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    Mujer y poder. Reflexiones - Sagra López Losada – año 1996

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    RioLena
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    Mujer y poder. Reflexiones - Sagra López Losada – año 1996 Empty Mujer y poder. Reflexiones - Sagra López Losada – año 1996

    Mensaje por RioLena Lun Abr 27, 2020 9:22 pm

    Mujer y poder. Reflexiones

    Sagra López Losada
    – año 1996

    tomado de Red Vasca Roja

    en el Foro en 3 mensajes


    1.- Formación de las clases sociales y opresión de la mujer.

    El nacimiento de la civilización basado en la productividad y en la explotación de la naturaleza, recurre, en el mismo origen de la aparición y explotación de las primeras sociedades de clases, al sometimiento, opresión y explotación de las mujeres. El largo proceso histórico que transcurre entre la noche de la comunidad primitiva y la aparición de las clases sociales encierra el secreto de la génesis del patriarcado, como base histórica del sometimiento y subordinación de la mujer a la sociedad establecida.

    Tras la primera división sexual del trabajo entre cazadores y recolectoras, el desarrollo del matrimonio por grupos va derivando hacia una forma de "propiedad colectiva de grupos", presente en las "sociedades de linaje", que organizan el reparto del trabajo y la apropiación de los bienes, de manera que se puede controlar el trabajo de las mujeres y sus productos. Así, los orígenes de la dominación masculina se plasman en torno al ascenso de estas sociedades de linaje, en base al sistema de la "patrilocalidad", por el cual las mujeres recién casadas van a residir al grupo de parentesco de su marido, permitiendo así progresivamente a los hombres utilizar y apropiarse del trabajo y los productos de las mujeres.

    En la sociedad pre-esclavista basada en la propiedad de los grupos y en el linaje, la "patrilocalidad" ofrece la posibilidad de intensificar la producción más allá del nivel necesario para su subsistencia cotidiana. De esta manera, se desarrolla un proceso en el que ciertos hombres se apropian progresivamente del trabajo de las mujeres y controlan autoritariamente sus capacidades reproductivas.

    Estas primeras formas de explotación y subordinación de las mujeres, en las que se asigna a estas el estatus jurídico de "seres sin propiedad" paralelamente al incremento de la importancia de la propiedad privada, sirven de primer campo de experimentación, afectando a otros miembros y a la totalidad de las estructuras sociales, de manera que la evolución de la estratificación sexual y social se imbrican estrechamente.

    2.- El patriarcado.

    El enorme incremento de la riqueza provocado por la economía de reproducción de los pueblos pastores va a ser una legendaria fuente de tensiones entre el derecho materno de la comunidad primitiva y el nuevo derecho paterno emergente. Al final, el hombre modifica en su provecho el orden de herencia establecido imponiendo el derecho hereditario paterno.

    Este proceso se materializa mediante la formación de la familia patriarcal esclavista, que controla y restringe la libertad de la mujer, al objeto de garantizar que los bienes heredados pasen a la propiedad de hijos cuya paternidad sea indiscutible. La monogamia o "gens patriarcal" supone la exclusión de la mujer de la producción social y su confinamiento en el hogar. Aparece así la idea de la "castidad" y de la "fidelidad" unido a la condición de la mujer. La monogamia es la primera forma histórica de familia que se basa en motivaciones económicas. Representa el triunfo de la propiedad privada sobre la propiedad comunitaria primitiva y vehiculiza el primer antagonismo de clases que aparece en la historia.

    Las nuevas relaciones de producción instauradas en la sociedad esclavista y la particular situación de la mujer en el interior de ellas, debían forzosamente aparecer en la ideología y mitos de la época. Así, las nuevas religiones representan siempre una revolución en el cielo que abole el predominio de la madre tierra y de las divinidades femeninas, causas de la vida y de la fertilidad, de las que todo procedía. En la mitología griega. Zeus es la gran divinidad que derrota al antiguo orden moral y cultural para imponer en el olimpo un orden jerárquico y patriarcal.

    La representación bíblica nos habla también del nuevo orden social creado en el cielo en las que "el único Dios verdadero", en lo alto de la cúpula social, creará un hombre (Adán) a su imagen y semejanza, mientras Eva, nacerá también de la costilla de un hombre y será (como Pandora) representante de la tentación y causa de los males de la humanidad. De esta manera, el Dios bíblico subordinará a la mujer a las tareas de la reproducción y la castigará a parir con dolor y a vivir sometida bajo el dominio del hombre. Mas tarde los 10 mandamientos recogidos en las "Tablas de la Ley de Moisés" representarán un nuevo código moral que consolida el triunfo de la propiedad privada, la sociedad de clases, la jerarquía y la familia patriarcal, contra las estructuras y valores de la comunidad primitiva.

