Que opinan ustedes del reciclaje a nivel particular?
A priori la pregunta da para mucha tinta para el que tenga tiempo y ganas de responder. Pero no va orientada hacia la cuestión del sistema de reciclaje tradicional frente al moderno, que se sustenta en el negocio del "packaging" y que ya cuenta con hilo propio.
Partiendo del contexto real y no del que sería más idóneo, ¿Debemos reciclar a nivel individual los particulares? Con la regulación que tenemos sobre residuos(y contaminación) respecto a empresas, el reciclaje que cada uno haga en su casa además de quedar en un proyecto idealista, también resulta ser un negocio, me estoy refiriendo al monopólico sistema de gestión de residuos que gira en torno a Ecoembes, esta asociación de empresas (más de 2.200) que presume de "no tener ánimo de lucro" facturó más de 494 millones en 2016.
De esto se desprende que el ciudadano además de pagar las tasas para las gestiones de estos residuos (a mayores de los impuestos de recogida de basura) provoca, con el bienintencionado reciclaje, que se enriquezcan:
1º los ayuntamientos, pues estos cobran en función de las toneladas de envases recogidos.
2º ecoembes, pues estos revenden esos envases a los fabricantes.
Con el reciclaje particular se colabora con un ineficaz sistema de reciclaje, que además lógicamente no busca reducir el uso de plásticos (ni vidrios, cartones, etc), pues cuanto más gestione más gana, enriqueciendo a las empresas que lo integran, como por ejemplo la (generosamente subvencionada con dinero público) unión temporal de empresas (UTE) Legio VII, formada por Urbaser, propiedad de Florentino Pérez.
Además, Con Ecovidrio (otra "organización sin ánimo de lucro" ), Ecoembes se opuso al sistema SDDR, que consiste en pagar unos céntimos de más al adquirir un envase para que, una vez retornado, la tienda devuelva el desembolso al cliente, como antigüamente hacíamos en españa con los botellines, este sistema (que puede asumir niveles de recuperación de entre el 80 y el 90%, asegura la directora de Rezero, Rosa García), lo defienden multitud de grupos ecologistas y sindicatos. Las empresas que están en contra de él es porque permite retornar vidrio, botellas de plástico, briks y latas, lo mismo que ellas ya gestionan con Ecoembes y Ecovidrio.
El sistema SDDR está en vigor en Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Croacia, Estonia, Lituania y Alemania. Fuera de Europa está en vigor en algunos estados de Estados Unidos, parte de Australia y algún otro país.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
A priori la pregunta da para mucha tinta para el que tenga tiempo y ganas de responder. Pero no va orientada hacia la cuestión del sistema de reciclaje tradicional frente al moderno, que se sustenta en el negocio del "packaging" y que ya cuenta con hilo propio.
Partiendo del contexto real y no del que sería más idóneo, ¿Debemos reciclar a nivel individual los particulares? Con la regulación que tenemos sobre residuos(y contaminación) respecto a empresas, el reciclaje que cada uno haga en su casa además de quedar en un proyecto idealista, también resulta ser un negocio, me estoy refiriendo al monopólico sistema de gestión de residuos que gira en torno a Ecoembes, esta asociación de empresas (más de 2.200) que presume de "no tener ánimo de lucro" facturó más de 494 millones en 2016.
El negocio de Ecoembes es el siguiente: en la mayoría de productos que compramos podemos ver unas flechas que indican que el envase es reciclable, es decir que la empresa que ha producido el envase ha pagado una tasa para la gestión del residuo una vez consumido el producto. Por supuesto esta tasa acaba repercutiendo en el precio final. Es decir la pagamos los consumidores.
Este distintivo permite a las empresas lavarse las manos en cuanto a la gestión de los residuos. Todos los envases que tengan el punto verde (las flechitas) se podrán depositar en el container amarillo, pero muchos no serán reciclados porque no hay medios para separarlos ni manera de recuperarlos. Con toda probabilidad esos envases acabarán en un vertedero. Pero como los fabricantes pagaron la tasa al fabricarlos, se limpian las manos.
Aquí entra un tercer actor en este tinglado: Los ayuntamientos, que cobran mucho dinero de Ecoembes por gestionar los contenedores amarillos. Además de ponerlos en las calles, los consistorios se encargan de llevar los envases a las plantas de gestión de residuos, donde se separan los reciclables de los desechables y Ecoembes vuelve a pagar a los ayuntamientos en función de las toneladas de envases recogidos. Lo normal sería que la empresa pagara en función de los envases que devuelve al mercado, es decir, que recicla realmente, no de lo que se recoge en el contendor, ya que si no están bien separados pueden acabar en la incineradora municipal. [...]
El círculo se cierra cuando los fabricantes vuelven a comprar a Ecoembes los envases que han salvado para reutilizarlos. Es decir Ecoembes cobra dos veces, a la ciudadanía por la tasa del punto verde y a los fabricantes por el material separado. Mientras que los ciudadanos pagamos dos veces, pagamos más caros los productos que tienen punto verde y además pagamos los impuestos de recogida de basuras.
De esto se desprende que el ciudadano además de pagar las tasas para las gestiones de estos residuos (a mayores de los impuestos de recogida de basura) provoca, con el bienintencionado reciclaje, que se enriquezcan:
1º los ayuntamientos, pues estos cobran en función de las toneladas de envases recogidos.
2º ecoembes, pues estos revenden esos envases a los fabricantes.
Con el reciclaje particular se colabora con un ineficaz sistema de reciclaje, que además lógicamente no busca reducir el uso de plásticos (ni vidrios, cartones, etc), pues cuanto más gestione más gana, enriqueciendo a las empresas que lo integran, como por ejemplo la (generosamente subvencionada con dinero público) unión temporal de empresas (UTE) Legio VII, formada por Urbaser, propiedad de Florentino Pérez.
(No todos los materiales tienen la misma tarifa. Los plásticos de polietileno (HDPE, LDPE o PET, entre otros) son, junto con los cartones para bebidas y alimentos (envases tipo brick) los más caros: un kilo de este tipo de materiales pueden costar entre 0,23 -en el caso del cartón- y 0,47 euros, en el caso de los plásticos de baja densidad.)
Además, Con Ecovidrio (otra "organización sin ánimo de lucro" ), Ecoembes se opuso al sistema SDDR, que consiste en pagar unos céntimos de más al adquirir un envase para que, una vez retornado, la tienda devuelva el desembolso al cliente, como antigüamente hacíamos en españa con los botellines, este sistema (que puede asumir niveles de recuperación de entre el 80 y el 90%, asegura la directora de Rezero, Rosa García), lo defienden multitud de grupos ecologistas y sindicatos. Las empresas que están en contra de él es porque permite retornar vidrio, botellas de plástico, briks y latas, lo mismo que ellas ya gestionan con Ecoembes y Ecovidrio.
El sistema SDDR está en vigor en Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Croacia, Estonia, Lituania y Alemania. Fuera de Europa está en vigor en algunos estados de Estados Unidos, parte de Australia y algún otro país.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]