de 1870 y 1880 se produjo una difusión masiva de las principales obras de Marx – no así de los manuscritos -). De ahí que al publicar la Contribución, se propusiera exponer en su prólogo las principales tesis de su teoría de la sociedad.
Sin dejar de tener en cuenta lo anterior, hay que decir que la metáfora del edificio deja de lado buena parte de la riqueza del análisis marxista de la sociedad, pues contiene en sí misma la tendencia a presentar la relación entre base y superestructura como una relación de determinación unilateral, donde las modificaciones en la base se traducen automáticamente en cambios en la superestructura. Es en este sentido que puede decirse que la metáfora del edificio opera como una metáfora epistémica16 cuyo fin es la divulgación y en la que el tipo de imagen presentada conlleva una forma particular de concebir la realidad. Es decir, no se trata sólo del uso de una metáfora sino de toda una forma de pensar la totalidad social. Así, en el pasaje citado del prólogo de 1859, vemos que en la base se desarrolla la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y que esta contradicción determina el movimiento y la dirección de la superestructura. Aquí, Marx percibe el sesgo determinista de esta afirmación y aclara que la dialéctica social se reproduce en todos los niveles y que en muchos casos, las cuestiones superestructurales condicionan parcialmente los movimientos de la base. Más adelante, volveremos sobre este punto.
En la introducción a los Grundrisse (1857), Marx desarrolla una concepción más rica y compleja de la totalidad social, que permite eludir los riesgos del determinismo. Así, las relaciones que se dan en el marco de la estructura social son concebidas condicionándose mutuamente en forma dialéctica. En la introducción de 1857, Marx explica cómo se dan las relaciones entre la producción, distribución, intercambio y consumo en la sociedad capitalista y llega a la conclusión de que estos cuatro procesos se condicionan dialécticamente dentro del todo de sus relaciones.
Esto no quiere decir que Marx supere el determinismo para caer en el relativismo. En la introducción de 1857, Marx no pierde de vista la preponderancia lógica y ontológica de la producción social por sobre los demás elementos y relaciones: “En todas las formas de sociedad hay una producción determinada que asigna a todas las demás su rango e influencia. Es una iluminación general en la que se sumergen todos los demás colores y que los modifica en su particularidad.” Con esto, Marx quiere decirnos que la producción trasciende a todos los demás elementos e imprime en ellos características especiales. Este hecho no puede soslayarse a la hora de realizar un análisis complejo de las formaciones sociales. Para entender claramente este punto, hay que tener en cuenta que Marx define a la producción de una manera ampliada; es decir, que la producción implica tanto producción de bienes y servicios, como producción de relaciones sociales e ideología.
Veremos, a continuación, cómo una lectura detallada de la introducción de los Grundrisse nos permite entender la complejidad de esta cuestión, puesto que para no caer en el determinismo economicista, debemos reconocer cierta autonomía relativa a nivel superestructural y estudiar qué consecuencias trae aparejadas metodológicamente a la hora de abordar el estudio del capitalismo17.
Última edición por RioLena el Vie Abr 03, 2020 8:19 pm, editado 1 vez