Mujer y poder. Reflexiones
Sagra López Losada – año 1996
tomado de Red Vasca Roja
en el Foro en 3 mensajes
1.- Formación de las clases sociales y opresión de la mujer.
El nacimiento de la civilización basado en la productividad y en la explotación de la naturaleza, recurre, en el mismo origen de la aparición y explotación de las primeras sociedades de clases, al sometimiento, opresión y explotación de las mujeres. El largo proceso histórico que transcurre entre la noche de la comunidad primitiva y la aparición de las clases sociales encierra el secreto de la génesis del patriarcado, como base histórica del sometimiento y subordinación de la mujer a la sociedad establecida.
Tras la primera división sexual del trabajo entre cazadores y recolectoras, el desarrollo del matrimonio por grupos va derivando hacia una forma de "propiedad colectiva de grupos", presente en las "sociedades de linaje", que organizan el reparto del trabajo y la apropiación de los bienes, de manera que se puede controlar el trabajo de las mujeres y sus productos. Así, los orígenes de la dominación masculina se plasman en torno al ascenso de estas sociedades de linaje, en base al sistema de la "patrilocalidad", por el cual las mujeres recién casadas van a residir al grupo de parentesco de su marido, permitiendo así progresivamente a los hombres utilizar y apropiarse del trabajo y los productos de las mujeres.
En la sociedad pre-esclavista basada en la propiedad de los grupos y en el linaje, la "patrilocalidad" ofrece la posibilidad de intensificar la producción más allá del nivel necesario para su subsistencia cotidiana. De esta manera, se desarrolla un proceso en el que ciertos hombres se apropian progresivamente del trabajo de las mujeres y controlan autoritariamente sus capacidades reproductivas.
Estas primeras formas de explotación y subordinación de las mujeres, en las que se asigna a estas el estatus jurídico de "seres sin propiedad" paralelamente al incremento de la importancia de la propiedad privada, sirven de primer campo de experimentación, afectando a otros miembros y a la totalidad de las estructuras sociales, de manera que la evolución de la estratificación sexual y social se imbrican estrechamente.
2.- El patriarcado.
El enorme incremento de la riqueza provocado por la economía de reproducción de los pueblos pastores va a ser una legendaria fuente de tensiones entre el derecho materno de la comunidad primitiva y el nuevo derecho paterno emergente. Al final, el hombre modifica en su provecho el orden de herencia establecido imponiendo el derecho hereditario paterno.
Este proceso se materializa mediante la formación de la familia patriarcal esclavista, que controla y restringe la libertad de la mujer, al objeto de garantizar que los bienes heredados pasen a la propiedad de hijos cuya paternidad sea indiscutible. La monogamia o "gens patriarcal" supone la exclusión de la mujer de la producción social y su confinamiento en el hogar. Aparece así la idea de la "castidad" y de la "fidelidad" unido a la condición de la mujer. La monogamia es la primera forma histórica de familia que se basa en motivaciones económicas. Representa el triunfo de la propiedad privada sobre la propiedad comunitaria primitiva y vehiculiza el primer antagonismo de clases que aparece en la historia.
Las nuevas relaciones de producción instauradas en la sociedad esclavista y la particular situación de la mujer en el interior de ellas, debían forzosamente aparecer en la ideología y mitos de la época. Así, las nuevas religiones representan siempre una revolución en el cielo que abole el predominio de la madre tierra y de las divinidades femeninas, causas de la vida y de la fertilidad, de las que todo procedía. En la mitología griega. Zeus es la gran divinidad que derrota al antiguo orden moral y cultural para imponer en el olimpo un orden jerárquico y patriarcal.
La representación bíblica nos habla también del nuevo orden social creado en el cielo en las que "el único Dios verdadero", en lo alto de la cúpula social, creará un hombre (Adán) a su imagen y semejanza, mientras Eva, nacerá también de la costilla de un hombre y será (como Pandora) representante de la tentación y causa de los males de la humanidad. De esta manera, el Dios bíblico subordinará a la mujer a las tareas de la reproducción y la castigará a parir con dolor y a vivir sometida bajo el dominio del hombre. Mas tarde los 10 mandamientos recogidos en las "Tablas de la Ley de Moisés" representarán un nuevo código moral que consolida el triunfo de la propiedad privada, la sociedad de clases, la jerarquía y la familia patriarcal, contra las estructuras y valores de la comunidad primitiva.