    3.- El sujeto mujer creado por el poder patriarcal.

    Desde sus orígenes, el patriarcado tratará de crear una mujer distinta, construida según la voluntad de sus deseos. El patriarcado secuestra la libertad y voluntad de las mujeres haciendo que estas se adaptaran al modo de vida que se les imponía . Hoy, en las naciones oprimidas del capitalismo desarrollado, se requiere una mujer, que además de carecer de conciencia nacional y de clase, interiorice aquella "cultura femenina" (pacifismo, aceptación del rol sexual patriarcal, aceptación de su subordinación al hogar, aceptación de una actividad ciudadana subordinada a los derechos de su cónyuge, etc.) que permita reproducir su explotación, dependencia y subordinación como mujer. A su vez, el paradigma feminista creado por el imperialismo limita su aportación civilizatoria al problema del control de la natalidad, mientras que deja en manos del patriarcado, o sea de los hombres de las clases dominantes de esos lugares, el poder económico, político, militar y cultural, así como la política natalicia entera.

    4.- Colonización y dominación de la mujer.

    El proceso colonial de los últimos 500 años ha desintegrado las estructuras comunitarias que mantenían los últimos reductos del poder femenino. El imperialismo europeo impone a su vez un modelo en que lo masculino es importante y significativo, mientras que lo femenino (y en general todo lo relacionado con las mujeres) es menos relevante y digno de ser considerado. Esta destrucción y discriminación se manifiesta en el trabajo, la estructura de la familia y la pobreza.
    En lo referente al trabajo las estadísticas informan que 1/3 de la fuerza laboral del mundo es femenina, pero ocultan que 2/3 de las horas de trabajo son también femeninas. Así, todo el trabajo femenino destinado al mantenimiento de la fuerza de trabajo, no es considerada como tal trabajo, pues en la versión europeo-imperialista, se identifica trabajo con trabajo remunerado y el trabajo no retribuido no es trabajo. Mientras tanto, en el Tercer Mundo, es precisamente este trabajo calificado como no remunerado el que mantiene la vida y el funcionamiento de las distintas comunidades.

    La colonización destruye también la estructura familiar-comunitaria del Tercer Mundo, desintegrando la función que la comunidad realizaba en la protección de la reproducción de la vida. De esta manera, nos encontramos en amplias zonas de América con una forma de familia sin figura paterna, que delega la responsabilidad entera de las hijas e hijos en la mujer (quién, además, cobra menos por su trabajo). Así nos explicamos que el 53% de las familias salvadoreñas sean monoparentales (solamente con la mujer) o que el 50% de las/los incas no hayan conocido a su padre. En estas circunstancias la lógica de la subsistencia exige que se acepte cualquier trabajo que resuelva de manera inmediata esta subsistencia cotidiana: trabajo informal, prostitución, trabajo a domicilio, etc. Así se feminiza la pobreza y hace que por cada hombre pobre haya en el mundo cerca de 3,5 mujeres que también son pobres.

    En estas condiciones la demografía es también un elemento de poder para la mujer del Tercer Mundo, puesto que el paso de una economía de subsistencia a una economía capitalista provoca que las poblaciones pobres, sin otros recursos, vendan su fuerza de trabajo con el objeto de obtener mayor número de jornales (el aumento de jornaleras/os posibles significa aquí un aumento de la capacidad de subsistencia). Se trata de una adaptación a las nuevas condiciones socio-económicas y no el resultado de ideas irracionales o retrógradas.

    Los países industrializados utilizan masivamente la mano de obra femenina en las nuevas producciones industriales implantadas en los países del Tercer Mundo, al objeto de incrementar la productividad, rebajar los salarios y aumentar la tasa de beneficio. A su vez las estructuras patriarcales existentes explican que con el desarrollo de la cualificación del trabajo se le excluya a la mujer de la formación y aparezca siempre ésta en los escalones inferiores y medios de la escala laboral.




    Última edición por RioLena el Lun Abr 27, 2020 9:29 pm, editado 1 vez
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    Mujer y poder. Reflexiones - Sagra López Losada – año 1996 Empty Re: Mujer y poder. Reflexiones - Sagra López Losada – año 1996

    Mensaje por RioLena Lun Abr 27, 2020 9:24 pm

    5.- Participación de la mujer en los procesos de liberación.

