"El Trotsky de Zizek: Una provocación necesaria"
artículo de Jaime Ortega Reyna y Víctor Hugo Pacheco Chávez
publicado en la revista Laberinto , nº 35, en junio de 2012
A nadie le queda duda que Slavoj Žižek, intelectual esloveno, es quizás una de las figuras que más controversias levanta en cuanto escribe o publica algún texto. Desde su particular mirada de Lacan, hasta sus ensayos sobre Lenin2, ha despertado un curioso interés dentro de la izquierda marxista y más allá de ella. En los últimos tiempos ha llegado a nosotros la presentación que hace al texto de León Trotsky titulado Terrorismo y Comunismo3, un opúsculo redactado con la finalidad de polemizar, en el año de 1920, con la mayor figura de la socialdemocracia alemana: Karl Kautsky. Decimos que es una provocación –la de Žižek– porque coloca el texto y al autor de una forma tal que se vuelve obligatorio pensar y re–pensar algunas de las cuestiones que damos por obvias en la historia del comunismo y de la teoría que le dio sustento en tanto que movimiento político.
El texto de Trotsky le da la posibilidad de lanzar una doble provocación: ¿es posible reivindicar a Trotsky en la época más compleja de la revolución rusa sin caer en la más burda idealización? Pero también ¿podemos aún hoy, en pleno siglo XXI teorizar una política comunista a partir de la experiencia de aquella revolución?
Trataremos de localizar los puntos problemáticos de ambas interrogantes que nos surgen al leer a Žižek. Para Žižek lo primero que hay que hacer es borrar la:
aburguesada imagen de Trotsky popularizada por los mismos trotskistas actuales: Trotsky el libertario antiburocrático del Termidor stalinista partidario de la auto organización de los trabajadores, defensor del psicoanálisis y del arte moderno, amigo del surrealismo. Terrorismo y comunismo presentará otro Trotsky poco conocido, ni edulcorado por sus seguidores, ni mediado por el fantasma del «estalinismo» (...)
artículo de Jaime Ortega Reyna y Víctor Hugo Pacheco Chávez
publicado en la revista Laberinto , nº 35, en junio de 2012
A nadie le queda duda que Slavoj Žižek, intelectual esloveno, es quizás una de las figuras que más controversias levanta en cuanto escribe o publica algún texto. Desde su particular mirada de Lacan, hasta sus ensayos sobre Lenin2, ha despertado un curioso interés dentro de la izquierda marxista y más allá de ella. En los últimos tiempos ha llegado a nosotros la presentación que hace al texto de León Trotsky titulado Terrorismo y Comunismo3, un opúsculo redactado con la finalidad de polemizar, en el año de 1920, con la mayor figura de la socialdemocracia alemana: Karl Kautsky. Decimos que es una provocación –la de Žižek– porque coloca el texto y al autor de una forma tal que se vuelve obligatorio pensar y re–pensar algunas de las cuestiones que damos por obvias en la historia del comunismo y de la teoría que le dio sustento en tanto que movimiento político.
El texto de Trotsky le da la posibilidad de lanzar una doble provocación: ¿es posible reivindicar a Trotsky en la época más compleja de la revolución rusa sin caer en la más burda idealización? Pero también ¿podemos aún hoy, en pleno siglo XXI teorizar una política comunista a partir de la experiencia de aquella revolución?
Trataremos de localizar los puntos problemáticos de ambas interrogantes que nos surgen al leer a Žižek. Para Žižek lo primero que hay que hacer es borrar la:
aburguesada imagen de Trotsky popularizada por los mismos trotskistas actuales: Trotsky el libertario antiburocrático del Termidor stalinista partidario de la auto organización de los trabajadores, defensor del psicoanálisis y del arte moderno, amigo del surrealismo. Terrorismo y comunismo presentará otro Trotsky poco conocido, ni edulcorado por sus seguidores, ni mediado por el fantasma del «estalinismo» (...)
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