3.- El sujeto mujer creado por el poder patriarcal.
Desde sus orígenes, el patriarcado tratará de crear una mujer distinta, construida según la voluntad de sus deseos. El patriarcado secuestra la libertad y voluntad de las mujeres haciendo que estas se adaptaran al modo de vida que se les imponía . Hoy, en las naciones oprimidas del capitalismo desarrollado, se requiere una mujer, que además de carecer de conciencia nacional y de clase, interiorice aquella "cultura femenina" (pacifismo, aceptación del rol sexual patriarcal, aceptación de su subordinación al hogar, aceptación de una actividad ciudadana subordinada a los derechos de su cónyuge, etc.) que permita reproducir su explotación, dependencia y subordinación como mujer. A su vez, el paradigma feminista creado por el imperialismo limita su aportación civilizatoria al problema del control de la natalidad, mientras que deja en manos del patriarcado, o sea de los hombres de las clases dominantes de esos lugares, el poder económico, político, militar y cultural, así como la política natalicia entera.
4.- Colonización y dominación de la mujer.
El proceso colonial de los últimos 500 años ha desintegrado las estructuras comunitarias que mantenían los últimos reductos del poder femenino. El imperialismo europeo impone a su vez un modelo en que lo masculino es importante y significativo, mientras que lo femenino (y en general todo lo relacionado con las mujeres) es menos relevante y digno de ser considerado. Esta destrucción y discriminación se manifiesta en el trabajo, la estructura de la familia y la pobreza.
En lo referente al trabajo las estadísticas informan que 1/3 de la fuerza laboral del mundo es femenina, pero ocultan que 2/3 de las horas de trabajo son también femeninas. Así, todo el trabajo femenino destinado al mantenimiento de la fuerza de trabajo, no es considerada como tal trabajo, pues en la versión europeo-imperialista, se identifica trabajo con trabajo remunerado y el trabajo no retribuido no es trabajo. Mientras tanto, en el Tercer Mundo, es precisamente este trabajo calificado como no remunerado el que mantiene la vida y el funcionamiento de las distintas comunidades.
La colonización destruye también la estructura familiar-comunitaria del Tercer Mundo, desintegrando la función que la comunidad realizaba en la protección de la reproducción de la vida. De esta manera, nos encontramos en amplias zonas de América con una forma de familia sin figura paterna, que delega la responsabilidad entera de las hijas e hijos en la mujer (quién, además, cobra menos por su trabajo). Así nos explicamos que el 53% de las familias salvadoreñas sean monoparentales (solamente con la mujer) o que el 50% de las/los incas no hayan conocido a su padre. En estas circunstancias la lógica de la subsistencia exige que se acepte cualquier trabajo que resuelva de manera inmediata esta subsistencia cotidiana: trabajo informal, prostitución, trabajo a domicilio, etc. Así se feminiza la pobreza y hace que por cada hombre pobre haya en el mundo cerca de 3,5 mujeres que también son pobres.
En estas condiciones la demografía es también un elemento de poder para la mujer del Tercer Mundo, puesto que el paso de una economía de subsistencia a una economía capitalista provoca que las poblaciones pobres, sin otros recursos, vendan su fuerza de trabajo con el objeto de obtener mayor número de jornales (el aumento de jornaleras/os posibles significa aquí un aumento de la capacidad de subsistencia). Se trata de una adaptación a las nuevas condiciones socio-económicas y no el resultado de ideas irracionales o retrógradas.
Los países industrializados utilizan masivamente la mano de obra femenina en las nuevas producciones industriales implantadas en los países del Tercer Mundo, al objeto de incrementar la productividad, rebajar los salarios y aumentar la tasa de beneficio. A su vez las estructuras patriarcales existentes explican que con el desarrollo de la cualificación del trabajo se le excluya a la mujer de la formación y aparezca siempre ésta en los escalones inferiores y medios de la escala laboral.