    Es preciso remarcar la función fundamental de la mujer en el interior de los procesos de emancipación de las clases y naciones oprimidas de nuestro planeta (contra el fascismo, en los movimientos de Liberación Nacional, en las grandes luchas obreras, contra la represión, etc). La participación de las mujeres en los movimiento de resistencia rompe sus roles tradicionales (particularmente la participación armada) y aumenta la conciencia de sus posibilidades, de manera que la fase post-bélica esta siempre marcada por la avalancha de reivindicaciones femeninas específicas (reflejadas especialmente en la negativa de esas mujeres a aceptar la antigua reclusión en el hogar, en las reivindicaciones de libertad personal y en las exigencias de sus derechos personales, laborales y ciudadanos).
    A su vez el imperialismo y el capitalismo ha utilizado siempre las estructuras y valores patriarcales (castidad, matrimonio, familia, etc.) para explotar, recluir, marginar, y dominar a la mujer (en la fábrica, el trabajo sumergido o el hogar).

    6.- El movimiento feminista occidental y la creación de espacios de libertad.

    El movimiento feminista occidental de los años 70, con fuerte presencia en Euskal Herria, tematiza como políticas cuestiones como la sexualidad, la reproducción, el trabajo doméstico, los malos tratos y las agresiones sexuales, etc, que hasta entonces no habían sido consideradas como tales, introduciendo en el conjunto social el debate sobre la situación de la mujer. Gracias a la presión de este movimiento se abrieron espacios de libertad para la mujer en terrenos como la liberación de los comportamientos sexuales, la participación política y los derechos laborales de las mujeres, el divorcio, el aborto o la prioridad de servicios que afectaban directamente a las necesidades de las mujeres (guarderías, etc.). El movimiento feminista de estos años incrementó considerablemente la influencia y el poder sexo-género femenino en el conjunto social.

    El reflujo de los movimientos sociales de la mujer que caracteriza en los países desarrollados la evolución de los años 80, se combina aquí con el proceso de la Reforma Democrática Española, que reduciendo la participación socio-política a la electoral, arrincona los movimientos sociales. Se cristaliza así en los años 90 un proceso de Institucionalización que se mueve y realiza algunas conquistas en el terreno de los derechos pero que se muestra impotente ante la enorme inercia de los hechos.

    El movimiento feminista actual adolece las consecuencias de la ausencia de presión social y se enfrenta a una situación en que las iniciativas procedentes del mundo de la mujer (relacionadas con la cultura, el ocio, la defensa de la lengua, el arte) se sitúan mayoritariamente fuera del ámbito de la militancia feminista.

    7.- Mundialización y dominación patriarcal.

    Para comprender la situación actual debemos considerar que la agravación de las desigualdades sociales provocada por el neoliberalismo refuerza hoy el carácter estructural de la marginación de la mujer en nuestra sociedad, reflejando una situación mundial global en el que las mujeres proporcionamos las 2/3 del total de horas trabajadas y producimos el 44% de los artículos alimentarios, mientras recibimos tan solo el 10% de los ingresos y poseemos el 1% de las propiedades.

    El proceso de internacionalización mundialización erosiona todavía mas esta situación, mediante la ubicación masiva de mano de obra femenina en las empresas maquiladoras y en general en los procesos intensivos en factor trabajo, junto a los bajos salarios y la taylorización, mediante los fenómenos de feminización de la pobreza que sitúan especialmente a la mujer en los colectivos de parados y en la economía sumergida de los países desarrollados; mediante los procesos de flexibilización y precarización que consolidan la triple jornada (de las que dos no son remuneradas, y una es poco remunerada); mediante la reducción de los gastos sociales, que afectan a los servicios sociales, educativos, sanitarios, etc. que deben ser ahora solventados por el trabajo de la mujer; y mediante la reclusión de la mujer en el hogar, fortaleciendo los antiguos valores de dominación patriarcal y privando a ésta de su dimensión ciudadana-comunitaria.

    8.- Democracia y dominación patriarcal.