Sagra López Losada – año 1996
tomado de Red Vasca Roja
en el Foro en 3 mensajes
1.- Formación de las clases sociales y opresión de la mujer.
El nacimiento de la civilización basado en la productividad y en la explotación de la naturaleza, recurre, en el mismo origen de la aparición y explotación de las primeras sociedades de clases, al sometimiento, opresión y explotación de las mujeres. El largo proceso histórico que transcurre entre la noche de la comunidad primitiva y la aparición de las clases sociales encierra el secreto de la génesis del patriarcado, como base histórica del sometimiento y subordinación de la mujer a la sociedad establecida.
Tras la primera división sexual del trabajo entre cazadores y recolectoras, el desarrollo del matrimonio por grupos va derivando hacia una forma de "propiedad colectiva de grupos", presente en las "sociedades de linaje", que organizan el reparto del trabajo y la apropiación de los bienes, de manera que se puede controlar el trabajo de las mujeres y sus productos. Así, los orígenes de la dominación masculina se plasman en torno al ascenso de estas sociedades de linaje, en base al sistema de la "patrilocalidad", por el cual las mujeres recién casadas van a residir al grupo de parentesco de su marido, permitiendo así progresivamente a los hombres utilizar y apropiarse del trabajo y los productos de las mujeres.
En la sociedad pre-esclavista basada en la propiedad de los grupos y en el linaje, la "patrilocalidad" ofrece la posibilidad de intensificar la producción más allá del nivel necesario para su subsistencia cotidiana. De esta manera, se desarrolla un proceso en el que ciertos hombres se apropian progresivamente del trabajo de las mujeres y controlan autoritariamente sus capacidades reproductivas.
Estas primeras formas de explotación y subordinación de las mujeres, en las que se asigna a estas el estatus jurídico de "seres sin propiedad" paralelamente al incremento de la importancia de la propiedad privada, sirven de primer campo de experimentación, afectando a otros miembros y a la totalidad de las estructuras sociales, de manera que la evolución de la estratificación sexual y social se imbrican estrechamente.
2.- El patriarcado.
El enorme incremento de la riqueza provocado por la economía de reproducción de los pueblos pastores va a ser una legendaria fuente de tensiones entre el derecho materno de la comunidad primitiva y el nuevo derecho paterno emergente. Al final, el hombre modifica en su provecho el orden de herencia establecido imponiendo el derecho hereditario paterno.
Este proceso se materializa mediante la formación de la familia patriarcal esclavista, que controla y restringe la libertad de la mujer, al objeto de garantizar que los bienes heredados pasen a la propiedad de hijos cuya paternidad sea indiscutible. La monogamia o "gens patriarcal" supone la exclusión de la mujer de la producción social y su confinamiento en el hogar. Aparece así la idea de la "castidad" y de la "fidelidad" unido a la condición de la mujer. La monogamia es la primera forma histórica de familia que se basa en motivaciones económicas. Representa el triunfo de la propiedad privada sobre la propiedad comunitaria primitiva y vehiculiza el primer antagonismo de clases que aparece en la historia.
Las nuevas relaciones de producción instauradas en la sociedad esclavista y la particular situación de la mujer en el interior de ellas, debían forzosamente aparecer en la ideología y mitos de la época. Así, las nuevas religiones representan siempre una revolución en el cielo que abole el predominio de la madre tierra y de las divinidades femeninas, causas de la vida y de la fertilidad, de las que todo procedía. En la mitología griega. Zeus es la gran divinidad que derrota al antiguo orden moral y cultural para imponer en el olimpo un orden jerárquico y patriarcal.
La representación bíblica nos habla también del nuevo orden social creado en el cielo en las que "el único Dios verdadero", en lo alto de la cúpula social, creará un hombre (Adán) a su imagen y semejanza, mientras Eva, nacerá también de la costilla de un hombre y será (como Pandora) representante de la tentación y causa de los males de la humanidad. De esta manera, el Dios bíblico subordinará a la mujer a las tareas de la reproducción y la castigará a parir con dolor y a vivir sometida bajo el dominio del hombre. Mas tarde los 10 mandamientos recogidos en las "Tablas de la Ley de Moisés" representarán un nuevo código moral que consolida el triunfo de la propiedad privada, la sociedad de clases, la jerarquía y la familia patriarcal, contra las estructuras y valores de la comunidad primitiva.