    Frente a esta situación, la Democracia Representativa se reviste de mujer haciendo creer que tiene un compromiso histórico para acabar con las injusticias y discriminaciones históricas sufridas por nuestro género, mientras oculta una realidad que sistemáticamente niega nuestros derechos. Así, la implantación de los mecanismos de la democracia delegada en el Estado Español ha sido el gran proyecto que ha tratado de neutralizar los mecanismos de participación y expresión social que necesita vitalmente hoy el movimiento de la mujer. Después de haber creado una mayoría con medios más que dudosos, la democracia representativa aspira solo a reproducirse, descartando (en nombre de esa mayoría) todas las iniciativas de cambios procedentes de la minoría. Hoy, los sistemas de representatividad han sido suplantados por las decisiones de los núcleos que dominan el Estado y por las técnicas reproductivas de lo existente (monopolio partidista de los medios de comunicación, sistemas de representación electoral que ocultan las realidades nacionales, etc).Progresivamente, en nombre de la mayoría se elimina los derechos de las minorías y se sustituye el concepto de la representatividad de la democracia por el de la gobernabilidad del sistema.

    La dura realidad muestra sin embargo que la situación actual de la mujer en Euskal Herria está marcada por el paro creciente y la discriminación. El diagnóstico social nos muestra una situación en el que la mayoría de las mujeres vascas nos dedicamos al trabajo doméstico no remunerado; en el que la corresponsabilidad de los hombres en dicho trabajo no se ha conseguido; en el que las mayoría de las que trabajamos lo hacemos en la eventualidad y en la economía sumergida; en el que las mujeres seguimos percibiendo salarios sensiblemente inferiores a los hombres; en el que la tasa de paro femenino dobla al masculino (y es además, la más alta de la Comunidad Europea), en el que la cuota de participación de la mujer en la vida pública no llega al 16% y en el que los más altos niveles de pobreza están feminizados.

    En estas condiciones, el poder femenino no puede limitarse a ocupar el espacio actual, desarrollando una sociedad futura que con una mayor presencia de mujeres en la élite política y en la vida pública reproduciría el modelo actual. Entre otras cosas, porque la lógica patriarcal que está en la base del funcionamiento del sistema actual seguiría reproduciendo la desigualdad; es decir, la marginación de la inmensa mayoría de las mujeres y solamente serviría para una mayor legitimación del sistema social imperante. Al contrario, se trata de destruir los espacios de opresión, en un mundo global en el que se distribuya el poder a favor de las oprimidas y oprimidos.


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    Mujer y poder. Reflexiones - Sagra López Losada – año 1996 Empty Re: Mujer y poder. Reflexiones - Sagra López Losada – año 1996

    Mensaje por RioLena Lun Abr 27, 2020 9:28 pm

    9.- La mujer como objeto y no como sujeto.

    La mujer es el ser humano al que solo se le ha permitido ser sujeto en la reproducción de la vida (en el sentido más biológico del término). La sociedad patriarcal, capitalista e imperialista ha devaluado ideológica y culturalmente la importancia de ese proceso de reproducción y ha recluido significativamente a la mujer en todos los demás ordenes de la vida económica, social, sexual, política y cultural a ser OBJETO de las decisiones de los demás. Ello se manifiesta particularmente:

    En la negación histórica del derecho a la participación a la mujer, concretizada en la desconsideración política y social del ama de casa (fuera de la población activa y fuera de toda pertenencia a la clase trabajadora), en la discriminación salarial y laboral en el mundo del trabajo, y en la negación expresa a su derecho de participación ciudadana (recordamos el carácter reciente de la conquista del derecho al voto de la mujer).

    En la negación a su derecho a controlar la reproducción de la vida, y a decidir el diseño afectivo, sexual, familiar que libremente considerara (recordamos las 500.000 mujeres que mueren cada año gestando vida y que todavía en una gran parte del mundo la mujer no tiene opción a elegir a su cónyuge y menos para cuestionar el mundo de la propiedad privada en las relaciones sexo-afectivas.

    En su relación con el saber, en el sentido de que en una sociedad en el que "la/el que sabe decide" se ha excluido históricamente a la mujer tanto de las condiciones materiales que permiten la adquisición y desarrollo del conocimiento (la mujer que debe quedarse en casa al cuidado de las hijas, hijos y padres; la mujer que queda recluida en el hogar o la mujer trabajadora que realiza la doble jornada), como incluso hasta de la adquisición de la instrucción general (recordamos que hasta fechas recientes, la escolaridad y la instrucción estaba reservada a los hombres en nuestros lares y esa práctica sigue siendo moneda corriente en grandes zonas del planeta).

    En su relación con la información, en el sentido de que la exclusión de la mujer tanto de la producción como en general de los centros de decisión, ha hecho que esta condición fundamental de la reproducción de todo poder que es "la información" le sea ajena (o en el mejor de los casos está reservada a una élite minoritaria femenina que previamente ha demostrado su sumisión a la relación patriarcal y capitalista- imperialista de la sociedad establecida).

    En su relación con la comunicación pues esta es otra base fundamental de poder que genera opinión y reproduce las condiciones ideológico-culturales del sistema patriarcal-capitalista actual. Aquí, las minorías hegemónicas poseedoras del monopolio del habla marginan de su diseño a la mujer-persona, o en el mejor de los casos, la utilizan como medio de legitimización.

    10.- Especificidad nacional y movimiento feminista.

    El movimiento feminista de Euskal Herria no puede hacer abstracción de su condición nacional. La experiencia histórica nos muestra que la integración anacional en el movimiento feminista de los Estados-Nación (Estatal-Francés y Estatal-Español), nos convierte en sujetos de segunda categoría, sin registro en la historia, sin identidad y sin voz. El movimiento feminista de Euskal Herria necesita superar el feminismo eurocentrista que siempre se ha caracterizado por su incapacidad en reconocer y respetar "la diferencia". Por ello las feministas abertzales reivindicamos también nuestra especificidad nacional, es decir, nuestra dimensión propia, cultural, ideológica y política y no solo económica y social.

    11.- Euskal Herria como marco autónomo de lucha feminista.

    En el mismo sentido, el poder patriarcal, capitalista e imperialista genérico se transforma en Euskal Herria en el poder de dos Estados-Nación que dividen y destruyen nuestro pueblo. Participar en ese poder es también participar en un poder de dominación que reproduce las diferencias sociales y aniquila nuestra nacionalidad. Por todo ello, el nuevo poder femenino posible para las mujeres abertzales se inserta en el poder emergente de la nueva sociedad a construir y del pueblo oprimido, que necesariamente se asienta en el marco territorial de Euskal Herria, convertido para nosotras en Marco Autónomo de Lucha Feminista. Así, el Movimiento Feminista Vasco debe ser una parte sustancial y consustancial de ese nuevo poder emergente que el Pueblo Trabajador Vasco está creando en el ámbito de Euskal Herria.

    12.- Convergencia de las luchas y lucha feminista.

    La superación de las relaciones de dependencia y sumisión que históricamente opera sobre la mujer pasa por la necesidad de articular su lucha específica y concreta con las demás formas de lucha que se globalizan en la formación social en cuestión. La estructura de clases de cada lugar y las peculiaridades históricas concretas explican los movimientos sociales y políticos en el interior de las formaciones sociales. Estos toman la forma de "convergencia" de luchas de clases y de sectores sociales diferenciados, conformando el carácter específico de la dinámica socio-política.

    Así, la lucha contra el sexismo y el sistema patriarcal se inserta aquí en la lucha por la construcción de Euskal Herria y por un sistema económico basado en las relaciones de igualdad y solidaridad. La definición de Euskal Herria como marco de lucha propio que articula las contradicciones de clase, nacional y de sexo, define el lugar de encuentro donde convergen los intereses y las necesidades de las mujeres vascas. Y ello por varias razones:

    En primer lugar, porque la alternativa de emancipación y de libertad debe responder a nuestras necesidades como mujer-persona. Es decir, a la problemática global que se deriva de nuestra pertenencia a la clase trabajadora en un contexto de precarización laboral, a la nacionalidad vasca en un contexto de opresión nacional, y a nuestra condición de mujer en un contexto de dominación milenaria de una sociedad patriarcal que ha negado nuestra identidad como género. Nuestra identidad global personal está conformada por lo tanto por el conjunto de las identidades aquí mencionadas.

    En segundo lugar, porque la aportación del feminismo a la emancipación global, así como la eficiencia en que la sociedad vaya asumiendo los valores y reivindicaciones de la mujer está directamente relacionada con la forma y manera de adecuación a cada realidad concreta, condicionando nuestra estrategia feminista. Así, las mujeres abertzales consideramos que la lucha de emancipación global pasa por la confluencia de los distintos sectores populares en la construcción de Euskal Herria.
    Pensamos que es ahí, en esa Lucha de Liberación Nacional donde se funden, cual crisol libertario, todas las luchas parciales, creando sinergías explosivas que posibilitan saltos determinantes en nuestro proceso de liberación como mujeres, como trabajadoras y como pueblo.

    13.- Autonomía del movimiento feminista.