3.- El sujeto mujer creado por el poder patriarcal.
Desde sus orígenes, el patriarcado tratará de crear una mujer distinta, construida según la voluntad de sus deseos. El patriarcado secuestra la libertad y voluntad de las mujeres haciendo que estas se adaptaran al modo de vida que se les imponía . Hoy, en las naciones oprimidas del capitalismo desarrollado, se requiere una mujer, que además de carecer de conciencia nacional y de clase, interiorice aquella "cultura femenina" (pacifismo, aceptación del rol sexual patriarcal, aceptación de su subordinación al hogar, aceptación de una actividad ciudadana subordinada a los derechos de su cónyuge, etc.) que permita reproducir su explotación, dependencia y subordinación como mujer. A su vez, el paradigma feminista creado por el imperialismo limita su aportación civilizatoria al problema del control de la natalidad, mientras que deja en manos del patriarcado, o sea de los hombres de las clases dominantes de esos lugares, el poder económico, político, militar y cultural, así como la política natalicia entera.
4.- Colonización y dominación de la mujer.
El proceso colonial de los últimos 500 años ha desintegrado las estructuras comunitarias que mantenían los últimos reductos del poder femenino. El imperialismo europeo impone a su vez un modelo en que lo masculino es importante y significativo, mientras que lo femenino (y en general todo lo relacionado con las mujeres) es menos relevante y digno de ser considerado. Esta destrucción y discriminación se manifiesta en el trabajo, la estructura de la familia y la pobreza.
En lo referente al trabajo las estadísticas informan que 1/3 de la fuerza laboral del mundo es femenina, pero ocultan que 2/3 de las horas de trabajo son también femeninas. Así, todo el trabajo femenino destinado al mantenimiento de la fuerza de trabajo, no es considerada como tal trabajo, pues en la versión europeo-imperialista, se identifica trabajo con trabajo remunerado y el trabajo no retribuido no es trabajo. Mientras tanto, en el Tercer Mundo, es precisamente este trabajo calificado como no remunerado el que mantiene la vida y el funcionamiento de las distintas comunidades.
La colonización destruye también la estructura familiar-comunitaria del Tercer Mundo, desintegrando la función que la comunidad realizaba en la protección de la reproducción de la vida. De esta manera, nos encontramos en amplias zonas de América con una forma de familia sin figura paterna, que delega la responsabilidad entera de las hijas e hijos en la mujer (quién, además, cobra menos por su trabajo). Así nos explicamos que el 53% de las familias salvadoreñas sean monoparentales (solamente con la mujer) o que el 50% de las/los incas no hayan conocido a su padre. En estas circunstancias la lógica de la subsistencia exige que se acepte cualquier trabajo que resuelva de manera inmediata esta subsistencia cotidiana: trabajo informal, prostitución, trabajo a domicilio, etc. Así se feminiza la pobreza y hace que por cada hombre pobre haya en el mundo cerca de 3,5 mujeres que también son pobres.
En estas condiciones la demografía es también un elemento de poder para la mujer del Tercer Mundo, puesto que el paso de una economía de subsistencia a una economía capitalista provoca que las poblaciones pobres, sin otros recursos, vendan su fuerza de trabajo con el objeto de obtener mayor número de jornales (el aumento de jornaleras/os posibles significa aquí un aumento de la capacidad de subsistencia). Se trata de una adaptación a las nuevas condiciones socio-económicas y no el resultado de ideas irracionales o retrógradas.
Los países industrializados utilizan masivamente la mano de obra femenina en las nuevas producciones industriales implantadas en los países del Tercer Mundo, al objeto de incrementar la productividad, rebajar los salarios y aumentar la tasa de beneficio. A su vez las estructuras patriarcales existentes explican que con el desarrollo de la cualificación del trabajo se le excluya a la mujer de la formación y aparezca siempre ésta en los escalones inferiores y medios de la escala laboral.
Última edición por RioLena el Lun Abr 27, 2020 9:29 pm, editado 1 vez