    La experiencia histórica muestra también que las grandes soluciones genéricas como la toma del poder por el proletariado o la Liberación Nacional no resuelven automáticamente las cuestiones planteadas por el proceso de emancipación de la mujer. Ello exige impulsar también un movimiento feminista autónomo dentro del Proceso de Liberación Nacional y Social, que potencie la cultura, cosmovisión y reivindicaciones específicas de la mujer. A nosotras, las mujeres, nos corresponde desvelar la opresión en nuestro campo específico. Desarrollar un Movimiento Feminista potente, con coraje, que aúne voluntades, que proponga mejoras para nuestro género y potencie cambios estructurales necesarios; y ahí nos encontramos y nos encontraremos codo a codo los distintos colectivos feministas.

    14.- Construcción de la sociedad nueva y concepción feminista del poder.

    La construcción de una nueva sociedad, desde, por y para la mujer, coherente con una concepción feminista del poder, encierra varios matices que es preciso dilucidar:

    Una concepción feminista del poder ha de desarrollar el concepto de autonomía y autorrealización personales, así como el de autodeterminación de las personas y colectivos humanos. Exige también el reconocimiento de la diferencia y sus derechos como sujeto individual o colectivo.

    La gran cuestión del poder exige plantearse si la opción es que una élite se introduzca en los centros de decisión del poder existente o más bien se trata de redistribuir el poder actual al objeto de horizontalizarlo y reproducir un poder nuevo en base a una estructura democrática y participativa que integre el protagonismo de las excluidas y excluidos.

    El movimiento feminista debe resolver la contradicción aparente entre necesidad de autonomía respecto a la lucha de otros sectores oprimidos y necesidad de convergencia con esos mismos sectores. Se trata de compatibilizar el poder femenino y el poder del conjunto de los sectores oprimidos, impulsando un movimiento feminista, cuyo desarrollo fortalezca el poder del conjunto de los sectores oprimidos y un poder del conjunto de los sectores oprimidos cuyo contenido esté cada vez más impregnado e identificado con el movimiento de liberación de la mujer. Ello se resuelve para nosotras en el desarrollo de un poderoso movimiento feminista propio, que actúe como elemento sustancial y consustancial del poder emergente creado por el pueblo trabajador vasco.

    En este sentido, el objetivo antipatriarcal llena de contenido los objetivos del proyecto global de liberación. De la misma manera que un Estado Soberano garantiza el derecho de autodeterminación y el socialismo garantiza la construcción de unas relaciones sociales de cooperación y de no dominación, solo la autonomía de un movimiento feminista y de unos objetivos antipatriarcales garantiza la superación de las relaciones de desigualdad sexual.

    La unidad de acción entre sectores feministas o en su sentido más amplio, con otros sectores oprimidos, debe ser entendida desde el respeto a las características y proyectos propios de cada sector y nunca como sustitutorio de las dinámicas específicas. Solo de esta manera se vehiculizarán las ideas e iniciativas nuevas y la unidad de acción basculará con más fuerza sobre la nueva sociedad a construir que sobre la vieja sociedad a destruir.

    Debemos centrarnos progresivamente en lo que el Movimiento de Liberación de la Mujer puede aportar como proceso civilizatorio propio. Tenemos que recuperar la verdadera historia, poniéndonos a las mujeres en el lugar que nos corresponde como protagonistas y participes claves de acontecimiento y vicisitudes negadas y ocultadas durante siglos. La historia ha sido escrita por los hombres y además con visión de hombres. La revisión de esta historia debe implicar que el futuro esté protagonizado y escrito también por mujeres y con visión de mujeres. Para ello, nuestro pensamiento de mujer, nuestro orgullo de mujer, nuestra participación de mujer y nuestra autoestima, serán componentes decisivos de este presente y de ese futuro.

    La construcción del nuevo sujeto mujer, que responda a las exigencias de emancipación y que supere las actuales relaciones de sumisión y dependencia patriarcal (la mujer nueva), exige trabajar en la conformación del factor subjetivo de este proceso; es decir, en la creación de los conceptos, ideas, sentimientos, hábitos, y valores que fundamenten la actitud necesaria para desarrollar las transformaciones descritas y resolver los retos planteados.

    15.- Las mujeres feministas abertzales.

    Las mujeres feministas abertzales queremos ser sujetos activos, con voz y pensamiento propios, soberanas de nuestra vida y nuestros actos, emancipadas, copartícipes en la construcción de vida y felicidad; participando en la construcción de una sociedad nueva de signo antipatriarcal, comunalista, ecológica, socialista y euskaldun; aportando nuestra visión, coparticipando en deberes y responsabilidades y enmarcándonos dentro de la lucha de liberación nacional y social contra el poder capitalista y patriarcal.



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